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La escuela donde no se conjuga el verbo tirar  



www.ecoportal.net/020916



Octubre de 2013. Jaureguiberry, un balneario uruguayo de 500 habitantes.  El funcionario abre la carpeta y saca un folio con el orden del día. En torno a la mesa están sentados los once miembros de la liga de fomento de esta localidad, situada a 80 kilómetros de Montevideo.

La escuela donde no se conjuga el verbo tirar

Temas a tratar: luminaria, limpieza, caminería, escuela. El funcionario comienza por el último de estos puntos, la construcción de una nueva escuela, por la que esta comunidad lleva 25 años esperando. El diálogo se produce sin preludios formales:



— Y, ¿ya saben dónde van a construir la escuela rara?

— ¿Escuela rara?– dicen los vecinos, sorprendidos.

— Sí, la escuela rara– insiste el funcionario. La escuela inteligente.

— ¿Escuela inteligente?– replican los vecinos.



El empleado municipal saca entonces un papel donde figuraba el plano del proyecto, que definitivamente se parece a cualquier cosa menos al plano de una escuela. ¿Qué hacen tantos neumáticos en medio de aquellas paredes curvas? Toda una rareza que pilla desprevenido al vecindario. Rafael Muñiz, presidente de la liga de fomento, recuerda que por fortuna en uno de los márgenes de aquel boceto estaba escrito el número de teléfono de un tal Martín. “Y bueno, lo llamamos y apareció él, con un grupo de gurises”, recuerda Muñiz.



El tal Martín y los gurises —como se denomina aquí a los chavales— era un grupo de cinco amigos veinteañeros que un par de años antes se había reunido en un café montevideano para configurar las piezas de un plan: levantar una escuela sostenible, pública y rural —replicando uno de los modelos de bioarquitectura concebido por el estadounidense Michael Reynolds— a partir de materiales desechables.



“No son desechos”, corrige Jairo, de 12 años, a este reportero. “Es material reutilizable, que es distinto. No son desechos”, añade con tono solemne. A continuación, Jairo se explica: “Esta escuela está hecha con neumáticos viejos, botellas, latas y cartones, que ya fueron usados y nosotros los volvimos a usar. La escuela se alimenta sola. Usa la energía solar —agrega al tiempo que señala las placas fotovoltaicas colocadas en el techo— y el agua de la lluvia. La escuela nos cuida, pero nosotros tenemos que cuidarla también”. Maru, otra interlocutora de 9 años y alumna de la escuela como Jairo, nos acompaña hasta la galería cerrada que precede a las tres aulas y alberga un huerto orgánico con las frutas y hortalizas que abastecen al comedor escolar, habilitado en un predio comunitario contiguo a la escuela.



Ambos aprendieron en diversos talleres que la misma agua que riega este huerto en la escuela se emplea cuatro veces, en distintas fases. “Es agua de lluvia”, aclara Maru. Gracias a la inclinación del techo, el líquido se desplaza hasta los tres tanques ubicados en la parte posterior del edificio, con capacidad para 30.000 litros. Tras un proceso de filtración, los niños pueden beberla, lavarse las manos o regar el huerto. El agua sobrante llena las cisternas de los lavabos, la misma que luego de pasar por dos cámaras sépticas completa su ciclo al frente del edificio, soterradamente, regando las plantas y arbustos autóctonos que conforman un humedal.



La “escuela rara” ha llamado la atención de miles de visitantes desde su inauguración, en marzo pasado. Hace unas semanas, en pleno invierno uruguayo, se celebró una ajetreada jornada de puertas abiertas. “Hace un frío que pela”, rezongaba un señor antes de entrar al edificio, con el mate y el termo bajo el brazo. Un “frío que pela” es un combo de una temperatura de 6 ºC, con llovizna antojadiza y gélido viento oceánico que no deja pájaro a la vista. Pero dentro le esperaba una sorpresa: una temperatura de 20 ºC, sin aparato de aire acondicionado.



He aquí otra de las claves de la escuela, la orientación (hacia el norte) con el fin de absorber el poco o mucho calor del sol. Y otra más: el grosor de las paredes, auténticas masas térmicas que mantienen la temperatura interior, durante todo el año, entre 18ºC y 22ºC. Explicado esto, un joven voluntario guía a los visitantes hasta el fondo de la galería —mientras los niños tocan las plantas y descubren el olor de la albahaca y el perejil— para enseñarles un pequeño trozo enmarcado de pared, una especie de radiografía que deja al descubierto las entrañas del edificio: neumáticos, latas, botellas de plástico, arena, pedregullo y algo de cemento.



Para construir la escuela se utilizaron aproximadamente 2.000 neumáticos, 5.000 botellas de vidrio, 3.000 botellas de plástico y 14.000 latas de aluminio, además de cartón y nailon. Todo se juntó con la colaboración de empresas y cooperativas de reciclaje, así como de “puntos verdes” que fueron colocados en el balneario y también en Montevideo, aprovechando los festivales de música y otros eventos.



El otro 40% de la obra fue cubierto con materiales tradicionales, como arena, tierra, pedregullo, cemento, madera y los cristales de la gran galería invernadero.



Siguiendo el método de Reynolds, los neumáticos se rellenaron con arena o pedregullo y se colocaron en hileras de tres en la parte inferior, dos en la media y una en la superior. Botellas, nailon, cartón y latas sirvieron para rellenar todo hueco y luego el cemento cubrió el edificio para evitar que el sol tome contacto con las gomas. La parte posterior de la escuela sorprende a los visitantes con un gran terraplén que parece querer tragársela, pero que funciona como un gran caparazón aislante y por donde asoman las bocas de unos tubos que atraviesan el montículo y desembocan en las aulas para refrescar el ambiente en verano. Cuando afuera es normal que haga una temperatura de 38 ºC, dentro nunca supera los 22 ºC.



Se trata de la primera escuela sustentable de América Latina, nada menos, y así lo anuncia un gigantesco cartel en plena Ruta Interbalnearia, camino de Punta del Este, el más exclusivo de los balnearios uruguayos, por donde pasan cientos de miles de viajeros. El recinto, que tiene un total de 270 metros cuadrados, abrió sus puertas en marzo tras una maratoniana construcción (poco más de un mes), en una fiesta transmitida en directo por todos los telediarios. Allá estaban los 40 alumnos que tienen entre 3 y 12 años, los vecinos, los políticos y la ONG Tagma al completo, integrada por Martín Espósito y sus amigos, aquellos muchachos que una vez idearon este plan en un café montevideano.



Espósito recuerda que fue en 2011 cuando un amigo le recomendó que viese un documental, El guerrero de la basura, sobre Reynolds, su concepción de la arquitectura, su obsesión por reutilizar lo que el mundo descarta y su pacto irreductible con la naturaleza. Espósito, vinculado al activismo medioambiental, reunió a sus amigos para contagiarles la idea de construir una escuela pública, rural, tomando como referencia el Modelo Global, adaptable a cualquier clima, ideado por aquel arquitecto yanqui irreverente. Pero, ¿cómo convencer a Reynolds? Espósito le escribió un correo electrónico y nada. Envió un segundo y nada. El tercero tampoco tuvo respuesta. Un día llamó y le respondieron. Le dijeron que sí, pero que primero juntara la plata.



No se trataba solo de dinero. Había que encontrar el lugar y convencer a los gobernantes y a la comunidad, de las ventajas de aquella rareza destinada a convertirse en centro escolar. Para eso tuvieron que lidiar con la burocracia, tantas veces tosca y predispuesta a trabarlo todo. El proceso, cual novela kafkiana, duró cinco años. Pero ya tenían el sí de Reynolds. Así que crearon una ONG a la que llamaron Tagma. Luego formalizaron el proyecto y carpeta en mano recorrieron más de 50 empresas, hasta que una firma comercial local, Nevex, decidió cubrir la práctica totalidad de los 300.000 euros que costó el edificio.



“La escuela pública siempre ha sido el espacio democrático por excelencia en Uruguay y estamos convencidos de que puede ser el motor ideal para construir este cambio cultural”, sostienen desde Tagma. La carpeta dio tumbos por varias oficinas públicas, llegó a manos de intendentes, secretarios de intendentes, legisladores y secretarios de legisladores. Entre varios noes se abrió paso el sí de las autoridades de la educación primaria y el apoyo de la Facultad de Arquitectura de la universidad pública.



Se barajaron varios destinos, hasta llegar al actual, Jaureguiberry, fundado en los años 30 del siglo pasado por un ingeniero que soñó con convertir aquellos arenales en un parque natural. Cuentan que don Miguel Jaureguiberry plantó pinos, acacias y eucaliptos, que atrajeron benteveos, calandrias, horneros y pájaros carpinteros, primeros inmigrantes de esta zona. Probablemente de ese “visionario”, como lo llaman los vecinos, provenga la afianzada conciencia ambientalista de los lugareños reflejada en su portal Jaurecológico.



“Lo que más hemos aprendido es que no te podés sentar a esperar y que también hay que trabajar en varios frentes al mismo tiempo", comenta Espósito. "Hay conservadurismo y miedo, porque al final todo tiene un trasfondo político y en política los errores son difíciles de subsanar”. Precisamente, el miedo del que habla Espósito fue lo que hizo que algunos vecinos dudaran en un comienzo de la viabilidad del proyecto. Le pasó al abuelo de Maru. "Él decía que esto iba a ser un desastre. Decía que no y que no. Solo yo y mi mamá queríamos la escuela”, explica. Y ahora, ¿el abuelo está contento? “Está calladito”, responde Maru.



Reynolds, el guerrero de la basura, llegó a Montevideo en mayo de 2015 para conocer a la comunidad y ofrecer una conferencia sobre los pilares de Earthship Biotecture, la empresa que fundó luego de superar los avatares del sistema académico estadounidense, renuente —sobre todo 45 años atrás— a un modelo tan poco convencional. Y según confesó, se enamoró del proyecto uruguayo por tratarse de un atrevimiento de veinteañeros, una escuela pública y una comunidad rural celosa del espacio que habita. Dejó entrever que está cansado de toparse con magnates que se apuntan a tendencias pasajeras sin conciencia alguna de la integración y el equilibrio que debe existir entre nosotros y el espacio que habitamos.



En febrero, el arquitecto de melena incorregible se plantó en Jaureguiberry con 23 técnicos de la academia Earthship. En total, la construcción estuvo a cargo de 140 voluntarios, hombres y mujeres, de Uruguay y otros 30 países, que combinaron clases teóricas con el trabajo físico. Mientras una mitad estaba en la obra, la otra estudiaba el método de construcción de Earthship en un local contiguo a la escuela. Los vecinos colaboraron en la búsqueda de alojamiento para los voluntarios, además de participar desde 2014 en talleres sobre medioambiente. “Cambiar la conciencia global de cualquier tema, sea bioconstrucción u otra cosa, lleva tiempo. Duele deshacer patrones y ahí veo el valor de Earthship: te hace parar y hacerte preguntas”, comenta Laryssa Toroshenko, de 29 años, voluntaria que llegó desde Canadá y es fiel seguidora del proyecto desde 2013.



Cerca de Toroshenko, solícita y atenta a todo lo que pasaba en el pueblo estuvo Sandra Coppes, que lleva 46 de sus 50 años viviendo en Jaureguiberry y tiene tres nietas que asisten a la nueva escuela.  “Hace muchos años que soñaba con tener una escuela acá. Por eso hice propio este proyecto. Ahora hay que cuidarla y mantenerla”, dice. Desde muy joven, Coppes ha trabajado como empleada de hogar, con los altibajos que ello supone en un balneario. Ahora sus planes cambiaron, decidió construir un pequeño quiosco con botellas de plástico, arena, latas, madera y algunos envases de vidrio. Experiencia no le falta. Y según ella misma explica, Jaureguiberry no anda sobrado de tiendas de bebidas y alimentos. Así que, probablemente, el nuevo emprendimiento de Sandra siga la buena estela que ha dejado la escuela.


“El día triste” de Brasil:  el golpe parlamentario



  Y sucedió que en aquellos días sicarios se travistieron de senadores, en gran número, no todos, y decidieron atacar a una dama honrada e incorruptible que les cortaba el atajo para llegar al poder de Estado. Desde el Estado iban a hacer lo que siempre habían hecho: aprovecharse de los bienes públicos para auto-enriquecerse, escapar desesperadamente del brazo de la justicia y llevar adelante su situación de privilegio, a costa siempre del pueblo que quieren mantener lejos, en las periferias, un ejército de reserva útil para sus servicios, casi como esclavos.

Se ensañaron con la dama incorruptible y honrada bajo el pretexto de que algunas de sus prácticas fiscales habían sido delito, cosa que negaron los mayores especialistas en derecho y economía así como instancias. Crearon una farsa y rompieron la otras constitución. Revocar a una presidenta sin crimen comprobado es un golpe. Golpe parlamentario, esta es la palabra justa que debemos usar.

Ellos se mostraban petulantes, diciendo farisaicamente que se sentían mal, pero hablando de inaugurar una “era, una nueva primavera, el comienzo de un nuevo Brasil próspero y justo.” Mentira.

El plan “Un Puente para el Futuro”, es en realidad un puente para el atraso porque intenta desmontar los avances que los trabajadores, las mujeres, los negros, los pueblos indígenas, la población LGBT, los pobres e invisibles alcanzaron por primera vez en nuestra historia en el ámbito de la inclusión social, de los salarios, de la salud, de la educación, de las leyes laborales, de las jubilaciones y del acceso a la enseñanza técnica y superior. Y lo más grave: quieren mantenerlos en el analfabetismo porque así quedan silenciados e incapaces de reclamar derechos y dignidad.

Ahora lo que cuenta es el Mercado. Quien quiera salud, que vaya al Mercado y pague. Quien quiera estudiar en la universidad que vaya al Mercado y pague. Todas las cosas se volverán mercancía para ser vendidas y compradas. ¿Se compra dignidad? ¿Se compra solidaridad? ¿Se paga por el amor? No importa. Son cosas que para ellos no entran en la contabilidad. ¿Pero alguien puede vivir y ser feliz sin todo eso?

Hubo en los inicios de la conquista y dominación de México en 1520 “la noche triste”, cuando gran parte del ejército español fue destruido. Hoy en 2016 tenemos “el día triste” en el cual una presidenta fue injustamente apeada del poder conquistado en las urnas.

Por los espacios del Senado y en los corredores hay sangre derramada. Una “noche política triste” ha caído sobre Brasil, quitando la esperanza a los que salieron de la miseria, que corren el peligro de caer nuevamente en ella.

Y todos los que lucharon para que se consolidase la democracia de cuño social y para que se respetase la voluntad popular, expresada en las urnas, fueron nuevamente traicionados. Este es el día de los “puñales largos” que se alzaron contra la dama honrada e hirieron gravemente la soberanía popular.

Hoy, 31 de agosto, es el día de la tristeza. Los que montaron ese teatro y los senadores-sicarios llevarán la mancha de golpistas y farsantes durante toda la vida. La conciencia los perseguirá y su memoria será pulverizada. La voluntad de condenar no sustituye a la razón que se orienta por la verdad. Ellos atropellaron la verdad bajo el manto de la injusticia. Estarán en una siniestra compañía, la de aquellos que hace años asaltaron el Estado, oprimieron al pueblo, torturaron a muchos como a la presidenta Dilma y asesinaron a otros que buscaban la restauración de la democracia.

Y, al atardecer de la vida, se enfrentarán a un Juez mayor que desvelará toda la injusticia que conscientemente cometieron.  


Para evitar la catástrofe el reto es unir poder y política  


El profesor de filosofía Jordi Corominas selecciona textos del sociólogo Zygmunt Bauman, conocido por sus estudios sobre la modernidad y la postmodernidad, para las que ha acuñado el calificativo de “líquidas”. Y así habla de tiempos “líquidos” en los que amores y miedos, la vigilancia y el arte son “líquidos”. Con las reflexiones seleccionadas por Corominas Bauman nos advierte de los cambios profundos que serán necesarios si queremos evitar escenarios violentos y guerras entre naciones.



Zygmunt Bauman / Jordi Corominas

www.envio.org.ni/septiembre2016



A raíz de la publicación de los libros de Zygmunt Bauman, La felicidad se hace, no se compra y ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, he pensado que valía la pena hacer un pequeño resumen de algunas de las tesis e ideas de Bauman que tienen que ver con la cuestión del cosmopolitismo y la necesidad de alternativas al modelo económico vigente.



COMO QUIEN SE DESPIDE YA DEL MUNDO


Bauman es hijo de judíos polacos. Tuvo que emigrar a Rusia cuando los nazis invadieron Polonia. Fue militar y participó del régimen soviético hasta que en 1968, por sus posiciones críticas, renunció al partido y fue expulsado de Polonia. Vivió finalmente en Inglaterra, donde ha publicado la mayoría de los trabajos que le han dado fama mundial.



Ahora, a sus 89 años, escribe sus libros, que han adquirido un tinte profético, como quien se despide ya del mundo: “El mundo parece estar bien protegido, no contra las catástrofes, sino contra los profetas -afirma-. Y los habitantes de este mundo bien protegido, se guardan mucho de unirse a los cada vez menos numerosos profetas que gritan y lloran en sus desiertos respectivos… Amós, Oseas, Jeremías, eran propagandistas bastante buenos, y aun así fracasaron en agitar las conciencias de la gente y advertirlos”. 


Es muy posible que también fracase Bauman, quien desde luego no se ve a sí mismo como un profeta. Pero haríamos bien en escucharlo y en discutir sus razones, acumuladas a lo largo de una impresionante trayectoria vital y académica. El panorama que nos presenta no es muy alentador, pero deja abiertas pequeñas esperanzas. De nosotros depende, todavía, evitar lo peor.

EL ESCANDALOSO AUMENTO DE LA DESIGUALDAD


Bauman asevera que la distancia entre pobres y ricos está agrandándose a un ritmo sin precedentes: Las 85 personas más ricas del mundo poseen una riqueza que equivale a la que suman los 4 mil millones de personas más pobres. 


El 90% de toda la riqueza producida en el mundo después de la gran crisis que se inició en 2007, con el colapso del crédito y la amenaza de desaparición de bancos si no eran recapitalizados con el dinero de los que pagan impuestos, se la ha apropiado el 1% de las personas más ricas de la Tierra. El 1% más rico de la población mundial es ahora casi 2 mil veces más rica que el 50% de la población mundial. El extraordinario aumento de las fortunas de ese segmento del 1% de la sociedad mundial tiene lugar en un tiempo de austeridad sin precedentes para la inmensa mayoría, el 99% restante.


Bauman escribe, citando a Daniel Dorling: “La décima parte más pobre de la población mundial pasa hambre de forma habitual; la décima parte más rica no es capaz de recordar un periodo en la historia de su familia en la que hayan pasado hambre. La décima parte más pobre muy pocas veces puede proporcionar la educación más básica a sus hijos; la décima parte más rica se preocupa por pagar matrículas de escuelas suficientemente caras para asegurarse que sus hijos sólo alternen con sus llamados ‘iguales’ y ‘superiores’, porque tienen miedo de que sus hijos se mezclen con otros niños”. 


“La décima parte más pobre vive en lugares donde no hay seguridad social; la décima parte más rica no es capaz de imaginarse a sí misma ni siquiera teniendo que intentar vivir con esas ayudas. La décima parte más pobre sólo puede conseguir un trabajo como empleado en la ciudad, o bien son campesinos de áreas rurales; la décima parte más rica no puede imaginarse no ganando un elevado salario mensual. Por encima de ellos, la franja más rica de esa décima parte, los más ricos, no pueden imaginarse viviendo de un salario en vez de viviendo de las rentas procedentes de los intereses que genera su riqueza”. 



EL FIN DE LA CLASE MEDIA Y EL FIN DEL ESTADO DE BIENESTAR


En una entrevista de 2014 Bauman reflexionó así: “El nuevo fenómeno es la desaparición en el futuro, para la clase media, de sus expectativas de progresar. Incluso el trabajo es un bien que se ha instalado en el terreno de la incertidumbre. No importa si se ha trabajado treinta o cuarenta años para la misma empresa: de repente se produce una fusión, y enseguida se desprenden de la mano de obra sobrante. La clase media está hoy más cerca de los proletarios y de la gente que vive en la miseria. A diferencia de hace unos años, aunque hoy tengan trabajo ha desaparecido la certeza de que puedan tenerlo mañana. Vive en un estado de constante ansiedad”.



¿POR QUÉ OCURRIÓ ESTO?


Y sigue Bauman: “En los últimos cuarenta años, la mutua dependencia entre empleadores y empleados se ha roto de forma unilateral. Antes, los empleados, los trabajadores, dependían de sus jefes para poder vivir. Pero al mismo tiempo los jefes también dependían de sus empleados. Sobre todo después de la Gran Depresión, con el desempleo masivo, y especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, se creó el estado de bienestar. Había un consenso general en la opinión pública, entre la izquierda y la derecha, porque la mayoría estaba de acuerdo en que, o bien mantenías a tu población en buen estado, o bien serías derrotado en la próxima guerra o en la próxima batalla comercial con otros países. Entre los años cuarenta y setenta la desigualdad se redujo en toda Europa…” 


“Eso cambió a raíz de las políticas económicas que se empezaron a poner en práctica en los años 70, como la desregulación, la privatización, subcontratando obligaciones¬ del Estado en el mercado (pensiones, educación, servicios sanitarios y prestaciones por el estilo)”. 


“¿Y por qué ocurrió esto? Porque los jefes, los propietarios del capital, los dueños de las empresas, vieron que ya no entraba dentro de sus necesidades e intereses ocuparse de los vecinos, de los habitantes de su país. Se sintieron libres para ir donde quisieran a buscar mano de obra, donde no tuvieran que preocuparse de las pensiones o la seguridad social de los trabajadores, y donde no hubiera huelgas para defender los salarios y los derechos consolidados de los empleados. De tal forma que se creó una dependencia unilateral. Quienes viven en los países menos desarrollados todavía dependen de los dueños del capital para conseguir un trabajo, pero los jefes ya no dependen de esos trabajadores”.


“De esa forma, la mayor parte de la economía hoy es puramente monetaria. El dinero trae más dinero. Todas las transacciones que se producen en la bolsa, en el mercado de valores, las que afectan las vidas de las personas, no tienen el menor interés en la economía, en las condiciones de vida que afectan a la gente que no son capitalistas, que no juegan en la bolsa”.


“Hay un creciente golfo de separación entre los que juegan a la bolsa, entre el mundo de las altas finanzas y la gente que hace cosas y los empleados que sirven a la mayor parte de la población”.



EL CAPITALISMO SE HA QUEDADO SOLO


En esta entrevista de 2014, Bauman reflexionaba: “Marx habló de la pauperización del proletariado, y de que eso llevaría al proletariado a las calles y desencadenaría una revolución. La gente inteligente entre los dueños de los recursos tomó medidas. Acabó incrustando en la mentalidad de la gente la necesidad de mejorar las condiciones de vida y de trabajo dentro del propio sistema capitalista, sin cuestionar el propio sistema”.

“Ahora, con el colapso del bloque soviético, no hay alternativa. El capitalismo se ha quedado solo en el campo de batalla y no hay nada que constriña, que limite algo que es endémico a un sistema que está basado en la competencia: la codicia, la voluntad de derrotar a los otros y la escasa sensibilidad hacia el destino de los desafortunados, de las víctimas causadas por tu propia actividad.



Es una nueva situación, que surgió tras la caída del Muro de Berlín. Por primera vez en ciento cincuenta años las predicciones de Marx podrían hacerse realidad, no sólo en lo que se refiere al proletariado, sino a la clase media, que ha visto cómo se ha ido pauperizando su nivel de vida, perdiendo tanto su nivel de ingresos como su percepción de la seguridad. Se ha quebrado el sentimiento de pertenencia de la clase media, el sentimiento de formar parte de una comunidad, de contar con instituciones que se preocupen de ellos cuando sufran una catástrofe individual. Aumenta el temor de esa clase a que se reduzcan o directamente se supriman las prestaciones de desempleo, de trabajar más años para disfrutar de pensiones más reducidas”.


Según Bauman, la primera víctima de esa profunda desigualdad será la democracia, a medida que todos los bienes necesarios, cada vez más inaccesibles para llevar una vida aceptable, se conviertan en objeto de una rivalidad encarnizada entre quienes tienen y quienes están desesperadamente necesitados.



¿POR QUÉ ACEPTAMOS TANTA DESIGUALDAD?


En el libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? afirma Bauman: “Si preguntáramos a la gente por los valores más importantes para ella, es probable que muchos contesten nombrando la igualdad, el respeto mutuo, la solidaridad y la amistad. Pero si observamos el comportamiento cotidiano de esa misma gente, en su estrategia vital en la práctica, con toda seguridad serían otros valores los que destacarían. Sin embargo, muchos de nosotros no somos hipócritas y con toda probabilidad no lo somos por decisión propia, al menos si podemos evitarlo. Muy pocas personas, quizás ninguna, elegirían vivir su vida en base a una mentira. La sinceridad también es uno de los valores preferidos por el corazón humano y la mayoría de nosotros deseamos vivir en un mundo en donde no necesitemos, y menos donde se nos exija, decir y repetir mentiras. Entonces, ¿por qué ese trecho entre los dichos y los hechos?”

Bauman desarrolla básicamente cinco motivos: el hecho de vivir en un mundo en el que nuestras acciones y rutinas diarias, más conscientemente o menos, independientemente de lo que digamos, y a veces en total contradicción con nuestras palabras, están presididas por la obsesión del crecimiento económico, el consumo, el individualismo, la creencia en el egoísmo innato del hombre, la culpabilización del fracasado y el renacimiento de los nacionalismos.



LA FE EN EL CRECIMIENTO ECONÓMICO


En ese libro y según Bauman, pareciera que el crecimiento económico es la única manera de hacer frente y de superar todos los desafíos y los problemas que genera la coexistencia humana… “pero lo cierto es que el crecimiento económico no augura nada bueno para la mayoría de la humanidad. Más bien presagia, para una cantidad abrumadora de personas, una desigualdad más profunda y cruel, y unas condiciones de vida más precarias. El crecimiento económico, lejos de ser la solución universal para los problemas sociales más importantes, difíciles y desgarradores, parece ser la principal causa de la persistencia y de la agravación de esos problemas”. 


Bauman llama la atención sobre el hecho de que los teóricos precursores del capitalismo anticipaban que el crecimiento no es ilimitado y creían en que el final del crecimiento daría lugar a un estado estacionario en el que podríamos empezar a preocuparnos por los problemas verdaderamente humanos. Como ejemplo cita a John Stuart Mill cuando dice: La condición estacionaria del capital y de la población no implica un estado estacionario del mejoramiento humano. Habrá muchas oportunidades para todo tipo de mentalidades culturales, para el progreso moral, social, para perfeccionar el arte de vivir si las mentes dejasen de centrarse en el arte de medrar.


Lo mismo pensaban Adam Smith y J. M. Keynes: No está lejos el día en que el problema económico estará en el asiento de atrás, donde debe ir, y el corazón y la cabeza volverán a estar ocupados por nuestros problemas reales -los problemas de la vida y de las relaciones humanas, de la creación, del comportamiento y de la religión- problemas que no sólo son reales, sino también mucho más nobles y atractivos que las necesidades de mera supervivencia que han guiado las preocupaciones económicas hasta ahora...


En otra entrevista de 2014, Bauman se refería a las citas de estos economistas: “Se equivocaron porque creyeron que la gente iba a comprar solo lo necesario para cubrir sus necesidades. Así es que muy razonablemente calculaban los productos que tendrían que ser producidos. Todo era una monótona repetición de las necesidades de acuerdo con el crecimiento de la población. No se dieron cuenta de que en la sociedad de consumo no se va a las tiendas solo para reemplazar lo roto o lo consumido, sino a satisfacer los propios deseos. Y los deseos son infinitos…”

“Y cada vez es más difícil cambiar estas pautas de comportamiento porque las nuevas generaciones, crecidas en una atmósfera de consumismo brutal, cada vez inician su aprendizaje en el sistema desde más temprano y, a menudo, en familia. Desde El Salvador, hasta Londres, Nueva York y Moscú, las familias no van a misa o a ceremonias religiosas, sino que van a las grandes catedrales actuales: los templos de consumo, los centros comerciales. Y es la gran salida familiar de la semana. Van no sólo a comprar, sino a disfrutar mirando, viendo lo que hay”.





LA ESCLAVITUD DEL CONSUMO


Bauman afirma que nos han hecho esclavos del consumo, las tiendas, los “mall”, los grandes almacenes. La búsqueda de la felicidad equivale a ir de compras. El crecimiento continuo del consumo, o más precisamente una acelerada rotación de nuevos objetos de consumo, es considerada la única manera de satisfacer la búsqueda humana de la felicidad.


En el libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? dice: “El nivel de nuestra actividad consumista y la facilidad con la que adquirimos un objeto de consumo y lo sustituimos por otro ‘nuevo y mejorado’ es el principal parámetro para medir nuestra posición social y nuestra puntuación en la competición por tener éxito en la vida. Buscamos en las tiendas las soluciones a todos los problemas que nos encontramos en el camino, soluciones que supuestamente nos alejan de las dificultades y nos llevan a la satisfacción”.


“Desde la cuna hasta la tumba nos educan y nos entrenan para usar las tiendas como farmacias llenas de medicamentos que curan o al menos mitigan todos los males y aflicciones de nuestras vidas y de nuestras relaciones con los demás… Comprar por impulso y deshacerse de las cosas que poseemos y que ya no son muy atractivas para sustituirlas por otras más atractivas constituyen nuestras emociones más fuertes”.


“Consumismo no es simplemente consumo, porque consumir es totalmente necesario. Consumismo significa que todo en nuestra vida se mide con esos estándares de consumo. Es normal que queramos ser felices, pero hemos olvidado todas las formas de ser felices. Sólo nos queda una, la felicidad de comprar. Cuando uno compra algo que desea se siente feliz, pero es un fenómeno temporal. Una persona satisfecha con sus relaciones, con su trabajo, con sus creaciones, es un peligro para el consumismo que necesita a personas permanentemente insatisfechas”.


En una entrevista en la que Bauman habla de “los tiempos de liquidación”, recuerda que en la Europa oriental de su primera juventud, “la gente era bastante feliz”. No tenían mucho que comprar, “pero vivían en comunidades solidarias, con buenos vecinos, que se ayudaban entre sí y cooperaban y eso les daba seguridad. La felicidad deriva del trabajo bien hecho. La satisfacción que eso produce es extraordinaria. En nuestra sociedad, en cambio, nos definimos no por lo que hacemos sino por lo que compramos”.


LA REDUCCIÓN DE LAS PERSONAS A COSAS


En el libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, Bauman asocia el creciente individualismo con la reducción de los otros a bienes de consumo, a utilidad. “Mantenemos a nuestro compañero o compañera a nuestro lado mientras nos produce satisfacción, igual que un modelo de teléfono. En una relación entre humanos aplicar este sistema causa muchísimo sufrimiento. Las ‘cosas’ destinadas al consumo mantienen su utilidad para el consumidor, su única razón de ser, en la medida en que su capacidad para proporcionar placer no disminuya”.


“Una vez que ya no proporcionan placeres o comodidades, o una vez que el consumidor/usuario advierte la probabilidad de obtener una mayor satisfacción en otro sitio, esas cosas pueden ser, deben ser y generalmente son relegadas y sustituidas. Este patrón de cliente-bien de consumo o usuario-utilidad se está aplicando a la interacción entre seres humanos y ha penetrado en todos nosotros desde la más tierna infancia y a lo largo de toda la vida”. 


Este patrón hace que las relaciones humanas sean sustituidas por conexiones efímeras y volátiles: los vínculos sociales, la relación amorosa, se disuelven fácilmente. No hay duración suficiente para proyectos a largo plazo ni para construir lazos de solidaridad y afecto que impliquen dependencia o compromiso. Y esa fragilidad y revocabilidad de los vínculos humanos se convierten a su vez en una fuente permanente de miedo a la exclusión, al abandono... que amenazan a tantos de nosotros en la actualidad y causan tanta ansiedad espiritual e infelicidad”.


“En la relación humana, que es una relación de sujeto a sujeto, hay tensiones y dificultades. Las fricciones son inevitables, y los protagonistas no tienen otra alternativa que aferrarse a las posibilidades que ofrecen unas negociaciones con frecuencia espinosas, con compromisos incómodos. Estos riesgos son el precio asociado inevitablemente a los únicos y saludables placeres que la convivencia y la solidaridad humanas proporcionan. Y la aceptación de estas condiciones constituye la fórmula mágica que abre la puerta de una cueva llena de tesoros”.


“Pero no sorprende que mucha gente encuentre el precio demasiado alto y difícil de asumir. Y es a esa gente a la que van dirigidos los mensajes de los mercados de consumo, que les prometen despojar las relaciones humanas de las incomodidades y las inconveniencias asociadas a ellas (en la práctica, se trata de reorganizar esas relaciones siguiendo el modelo de relación cliente-bien de consumo). Esas promesas son la razón por la cual tantos individuos encuentran esta oferta tentadora y la adoptan sin reservas, avanzando decididamente hacia la trampa, sin ser conscientes de los perjuicios que conlleva el trato”.


“Las pérdidas son enormes, y se pagan en forma de crisis nerviosas y oscuros, vagos y difusos miedos que flotan libremente, porque la vida dentro de la trampa implica estar permanentemente alerta: atisbando la posibilidad, incluso la probabilidad, de intenciones malévolas y conspiraciones ocultas en cada extraño, cada transeúnte, cada vecino y compañero de trabajo. Cualquier coalición con otros hombres suele ser con una cláusula que especifica los motivos de revocación de la misma. El compromiso, por no hablar del compromiso duradero, suele ser desaconsejable; la impermanencia y la flexibilidad de los vínculos (pensados para hacer que cualquier asociación entre humanos sea incómoda y todavía más inestable) se recomiendan insistentemente y tienen mucha demanda”.



LA ORGANIZACIÓN INDIVIDUAL DE LA VIDA


“Al final, el mundo que ha caído en esta trampa se vuelve inhóspito para confiar en la solidaridad humana. Ese mundo devalúa y desprecia la confianza mutua y la lealtad, la ayuda mutua, la cooperación desinteresada y la pura amistad. Por esta razón, crece de una manera fría, ajena y poco atractiva; como si fuésemos personas non gratas en el territorio de otro (pero, ¿de quién?), esperando la orden de desalojo que ya ha sido enviada por correo o que ya se encuentra en el buzón de salida”.

“Nos sentimos rodeados de rivales, competidores en un juego de superación que no acaba nunca, un juego en el que darse la mano no suele diferenciarse de ir esposado y en el que el abrazo amistoso se confunde frecuentemente con el encarcelamiento”.

Como consecuencia, nos advierte Bauman, la nueva organización de la vida es más individual, insolidaria y desregularizada. Las posibilidades de las que nos hemos apropiado han sido tan dirigidas hacia otras formas de vida que la colaboración y la solidaridad no sólo son impopulares, si¬no que suponen una elección difícil y costosa: “No cabe duda de que poca gente, y en relativamente pocas ocasiones, halla en su mundo material y/o espiritual la fuerza suficiente para elegir el camino de la solidaridad y la colaboración con los demás”.

“La gran mayoría, aunque tengan intenciones y creencias nobles y elevadas, se enfrentan a realidades hostiles y vengativas, cuando no irresistibles; realidades de codicia y corrupción omnipresente, de rivalidad y egoísmo en todas partes. Una persona no puede cambiar esas realidades por sí sola deseando que desaparezcan, combatiéndolas o ignorándolas (y por tanto le quedan pocas alternativas, a excepción de seguir los patrones de comportamiento que, consciente o inconscientemente, a propósito o por defecto, reproducen de manera monótona el mundo de la guerra de todos contra todos). Esta es la razón por la cual tendemos a confundir esas realidades (impuestas, imaginadas, obligadas a reproducirse a diario con nuestra ayuda) con la ‘naturaleza de las cosas’, que ningún poder humano puede desafiar o cambiar”.



LA CREENCIA DE QUE DESIGUALDAD Y EGOÍSMO SON INNATOS


En ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? afirma Bauman: “Se cree, como si fuera un hecho, que la desigualdad entre los hombres y su egoísmo es natural, y que adaptar las oportunidades de la vida humana a esta regla nos beneficia a todos, mientras que intentar paliar sus efectos nos perjudica a todos”.

“La competitividad (con sus dos caras: el reconocimiento del que se lo merece y la exclusión/degradación del que no se lo merece) es lo que mejor responde a la naturaleza humana y lo que al final más nos beneficia. Nos han educado para creer que el bienestar de la mayoría se consigue captando, perfeccionando, financiando y recompensando las habilidades de unos pocos. Creemos que la naturaleza distribuye de forma desigual las capacidades. Por consiguiente, existen personas que son capaces de llegar a donde otros nunca llegarían por mucho que lo intenten”.

“Aquellos que han sido bendecidos con capacidades son muy pocos y están dispersos, mientras que los que no tienen dichas capacidades o tienen menos son multitud. De hecho, muchos de nosotros pertenecemos a esta última categoría. Ésa es la razón, nos repiten insistentemente, por la que la jerarquía de la posición social y de los privilegios se parece a una pirámide: cuanto más alto es el nivel alcanzado, más escaso es el número de personas capaces de alcanzarlo”.

“Estas creencias, que apaciguan los cargos de conciencia y que aumentan el ego, son aceptadas por aquellos que se encuentran en lo alto de la jerarquía. Pero estos argumentos, que disminuyen la frustración y los reproches, son una buena noticia para todos los que se encuentran en la parte más baja del escalafón. Son también una advertencia útil para los que no acataron el mensaje original y que aspiraron a más de lo que sus capacidades innatas les permiten alcanzar. En definitiva, estas ideas nos incitan a reconciliarnos con una desigualdad cada vez mayor al aliviar el dolor de la derrota y la resignación al fracaso, al tiempo que reducen las posibilidades de disidencia y resistencia”.

En base a estas creencias somos desafiados, según Bauman, “al juego de ser más que los demás”, a intentar superar y sobrepasar al vecino o al compañero de trabajo en el juego de la desigualdad de las posiciones sociales. El juego de superar a los demás implica que la manera de solucionar el daño hecho por la desigualdad es más desigualdad. Su atractivo reside en la promesa de convertir la desigualdad de los jugadores en una ventaja. O más bien, de convertir la plaga de la desigualdad que se vive socialmente en un bien que se disfruta de manera individual, midiendo el éxito de cada uno en función del nivel de fracaso del otro, el progreso de uno en función del número de personas que se han quedado regazadas, y, en definitiva, el aumento del valor de uno en función de la devaluación de los demás.



PENSAR QUE LOS FRACASADOS SON CULPABLES DE SU FRACASO


En el mismo libro leemos: “La sociedad se escinde entre una masa de verdaderos consumidores de pleno derecho y una categoría de consumidores fracasados, los que por diversas razones no son aptos para cumplir con las exigencias que ese mensaje les impulsa a asumir insistentemente hasta convertirse en un mandamiento que no admite excepciones ni preguntas”.

“El primer grupo está satisfecho con sus esfuerzos y tiende a considerar que sus altas puntuaciones en las tablas de consumo son un derecho y una recompensa justa por las ventajas ganadas o heredadas para afrontar la complejidad de la búsqueda de la felicidad. Por otro lado, el segundo grupo se siente humillado, pues ha sido asignado a la categoría de seres humanos inferiores: están en la cola de la clasificación de la liga, sufriendo ya su relegación. Se avergüenzan de su bajo rendimiento y de sus posibles causas: falta o insuficiencia de talento, de diligencia o de persistencia. Cualquiera de estas insuficiencias son vistas ahora como desafortunadas, degradantes, denigrantes o descalificadoras. Así, los perdedores de esta competición son culpados públicamente por la desigualdad social resultante. Y, lo que es más importante, tienden a estar de acuerdo con el veredicto público y se culpan a sí mismos, sacrificando su autoestima y su confianza. Sobre la herida abierta de la miseria se echa la sal de la reprobación”.

“Para los consumidores fallidos, la versión actualizada de los que no tienen, no comprar constituye el estigma lacerante de una vida incompleta, la prueba de su falta de entidad y de su sensación de que no sirven para nada. No sólo implica la ausencia de placer, sino también la ausencia de dignidad. De hecho, implica la ausencia de sentido de la propia vida”.

“Los sentimientos de injusticia que podrían ser aprovechados para conseguir una mayor igualdad se reorientan hacia las manifestaciones más claras del consumismo y se dividen en miríadas de quejas individuales que se resisten a la agregación o a la combinación, y en actos esporádicos de envidia y venganza dirigidos contra otras personas del propio bando. Así, los estallidos puntuales de violencia son una salida temporal para las venenosas emociones que normalmente están dominadas y reprimidas, y que proporcionan un respiro por un tiempo, aunque sólo sea para hacer más fácil de soportar la plácida y resignada capitulación ante las detestadas y aborrecidas injusticias de la vida diaria”.



LA TRAMPA DEL ESTADO NACIÓN


Bauman señala que hubo un tiempo en el que no existían ni la noción de identidad ni la identidad como problema. Para la mayoría de la gente la “sociedad” equivalía a la vecindad más inmediata, a la existencia en una sociedad de conocimiento mutuo, dentro de cuya red de familiaridad transcurría su vida entera. Esto tenía como consecuencia que el lugar de cada persona era de tal manera evidente y próximo, que no era necesario reflexionar sobre él y, menos aún, negociarlo.

Hubo que esperar a la lenta desintegración y a la merma del poder de control de las vecindades, además de a la revolución de los transportes, para que naciera la identidad como un “problema”. El Estado naciente, que se enfrentaba a la necesidad de crear un orden que las bien asentadas y unidas “sociedades de conocimiento mutuo” ya no reproducían automáticamente, se hizo eco de la cuestión y comenzó a utilizar a la identidad en su labor de colocar los cimientos de las novedosas y desconocidas reivindicaciones de legitimidad estatal.

Así, la idea de una “identidad nacional” en concreto, ni se gesta ni se incuba en la experiencia humana “de forma natural”, ni surge de la experiencia como un “hecho vital” evidente por sí mismo. En el libro citado, afirma Bauman: “Para la gente insegura, confusa y aterrada por la inestabilidad y la contingencia del mundo que habitan, la ‘comunidad’ se convierte en una alternativa tentadora, ya que cobija la ilusión del paraíso perdido: tranquilidad, seguridad física y paz espiritual; he aquí la base de los fenómenos de recomunitarización fundamentalista y de los nuevos nacionalismos”.

En una entrevista reflexionó Bauman: “Desde 1648, tras la paz de Westfalia, en donde se creó un nuevo orden político en el centro de Europa, un concepto de soberanía basado en que los gobernantes de cada territorio tenían la capacidad de decir a la población bajo su mando en qué dios deberían creer, arrancó el período de construcción de nuevos estados, en los que la religión era sustituida por la nación. Resultó muy bien en cuanto a la independencia territorial de los estados la habilidad de promover el autogobierno de un territorio, pero ahora las reglas del juego han cambiado por completo. Porque vivimos en la interdependencia, no en el de la independencia. Formalmente los Estados siguen siendo soberanos en lo que concierne a su territorio, pero en la realidad ya no lo son”.



LA SEPARACIÓN DEL PODER Y DE LA POLÍTICA


“El problema no es que los políticos sean corruptos. Algunos lo son, pero no todos. El problema no es que sean estúpidos. Algunos de ellos lo son, pero no todos. El problema no es que sean miopes. Algunos de ellos lo son, pero no todos”.

“El problema fundamental al que todos ellos tienen que hacer frente, sean corruptos, estúpidos o miopes o no suficientemente sabios, es que están sometidos a una doble obediencia. Por una parte, son los gobernantes de un territorio concreto, y los ciudadanos de ese territorio les eligieron precisamente para que gobernaran, por lo que están obligados a escuchar a su electorado. Tienen que tener en cuenta lo que su electorado les demanda. E incluso deben prometerles que trabajarán para ellos, que satisfarán sus necesidades. Sin embargo, lo que a menudo se ven obligados a hacer es a mirar en otra dirección: cuáles serán las consecuencias de sus decisiones en el mercado global o, como está de moda decir hoy día, la reacción de los inversores globales”.

En otras palabras lo dice en el libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?: “La libre circulación del mercado financiero, emancipada de todo tipo de control político, la desregulación de los bancos y de sus movimientos de capital, permite a los ricos moverse libremente, buscar y encontrar los mejores terrenos para obtener los mayores beneficios, lo que les hará más ricos; mientras que la desregulación de los mercados de trabajo hace que los pobres no se puedan beneficiar de las mejoras, y mucho menos parar o atenuar los desplazamientos de los propietarios del capital (rebautizados como ‘inversores’ en la jerga de las bolsas de valores), y por tanto estarán condenados a empobrecerse”.

“Además de que ha empeorado su nivel de renta y sus oportunidades de obtener un empleo y un salario suficiente para vivir, dependen ahora de las veleidades de los movimientos del capital en busca de beneficios, so capa de la competitividad, que les hace crónicamente precarios y les provoca un grave malestar espiritual, una preocupación constante y una infelicidad crónica, unas lacras que no desaparecerán y no dejarán de atormentarles incluso en los breves periodos de relativa bonanza”.

Completa la idea en una entrevista: “Los políticos se ven sujetos a una doble obediencia: deciden los viernes cómo mejorar la situación del país y para ello adoptan una serie de medidas, pero el fin de semana no pueden conciliar el sueño, porque temen que el lunes, cuando vuelvan a abrir las bolsas, un nuevo cataclismo en los mercados puede llevar al traste con todos sus planes, con un nuevo colapso del Estado que ponga en fuga a los capitales”.



LA LABOR DE ESTE SIGLO: CASAR PODER Y POLÍTICA


Según Bauman el origen de los problemas que estamos atravesando descansa en el divorcio entre poder y política y en las formas de vida que promueve el sistema.

El poder se puede definir como la habilidad de hacer cosas, y la política es la decisión sobre las cosas que se deben hacer. Hace medio siglo todo el mundo estaba de acuerdo en que poder y política residían en manos del Estado soberano. Ahora, la soberanía del Estado territorial se ha convertido en una ilusión. Es cierto que los Estados cuentan con poderes que pueden corregir algunos aspectos de la realidad, pero las cuestiones esenciales que afectarán a nuestros hijos y nietos quedan más allá de los poderes del Estado soberano, del Estado territorial, y están sometidas a fuerzas globales.

Por una parte tenemos poderes libres de cualquier control y por la otra tenemos políticos que carecen por completo de poder. De ahí que la pregunta no es tanto la antigua gran pregunta de qué es lo que debemos hacer sino cómo lo hacemos. Más o menos todos sabemos lo que es preciso hacer: volver a casar poder y política. La política debería recrear su control del poder y el poder debería estar sometido al control de la política.

Los Estados-nación fueron creados por nuestros abuelos y bisabuelos para servir a la independencia de los Estados soberanos, pero ahora nos encontramos en una nueva situación de interdependencia. Si bien resultaron útiles durante décadas como Estados independientes, lo cierto es que han dejado de ser útiles en la era de la sociedad global, a la hora de controlar la interdependencia global de las sociedades.

El resultado de todo eso es que estamos divididos entre el poder que se ha emancipado del control de la política, y la propia política, que padece un déficit de poder y que por tanto no puede hacer que las cosas se concreten. La tarea de nuestro tiempo será volver a unir poder y política. Es una tarea muy difícil, pero si no lo hacemos no solucionaremos el problema.



LABOR DE ESTE SIGLO: CAMBIAR DE FORMA DE VIDA


Bauman ve un resquicio de esperanza en que ahora la globalización ha alcanzado un punto sin retorno y nos encontramos con que cada uno de nosotros depende del otro más que nunca y sólo podemos elegir entre garantizarnos mutuamente nuestra seguridad compartida. Por primera vez en la historia humana, el interés por uno mismo y los principios éticos de cuidado y respeto mutuo que todos tenemos apuntan en la misma dirección y exigen la misma estrategia.

En su obra Identidad, dice Bauman: “De ser una maldición, la globalización todavía puede trocarse en bendición. Nos encontramos en el umbral de otra gran transformación: las fuerzas globales andan sueltas y se deben poner bajo control democrático popular sus ciegos y dañinos efectos; obligándolas a respetar y a observar los principios éticos de cohabitación humana y de justicia social”.

El otro grande y difícil reto para Bauman es promover la búsqueda de experiencias, instituciones y realidades culturales y naturales de la vida en común, en vez de concentrarse en los índices de riqueza, que tienden a convertir la coexistencia humana en lugares de competencia individual, rivalidad y luchas internas: “El tema está en averiguar si los placeres de la convivencia son capaces de sustituir a la búsqueda de riquezas, al disfrute de los artículos de consumo que ofrecen los mercados y a la competitividad que se combinan en la idea del crecimiento económico infinito, y cumplen el papel casi universalmente aceptado de medios para conseguir una vida feliz”.



¿ESTAMOS A TIEMPO DE EVITAR LA CATÁSTROFE?


Los interrogantes que plantea Bauman son: ¿Conseguiremos unir el poder y la política? ¿Lograremos gobernar las fuerzas incontroladas del capital que mueven el mundo? ¿Podremos inclinarnos hacia los placeres de la convivencia superando la mediación del mercado y sin caer en la trampa del utilitarismo? ¿Sustituiremos el juego de todos contra todos, la rivalidad, la competición y la codicia por una coexistencia basada en la cooperación amistosa, la reciprocidad, la generosidad, la confianza mutua, el reconocimiento y el respeto?

En cualquier caso, nadie puede negar que en una situación de crisis es necesario desarrollar visiones de futuro, proyectos o ideas que aún no se hayan pensado. En su libro ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos? afirma Bauman: “Lo que es ingenuo es la idea de que el tren que marcha hacia la destrucción progresiva de las condiciones de supervivencia de muchas personas, modificaría su velocidad y dirección si en su interior la gente corre en la dirección opuesta al sentido de su marcha. Albert Einstein dijo que los problemas no pueden solucionarse con los patrones de pensamiento que los generaron. Hay que cambiar la dirección global, y para eso es necesario primero detener el tren”.

Y concluye: “Parece que necesitamos que se produzcan catástrofes para reconocer y admitir (desgraciadamente de manera retrospectiva, sólo retrospectiva) que podían producirse. Es un pensamiento escalofriante, quizás el que más. ¿Podemos refutarlo? Nunca lo sabremos si no lo intentamos: una y otra vez, y cada vez con más fuerza… Al menos, cuando llegue (si llega) el desastre, no podremos decir que no nos lo advirtieron. No obstante, lo mejor, tanto para usted como para mí, y para todos, es evitar que se produzca mientras todavía dependa de nuestra capacidad detenerlo”.

COROMINAS ES ESPECIALISTA EN EL FILÓSOFO XABIER ZUBIRI
Y PROFESOR DE DIÁLOGO INTERCULTURAL EN BARCELONA. 

Preparándonos para la transculturación e incertidumbre: el reto de los ngäbe en Costa Rica.



Edgar Atencio. Asociación Meriregwe, Costa Rica. Email: asocmeriregwe@gmail.com


Fabricio Carbonell.  Asociación Meralvis, Costa Rica. Email: ong_meralvis@yahoo.com


 


Los ngäbe, síntesis de una historia de incertidumbre y cambios


 


En Costa Rica, Centroamérica, vivimos nueve pueblos indígenas (oficialmente ocho), con una población estimada de 63.876 personas, que representamos aproximadamente el 1,3%  de la población total del país. De los nueve, los ngäbe, conocidos como guaymí, así como los bribris y cabécares aún conservamos nuestras tradiciones y somos los más numerosos (73% de la población indígena total). Algunos antropólogos dicen que en los documentos históricos éramos conocidos como Guaymí, Dorasque y Valiente y que en los tiempos de la llegada de los españoles ocupábamos grandes extensiones de territorio, comprendiendo gran parte de las provincias panameñas de Bocas del Toro y Chiriquí pero que en los mapas de la colonia, sobre la provincia de Costa Rica, aparecen mencionados los ngäbe.




Ka ngäbere / Canto ngäbe
Una vez cierto individuo fue a cazar y escuchó a alguien cantar, fue a ver y un mono grandote con maracas estaba sentado sobre un tronco y los animales bailaban haciéndole ronda…él cantó también con ellos por cuatro días y lo dejaron ir. Al regresar le enseñó el canto a la familia, que se canta con maracas, de esta forma se ha transmitido de generación en generación.
Los ngäbe vivíamos en las fértiles planicies del Pacífico y las exuberantes selvas a orillas del Mar Caribe en Panamá, hasta los años 30 del siglo XX, pero fuimos desplazados de nuestras tierras ancestrales, a las aisladas montañas de la Cordillera Central por los terratenientes y las transnacionales bananeras.


 


Investigaciones arqueológicas indican que a la llegada de los españoles los guaymí teníamos un cacique que gobernaba y habitábamos en aldeas o caseríos dispersos, rodeados de zonas de cultivo, tanto en las montañas como en los cerros y planicies costeñas. Las planicies de la costa Pacífica y los valles volcánicos de Chiriquí parecen haber estado más pobladas, y tal vez más centralizados, que los del Caribe (Linares 1987).


 


Existía un cacique con poder para gobernar y había "plazas", para celebrar ceremonias donde se realizaban competencias que expresaban rivalidades; el nombre indígena de tal ceremonia era krün, y en español se conoce como balsería, y se practicó hasta la segunda mitad del siglo XX. En estas ocasiones se reunían miles de personas provenientes de diversas zonas con abundante comida y bebida.


 


Los guaymí fuimos agricultores, cazadores y recolectores. Teníamos especialistas, incluyendo tejedores de hamacas, ceramistas, y personas dedicadas a manejar los aspectos mágico-religiosos de la sociedad. En 1575 se dice que los del Valle del Guaymí adoraban al sol, hablaban con frecuencia con el demonio y que había gran cantidad de mujeres adivinadoras (Jopling 1994). Fray Adrián de Santo Tomás (1908), narra que nosotros y nosotras llevábamos las cuentas por medio de nudos hechos en una cuerda.


 


El medio ambiente donde vivíamos era de bosques tropicales lluviosos tanto del Pacífico como del Caribe. El Pacífico se caracteriza por tener un clima estacional marcado entre verano (sin lluvias) e invierno (con lluvias), este clima favorece a algunos cultivos y clases de árboles; en cambio el clima del Caribe es  lluvioso durante todo el año.


 


Entre los árboles que usamos tenemos el bateo, el cedro, el laurel, amarillón, diferentes clases de palmeras y los animales más frecuentes tenemos al tepezcuintle, el saíno, los monos congo, colorado y la danta o tapir.




Los Bube
Jüdrün kädegata Bube ne nüne kä togwä te... Los seres llamados bube viven en la montaña boscosa. Antiguamente la gente mayor educaba a los niños con ellos. El bube vive sólo en una catarata, en una montaña….
Los guaymí hemos logrado sobrevivir hasta el presente, manteniendo muchas de las  costumbres que se describían en el siglo XVI y quizá desde antes. Algunos dicen que ingresamos a Costa Rica desde Panamá entre 1920-40, pero evidencias  históricas, indican que muchas tierras del sur de Costa Rica conformaban parte del territorio ancestral de los ngäbe, por lo que solamente “regresamos” a estas tierras (Camacho 1995). 


 


Debido a esta falta de información sobre nuestro origen, el Estado costarricense se negó a reconocernos como costarricenses por décadas, e incluso a nuestros descendientes nacidos en territorio nacional. Por eso tuvimos que movilizarnos para reclamar la nacionalidad costarricense, logrando que a fines de los 80 y principios de los 90, se promoviera la Ley de Cedulación Indígena, que obligó al Estado a otorgarnos documentos de identidad costarricenses. Actualmente ocupamos territorios vecinos a la frontera entre Costa Rica y Panamá pero seguimos intercambiando productos y mano de obra para la cosecha del café.


 


El presente futuro de nuestro pueblo ngäbe


 


El pueblo ngäbe, también conocido como guaymí, es el más numeroso en toda la Baja Centroamérica, alcanzando quizás 150.000 personas. Sin embargo la mayor parte se encuentra en territorio panameño, ya que en Costa Rica su número se sitúa, entre 2.677 y 5.370 personas. Los ngäbe costarricenses, vivimos en el Pacífico Sur a proximidad de la frontera con Panamá, en 5 territorios indígenas separados: Abrojos-Montezuma (1.480 ha), Conte Burica (11.910 ha), Coto Brus (7.500 has), Osa (2.757 ha) y Altos de San Antonio (75 ha).




A través de los años hemos mantenido fuertemente nuestra cultura tradicional, haciendo prueba de una capacidad de adaptación sorprendente, que se manifiesta de muchas formas; como en la religión de Mama Chi, que sincretiza rasgos del cristianismo y rasgos de su espiritualidad tradicional; esta religión es una manifestación cultural de nuestro pueblo ngäbe.




Ni mutwä te / La gente del cerro
Ni bökän janani dwanane mutwä te…Una persona fue a vivir a la casa de su novia en un cerro. La gente de este cerro nos ve como alimento, también nosotros los vemos comestibles pero en sueños. Cuando nos morimos es cuando la gente del cerro nos mata y cuando se mata algún animal silvestre entonces comemos el espíritu de la gente del cerro.
La lengua vernácula se conserva en un 100% en todos los territorios y comunidades y se mantienen los sukias, que además de conocimientos terapéuticos con plantas medicinales son considerados líderes espirituales.  


 


La cultura material es muy rica en expresiones específicas, tanto en la vivienda tradicional, hecha de materiales del bosque, como en las industrias artesanales (bolsos, chaquiras, cortezas pintadas de mastate), en el vestido tradicional (especialmente las mujeres).


 


Un problema grave que tenemos es la tenencia de la tierra, pues todos los territorios indígenas han sido asediados por colonos no indígenas que empezaron a migrar a la región en los años 40. Según CONAI (1988:50), en Conte Burica la comunidad posee efectivamente el 60% de sus tierras, en Osa es el 40%, en Coto Brus el 80% y en Abrojos-Montezuma el 50%.




En los territorios ngäbe se produce frijol, maíz, café y cacao. En menor cantidad yuca, piña, cerdos, aves de corral y ganado. Por la topografía quebrada y suelos de mala calidad, enfrentamos una muy baja producción. Esto se une a los problemas del mercado, sea que no existe o los precios son muy bajos, y la producción se pierde. Estamos sometidos a intensa deforestación, cacería ilegal y pesca abusiva (con veneno y dinamita) por no indígenas, además la presencia institucional del Estado es mínima,  limitada prácticamente a las escuelas, presencia eventual de asistentes de salud en algunas comunidades, instalación de teléfonos públicos en pocas comunidades,  proyectos parciales de vivienda, básicamente, “hay un sistema de aislamiento de las comunidades por parte del Estado”.




Desde hace siglos las comunidades han vivido diversos procesos transculturales, algunos han sido espontáneos, fruto del contacto con otras comunidades indígenas y otros han sido impuestos producto de los objetivos y ambiciones de los conquistadores y del accionar de la iglesia. Ambos tipos de procesos modificaron pautas y valores culturales originarios.  De allí que las comunidades sobrevivientes han debido adaptarse a vivir con su identidad, en tierras y entornos diferentes a los que habitaban en el pasado (Mozo 2005:114).


 


El origen del mundo y del hombre
…. con el tiempo la gente se fue separando de los animales y contó con la prohibición de Ngöbö (Dios) de vivir juntos, de establecer parejas mixtas y de procrearse. No contentos con esta decisión de Ngöbö, los animales intentaban atraer a las personas, engañándolas de diferentes formas, principalmente tomando figura humana…
Por eso, nosotros y nosotras, siempre hemos vivido con los cambios, porque antes vivíamos en Panamá y vinimos para Costa Rica, y transitábamos desde las montañas hasta el mar, entonces nos hemos ido adaptando constantemente; por ejemplo, antes teníamos una agricultura migratoria, es decir que los lugares de siembra cambiaban cada año; pero con el tiempo, ésta se volvió sedentaria, porque ahora, nuestras tierras son limitadas.  


 


Como ejemplo de cómo nuestra agricultura está cambiando tenemos el caso de frijol: para cultivar los frijoles, se busca un terreno que tenga bosque secundario, luego se cortan los árboles, se quema el rastrojo si el clima lo permite, y luego el frijol no se siembra sino que se riega y luego se tapa con las hojas y troncos caídos.  La época de siembra era en septiembre, con días de lluvia para que su cosecha fuera en febrero con muchos días secos para que la semilla pueda secarse bien.  Antes no había mucha plaga, pero ahora hay demasiadas, vienen las loras, los coatíes, las iguanas, los monos carablanca y los monos titíes y no se sabe cuánto se va a cosechar.  Así también pasa con el arroz e incluso con las hojas de palma que se usan para techar las casas, antes duraban muchos años, pero ahora hay un pequeño escarabajo que la pica y la vuelve inservible rápidamente.




Dentro de la tradición ngäbe, se cuenta que cuando el indígena se encuentre con la cultura del otro mundo, la occidental, iniciará su desaparición; el acceso a la electricidad, a otras costumbres, va a desencadenar que los animales y las plantas se revelen contra el ngäbe, por ejemplo ya las plantas medicinales no tienen la misma fuerza que antes, la hoja de limón ya no sirve contra la gripe, y las semillas que eran muy comunes contra el resfrío ya no se encuentran, también los tintes para la artesanía ya no tienen la misma fuerza.


 


Ñugwä / La leyenda del fuego
Kirabe ñugwä ñaka jüdrün riara.. Antes no había fuego para cocinar, las cosas de comer sólo se secaban al sol. Un hombre llamado Jirididi, se atrevió a ir por el fuego del trueno... entonces el trueno cayó en una palmera y se puso en llamas. Jirididi le acercó una rama seca y se lo llevó a casa... En el Cerro Sol se consiguió fuego por primera vez y se cree que aún no se ha apagado…Este fuego aún lo tiene la gente.
Entonces, ¿qué podemos hacer?, ya dijimos que los ngäbe, tuvimos que adaptarnos a los cambios por nuestra forma de vida; porque en el pasado fuimos nómadas, pero luego sobrevivimos en territorios limitados, cambiando nuestra agricultura itinerante a una agricultura rotativa pero en el mismo lugar.  Las mujeres cambiaron sus vestidos hechos con fibra y cortezas naturales a telas occidentales pero que tienen similar simbolismo y decoración, algunos ngäbe están aprendiendo a comer monos carablanca, que antes no se comían.


 


Tenemos también la costumbre de trabajar juntos cuando hay que ayudar en la siembra o arreglo del terreno de un indígena, con fiesta y mucha comida y bebida.


 


También estamos estableciendo alianzas con instituciones del gobierno y donantes extranjeros, para fortalecernos. Ya estamos pensando qué vamos a hacer para el futuro pero no es fácil, es injusto, sobre todo porque el cambio del clima no lo hemos ocasionado los indígenas que aún vivimos cerca de los bosques, sino otros países con su economía moderna; pero no guardamos rencor ya que todos estamos pagando las consecuencias del derroche de los recursos naturales y el maltrato a nuestra madre tierra; ahora nos toca enfrentar una nueva lucha por los nuevos cambios que están sucediendo.


 


Referencias




Asoc. Meriregwe y Asoc. Meralvis. 2011. Memorias de talleres: Cobijando a la madre tierra. Los Ngäbe y el cambio climático en Progreso, Conte Burica. Puntarenas, Costa Rica.


Camacho,  C. 1995.  En la frontera del siglo XX. La exclusión de los guaymíes en Costa Rica, Laboratorio de Etnología, Universidad de Costa Rica.


Carbonell, F.  2000. Cacería de subsistencia y abundancia de fauna en  una comunidad indígena  ngäbe, Costa Rica. Resúmenes del IV Congreso de la Sociedad Mesoamericana de Conservación Biológica. Panamá.


Echeverri, J. 2009. Pueblos indígenas y cambio climático: el caso de la Amazonía colombiana. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines, (Francia), 38, (2009): 13-28.


Fundación TUVA. 2001. Kugwe Kira Kena Degä. Historias de los tiempos antiguos: territorios indígenas ngäbe de Costa Rica.  San José.


Guevara, M. (Coordinador). 2000. Perfil de los pueblos indígenas de Costa Rica. Informe Final. Costa Rica.


Guevara, M. y R. Chacón. 1992. Territorios indios en Costa Rica: orígenes, situación actual y perspectivas. San José.


Ibarra, E. 1999. Intercambio, política y sociedad en el siglo XVI. Historia indígena de Panamá, Costa Rica y Nicaragua. CIHAC- UCR. Costa Rica


Jopling, C. 1994. Compiladora, Indios y negros en Panamá en los siglos XVI y XVII, Vermont, CIRMA/PMS.


Linares, O. 1987. Economía política de los grupos guaymí: contraste histórico con los kuna. Revista Panameña de Antropología. Nº 3. Panamá, 1987.


Mozo, M. 2005. El turismo como causa de un nuevo proceso de transculturación en comunidades indígenas. Caso: Parque de Nieve y Área Recreativa Batea Mahuida. Monografía de graduación. Universidad Nacional del Mar del Plata. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Licenciatura en Turismo.


Climate Frontlines, 2010. Los pueblos indígenas en sus propias voces. Documento de antecedentes. El cambio climático y los pueblos indígenas.  http://www.climatefrontlines.org/en-GB/node/546


Quesada, M. y B. Vejarano. 2010. Kugwe ngäbere. Leyendas y tradiciones ngäbes. UCR. Costa Rica.


Rodríguez, A. 2008. Historias ngabes. Museo Nacional. Costa Rica


Rojas, C. s/f. Cosmovisión del pueblo guaimí. Departamento de Educación Indígena. Ministerio de Educación Pública. Costa Rica  http://www.yorku.ca/hdrnet/images/uploaded/Rojas_Chavez.pdf


Santo Tomás, A. 1908. Reducción del Guaymí y el Darién y sus indios. En Relaciones Histórico Geográficas de América Central. Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1908. (Colección de Libros y Documentos referentes a la historia de América. Tomo VIII).