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¡VAN PAL CEPO!

Jorge Sarsaneda del Cid
Panamá, 280317

Este instrumento de tortura y castigo ha sido muy comentado últimamente. Incluso hay quienes –sin estar de acuerdo con él- dicen que debían mandar ahí a un buen número de diputados y de los mal llamados políticos. Antes de explicar a qué se debe este problema, ACLARO lo siguiente (por si acaso): 1° NO estoy de acuerdo con el cepo ni con ningún instrumento de tortura (aunque el gobierno de EEUU los avale); 2° El cepo no es “ancestral” ni parte de la cultura indígena, como dicen las televisoras amarillistas; 3° El cepo lo implantaron los invasores europeos hace varios siglos y ¡vaya si lo usaron!; 4° Ni el cepo ni ningún tipo de tortura arregla nada; 5° En la comarca ngäbe-buglé hay delincuencia como en cualquier parte de Panamá.

¿Cuál es el origen inmediato del problema actual y los castigos? El 31 de mayo de 2016, se firmó un “contrato” entre “Power Construction of China y Shandong Pusheng” a quienes llaman “el grupo chino” y “Nole Duima Development Corporation”. En dicho contrato el “grupo chino” se compromete a invertir en: “construcción de casas, escuelas, universidades, centros médicos, infraestructura de agua, minas, puerto, centrales eléctricas, transporte, agricultura, turismo… en la Comarca”. ¿Qué legalidad tiene un contrato así? No sé, me parece que es bastante anormal con visos de mucha ilegalidad.

Sin embargo, la directiva del Congreso General Ngäbe-Buglé encabezada por el señor Demecio Casés, con el apoyo del señor Jeremías Atencio, presidente de la asociación de municipios de la comarca, emitió una resolución (N° 3-E-CGC) el 25 de julio de 2016, en donde “dan fe” (¿????) y parece (porque la redacción es bastante confusa) que apoyan el contrato citado arriba y animan a que se mejore.

Nuevamente pregunto: ¿Qué legalidad tiene esto? Suena como un “Buneau-Varilla indígena”. Se entrega el territorio para hacer, ¿de todo? ¿Cómo es posible que el Congreso avale esto? El Congreso que hubo hace poco (marzo 2017) destituyó a esa directiva y mandó que pusieran “en el cepo” a los perpetradores de este absurdo. Pero nada de eso se dice en la televisión, ni en la radio, ni en los periódicos. Como dicen en lenguaje “televisionés”: ‘la ocasión es propicia’… para hablar tonteras sobre las culturas indígenas y ‘llenarse la boca’ con los derechos humanos.

Dirán los “encepados”: si el gobierno anterior robó todo lo que le dio la gana, si muchos diputados roban descaradamente, si los encopetados banqueros roban millones de millones, si grandes empresas como “jodebrecht” pagan coimas a quien ponga la mano, ¿por qué yo no voy a recibir alguna “untadita”? Incluso mucha gente de nuestro pueblo dice: “ese diputado (representante) sí me resuelve”. Esto equivale a que me da dinero. Entonces, ¿por qué nos “rasgamos los vestidos” cuando los ngäbe ponen en el cepo a alguien que ha intentado robar tan descaradamente a su pueblo? Más que en el cepo, ¡deberían estar presos, por traidores y ladrones!


El mensaje es claro: Cuando la justicia en el país es selectiva y excluyente, la gente pierde la confianza en ella. Los pueblos originarios tienen derecho a ejercer la justicia también. Y un tercer mensaje: sí, somos dos países: el país de los grandes edificios y derroche de dinero y el país indígena con el 80% de su gente viviendo en pobreza, aunque tengamos la misma Constitución.

ACUERDOS PARA LA IMPUNIDAD (3)

El siglo Lunes 27 de marzo de 2017
Miguel Antonio Bernal

        La falta de determinación de las autoridades panameñas, principalmente Ejecutivo, Ministerio Público y Contraloría, en el caso de la mega empresa criminal brasileña de Odebrecht, es cada día más evidente. No tienen la menor voluntad ni interés que la ciudadanía sepa toda la verdad, solo la verdad y nada más que la verdad.

        Odebrecht continua operando impunemente en Panamá y, sin duda, con sus sobrecostos y coimeando como lo hicieron ininterumpidamente durante los últimos diez años. El “acuerdo verbal formal”  de la Procuraduría, acordado para  acordar con Odebrecht para que no se realicen las investigaciones debidas, no se les multe ni se les sancione por los sobornos y demás delitos perpetrados, está en marcha. Procuraduría y Contraloría, fiscalías y auditores pisotean la Constitución, las Convenciones contra la Corrupción, además de la dignidad nacional.

        Coimeadores y coimeados se pasean impunemente por el territorio nacional, sigue en sus cargos públicos o privados, mientras a la fecha la autoridades panameñas hacen todo tipo de malabarismos y maniobras políticas y diplomáticas, en Brasil y Washington, a fin de evitar que en Panamá se pueda saber qué y cómo pasó.

        La atípica Fiscalía Especial Anticorrupción, sigue sin  auditar e investigar como corresponde, mientras la Contraloría tampoco audita ninguno de los proyectos ejecutados por Odebrecht y el Órgano Judicial desempeña su papel de convidado de piedra y muchos nos preguntamos: los más de dos mil millones en coimas y sobre costos. ¿dónde y en manos de quiénes  están? ¿Volverán a las arcas nacionales?.

        Razón tienen la profesora Pizzurno al afirmar, en artículo de opinion: “Dentro de este escenrio quienes denuncian los actos de corrupción y exigen justicia se convierten ipso facto, en enemigos del Estado, oportunistas politicos y antipatriotas deleznables que terminan siendo defenestrados y descalificados socialmente. De manera que, para evitar males mayores y convertirse en parias sociales, optan por el silencio”


        Eso es lo que buscan y quieren nuestras autoridades: una población sumisa y genuflexa que “confie” en ellos y que guarde silencio,  mientras ellos pactan con el delito y los delincuentes.

ACUERDOS PARA LA IMPUNIDAD (2)

Por: Miguel Antonio Bernal

La publicitada decisión de las autoridades panameñas de pactar  y  “acordado acordar”, con la mega empresa criminal brasileña de  Odebrecht, al tiempo que se “querellan” contra ella, ha sido un infarto moral y será –también-, mortal.

Los siempre habilidosos gansteres coimeros de  Odebrecht, que continúan operando impunemente en Panamá han logrado fortalecer sus tentáculos para salir indemnes. En las últimas semanas no han cesado de cabildear y lograr los  reacomodos, ahora con  la Ley 4 (245), de extrema utilidad para favorecer, proteger y premiar a sus  coimeadores y coimeados.

Por lo pronto, en Panamá, han logrado que:

1.- aquí no se haya tomado medida alguna contra bienes de la empresa
2.-han podido preservar “su existencia y continuidad de actividades”
3.-que “no se responsabilice a los compradores de activos de la empresa por actos ilícitos practicados en el pasado”
4.-que se suspendan todos “las restricciones de registros’ y/o bloqueo de bienes
5.-alcanzar que el “Acuerdo Verbal Formal” con la Procuraduria se convierta en un Pacto de Omertá, a cambio de “unos millones más” de los 59 ofrecidos.

Contrariamente a lo ocurrido en República Dominicana, dónde un Juez declaró “inadmisible” el Pacto del MInisterio Público con Odebrecht., en Panamá, diputados, ministros, jueces y Magistrados guardan silencio, mientras se despliegan todo tipo de esfuerzos para que la  ciudadanía sea sedada y, poco a poco, “se olvide de Odebrecht” .

Tal vez por ello, en ninguna de las obras que continuan ejecutando gracias a los sobreprecios y las coimas, se muestra el nombre o el logo de la empresa brasileña. Así, el que no ve, no oye, no entiende…olvida más rápido y mejor.

La Fiscalía Especial Anticorrupción, lejos de auditar e investigar como corresponde, dice confíar en los aúditos que dicen hará la Contraloría a 11 proyectos ejecutados por Odebrecht. La Contraloría dice que no tiene personal para ello y que “solo evaluarán” algunos.

Los casi diez mil millones de balboas dados en obras a Odebrecht representan, conservadoramente, mil millones en coimas. ¿Dónde y en manos de quiénes  están?

                               


Trump, la locura en el poder y el poder de la locura

Víctor M. Toledo
www.jornada.unam.mx/310117

Trump contra los mexicanos. Trump contra los europeos (y especialmente contra la canciller alemana y contra la OTAN) y contra los musulmanes (especialmente los de Irak, Irán, Libia, Somalia, Sudán, Siria y Yemen). Trump contra los palestinos y contra los negros (recuérdese que cuestionó por meses la nacionalidad de Obama). Trump en favor de la tortura (véase su entrevista para ABC). Trump contra los inmigrantes y los refugiados. Trump contra las mujeres (y notablemente contra las más libres, valientes e inteligentes, como la actriz Meryl Streep o la cantante Madonna). Trump contra la prensa y los periodistas (a quienes considera los seres más deshonestos del mundo). Trump, contra la ciencia y contra humanidad futura porque declara que los impactos de la civilización industrial sobre el equilibrio ecológico del planeta son falsos, y el calentamiento global una ficción. ¡Trump contra el mundo! ¿Quién puede garantizar que estamos ante un individuo mentalmente sano?

A sólo 10 días de haberse convertido en presidente del imperio más poderoso de la historia (en lo económico, lo tecnológico y lo militar), Donald Trump se sigue comportando como candidato; es decir, es incapaz de matizar su cambio de posición, y arremete contra todo y contra todos los que se oponen a sus decisiones o a sus creencias.

A la afirmación de Paul Krugman, premio Nobel de Economía, de que el nuevo presidente y su equipo no son sino niños mimados jugando con armas cargadas, ha seguido la declaración y diagnóstico del siquiatra John D. Gartner, reconocido profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. El profesor Gartner, rompiendo un principio del código de ética establecido por la Asociación Estadunidense de Siquiatría, decidió hacer pública su opinión acerca del estado mental de Trump. Según él, el presidente 45 de Estados Unidos “…está peligrosamente enfermo mentalmente y es temperamentalmente incapaz de funcionar como presidente”, porque presenta síntomas de comportamiento antisocial, agresividad, paranoia, grandiosidad, manipulación, egocentrismo y especialmente de narcisismo maligno. Esta última enfermedad, descubierta por el siquiatra Otto Kernberg en 1984, se caracteriza por un deseo patológico de grandiosidad y búsqueda del poder, gozo sádico y una ausencia de conciencia.

Estupefacto, el mundo se pregunta una y otra vez cómo es que Trump ha logrado escalar hasta el puesto más alto, cómo logró saltar todos los mecanismos de seguridad, de un sistema democrático que se supone estaría exento de disrupciones y anoma­lías. La misma pregunta puede hacerse en torno a otros dirigentes actuales y pasados. Los sicópatas explícitos o implícitos que han llegado al poder parecen cada vez más frecuentes. Ahí están Berlusconi (Italia), Kim Jong-un (Corea del Norte), Abdalá Bucaram (Ecuador), y tantos dictadores y presidentes africanos o asiáticos.

México no se queda atrás: todo mundo supo de la dependencia de Vicente Fox por los barbitúricos y de Felipe Calderón por el alcohol. Las mayores tragedias de la humanidad se han provocado por la toma del poder por la locura. La lista es larga a través de la historia.

Pero, en realidad, el examen siquiátrico no habría que hacerlo a Trump (o solo a él), sino a los 61 millones de estadunidenses que lo favorecieron con su voto. La locura no sólo está en un individuo, sino en todos aquellos ciudadanos incapaces de detectar lo sano de lo patológico, de distinguir los valores y de tomar decisiones colectivas congruentes.
Como ha sucedido a lo largo de la historia humana, se trata de poner en la balanza el egoísmo (individual, familiar, grupal) de una parte y el altruismo y la solidaridad por lo colectivo de la otra. Al menos la mitad de una sociedad que se considera la más desarrollada, avanzada o civilizada, optó por lo primero. El fenómeno Trump ha propiciado que el escenario se derrumbe.

Estados Unidos, la cumbre del mundo libre, capitalista, individualista y triunfador, ha mostrado su verdadera cara. La bonanza material, el consumismo, la tecnología y el confort, que deberían gestar una sociedad madura en cuanto a su propia gobernanza, ha dado lugar a una turbulencia cuyas consecuencias nadie puede prever. Mientras, el poder de la locura puede llegar tan lejos como se lo deje(mos). Mientras, los códigos nucleares que pueden activar instantáneamente 50 misiles y en menos de una hora extinguir millones de vidas, estarán al alcance de las manos de una mente insana.


El sistema de comando y control nucleares pone extrema presión sobre cientos de operadores militares, pero una demanda total sobre el presidente de Estados Unidos. Y en medio de una crisis ese sistema puede generar información incierta, confusión y aún errores o fallas, según lo advierte Bruce G. Blair, profesor sobre temas de seguridad de la Universidad de Princeton y fundador de Global Zero

Antecedentes sobre la emigración de los ngäbes

Kevin E. Sánchez S.
www.laestrella.com.pa/050217

‘El rostro femenino de la migración ngäbe asoma en cada una de ellas, así como el nuevo 
Panamá es joven con 113 años, organizada en 75,416.7 km² y una población cercana a 4 millones de personas. De ella, un 13% es indígena: Bri-Bri, Buglé, Guna Dule, Naso-Tjërdi, Embera, Ngäbe y Wounaan. El 60% de los indígenas es Ngäbe.

La realidad nos muestra una emigración Ngäbe cuyos destinos principales son las zonas de agroexportación. Dicho fenómeno ha provocado una serie de cambios en la organización social y económica de las comunidades Ngäbe de origen.
Tal emigración podría enlazarse con distintos procesos económicos históricos, a formas particulares de racismo, exclusión social y explotación que ha resentido y resistido este pueblo, y hasta conducen a explicar la existencia de la migración hacia centros urbanos.

MIGRACIÓN Y CAMBIO CULTURAL

Philip Young es uno de los primeros que describe los inicios de las formas como los Ngäbe se fueron introduciendo a una economía monetaria, como un paso inicial hacia el fenómeno migratorio que hoy conocemos, implantando a sus necesidades artículos que en su sociedad no producían (ganado, ropa, útiles de cocina, machetes, hachas, mantas, kerosene, fósforos, máquinas de coser, relojes, radios y otros).

Estimando que aún en la década de 1960 el intercambio en dinero ocurría con formas tradicionales de canje en especies, es decir, la existencia de una economía doble o la coexistencia de sistemas tradicionales de trueque y el monetario.

El trabajo asalariado es el principal motor de movilización de la población Ngäbe hacia zonas fuera de sus territorios actuales. P. Young nos comenta que durante su trabajo de campo era raro encontrar a un hombre con menos de 35 años que, siquiera por un tiempo breve de su vida, no haya trabajado por un salario. Los sitios principales para ‘salariar' eran las plantaciones de banano, fincas de café u hortalizas y plantaciones de caña de azúcar.

Sin embargo, la introducción del pueblo Ngäbe al trabajo asalariado va más allá de la década de 1960, y para P. Young se remonta quizás hasta el siglo XIX.
John Bort señaló que el trabajo asalariado temporal en fincas ganaderas ocurre desde por lo menos la década de 1920 y es importante fuente de ingresos en la década de 1970. A partir de la década de 1930, la United Fruit Company, en Puerto Armuelles, se constituye en la mayor fuente de trabajo para los Ngäbe. Mientras que las plantaciones de café y hortalizas han sido desarrolladas más productivamente desde 1940, en Cerro Punta, Santa Clara y Boquete.
La mecanización del trabajo en las plantaciones bananeras comenzó a reducir la demanda de mano de obra, y a partir de 1960 las cosechas de café se convirtieron en la alternativa principal del trabajo asalariado temporal para los Ngäbe.

Tales autores señalan aspectos sumamente importantes de la cultura que son necesarios tener presentes al momento de analizar la migración Ngäbe para la búsqueda de trabajo asalariado.

La relación del salario con el consumo de alimentos y las necesidades de bienes o productos externos.

Blas Quintero y William Hughes han señalado que esta nueva priorización de productos —como resultado de una relación estrechamente desigual del pueblo Ngäbe con las estructuras económicas capitalistas nacionales y su lógica cultural que la acompaña—conlleva también la introducción, en algunas regiones de la actual Comarca Ngäbe-Buglé, de cultivos para el comercio (café, caña de azúcar, etc.).

Francoise Guionneau Sinclair aseguraba que para mediados de la década de 1970 la producción de café en algunos territorios Ngäbe era bastante considerable, ‘orientadas hacia el mercado exterior'. Ella también se refiere a la introducción de comercios o pequeñas abarrotes en el territorio Ngäbe: ‘todo un sistema complicado de tiendas'.
MIGRACIÓN, RACISMO Y OPRESIÓN

Para la década de 1980, Phillipe Bourgois mostró la explotación y el racismo que sometía a los trabajadores Ngäbe en la región de Bocas del Toro, dentro de la United Fruit Company. De cómo ésta población era la más explotada dentro de la plantación. Situación que él explicaba, no sólo por su ‘trayectoria como empobrecidos agricultores de subsistencia' sino también por la poca experiencia que tenían con la economía capitalista y la interacción con los otros trabajadores de la plantación.

La explotación y la inferiorización de los trabajadores Ngäbe era naturalizada en la plantación tanto por trabajadores no indígenas, administrativos y gerentes. La compañía bananera practicaba el racismo contra los Ngäbe bajo una política de manipulación de los pagos, en darles los trabajos más pesados y menos apetecidos por otros trabajadores; confinando a los Ngäbe a trabajos desagradables, poco calificados, sin posibilidades de ascenso en la escala laboral.

En las viviendas que le asignaban, pues el nivel de hacinamiento al que eran sometidos se sustentaba en el prejuicio racial de que ellos podían soportar ‘condiciones materiales de existencia muy inferiores a aquellas consideradas normales por la mayoría de los… latinos y negros'.

Lo mismo ocurría para el caso de asistencia a la salud. Simplemente no recibían ninguna compensación laboral, ni seguridad social o jubilación. Además, como se necesitaba utilizar fertilizantes y pesticidas, entonces ‘el papel de los guaymíes como aplicadores de productos químicos venenosos adquirió importancia'.

El racismo era una cuestión manifiesta en todas las esferas relacionadas directa o indirectamente con la plantación bananera.

EL ROSTRO FEMENINO DE LA MIGRACIÓN NGÄBE

Jorge Sarsaneda, quien ha dedicado su vida a acompañar en profundidad al pueblo Ngäbe, señaló que a partir de la década de 1980 la feminización de la migración se hace presente en los estudios sobre este fenómeno y ‘la migración Ngäbe a Costa Rica y el trabajo en los cortes de café en Panamá, tienen también rostro de mujer, de niñas y niños indígenas'.

Desde la década de 1990 hasta la actualidad, la preocupación por la emigración laboral Ngäbe hacia Costa Rica, para la cosecha del café, ha ocupado innumerables páginas, reuniones, acuerdos, programas, proyectos, reportajes, buenas intenciones y definitivamente personas. El rostro femenino de la migración Ngäbe asoma en cada una de ellas, así como el nuevo rol que han estado ocupando en las transformaciones y reivindicaciones de este pueblo por la conservación y propiedad colectiva de sus tierras, el respeto a su cultura y su autonomía.

P. Young afirmó que son cuatro factores importantes los que han incrementado la independencia de las mujeres Ngäbe en el siglo XXI: la religión, el cambio en las condiciones salariales, la escolarización y los proyectos de desarrollo que se impulsan, especialmente en la Comarca Ngäbe-Buglé.

De todos ellos, considera que la escolarización ha sido el más determinante. P. Young hace alusión a los efectos de la globalización, de la relación del pueblo Ngäbe con el mundo exterior.
Lo que nos indica indirectamente que la emigración de la mujer, ya sea por estudios o por trabajo, es un factor que también ha influido en la mayor independencia de la mujer Ngäbe.

De hecho, como en el pasado era el hombre el que mayoritariamente salía a ‘salariar', incluso por varios meses o años de ausencia, entonces esto le proporcionaba a la mujer Ngäbe mayores responsabilidades en el hogar, en el trabajo agrícola, pero también autonomía en la toma de decisiones domésticas.


¿Por qué el neoliberalismo sobrevive?

Emir Sader
www.jornada.unam.mx/100217

En su surgimiento, el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado como la fuente de la inflación. Por otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecerían la sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.

No fue lo que pasó, pero por lo menos en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si no era el mejor modelo, era el único posible en la era de la globalización.

Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa ya desde 2008, mientras ese efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a escalas nacional e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese continente–, se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una desesperación para ellos.

En ningún lado la aplicación de los duros ajustes fiscales –eje de los modelos neoliberales– cumplió sus promesas. Ni control de las cuentas públicas ni de la inflación, menos aún retomar el desarrollo económico. Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, causante de la perpetuación de la recesión en la economía mundial.

En América Latina eso es igualmente evidente. Comparecen las economías de Argentina y de Brasil en los gobiernos antineoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el resultado es escandalosamente claro en favor de los primeros. Mírese todo lo que han mejorado países como Ecuador, Bolivia y Brasil en comparación con la situación de México y Perú.

Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso del neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en grande parte del mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y en la mayoría de las naciones de América Latina, Asia y África?

En primer lugar, porque ese modelo refleja los intereses del capital financiero, que es el hegemónico a nivel económico en el estadio actual del proceso de acumulación del capital. Hay fuertes intereses económicos en la preservación de ese modelo, que sólo incrementa la riqueza y el poder del capital financiero.

En segundo lugar, porque el propio capitalismo no posee alternativas. Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a formas de regulación económica que le permitieran no estar sometido a las presiones recesivas del capital financiero.

En tercer lugar, porque las fuerzas que se oponen al neoliberalismo no han logrado –hasta ahora– en la gran mayoría de las naciones comprender que la lucha fundamental en el periodo histórico actual es por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una alternativa concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas necesarias.


Después de su surgimiento con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su fase de sobrevivencia, una fase marcada por la recesión económica y por una gigantesca crisis social, así como por una inmensa crisis hegemónica que apunta hacia su agotamiento y la búsqueda de alternativas para su superación.

La ablación como tabú social: Los falsos mitos de la mutilación genital femenina

www.rebelion.org/070217

Tres millones de mujeres y niñas son víctimas de ablación cada año en todo el mundo. A pesar de su prohibición en 59 países, más de 200 millones de niñas han sufrido esta práctica, que continúa siendo un tabú social, antes de los 15 años.

“No grites o serás una vergüenza para toda tu familia y veinte años después seguiremos recordándote que no fuiste valiente”. Fatoumata Coulibaly, nacida en Mali, tenía seis años cuando su madre le dijo estas palabras, justo antes de convertirse en una víctima más de la mutilación genital femenina, que sufren tres millones de mujeres y niñas cada año en todo el mundo.

En total, 59 países han prohibido esta práctica por ley o decreto constitucional, entre los que se encuentran 25 de los 29 países de África y Oriente Medio. La tradición, la creencia en que un corte en su clítoris convertiría a su hija en una mujer más pura y limpia y le garantizaría un buen matrimonio llevaron a la madre de Fatoumata a obligar a su niña a someterse a esta práctica. 

“Nos llevaron a una especie de cubículo, que sólo tenía un agujero y una piedra, donde me tumbaron y dos mujeres me agarraban de las manos mientras otras dos me sujetaban los pies”, relata Coulibaly. Un mismo cuchillo para las siete niñas y un polvo negro que luego aplicó en las heridas son las únicas herramientas que utilizó la mujer que las operaba, nada de alcohol o anestesia.
Y, aún así, se tenían que mostrar agradecidas porque ninguna sufriera una hemorragia producida por el corte y muriera, como le ocurrió a una de las vecinas de Fatoumata. Aún con temblor en sus palabras, asegura que este tema no debería ser un tabú y que hay que concienciar sobre el significado de su práctica.

Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF), los organismos internacionales recuerdan que más de 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo ya han sido víctimas de la ablación. La mitad de ellas residen en Etiopía, Egipto e Indonesia.

Las consecuencias de la MGF pueden ser devastadoras: desde hemorragias, infecciones o tétanos en un momento inmediato al corte, hasta dificultades permanentes a la hora de orinar, infecciones crónicas, infertilidad, fuertes dolores durante las relaciones sexuales, dificultades en el embarazo y el parto y el aumento del riesgo de muerte en los recién nacidos; además del trauma que pueden desarrollar las niñas durante toda su vida.

En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas denunció la MGF como “un abuso irreparable e irreversible de los derechos humanos de las mujeres y niñas, y una amenaza para su salud”.

Los falsos mitos de la MGF 

“Es propia de los países africanos”. La mutilación genital femenina no es sólo una práctica que se da en los países africanos. Aunque en España no se realice, las comunidades provenientes de los países donde se considera una tradición viajan a su lugar de origen para ejecutar la ablación y volver al territorio español. En España se reconoce la MGF en la ley de violencia de género de 2005.
“Es una tradición religiosa”. A pesar de considerarse en algunas regiones un ritual propio de la cultura y la tradición, la ablación es una forma de violencia machista, una manera de controlar la autonomía de las mujeres. La solución radica en el empoderamiento de la mujer africana a través de la educación y concienciación, así como el diálogo intercultural, con el fin de erradicar la demanda de esta práctica. Según Marycelina Msuya, profesora en la Universidad Cristiana de Kilimanjaro, se ha conseguido que muchas tribus africanas se nieguen a la ablación gracias a la educación, y la percepción de que es una tradición necesaria ha adquirido una tendencia negativa.

La legalización de los procesos sanitarios”. En numerosos casos, la mutilación genital femenina se lleva a cabo por médicos, lo que dificulta el proceso de concienciación.

“Es lo mismo que la circuncisión”. Ambas prácticas no son comparables, ya que la ablación priva a la mujer del placer sexual y trae consigo muchas consecuencias que permanecerán a lo largo de su vida.

“El mito de la libre elección”. La mujer se ve condicionada por los patrimonios culturales y sociales, por lo que la decisión se convierte en una obligación.

La lucha internacional

A través de diversos planes, los organismos internacionales inciden en la sensibilización, fomentan el conocimiento entre las comunidades y luchan por la erradicación de la ablación. Plan International, con su proyecto Por Ser Niña, profundiza en la sensibilización entre las comunidades en los países en los que la MGF tiene mayor prevalencia: Guinea (97%), Egipto (92%), Sierra Leona (90%), Mali (89%), Etiopía (74%) y Guinea Bissau (50%).

Organizaciones como Save The Children -que opera desde hace 25 años en Etiopía, Senegal, Sierra Leona, Mali, Gambia y Guinea-, UNICEF o Médicos del Mundo -que realiza un plan de prevención de la MGF en la Comunidad de Madrid con mujeres provenientes de los países donde hay mayor incidencia- se unen a la lucha contra la ablación, una clara evidencia de la desigualdad de género en los territorios donde se practica. “Ayúdennos, no podemos salir de esto solas”, afirma Fatoumata Coulibaly. Alba Sierra, española de 27 años, lucha por el empoderamiento de las mujeres que sufren violencia machista y contra la vulneración de los derechos humanos que supone la mutilación genital femenina en Gambia –donde el 56% de las niñas menores de 14 años han sido víctimas de esta agresión-. 

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) impulsa distintos proyectos para luchar contra esta práctica, profundizando en el conocimiento de este fenómeno, sus efectos sobre la salud sexual y reproductiva en las mujeres afectadas y en la sensibilización tanto de la comunidad en general como del personal o profesionales médicos y de las mujeres que practican –las ‘circuncidadoras’- o fomentan la MGF, incidiendo desde la educación para eliminar la demanda de la población. 

Desde Naciones Unidas se aprobaron en 2015 los objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen como meta “eliminar todas las prácticas nocivas –como el matrimonio infantil forzado y la mutilación genital femenina para el año 2030”. Fatoumata Coulibaly no se ha cansado de luchar: “A pesar de las diferencias de color de piel, de estatus y de cultura, nuestra sangre también es roja. 

El Gobierno de todos los países que mantienen esta práctica debe actuar contra estas acciones, que son violencia para las mujeres”.

Fuente: http://www.publico.es/sociedad/tres-millones-mujeres-ninas-son.html


Asesinato de líderes ambientales y protección de corruptos

Iván Restrepo
www.jornada.unam.mx/060217

Todavía estaban frescas las conclusiones de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (la COP13), celebrada en Cancún en diciembre. Entre ellas, respeto a los derechos humanos y reconocimiento que los pueblos originarios tienen del patrimonio natural en cada país; de cómo son los mejores aliados para defender y conservar la flora y la fauna del planeta. Y es asesinado Isidro Baldenegro, integrante del pueblo rarámuri, con larga trayectoria en defensa de los bosques de su comunidad y los del estado de Chihuahua, saqueados por los intocables caciques. Sobre su asesinato, ni una expresión de duelo por parte del mundo oficial.

Ninguna promesa de las agencias gubernamentales para castigar a quienes cometieron el crimen. Quizá porque, como ya es costumbre, la muerte de los defensores de la naturaleza queda en la impunidad. Los últimos 40 años en la Tarahumara han asesinado a 11 activistas ambientales.

Cabe recordar cómo el becario de Harvard, el señor Calderón, prometió hacer justicia en el caso del joven Aldo Zamora, asesinado el 15 de mayo de 2007. Fue una clara venganza porque su padre, Ildefonso, ha encabezado la lucha contra los talamontes en la región de Zempoala, estado de México.

En Honduras asesinaron en marzo del año pasado a la líder ambientalista Berta Cáceres. Ella, igual que el líder tarahumara, fue reconocida con el Premio Medioambiental Goldman, el máximo que se otorga a escala internacional. Berta es símbolo de la lucha contra las políticas depredadoras del Banco Mundial y los inversores chinos. Uno de sus victimarios fue detenido hace dos semanas en Tamaulipas.
Como sucede con el asesinato de defensores del medio ambiente, en México, la solución de relevantes casos de corrupción de funcionarios y empresarios, las autoridades pretenden que el tiempo los borre de la memoria colectiva.

Dos casos recientes ilustran lo anterior. El primero se refiere a la constructora brasileña Odebrecht, enjuiciada en un tribunal de Nueva York por sobornar a importantes personajes de 12 países con 788 millones de dólares. Para cerrar el caso en el tribunal de esa ciudad, la poderosa firma brasileña pagó, por lo menos, 4.5 millones de dólares. El asunto salpicó ya a los gobiernos de Argentina, Ecuador, Perú, Venezuela, Panamá y Colombia, donde funcionarios y familiares de politicos y hasta presidentes de la republica aparecen implicados. Ya hay algunos detenidos. Como el ex viceministro de transporte de Colombia cuando Álvaro Uribe era presidente. Recibió 6.5 millones de dólares.

En México la constructora brasileña pagó entre 2010 y 2014 sobornos con 10.5 millones de dólares a funcionarios de Petróleos Mexicanos a cambio de beneficios por casi 40 millones de dólares. Emilio Lozoya, anterior director de la paraestatal (muy cuestionado por su desempeño), afirmó ser ajeno a esos sobornos. ¿Quiénes entonces los recibieron? Además, ¿qué otros funcionarios otorgaron obras a cambio de recibir ilegalmente dinero de la mayor empresa constructora de América Latina?

Otro caso de corrupción, conocido también gracias al Departamento de Justicia de Estados Unidos, se relaciona con el sector salud durante el gobierno del becario de Harvard, ahora dedicado a hablar de combate a la corrupción y a tratar de ocupar por segunda vez Los Pinos a través de su esposa, la señora Margarita. Se trata de la empresa israelí Teva, la mayor fabricante de medicinas genéricas en el mundo.


Como denuncié aquí oportunamente, Teva aceptó haber dado sobornos millonarios a funcionarios de Ucrania, Rusia y México con el fin de que le aprobaran sus productos, se los compraran y los incluyeran en las recetas expedidas por los médicos de los hospitales públicos. Gracias a los sobornos, Teva incrementó su participación en el mercado de genéricos en los países citados y sus ganancias. En México sus ventas al sector salud sumaron casi 17 millones de dólares. Seguramente el doctor José Narro Robles conoce los nombres de los involucrados en esa trama de corrupción. Y ha presentado la denuncia ante las instancias correspondientes. Es su obligación. Igual que en Pemex.

Cada quien su propio instrumento

Sergio Ramírez
www.jornada.unam.mx/280217

Misha Dmitri Tippens Krushnic resulta demasiado complicado de retener o pronunciar, y no sirve por tanto para una estrella de la televisión; de modo que debemos hablar de Misha Collins, el actor principal de la serie Supernatural, donde interpreta a Castiel, un ángel benefactor que tampoco tiene reparos en matar inocentes.

No conozco a Misha, aunque un día espero hacerlo. Una vez hace 15 años vino a Nicaragua con un grupo de voluntarios, entre ellos su padre, que traían la misión de dotar de un laboratorio de computación a una escuela de secundaria para adultos en San Juan del Sur, puerto turístico del Pacífico. La escuela había abierto sus puertas ese mismo año.

Ahora Castiel, mejor dicho Misha, tiene una fundación llamada Random Acts, que ha donado los fondos para levantar el primero de los edificios de esta escuela que antes andaba posando en casas alquiladas, o buscando aprovechar las horas muertas de las escuelas públicas.

Se trata del Instituto Libre para Adultos, fundado por iniciativa de dos mujeres fuera de serie, Rosa Elena Bello, nacida en el propio puerto, y Margaret Morganroth, quien llegó a finales de los años ochenta, los años de solidaridad con la revolución, a crear una hermandad entre Newton, Massachusetts, y San Juan del Sur.

He sido invitado por Margaret a la ceremonia de inauguración del edificio, y la he escuchado, llena de inspiración inagotable, contarme la historia plena de vicisitudes de esta iniciativa ejemplar.
El instituto, sin ninguna clase de apoyo estatal, admite estudiantes que generalmente no tienen cabida en el sistema educativo público: adultos fuera de la edad escolar, madres solteras, jóvenes embarazadas, empleadas domésticas, pescadores, vendedores callejeros, peones agrícolas, que quieren salir del túnel de la pobreza. Muchos viven en zonas costeras lejanas y son capaces de viajar kilómetros, cruzando ríos a pie o a lomo de bestia, para asistir a las clases, como lo han hecho hoy para estar presentes en la inauguración del edificio.

Los jóvenes arquitectos Carlos Galea y Luis Bosco Silva han realizado el diseño de dos plantas que usa el bambú, como ellos mismos me explican, para las estructuras y la decoración, las vigas y los pilares, las paredes, los barandales de los corredores y las escaleras. Han tenido el apoyo de una entidad llamada Casa de Tierra, que realiza en Nicaragua construcciones amigables con el medio ambiente.

El acto se celebra al descampado, frente al flamante edificio que los estudiantes, adolescentes y adultos, recorren con orgullo, y unos toldos de lona nos protegen de la inclemencia del sol de la mañana. Es una verdadera fiesta y me siento contento de tener parte en ella. Debo hablar. Y el tema que he elegido es para mí una especie de parábola, la del solista y la orquesta, sobre el que insisto hace años.

Empiezo diciendo que el nuestro es un país de contrastes, porque cuando Rubén Darío nació, en 1867, las guerras civiles y las pestes habían despoblado Nicaragua, dejándola reducida a 150 mil habitantes, como resultó del censo que mandó a hacer el presidente Tomás Martínez, quien, preocupado de que los nicaragüenses fueran tan pocos, ordenó aumentarle al censo 100 mil almas más. Ya antes había mandado cambiar la Constitución política para poderse relegir, viejo vicio del que aún parece no haber cura.
Había sólo 92 escuelas de primaria para varones en todo el país, y nueve escuelas para niñas, y ya podemos imaginar la tasa de analfabetismo. Ni se publicaban ni se importaban libros. No había tampoco bibliotecas públicas.

Entonces, Rubén Darío es el solista que no tiene orquesta. ¿La orquesta completa, dónde estaba? Nacía un poeta capaz de transformar la lengua desde el traspatio, mientras la oscuridad de la ignorancia y del atraso seguían sin disiparse en un país rural, como lo sigue siendo ahora.

La palabra solista viene de solo. Cuando decimos orquesta imaginamos a gran cantidad de músicos tocando cada uno su instrumento. Si una sociedad tiene una orquesta completa, entonces cada quien será ingeniero, arquitecto, constructor de edificios, de presas, biólogo, matemático, médico, enfermera, químico, especialista en computadoras, inventor de programas digitales, traductor, artista, escritor, actor de teatro, director de cine. Lo que quieran ser en la vida.

Todo el mundo especialista en algo, y entonces, escucharemos una melodía. La melodía del progreso, del desarrollo, de la transformación del país. ¿Y cómo se consigue tener la orquesta completa? De verdad es muy simple: con la educación. La educación que le da a cada cual su propio instrumento, y le enseña a tocarlo. Pero a tocarlo bien. Una educación de calidad.

Una de las primeras mujeres que entraron a estudiar en el Instituto Libre aseaba los baños en el Centro de Salud del puerto. Se bachilleró y luego se graduó de enfermera profesional. Tenía un instrumento que tocar, en una orquesta muy incompleta.

Para tener una orquesta primero hay que preparar a los músicos. No hay buenas orquestas con músicos que tocan de oído, desconocen los instrumentos que tienen en sus manos o son incapaces de leer una partitura. Y no se puede improvisar. Antes de presentarse en público, una orquesta ensaya y ensaya. Cada quien ha estudiado el papel que tiene colocado en el atril.

¿Cuántos ingenieros químicos se han quedado de carretoneros? ¿Cuántos que hubieran podido descubrir una vacuna en un laboratorio se han quedado cargando sacos? ¿Cuántas mujeres que pudieron ser cirujanas capaces de trasplantar un corazón, un hígado, se quedaron en la cocina, soportando los golpes y los abusos de un marido borracho?

Pero no tendremos orquesta mientras sigamos a la cola. En un estudio de la Unesco sobre educación primaria, Nicaragua ocupa el puesto 13 entre 15 países. No habrá orquesta mientras los niños asistan a clases sentados en el suelo, o mientras un solo maestro, en la misma aula, y al mismo tiempo, atiende a los alumnos de los seis grados de primaria.

Y sin la orquesta completa, la democracia tendrá poco sustento.


Masatepe, febrero 2017

La corrupción no se perdona

Xavier Pikaza

Bernardo Pérez Andreo (Nimes 1970), profesor de Teología en el Instituto Teológico de Murcia y coordinador del Master de Teología en la Universidad de Murcia, ha publicado varias obras de temática social (entre ellas No podéis servir a dos amos, Barcelona 2013 y La sociedad del Escándalo, Bilbao 2016).

Esta nueva obra, publicada en la colección Cruce de la Editorial PPC, retoma desde el mensaje del Papa Francisco y desde un ceñido análisis social y económico, el riesgo del Pecado Estructural en la Iglesia y en el mundo.

Bernardo me ha pedido que escriba su prólogo, de tipo más bíblico, como podrá ver quien siga leyendo (págs. 7-15). Así lo ofrezco aquí como primicia pues la obra no ha entrado todavía en los círculos de su difusión comercial.

Gracias, Bernardo por esta obra, gracias por permitirme colaborar contigo. Pido a los lectores de mi blog que no se queden en mi prólogo, que vayan a la obra y vean lo que significa el hecho de que el pecado de corrupción no se perdona (porque es el pecado en contra del Espíritu de Cristo), sino que ha de ser radicalmente superado.

Prólogo de X. Pikaza

La corrupción en sí no se perdona, porque es un pecado estructural, y está ligado a un sistema injusto, que la Biblia llama satánico, identificándolo con las “bestias”, a las que Ap 13 manda sin más al infierno. Ciertamente, pueden ser perdonadas las personas corrompidas; cuando cambian de mente y de conducta (que eso significa conversión), es decir, como anuncia el evangelio en Mc 1, 14-15, pero nunca la corrupción en sí, porque es intrínsecamente mala, como ha mostrado con toda claridad Bernardo Pérez Andreo en este precioso libro.

Hay pecados personales de corrupción, que pueden y deben denunciarse con nombre y apellido, pero la corrupción en sí, como estructura demoníaca ha de ser superada y destruida, sin posibilidad de perdón, como ha denunciado la Biblia en su conjunto, y de un modo especial el mismo Jesús, cuando condena a la Mamona (Mt 6, 24), vinculada a Belcebú, Señor de los demonios (cf. 12, 24). Así lo ha visto también el apóstol Pablo en la Carta a los Romanos.

Por eso, ante una situación como aquella que la Biblia ha denunciado, y B. P. Andreo ha estudiado con toda precisión, no se puede acudir a la imagen manida de unas pocas manzanas podridas, mientras que el “cesto”, es decir, el sistema en su conjunto es bueno y debe conservarse.

Eso significa que no basta con separar unas manzanas malas y echarlas a la basura (o meterlas en la cárcel), para que siga todo, sino al contrario: Las manzanas malas pueden recuperarse (perdonarse, reeducarse…), pero el sistema (el cesto) debe quemarse sin perdón ni misericordia, pues la misericordia es para personas, no para estructuras que destruyen a las personas.

Ciertamente, hay también manzanas podridas, que pueden ser recuperadas, aunque ello sea difícil, como dice Jesús, respondiendo a Pedro (nada es imposible para Dios: Mc 19, 27), pero el sistema de corrupción estructural del poder y/o dinero podrido, que está destruyendo la vida del conjunto de la humanidad, es imperdonable, y la Biblia le da el nombre Diablo o Belzebú (en esa línea, algunos pensadores como Th. Hobbes han hablado de Leviatán y Beemoth).

Así lo ha puesto de relieve B. P. Andreo en este libro que recoge su experiencia y estudio, desde una perspectiva bíblica económico-social, hispana y eclesiástica. No tengo autoridad para mediar en su discusión de detalle, aunque me parece muy significativa. Tampoco he podido analizar exegéticamente, los textos de Biblia que aduce, aunque he visto que están bien escogidos y estudiados. Lo que quiero hacer es más sencillo, y quizá más importante: Puedo ofrecer dos comentarios o aplicaciones generales, que sirven para situar el tema en un contexto filosófico más amplio; uno evoca el trasfondo apocalíptico de la corrupción estructural, y otro el origen y rasgos principales de la corrupción del poder en la Iglesia.

1. Corrupción estructural, la condena del Apocalipsis

Quizá el texto que ha estudiado y criticado con más fuerza la corrupción del sistema político social, no sólo en la Biblia, sino en el pensamiento de occidente, es el Apocalipsis, que retoma, desde la experiencia de Jesús y de la Iglesia antigua, algunos temas de la apocalíptica judía, no sólo de Daniel, sino de otros profetas y testigos de la corrupción, como Isaías y Jeremías, Ezequiel y Zacarías. Mucho dijeron profetas y apocalípticos tema, pero ninguno logró condensar los motivos y riesgos de la corrupción como Ap 13-17, con su visión de la “trinidad satánica”, con dos bestias y una prostituta.

+ Primera Bestia es el Poder/Capital, entendido como anti-Dios (Ap 13, 1-19) y “encarnado” en el Imperio Romano. Parece un poder providente, ofrece beneficios a sus siervos y devotos, pero, conforme a la acepción que los cristianos daban al término “mamona”, es un «ídolo» que todo lo destruye. No es fuente de gracia (creador), ni comunicación de vida, sino principio destructor. Parece valioso, principio al que todo lo demás se subordina, el anti-Dios, Mamona (Mt 6, 24), que todo lo esclaviza. En ese plano, en contra de los politeístas que aducen algunos, para el Apocalipsis sólo existe un anti-dios real (o, mejor dicho, irreal y destructor) que es el poder económico que actúa a través del imperio militar, que está vinculado a personas, pero que es una institución pecadora, una corrupción del mismo sistema social (en la línea de Dan 7).

+ Segunda bestia, un tipo de Empresa productora y el falso pensamiento, que se pone al servicio del capital, como profeta mentiroso de destrucción (Ap 13, 11-18). Ese tipo de “empresa” se ha vuelto casi omnipotente en los últimos siglos (o decenios). En otro tiempo, hombres y mujeres habían honrado a diversos dioses, a quienes juzgaban superiores (salvadores). Pues bien, el sistema neo-liberal ha borrado esos dioses o enviados divinos, elevando sobre todos la empresa productora, entendida como falso “cristo”, al servicio del capital, no de los hombres en concreto. Más que los bienes naturales o el trabajo personal, importa un tipo de producción de objetos de consumo, bajo el dominio del capital, que no crea vida (ni está al servicio de ella). Ésta es una producción que miente, porque engaña a unos y oprime de alguna forma a todos.

+ La tercera bestia, Espíritu Santo invertido, es el Mercado (Ap 17-18), principio de una relación que no “sirve”, sino oprime y destruye. En otro tiempo se podía hablar de naciones (unidades de generación), de iglesias y comunidades (castas, Shanga, pueblo, Umma...) y también de estados, lugares de vinculación justa entre los hombres. Pues bien, en la actualidad, en la línea de un simbolismo destacado por Ap 17-18, hombres y mujeres sólo se comunican a través del mercado, donde van los devotos a ver, admirar y comprar, de forma que todo se logra pagando, pero sin conseguir nada real y verdadero. En ese mercado se compra y vende “oro y plata; piedras preciosas y perlas, púrpura, seda y escarlata… vino y aceite; flor de harina y trigo; bestias y ovejas; caballos y carros; esclavos y almas de hombres” (Ap 18, 12-13).

Todo está al servicio de la compra-venta de cuerpos y almas. Así lo decide y realiza esta trinidad dominante (Imperio-Capital, Fábrica-Empresa, Comercio-Mercado), de tipo estructura, anti-divino. Éste es el Dios neo-liberal y monolátrico, que exige adoración suprema, aunque a su lado permita que existan otros dioses privados (menores), para entretener a la gente. Cada uno puede cultivar sus sueños particulares de tipo estético o afectivo, familiar o religioso (¡si tiene medios o tiempo libre para ello!), de manera que el sistema neo-liberal parezca espacio de libertad formal, pero se trata de una falsa libertad al servicio del capital (que las empresas produzcan, que el mercado se extienda), no de las personas, y en especial de las marginadas, una libertad invertida, que es sólo pecado. No se trata de que haya corrupción en el sistema, sino de que el mismo sistema es corrupto.

Ésta es, a mi juicio, la tesis básica de B. P. Andreo. El tema no es que existan algunos hombres corruptos, que es evidente que existen, algunos más peligrosos que otros, sino que está podrida la misma cesta donde se ponen las manzanas.

Éste no es en principio un pecado personal, sino social, un pecado que en sí mismo no puede perdonarse, conforme a la definición de Satán como “espíritu” perverso, que ha de ser enviado al infierno (destrucción) para que así pueda darse la vida verdadera (como dice con gran intensidad Ap 20-22).

El Apocalipsis no condena al infierno a personas, sino al “sistema”, es decir, a las dos primeras bestias y a la prostituta, que es el puro mercado destructor. En esa línea, la corrupción no puede perdonarse.

2. Corrupción en la Iglesia

Por influjo y a semejanza de esa tríada diabólica (¡Satán es por definición lo inconvertible!), llegó a surgir bastante pronto, dentro de la misma Iglesia cristiana, una corrupción estructural quizá menor, pero muy importante para los cristianos, a partir del siglo III d.C.

Así lo ha puesto de relieve B. P. Andreo, al afirmar y probar que esa corrupción no nació con el constantinismo (a partir del siglo IV d.C.), sino cuando la Iglesia vino a encarnarse (a desarrollarse) en claves de poder. Ciertamente, esa corrupción creció desde la “paz” de Constantino (313) hasta la unión de Iglesia y Estado con Teodosio (380), pero la toma de poder había empezado a corroer (a corromper) la Iglesia desde el siglo III d.C., desde el momento en que ella vino a convertirse en institución de poder.

Ciertamente, puede realizar servicios, pero una vez que se toma y se pone al servicio de la institución, el poder corrompe, y cuando es absoluto corrompe absolutamente, de manera que allí donde se emplea “al servicio del evangelio”, tiende a destruirlo, como sucedió de hecho.

Este cambio comenzó a finales del siglo II d.C. Para ser fiel al mensaje de Jesús, la Iglesia debía haber proclamado y extendido el evangelio, sin poder alguno, actuando simplemente como autoridad creadora. Pues bien, desde el momento en que ella ha tendido a tomar el poder ha debido convertirse en una superestructura de dominio, en un camino en el que podemos distinguir (y vincular) tres momentos.

1. Dios “poderoso”, Iglesia poderosa. A través de una gran inversión teórica (algunos dicen “ontológica”), influidos por el pensamiento griego, los cristianos empezaron a pensar que Dios mismo es el Poder supremo ante el que los hombres deben inclinarse, de un modo intelectual (dogma) y social y personal. En esa línea se dijo que creer es someterse, de manera que los cristianos entendieron el mundo como una jerarquía, un orden en el que las personas superiores dominan sobre los inferiores, de manera que Dios aparece como cumbre de una gran pirámide de poderes.

En esa línea, los cristianos, desde el principio del siglo III, han desarrollado unos ministerios de tipo jerárquico, en línea de poder sagrado (diciendo que es para comunión evangélica), como había destacado ya en el siglo II d.C. Ignacio de Antioquía, cuando puso de relieve la armonía sagrada de la comunidad cristiana, pero no la fundó en el amor mutuo y en la libertad de los creyentes, sino en el sometimiento a los poderes superiores (centrados en el obispo).

2. Dios “orden”, Iglesia jerárquica. Tras dos siglos de resistencia no violenta y creatividad clandestina, los cristianos del Imperio crearon por ósmosis o contagio unas instituciones socio-religiosas semejantes a las de Roma. Esta jerarquización es anterior al edicto de Constantino (313), de manera que los responsables de la administración cristiana (obispos) acabaron siendo como los prefectos o vicarios de las diócesis civiles del imperio.

Para este cambio apelaron a una interpretación sesgada (y falsa) de la función de los apóstoles, y en especial de Pedro, a quien tomaron como primer obispo de Roma y al que concibieron como un emperador eclesiástico.

El testimonio más claro y antiguo de esa “corrupción” lo ofrece la Carta de Clemente, hacia el año 96 d.C. Su redactor forma parte del sistema sacral del imperio y se cree capacitado para intervenir en los asuntos de la Iglesia de Corinto, poniendo como primer dogma el hecho de que Dios es orden, un sistema armonioso y orgánico de poder, que gobierna desde arriba la vida de los creyentes. Esta carta, que ha marcado toda la institución posterior de la Iglesia, supone que la tarea clave de Jesús fue la de crear una jerarquía que debía extenderse después sobre el conjunto de la Iglesia, entendida como un “imperio cristiano”, más parecido al de Roma que al evangelio.

3. Dios del sacerdocio, cristianos sacrificados. En ese contexto, en contra del judaísmo que se organizó desde el siglo II d.C. en forma de comunidades rabínicas (sin sacerdotes superiores), los cristianos helenistas y romanos retomaron elementos de una estructura sacerdotal del Antiguo Testamento. De esa forma, los obispos, presbíteros y diáconos cristianos (que en el Nuevo Testamento en los primeros decenios de la vida de la Iglesia eran portadores de unos servicios laicales, propios de todo el pueblo) pudieron aparecer como sucesores del sumo sacerdote, de los sacerdotes y levitas de Jerusalén, apareciendo como una nueva jerarquía de poder.

En principio, el movimiento de Jesús no era jerárquico, sino mesiánico, y no promovía un orden sacerdotal, ontológico e imperial, sino una experiencia de trascendencia amorosa y de comunión inmediata, de Dios, abriendo un camino de comunicación igualitaria entre los hombres y mujeres, desde los marginados del sistema.

En su identidad más honda, ese movimiento siguió siendo lo que era y así pudo expandirse en medio de una situación de rechazo e incluso de persecución, entre los siglos II y III, penetrando en las estructuras del imperio romano. Pero el mismo, el impulso coordenado de esas tres estructuras de poder (helenismo, imperio romano y judaísmo del templo) le llevó a la creación de una estructura de poder, entendida no sólo como fuente de corrupción, sino como corrupción institucional.

De esa forma surgió el clero, formado por obispos, presbíteros y diáconos varones que, formando parte de la iglesia, se elevaban sobre el resto de sus miembros, como representantes especiales de Jesús, con autoridad sagrada, de forma que la Iglesia, que había nacido de y para los pobres, se convirtió en institución de poder sagrado, quizá al servicio de los pobres, pero desde arriba. Surgió así el pueblo cristiano, formado ahora por laicos es decir, cristianos pasivos, que escuchan la palabra y reciben los sacramentos que les ofrece el clero, al que sostienen con sus aportaciones económicas.

3. Una conclusión abierta.

Esa división jerárquica del cristianismo prestó un servicio externo, pues sólo por ella se pudo estabilizar la iglesia, como organización unitaria y eficaz (subsistema sacral), dentro de un imperio al que los cristianos, en principio, habían desacralizado, pero no es evangélica, ni responde al impulso originario de la Iglesia.

Esa es la paradoja: los cristianos rechazaron el carácter religioso del Imperio romano, siendo perseguidos por ello, pero, a lo largo de un proceso fascinante (y peligroso) de refundación, acabaron asumiendo muchos rasgos de ese imperio, hasta sustituirlo. En este contexto hablamos de una «inculturación jerárquica» (judía, helenista y romana) de la iglesia, que ha sido la más antigua y duradera, pues ha seguido influyendo hasta el día de hoy

Así se expresa a mi juicio, la experiencia de fondo del libro de B. P. Andreo, que empieza hablando de la corrupción del poder económico-social del sistema capitalista, para hablar al fin de la corrupción de la iglesia, entendida de un modo estructural, más que personal. Esa visión de la Iglesia entendida como un orden gradual de poder, que salva a los hombres desde fuera (desde arriba), ha podido ofrecer en otro tiempo algunos servicios de suplencia, pero en sí misma no es cristiana y debe ser rechazada y superada de un modo radical en nuestro tiempo.
Pues bien, en este contexto, puedo y debo afirmar que las dos corrupciones de fondo de las que habla el libro de B. P. Andreo se vinculan y apoyan entre sí: la tríada apocalíptica del sistema (capital-empesa-mercado) y la tríada jerárquica de la Iglesia (poder ontológico, jerárquico y sacerdotal).


Así ha insinuado el autor con suficiente claridad, pero no lo ha desarrollado temáticamente, cosa que podrá hacer sin duda en otro libro, pues le queda (nos queda) un fecundo campo de trabajo. En esa línea, a modo de palabra final, me atrevería a decirle: “Bernardo, estamos ante un gran compromiso de evangelio, por un mundo distinto, por una iglesia diferente. Poco es lo que yo puedo ofrecerte. Pero puedes contar conmigo, pues tu libro me ha enganchado, y así espero que enganche a otros muchos lectores y agentes sociales y cristianos”.