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Trece tesis sobre la catástrofe (ecológica) inminente y los medios (revolucionarios) de evitarla



I. La crisis ecológica está ya presente y se convertirá todavía más, en los meses y años próximos, en la cuestión social y política más importante del siglo XXI. El porvenir del planeta y de la humanidad va a decidirse en los próximos decenios. Los cálculos de algunos científicos en relación con los escenarios para el 2100 no son muy útiles, por dos razones: a) científica: considerando todos los efectos retroactivos imposibles de calcular, es muy aventurado hacer proyecciones de un siglo; b) política: a finales del siglo, todos y todas nosotros, nuestros hijos y nietos habrán partido y entonces ¿qué interés tiene?

II. La crisis ecológica incluye varios aspectos, de consecuencias peligrosas, pero la cuestión climática es sin duda la amenaza más dramática. Como explica el GIEC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático], si la temperatura media sobrepasa más de 1,5 grados en relación con la del período preindustrial, existe el riesgo de que se desencadene un proceso irreversible de cambio climático.

¿Cuáles serían las consecuencias? A continuación se señalan algunos ejemplos: la multiplicación de mega-incendios como el de Australia; la desaparición de los ríos y la desertificación de los suelos; el deshielo y la dislocación de los glaciares polares y la elevación del nivel del mar, que puede alcanzar hasta decenas de metros, mientras que solo con dos metros amplias regiones de Bengala, de India y de Tailandia, así como las principales ciudades de la civilización humana –Hong-Kong, Calcuta, Viena?, Amsterdam, Shangai, Londres, Nueva York, Río- desaparecerán bajo el mar. ¿Hasta dónde podrá subir la temperatura? ¿A partir de qué temperatura estará amenazada la vida humana sobre este planeta? Nadie tiene respuesta a estas preguntas…

III. Estos son riesgos de catástrofe sin precedente en la historia humana. Sería preciso volver al Plioceno, hace algunos millones de años, para encontrar una condición climática análoga a la que podrá instaurarse en el futuro gracias al cambio climático. La mayor parte de los geólogos estiman que hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, en el que las condiciones del planeta se han modificado por la actividad humana. ¿Qué actividad? El cambio climático empezó con la Revolución Industrial del siglo XVIII, pero fue después de 1945, con la globalización neoliberal, cuando tuvo lugar un salto cualitativo. En otros términos, es la civilización industrial capitalista moderna quien es responsable de la acumulación de CO2 en la atmósfera y, con ello, del calentamiento global.

IV. La responsabilidad del sistema capitalista en la catástrofe inminente está ampliamente reconocida. El Papa Francisco, en la Encíclica Laudatio Si’, sin pronunciar la palabra capitalismo, denunciaba un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso, exclusivamente basado en “el principio de maximización del beneficio” como responsable a la vez de la injusticia social y de la destrucción de nuestra Casa Común, la Naturaleza. Una consigna universalmente coreada en las manifestaciones ecologistas en todos los lugares del mundo es: “¡Cambiemos el sistema, no el clima!” La actitud de los principales representantes de este sistema, partidarios del business as usual – millonarios, banqueros, expertos, oligarcas, politicastros- puede ser resumida en la frase atribuida a Luis XIV: “Después de mí, el diluvio”.

V. El carácter sistémico del problema se ilustra cruelmente con el comportamiento de todos los gobiernos (con rarísimas excepciones) al servicio de la acumulación de capital, de las multinacionales, de la oligarquía fósil, de la mercantilización general y del libre comercio. Algunos -Donald Trump, Jair Bolsonaro, Scott Morrison (Australia)- son abiertamente ecocidas y negacionistas climáticos. Los otros, los razonables, dan el tono en las reuniones anuales de la COP (¿Conferencias de los Partidos o Circos Organizados Periódicamente?) que se caracterizan por una vaga retórica verde y una completa inercia. La de más éxito fue la COP21, en París, que concluyó con solemnes promesas de reducciones de emisiones por todos los gobiernos participantes -no cumplidas, salvo por algunas islas del Pacífico-; ahora bien, si se hubieran cumplido, los científicos calculan que la temperatura podría sin embargo subir hasta 3,3 grados suplementarios.

VI. El capitalismo verde, los mercados de derechos de emisión, los mecanismos de compensación y otras manipulaciones de la pretendida economía de mercado sostenible se han revelado completamente ineficaces. Mientras que se enverdece a diestra y siniestra, las emisiones suben en flecha y la catástrofe se aproxima a grandes pasos. No hay solución a la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema enteramente volcado al productivismo, al consumismo, a la lucha feroz por las partes de mercado, a la acumulación del capital y a la maximización de los beneficios. Su lógica intrínsecamente perversa conduce inevitablemente a la ruptura de los equilibrios ecológicos y a la destrucción de los ecosistemas.

VII. Las únicas alternativas efectivas, capaces de evitar la catástrofe, son las alternativas radicales. Radical quiere decir que ataca a las raíces del mal. Si la raíz es el sistema capitalista, son necesarias alternativas anti-sistémicas, es decir anticapitalistas, como el ecosocialismo, un socialismo ecológico a la altura de los desafíos del siglo XXI. Otras alternativas radicales como el ecofeminismo, la ecología social (Murray Bookchin), la ecología política de André Gorz o el decrecimiento anticapitalista, tienen mucho en común con el ecosocialismo: en los últimos años se han desarrollado las relaciones de influencia recíprocas.

VIII. ¿Qué es el socialismo? Para muchos marxistas es la transformación de las relaciones de producción –mediante la apropiación colectiva de los medios de producción- para permitir el libre desarrollo de las fuerzas productivas. El ecosocialismo se reclama de Marx, pero rompe de forma explícita con ese modelo productivista. Ciertamente, la apropiación colectiva es indispensable, pero es también necesario transformar radicalmente las mismas fuerzas productivas: a) cambiando sus fuentes de energía (renovables en lugar de fósiles); b) reduciendo el consumo global de energía; c) reduciendo (decrecimiento) la producción de bienes y suprimiendo las actividades inútiles (publicidad) y las perjudiciales (pesticidas, armas de guerra); d) poniendo fin a la obsolescencia programada.

El socialismo implica también la transformación de los modelos de consumo, de las formas de transporte, del urbanismo, del modo de vida. En resumen, es mucho más que una modificación de las formas de propiedad: se trata de un cambio civilizatorio, basado en los valores de solidaridad, igualdad y libertad y respeto de la naturaleza. La civilización ecosocialista rompe con el productivismo y el consumismo para privilegiar la reducción del tiempo de trabajo y, así, la extensión del tiempo libre dedicado a las actividades sociales, políticas, lúdicas, artísticas, eróticas, etc., etc. Marx designaba ese objetivo con el término Reino de la libertad.

IX. Para cumplir la transición hacia el ecosocialismo es necesaria una planificación democrática, orientada por dos criterios: la satisfacción de las verdaderas necesidades y el respeto de los equilibrios ecológicos del planeta. Es la misma población –una vez desembarazada del bombardeo publicitario y de la obsesión consumista fabricada por el mercado capitalista- quien decidirá, democráticamente, cuáles son las verdaderas necesidades. El ecosocialismo es una apuesta por la racionalidad democrática de las clases populares.

X. Para llevar a cabo el proyecto ecosocialista no bastan las reformas parciales. Sería necesaria una verdadera revolución social. ¿Cómo definir esta revolución? Podríamos referirnos a una nota de Walter Benjamin, en un margen a sus tesis Sobre el concepto de historia (1940) : “Marx ha dicho que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Quizá las cosas se presentan de otra forma. Puede que las revoluciones sean el acto por el que la humanidad que viaje en el tren aprieta los frenos de urgencia”. Traducción en palabras del siglo XXI: todas y todos somos pasajeros de un tren suicida, que se llama Civilización Capitalista Industrial Moderna. Este tren se acerca, a una velocidad creciente, a un abismo catastrófico: el cambio climático. La acción revolucionaria tiene por objetivo detenerlo, antes de que sea demasiado tarde.

XI. El ecosocialismo es a la vez un proyecto de futuro y una estrategia para el combate aquí y ahora. No se trata de esperar a que las condiciones estén maduras: hay que promover la convergencia entre luchas sociales y luchas ecológicas y batirse contra las iniciativas más destructoras de los poderes al servicio del capital. Es lo que Naomi Klein llama Blockadia. En el interior de las movilizaciones de este tipo podrá emerger, en las luchas, la conciencia anticapitalista y el interés por el ecosocialismo. Las propuestas como el Green New Deal forman parte de ese combate, en sus formas radicales, que exigen el abandono efectivo de las energías fósiles, pero no en las que se limitan a reciclar el capitalismo verde.

XII. ¿Cuál es el sujeto de este combate? El dogmatismo obrerista/industrialista del pasado ya no es actual. Las fuerzas que hoy se encuentran en primera línea del enfrentamiento son los jóvenes, las mujeres, los indígenas, los campesinos. Las mujeres están muy presentes en el formidable levantamiento de la juventud lanzado por el llamamiento de Greta Thunberg, una de las grandes fuentes de esperanza para el futuro. Como nos explican las ecofeministas, esta participación masiva de las mujeres en las movilizaciones proviene del hecho de que ellas son las primeras víctimas de los daños ecológicos del sistema. Los sindicatos comienzan, aquí o allá, a comprometerse también. Eso es importante, ya que, en último análisis, no se podrá abatir al sistema sin la participación activa de los trabajadores y las trabajadoras de las ciudades y de los campos, que constituyen la mayoría de la población. La primera condición es, en cada movimiento, asociar los objetivos ecológicos (cierre de las minas de carbón o de los pozos de petróleo, o de centrales térmicas, etc.) con la garantía del empleo de los y las trabajadores y trabajadoras afectados.

XIII. ¿Tenemos posibilidades de ganar esta batalla antes de que sea demasiado tarde? Contrariamente a los pretendidos colapsólogos, que proclaman, a bombo y platillo, que la catástrofe es inevitable y que cualquier resistencia es inútil, creemos que el futuro sigue abierto. No hay ninguna garantía que ese futuro será ecosocialista: es el objeto de una apuesta en el sentido pascaliano, en la que se comprometen todas las fuerzas, en un trabajo por lo incierto. Pero, como decía, con una gran y simple prudencia, Bertold Brecht: “El que lucha puede perder. El que no lucha ha perdido ya”.



Siete meses del gobierno Bukele


Siete meses del gobierno Bukele
Pandillas, Fmln y Arena en crisis, optimismo… y agua

Luis Antonio Monterrosa
www.envio.org.ni / febrero 2020

Mientras el Fmln y Arena continúan en arenas movedizas y cada paso que dan hunde más a la izquierda y a la derecha tradicionales, el optimismo por el nuevo gobierno de Nayib Bukele se mantiene. Las percepciones de la población sobre el futuro del país han cambiado, aun cuando persisten problemas de difícil solución, como el de las pandillas. Como el del agua.

El año 2019 cerró y el año 2020 abrió agitando el escenario político que han ocupado durante tantos años el Fmln y Arena, la izquierda y la derecha tradicionales. Acusaciones por enriquecimiento ilícito contra dirigentes de ambos partidos. Acusación por negociaciones ilícitas con maras y pandillas contra un dirigente de Arena. Y se mantiene la popularidad de Bukele entre quienes fueron de izquierda o de derecha.

¿DE DÓNDE VIENE LA IZQUIERDA...?

Sigfrido Reyes, dirigente del Fmln, expresidente de la Asamblea Legislativa y, durante el gobierno de Salvador Sánchez Cerén, director de la Oficina de Promoción de Exportaciones, con un jugoso salario de 7 mil dólares, fue acusado por los delitos de peculado, lavado de dinero, estafa agravada y enriquecimiento ilícito. Se le señala la auto-autorización de viáticos durante su gestión en el Legislativo y de sospechosas transacciones financieras en bienes raíces.

El operativo policial de inicios de enero de 2020 logró capturar a su esposa y a cuatro colaboradores, pero no a Reyes y a su asistente. Se presume que huyó antes del país y que está en Francia o en Rusia, aunque las redes sociales especulan humorísticamente que debe estar en la residencia de Mauricio Funes en Managua…

En el Fmln, las reacciones fueron diversas. Dirigentes como Medardo González o Lorena Peña salieron en defensa de Reyes, argumentando persecución política. Óscar Ortiz dejó el caso en manos de la justicia, tratando de deslindar al partido del prófugo. La pregunta que plantea este caso no es ya hacia dónde va la izquierda, es de dónde viene...

¿DE DÓNDE VIENE LA DERECHA…?

En el otro extremo del escenario, Norman Quijano, excandidato presidencial de Arena en 2014, cuando perdió frente a Sánchez Cerén, y quien dejó en octubre de 2019 la presidencia del Legislativo, enfrenta un proceso judicial por la llamada “Operación Jaque”, que terminó con la condena de un nutrido grupo de pandilleros, arrastrando a personalidades políticas.

Durante el juicio contra Quijano se presentaron evidencias de que el Fmln y Arena habían realizado encuentros con pandillas, siendo el más notorio el que revela el video de una reunión en la que aparece Quijano. Quijano ha sostenido una y otra vez que jamás ha negociado con pandillas, aunque ha aceptado haberlo hecho con pastores de iglesias evangélicas que trabajaban con pandilleros en su rehabilitación.

Y aunque Quijano no es el único indiciado de Arena, y los hay del Fmln, las acusaciones contra Quijano han causado revuelo porque no se esperaba que el Fiscal General de la República hiciese la solicitud de antejuicio contra él, protegido por el fuero legislativo. La pregunta que plantea este caso es la misma: no es ya hacia dónde va la derecha, es de dónde viene…

Todo esto ocurre en un contexto en el que las más recientes encuestas revelan optimismo en la población sobre el futuro del país por la percepción de un clima de mayor seguridad. Esto asegura un buen nivel de confianza en la nueva administración de Nayib Bukele.

LA TREGUA ENTRE PANDILLAS

El caso que llevó a los tribunales a Norman Quijano exige remontarse al año 2012. Aquel año, durante el gobierno de Mauricio Funes, se registró el mayor descenso en la tasa de homicidios en el país en el período de postguerra y este logro se atribuyó a lo que se llamó “Tregua entre pandillas”.

Un equipo auspiciado por el gobierno de Funes construyó condiciones para que los máximos líderes de las dos principales pandillas en El Salvador, la Mara Salvatrucha 13 y la Pandilla 18, acordaran una tregua entre ellas, lo que disminuyó el riesgo de homicidios de “civiles”, entendiendo por civiles a “no combatientes miembros de maras y pandillas”. La tregua consiguió también una disminución de las extorsiones.

El equipo promotor de la tregua estuvo bajo el liderazgo de Raúl Mijango, excoordinador adjunto del Fmln, quien para entonces se había desligado prácticamente del partido, y del obispo castrense Fabio Colindres, quien no siempre contó con el respaldo de la Conferencia Episcopal, del arzobispo Escobar Alas y del ahora cardenal Rosa Chávez.

Este equipo generó espacios de entendimiento en los Centros Penales. Allí podían contar con interlocutores disponibles de ambos grupos y contaban también con el ascendiente que los privados de libertad tienen sobre los del resto de la mara o de la pandilla: se les reconoce un cierto halo de heroísmo al pandillero genuino, que es el que combate a su rival hasta la muerte o hasta que termina en prisión.

El equipo logró avances en la tregua y un “mejoramiento” de las condiciones infernales que los centros penales suelen tener, por la idea prevaleciente en el sistema de que la cárcel no es un centro de rehabilitación, sino de retribución: entre peores sean las condiciones, mejor será el sistema punitivo.

ÉXITOS DE LA TREGUA

Tan bien iba el proyecto de la tregua que el presidente Funes presentó la experiencia en la Asamblea General de Naciones Unidas de 2012, destacando la reducción de la tasa de homicidios. También se logró que la OEA, entonces con José Miguel Insulza como secretario general, participara como garante del proceso.

Si la tregua en El Salvador funcionaba, esto representaba un mecanismo alternativo para abordar el problema de las pandillas en otros países latinoamericanos, incluso en Estados Unidos, recolocando el diálogo como instrumento adecuado para abordar no sólo conflictos políticos, también para abordar la conflictividad social. Para el Estado salvadoreño este logro legitimaba del diálogo que llevó a los Acuerdos de 1992 que pusieron fin a la guerra civil.

En la tregua se involucró toda la maquinaria del Estado y una vez alcanzado el acuerdo entre las dos pandillas, se decidió llevar bienestar a territorios priorizados que comenzaron a llamarse Municipios Libres de Violencia, entre ellos Cuscatancingo, Ilopango y Apopa (centro del país). La idea era que el Estado hiciese presencia en esos lugares mejorando las escuelas y los servicios de salud, y haciendo pequeñas obras públicas de gran impacto contratando mano de obra local.

Los territorios que iban a ser beneficiados comenzaron a publicitar el acercamiento de autoridades del gobierno central y municipal con diversos líderes de pandillas y maras, que mostraban su disposición a abandonar la violencia. Con la tregua, las pandillas, expresiones anómalas de organización social para protestar por la exclusión, tendrían acceso a servicios públicos.

SE DESMORONA LA TREGUA ENTRE PANDILLAS

Todo parecía ir bien, cuando todo se desmoronó… “Sombras tenebrosas” comenzaron a cuestionar la transparencia y los propósitos que se estaban empleando en la tregua. Se comenzó a sospechar, sin que nunca se llegara a probar, que el Estado habría hecho concesiones ilegales a maras y pandillas, dentro y fuera de los penales. Y comenzó a correrse el rumor de que todo tenía objetivos electorales.

Los medios de comunicación diseminaron la idea de un posible pacto del Estado con “los emisarios del mal”. El verdadero problema, denunciado por los alcaldes en los territorios, fue que la inversión del Estado para mejorar los servicios nunca llegó. La prueba decisiva de que no había transparencia la dio la embajada de Estados Unidos cuestionando el uso que se estaba haciendo de sus fondos de cooperación para los nuevos programas de atención a maras y pandillas, a través de proyectos como el Programa de Apoyo Temporal al Ingreso (PATI) del Fondo de Inversión para el Desarrollo Local (FISDL).

A los cuestionamientos siguieron las retractaciones. Y peor todavía, siguió un proceso de criminalización del diálogo como medio para abordar los conflictos provocados por maras y pandillas. El gobierno de Funes comenzó a desmarcarse de la tregua y a ser gestor de cualquier otra iniciativa en esa dirección porque el éxito social de la tregua parecía llevarle a un posible fracaso político, no tanto por sus resultados en el ámbito de la seguridad, sino porque en la visión general de una sociedad que cree firmemente en el castigo, políticos y gente de iglesia, dirigentes y dirigidos, vieron en el hecho de dialogar con las pandillas una concesión demasiada riesgosa. Se debía volver a los métodos más conocidos y seguros: la represión.

Resultado final de la tregua: amenazas de enjuiciar a cualquiera que promoviera el diálogo con maras y pandillas y el enjuiciamiento de Raúl Mijango, ya no por dirigir el esfuerzo, sino por una serie de acusaciones a todas luces infundadas por las que fue condenado a trece años de cárcel. Hay que recordar que, en 2014, Mijango -quien venía de las filas del histórico Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), una de las cinco organizaciones que formaron el FMLN-, había comenzado a hablar de un nuevo partido de izquierda, que llegó a bautizarse, sin haber nacido, como Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP). Y hay que destacar que ni el Ministro de Defensa, general Munguía Payés, ni monseñor Colindres, que apadrinaron los esfuerzos de la tregua, fueron enjuiciados.

DE LA TREGUA FALLIDAA LA TREGUA HIPÓCRITA

Después de esta crisis fabricada, todos los partidos políticos se dieron a la tarea de desconocer el diálogo como instrumento de abordaje de las problemáticas sociales, mientras enarbolaban la bandera de la represión.

En la campaña de las elecciones presidenciales de 2014, seguridad y pandillas fueron temas priorizados por todos los candidatos. Y mientras los procesos judiciales habían evidenciado que todo el mundo político condenaba la fallida tregua, los políticos en campaña prometían resolver el problema de las pandillas para ganar votos.

Los primeros fueron algunos alcaldes, como los de Apopa o Ilopango, cuestionados por valerse de la fuerza de las pandillas para sus propios intereses políticos. El de Apopa fue condenado a prisión, el de Ilopango falleció antes del proceso judicial. Testimonios de pandilleros judicializados -algunos aportando como pruebas videos tomados con su propio teléfono- mostraban a dirigentes políticos participando en reuniones con pandilleros haciéndoles diversos ofrecimientos a cambio de votos, y en más de algún caso entregándoles gruesos fajos de billetes. Si estas reuniones privadas no deberían haber sido el problema, sí llamó la atención que estos dirigentes practicaban una doble moral condenando a cualquiera que se reuniera con pandilleros.

POLÍTICOS CON PANDILLEROS

En el contexto electoral de 2014 todo esto sólo podía significar que estas actividades no tenían otro objetivo que el de favorecer a unos candidatos y el de perjudicar a los adversarios.

Los políticos del Fmln identificados por participar en estas reuniones o que supieron de ellas y de las negociaciones con pandilleros son Arístides Valencia, exministro de Gobernación; Medardo González, exsecretario general del partido, Benito Lara, exministro de Justicia y José Luis Merino, hombre fuerte de la ahora decaída Alba Petróleos. Los políticos de Arena identificados en estas reuniones son, además de Norman Quijano, en ese entonces candidato presidencial; Ernesto Muyshondt, actual alcalde de San Salvador; y Jorge Velado, expresidente del partido.

También fueron mencionados el actual ministro de Gobernación, Mario Durán, y el actual director de la Unidad de Reconstrucción del Tejido Social, Carlos Marroquín. Aunque el presidente Nayib Bukele se ha rasgado las vestiduras por los hechos en que estos dirigentes políticos se han visto involucrados, solicitando su enjuiciamiento, se conoce de un posible nivel de entendimiento que Bukele mantuvo con pandillas para lograr avanzar el proyecto de recuperación del Centro Histórico de San Salvador cuando era alcalde de la capital.

LA “TREGUA MAFIOSA”

Esta “tregua mafiosa”, como la llamaron algunos, entre ellos el sacerdote pasionista Antonio Rodríguez -quien favorecía el diálogo con las pandillas-, fue una sublime expresión de la hipocresía de los políticos que, mientras condenaban acercarse a las pandillas buscando una salida a la violencia, se acercaron a ellas buscando no sólo votos, también -como en el caso del alcalde de Apopa- asociarse con estos grupos para favorecer su poder político y económico por medio del terror que las pandillas provocan. ¿Contribuirá todo esto al declive final de los partidos tradicionales de izquierda y de derecha, y con su hundimiento, pondrá fin a un modo de hacer política basado en la negociación oscura y camandulera?

NAYIB BUKELE Y LAS PANDILLAS

Al llegar Nayib Bukele a la Presidencia priorizó el problema de la seguridad ciudadana y el de la violencia, partiendo en sus discursos de que los gobiernos que le precedieron no se habían hecho cargo del problema de forma efectiva y, de hecho, habían permitido el incremento de las pandillas.

“Debemos ganarnos a los jóvenes antes de que las pandillas se los puedan ganar” dijo Bukele. El plan de “recuperación de territorios” que propuso y ha implementado, tratando de responder a la demanda más sentida de la población, la seguridad, ha sido una versión con rasgos de los previos planes de Mano Dura.

Unidades de la Policía, con apoyo del Ejército, han realizado operativos en ciertos territorios considerados prioritarios por la presencia y actividades de las pandillas y en lugares significativos como en el Centro Histórico de San Salvador.

A las capturas masivas tras los operativos, siguió un endurecimiento de las condiciones de los pandilleros en las cárceles, lo que parece haber contribuido a la disminución del índice de homicidios. “El 80% de las órdenes de homicidios y extorsiones salen de los penales”, dijo Bukele y ordenó a las empresas de telecomunicaciones bloquearles la señal telefónica y de internet, algo que los gobiernos de Arena y los del Fmln nunca tuvieron la intención de hacer o nunca lo lograron. Bukele también se ha propuesto atacar a quienes financian a las pandillas, “a los que están arriba”, señalando que en algunos casos son dirigentes de los partidos políticos.

Los planes gubernamentales incluyen dar “oportunidades” a los jóvenes en riesgo, creando programas de educación, desarrollo local y capacitaciones en oficios en los territorios “recuperados” a través de la Dirección de Reconstrucción del Tejido Social. Para ello, el gobierno ha solicitado a la Asamblea reorientar créditos y a la comunidad internacional apoyo financiero con empréstitos o con cooperación financiera. Con todas estas medidas, Bukele busca terminar con la criminalidad asociada a las pandillas.

ARENA Y EL FMLN EN ARENAS MOVEDIZAS

El anunciado deterioro del gobierno instalado en junio de 2019 no llega aún. Donde se cultivaron advertencias con el “ya verán cuando llegue el desengaño”, no florecen.
La tónica política generalizada sigue siendo que Arena y el Fmln siguen en arenas movedizas y entre más se mueven más se hunden. Mientras eso ocurre, otros partidos han jugado con más astucia y continúan flotando. Como Gana, el que sirvió a Bukele como vehículo para su candidatura presidencial. Y como el PCN -el tradicional partido de los militares-, que ha dado signos de entendimiento con el Ejecutivo, sobre todo desde que su dirigente Mario Ponce asumió la presidencia del Legislativo. También van reviviendo opciones de centro-izquierda como Cambio Democrático (CD), aunque algunos de sus líderes históricos, como Héctor Dada y Rubén Zamora, quienes se han mostrado críticos de Bukele, ya se han retirado del partido. También han aparecido nuevas opciones en la derecha, como el partido Nuevos Tiempos, fundado por jóvenes disidentes de Arena, al que no hay que confundir con el partido Nuevas Ideas, impulsado por Bukele.

De no cambiar mucho, este escenario anuncia la victoria de Nuevas Ideas en las próximas elecciones para diputados y alcaldes (febrero 2021), al menos en el Legislativo, porque los resultados en los comicios municipales pueden ser muy diversos. Esto provoca temores ante una deriva del gobierno hacia el autoritarismo, especialmente por la ausencia de una oposición decente y honesta, sea de derecha o de izquierda. Pero esa debilidad es imputable a la oposición y no al actual gobierno, por críticas que se le hagan.

BUKELE: CREÍBLE Y POPULAR

El gobierno de Nayib Bukele continúa gozando de credibilidad. La encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (Iudop), realizada a fines de 2019, muestra números favorables a su gestión y una percepción optimista ante el futuro, especialmente en el ámbito de la seguridad ciudadana. En el año 2014 apenas un 14%, y un porcentaje menor (7.6%) en 2017, decía que el país iba “a mejor”. Ahora, apenas unos meses después de la llegada de Bukele, el 65% de la población dice que 2019 fue “mejor que 2018”. Si es o no realidad que el país va “mejor”, es ésa la percepción mayoritaria. Y ya se sabe que todas las encuestas lo que revelan son percepciones.

Tal vez haya que preocuparse precisamente por este optimismo que, sin ser excesivo, puede no sólo ser manipulable por fuerzas políticas y económicas y, sobre todo, puede conducir a una pasividad de la sociedad civil, la organizada y la desorganizada, a la hora de reclamar derechos. Durante los diez años de gobierno del Fmln muchas de las combativas organizaciones sociales salvadoreñas aparcaron demandas y acciones para no importunar la gestión gubernamental del partido de izquierda y el resultado no fue nada positivo. Un primer signo de preocupación es ya el hecho de que en los movimientos sociales no sean perceptibles ni liderazgos ni agenda.

HAY MÁS SEGURIDAD Y CONTINÚA EL OPTIMISMO

El optimismo tiene su base en una mejoría en la seguridad ciudadana. En la Encuesta del Iudop de fines de 2019, hecha pública en enero de 2020, casi un 70% de la población dice sentirse más segura y lo atribuye a los planes de seguridad del gobierno de Bukele. La Presidencia aparece con un índice de confianza de casi el 50% desbancando a la iglesia católica, a las iglesias evangélicas y a las fuerzas armadas. Ante esto, hay quienes recuerdan que Mauricio Funes, hoy prófugo de la justicia salvadoreña y acogido por Daniel Ortega en Nicaragua, también gozó de esa confianza e inició su mandato en un ambiente de optimismo.

Aunque en el país se perciba mayor seguridad, es importante el contraste con el deterioro de la imagen de la Policía Nacional Civil y de las Fuerzas Conjuntas de patrullaje (Policía-Ejército), cuando han salido a la luz nuevos Grupos de Exterminio comandados por policías, expresión de las anteriores y persistentes estrategias de mano dura implementadas para enfrentar el problema de las pandillas.

DE LA NUEVA POLARIZACIÓN

Un dato importante de la encuesta del IUDOP señala que más de tres cuartas partes de la población salvadoreña dice no tener simpatía política ni afiliación a ningún partido político.

En un escenario dominado durante 30 años por Arena y el Fmln, con veinte años de gobiernos areneros y diez años de gobiernos efemelenistas, resulta muy llamativa esta respuesta. De ella se desprende una pregunta: ¿Dónde están los seguidores y los militantes de estos dos partidos? Evidentemente, muchos, tanto de la derecha como de la izquierda, terminaron votando por Bukele. Así que dirigentes políticos y analistas tradicionales que critican al gobierno de Bukele, hígado en mano, deban callarse ante la simpatía que le tiene la población llana.

Todavía más. De la cuarta parte de la población que afirma que sí tiene simpatía política, el 70% se identifica con Nuevas Ideas, el partido de Bukele, mientras Arena y el Fmln gozan de sólo un 11% cada uno. Hoy, los dos poderosos partidos, representantes indiscutidos de la derecha y la izquierda, han sido reducidos a su mínima expresión, y no por la fuerza de la imposición política de Nuevas Ideas, sino por el “negocio” en que ambos convirtieron la política a lo largo de treinta años.

Si Bukele rompió la polarización tradicional entre Arena y el Fmln, entre derecha e izquierda, surge la pregunta: ¿Dónde se ubica Nuevas Ideas y Bukele? Teniendo en cuenta a sus simpatizantes y votantes, también a algunos personajes públicos, Bukele y su partido se nutren de ambas corrientes. Más allá de esta evidencia, permanece la pregunta: ¿Se trata de un nuevo modo, honesto o al menos más honesto, de hacer política o simplemente asistimos al típico inicio de una nueva gestión que levanta los ánimos y luego se convierte en una tragedia vestida de corrupción? También salta otra pregunta: ¿No se irá convirtiendo Bukele en un nuevo imán de polarización: los partidos tradicionales a un lado y Nuevas Ideas al otro?

AGUA A LA VISTA

Enero de 2020 será recordado por la crisis de abastecimiento de agua potable en el área metropolitana de San Salvador, que no derivó en el habitual despido de funcionarios por sus irresponsabilidades en la gestión del recurso hídrico.

El agua comenzó a llegar a las casas de la capital turbia y con mal olor, pero se siguió considerando potable y la ministra de Salud aconsejó que se hirviera antes de consumirla. Al parecer, en la principal planta potabilizadora, situada a unos 50 kilómetros al norte de San Salvador, se había producido una proliferación de algas, a pesar de que recientemente se le había hecho a la planta un trabajo de mantenimiento que privó de agua al área metropolitana durante casi una semana.

Aunque el gobierno se movilizó para abastecer los hogares con agua embotellada, y aprovechase la ocasión para las típicas fotos de funcionarios participando en el reparto de agua, nunca terminó el gobierno de presentar un informe cien por ciento creíble. Afortunadamente, los análisis de potabilidad que la Universidad Nacional realizó, aunque confirmaron la existencia de algas en el agua, concluyeron también que los niveles no resultaban dañinos para las personas que la consumieron.

En el contexto de esta nueva crisis del agua está la subyacente lucha por la privatización del agua, medida anhelada por personajes vinculados históricamente al gran capital. El gobierno de Bukele ha repetido en diversas ocasiones que es partidario de crear un ente regulador de carácter estatal y ha dicho que es contrario a la privatización. Sin embargo, no está de más sospechar que la crisis de enero pareciera corresponder a la típica muestra de ineficacia e ineficiencia gubernamental para después argumentar la privatización. Siendo el abastecimiento de agua una reivindicación histórica, especialmente en el área metropolitana, el gobierno central se encontró en el agua con un imprevisto talón de Aquiles por el cual no termina de deducir responsabilidades. ¿Cuál será el costo?

PROFESOR DEL DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA Y CIENCIAS POLÍTICAS DE LA UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA JOSÉ SIMEÓN CAÑAS DE EL SALVADOR.

El bando francés de la colonización ‎al asalto de Siria y Mali


Thierry Meyssan
Red Voltaire reanuda la publicación del libro de Thierry Meyssan Sous nos yeux, ‎titulado ‎en español De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. ‎Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes. En esta parte veremos ‎que todo parece marchar bien para el bando francés de la colonización y las tropas ‎francesas. Los principales jefes militares sirios son asesinados, el primer ministro ‎sirio deserta y, en Mali, Francia pone en el poder un presidente más sumiso a los ‎intereses de los nuevos colonialistas. Pero todo eso trae una serie de contradicciones. ‎Este artículo es parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a ‎Donald ‎Trump. ‎Ante nuestra ‎mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.‎

26- La segunda guerra contra Siria
El 18 de julio, una explosión destruye la sede del Consejo de Seguridad Nacional en Damasco. ‎El general Daud Rajha, ministro de Defensa; el general Assef Chawkat, jefe de la inteligencia ‎militar y cuñado del presidente Assad; y el general Hassan Turkmani, presidente del Consejo ‎de Seguridad sirio mueren en ese atentado. El general Hicham Ikhtiar, jefe del contraespionaje, ‎fallece poco después debido a la gravedad de sus heridas. Al parecer, un traidor había instalado ‎una bomba en una lámpara cenital, pero no es imposible que se tratara en realidad de un misil ‎disparado desde un drone. Ese atentado decapita las fuerzas armadas y los servicios de ‎seguridad sirios. Los combates se extienden por toda la ciudad y citadinos mueren en las calles. ‎La mayoría de los habitantes huyen de la capital siria. ‎
Al referirse al atentado que ha costado la vida a los miembros del Consejo de Seguridad Nacional ‎sirio, los dirigentes occidentales se niegan a condenar el terrorismo. Estiman que las víctimas de ‎este atentado, sólo tuvieron lo que merecían. ‎

Los mercenarios que atacan la capital siria traen planes y blancos bien definidos. Una unidad ‎ataca mi domicilio, en el barrio de Mezzeh, al extremo de la ciudad, frente a un extenso campo ‎de nopales. El ejército instala un mortero en la azotea de mi edificio, para mantenerlos a raya. ‎Tres días después, al terminar la batalla, los cuerpos hallados en el campo de nopales son ‎identificados como pakistaníes y somalíes. En otros lugares de la capital, los mercenarios ‎muertos son tunecinos y afganos, entre otras nacionalidades. Son hombres que sólo habían ‎pasado un breve periodo de adiestramiento en el manejo de armas, en Jordania, a veces no más ‎de una semana. Las unidades estaban organizadas por nacionalidades, pero no constituían un ‎ejército en el verdadero sentido de esa palabra, ya que carecen de estructura jerárquica. Muchos ‎de sus miembros no saben absolutamente nada de Siria, algunos incluso creen que están ‎salvando a los palestinos de Israel. ‎
Se instala un estudio de televisión en los sótanos del hotel Dama Rose, el mismo hotel donde el general noruego ‎Robert Mood y los observadores de la ONU esperan cómodamente a que todo termine. ‎Su presencia allí, garantiza la seguridad del inmueble. El gobernador del Banco Central sirio, Adib ‎Mayaleh, comparece ante las cámaras para desmentir las informaciones de las televisiones Al-‎Jazeera, de Qatar, y Al-Arabiya, de Arabia Saudita, que anuncian un derrumbe de la libra siria. ‎ArabSat y NileSat cierran las transmisiones de las televisiones sirias que aún salían al aire a través de esos dos satélites. Mientras tanto, la CIA piratea la cuenta de Twitter del canal sirio Ad-‎Dounia para anunciar la retirada del Ejército Árabe Sirio y la caída del régimen. Cuando ‎las televisiones sirias “reaparecen” en ArabSat y NileSat, las señales ya no vienen de Siria sino ‎de Australia y se transmiten desde una base de la National Security Agency (la hoy célebre NSA ‎estadounidense). En Qatar, France24 participa en las reuniones del pool de medios de difusión ‎convocados para transmitir la propaganda de la OTAN. El plan prevé la difusión coordinada de un ‎conjunto de reportajes, filmados en estudios o al aire libre, o fabricados con imágenes ‎computarizadas, que “muestran” la huida del presidente Assad y la caída de la «dictadura ‎alauita» [1]. A pesar de todo, el Estado sirio resiste y los mercenarios se repliegan de Damasco. ‎

En el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia y China oponen su tercer veto a un proyecto de ‎resolución que pretendía autorizar una intervención militar occidental. Estados Unidos retrocede. ‎Los reportajes de las falsas televisiones sirias que supuestamente muestran la fuga del presidente ‎Assad nunca llegarán a transmitirse. ‎

‎El 24 de julio, el rey Abdallah de Arabia Saudita recompensa al príncipe Bandar ben Sultán por el ‎ataque contra Damasco y lo nombra jefe de los servicios secretos del reino. Sólo 4 días ‎después, una explosión destruye la oficina del príncipe Bandar, que resulta gravemente herido, y ‎yo anuncio prematuramente su muerte. En realidad, quien muere en la explosión es Mishaal al-‎Qani, el segundo del príncipe Bandar. El príncipe tendrá que pasar todo un año hospitalizado y ‎nunca logrará recuperar todas sus facultades [2]. ‎

La prensa revela que el presidente Barack Obama ha firmado una directiva que autoriza una ‎intervención militar secreta bajo la coordinación de la OTAN. Consciente de que todos ‎sus esfuerzos serán aprobados públicamente y saboteados en secreto, Kofi Annan renuncia, el 2 ‎de agosto, a sus funciones como mediador. ‎
El 5 de agosto, el «Primer Ministro» sirio, Riad Hijab, huye del país, con ayuda de la DGSE ‎francesa [3]. La nueva deserción tiene más valor simbólico que la del ‎general Manaf Tlass, pero carece de importancia a nivel ejecutivo. Hay que recordar que Siria es ‎el Estado más antiguo del mundo. Constituida hace 6,000 años en una tierra de tránsito donde ‎confluyen múltiples culturas, Siria aprendió a perdurar organizándose de manera secreta. ‎Hoy, el presidente Bachar al-Assad es el único jefe visible del Ejecutivo. Assad responde ‎ante el pueblo y preside 3 círculos concéntricos.

En primer lugar, el Gobierno, que dirige ‎la administración. Sus ministros son, de hecho, equivalentes a los directores de la administración ‎central en un país como Francia. Más arriba están los consejeros del Palacio, con autoridad sobre ‎los ministros. Y luego, los consejeros privados del Presidente, con quienes este último, toma sus ‎decisiones. Es un régimen republicano, ya que el Ejecutivo actúa en función del interés general y ‎el Pueblo puede sancionarlo, pero no es democrático en la medida en que las decisiones más ‎importantes no se discuten en público. Riad Hijab nunca fue un verdadero “Primer Ministro” –función que ‎no existe en la Constitución siria– sino secretario del Consejo de Ministros, lo cual es muy ‎diferente en ese sistema. Su función consistía en recibir el orden del día y las directivas ya ‎trazadas por el Palacio para transmitirlas a los ministros y recibir de estos la información sobre las ‎actividades de sus ministerios. Contrariamente a la muerte de los miembros del Consejo de ‎Seguridad Nacional, la deserción de este personaje carece de importancia. ‎

Aún recuerdo incluso mi asombro cuando, en una reunión a la que asistí meses antes, el general ‎Hassan Turkmani me preguntó qué aconsejaba yo sobre un asunto de gran importancia. ‎Al responder sugerí, entre otras cosas, que habría que poner al tanto al “Primer Ministro” Hijab. ‎El general me respondió, con una sonrisa: «Es una decisión demasiado grave para que ‎lo molestemos a él.»‎
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Para París todo es válido, hasta los golpes más bajos. La DGSE logra reclutar a un consejero del ‎presidente Assad, pero esa fuente no tiene acceso a los secretos de Estado. Más tarde, el 17 de ‎agosto de 2012, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, declara públicamente: «Estoy ‎consciente de la fuerza de lo que estoy diciendo: el señor Bachar al-Assad no merecería estar ‎sobre la tierra.» Se trata de una posición que resulta como mínimo sorprendente de parte de un ‎ministro a cargo de la diplomacia de un Estado contrario a la pena de muerte. ‎

En septiembre, el presidente Hollande y el propio Fabius se reúnen en Nueva York con ‎el entonces primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan para organizar los homicidios de sus ‎homólogos sirios: el presidente Bachar al-Assad y el ministro de Exteriores Walid Moallem [4]. ‎

No es la primera vez que la Francia de la V República trata de asesinar a un presidente extranjero. ‎En 2008, el entonces presidente Nicolas Sarkozy envió a Caracas un equipo de asesinos ‎encabezado por «Frederic Laurent Bouquet», encargado de matar al presidente venezolano ‎Hugo Chávez [5]. Aquella misión no tuvo éxito, ‎como tampoco lo tendrá la ordenada contra el presidente de Siria. La DGSE trata de utilizar el ‎personal de limpieza del Palacio, varios kurdos a los que cree poder manipular. Pero el complot ‎es descubierto. ‎

El 12 de diciembre, mientras participa en la 4ª conferencia de los «Amigos de Siria», en ‎Marrakech, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, muestra su descontento ante la ‎decisión de la Casa Blanca de incluir el Frente al-Nusra (vinculado a al-Qaeda) en la lista de ‎organizaciones terroristas. En la conferencia de prensa final de la reunión, Fabius afirma que ‎‎«todos los árabes están resueltamente en contra» de la posición estadounidense «porque, en ‎el terreno, ellos [al-Qaeda] están haciendo un buen trabajo». «Eso es muy claro, y esa es ‎también la línea del presidente de la Coalición», agrega Fabius, refiriéndose al presidente de la ‎Coalición Nacional Siria, que reúne a la oposición externa [6]. ‎

En menos de 10 años, Francia –el país que había sido aclamado en el Consejo de Seguridad de ‎la ONU cuando Dominique de Villepin pronunció su discurso contra la invasión de Irak– se ‎ha rebajado a la categoría de «Estado renegado» o «Estado canalla», recurriendo al asesinato ‎político –o al menos, en lo que me concierne, a los intentos de asesinato– y apoyando ‎terroristas islamistas contra un Estado laico. Peor aún, Francia ya ni siquiera disimula su regreso ‎a inconfesables ambiciones: el 25 de septiembre, el presidente Hollande solicita en la ONU ‎autorización para «proteger las zonas liberadas», o sea el restablecimiento paulatino del ‎mandato colonial que la Sociedad de las Naciones había concedido a Francia de 1923 a 1944. ‎
Durante el siguiente año, Francia mantiene la ficción de que los elementos que luchan contra el ‎gobierno sirio son militares sirios desertores. Ese es el mito del llamado «Ejército Sirio Libre» ‎‎(ESL), cuyos miembros supuestamente luchan por la democracia. Sin embargo, en 5 años de ‎conflicto nunca se ha presentado absolutamente ninguna imagen de alguna manifestación donde ‎se reclame democracia. Lo máximo que podría encontrarse es algún que otro eslogan a favor de ‎la «libertad». Pero no se trata de la Libertad que reclamaban los revolucionarios franceses –‎cuyo ejemplo inspira al Baas sirio– sino de todo lo contrario ya que esos manifestantes lo que ‎reclaman es el derecho de aplicar «libremente» su propia interpretación de la sharia, o sea de ‎la ley islámica. ‎

Varios escándalos incluso contradicen la narrativa occidental sobre lo que sucede en Siria. El 13 ‎de mayo de 2013, uno de los cabecillas de la Brigada al-Faruk (del «Ejército Sirio Libre») divulga ‎un video donde se le ve comer las entrañas de un soldado del Ejército Árabe Sirio mientras ‎declara: «Juramos ante Dios que devoraremos los corazones e hígados de ustedes, soldados ‎de Bachar. ¡Oh, héroes de Baba Amro, masacrad a los alauitas y sacadles el corazón para ‎comerlo!». La imagen del «Ejército Sirio Libre» queda también muy malparada cuando ‎sus miembros perpetran la matanza de cristianos de al-Duvair.‎

El 11 de enero de 2013 surge una nueva contradicción en la política exterior francesa, ya no entre ‎la retórica y la práctica sino en el seno mismo de sus alianzas. Según dice el proverbio, «el ‎apetito viene cuando empezamos a comer» y Francois Hollande decide iniciar una intervención ‎militar en Mali. No es este otro episodio de la primavera árabe sino de una consecuencia directa ‎de la destrucción de la Yamahiriya Árabe Libia, consecuencia que Mohamed Siala, ministro de la ‎Cooperación de Muammar el-Kadhafi y administrador del fondo soberano libio, había anunciado ‎con gran antelación [7].‎

Los tuaregs son un pueblo nómada que vive en el Sahara Central y en los bordes del Sahel, ‎enorme territorio que comparten Libia y Argelia, así como Mali y Níger. El pueblo tuareg obtuvo ‎la protección de Libia y de Argelia, mientras que Mali y Níger lo abandonaban a su suerte. Por ‎eso, desde los años 1960, los tuaregs han venido impugnando la soberanía de Mali y Níger ‎sobre el territorio que ellos habitan. Muy lógicamente, los grupos armados por Francia ‎finalmente decidieron hacer valer sus reclamos en Mali. El Movimiento Nacional para la ‎Liberación de Azawad (MNLA) toma entonces el poder en casi todo el norte de Mali, donde viven ‎los tuaregs. Pero Ansar Dine, un grupúsculo de tuaregs islamistas entrenado por Arabia Saudita y ‎vinculado al AQMI (al-Qaeda en el Magreb Islámico) aprovecha la situación para imponer ‎la sharia en varias localidades. ‎
El 21 de marzo, se produce en Mali un extraño golpe de Estado [8]. Un misterioso «Comité Nacional para la Rectificación de la Democracia y ‎la Restauración del Estado» (CNRDRE) derroca al presidente Amadou Toumani Touré y declara ‎querer restaurar la autoridad maliense en el norte del país. La asonada en realidad crea la ‎mayor confusión ya que los golpistas son incapaces de explicar de qué manera su golpe ‎de Estado puede mejorar la situación.

El derrocamiento del presidente resulta tanto ‎más extraño cuanto que faltaban sólo 5 semanas para la elección presidencial y que ‎el presidente depuesto ni siquiera aspiraba a la reelección. El CNRDRE, que se compone de ‎oficiales formados en Estados Unidos, impide la elección presidencial y pone en el ‎poder a uno de los candidatos, el francófilo Dioncounda Traoré. Esta pirueta recibe el aval de la ‎Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), cuyo presidente de turno ‎no es otro que Alassane Ouattara, a quien las tropas francesas habían puesto en el poder ‎el año anterior en Costa de Marfil. ‎

El golpe de Estado acentúa la división étnica en Mali. Las unidades de élite del ejército –‎entrenadas en Estado Unidos– cuyos comandantes son tuaregs se unen a la rebelión con todo ‎su armamento y medios de combate. ‎

‎Con el apoyo de otros grupos islamistas, Ansar Dine ataca la ciudad de Konna, saliendo así del ‎territorio tuareg para extender la ley islámica en el sur de Mali. El presidente impuesto por ‎los golpistas de marzo, D. Traoré, proclama el estado de emergencia y pide ayuda ‎a Francia. En cuestión de horas, París interviene militarmente en Mali para impedir la caída ‎de Bamako, la capital del país. El presidente Hollande ya había preposicionado en Mali ‎elementos del 1er Regimiento Paracaidista de Infantería de Marina (conocida en Francia como ‎‎«La Colonial») y del 13er Regimiento de Dragones Paracaidistas, varios helicópteros del Mando ‎de Operaciones Especiales (COS, siglas en francés), 3 aviones de guerra Mirage 2000D, ‎‎2 Mirage F-1, 3 aviones de transporte C135 y 2 aviones más de transporte militar –un C130 ‎Hercule y un C160 Transall.‎

Es una operación militar bien ejecutada, pero que designa como enemigo a al-Qaeda, cuando ‎en realidad apunta contra los independentistas tuaregs. Pero se trata del mismo al-Qaeda que, ‎según Fabius, «está haciendo un buen trabajo» en Siria y que constituye el «Ejército Libre ‎Sirio»… respaldado por Francia. Presa del pánico, la presidencia de Francia ordena al ejército ‎francés que interrumpa su avance en Mali para que los consejeros militares qataríes de ‎los yihadistas puedan replegarse. Qatar rompe sus relaciones privilegiadas con Francia mientras ‎que, en el escenario sirio, el «Ejército Libre Sirio» organiza manifestaciones donde se corea: ‎‎«Los franceses son cochinos. Nuestra nación [islámica] saldrá victoriosa». ‎
Francois Hollande trata de reparar su estúpido error reconciliándose con su benefactor, el emir ‎qatarí al-Thani. Viaja apresuradamente a Doha, donde la acogida es glacial. Sin embargo, ‎como la naturaleza no aprecia el vacío, Arabia Saudita y Turquía se apresuran a tomar el lugar ‎de Qatar.‎
‎(Continuará)
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[1] «La OTAN prepara la mayor operación de intoxicación de la Historia», por ‎Thierry Meyssan, Komsomolskaya Pravda (Rusia), Red Voltaire, 12 de junio de 2012, artículo ‎reproducido en diarios de 45 países. Ver también, «De faux reportages sur la Syrie sont filmés au ‎Qatar», Sputnik, 19 de julio ‎de 2012; «Inminente operación de guerra sicológica de la OTAN contra Siria», Red Voltaire, 21 ‎de julio de 2012.
[6] «Pression militaire et succès ‎diplomatique pour les rebelles syriens», por Isabelle Maudraud, Le Monde, 13 de diciembre ‎de 2012.
[7] «La guerra contra Libia es una catástrofe económica para África y para Europa», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de julio de 2011.
[8] «Mali: Detrás de una guerra puede esconderse otra», por Thierry Meyssan, Al-Watan (Siria), Red Voltaire, ‎‎21 de enero de 2013.