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J.S. Bach: Goldberg Variations



This recording was showered with international prizes, such as Diapason dʼor and others. György Ligeti chose Koroliovʼs Bach as his desert island disc : “forsaken and dying of thirst, I would listen to it up ʻtil my last breath”. Koroliov was born in Russia in 1949, his teachers were Maria Yudina, Heinrich Neuhaus and Lev Oborin. He soon settled in Hamburg/Germany, from where he developed his international career as a soloist and much-in-demand teacher.

Evgeny Koroliovʼs Golberg variations have become a cult recording. Seldom has this monumental piece sounded so purely musical, with such natural rhetorics, in fact simply so beautiful as in his hands.

Composer: Johann Sebastian Bach
Artist: Evgeni Koroliov (piano)

Brilliant Classics:
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El golpe y su faceta religiosa

www.alainet.org / 12/11/2019

Luis Fernando Camacho, a la cabeza del golpismo

Con la incorporación de las FFAA en tareas de represión, sumada a la paralización de actividades productivas y comerciales por casi un mes, se van completando las facetas del golpe de estado en Bolivia. La primera reinstala a los militares como protagonistas activos del proceso, y la segunda inicia el quiebre económico de un país que tuvo niveles inéditos de crecimiento sostenido en la región, por fuera de las recetas del FMI. Son componentes del diseño buscado por Washington.

Sin embargo, es importante destacar el elemento religioso como soporte del golpismo, algo que ha funcionado de manera novedosa en la manipulación de un sector de la sociedad. Si bien durante el proceso que culminó con la aprobación de la nueva Constitución en el 2009 hubo campañas orquestadas desde diversas iglesias que advertían sobre toda clase de calamidades, el asunto fue perdiendo fuerza hasta estos últimos meses.

El plan se desarrolló desde Santa Cruz, liderado por Luis F. Camacho, presidente del denominado Comité Cívico, instancia que desde hace cinco décadas defiende los intereses de sectores económicos poderosos. Proviene de una familia de empresarios, y su padre y hermanastro fungieron como paramilitares en 1971, aliados al golpe de estado de H. Banzer.

Con respecto a espacios y símbolos religiosos utilizados, conviene destacar los más significativos. Durante las protestas llevadas a cabo antes y en particular luego de las elecciones, el personaje mencionado convocaba a grandes concentraciones a los pies de una inmensa escultura de Cristo, que constituye uno de los escasos símbolos arquitectónicos de la ciudad de Santa Cruz. Al frente del mismo se erige el “altar papal”, una inmensa estructura edificada para la visita de Francisco en 2015. Su gigantesco escenario fue utilizado como decorado para discursos y arengas durante los actos de protesta, con toda la carga simbólica que porta.

Camacho, una persona con evidentes limitaciones para expresarse, recurrió al “modo predicador básico”, utilizando gritos, llantos, amenazas e invectivas contra el gobierno legítimo. Aparecía con un rosario en la mano y flanqueado por una imagen de la Virgen. Sin embargo, también blandía una Biblia y recurría a la presencia, oraciones e himnos de pastores y pastoras evangélicos.

Siempre presentó la protesta como parte de algo mucho mayor; esto es, la lucha del Bien contra el Mal, representado en este caso por Evo Morales y el Proceso de Cambio, señalados como enemigos de Dios, herejes e idólatras por su cosmovisión. Por ese motivo planteó en determinado momento una misión personal: llevar a la Casa de Gobierno aquella Biblia junto con una carta de renuncia para el presidente, explicando que “Dios debe volver a palacio”. Se manifiesta aquí con fuerza la dimensión mesiánica del individuo, que se presenta como un cruzado-redentor en combate contra fuerzas oscuras.

Todos aquellos espectáculos, reiterados una y otra vez por los medios de comunicación, operaron como potenciadores de esa sorprendente mezcla entre política y religión que fue asumida por muchos como una tarea divina. La labor de destruir a Evo y a lo que él representa asumió entonces las características de una realidad sagrada, suprema e incuestionable. La propuesta sacrificial, infaltable en este tipo de mecanismos, la asumía el personaje presentándose como el que sufre por su pueblo, arriesga la vida y confronta al tirano, pero simultáneamente la proponía con astucia a los convocados: es imperativo soportar cualquier dolor porque ya vienen tiempos mejores.

El paquete completo resulta una inquietante reedición de lo que sucedió hace cinco siglos en nuestras tierras.

¿Un obispo golpista?

El 11 de noviembre, día en que ya el golpe estaba consumado, Estanislao Dowlaszewicz, obispo auxiliar de Santa Cruz, presidió un mitin y oficio religioso en el altar papal mencionado. Allí subrayó “…Hoy es la resurrección de una nueva Bolivia, un día histórico para nuestra patria… Gracias por recuperar la democracia, gracias por el sacrificio a lo largo de los paros y bloqueos… Gracias a los policías y a las fuerzas armadas…”.

Con la conjunción de intereses religiosos fundamentalistas, cívico-empresariales, policiales y militares, no es muy difícil presentir lo que se avecina.


Salud en la reforma de la Constitución: ¿son necesarios los cambios propuestos?


Jorge Luis Prosperi Ramírez
www.elblogdejorgeprosperi.com / 111119

¿Debe estar incluida la Salud en la reforma de la Constitución?, ¿son necesarios los cambios propuestos por los diputados?

Para comenzar, subrayo que, las reformas propuestas en los Artículos sobre salud en el Capítulo VI de la Constitución vigente, no fueron contempladas en el anteproyecto de Reformas Constitucionales consensuado por el plenario del Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo, el cual fue acogido por el Consejo de Gabinete y sometido como proyecto de Acto Constitucional a la consideración de la Asamblea Nacional. Se trata pues de una ocurrencia de nuestros honorables diputados que buscaría, de acuerdo al significado de reformar: “mejorar, enmendar, actualizar o innovar”, el texto constitucional vigente.

Es importante hacer este señalamiento inicial, pues se supone que esta opción, colocar la salud en la reforma de la Constitución, fue discutida ampliamente por los miembros de la Concertación, entre los cuales hay profesionales con sobrada capacidad y experiencia en el sector salud, y al final no lo consideraron necesario. Pero… los primeros pudieron estar equivocados, o más preocupados en otros temas (justicia, economía, política, etc.) y “se les escapó” la posibilidad de incluir la salud en la reforma de la Constitución, como sí hicieron los diputados.

En todo caso, parece que ninguno de los dos grupos tomó en cuenta que todo el articulado constitucional vigente (palabras más o menos), data de nuestra Constitución Política de 1972. Debió modificarse a medida que iban surgiendo conocimientos y propuestas sobre Salud Pública, en especial lo relativo al nuevo perfil epidemiológico de la población panameña, los determinantes sociales de la salud, la cobertura universal de salud, el desarrollo de las redes integradas de servicios de salud, etc. Este no fue el caso, por lo que debería ser incorporado en el debate que retomaremos en el 2020.

Dicho eso, démosle un vistazo a lo que dice la Constitución vigente, con algunos comentarios míos, comparémoslo con lo que proponen los honorables diputados y decidamos si merece nuestro respaldo o no.

Salud en la Constitución vigente

El capítulo 6° (salud, seguridad social y asistencia social) de nuestra Constitución Política vigente, formula nueve artículos (109-117) para garantizar el goce de nuestro derecho a la promoción, protección, conservación, restitución y rehabilitación de la salud y la obligación de conservarla, entendida ésta como el completo bienestar físico, mental y social. Sin embargo, la rectoría del Ministerio de Salud, no queda establecida en el texto vigente.

Los primeros tres artículos (109-111) establecen las funciones y actividades que le corresponde al Estado en materia de salud, integrando las funciones de prevención, curación y rehabilitación. Especial atención merece el mandato constitucional de desarrollar una política nacional de alimentación y nutrición que asegure un óptimo estado nutricional para toda la población, al promover la disponibilidad, el consumo y el aprovechamiento biológico de los alimentos adecuados; la protección de la salud de la madre, del niño y del adolescente, garantizando una atención integral durante el proceso de gestación, lactancia, crecimiento y desarrollo en la niñez y adolescencia; el combate a las enfermedades transmisibles mediante el saneamiento ambiental, el desarrollo de la disponibilidad de agua potable y adoptar medidas de inmunización, profilaxis y tratamiento, proporcionadas colectiva o individualmente, a toda la población.

En mi opinión, si en la original incluimos las enfermedades transmisibles, ahora, por los cambios en el perfil epidemiológico nacional, debemos incluir la promoción de la salud, el control y prevención y tratamiento oportuno de las enfermedades no transmisibles, los accidentes y la violencia, que causan miles de muertes cada año en el país.

Sobre la organización de los servicios de salud, la constitución vigente se limita a establecer la creación, de acuerdo con las necesidades de cada región, de establecimientos en los cuales se presten servicios de salud integral y suministren medicamentos a toda la población. Estos servicios de salud y medicamentos serán proporcionados gratuitamente a quienes carezcan de recursos económicos.

Sobre este aspecto, es importante destacar la falencia de la mención a las “redes integradas de servicios de salud”, así como al desarrollo de un “modelo de atención” integral basado en la Atención Primaria de Salud. No obstante, sí se establece la garantía de producción, disponibilidad, accesibilidad, calidad y control de los medicamentos para toda la población del país, lo cual es un asunto de gran sensibilidad y preocupación, el cual parece ir bien encaminado con la aprobación reciente de la ley 97 que modifica, adiciona artículos a la ley 1 de 10 de enero de 2001 sobre medicamentos.

El artículo 115 ordena la integración orgánica y funcional de los sectores gubernamentales de salud, incluyendo sus instituciones autónomas y semiautónomas. Celebro que finalmente estamos avanzando en esta dirección, complementándose el mandato constitucional con el reciente Decreto Ejecutivo 290, por medio del cual se establece el proceso de coordinación efectiva y sostenible de los servicios integrales de salud, entre el Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social, para la población de la República.

El derecho a la seguridad social se establece en los artículos 113, 114 y 115 de la Constitución vigente. Sin embargo, no se hace referencia explícita a la Caja del Seguro Social como la institución garante de este derecho, sino que se limita el articulado a afirmar que “los servicios de seguridad social serán prestados o administrados por entidades autónomas…”, agregando que “el Estado creará establecimientos de asistencia y previsión sociales…”

Salud en la reforma de la Constitución: un vistazo a la propuesta

Por su parte, nuestros diputados proponen modificar el capítulo 6°, para que este se denomine de “Salud y Asistencia Social”, proponiendo además la creación un capítulo nuevo, que haga referencia a la “Seguridad Social y Caja de Seguro Social”. Subrayo de entrada, que esta propuesta (con las salvaguardas que señalaré más abajo) es necesaria, pues implica que nuestro sistema público nacional de salud, se apoya en dos pilares: el Minsa y la CSS, sin que eso signifique, como temen algunos, que la CSS perderá autonomía al integrarse en un sistema nacional.

Lo nuevo y sustantivo de ese capítulo 6° modificado, es que se incluye un artículo nuevo, el 109-A, para subrayar que “el Ministerio de Salud es el ente rector en materia de salud, y es el referente a la organización nacional del modelo de gestión y atención de la salud”. Esto, como señalé en “¿Qué significa la Rectoría del Ministerio de Salud?, es absolutamente necesario y lo apoyo, y repito, no significa que la CSS perderá su autonomía. El resto del contenido nuevo propuesto para ese artículo, referido al deber del Estado en materia de salud, está cubierto por los artículos vigentes citados arriba, por lo que lo considero redundante e innecesario. No obstante, deben incluirse las modificaciones ya propuestas al inicio de este artículo, para complementar, si es que se acepta, la propuesta de incluir la salud en la reforma de la constitución.

También, se propone un capítulo nuevo, el cual establece en su primer artículo nuevo, la figura de la Caja del Seguro Social como la institución responsable de “garantizar a los asegurados el derecho a la seguridad de sus medios económicos de subsistencia frente a la afectación de estos medios…”. Como asegurado, apoyo darle rango constitucional a la CSS. Sin embargo, como está escrita la propuesta, limita la responsabilidad institucional en materia de pensiones, ya que la restringe a las posibilidades financieras de la institución. Además, no hace referencia explícita a la prestación de servicios de salud basado en el modelo de atención establecido por el Minsa. Tampoco se explicita, como debe ser, la pertenencia al Sistema Público Nacional de salud, y el reconocimiento de la rectoría del Minsa sobre el quehacer de la CSS.

Este artículo nuevo también establece las prerrogativas y facultades de las que gozará la CSS: administrar y mantener sus fondos separados e independientes del gobierno central, con el deber de administrarlos con transparencia y aprobar su proyecto de presupuesto, el que será incorporado al proyecto de Presupuesto General del Estado, sin modificaciones.

No hay duda de que esta normativa impactará las finanzas públicas. No obstante, los dueños de la CSS somos, a fin de cuentas, los asegurados, y somos quienes ponemos la mayoría del presupuesto institucional, por lo que estaría a favor. Yo quiero que mi institución tenga, autonomía plena en lo gerencial, económico, presupuestario y financiero. Que su gestión garantice los mejores recursos humanos, procedimientos administrativos transparentes y eficientes, la excelencia y probidad del desempeño a nivel gerencial, administrativo y clínico, así como el blindaje contra la injerencia de los intereses políticos partidistas y los diferentes grupos económicos que solo buscan sus beneficios.

Sobre el resto del contenido propuesto: lo referente a los órganos de gobierno, la Junta Directiva, el nombramiento del Director, las funciones de cada órgano, etc.; considero que no es necesario elevarlo a rango constitucional, pues debe ser materia cubierta por la Ley Orgánica de la CSS.


Exsoldados del batallón Atlacatl declaran contra sus superiores en el caso de El Mozote


Nelson Rauda Zablah
 www.elfaro.net/ 02/11/2019

"Los que estaban ahí no tenían armas. ¡Si solo eran mujeres, niños y ancianos!", dijo el testigo clave Sol. "No denuncié esto antes porque si lo hacía, me mataban", dijo el testigo clave Juan. En un hecho sin precedentes, dos exsoldados del Batallón Atlacatl aceptaron, 38 años después, que participaron en un operativo de exterminio de población civil. Ambos exsoldados comparecieron en el juicio sobre la masacre de El Mozote, para colaborar con la Fiscalía en contra de los oficiales militares acusados de planificar y dirigir el operativo.

Dos exsoldados del Batallón Atlacatl decidieron colaborar con la justicia y se convirtieron, el viernes 1 de noviembre, en testigos protegidos de la Fiscalía, ofreciendo su testimonio contra los que fueron sus oficiales superiores y contra quienes conformaban el alto mando militar de El Salvador al inicio de la guerra civil.

Los exsoldados dijeron que participaron en la masacre de El Mozote, el operativo militar que en diciembre de 1981 acabó con la vida de 989 personas, en su mayoría niños. Aquella se convirtió en la más sangrienta masacre de toda la guerra civil salvadoreña (1980- 1992).
Sus testimonios sobre los días del operativo, las horas, la forma de transportarse, las unidades militares involucradas o la forma de ordenar a la gente en el caserío El Mozote antes de matarlas coinciden con los testimonios de decenas de víctimas que ya han declarado en el juzgado de Instrucción de San Francisco Gotera. Además, refuerzan hechos históricos como el asesoramiento de militares estadounidenses al Batallón Atlacatl o el uso de fusiles M 16, tal como lo describen los peritajes balísticos practicados en El Mozote.

Los exmilitares señalaron por nombre a varios imputados del caso: al coronel Natividad de Jesús Cáceres Cabrera, segundo al mando del Atlacatl cuando ocurrió la masacre, al general Mauricio Isaac Duke Lozano, al coronel Ernesto Méndez Rodríguez y al coronel José Mario Godínez Castillo. Además, mencionaron a otros militares que participaron en la operación pero que ya fallecieron como el coronel Domingo Monterrosa Barrios, comandante del batallón Atlacatl, el coronel Luis Ángel Pérez Reyes y el capitán Salvador Mauricio Alvarado Guevara. Aunque estos tres últimos no están en juicio, ya habían sido identificados antes, por la querella o por el juzgado, como partícipes de la operación.

Los señalamientos directos a los imputados suponen un punto de inflexión de un caso reabierto en 2016 y que lleva ya tres años en la etapa de Instrucción, la fase judicial en la que se ofrecen pruebas y se determina si hay suficientes elementos para ir a un juicio.

Los testigos “Juan” y “Sol”, según la Fiscalía, son “testigos directos de la ejecución del plan de operación militar que se implementó en el caserío el Mozote y lugares aledaños”, de acuerdo con un escrito presentado al Juzgado el 13 de septiembre de este año. Sus testimonios sirven para “establecer la existencia de la masacre y la participación de las personas responsables”.

Esa segunda parte es la clave. Hasta ahora todos los testimonios han servido para acreditar los hechos, y la comisión de los diferentes delitos por los que los oficiales están acusados. Pero, aparte del fallecido coronel Monterrosa, ningún oficial había sido señalado directamente de participar por un testigo. Si no se puede comprobar el rol de cada uno en el plan, una condena es imposible. El testimonio de soldados que participaron en la masacre es algo que cambia el escenario.

Jorge Guzmán, el juez a cargo del proceso, valiéndose de las leyes vigentes en 1981, así como de las actuales, ha configurado un proceso de instrucción alargado, sui generis, que promete estrenar dos grandes hitos históricos.

Uno es el testimonio de los exsoldados del Atlacatl, a quienes el juzgado y la Fiscalía llegaron a identificar tras un proceso complicado. El otro es la consecución de los archivos militares que documenten la orden de realizar un operativo que terminó en exterminio. Por años, en El Salvador se dijo que los archivos no existían y los soldados que participaron en la masacre parecieron desvanecerse, anónimos. Pero este viernes 1 de noviembre se resquebrajaron ambas mentiras. No solo dos soldados testificaron, sino que el presidente de la República, Nayib Bukele, anunció que abrirá los archivos militares aún más allá de las peticiones judiciales que ya recibió.

Parece el principio del fin de la fase de Instrucción del juicio por El Mozote. Las respuestas de los testigos “Juan” y “Sol” constituyen relatos inéditos para la reconstrucción del crimen, pero también para la historia de El Salvador.

”Me van a preguntar referente a la masacre de El Mozote, en Morazán, en diciembre de 1981”, dijo “Juan”, oculto tras un biombo de madera y a través de un aparato que distorsionaba el timbre de su voz para darle una de ultratumba. Los dos exmilitares declaran bajo un seudónimo y su identidad solo es conocida por la fiscalía y por el juez. En los interrogatorios judiciales, los testigos tienen que dar respuestas cortas a preguntas concretas. Este relato utiliza solo las respuestas de clave Juan para recrear la historia que contó al tribunal.

«Fue en los primeros días de diciembre. Unos días antes, yo estaba en la sede del Batallón Atlacatl, en Opico, La Libertad. Ingresé el 1º de marzo de 1981. Estaba ahí porque se ganaba un poco más que donde estaba antes, en la Segunda Brigada de Infantería.

Yo estaba en la segunda compañía. Eran seis compañías. Cada compañía era de 160 hombres. El comandante del Batallón Atlacatl era mi coronel Monterrosa y el segundo al mando era Natividad de Jesús Cáceres.

Mi capitán Mauricio Isaac Duke Lozano nos reunió. Él era un hombre peche (delgado), alto, blanco y colocho. Nos dijeron que nos montáramos a los camiones. Yo me monté la mochila al lomo y me monté a uno de los ocho camiones. Vinimos aquí a San Francisco Gotera. La compañía se bajó a comprar y a comer algo. Los jefes entraron al cuartel. De los que entraron me acuerdo de Pérez Reyes y Alvarado Guevara. Estuvieron como 45 minutos. Cuando ellos vuelven a salir me ordenaron que me montara al camión. Me puse la mochila al lomo y fuimos a Perquín. Allá dormimos en el monte. 

A las nueve de la mañana del siguiente día nos volvieron a formar para salir de vuelta. Estaba el sargento Julio César Vásquez Martínez y el sargento Martínez Martínez. Empezamos a caminar de vuelta. No sabía a dónde íbamos. No sabía a qué íbamos. Llegamos a pie por unas veredas que iban para El Mozote. Llegamos entre las 11 de la mañana y las 12.

Los soldados se pusieron a hacer grupos y yo me quedé cuidando las mochilas. Aparte de los grupos, lo demás de la unidad tenía una orden periférica, cuidando el terreno que era plano y montañoso.
El teniente Alvarado Guevara dijo que formaran grupos porque iban a matar a la gente. Él llevaba órdenes de Monterrosa y Monterrosa recibía órdenes del Estado Mayor. Un soldado, un cabo o un oficial no se puede ordenar él solo. Alvarado Guevara dijo que sacaran a la gente a los corredores y los patios de las casas. A otros grupos le dijeron que empezaran a matarlos. Vi disparando al cabo Martínez Callejas, al cabo Remberto Reyes López y a Saúl Moreno Granada.

Yo estaba como a cincuenta metros cuidando los equipos. En las mochilas llevábamos munición, ropa, y comida para tres días, aunque el que era comelón se lo comía el mismo día. Cargábamos un fusil M 16. El uniforme era verde olivo y llevaba un parche del indio Atlacatl y otra cosita celeste del uniforme. Llevaba un casco de fibra y acero.
Yo veía a la gente. Niños de entre dos a siete años, señoras y señores vestidos humildemente. Los soldados del Atlacatl las mataron a balazos. Después de que las matan, nos ubican de nuevo. Las personas quedaban ahí. Empezaron a quemar las casas de teja y bahareque con fósforos.

No denuncié esto antes porque si lo hacía, me mataban. Además, no había tenido la oportunidad. Como soy pobre y solo trabajando paso. Yo les dije que era una injusticia con las criaturas. Pero no podía hacer nada para evitarlo porque yo no era el jefe de ellos.

Yo estuve en El Mozote dos días y dos noches. Después nos vinimos de vuelta a la pista de San Francisco Gotera, como tres horas de camino. Ahí llegaron los camiones».
 
 ***
Llegar hasta esta mañana de confesiones ha sido un camino sinuoso y cuesta arriba. Por mucho tiempo, los soldados del Atlacatl que participaron en El Mozote han existido en cualquier parte menos en los tribunales. Víctimas de la masacre hablan de hombres anónimos en un bus o a quienes encontraron tiempo después, lejos de Morazán, y les contaron lo que habían hecho. Pero al preguntar por sus nombres o ubicaciones la respuesta era vaga: no sé qué se hizo.

Sofía Romero, testigo de la masacre en el caso judicial, dice que a ella un soldado del Atlacatl le contó lo que había pasado poco tiempo después de ocurrido, a finales de diciembre del 81 o al principio de enero del 82 según recuerda. Así es como se enteró que, a su padre, quien había sido sacristán de la iglesia, lo torturaron antes de matarlo porque lo acusaron de prestar la llave de la iglesia para que los guerrilleros celebraran misa. A su madre, los soldados la obligaron a cocinarles tortillas antes de matarla. A una de sus hermanas la llevaron a una colina para violarla, como sucedió con muchas mujeres jóvenes. El soldado que le contó esto dijo a Sofía que, después de que la violaran, él ofreció a su hermana salvarla y llevársela a vivir con él. Pero la joven lo rechazó: “mátenme”, le dijo. Sofía dice que ese soldado “vive ahí por San Miguel” y que si uno lo viera le daría lástima por su condición física. “Todo lo que uno hace lo paga aquí”, reflexiona Sofía.

Las respuestas vagas no han venido solo de los sobrevivientes. Hace tres años, un mes después del reinicio del juicio, la presidencia de Salvador Sánchez Cerén respondió al tribunal que no existía documentación sobre la “Operación Rescate”, el nombre del operativo que culminó en la masacre de El Mozote. La negativa se superó con una nómina que proveyó el Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (IPSFA). En febrero de 2019, el tribunal entregó a la Fiscalía una lista de unos 480 soldados.

Como los testigos tienen régimen de protección, no hay forma de asegurar que los contactaron a partir de esa lista. La Fiscalía mantuvo en sigilo sus avances con esas diligencias. Pero las cosas se aceleraron hace dos meses. El 5 de septiembre, la Fiscalía pidió a la Unidad Técnica Ejecutiva del sector Justicia (UTE) que concediera medidas de protección a los testigos claves “Juan” y “Sol”. La UTE las concedió el 9 de septiembre. El 13 de septiembre, los fiscales presentaron al juez Guzmán un escrito para pedirle autorización de que Juan y Sol declararan bajo protección. Los fiscales creen que ellos son “indispensables para acreditar la forma como ocurrieron los hechos ya que son testimonios fehacientes de personas que observaron algunos acontecimientos de los hechos investigados”.

***
“Fui citado a declarar sobre la masacre de El Mozote”, dijo “Sol” en la tarde del 1 de noviembre, en las mismas condiciones que clave Juan: oculto y con voz de terror.

«Fue el año 81, entre el 11 y el 14 de diciembre. Yo estaba de alta en la primera compañía del Batallón Atlacatl, en el cantón Sitio del Niño en La Libertad. Ingresé el 1 de marzo del 81. Eran nueve compañías.
El comandante, coronel Domingo Monterrosa Barrios, nos dijo que íbamos a un operativo. Empecé a preparar el equipo, la mochila y un fusil M16. Nos subimos a los camiones, un aproximado de 60 camiones, una parte eran de la Fuerza Armada, otra de Caminos (una antigua unidad gubernamental de reparación de calles) y otra parte de la extinta Guardia Nacional. Salimos rumbo a Morazán.

Paramos en la Tercera Brigada de San Miguel. Desconozco por qué. El comandante y los demás jefes se bajaron y entraron a la brigada. Estuvieron como una hora. Estaba el coronel Monterrosa Barrios, el mayor Natividad de Jesús Cáceres, el capitán Ernesto Méndez Rodríguez, el teniente (Ángel Román) Sermeño Nieto, el teniente Carlos Fernando Herrera Carranza y muchos más que no me recuerdo.
Cuando salieron, el oficial que venía, el teniente Carlos Fernando Herrera Carranza le dijo al motorista que íbamos a Gotera. Entrando a la cabecera departamental estaba esperándonos el coronel Crucito le decían, el comandante de aquí. El coronel Monterrosa Barrios se puso a platicar una media hora con ese señor Crucito. Nosotros estábamos arriba de los camiones.

Cuando los jefes se subieron a los vehículos, salimos rumbo a Perkín. Llegamos al río Torola, los comandantes de compañía nos bajaron de los camiones. Solo recuerdo al capitán Méndez Rodríguez. Él nos dijo que íbamos a caminar por la carretera hasta Jocoaitique. Éramos unos 1,500. Caminamos unas cuatro horas.

En el desvío de Jocoaitique nos empezaron a disparar, supuestamente la guerrilla. Nos cubrimos y comenzamos a disparar también. Ese intercambio duró como media hora. De ahí se quedó calmado. Luego buscamos donde dormir.

Al día siguiente en la madrugada, como a las 3 de la mañana, salimos en marcha rumbo al Mozote. Un grupo iba por la calle y los demás por el monte. Llegamos como a las seis de la mañana.

Íbamos como 150. En las cercanías de El Mozote tuvimos un enfrentamiento con la guerrilla. Estuvimos como ocho horas. Luego entramos al caserío y la guerrilla se retiró.

Monterrosa y Cáceres nos ordenaron que había que registrar las casas minuciosamente y recoger a la gente en un solo lugar. Reunimos a la gente. Eran mujeres, ancianos y niños. En el caserío los tendieron en la iglesia católica, que estaba al centro. A otros en casas aledañas al templo. Las niñas eran como de 10 años para abajo. Los niños estaban vestidos algunos en calzoncillo y pantaloncito. Las niñas en vestidito. Unos sin zapatos. La gente permaneció ahí recogida como tres días más.

El coronel Monterrosa dijo que del Estado Mayor iban a venir a interrogar a las personas. Así fue. Venían todos los días en la mañana dos helicópteros y en la tarde se iban. Se bajaron unas seis personas, unos de civil y otros de verde olivo como soldados. Esos eran los investigadores, así nos habían dicho: que el Estado Mayor iba a decidir qué les iba a pasar a las personas. Yo estaba como a tres cuadras, pero pasaba cerca de donde ellos, atrás de las casas, cuando iba a traer agua. Nos llevaban alimentación por helicóptero. El responsable de la alimentación era el mayor Godínez Castillo.

Al final, cuando se fueron los helicópteros se empezaron a oír disparos y gritos de niños y de mujeres. Era que los estaban matando.
Decían: ‘¡Ay, no!’.

Se oían muchos disparos. No le puedo decir cuántos porque son bastantes. Después vi que agarraron fuego las casas. Fueron los soldados porque solo ellos andaban ahí con los oficiales encargados de ellos. Los que estaban ahí no tenían armas. ¡Si solo eran mujeres, niños y ancianos!

No sé quién dio la orden, pero si ellos eran los encargados de venir a investigar, de ahí ha de haber salido. De ninguna manera podía pasar sin conocimiento del Estado Mayor. Todos los operativos que se hacían eran autorizados.

No había habido oportunidad de contar esto, como ahora, y tenía miedo de que nos asesinen también. Pero ya que la Fiscalía me citó, vine con gusto».

 ***
Como ha pasado en cada testimonio previo, los abogados defensores de los militares cuchichearon y sonrieron cuando escucharon la palabra guerrilla salir de la boca del testigo Sol.
“El interrogatorio está perfecto como fue la realidad. Dice que tienen un enfrentamiento grotesco de ocho horas. Siendo militar, un enfrentamiento de ocho horas es algo monumental. La fuerza militar que cuidaba El Mozote era enorme”, dijo después de la audiencia el abogado Roberto Girón Flores. “Después de un enfrentamiento de ocho horas, ¿cuántos cadáveres quedaron? ¿Dónde están enterrados esos cadáveres que quedaron? ¿Dónde están los niños, mujeres y ancianos que cayeron en esos combates?”, se preguntó.

Tras escuchar que un testigo describió un enfrentamiento, Girón Flores buscó atribuir todas las muertes a ese hecho. Pero su conclusión es inexacta: el testigo dijo que hubo un enfrentamiento antes de entrar al caserío y describió cómo, en el momento de las ejecuciones, las víctimas estaban desarmadas.

Aunque es la primera vez en el juicio que un testigo describe enfrentamientos con la guerrilla previos a los asesinatos de civiles, la información no es nueva. Ya en 1991 un informe de Tutela Legal, querellante del caso, afirmaba que el 10 de diciembre de 1981, miembros de la primera compañía del Atlacatl, justamente bajo el mando del capitán Méndez Rodríguez “sostuvieron combates con la guerrilla en el lugar conocido como El Portillón, en Arambala”. El dicho del testigo Sol confirma esta narración.

Girón Flores es defensor del coronel Natividad Cáceres, oficial ejecutivo del Atlacatl en el momento de la masacre y otros dos imputados: el general Carlos Cáceres Flores y el coronel Luis Landaverde Barrera. Hace unas semanas, Girón Flores y su bufete fracasaron en su intento de promover un antejuicio contra el juez del caso El Mozote.

La defensa cambió radicalmente de estrategia en su tratamiento al testigo Juan y al testigo Sol. Con Juan fueron muy intensos, y el testigo terminó aportando en el contrainterrogatorio detalles que no había contado en su primera intervención. Por ejemplo, fue a preguntas del abogado defensor, Rodolfo Garay Pineda, que Juan contó que había “trabajado con asesores norteamericanos” y que había recibido entrenamiento de ellos. Garay Pineda le preguntó al testigo si recordaba “el himno del batallón Atlacatl”, como una forma de tratar de sembrar duda sobre su pertenencia a esa unidad. El testigo dijo que no lo recordaba.

A Sol, en cambio, nadie le preguntó. “Sobre la mención de mi defendido hay demasiadas incongruencias que creo que ya no valía la pena hacerle una pregunta” explicó Fernando Godínez, defensor del mayor Godínez Castillo. Otro abogado defensor, Néstor Pineda, dijo que “cualquier inexactitud es favorable porque contribuye a dudas razonables a favor de los indiciados”.

Sol dijo que el Atlacatl tenía nueve compañías, aunque para 1981 tenía seis. Para el fiscal Julio César Larrama, este tipo de contradicciones “no son de fondo ni le restan credibilidad al testimonio”. Larrama es el jefe de la unidad fiscal que investiga crímenes de guerra. “No vamos a ignorar que era una zona de constantes combates.  Pero ha quedado claro que al momento de que se ejecutan a las personas, el enfrentamiento había cesado. No estaban armados cuando los ejecutaron”, dijo Larrama.

David Morales, querellante particular y exprocurador de derechos humanos, dijo que el relato de Sol sobre helicópteros aterrizando cuando el ejército ya había tomado el caserío El Mozote coincide con el informe de Tutela Legal de 1991 y con el peritaje de la experta Terry Karl que consta agregado al proceso. Para Morales, ese hecho “involucra directamente a Guillermo García y Rafael Flores Lima”, exministro de Defensa y exjefe del Estado Mayor respectivamente.

***
A las 8:59 de la mañana, un minuto antes de la hora a la que los abogados habían sido convocados, el defensor Néstor Pineda presentó un escrito para intentar suspender la audiencia. El abogado Rodolfo Garay Pineda protestó por el uso de una ley nueva, como la de protección a víctimas y testigos, para un caso que empezó en 1990. Lisandro Quintanilla planteó un incidente para argumentar que los testigos protegidos en realidad debían ser copartícipes y, por lo tanto, testigos “criteriados”. El juez declaró inadmisible el escrito de Pineda y no cedió a las peticiones Quintanilla y Garay.

Lo que, por mucho tiempo, los militares, y ahora sus abogados, no querían que pasara ha comenzado a pasar. 38 años más tarde, los soldados han empezado a declarar contra sus superiores.

Las dos iglesias católicas en Nicaragua


José Luis Rocha

La Iglesia es casta meretrix -santa y pecadora, casta y prostituta-, nos recuerdan muchos teólogos. No importa si San Ambrosio de Milán no le quiso dar este sentido a la expresión que acuñó en el siglo IV, sino señalar que la Iglesia permanece santa, aunque acoja a los pecadores, el hecho es que desde sus primeros pasos la Iglesia católica ha tenido este carácter dual. Esquizofrénico, si quieren.

El doble rostro intensificó sus diferencias con la institucionalización del catolicismo cuando tras la conversión del emperador Constantino el imperio y la Iglesia se fundieron y confundieron, dando por resultado una jerarquía, división política, protocolos, símbolos de poder y fórmulas que fueron absorbidos como propios por la que empezó siendo una pequeña secta religiosa, una nimia división dentro del credo judaico, y que sin embargo sobrevivió miles de años al imperio que mimetizó.

Desde entonces los elementos más visibles del catolicismo albergan contrastes que, de no existir en la realidad y repetirse en cada siglo, podrían ser tomados como delirios de novelistas de imaginación desbocada. ¿Cómo conciliar que San Francisco de Asís perteneció a la misma institución que los cardenales de vida regalada y lujos desmesurados? Hay muchos otros ejemplos. Santa Teresa cerrando conventos de vida disoluta que la hospedaban en establos para tomar su venganza anticipada. El obispo brasileño Helder Cámara predicando contra los militares y la espiral de la violencia en una América Latina salpicada de capellanes de ejércitos asesinos. La Iglesia actual tuvo un cardenal Bernard Law que no renunció a los viajes en su avión privado ni siquiera después de que su diócesis y otras más tuvieron que pagar millones a las víctimas de los sacerdotes pedófilos a quienes él encubrió durante décadas. Pero también tuvo y tiene a Alejandro Solalinde, apóstol de los migrantes 24/7, que lava su ropa y se baña a huacalazos para ser más pueblo y más humano.

Un hito de esa iglesia profética fueron los seis jesuitas asesinados hace treinta años, el 16 de noviembre de 1989. Pagaron el precio de su compromiso cuando sus vidas fueron segadas al borde de la paz por la que lucharon, y sin ver un atisbo de la justicia que inspiró sus escritos y homilías. Ignacio Ellacuría, desde la rectoría de la UCA de El Salvador, hizo de esa universidad una plataforma de denuncia con una influencia benéfica en la política que sus sucesores han mantenido vigorosa. A los jesuitas los asesinó el batallón de élite Atlacatl. El gobierno intentó simular que los había asesinado la guerrilla, lo cual hubiera resultado hasta cierto punto verosímil porque sus críticas también se dirigieron a la guerrilla, aunque mucho más hacia un ejército cuya mayor responsabilidad en los crímenes de guerra fue establecida por la Comisión de la Verdad.

La rebelión cívica que en Nicaragua empezó el 18 de abril de 2018 y que sigue en infatigable pie de lucha ha sido un desafío a todos los sectores de la ciudadanía. Lo ha sido para la Iglesia católica, cuya entereza moral puso a prueba y cuyo rostro dual desnudó una vez más ante los fieles y ante todos los nicaragüenses y el mundo.

Apareció así una Iglesia venal, que saca la calculadora para sumar y multiplicar, y que no quiere volver al tiempo de las vacas flacas en que el Estado era menos generoso en las subvenciones para mantenimiento de templos y obras de caridad, y en la concesión de cargos públicos a familiares de altos y medianos eclesiásticos. O quizás es también una Iglesia temerosa de que el FSLN ventile sus chochinaditas y cochinadotas sexuales y financieras. O quizás enmudeció porque sus miembros aspiran a hacer carrera eclesiástica y esperan las señales del Vaticano, no siempre claras y a menudo pendulares, para saber de qué lado colocarse sin poner en peligro futuros ascensos, prelaturas y otras prebendas.

Pero también hay otra Iglesia muy distinta. La que se jugó la vida poniéndose delante del pueblo en manifestaciones y protegiéndolo de asedios policiales y paramilitares. Esa iglesia sigue abriendo sus templos a la resistencia pacífica y haciendo de los púlpitos unas tribunas de denuncia, en la mejor tradición de los profetas Samuel e Isaías, Simone Weil y Edith Stein, Óscar Arnulfo Romero y Pedro Casaldáliga, siempre contra el poder, con riesgo de sus vidas.

Esa Iglesia no calcula. Se deja llevar por el viento del espíritu, que pasa como una brisa suave sobre las víctimas y los desheredados de este mundo. Es la Iglesia del carisma, no del poder. Al fin y al cabo, es la Iglesia de Jesucristo, que no pensó en fundar iglesia alguna y nunca calculó, no tuvo bienes que defender ni cola que le pisaran. Y a quien tenía sin cuidado si se ganaba una pésima reputación como bebedor y comelón por disfrutar con sus amigos cuando podía.

De un lado está una Iglesia que tiene al arzobispo de Managua Leopoldo Brenes a la cabeza. De su boca jamás ha salido ni parece que saldrá una frase profética. De ahí brotan ideas descoordinadas, destinadas a confundir al pueblo llano. Brenes no es tonto, pero cree que el pueblo sí lo es y lo estima tan estúpido como para tomar sus galimatías por frases piadosas o incluso por expresiones que imitan esa complejidad vaporosa propia de los libros de teología. Nunca hace una denuncia directa, sino a través de frases que quieren ser sibilinas. Cuando se supone que condena un hecho, su oficina arzobispal emite una nota de prensa que habla de él en tercera persona, cada vez con frases y tono más confrontativas con el régimen de Ortega, pero nunca con la voz propia y tronante que haga eco de los lamentos de las víctimas y esté a la altura de la premura y definición que la situación urge. Ningún orteguista le dirá que dijo lo que no debía decir, pues siempre es más lo que dice no diciendo. Lo acompaña en su desprecio por el pueblo nicaragüense el nuncio Waldemar Sommertag. Agitando su sotana luctuosa, durante meses se pavoneó como eslabón perdido entre La Modelo y El Carmen y se hizo acreedor al título de gran Archipámpano Saca-presos que los rumores guasapeados le concedieron como un sobrenombre infamante. El número de reclusos sigue en aumento y, según lo visto y oído, el nuncio ha perdido sus dotes liberadoras y caído en un sospechoso —espero que no ominoso— mutismo.

Los acompañan muchos comparsas. Los “poquita cosa”, como diría una de mis tías. Y lo son no porque sean menos capaces que los mencionados, sino porque no han alcanzado a ocupar cargos acordes a su nivel de corrupción, incluso si son obispos, como Vivas y Sándigo. Ni siquiera el papado los auparía hasta ese nivel.

En la acera de enfrente está la otra Iglesia. Una y otra son variadas. Pero en esta otra hay más carisma que poder. Entre sus líderes sobresale el obispo de Estelí, Abelardo Mata. Sus formas frugales no logran ocultar una cultura sólida. Sabe comunicarse con el pueblo y no lo subestima. Lo escucha y se toma muy en serio sus clamores. Lo conmueven y lo mueven a actuar. Sospecho que no coincido con él en muchos criterios, pero es imposible no respetar y pregonar su arrojo, entrega y lucidez. En esa Iglesia está el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y con mayor osadía destaca el párroco Edwin Román, que se supera cada día. Cuando parece que ya había llegado al pico de su compromiso, añade una nueva acción sobrecogedora. No le bastó recibir en su parroquia a diez madres de presos políticos. Se sumó a su huelga de hambre, pese a su diabetes y al acoso policial.

El nuncio no se pronuncia sobre esta Iglesia. La descalificó al legitimar con su asistencia un fake-diálogo que esta Iglesia denunció y en el que rehusó participar. Su reputación se hundió en un abismo cuando ni los sectores más complacientes llegaron a los extremos del nuncio, siempre de sonrisa fácil con los operadores orteguistas y rostro agrio para los periodistas independientes.

¿En qué bando está el obispo auxiliar de Managua Silvio Báez? Entre los rebeldes es el más popular de los obispos. Pero se sometió a la institucionalidad de la Iglesia que no es una, sino santa y pecadora. No sé cómo verá su papel desde su romano exilio. Desde aquí lo veo tuiteando una y otra vez, tal vez sentado bajo la cúpula de San Pedro, manteniendo su oposición a Ortega. Y eso está muy bien. Pero me entra la comezón de la duda y empiezo a sospechar que hay más de una razón oculta en su abrupta salida de Nicaragua. Está claro que tenía que resguardar su vida y que Sommertag fue la Salomé que sirvió su cabeza en bandeja.

¿Hay otra razón? A lo mejor —a lo peor— el Vaticano Inc. quiso prepararse para la eventualidad de que Ortega caiga y tener lista una ficha con buenas credenciales que lo represente cuando la oposición llegue al poder y cuya sola presencia en una jerarquía remozada sugiera a los feligreses que el binomio Brenes/Sommertag no representaba el catolicismo, sino el bueno Silvio Báez. El tiempo dirá qué tanto hay de esto. Mejor sería no esperar tanto. Una palabra de Jorge Bergoglio justo ahora bastaría para hacernos saber cuál de las dos iglesias está tomando las decisiones en Roma: la calculadora o la profética.


Danza de los ojos - Nween äjtsp


Juventino Santiago (ayuuk)
ojarasca 271-nov 2019

Meses antes habían muerto muchos hombres, mujeres y niños en El Duraznal por el problema de límite de tierra con el pueblo vecino de Cacalotepec. El conflicto de tierra había durado varios años, pero finalmente ambos pueblos habían llegado a un acuerdo de paz.

Y después de la tregua, se acercaba la fiesta del Día de Muertos, pero luego sucedió que en varias noches habíamos escuchado los aullidos de los perros, y los ojos de mi abuela y de mi mamá bailaban incansablemente. El aullido en manada era ensordecedor y el baile de los ojos también era interminable. Mi abuela y mi mamá sentían que sus ojos saltaban y se caían al suelo.

Pero estos hechos presagiaban que pronto ocurriría algo trágico en el pueblo y lo más probable era que alguien moriría. Aquella tarde en El Duraznal era cubierta por la densidad de la neblina cuando Camilo llegó a pedir muerto en la casa de Aurelio Pablo. Él no se encontraba y solamente estaba su esposa Dominga. Ella le ofreció tamales, caldo de pollo y tepache. De hecho, cuando Camilo llegó ya iba borracho porque ya había tomado tepache en otras casas y más lo que tomó en la casa de Aurelio, pues terminó descompuesto y perdido. Después, quedó dormido en una banca y recargado en un aguacatal.

Más tarde, cuando Aurelio regresó a su casa, pues, encontró a Camilo dormido en la banca y le preguntó a su esposa Dominga que quién era aquel hombre y de dónde venía. Dominga ni siquiera pronunció la palabra Camilo y solamente dijo que el señor venía de Cacalotepec. Entonces, Aurelio también ya había tomado tepache, pero no estaba totalmente descompuesto ni perdido, porque en su memoria todavía logró recordar los años que había sido dirigente en El Duraznal y había luchado en la disputa de tierra con Cacalotepec.

Y fue en ese instante cuando Aurelio tomó y le propinó un hachazo en la cabeza de Camilo y la sangré brotó como si fuera un manantial, pero no era cristalina, sino espesa y roja. Camilo murió al instante. Inmediatamente después, Aurelio tomó una pala y un pico para escarbar una fosa muy cerca de su patio y luego allí enterró a Camilo por primera vez.

Transcurrió un mes y Aurelio no dejaba de soñar por las noches a Camilo. Así que tuvo que desenterrarlo para volver a enterrarlo en la cima de un cerro. Un tercer entierro fue al otro lado del cerro y finalmente tuvo que llevar los restos de Camilo y enterrarlo al camposanto de Tamazulápam. Después de aquella tarde trágica en que Camilo fue sorprendido por la muerte en El Duraznal y los días posteriores, Aurelio tampoco logró vivir en paz, porque todos los días sentía que Camilo lo perseguía y todas las noches aparecía en sus sueños. Meses después, Aurelio murió.

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Tëë n’äjty tu’uk po’ mätsk po’ ja’a yä’ätyëjk, ja’a to’oxtyëjk mëët ja’a mëtsk’ënä’äkjët jajp Tsëpäxkjekyixypy y’ookta’ koo ja’a nääx tsep ojts ijty mëët ja’a Jekyëpäjkp. Tëë n’äjty may jëmët tya’aynë y’ëtnë ja’a nääx tsep jëts ojts ja’a këtunk y’ëmyëtya’kta’ kyäjpxmukta’ jëts net ja’a nääx tsep ojts kyujka’ wya’keya’, jaa ja’a a O’kpxëë n’äjty nyëtën kyëtä’äky jyënkeeny. Xyaa jëtëkojk ojts ëëts may kyoots nmëtey koo ja’a uk wyojmuuta’ jëts ja’a ntääk’ëmëj mëët ja’a ntääk xoyn ja’a wyeen n’äjty nyëtën y’ätsta’.

Tëë n’äjty tsyu’yënë jëts yo’tsnaaxp n’äjty jajp Tsëpäjkxjekiixpy koo Këmil ojts ënaaxp jya’aty mää ja’a nteety Ëprelën tyëjkën. Ka’t ja’a nteey Ëprel n’äjty jam pën, wa’ n’äjty jajp ja’a nyëto’oxy ja’a ntääk Mink. Ojts ja’a ntääk Mink tmo’oy ja’a Këmil më’ëky, tutokx mëët pä’äknëë. Muukëp ja’a Këmil n’äjtynë koo ojts jya’aty mää ja’a ntëëty Ëprel tyëjkën, xyaa ojts waan jyak’uuky, net ojts xon tyëmyuktëkeenyë. Xyaa ojts myä’ooky mää ja’a pu’y n’äjty tu’uk kyiinya’ jëts jam n’äjty nyëtën kutywyemp myä’në’kpetyë.

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Koo jëtën xëë ja’a ëyo’n tpääty t’ijxy ja’a Këmil jajp Tsëpäxkjekyixypy, nyëka’t ja’a nteety Ëprel ojts ey y’ëkjujkyatnë jako ja’a mëjä’äy Ëprel jëtën nyëjyowya’ ëxtëm neexy ja’a Këmil änëm y’ëkpätijtya’, xëëny ja’a koots n’äjty y’ëkëmä’äya’. Xyaa ojts ja’a nteety Ëprel y’ooknë.