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Mendelssohn Violin Concerto E Minor OP.64 (Full Length) : Hilary Hahn & ...





Mendelssohn Violin Concerto E Minor OP.64 (Full Length)
Violin : 힐러리 한 Hilary Hahn
Conductor : 파보 예르비 Paavo Jarvi
Frankfurt Radio Symphony Orchestra
11th,Jun,2012. Korean Art Centre Concert Hall,Seoul Korea.
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I. Allegro molto appassionato-[
0:01]
II. Andante-[
13:20]
III. Allegretto non troppo -- Allegro molto vivace-[
20:52]
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Trivia : Not FPSO But FRSO (just joking~~lol)
Better Known as Ice Princess "Hahn"
She Plays together with FRSO & "Paavo" in S.Korea.

¿Hay que tomar en serio la política de Estados Unidos contra Irán?

Thierry Meyssan

El Departamento de Estado y el presidente Trump han proferido contra el Hezbollah e Irán una serie de imprecaciones que hacen temer una ruptura del acuerdo 5+1. Pero Thierry Meyssan estima que, si bien es posible lo peor, es mucho más probable que Washington esté montando una falsa disputa para manipular más fácilmente a sus aliados israelíes y sauditas.

Antes del discurso del presidente de Estados Unidos sobre Irán, el Departamento de Estado sostuvo en un encuentro con la prensa que el Hezbollah exporta el terrorismo a través del mundo por cuenta de Teherán [1]. Uniendo la palabra a la acción, el Departamento de Estado anunció una recompensa por el arresto de dos comandantes del Hezbollah. Pero, ¡oh sorpresa!, no dijo ni una palabra de las victorias del Hezbollah sobre los yihadistas, ni de los 800 millones de dólares que el Guía de la Revolución iraní, Alí Khamenei, acaba de ofrecer a la resistencia libanesa [2].

Posteriormente, al hacer uso de la palabra, el presidente Donald Trump insultó profusamente el legado del imam Rulah Khomeiny así como a los Guardianes de la Revolución y al Guía [3]. Trump se hizo además eco de todo tipo de viejas acusaciones, de las que incluso ya había sido exonerado el Hezbollah desde hace tiempo, y sentó las bases para acusarlo de estimular el resurgimiento de al-Qaeda.

Antes de que el presidente terminara su intervención, el precio del petróleo había subido en 85 cents el barril ya que el mercado apostó a un cese de las inversiones petroleras iraníes. Durante las siguientes horas, todos los países occidentales y Rusia dijeron deplorar la agresividad de Donald Trump, mientras que Israel y Arabia Saudita la aplaudían.

Sin embargo, las únicas decisiones que anunciaron el presidente Trump y el Departamento de Estado fueron la recompensa mencionada anteriormente y la “descertificación” del acuerdo 5+1 ante el Congreso de Estados Unidos [4] –esta última no es una decisión vinculada a las relaciones internacionales sino solamente un tema de política interna estadounidense.

Pero el acuerdo del 14 de julio de 2015 fue adoptado por el Consejo de Seguridad de la ONU y sólo ese órgano internacional puede echarlo abajo. Por supuesto, todos los diplomáticos saben que tras ese acuerdo multilateral, Estados Unidos e Irán adoptaron un protocolo bilateral secreto que determina sus papeles respectivos en el Medio Oriente ampliado. En el momento en que escribo estas líneas, nadie puede decir si el presidente Trump ha cuestionado o no ese protocolo. Por consiguiente, todas las reacciones ante su discurso del 13 de octubre y ante los anuncios del Departamento de Estado son puro teatro.

Las clases dirigentes de Estados Unidos e Irán se han apasionado siempre sobre el tema de las relaciones mutuas. Ya en el momento de la Revolución iraní de 1979, la administración Carter estaba tan profundamente dividida que el secretario de Estado Cyrus Vance y el consejero de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski se enfrentaron entre sí y amenazaron –los dos– con dimitir si el presidente no seguía su consejo. Finalmente se impuso la opinión de Brzezinski, quien tuvo que disfrazar de toma de «rehenes» lo que en realidad fue la detención de los espías que trabajaban en la embajada de Estados Unidos en Teherán y se ridiculizó con el fracaso de su intento de liberarlos [5]. A partir de aquel incidente, las relaciones de Washington con Teherán siempre han sido una sucesión de mentiras mediáticas sin relación con la realidad.

Desde el punto de vista iraní, el Reino Unido y Estados Unidos son depredadores y mentirosos que colonizaron y explotaron Irán y que hoy siguen aplastando a otros Estados que aún no se han rebelado. Por eso, los iraníes acostumbran a designar al Reino Unido como el «Satán pequeño» y a Estados Unidos como el «Gran Satán». Según el ayatola Alí Khamenei, cada hombre digno de serlo tiene el deber de luchar contra las perversas maniobras de esos dos países. Por otro lado, no todo es obligatoriamente malo entre los anglosajones y no hay razones para dejar de hacer negocios con ellos.

Durante la administración de Bush hijo, el vicepresidente Dick Cheney estuvo todo el tiempo conspirando con Londres y Tel Aviv para atacar a Teherán. Creó para ello el secretísimo Iran Syria Policy and Operations Group (Grupo de Política y Operaciones en Irán y Siria), alrededor de su hija Liz Cheney, y de un hombre experimentado en materia de operaciones secretas: Elliott Abrams. Y se planteó sucesivamente la posibilidad de bombardear Irán con armas nucleares y de respaldar un ataque aéreo israelí contra ese país desde aeropuertos alquilados a Georgia. Pero sucedió exactamente lo contrario: el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad y el jefe del estado mayor conjunto estadounidense, el almirante Mike Mullen, se reunieron en secreto el 2 de marzo de 2008, en Bagdad. Al derrocar a los talibanes afganos y al presidente iraquí Saddam Hussein, Estados Unidos eliminó a los enemigos de Irán y favoreció la influencia regional de ese país.

Bajo la administración Obama, la Casa Blanca trató de derrocar al presidente Ahmadineyad organizando la revolución de color de 2009. Tratando de sacar enseñanzas de fracasos anteriores, se puso en contacto con los opositores reunidos alrededor del ex presidente iraní Hachemi Rafsandjani. En 1983-1986, cuando el Consejo de Seguridad Nacional organizó la operación Irán-Contras, el coronel Oliver North y el sempiterno Elliott Abrams habían recurrido a un diputado iraní, el jeque Hassan Rohani, quien los puso en contacto con el hodjatoleslam Rafsandjani. Fue precisamente con estos personajes iraníes que la administración Obama comenzó a conversar, en Omán, en marzo de 2013. Y gracias a una pirueta política, el candidato respaldado por el presidente Ahmadinejad no fue autorizado a presentarse a la elección presidencial que el jeque Rohani ganó 5 meses más tarde. Desde su llegada a la presidencia, Rohani comenzó a negociar oficialmente el acuerdo 5+1, que él mismo había concebido durante las negociaciones secretas en Omán.

Donald Trump, por su parte, mantuvo un discurso violentamente anti-iraní a lo largo de su campaña electoral. Su primer consejero de seguridad nacional, el general Michael Flynn, mantenía una posición similar. A pesar de ello, desde su llegada a la Casa Blanca, en enero de 2017, Trump ha ido eliminando uno a uno todos sus consejeros anti-iraníes –con excepción de Mike Pompeo, el actual director de la CIA. Por el contrario, sus 3 principales colaboradores –su director de gabinete, general John Kelly; el secretario de Defensa, general James Mattis; y el secretario de Estado, Rex Tillerson– son pro-iraníes.

Resulta por cierto interesante observar que, en el momento de la nominación del secretario de Estado, la prensa favorable a Obama anunciaba como una certeza que el puesto quedaría en manos de… Elliott Abrams. El presidente tuvo un largo encuentro con él, lo interrogó sobre sus relaciones con el jeque Rohani, lo acompañó hasta la puerta… y nombró a Tillerson.

Pudiera ser que el presidente Trump echara abajo el acuerdo irano-estadounidense en una jugada irreflexiva y, lo que sería mucho más grave, que arremetiera contra los Guardianes de la Revolución. Pero es mucho más probable que, una vez más, todo sea una comedia para apaciguar a sus aliados israelíes y sauditas. No podemos olvidar que Donald Trump no es un profesional de la política sino un promotor inmobiliario y que actúa como tal. Trump cosechó su éxito profesional sembrando el pánico con declaraciones excesivas y observando las reacciones que esas declaraciones provocaban entre sus adversarios y socios.

Para saber cuál de esas dos hipótesis es la correcta, tendremos que esperar por las sanciones contra los Guardianes de la Revolución. Veremos entonces si son realmente serias o si no van más allá de la manera de actuar que caracteriza a Trump y de la farsa tradicional de Estados Unidos frente a Irán.


[1] «Point de presse sur les mesures prises par les États-Unis pour lutter contre le Hezbollah», por Nathan Sales, Réseau Voltaire, 10 de octubre de 2017. Ver también el artículo de Tom Bossert en el diario francés Le Monde: «Les États-Unis continueront à isoler l’Iran et son allié le Hezbollah».
[3] “Remarks by Donald Trump on Iran Strategy”, Voltaire Network, 13 de octubre de 2017.
[4] «Nouvelle stratégie du président Donald Trump concernant l’Iran», Nota de síntesis de la Casa Blanca, Réseau Voltaire, 13 de octubre de 2017.

[5] El hecho es que nunca hubo «rehenes» en la embajada de Estados Unidos en Teherán sino espías arrestados en flagrante delito en la embajada. Por cierto, a pesar de todas sus declaraciones al respecto, Washington nunca exigió reparaciones por ese incidente.

El islam político contra China

Thierry Meyssan
www.voltairenet.org / 031017

Usted ha notado probablemente que la información que posee sobre lo que se trama alrededor de Myanmar es muy incompleta y es posible que ni siquiera haya oído hablar de la coalición militar que se prepara para atacar ese país. Lo cierto es que, como Thierry Meyssan revela en este trabajo, los acontecimientos actuales venían siendo organizados por Riad y Washington desde 2013. No tome posición sin haber leído antes este artículo y haber analizado la información que aquí se expone.

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Según el estado mayor estadounidense, Birmania está en la zona del mundo cuyos Estados deben ser destruidos, como puede verse en este mapa, publicado por Thomas P. M. Barnett en 2003.
En la continuación de su Gran Estrategia de Extensión del Ámbito de la Guerra [1], el Pentágono venía preparando simultáneamente la utilización de los kurdos en el Medio Oriente ampliado, una guerra civil en Venezuela y una guerra de desgaste en Filipinas. Pero esos conflictos van a tener que esperar porque se ha dado la prioridad a un cuarto teatro de operaciones: Birmania, a las puertas de China.

En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada el 28 de septiembre, la embajadora de Estados Unidos y varios de sus aliados acusaron de «genocidio» al gobierno de coalición de Myanmar [2].

La sola mención del término «genocidio», que en derecho europeo designa una masacre masiva pero que el derecho estadounidense aplica a un método de asesinato –aunque el criminal tenga en su haber una sola víctima–, es suficiente para que Washington considere que se justifica una guerra, con respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU o sin él, como ya pudo verse en el caso de Yugoslavia [3]. La reunión del Consejo de Seguridad de la ONU se convocó a pedido de la Organización para la Cooperación Islámica (OIC, la antigua Organización de la Conferencia Islámica).

Para hacer que los hechos concuerden con su narración particular, Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que durante la «revolución azafrán», en 2007, tanto celebraron la resistencia no violenta de Aung San Suu Kyi y los monjes budistas frente a la dictadura del SLORC (State Law an Order Restoration Council) [4], simplemente metieron en un mismo paquete al ejército birmano, a la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi [5] y a todos los budistas del país [6] y los clasificaron, a todos juntos, como “los malos”.

Desde los tiempos de la dominación extranjera –primeramente británica y más tarde japonesa [7]– nunca hubo en Birmania un periodo de paz civil y desestabilizar ese país se hizo mucho más fácil desde que la junta militar del SLORC aceptó compartir el poder con la Liga Nacional por la Democracia (LND) y que ambas comenzaron a tratar de resolver juntas los numerosos conflictos internos del país.


Indispensable para la economía china, el oleoducto de Yunnan desemboca en la ribera del Pacífico, en el Estado birmano de Rakhine (antiguamente llamado Arakan).

Por un azar de la geografía, el oleoducto que vincula la región china de Yunnan con el Golfo de Bengala pasa por Birmania, país que además alberga varias estaciones chinas de vigilancia electrónica de las rutas navales que pasan frente a sus costas. Llevar la guerra a Birmania resulta por tanto más importante para el Pentágono que bloquear las dos «rutas de la seda» en el Medio Oriente y Ucrania.

Herencia de la colonización británica, entre las poblaciones discriminadas en Birmania se cuentan los 1,1 millones de descendientes de los obreros bengalíes que Londres desplazó para utilizarlos en Birmania [8]. Pero resulta que esta minoría nacional –que no es una minoría étnica– es de confesión musulmana mientras que la gran mayoría de los birmanos son budistas. Y resulta también que, durante la Segunda Guerra Mundial, los rohingyas colaboraron con el Imperio británico en contra de los nacionalistas birmanos.

Perfectamente equipado, el Movimiento por la Fe o Ejército de Salvación Rohingya de Arakan fue entrenado por los británicos en Arabia Saudita y Bangladesh. Antes del inicio de los recientes acontecimientos, contaba al menos 5,000 soldados.

En 2013, en momentos en que el Pentágono y la CIA habían desplegado hordas de yihadistas en Siria, donde libraban una guerra de posiciones, Arabia Saudita creó en La Meca una enésima organización terrorista: el Movimiento por la Fe (Harakah al-Yaqin). Ese grupo, que dice reunir a combatientes rohingyas, está en realidad bajo las órdenes del pakistaní Ata Ullah, quien luchó contra los soviéticos en Afganistán [9]. El reino saudita albergaba la más importante comunidad masculina de rohingyas, después de Birmania y antes de Bangladesh, con 300,000 trabajadores, todos hombres sin sus familias.

Según un informe de los servicios de inteligencia bengalíes, redactado antes de la actual crisis, el Movimiento por la Fe actúa desde hace un año con una escisión de la organización bengalí Jamat-ul-Mujahideen bajo el eslogan «La Yihad de Bengala a Bagdad». Ese grupúsculo juró fidelidad al Califa del Emirato Islámico (Daesh), Abu Bakr al-Baghdadi, y ha reunido en el seno de una coalición a grupos como los Mudjahiden indios, Al-Jihad, Al-Ouma, el Movimiento de Estudiantes Islámicos de la India (SIMI), el Lashkar-e-Toiba (LeT) y el Harkat-ul Jihad-al Islami (HuJI) pakistaní. Todo ese conjunto de grupos recibe financiamiento de la fundación Revival of Islamic Heritage Society (RIHS) con sede en Kuwait.

Hace menos de año y medio, en marzo de 2016, cuando el SLORC aceptó compartir el poder con el partido de Aung San Suu Kyi, Estados Unidos trató de utilizar a la Premio Nobel de la Paz en contra de los intereses chinos. Al mismo tiempo, sabiendo que no iba a ser fácil manipular a la hija del padre de la independencia birmana –el comunista Aung San–, y fiel a su eterna estrategia de apostar simultáneamente a dos caballos, Estados Unidos también estimuló el Movimiento por la Fe.

En septiembre de 2016, Aung San Suu Kyi explica ante la Asamblea General de la ONU sus esfuerzos a favor de los rohingyas. Al igual que su padre Aung San –quien creyó en su momento en la ayuda de los japoneses para liberar Birmania de la colonización británica–, la Premio Nobel de la Paz creyó ingenuamente en la simpatía de los anglosajones para resolver los problemas internos de Myanmar.

En septiembre de 2016, Aung San Suu Kyi representó a su país en la Asamblea General de la ONU [10]. Muy ingenuamente, explicó los problemas de su pueblo y a través de qué medios ella estaba tratando de resolverlos paulatinamente, comenzando por la cuestión de los rohingyas. Ya de regreso en su país, se dio cuenta de que sus antiguos respaldos estadounidenses eran en realidad enemigos de su patria. El Movimiento por la Fe emprendió una serie de ataques terroristas, como el perpetrado contra el puesto de la policía fronteriza de Maungdaw, donde 400 terroristas robaron el arsenal y mataron 13 aduaneros y soldados.

Aung San Suu Kyi prosiguió tenazmente la instalación de una comisión de consulta encargada de analizar la cuestión de los rohingyas y de proponer un plan concreto para poner fin a los actos de discriminación contra ellos. Esa comisión se componía de 6 birmanos y 3 extranjeros –la embajadora de los Países Bajos Laetitia van den Assum; el ex ministro libanés de Exteriores Ghassan Salamé, que en realidad representa a Francia; y el ex secretario general de la ONU Kofi Annan, como presidente de la comisión.

Los nueve miembros de esa comisión iniciaron un trabajo de singular calidad, a pesar de todos los obstáculos birmanos. Varios partidos políticos fracasaron en su empeño por lograr que la Asamblea Nacional disolviera la comisión, pero lograron que se adoptara contra ella una moción de desconfianza en la Asamblea local del antiguo Arakan (el Estado donde viven los rohingyas). En definitiva, la comisión entregó su informe el 25 de agosto de 2017 con una serie de posibles recomendaciones que podrían aplicarse –sin ningún tipo de trampas– para mejorar las condiciones de vida de todos [11].

Ese mismo día, los servicios de inteligencia de Arabia Saudita y Estados Unidos emitieron la señal para desatar la respuesta: el Movimiento por la Fe, rebautizado por los británicos como Ejército de Salvación Rohingya de Arakan, dividido en 24 comandos, atacó varios cuarteles del ejército y puestos de la policía, dejando un saldo de 71 muertos. Durante una semana, las tropas birmanas realizaron una operación antiterrorista contra los yihadistas. Unos 400 familiares de estos últimos huyeron hacia Bangladesh.

Tres días después, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan comenzaba a comunicarse telefónicamente con todos los jefes de Estado de países musulmanes para alertarlos sobre «el genocidio contra los rohingyas». El 1 de septiembre, o sea el día del Aid al-Adha, la fiesta más importante del mundo musulmán, el propio Erdogan llamaba, en un vibrante discurso pronunciado en Estambul en su calidad de presidente en funciones de la Organización para la Cooperación Islámica, a salvar a los rohingyas y apoyar su Ejército de Salvación [12].

Sin embargo, lo cierto es que esos yihadistas nunca defendieron a los rohingyas sino que intervinieron sistemáticamente para hacer fracasar todos los intentos por mejorar sus condiciones de vida y poner fin a la discriminación contra ellos.

El 5 de septiembre, el presidente del Consejo de Discernimiento de Irán, Mohsen Rezaei, proponía unir las fuerzas de todos los Estados musulmanes y crear un ejército islámico para salvar a los «hermanos rohingyas» [13]. La importancia de esa declaración reside principalmente en el hecho que el general Rezaei fue comandante en jefe de los Guardianes de la Revolución.

A pesar de que el ejército birmano había cesado toda acción contra los terroristas, seguían los incendios de aldeas rohingyas mientras que la población rakhin de la región de Arakan linchaba musulmanes, por considerar que estaban todos vinculados a los terroristas. Según los rohingyas, los soldados del ejército birmano estaban quemando sus aldeas, pero según el ejército birmano eran los yihadistas quienes cometían esos hechos. Poco a poco, todos los rohingyas del norte de la región de Arakan se marchaban para buscar refugio en Bangladesh, cosa que curiosamente no hicieron los rohingyas que viven en el sur de la misma región.

El 6 de septiembre, una delegación oficial turca viajaba a Bangladesh para distribuir víveres entre los refugiados. Encabezaban esa delegación el ministro turco de Exteriores Mevlut Cavusoglu, así como la esposa y uno de los hijos del presidente Erdogan.

La campaña de movilización en marcha en los países musulmanes recurre a elementos visuales especialmente fuertes, como esta fotografía, divulgada por el gobierno turco, que supuestamente muestra cuerpos de musulmanes asesinados por los monjes budistas en Birmania. En realidad es una foto antigua de una ceremonia fúnebre donde se ven víctimas de un terremoto en China.
En los países musulmanes, una amplia campaña de desinformación aseguraba, recurriendo a la presentación de fotos como prueba, que los budistas estaban perpetrando grandes masacres contra los musulmanes. Pero ninguna de las fotos utilizadas había sido tomada en Birmania y esas noticias falsas acabaron siendo desenmascaradas una tras otra. Sin embargo, en los países donde el nivel de educación de la población es bajo esas fotos convencieron a la gente y los desmentidos fueron inaudibles. Sólo Bangladesh emitía reservas en cuanto al papel de los yihadistas y garantizaba a Myanmar que podía contar con su cooperación contra los terroristas [14].

El 11 de septiembre, el presidente en funciones de la Organización para la Cooperación Islámica, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, intervenía ante la comisión científica de la organización, reunida en Astaná (Kazajstán), comisión que no tiene nada que ver con el asunto, para reclamar «salvar a los rohingyas».

Al día siguiente, 12 de septiembre, el Guía de la Revolución iraní, el ayatola Alí Khamenei tomaba posición. Muy inquieto ante la proposición del general Rezaei, Khamenei deslegitimó la guerra de religión que actualmente se prepara, el «choque de civilizaciones», aunque criticando la presencia de una mujer a la cabeza de un Estado. El Guía se empeñó principalmente en cerrar la puerta a toda implicación militar de los Guardianes de la Revolución, declarando: «Es muy posible que el fanatismo religioso haya desempeñado un papel en esos acontecimientos, pero se trata de una cuestión totalmente política ya que el responsable es el gobierno de Myanmar. Y a la cabeza de ese gobierno está una mujer cruel, laureada con el Premio Nobel de la Paz. En realidad, esos acontecimientos han firmado el acta de defunción del Premio Nobel de la Paz.» [15].

Inmediatamente, también en Teherán, el presidente-jeque Hassan Rohani recurría al ejército regular para participar en el conflicto en ciernes. El 17 de septiembre, los jefes de los estados mayores de los ejércitos de Irán y de Pakistán se ponían en contacto para unir sus fuerzas en el marco de la crisis [16]. Se trata de la primera iniciativa militar, pero quien participa no es el cuerpo de Guardianes de la Revolución –que están luchando junto a los sirios contra los yihadistas– sino el ejército iraní –que ya trabaja con los ejércitos de Turquía y Pakistán para defender Qatar. Irán también está enviando grandes cantidades de ayuda a los refugiados.

Aung San Suu Kyi llama la opinión pública internacional a tener en cuenta los esfuerzos de Myanmar por resolver la cuestión de los rohingyas y denuncia el terrorismo yihadista. Pero no ha recibido más crédito que Muammar el-Kadhafi, cuando este último denunció los ataques de al-Qaeda contra Libia (Naypyidaw, 19 de septiembre de 2017).

El 19 de septiembre, ignorando las explicaciones de Aung San Suu Kyi [17] y aprovechando la ocasión que le ofrecía la apertura del periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, Erdogan reunió el grupo de contacto de la OCI para solicitar a todos los Estados miembros que suspendan toda forma de comercio con Myanmar y pedir al Consejo de Seguridad a que se pronuncie [18].

Arabia Saudita protege y maneja, desde 2013, el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan. El rey Salman asignó 15 millones de dólares a los refugiados rohingyas en Bangladesh, donde se encuentran los campos de entrenamiento de ese grupo yihadista.

Saliendo por fin de la sombra, Arabia Saudita afirmó entonces que ha venido apoyando discretamente a los rohingyas desde hace 70 años y que les ha aportado 50 millones de dólares en todo ese tiempo. El rey Salman agregó a esa suma una donación de 15 millones de dólares [19]. El embajador de Arabia Saudita ante los órganos de la ONU en Ginebra, Abdulaziz ben Mohammed Al-Wassil, movilizó allí al Consejo de los Derechos Humanos.

Olvidando las guerras que los enfrentan entre sí en Irak, Siria y Yemen, Turquía, Irán y Arabia Saudita, las tres principales potencias militares musulmanas, se congregaron nuevamente, por simple reflejo comunitario [20] y tomaron posición a favor de los rohingyas, designando además como enemigo común al gobierno de coalición del ejército birmano y Aung San Suu Kyi.

Ese cambio radical de situación en el Medio Oriente tiene como precedente las guerras de Yugoslavia. En Bosnia-Herzegovina (de 1992 a 1995) y en Kosovo (de 1998 a 1999), los países musulmanes y la OTAN lucharon juntos contra los cristianos ortodoxos vinculados a Rusia.

En Bosnia-Herzegovina, el presidente bosnio Alija Izetbegovic tuvo como consejero diplomático al estadounidense Richard Perle, quien incluso dirigió la delegación bosnia que participó en la adopción de los acuerdos de Dayton. Como consejero mediático tuvo al francés Bernard-Henri Lévy, según ha afirmado este mismo personaje, lo cual nunca ha sido desmentido. Finalmente, en el plano militar, el presidente Izetbegovic tuvo como consejero a un tal… Osama ben Laden, quien organizó para él la Legión Árabe y recibió incluso un pasaporte diplomático bosnio. Durante el conflicto, respaldado por la OTAN por debajo de la mesa, Izetbegovic recibió públicamente apoyo de Turquía, Irán y Arabia Saudita [21].

El conflicto kosovar comenzó con una campaña terrorista del Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) contra el gobierno de Belgrado. Los combatientes fueron entrenados por las fuerzas especiales de Alemania en una base de la OTAN en Turquía [22]. El hoy jefe de los servicios secretos de Turquía, Hakan Fidan, fungió como oficial de enlace con los terroristas en el estado mayor de la OTAN. Fidan, dirige actualmente el MIT, los servicios secretos turcos y es incluso el número 2 en la jerarquía del régimen de Erdogan.

Al principio de la guerra, 290,000 kosovares huyeron de Serbia en sólo 3 días para refugiarse en Macedonia. Las televisoras occidentales divulgaron ampliamente las imágenes de aquella larga procesión de fugitivos. Según los varios millones de macedonios que los acogieron, nada justificaba aquella ola migratoria, ampliamente estimulada por la OTAN, pero ese desplazamiento de población fue ampliamente explotado para acusar al presidente Slobodan Milosevic de haber reprimido de manera desproporcionada la campaña terrorista contra su país y la OTAN le declaró la guerra sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU.

El trabajo sucio que hoy se prepara extiende el teatro de operaciones hacia el este. El Pentágono no tiene posibilidades de imponer una alianza turco-irano-saudita, pero tampoco lo necesita. En Yugoslavia, cuando esos tres países no tenían contactos directos entre sí, fue la OTAN quien los coordinó. Sin embargo, para luchar juntos en Birmania tendrán que llegar a arreglos en Irak, Siria y Yemen, e incluso en Libia. Teniendo en cuenta el estado actual de devastación del Medio Oriente y la perseverancia de los pueblos que siguen resistiendo, el Pentágono puede decidirse a dejar que esta región restañe sus heridas durante una década, sin temor a ver surgir allí la menor capacidad de oposición a su política.

En vísperas de la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU que sentó las bases de la futura guerra contra Birmania, el Departamento de Estado anunció a Massud Barzani, que Estados Unidos no apoyará la independencia del Kurdistán iraquí. El problema es que el Pentágono no puede movilizar a Turquía e Irán en el sudeste asiático si les crea problemas con los kurdos en sus propias fronteras. Así que, después de haberse comprometido a fondo con el tema del referendo de independencia del Kurdistán en Irak, Massud Barzani pronto se verá obligado a retirarse de la vida política, tanto más cuanto que las exhibiciones de banderas israelíes en Erbil –ciudad sede del gobierno regional kurdo iraquí– fueron masivamente difundidas por los canales de televisión árabes, persas y turcos, debido a lo cual todos los vecinos de Barzani le han dado la espalda.

Si el Pentágono sigue adelante con su guión, la guerra contra Siria podría extinguirse por falta de combatientes, ya enviados a otras latitudes, para servir al «Imperio Estadounidense» en un nuevo teatro de operaciones.

[1] Fuente: The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam Publishing Group, 2004. Análisis: «El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Haïti Liberté (Haití), Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.
[2] «Myanmar: le Secrétaire général demande “une action rapide” pour mettre fin au “cauchemar” des Rohingya dans l’État de Rakhine», Compte-rendu du Conseil de sécurité, ONU, 28 de septiembre de 2017. Referencia: CS/13012.
[3] El Reino Unido y Estados Unidos habían redactado el acta de acusación contra Myanmar por adelantado, antes de que se produjeran los actuales acontecimientos: Countdown to Annihilation: Genocide in Myanmar, Penny Green, Thomas MacManus y Alicia de La Cour Venning, Queen Mary University of London, 2016. Persecution of the Rohingya Muslims; Is Genocide Occurring in Myanmar’s Rakhine State; a Legal Analysis, Allard Lowenstein, Yale University, 2016.
[4] «Birmania: Estados Unidos se muestra interesadamente solícito», por Thierry Meyssan, Abiad & Aswad (Siria), Red Voltaire, 2 de noviembre de 2007.
[5] The Burma Spring: Aung San Suu Kyi and the New Struggle for the Soul of a Nation, Rena Pederson, Prefacio de Laura Bush, Pegasus, 2015.
[6] Neither Saffron Nor Revolution: A Commentated and Documented Chronology of the Monks’ Demonstrations in Myanmar in 2007 and Their Background, Hans-Bernd Zöllner, Humboldt-University, 2009.
[7] Burma/Myanmar: What Everyone Needs to Know, David Steinberg, Oxford University Press, 2013.
[8] Para ser más exacto, hay que señalar que, aunque hubo inmigrantes bengalíes en Birmania incluso antes de la dominación británica, la inmensa mayoría de los rohingyas descienden de los trabajadores que los colonos desplazaron para utilizarlos como mano de obra barata. Nota del Autor.
[9] “Myanmar’s Rohingya insurgency has links to Saudi, Pakistan”, Simon Lewis, Reuters, 16 de diciembre de 2016.
[10] “Speech by Aung San Suu Kyi at 71st UN General Assembly”, por Aung San Suu Kyi, Voltaire Network, 21 de septiembre de 2016.
[11] Towards a peaceful, fair and prosperous future for the people of Rakhine, Advisory Commission on Rakhine State, agosto de 2017.
[12] “We won’t Leave Rohingya Muslims Alone”, Presidency of the Republic of Turkey, 1º de septiembre de 2017.
[13] “Rezaei urges Muslim states to defend Rohingya Muslims”, Mehr Agency, 6 de septiembre de 2017.
[15] «Myanmar : le Guide critique les défenseurs des droits de l’homme », Leader.ir, 12 de septiembre de 2017.
[17] “Aung San Suu Kyi speech on National Reconciliation and Peace”, por Aung San Suu Kyi, Voltaire Network, 19 de septiembre de 2017.
[18] «OIC Contact Group on Rohingya calls for UN Resolution on Myanmar», Organisation of Islamic Cooperation, 19 de septiembre de 2017.
[20] The Rohingyas: Inside Myanmar’s Hidden Genocide, Azeem Ibrahim, Hurst, 2016.
[21] Comment le Djihad est arrivé en Europe, Jürgen Elsässer, prefacio de Jean-Pierre Chevènement, ediciones Xenia, 2006.

[22] «L’UÇK, une armée kosovare sous encadrement allemand », por Thierry Meyssan, Notes d’information du Réseau Voltaire, 15 de abril de 1999.