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¿Qué ganamos los pueblos originarios? Ante el triunfo de López Obrador


Martín Tonalmeyotl

En la cultura náhuatl el término “ganar” es violento y negativo. Tetlane (ganar) sólo se usa en una pelea de perros, gatos, gallos y otros animales. El que domine y lastime más es el ganador. Con las personas se ha llegado a usar en un encuentro de golpes donde uno vence al otro.

En nuestra cultura, la palabra más cercana a “ganar” es el timoyolkokoltis (“hacer doler el corazón a uno mismo” o “hacer doler el corazón para llegar a algo”) traducido al español como esfuerzo. Para nosotros, una persona triunfadora es aquella que tiene memoria y por ello, es poco probable que se le olvide cómo llegó a un lugar o a algún puesto, porque ésta habrá pasado por una dolencia del corazón. Sin embargo, en otras culturas la palabra “ganar” es un término positivo que da por hecho el triunfo de uno sobre el otro.

Ganar en México y en otros países no necesariamente obedece a triunfar con esfuerzo como se debería pensar. Aquí el esfuerzo casi siempre pierde, las que ganan son las instituciones que obedecen a un poder central, aunque por esta ocasión, el esfuerzo de millones de personas, pertenecientes o no a pueblos originarios, entregamos el gobierno del país a Andrés Manuel López Obrador, un líder de la “izquierda” quien por años ha criticado el sistema del gobierno mexicano y que, en dos ocasiones, 2006 y 2012, no alcanzó la presidencia. En esta contienda electoral convenció a la gente y rebasó a sus contrincantes de derecha por más del 50 por ciento en las preferencias electorales el 1 de julio.
El pueblo enojado, inconforme, violentado y más, decidió y apostó por un gobierno distinto que el 1 de diciembre tomará posesión. Esperemos que el triunfo de esta “izquierda” no caiga en las mañas de siempre porque es verdad, cambió el partido en el poder, pero más de la mitad de los triunfadores (senadores, diputados, gobernadores, presidentes municipales) son exactamente los mismos que antes pertenecieron al PRI, PRD, PAN y ahora son de Morena. Pocos rostros nuevos salieron a relucir en esta contienda electoral. La moneda sigue en el aire.

¿Qué ganamos nosotros con el triunfo del partido de la “izquierda”? ¿En verdad hemos ganado? ¿Qué papel vamos a jugar dentro de este triunfo? ¿Acaso ya está planeado cómo resarcir la deuda histórica de la cual se ha hablado muchas veces? ¿Hemos ganado nosotros u otro poder con otras tácticas de represión? ¿Cuál es la postura actual de nuestro presidente ante los pueblos originarios? ¿Adelfo Regino nos mandará a los perros viejos del PRI para dialogar con los pueblos para resolver nuestros problemas de territorio, ambientales, de salud, de educación, lingüístico? ¿Nos va a mandar diputados que se hacen llamar indígenas pero que nunca han vivido en el pueblo, no hablan ninguna lengua originaria, no conocen nuestra cultura?

El nuevo presidente ¿será capaz de sentarse a dialogar con personajes que no tienen antecedentes de corrupción ni tampoco han ocupado un puesto de gobierno, como la ensayista y lingüista ayuujk Yásnaya Elena Aguilar Gil, la poeta zoque Mikeas Sánchez, el escritor, conductor de radio y televisión y poeta nahua Mardonio Carballo, el poeta y filósofo mephaa Hubert Matiuwaa, el abogado mixteco Francisco López Bárcenas, las poetas zapotecas Irma Pineda y Natalia Toledo, el narrador y lingüista Víctor Cata, el lingüista e investigador nahua Victoriano de la Cruz, así como dirigentes campesinos y de organizaciones sociales que no han buscado un puesto político de poder sino sólo abogar por el bienestar de nuestros pueblos?
¿O bien el destino de nuestros pueblos otra vez quedará en las manos de autoridades que aún deben el dinero usado en las campañas electorales y ahora tienen que pagar la deuda, y los pueblos están otra vez en la última importancia? ¿López Obrador y su equipo de “indígenas” tendrá oído para escuchar y revitalizar las 68 lenguas originarias? ¿Podrá implementar una ley dentro de la educación en donde las lenguas no sólo sean una opción para las escuelas bilingües o interculturales sino eje central dentro del nivel básico, medio superior y superior?

Si sucediera lo anterior, seríamos el primer país multilingüe en el mundo, porque todos los mexicanos hablaríamos una lengua originaria sin que eso restrinja a aprender inglés, francés, italiano o alemán, y por tanto acabaríamos con la discriminación lingüística y el lingüicidio.

Ganar significa poco ante todo lo que hay que hacer en el futuro. ¿Habrán pensado en nosotros o primero están otras cosas como ha sucedido siempre, y después los pueblos originarios? Lo pregunto porque, según las estadísticas, los altos grados de analfabetismo, pobreza económica, muertes infantiles, migración, falta de apoyo al campo, a la salud, a la educación y más, se ubican en nuestros pueblos.

El reto para el triunfador es demasiado largo y demasiado alto. Sin embargo, lo que aquí pregunto no es imposible, siempre y cuando se tenga la voluntad. Por el momento, la gran mayoría de la gente que pertenecemos a estos pueblos cantamos victoria, que se traduce como esperanza, ésa que no hemos tenido durante décadas con ningún otro gobierno, porque los que han llegado al poder sólo nos han saqueado y asesinado, vendido nuestras tierras y violentado a nuestros pueblos.

Recordarle al presidente electo que seguimos existiendo y aportando a nuestras culturas, que no somos algo del pasado sino culturas vivas que resistieron siempre la embestida de los gobiernos de derecha.