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GENIOS ANCESTRALES - EPISODIO COMPLETO: Construcciones Apoteósicas



GENIOS ANCESTRALES - EPISODIO COMPLETO: Construcciones Apoteósicas

En este episodio, mostramos cómo las civilizaciones antiguas pasaron por sus propias revoluciones industriales y fueron capaces de construir a escalas sin precedentes. Alimentar diariamente a 12,000 tropas. Crear cientos de vehículos de guerra al mes y construir la que fue la catedral más grande del mundo durante 1000 años. Crear un puerto artificial con increíble tecnología submarina y explotar suficiente cantidad de oro para mantener una economía a flote. Esto puede lograrse con la tecnología de la que disponemos hoy en día, pero ¿cómo lo lograron los antiguos hace miles de años? Revelamos el increíble ingenio y las técnicas que hicieron posible que las civilizaciones antiguas tuvieran sus propias mega fábricas.

Arabia Saudita, en la histeria


Robert Fisk

Los sauditas están recibiendo una paliza. Las imágenes de video de hutis y soldados sauditas y sus aliados que son abatidos o se rinden en la población fronteriza de Najran representan un golpe devastador a un reino que constantemente amenaza con la guerra a Irán.

Si no puede proteger a sus fuerzas armadas en su propio territorio, ¿qué caso tiene amenazar a Irán con acción militar por la destrucción masiva de las instalaciones petroleras en Abqaiq y Khurais, hace casi dos semanas?

Esta es la misma Arabia Saudita que secuestró al primer ministro libanés Saad Hariri, que bombardeó a millares de civiles en Yemen y trató de aniquilar la independencia de Qatar. Para no mencionar el pequeño asunto de cortar en pedazos a Jamal Khashoggi hace casi un año en el consulado del país en Estambul y luego enterrar en secreto partes de su cuerpo, de lo cual Mohamed bin Salmán –tal vez el peor príncipe heredero en la historia saudita– ahora asume la responsabilidad nacional, pero no personal.

La noticia de que el guardaespaldas personal del rey Salmen ha sido asesinado en Jeddah –por un amigo, nos dicen– sólo agrega una nota histérica al caos dentro del país.

¿Pedirán ahora a los estadunidenses actuar como mercenarios para este reino extraño?

Es evidente que las propias fuerzas armadas sauditas, dotadas de jets, misiles, asistentes estadunidenses y británicos, son tan deplorables como siempre. ¿Recuerdan cuando no pudieron defenderse de Saddam Hussein tras la invasión iraquí de Kuwait en 1990, lo cual provocó un destile de ejércitos internacionales para protegerlas? Tal vez los iraníes han concluido que Donald Trump –en las palabras inmortales del columnista estadunidense Nicholas Kristof– es la madre de todas las conejitas, pero parece claro que la decisión de Trump de romper los compromisos de su país conforme al tratado nuclear con Irán es un desastre colosal.

Ahora se supone que debe defender a una monarquía feroz que amenaza con la guerra a Irán por los ataques (¿hutíes?) contra las principales instalaciones petroleras sauditas, pero ¿con qué? ¿Bombardeará a Irán y luego le pedirá que no devuelva el ataque contra naves estadunidenses? ¿Contra los soldados estadunidenses en Arabia Saudita?

De hecho, toda esta penosa saga comienza a parecer cada vez más farsa que tragedia. Se supone que debemos tomar en serio a Irán, pero ¿podemos hacerlo cuando su principal enemigo –un reino que hablaba de cortar la cabeza de la serpiente (Irán)– se porta como un bufón?

Tal vez sea demasiado pronto para decir que esta es la crisis final en las relaciones entre Washington y Riad; sabemos que el dinero saudita puede apaciguar la moralidad de todo el mundo por la disección del pobre Jamal. Puesto que nuestro propio bufón de Downing Street se ha alineado con los sauditas, no tiene caso esperar algún comentario británico.

Pero, muy pronto, los estadunidenses o la Unión Europea tendrán que hacer lo que Eisenhower cuando envió a Dulles a amonestar a Eden durante la guerra de Suez de 1956 y decir: ¡Ora, chavo!

Entre tanto, estemos atentos al nuevo capítulo de la comedia. ¿Otro rugido saudita de desafío a la república islámica? ¿Otro buque petrolero enviado a Bandar Abbas? ¿Más drones –30 de un jalón– muy dentro del territorio saudita? ¿O sólo más bodas bombardeadas o cuerpos de prisioneros en el polvo de Yemen?

Yo apostaría por lo último. Será un nuevo intento de destruir a uno de los países más pobres del mundo, por parte de uno de los más ricos.

La mujer, deshumanizada en la iglesia católica


José María Castillo S.
www.religiondigital.org /  27.10.2019

Por las noticias, que nos van llegando sobre el Sínodo de la Amazonía, aunque se sabe que se han tomado decisiones positivas sobre el diaconado permanente de la mujer, también es cierto que las mujeres no han podido ni votar al tomar las decisiones que les afectan. Por eso digo sinceramente y con todo respeto, pero también con profundo dolor, afirmo que las noticias que nos llegan del Sínodo son malas noticias. ¿Por qué? 

Porque, por más buena y positiva que sea la esperanza de una futura “sinodalidad” constitutiva de la futura Iglesia, así como le esperanza en la ordenación presbiteral de hombres casados, mientras la Iglesia no reconozca y ponga en práctica la igualdad, en dignidad y derechos, de mujeres y hombres, esta Iglesia nuestra dejará y abandonará a más de la mitad de la población mundial marginada, humillada y despreciada, carente de los mismos derechos y de la misma dignidad que se les reconocen a los hombres.

Pero no es esto lo más negativo y doloroso en este asunto. Lo peor y lo más grave de todo es que la Iglesia, al proceder de esta manera, en realidad lo que hace es deshumanizarse a sí misma, al no reconocer ni aceptar la plenitud de la condición humana, en la misma plenitud y con la misma dignidad y derechos en las mujeres que en los hombres.

Una institución que hace esto, por eso mismo se queda fuera de los contenidos más elementales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y si esta Iglesia que tenemos, con todas sus ortodoxias y fidelidades dogmáticas, no acepta los Derechos Fundamentales de los seres humanos, de todos por igual, ¿con qué autoridad y credibilidad va a predicar por el mundo un Evangelio que enseña a gritos que “los últimos tienen que ser los primeros” (Mt 20, 16; 19, 30 par) y que, en su comunidad de seguidores, el que “quiera ser grande y situarse sobre los demás, tendrá que hacerse esclavo (“doûlos”) de todos (Mt 20, 26-27 par).


No olvidemos que no es lo mismo la “diferencia” que la “desigualdad”. La diferencia es un “hecho”, mientras que la igualdad es un “derecho”.

La mujer y el hombre son diferentes. Eso es un hecho. Pero la mujer y el hombre no son desiguales. Esto es un derecho. Ahora bien, lo más terrible y violento, que ha hecho la Iglesia, ha sido permitir que las mujeres se vean abandonadas “al libre juego de la ley del más fuerte”, marginando el tema determinante del Evangelio, que no puede quedar reducido a una “creencia religiosa”, sino que, además de eso, tal creencia se acepta y se toma en serio cuando se traduce en un “derecho fundamental”, es decir, cuando la creencia que nos presenta Jesús de Nazaret, relativa a la igualdad de todos, se traduce en “la ley del más débil” (Luigi Ferrajoli). Mientras esta ley no se traduzca en un derecho y un deber, que jurídicamente obliga a todos los seres humanos por igual, seguiremos siendo infieles al Evangelio y a la humanidad. 


Es verdad que, en el judaísmo y en las cartas de Pablo y posteriores a Pablo (Ef, Col, Pastorales), se describen situaciones de inferioridad de las mujeres en la sociedad y en el imperio. Pero no olvidemos que el documento y el hecho determinante para la Iglesia es el Evangelio, del que he dicho cómo hay que plantear y resolver este asunto. Además, las costumbres y las normas del Derecho Romano no pueden ser, en ningún caso, los criterios que decidan los derechos y deberes de los cristianos de todos los tiempos.

Y termino. La presencia de la mujer en la sociedad y en la convivencia de los humanos es y será más decisiva cada día. Si la Iglesia no toma en serio la solución al problema de la desigualdad entre mujeres y hombres, el futuro que espera a las generaciones futuras será cada día más problemático y oscuro. Pero no para las mujeres, sino para la Iglesia. 

El Canal de Panamá: Una lucha social por la conquista del agua


Mario Enrique De León
www.alainet.org / 021019

La conquista moderna del agua inició en el siglo décimonono junto con la expansión capitalista de las naciones europeas, en sus carreras por controlar los recursos, establecer nuevos mercados y explotar las fuerzas productivas disponibles por todo el mundo. Este proceso histórico configuró un nuevo sistema mundo constituido por un centro (las naciones poderosas del norte) y un polo periférico (las naciones expoliadas del sur).

En el proceso, los imperios europeos, principalmente Francia e Inglaterra, llevaron a sus colonias su sentido de progreso y nuevos estándares de salud e higiene que trastocarían el uso, percepciones y la relación con el agua. Junto con ello incorporarían nuevas tecnologías que terminarían por edificar mega obras que administrarían y canalizarían los grandes fluidos de aguas continentales. Esas obras de la ingeniería permitieron la producción agrícola e industrial a escalas antes no imaginadas. Más tarde se sumarían los norteamericanos con la conquista del Oeste y el istmo más angosto de Centroamérica.

Sin embargo, los costos sociales y ambientales fueron muy altos. Se aniquilaron formas ancestrales y comunitarias de administrar el agua, se alteraron las relaciones entre las ciudades y los mundos rurales, como además poblaciones enteras fueron forzadas a desplazarse en busca de agua o escapándoles a las inundaciones. En ese orden, la democracia sobre el agua transitó de muchos para unos pocos. En sentido ambiental se desdibujaron paisajes terrestres y acuáticos, se alteraron ecosistemas y otros, paradójicamente, se contaminaron o quedaron hechos desiertos. Panamá ingresó a este proceso histórico -con truenos y relámpagos- con la construcción del Canal de Panamá. Ambas alteraciones, sociales y ambientales, que generó la construcción de la vía acuática, las registra ampliamente la historiografía y la literatura panameña.

El agua que, anterior a la modernidad capitalista, era considerada por los pueblos del mundo como regalo de la naturaleza o de los dioses, y en sentido más místico como sinónimo de vida y fertilidad, pasó a ser un recurso, una mercancía con valor de uso y de cambio en los mercados controlados, o dicho mejor descontrolados, por la mano invisible de Adam Smith. Dada esta mercantilización, el agua, pasó de ser de todos a ser de quienes puedan comprarla y tener acceso a ella.

Por nuestros días y desde la inauguración del Canal de Panamá, para partir desde un punto sin ser exhaustivo, el agua dulce del territorio más angosto del istmo panameño ha estado subordinada a los intereses del complejo económico transitista. Aunque, en contraposición, la Ley Orgánica de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) establezca como prioridad el uso de ésta para consumo de la población sobre las actividades de peajes. Sin embargo, por ese sentido instrumental y mercantil de los últimos dos siglos de la modernidad capitalista sobre los elementos de la naturaleza y la respuesta tecnocrática con que la ACP aborda el problema de escasez del agua, ha reiniciado los conflictos con las comunidades y campesinos ubicados al norte de Coclé, Panamá Oeste y Costa Abajo de Colón.

Las comunidades afectadas, como en otrora, intentan afirmar la vida y demandan un gobierno e instituciones obedientes, que reflejen la voluntad de los afectados, sobre una base científica para las tomas de decisiones. Mientras, los tecnócratas, prometen embalses, inundaciones y extorsiones, sobre una salida tecnológica al problema y una ciencia instrumental en función de la acumulación de capital de algunos intereses privados. Son dos abordajes distintos en contraposición.

El conflicto está servido en la mesa y rodeado de palabras encantadoras y vacías como: consulta, competitividad, reasentamiento e interés nacional. Según las Ciencias Sociales los conflictos no se eliminan ni se resuelven, sólo pueden ser transformados. ¿Tendrán las partes y la nación entera respuestas integrales y voluntad política para transformar la conquista moderna del agua por otra que contemple la afirmación de la vida, de los ecosistemas biológicos y las distintas formas de organización societal y los patrimonios culturales que ellas impliquen?

Investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos, (CELA), “Justo Arosemena”. Becado IDEN-SENACYT. Maestrando en Ciencias Sociales. Correo: mariodeleon.ilg@gmail.com