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Para estudiar a Martí

 Por: Guillermo Castro H.

“Y temas así, -culminantes y durables,

y de valor humano.”

José Martí, 1895[1]

Pocas tareas del campo del saber son tan complejas y demandantes como el estudio de un autor en su obra. Al respecto, Antonio Gramsci nos legó una detallada reflexión sobre las dificultades y tareas del estudio de la obra de Carlos Marx, a quien llamaba el fundador de la filosofía de la praxis.[2] Mucho de lo allí planteado tiene plena validez para el caso de otros autores de trayectoria y obra tan complejas como nuestro José Martí.

            Para Gramsci, el estudio del nacimiento “de una concepción del mundo que no ha sido expuesta sistemáticamente por su fundador (y cuya coherencia esencial [debe buscarse en] todo el desarrollo de la diversa labor intelectual, en la que están implícitos los elementos de la concepción),” demanda en primer término “una labor filológica minuciosa y llevada a cabo con el máximo escrúpulo de exactitud, de honestidad científica, de lealtad intelectual, de rechazo de todo prejuicio, apriorismo o partidismo.”

Esto requiere “reconstruir
el proceso de desarrollo intelectual del pensador en cuestión para identificar los elementos […] que han sido asumidos como pensamiento propio,” pues sólo ellos constituyen “momentos esenciales del proceso de desarrollo.” Esta selección, además, puede / debe hacerse para períodos más o menos largos, que permitan apreciar el papel “de doctrinas y teorías parciales por las que el pensador puede haber tenido, en ciertos momentos, simpatía hasta haberlas aceptado provisionalmente y haberse servido de ellas para su labor crítica o de creación histórica y científica.”

El estudioso, dice Gramsci, conoce por propia experiencia que toda nueva teoría estudiada con “heroico furor” durante cierto tiempo, “atrae por sí misma, se adueña de toda la personalidad y es limitada por la teoría sucesivamente estudiada hasta que se establece un equilibrio crítico y se estudia con profundidad pero sin rendirse en seguida a la fascinación del sistema o del autor estudiado.” Y estas observaciones, añade,

valen tanto más cuanto que el pensador en cuestión es más bien impetuoso, de carácter polémico, falto del espíritu de sistema, cuando se trata de una personalidad en la cual la actividad teórica y la práctica están indisolublemente ligadas, de un intelecto en continua creación y en perpetuo movimiento, que siente vigorosamente la autocrítica del modo más despiadado y consecuente.

Ante estas circunstancias, dice, la labor debe incluir la reconstrucción de la biografía del autor “no sólo en lo que concierne a la actividad práctica sino, especialmente, en lo relativo a la actividad intelectual” y debe procurar el registro de “todas las obras […] por orden cronológico, dividiéndolo según motivos de tipo intrínseco: de formación intelectual, de madurez, de dominio y aplicación del nuevo modo de pensar y de concebir la vida y el mundo.” En esta tarea, la investigación “del leit-motiv, del ritmo del pensamiento en desarrollo tiene que ser más importante que las afirmaciones aisladas y casuales o que los aforismos separados.”

A lo anterior se agrega distinguir entre las obras que el autor “ha llevado a término y ha publicado y las que han permanecido inéditas por incompletas y han sido publicadas por algún amigo o discípulo, no sin revisiones, reelaboraciones, cortes, etc., es decir, no sin una intervención activa del editor.” El contenido de esas obras” dice, debe ser encarado “con mucha discreción y cautela, porque […] no se puede considerar definitivo; no es más que un material en proceso de elaboración, provisional” y no se puede excluir “que el autor repudiase totalmente o en parte o no considerase satisfactorias estas obras, especialmente si hacía mucho tiempo que las estaba elaborando y no se decidía nunca a completarlas.”

En el caso de Marx, Gramsci se refiere directamente a la edición por Engels de los tomos II y III de El Capital, tras la muerte de aquel. En el de Martí, podría remitirse tanto a sus Cuadernos de Apuntes, que incluyen el resumen, en ocasiones muy detallados, de libros sobre historia de América y filosofía que no llegó a escribir, pero que ofrecen elementos de enorme interés para abordar el proceso de formación y las transformaciones de su pensar, como a las instrucciones que dejó a Gonzalo de Quesada el 1 de abril de 1895 para el ordenamiento y publicación de sus escritos.[3]

En el caso de la correspondencia, de tan decisiva presencia en la obra martiana, Gramsci recomienda “cierta cautela” en su estudio, dado que 

             La vivacidad estilística de las cartas, aunque sea a menudo más eficaz, artísticamente hablando, que el estilo más mesurado y ponderado de un libro, puede dar lugar a deficiencias en la argumentación; en las cartas, al igual que en los discursos y en las conversaciones, se verifican con más frecuencia «errores lógicos»; la mayor rapidez del pensamiento va, a menudo, en detrimento de su solidez.

 Y a esto se agrega, en Martí, que la abundancia de su labor epistolar no tiene un verdadero equivalente en la documentación de la correspondencia recibida.[4]

Lo planteado por Gramsci tiene además especial importancia cuando el objeto de este estudio hace parte del de la formación y las transformaciones de la geocultura del moderno sistema mundial. En lo más usual, estamos habituados a considerar ese proceso desde la perspectiva en que lo prsentara el Manifiesto Comunista, de 1848. Allí, Marx y Engels, tras señalar que la burguesía, “al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita”, plantean que ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común.  Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.[5]

            El hecho en sí es indudable. Sin embargo, hoy diríamos que si alguna vez esta observación tuvo un carácter eurocéntrico, el desarrollo del mercado mundial – y la crisis global que hoy lo aqueja – permiten entender a esa geocultura como el producto de aquella interdependencia universal de los fenómenos, que algunos han considerado como la cuarta ley de la dialéctica.

Es en esa perspectiva como mejor cabe apreciar la universalidad de Martí. Ella aparece ya expresada en la plenitud de su fulgor en 1891, cuando en su ensayo Nuestra América – que es como el acta de nacimiento de nuestra contemporaneidad – advierte que entre nosotros “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”, y que es urgente conocer esto porque

            Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. […] Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.[6]

             Siendo martianos, somos auténticos, que es hoy la única forma de ser universales. De eso trata el estudio de Martí: de encontrar el camino que nos permite partir de nosotros mismos al encuentro con la Humanidad entera.

                                                                                         Alto Boquete, Panamá, 20 de marzo de 2023



[1] “Testamento literario.” https://es.wikisource.org/wiki/Carta_a_Gonzalo_de_Quesada

 

[2] Gramsci, Antonio (1967): Introducción a la filosofía de la praxis. Selección y traducción de J. Solé Tura. Nueva Colección Ibérica. Ed. Península, Barcelona, 1967. Selección hecha sobre la Antología degli scritti de Antonio Gramsci. ® Instituto Gramsci, Roma

https://marxismocritico.files.wordpress.com/2011/11/introduccion-a-la-filosofia-de-la-praxis.pdf

 

[3] Carta a Gonzalo de Quesada, cit. El ordenamiento escogido fue temático, no cronológico. Este último es el utilizado por la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí – de 29 tomos ya, y aún en curso de producción por el Centro de Estudios Martianos en La Habana, Cuba.

 

[4] Al respecto, la antología Destinatario José Martí (2005), editada por Luis García Pascual y publicada por la Casa Editora Abril, La Habana, tiene el mayor interés en lo que hace a su vida personal antes que en lo relativo a su vida política e intelectual.

 

[5] Marx, Karl y Engels, Friedrich (1848): El Manifiesto Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

[6] “Nuestra América”. La Revista Ilustrada, Nueva York y El Partido Liberal, México, 1 y 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 17-18.

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