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H. Berlioz: Symphonie fantastique - Sinfonía fantástica - Slobodeniouk -...





Hector Berlioz: Symphonie Fantastique, op. 14

I Rêveries, passions (00:26)

II Un bal (15:45)

III Scène aux champs (22:35)

IV Marche au supplice (39:05)

V Sogne d'une Nuit du Sabbat (44:20)



Orquesta Sinfónica de Galicia

Dima Slobodeniouk, director



Grabación realizada en el Palacio de la Ópera de A Coruña el 4 de octubre de 2013.



Realización de Antonio Cid / RDC Producciones

Sonido de Pablo Barreiro / Radio Galega

Saudigate: Trump, los motivos y las consecuencias de “MiBolsilloFirst”


www.publico.es / 101019

Un político debe ser un “patriota verdaderamente ilustrado e independiente”, opinaba George Washington que ahora debe revolverse en su tumba al ver que el último de sus sucesores no cumple ni uno de los requisitos recomendados.

Los demócratas y los sectores más belicistas de EEUU siguen sacando los trapos sucios de Trump y sus prácticas gansterianas para destituirle, contemplando incluso un golpe de estado, además de Rusiagate, escándalos sexuales (la campaña repentina de  “MeToo”) o “Ucrania/Australiagate”. Sin embargo, no esperen que haya un “Israelgate” o un “Saudigate”, los dos estados extranjeros que, no sólo influyen sobre la política exterior de ambos partidos para Oriente Próximo, sino que la determinan.

Según Cato Institute, más de un tercio de los congresistas que había sido contactado por las empresas que hacen de cabildeo (lobby) para el Reino de Arabia Saudita (RAS), como Glover Park Group o DLA Piper, recibieron una contribución de este país. Debido a que los extranjeros no pueden donar dinero a los políticos, este tipo de empresas y los personajes “expertos en Oriente Próximo” hacen un impresionante negocio, y crean unas complejas telarañas financieras y artimañas políticas para despistar a la justicia.

El cambio de tono de Trump respecto a RAS, antes y después de ser presidente, muestra la hipocresía de un mercader fracasado además el servilismo de la máxima autoridad EEUU ante unos jeques de un estado medieval encabezados por un tal Mohammed Bin Salman (MBS), apodado “Jack el Destripador”: Trump, que es el presidente más pro-saudita de la historia de EEUU, de candidato solía atacar duramente a los demócratas por su trato amable hacia RAS, desde tres puntos:

1+ Atentados del 11S: «¿Quién hizo explotar el World Trade Center?», -preguntaba Trump en el canal Fox-, «No fueron los iraquíes, fue Arabia Saudita,… ¡abra los documentos!«, exigiendo la desclasificación de las pruebas obtenidas.

2+ Recibir “sobornos”: la Fundación Clinton es “una empresa criminal” dijo Trump por los al menos 25 millones de dólares que recibieron los Clinton de los hermanos de caridad árabes del Golfo Pérsico.

3+ Derechos humanos: “¿Hablas de mujeres y derechos de las mujeres?” preguntó Trump a Hillary. «[Los saudíes] lanzan a los gays desde los edificios, matan a mujeres y las tratan horriblemente y, sin embargo, les coge el dinero. ¡Hillary debe devolver todo el dinero de esos países!», pidió un Trump sensible con la igualdad, que llegó a criticar a Michelle Obama por no llevar el velo en su visita a aquel reino de terror (¡si lo hubiera llevado, también le hubiera atacado!): dos años después, Melania e Ivanka Trump también se negarán a cubrir su cabeza en la visita oficial a la tierra de Mahoma. Trump, que es el primer presidente de EEUU que elige a RAS como el primer destino de su visita oficial, que no pidió disculpas a la señora Obama.

Los objetivos que persigue Arabia

+ Promover políticas anti-iraníes, y no por ser éste chiita: entre 2015 y 2016 las empresas de cabildeo de RAS pagaron al senador demócrata Chuck Schumer al menos 21.400 dólares: fue uno de los cuatro votos demócratas contra el acuerdo nuclear que firmó Obama con Irán, pacto que será destruido por un presidente Trump que ni lo había leído, y que curiosamente sólo beneficiaba a Arabia Saudí e Israel, que no a Irán. Ahora, además de ser incapaz de conseguir un acuerdo unilateral con Teherán, Trump está poniendo en peligro la propia existencia de RAS como país, ante una República Islámica que no tiene nada que perder.

+ Lavar la cara de MBS en los medios, presentándole como un joven moderno y reformador, que no un dictador, un misógino, secuestrador, extorsionador,- con la “noche de cristales rotos” incluido-, y asesino de los opositores dentro y fuera del país.

+ Mantener el apoyo de EEUU a su guerra contra Yemen: así consiguió el silenciar a los medios de comunicación sobre la mayor crisis humanitaria del mundo.

+ Conseguir tecnología nuclear: El Congreso ha reconocido que el general Michael Flynn, ex Asesor de Seguridad Nacional del presidente, y Jared Kushner, presionaron al gobierno para que le otorgara la tecnología nuclear a RAS.

Mecanismos de compra de favores

¡Sólo hay uno: sobornar! Y se hace desde varias vías:

1) Unir los intereses personales de los políticos de EEUU con los de la Casa Real saudí. En este país, no existe el estado. La familia Saud, que, junto con Liechtenstein, son los únicos países que llevan el nombre de los clanes gobernantes, se presenta como el propietario de los recursos de la “nación-súbdita”. El Post reveló que, en 2017 los saudíes reservaron 218 noches en el Hotel Trump Chicago, un aumento del 169% respecto al mismo período de 2016. ¿A cambio de qué? Michael Gibson, un subcontratista de Qorvis MSLGroup que representa a los saudíes, alquiló habitaciones en el Trump International Hotel en Washington DC, para un grupo de veteranos y activistas trasladados desde Nueva York, para presionar al Congreso a que revoque la Ley de Justicia Contra los Patrocinadores del Terrorismo, que permite a las víctimas del demandar al RAS. Jared Kushner, el yerno proisraelí del presidente, que es el hombre de Riad en la Casa Blanca, después de que MBS realizara un golpe de estado apartando al príncipe heredero, organizó una comida entre Trump y el nuevo hombre fuerte del reino, declarando su reconocimiento por EEUU: «¡Hemos puesto a nuestro hombre en la cumbre!», había dicho Trump según el periodista USA Today, Michael Wolff, lo cual muestra que la injerencia en asuntos internos es mutua. Kushner, también fue el principal apoyo del bloqueo económico de Qatar por Riad durante la extraña crisis del junio del 2017 entre ambos estados árabes. Que Doha se negara a rescatar una de las empresas arruinadas de la familia Kushner pudo encadenar una nueva guerra en esta zona azotada del mundo. Mohammed había presumido de tener al yernísimo “en el bolsillo”, quizás por entregarle información confidencial sobre los rivales de la familia Saud en extranjero, supone el diario Intercept. ¿Tuvo algo que ver el marido de Ivanka en el asesinato de Khashoggi? ¿Qué recibió a cambio?

2) Crear grupos de presión tradicionales: En 2015, RAS fichó al empresario libanés-estadounidense George Nader para organizar reuniones entre los enviados de los gobiernos saudí y emiratí con Steve Bannon y Kushner en la Torre Trump. Nader ya había canalizado varios millones de dólares de aquellos jeques al republicano Elliott Broidy, comprando su apoyo activo al bloqueo al que sometieron a Qatar: en mayo de 2018, Broidy realizó dos conferencias atacando a Doha.

3) A través de empresas de “asesoría” y los centros de “estudios”: el Grupo Podesta, Brownstein Hyatt Farber Schreck o el Grupo Glover Park, “donaron” alrededor de 580.000 dólares a los políticos de EEUU, señala The New york Times, en nombre del RAS, a la vez que el Consejo Atlántico, la Institución Brookings, el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales y el Instituto del Medio Oriente recibían dinero de las petromonarquías del Golfo Pérsico.

¿Cómo es posible “Amar a los saudíes”

Esta es la cronología de una historia de amor:

1991: el príncipe saudí, Al Waleed bin-Talal compra “Trump Princess” el yate embargado de Trump por 20 millones de dólares; el magnate de casinos, que estaba arruinado por una deuda de unos 900 millones de dólares, lo había comprado por 29 millones a Adnan Khashoggi, el traficante de armas y el primo de Jamal. En 1995, el mismo Talal también le compra el Hotel Plaza de Nueva York por 325 millones, 65 millones menos de lo que pagó Trump por ello en 1988. Estos datos fueron revelados por el príncipe suadí en respuesta a un desagradecido Trump que en un tuit le criticó por dar entrevistas a la periodista de Fox News, Megyn Kelly.

2001: Trump vende el piso 45 de la Torre Mundial de Trump a RAS a través del fondo buitre Blackstone Group, cuyo presidente Stephen Schwarzman, un antiguo directivo de Lehman Brothers, le acompañará a un Trump ya presidente en su visita oficial a Arabia Saudita en 2017.

2015: En víspera de las elecciones presidenciales del 2016, Riad realiza un estudio psicológico al Trump candidato y localiza las tres dimensiones de su Talón de Aquiles: 1) un desbordado ego, 2) una desmesurada codicia, y 3) un profundo complejo de inferioridad, que le hace necesitado de recibir continuos elogios y en cantidades industriales: los saudíes serán generosos con él, utilizado el dinero público. “Me llevo bien con Arabia Saudita. Me compran apartamentos. Gastan 40 millones, 50 millones de dólares” -reiteraba con orgullo el presidente menos docto de EEUU en una entrevista- “Gano mucho dinero de ellos”, “Me pagan millones y cientos de millones”.

2016: “Me gustaría proteger a Arabia Saudita. Pero Arabia Saudita tendrá que ayudarnos económicamente”, advirtió el candidato Trump, al ser preguntado por una posible guerra contra Irán: o sea, si me paga, tendrá su guerra, aunque provoque con ello una guerra mundial.

2019: Trump no pierde tiempo: registra hasta ocho empresas vinculadas con el RAS, entre ellas THC Jeddah Hotel y DT Jeddah Technical Services, y sigue criticando a Obama por no lanzar un ataque militar contra Irán y hacer las paces con Teherán. Luego envía a su hijo Donald J. a reunirse con los enviados de RAS, de EAU, Erik Prince, el fundador del ejército privado Blackwater -acusado de crímenes de guerra en Irak-, Joel Zamel, un experto israelí en manipulación de redes sociales y director de la firma Psy-Group, quien había elaborado una propuesta para usar miles de cuentas falsas en Facebook, y el “asesor” George Nader para estudiar cómo contribuir al triunfo de Trump en las elecciones. Después de las elecciones, Nader le pagó a Zamel hasta 2 millones de dólares, aunque se desconoce el concepto.

Meses antes de que Trump tomase la posición, The New York Times escribe sobre la firma de contratos entre RAS y el Grupo CGCN, vinculada con Boeing, uno de los vendedores de bombas a Riad, y con el Grupo McKeon, dirigido por Howard McKeon, el presidente republicano del Comité de Servicios Armados del Congreso, quien recibió unos 834.000 dólares de donaciones por ser uno de los principales inversores del negocio de los aviones no tripulados.


“Blanquear” a los Saud, visitándoles

Una vez presidente, Trump se olvida de lo que había dicho sobre los saudíes, y califica al país como un «reino magnífico», a su dictadura “tan amables anfitriones», y mientras prohíbe la entrada a EEUU a los ciudadanos procedentes de Irán, Siria, Irak, Somalia, Sudán, Yemen y Libia por peligrosos para la seguridad nacional, excluye de la lista de su Eje del Mal al RAS cuyos ciudadanos, según la CIA, mataron a unos 3.000 estadounidenses en el 11S, y su gobierno, según Hillary Clinton, patrocina al ejército de mercenarios más peligroso del siglo: el Estado Islámico. Las huellas de RAS están también en algunos atentados en Europa.

Revela The Nation que en el primer año del gobierno de Trump, los saudíes gastaron un millón de dólares mensuales en una veintena de empresas de cabildeo. Hicieron lo mismo los EAU, con unos 18 lobbies, pagando sólo a uno de ellos, el Grupo Camstoll, unos 10 millones de dólares, para comprar los favores de los políticos.

2019: con el misterioso ataque a la planta petrolífera de Aramco en el suelo saudí, Trump llegó a delegar la política exterior de EEUU a los jeques, y poniendo al ejército de EEUU a las órdenes y al servicio de la Casa Saud: «esperando recibir noticias del Reino sobre quién creen que fue la causa de este ataque, y bajo qué términos procederíamos”, tuiteó, sin rubor Trump, que vive al borde del precipicio.

¿Será una guerra contra Irán su forma de exportar la crisis existencial que está viviendo?

Arde Chile


www.alainet.org / 24/10/2019


En menos de una semana se derrumbó el mejor ejemplo de la política ultra neoliberal en América Latina. El “oasis chileno” se quedó sin agua, la “perla” capitalista del Cono Sur se disgregó entre los dedos del presidente magnate, Sebastián Piñera. Frases broncíneas se viralizaron en las redes sociales:

“Sabíamos que existían las diferencias, pero nunca pensamos que molestaran tanto”; “estábamos haciendo las cosas bien, pero fuerzas oscuras y externas nos están desestabilizando”; “el comunismo internacional, liderado por Venezuela, complota para que fracasemos”, etcétera.

La ceguera de la clase social y económica que aún gobierna Chile es endémica; emana desde una visión feudal de la historia que estos grupos no han podido superar en esta isla del fin del mundo, que sigue imperando incluso entre sus profesionales universitarios: médicos, abogados, ingenieros; qué decir entre los empresarios, convencidos de que el manejo de la economía es un simple ejercicio de ingresar y sacar dinero de la faltriquera de un hacendado del siglo XVIII, pagándoles a sus peones con las migajas que caen de su mesa, pidiéndoles que se encomienden a la Virgen María, si tienen hambre...

En menos de cuarenta y ocho horas, la bomba social estalló, extendiéndose, desde Santiago del Nuevo Extremo, hacia el norte y hacia el sur, en este largo pétalo, no solo de “mar y vino y nieve”, como escribe Neruda, sino de lava ardiente, flujo de las erupciones provocadas por reiterados abusos, injusticias, latrocinios y corrupciones. En estas últimas, se han visto involucradas, hasta sus cimientos, las instituciones “respetables” de la sociedad chilena: Iglesia, Fuerzas Armadas, Carabineros…

Ni siquiera los jueces han escapado de esta lacra que permea los organismos del Estado y también la actividad privada. No hay pan que rebanar, como decían nuestras abuelas.

El escándalo de las pensiones miserables, sustentado por el sistema previsional inicuo de las fuerzas armadas, creado por los “expertos” de la dictadura, entre ellos, el siniestro lacayo de Pinochet, José Piñera, hermano mayor de Sebastián el Breve; la destrucción concertada de la educación pública, en beneficio del lucro privado, a través de la proliferación de universidades espurias y sin acreditación académica rigurosa; el negocio impune de la salud, administrada por inescrupulosos mercaderes, como el actual ministro de la cartera, doctor Sergio Mañalich, dueño de una de las mayores clínicas-hoteles, como se conocen entre nosotros; el sistema de subcontratación de servicios y tareas productivas, que perjudica aún más los bajos salarios y deja a miles de trabajadores sin protección social; la apropiación del agua por particulares y empresas mineras, cuyos manejos venales han ido destruyendo la actividad de los pequeños propietarios agrícolas y crianceros de la zona central de Chile, hoy asolada por la peor sequía de los últimos cincuenta años; la tala de los bosques nativos y su reemplazo por especies de rápida productividad, favoreciendo a las grandes forestales que, en la zona de la Araucanía, usurpan los territorios mapuches y ahogan su cultura; la contaminación de ríos, lagos y mares, mediante un manejo abusivo de los recursos pesqueros…

La lista de iniquidades y trapacerías resulta interminable y no cabe en una simple crónica. Sin embargo, su extensión y hondura en el tiempo han provocado el incendio civil cuyas llamas amenazan, tanto a los poderes fácticos como a los instituidos. Los canales de la televisión abierta y los periódicos de mayor tiraje, todos al servicio incondicional del poder, hacen gala de su hipocresía desinformativa, poniendo el acento en los saqueos, desmanes y quemas de supermercados, farmacias y tiendas; destrozos y sabotajes en la red del Metro, algunos de ellos de sospechosa ocurrencia…

Omiten la fuerza y extensión de las protestas sociales en contra del gobierno derechista; asimismo, los asesinatos y vejámenes contra civiles, por parte de la policía y la soldadesca drogada, esgrimiendo la manida coartada de supuestas provocaciones. Es decir, la amenaza de una olla que se golpea versus una AK6 manejada por un energúmeno acorazado.

Cincuenta muertos, cientos de torturados, miles de heridos que no figuran en las “informaciones” de la gran prensa amarilla. Se ha impedido al director del Instituto de Derechos Humanos el ingreso a los centros asistenciales de salud, negándole toda información fehaciente sobre muertos y lesionados.

Menos mal que contamos con las redes sociales y medios no vendidos al sistema, para informarnos de la realidad que estamos viviendo, que supera con mucho las débiles y erráticas respuestas del poder ejecutivo y sus ridículas medidas de mitigación ante la conmoción nacional. Porque un incendio de esta magnitud no se apaga con gasolina, ni con tanquetas ni con la más despiadada de las represiones, invocando, como hace la derecha extrema, al fantasma de Augusto Pinochet.

Por su parte, el parlamento chileno está dando un triste espectáculo, alejado de la gente, como ha sido su tónica durante veinte años, enfrascados sus miembros a sueldo en descalificaciones e insultos mutuos, ignorando las reales aspiraciones y necesidades del pueblo.

Y aunque “Carlos Marx esté muerto y enterrado”, hoy en día, Sebastián Piñera, exhausto y aterrado ante la amenaza de las “hordas marxistas”, parece repetir lo cantado por Serrat en un tema memorable:
-“Amo, se nos está llenando de pobres el recibidor”.
-“Diles que el señor no está, que anda de viaje y que no sabes cuándo va a regresar…”

Mientras tanto, Chile seguirá ardiendo. ¿Hasta cuándo?


No son 30 pesos, son 30 años


Susana González* Y Pablo Seguel**

Lo que partió como una protesta por el alza en la tarifa del Metro en Santiago, en una semana se transformó en la mayor movilización en la historia del país. Sebastián Piñera pasará a la historia como el mandatario que declaró una guerra imaginaria contra ciudadanos desarmados con saldo de 3 mil 162 detenidos, mil 51 heridos de bala, 17 personas muertas por acción o inacción del gobierno. También lo será por haber sido el presidente al que 1.3 millones de personas en las calles de Santiago y un millón en regiones demostraron su repudio con la mayor manifestación de la historia bajo la consigna: No son 30 pesos, son 30 años.

Los hechos. Al anunciar el alza de 30 pesos en la tarifa del Metro, que alcanzó 1.10 dólares, la respuesta no se hizo esperar. Los estudiantes secundarios llamaron a evasiones masivas en este medio de transporte el 7 de octubre, en una semana se realizaron al menos 52 manifestaciones de este tipo. El gobierno de Piñera no tardó en calificarlos de delincuentes y manejó la situación como un problema policial y judicial.

El viernes 18 de octubre y con las jornadas de evasión difundidas por diferentes medios, el gobierno decidió cerrar el Metro y resguardar las estaciones con 90 por ciento de la policía de Santiago, lo que colapsó el transporte público y aumentó la molestia en la población.

Conforme pasaban las horas, el conflicto se agudizó, las protestas se desplegaron en el centro de la capital y barrios residenciales. A las 20 horas se inició el primer cacerolazo masivo, que aumentó la tensión y comenzaron los primeros ataques incendiarios contra estaciones de Metro. Mientras Santiago desarrollaba la mayor protesta de su historia, Piñera comía pizza en el sector más acomodado del país. Se filtraron fotografías y creció así la rabia.

A medianoche, sobrepasado por las protestas, Piñera en cadena nacional tomó la fatídica decisión de declarar estado de emergencia en Santiago y facultó al general del Ejército Javier Iturriaga a restringir la libertad de movimiento y reunión.

La indignación ante dicha decisión significó que al día siguiente el conflicto se extendiera al resto del país. Diversos símbolos del neoliberalismo comenzaron a ser atacados, principalmente contra el Metro, locales de las aseguradoras de fondos de pensiones (AFP), bancos, peajes en autopistas, cadenas multinacionales como Walmart y ­supermercados.

La reacción nuevamente fue militar. Se instauró el estado de emergencia en otras dos regiones, además se decretó toque de queda, medida utilizada por última vez en Santiago en la dictadura cívico-militar de Pinochet. Tras horas de silencio, Piñera informó el fin al alza del pasaje del Metro, pero ya era demasiado tarde.

El domingo, con ocho fallecidos en las manifestaciones y un millar de detenidos, Piñera se dirigió nuevamente al país. En su discurso afirmó que el país se encontraba en guerra contra un enemigo poderoso. La criminalización de las manifestaciones aumentó el descontento y las protestas. Para el martes 22 de octubre, lo que se inició como una manifestación contra el alza del Metro se transformó rápidamente en una ­protesta nacional contra la precarización de la vida y las consecuencias sociales del neoliberalismo profundizado en los últimos 30 años.

Los días siguientes se realizaron marchas en las principales ciudades, una jornada de paro nacional entre el 23 y 24 y la mayor movilización de la historia de Chile el viernes 25. El resultado: un gobierno acorralado, sin iniciativa política y con la peor aprobación ciudadana de un gobierno democrático (14 por ciento, según la encuesta Cadem).

¿Cómo se gestaba ese malestar?

Chile es un país de ingresos medios altos, con una baja tasa de pobreza y un alto índice de desarrollo humano (PNUD). Pese a ello, la alta desigualdad excluye a los chilenos de los beneficios del modelo, basado en la privatización de las diversas esferas de la vida (salud, educación, pensiones, vivienda, agua potable, etcétera). Esto ha generado una sensación de grave injusticia, desprotección y segregación social, reforzado por una serie casos de corrupción estatal y política. Situaciones que no han tenido espacio en una institucionalidad construida y diseñada para resguardar a unos pocos y evitar transformaciones estructurales.

Luego de México, Chile es el país más desigual de la OCDE. El ingreso promedio del 10 por ciento más rico de la población es 19 veces mayor que el del 10 por ciento más pobre; 53.1 por ciento de los trabajadores del país gana menos de 550 dólares al mes y 80 por ciento de los mayores de 18 años está endeudado, y pagan millonarios créditos por estudiar en la universidad y para cubrir necesidades de salud (Fundación Sol). En promedio los aranceles universitarios son de 5 mil 500 dólares anuales, razón de fuertes movilizaciones sociales en los 2006, 2011 y 2014.

El actual sistema pensiones que es privado, ideado por el hermano del presidente, ha sido blanco de fuertes críticas; 82 por ciento de los montos de las pensiones no alcanzan la línea de la indigencia, más de 60 por ciento recibe una jubilación de entre 69 y 206 dólares; las pensiones de las mujeres son aún más bajas (Dictuc UC).

La privatización de los derechos en Chile alcanza niveles absurdos. Es el único país que ha privatizado las fuentes de agua dulce a grandes empresarios mineros y agrícolas, lo que genera graves sequías en poblados del país con duras consecuencias.

La percepción sobre la corrupción ha aumentado de la mano a la desconfianza en las principales instituciones del país y del sistema económico. Casos de colusión empresarial en rubros como el farmacéutico (2007-08), avícola (2016), papel higiénico (2014), se suman a una serie de casos de corrupción política, judicial (2019), policial (2018) y militar (2019).

La crisis está lejos de resolverse. La élite empresarial y política, salvo excepciones, no tiene la capacidad de responder el malestar de una ciudadanía que ha dicho basta. Los chilenos saben que el sistema es injusto, que beneficia a unos pocos y que los costos del mismo recaen en los trabajadores, por ello han dicho basta, no son 30 pesos, son 30 años.

*Cientista política
**Historiador y sociólogo

El nuevo mundo surge ante nosotros


Thierry Meyssan

Thierry Meyssan señala la extrema importancia, no de la retirada estadounidense ‎de Siria sino del derrumbe de los puntos de referencia actuales del mundo. Estima que ‎estamos entrando en un corto periodo de transición en el cual los que hoy controlan los ‎acontecimientos, que son los «capitalistas financieros» –aunque los actores que ‎designa de esa manera no tienen nada que ver con el capitalismo original ni tampoco ‎con la banca original– van a ser apartados en beneficio de las reglas de derecho que ‎Rusia enunció… en 1899‎.

El rey Salman de Arabia Saudita recibe al presidente ruso, el pacificador Vladimir Putin.‎

Estamos viviendo algo que sólo se ve una o dos veces cada 100 años. Está surgiendo un nuevo ‎orden mundial y todas las referencias anteriores desaparecen. Los que antes fueron ‎increíblemente vilipendiados ahora triunfan mientras que los que solían dictar su voluntad están ‎en pleno descenso al infierno. Es cada vez más evidente que las declaraciones oficiales y las ‎interpretaciones que los periodistas divulgan ya no corresponden a los hechos. ‎Los comentaristas tendrán que cambiar de discurso, rápida y radicalmente, o van verse barridos ‎por el remolino de la Historia. ‎

En febrero de 1943, la victoria soviética ante la invasión nazi cambió el curso de la Segunda Guerra ‎Mundial. A partir de ese hecho, lo que vino después ya era inevitable. Pero todavía hubo que esperar que tuvieran lugar el ‎desembarco anglo-estadounidense en las playas de Normandía –en junio de 1944–, la ‎conferencia de Yalta –en febrero de 1945– y la capitulación del Reich –el 8 de mayo de 1945– ‎para finalmente ver el nacimiento del mundo nuevo. ‎

En un solo año, el Reich nazi había perdido su lugar y se veía reemplazado por nuevas potencias: ‎Estados Unidos y la Unión Soviética. En aquel mundo nuevo, el Reino Unido y Francia, que ‎‎12 años antes aún eran las dos primeras potencias mundiales, quedaban como espectadores del ‎proceso de descolonización de sus respectivos imperios. ‎

Hoy estamos viviendo un momento similar. ‎

Cada periodo histórico tiene su propio sistema económico y construye una superestructura ‎política destinada a proteger ese sistema. Al final de la guerra fría y con el derrumbe de la URSS, ‎el presidente Bush padre desmovilizó un millón de militares estadounidenses y confió la búsqueda ‎de la prosperidad a los dirigentes de las grandes transnacionales. Estos últimos se aliaron al ‎dirigente chino Deng Xiaping y trasladaron grandes cantidades de empleos estadounidenses ‎a China, país que se convirtió así en la gran fábrica del mundo. Pero, lejos de ofrecer prosperidad a ‎sus conciudadanos, los dirigentes de las transnacionales acapararon sus ganancias, provocando la ‎lenta desaparición de las clases medias en las naciones de Occidente. En 2001, financiaron los ‎atentados del 11 de septiembre para imponer al Pentágono la estrategia Rumsfeld/Cebrowski de ‎destrucción de los Estados [1]. El presidente Bush hijo transformó entonces el «Medio Oriente ampliado», o «Gran ‎Medio Oriente» en campo de batalla de una «guerra sin fin». ‎

La liberación en una semana de una cuarta parte del territorio nacional sirio no es sólo la victoria ‎de Bachar al-Assad, el presidente sirio que desde hace 8 años «tiene que irse». Es también el ‎fracaso de la estrategia militar tendiente a instaurar la supremacía del capitalismo financiero. ‎Ha sucedido lo que parecía inimaginable. El orden mundial se ha modificado y la subsiguiente ‎secuencia de acontecimientos es inevitable. ‎

La fastuosa acogida al presidente ruso Vladimir Putin en Arabia Saudita y en Emiratos Árabes ‎Unidos es una muestra del espectacular cambio de posición de las potencias del Golfo Arábigo-‎Pérsico, que ahora se pasan al bando ruso. ‎

La también espectacular redistribución de las cartas en Líbano es igualmente muestra del mismo ‎fracaso político del capitalismo financiero. En un país dolarizado donde desde hace un mes ya ‎no se encuentran dólares, donde los bancos cierran sus puertas y se limitan las extracciones de ‎dinero que los clientes pueden realizar, las manifestaciones anticorrupción no podrán detener la ‎caída del orden anterior. ‎

Los estertores del orden agonizante se hacen sentir por todas partes. En Ecuador, el presidente ‎Lenín Moreno atribuye a su predecesor Rafael Correa –quien vive en Bélgica– y a un símbolo de ‎la resistencia frente a la explotación financierista –el presidente venezolano Nicolás Maduro– la ‎responsabilidad de haber organizado lo que en realidad es un levantamiento popular contra las ‎medidas del capitalismo financiero. ‎

El Reino Unido ya retiró de Siria sus fuerzas especiales y ahora está tratando de salir del Estado ‎supranacional que es la Unión Europea. Después de haberse planteado la posibilidad de conservar ‎el Mercado Común (el proyecto de Theresa May), el Reino Unido decide romper con toda la ‎construcción europea, conforme al proyecto de Boris Johnson. Mientras tanto, después de ‎los errores de los ex presidentes Nicolas Sarkozy y Francois Hollande, a los que se agregan ahora ‎los errores del presidente Emmanuel Macron, Francia pierde súbitamente toda credibilidad e ‎influencia. ‎

Por su parte, los Estados Unidos del presidente Donald Trump dejan de ser la «nación ‎indispensable», el «policía del mundo» al servicio del capitalismo financiero para tratar de ‎convertirse nuevamente una gran potencia económica. Así que Estados Unidos retira su arsenal ‎nuclear de Turquía y se dispone a cerrar el CentCom en Qatar mientras que todos reconocen ‎a Rusia como la potencia «pacificadora» que hace prevaler el derecho internacional que ‎ella misma había creado cuando convocó –en 1899– la «Conferencia Internacional por la Paz» ‎de La Haya, cuyos principios los miembros de la OTAN han venido pisoteando. ‎

Ha sido necesario más de un siglo para entender las implicaciones de la ‎Conferencia Internacional por la Paz realizada en La Haya, en 1899. ‎

La Segunda Guerra Mundial puso fin a la Sociedad de las Naciones para dar paso al nacimiento de ‎la ONU. De la misma manera, este mundo nuevo creará probablemente una nueva organización ‎internacional basada en los principios de la Conferencia de 1899, realizada en La Haya por ‎iniciativa del zar Nicolás II y del premio Nobel de la Paz Leon Bourgeois. Para eso, primero habrá ‎que disolver la OTAN, que tratará de sobrevivir extendiéndose al Pacífico, y también la Unión ‎Europea, convertida en refugio del capitalismo financiero. ‎

Tenemos que comprender bien lo que está sucediendo. Estamos entrando en un periodo de ‎transición. Lenin decía, en 1916, que el imperialismo era la fase suprema de la forma de ‎capitalismo que desapareció con las dos Guerras Mundiales y con la crisis bursátil de 1929. ‎El mundo de hoy es el mundo del capitalismo financiero, que arruina una por una las ‎economías nacionales favoreciendo únicamente a unos pocos súper ricos. Su fase suprema ‎suponía dividir el mundo en dos partes, poniendo de un lado los países estables y globalizados y ‎del otro lado vastas regiones del mundo sin Estados, reducidas a servir únicamente como ‎‎“reservas” de materias primas. ‎

Ese modelo, rechazado tanto por el presidente Trump en Estados Unidos, como por los ‎‎«Chalecos Amarillos» en Europa occidental y por Siria en el Levante, es el modelo que hoy ‎agoniza ante nosotros. ‎


CIUDADANIA Y CORTIZOCRACIA


Miguel Antonio Bernal
El escándaloso escándalo de los llamados varelaleaks, ha puesto nuevamente al descubierto, el poco me importa del poder político para con la ciudadanía.
El goce irracional del sin fin de privilegios y ventajas que le brinda la administración monopolica de los recursos ciudadanos, ha llevado a los últimos gobiernos a todo tipo de abusos y extralimitaciones que, al final del camino, quedan absolutamente impunes. La ciudadanía, en absoluto estado de indefensión, debe relamer sus heridas y esconder su creciente malestar, temerosa y con miedo de las represalias,
En menos de cinco meses, el Gobierno electoralmente minoritario, ha ejecutado una serie de medidas que se encaminan bajo los mismos lineamientos de los gobiernos anteriores:  el país es un negocio y no  piensan desperdiciar oportunidad para lucrar en lugar de gobernar. La cortizocracia ha despegado…
A los nombramientos ministeriales y demás dependientes del Ejecuitivo por el ultrapresidencialismo imperante (entidades autonomas, semiautónomas, embajadore, consules, etc), se suma ahora la designación de Procurador y de tres (3) magistrados y  seis (6) suplentes para la Corte, la cual, además de la mega ausencia de independencia y transparencia, ha visto también desnudada su manipulación por los varelaleaks.
La cortizocracia ha actuado con prontitud y sus tentáculos alcanzan y secuestran tddos los órganos del Estado por la vía de la concentración descomedida de poder, acompañada de la pretension de imponer inconsultas y gatopardistas reformas a la constitución militarista imperante, por más de 47 años.
En absoluta ausencia de participación  o consulta ciudadana, hay que cuestionar civicamente a  la cortizocracia ante lo que se avecina: ¿Nos dirán las ejecutorias en la profesión, obras, escritos, conferencias, participación ciudadana, la trayectoria pública en defensa de los Derechos Humanos, del debido proceso, los valores del Estado Constitucional Democrático de Derecho, de los ungidos del Ejecutivo? Qué sabremos sobre su estado de Salud? ¿Harán un examen psicológico? ¿psiquiátrico? 

¿Contestarían públicamente 25 preguntas que les formulase un jurado ciudadano? ¿Revelarían el árbol genealógico de vinculación, si la tienen con el Presidente, Vicepresidente, diputados o suplentes de diputados. Ministros o Viceministros? ¿Actuales Magistrados?

       ¿Nos presentarán sus declaraciones de renta de los ultimos 10 años? ¿Nos dirán si tienen acciones en bancos o medios de comunicación? ¿Cerrarán sus oficinas de abogado?

       La ciudadanía aumentará su resentimiento constitucional.Meas temprano que tarde lo tendrá que expresar. Preparemonos!