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Al borde del abismo y en sentido equivocado

Por: Guillermo Castro

https://www.jornada.com.mx/2021/09/23/opinion/002a1edi

Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lanzó una fuerte advertencia a los líderes mundiales al inaugurar el debate anual de alto nivel de la Asamblea General de ese organismo. Para el jefe de la diplomacia global, es necesario hacer sonar la alarma porque estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado; el mundo nunca ha estado tan amenazado o tan dividido.

Guterres sostuvo que enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas por la confluencia del cambio climático, la pandemia, así como las amenazas a la paz y a los derechos humanos. Para conjurar esta crisis multidimensional, dijo, es urgente un nuevo contrato social que permita superar seis brechas: la de la paz entre y dentro de los países, la del clima, la existente entre pobres y ricos, la brecha de género, la de confianza entre gobernantes y gobernados, y la generacional.

Los datos que sustentan la existencia y profundidad de tales brechas resultan demoledores. Por citar sólo dos casos, el abismo entre ricos y pobres es tal, que mientras los multimillonarios hacen turismo espacial –que para colmo, tiene un altísimo costo ambiental–, más de 800 millones de personas pasan hambre; por su parte, la doble división generacional y de confianza política es tal, que 60 por ciento de los jóvenes se sienten traicionados por quienes dicen representarlos.

Pero acaso la más lacerante de estas desigualdades es también la que sería más fácil de remediar con un mínimo de voluntad, sentido común y ética: aquella que ha marcado las posibilidades de supervivencia de los habitantes del planeta ante el Covid-19 de acuerdo con su riqueza personal y la del país en que viven. Por ello, Guterres no dudó en calificar de obsceno y de ser una acusación moral del estado de nuestro mundo el que una mayoría más rica ya esté vacunada –y, cabe agregar, ya esté recibiendo incluso terceras dosis, sin que haya comprobación científica de su utilidad– cuando más de 90 por ciento de la población africana sigue esperando por su primera dosis.

Lo denunciado por el secretario general es nada menos que un extravío civilizatorio, a resultas del cual la humanidad se enfila a una catástrofe irreversible en material ambiental, al tiempo que se asfixia en una pandemia para la que no hay siquiera una fecha tentativa de solución. Paradójicamente, el mejor indicador de la exactitud de este diagnóstico, cuyo origen último se achacó a la ausencia de solidaridad, se halla en el vacío que el discurso de Guterres mereció en los medios, enfocados en resaltar la nueva era de la diplomacia anunciada por el presidente Joe Biden, y que no consiste sino en la enésima redición del intransigente imperialismo estadunidense.

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Desde nosotros

 


Guillermo Castro H.

 

La filosofía de la praxis no sólo pretendía explicar y justificar todo el pasado sino también explicarse y justificarse históricamente a sí misma, es decir, era el “historicismo” máximo, la liberación completa de todo “ideologismo” abstracto, la conquista real del mundo histórico, el comienzo de una nueva civilización.

Antonio Gramsci

 

Al reflexionar desde el presidio político -entre fines de la década de 1920 y comienzos de la de 1930- sobre la formación de lo que llamó la filosofía de la praxis, Antonio Gramsci empieza por aludir a una tesis clásica planteada por Vladimir Lenin década y media antes.[1] “Se afirma”, dice Gramsci, que la filosofía de la praxis “ha nacido en el terreno del máximo desarrollo de la cultura de la primera mitad del siglo XIX, cultura representada por la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y la literatura y la práctica políticas francesas. Y añade:

 

En el origen de la filosofía de la praxis se encuentran estos tres movimientos culturales. Pero ¿cómo se debe entender esta afirmación? ¿En el sentido de que cada uno de estos movimientos ha contribuido a elaborar respectivamente la filosofía, la economía y la política de la filosofía de la praxis? ¿O bien en el de que la filosofía de la praxis ha elaborado sintéticamente los tres movimientos, es decir, toda la cultura de la época, y que en la nueva síntesis, cualquiera que sea el momento que se examine, momento teórico, económico, político, se vuelve a encontrar, como “momento” preparatorio, cada uno de los tres movimientos?

 

Y concluye: “Así lo creo, precisamente.”

En efecto, para Gramsci la filosofía de la praxis presupone “todo este pasado cultural, el Renacimiento y la Reforma, la filosofía alemana y la Revolución francesa, el calvinismo y la economía clásica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que se encuentra en la base de toda la concepción moderna de la vida.” En esa perspectiva, dice, la filosofía de la praxis

 

es la coronación de todo este movimiento de reforma intelectual y moral, cuya dialéctica es el contraste entre cultura popular y alta cultura.(c:gc) Corresponde al nexo de Reforma protestante más Revolución francesa: es una filosofía que es también política y una política que es también filosofía. Está atravesando todavía su fase popular, folklórica: suscitar un grupo de intelectuales independientes no es cosa fácil, exige un largo proceso, con acciones y reacciones, con adhesiones y disoluciones y nuevas formaciones muy numerosas y complejas

 

Lo más esencial, aquí, radica en que la filosofía de la praxis “es una concepción nueva, independiente, original, pese a ser un momento del desarrollo histórico mundial, es la afirmación de la independencia y de la originalidad de una nueva cultura en incubación, que se desarrollará al desarrollarse las relaciones sociales.” Por lo mismo, en su desarrollo opera “una combinación variable de lo viejo y lo nuevo, un equilibrio momentáneo de las relaciones culturales correspondiente al equilibrio de las relaciones sociales”.

A esto se debe que, en cada momento de su desarrollo, esta filosofía solo puede presentarse inicialmente “con una actitud polémica y crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento concreto existente (o del mundo cultural existente)”. Por ello, debe presentarse ante todo “como crítica del ‘sentido común’ […] y, por tanto, de la filosofía de los intelectuales,” que puede ser considerada “como la ‘punta’ del progreso del sentido común, por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través de éstos, también del sentido común popular.”

       ¿Cómo se expresan estas observaciones en el proceso de formación de un pensar orientado a la transformación de la realidad en un sentido revolucionario en nuestra América?

¿Se hace descartando todo lo que en un momento dado parece merecer los adjetivos de reaccionario y obsoleto? ¿O desde la ampliación constante de los espacios de expresión de las raíces que expresan nuestros procesos de formación, desde los saberes comunitarios indígenas y campesinos hasta el liberalismo democrático radical de José Martí, el socialismo indoamericano de Mariátegui y la teología de la liberación, por citar apenas algunas?

Difícil tarea esta, en una región en la que, al decir de Gramsci, la base del desarrollo cultural acusa el influjo de “los cuadros de la civilización española y portuguesa del 1500 y del 1600, caracterizada por la Contrarreforma y por el militarismo parasitario”, cuyas cristalizaciones intelectuales afloran en la crisis que vivimos. Fue desde una circunstancia tal que Martí planteó a comienzos de la década de 1890 la necesidad de una revolución democrática antimperialista de liberación nacional, y de los medios políticos y morales para lograrla, mientras Mariátegui, en la de 1920, llegó al concepto de un socialismo indoamericano que expresaba – sin él saberlo - el vínculo entre el modo de producción en su sentido más abstracto, y la formación económico-social concreta del Perú.

Han quedado atrás los tiempos de la condescedencia de una ortodoxia – en el mal sentido del término – que se permitía vincular al primero -en el mejor de los casos-, a una pequeña burguesía cuyo progresismo aspiraba a una unidad de clases sociales imposible, o al peruano que lo incorrecto de pensar siquiera que al socialismo no le bastaba con ser marxista-leninista en nuestra América, sino que debía ser sobre todo creación heroica, y no copia ni calco. Lo importante, hoy, es que ambos – y tantos más - han sido absueltos por la historia, y aún nos enseñan la importancia del pensar lo político desde la ética, y de la propia identidad como base de la unidad en la lucha por las transformaciones sociales que nuestros pueblos demandan, a sabiendas o no.

 

Alto Boquete, Panamá, 7 de septiembre de 2021

Señor, haznos Instrumentos de tu paz


Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +

El próximo 4 de octubre, el mundo cristiano celebra con gratitud los 795 años de la vida y obra de un gran hombre, “Giovanni Francesco Bernardone”, oriundo de Asís y quien vivió entre los años 1182 al 1226 d.C., fue un gran santo, mejor conocido como hoy como San Francisco de Asís.   Muchos estudiosos de su vida, hablan de él como un gran místico y un gran predicador.  No era conocido como un hombre intelectual a pesar de que venía de una familia rica de esa localidad, al contrario de ello fue mundano en su juventud y despreocupado de las cosas importante de la sociedad de su tiempo.  Pero en la guerra de Asís, su pueblo natal contra Perugia, ciudad de Italia central, capital de la provincia de Perugia y de la región de Umbría, Italia donde estuvo encarcelado por más de un año y enfermando de gravedad su situación le permitió reflexionar sobre su vida dando un cambio radical a la misma.

Entregado al Señor Jesús, y estando en el monte Alverno, Francisco sintió un dolor mezclado con placer; y en su cuerpo aparecieron las marcas de la crucifixión de Cristo, mejor llamadas los estigmas, signos profundos de esa relación de amor que tenía con nuestro Señor Jesucristo. Resultado de la misma, a Francisco se le atribuye muchas poesías y cánticos como el Cántico de las criaturas en 1225,
  y aquella hermosa oración sobre la paz que dice: “Señor, haznos instrumentos de tu paz. Donde haya odio, sembremos amor; donde haya ofensa, perdón; donde haya discordia, unión; donde haya duda, fe; donde haya desesperación, esperanza; donde haya tinieblas, luz; donde haya tristeza, gozo. Concede que no busquemos ser consolados, sino consolar; ser comprendidos, sino comprender; ser amados, sino amar. Porque dando, es como recibimos; perdonando, es como somos perdonados; y muriendo, es como nacemos a la vida eterna. Amén.  San Francisco de Asís, llegó a ser canonizado en el año 1228. Y en 1980, el papa Juan Pablo II, le proclama patrón de los ecologistas.

De esta oración sale el clamor de un hombre santo pidiéndole a Dios que nos dé el don de ser “Instrumento de su paz”.  Esa misma paz, que Jesús prometió a sus apóstoles y discípulos a través de estos dos últimos siglos.  La palabra paz, tan antigua como el mundo, en el idioma original de la biblia antigua (Shalom) significa lo opuesto de la turbación, la cesación de la guerra, pero puede referirse también a esas relaciones profundas entre Dios y el hombre como señala san Pablo en su carta a los romanos “Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,”[5,1].

Hoy más que nunca necesitamos escuchar la súplica de san Francisco en nuestra tierra bendita, vivimos hoy día en un mundo inseguro y nuestro pueblo en las calles de nuestro país se sienten sin paz.  Pero la Paz no vendrá a nuestras vidas a través de la aplicación de una política pública o a través de un decreto ejecutivo o de una orden directa del ministerio de Seguridad Pública de nuestra nación.  La verdadera paz solo viene de Dios, es una dádiva, un carisma, un don y se da al hombre cuando este reconoce su necesidad de la presencia de Dios en su vida.  Solo cuando el Espíritu de Dios nos inunde podremos ver en nuestras vidas y en las vidas de los que tocamos con nuestras acciones el fruto de esa paz, sembrando en los mismos amor; perdón; unión; fe; esperanza; luz; y gozo.  Podremos entonces consolar; comprender a los demás y amar a todos.

Cuando el Espíritu de Dios nos inunde con su presencia, por medio de su  gracia Dios perdona nuestros pecados, ilumina nuestras mentes, aviva nuestros corazones y  fortalece nuestras voluntades, convirtiéndonos en signos externos y visibles de una gracia interna y espiritual, dados por Cristo mismo como medios seguros y eficaces por medio de los cuales recibimos esa gracia día tras día, como nos enseña el catecismo convirtiéndonos en verdaderos “Instrumentos de su Paz”.

El Papa Francisco y líderes cristianos de nueve Iglesias de otras denominaciones recientemente en el vaticano, se reunieron para orar juntos y se comprometieron a colaborar para llevar el mensaje de paz al mundo y en especial al Líbano.  También en otras ocasiones ha citado a los mismos el día en que se celebra la festividad de San Francisco de Asís para orar por la paz del mundo, Ojalá que este año sus plegarias sean escuchadas y el mundo logré vivir en la paz de Dios. Envíanos Señor al mundo como “Instrumentos de tu paz”.

Sacerdote