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Our Future in Space: Ignatius Forum



El espacio es la nueva frontera de la humanidad. La NASA está planeando una nueva generación de exploración, los científicos están debatiendo la posibilidad de vida extraterrestre y los planificadores militares están desarrollando armas para la guerra espacial. ¿Qué significa esta “fiebre espacial”, en un momento en que ciudadanos privados están lanzando naves espaciales y el Director de Inteligencia Nacional ha publicado un informe que evalúa fenómenos aéreos no identificados? Al mirar hacia los cielos, ¿qué significa la posibilidad de vida “allá afuera” para nuestra vida religiosa?

Los invitados al Foro Ignatius de 2021 incluyen al administrador de la NASA y exsenador Bill Nelson, al astrónomo Avi Loeb y al teólogo y astrofísico David Wilkinson. David Ignatius del Washington Post lidera esta amplia discusión sobre nuestro futuro común en el espacio y si estamos solos en este vasto universo.

Invitados especiales por anunciar.

Altavoces
Avi Loeb, Departamento de Astronomía de la Universidad de Harvard. Astrónomo y autor de best-sellers, Extraterrestrial (2021)

Bill Nelson, administrador de la NASA y ex senador de los Estados Unidos (FL 2001-2019)

David Wilkinson, Universidad de Durham y ECLAS (Equipando el liderazgo cristiano en una era de la ciencia). Teólogo y astrofísico. Ciencia, religión y búsqueda de inteligencia extraterrestre (2013)

Avril Haines, directora de Inteligencia Nacional

Tres grados para el incendio

 Por: Silvia Ribeiro*

La falta de decisiones para detener el calentamiento global en la recién finalizada COP26 (reunión de ONU sobre el clima) conlleva que la temperatura global aumentará en promedio tres grados centígrados en este siglo, sobre la media preindustrial. Quizá suene poco, pero es un escenario catastrófico. Con el aumento de 1.1 °C que ya vivimos, hay decenas de miles de migrantes climáticos, incendios e inundaciones devastadoras, alteración de corrientes oceánicas y otros graves impactos. Aún así, en lugar de acciones reales, la COP26 avanzó en retóricas engañosas y de alto riesgo.

El hilo rojo con que los grandes contaminadores nos quieren hacer creer que están haciendo algo para enfrentar la crisis es el concepto cero neto. Se refiere a que en lugar de reducciones reales de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI), se puede seguir aumentando las emisiones si se las compensa con medidas tecnológicas o de mercado. Sin cambios reales, plantea hacer sumas y restas que resultarían en cero emisiones netas (https://tinyurl.com/ypsyfmhm).

Más de mil 500 empresas trasnacionales, incluidas las mayores petroleras y automotoras, las empresas de agronegocios y alimentarias, las mayores financieras y gestoras de activos, las gigantes tecnológicas han anunciado que alcanzarán cero emisiones netas entre 2040 y 2060. Esta lógica se basa en tres pilares: las llamadas soluciones climáticas basadas en la naturaleza, que incluyen desde megaplantaciones y monocultivos a la apropiación, conversión y/o redefinición de todo tipo de áreas naturales y agrícolas como áreas prioritarias de captura de carbono; una serie de técnicas de geoingeniería (que aún no existen) desplegadas a gran escala para captar carbono o reflejar la luz solar para bajar la temperatura; nuevos mercados de carbono para comerciar créditos de carbono en suelos agrícolas, mares y humedales, junto a compensaciones por contaminación y destrucción del clima y la biodiversidad.

Cada pilar conlleva serios problemas. La suma de promesas realizadas planea usar más tierras y bosques de los que hay disponibles en el planeta, por lo que no funciona para enfrentar la crisis climática, pero alienta una ola global de acaparamientos y desplazamiento de comunidades de sus territorios (https://tinyurl.com/53y57kpj). Como no será suficiente, muchos de los mismos actores impulsan también peligrosas nuevas tecnologías para aumentar la capacidad de la naturaleza para absorber carbono (por ejemplo manipulación genética de cultivos, árboles, microbios del suelo) y para captar carbono de la atmósfera con geoingeniería.

Es muy preocupante que Estados Unidos y China, los dos mayores emisores de GEI globales, en su declaración conjunta a la COP26 incluyen la cooperación para el despliegue y aplicación de tecnologías como la captura, uso y almacenamiento de carbono y la captura directa de aire (CCUS y DAC por sus siglas en inglés) (https://tinyurl.com/9rd3w49h).

Son propuestas de geoingeniería que demandan enormes cantidades de energía, agua y ocupación de tierras, por lo que tomadas en su ciclo completo producen más GEI que los que dicen capturar. La captura directa de aire se hace con grandes ventiladores que filtran aire y separan el CO₂ con solventes tóxicos. Este se podría volver a usar en combustibles u otros productos, o inyectarlo en fondos geológicos terrestres o marinos, como pozos petroleros (https://tinyurl.com/253hapnv). Más de 85 por ciento de los proyectos de captura y almacenamiento de carbono planean inyectar ese CO₂ para extraer reservas profundas de petróleo a las que antes no podían acceder, lo que resulta en mayor extracción y emisiones. Con otros usos, o emiten más gases de los que dicen capturar o sólo posponen por un corto tiempo volver a emitir los GEI.

Ambos procesos requieren nueva infraestructura, materiales, transportes y conllevan riesgos de contaminación tóxica: el CO₂ concentrado y líquido es tóxico para la vida humana, animal y vegetal, los solventes son tóxicos, etcétera. La alta demanda de energía resulta en el uso de más combustibles fósiles o de energía nuclear altamente riesgosa y con desechos radioactivos que persisten miles de años o en competencia por el uso de energías renovables que no existen en cantidad suficiente y son necesarias para actividades que eviten las emisiones existentes, no para contrarrestar nuevas (https://tinyurl.com/3dsx7578).

Además de riesgosas, son tecnologías que no existen o apenas están desarrolladas a escala. No está demostrada su eficiencia ni su viabilidad ecológica, económica o social. Es significativo que los principales inversores de ambas tecnologías son grandes petroleras, automotrices y mineras como Chevron, Exxon, Occidental, BHP Billiton, Shell, Total y Volkswagen, que esperan así justificar la explotación petrolera y recibir más subsidios públicos y nuevas ganancias en mercados de carbono, al clasificarlas como tecnologías climáticas (https://tinyurl.com/2djxf94v).

El concepto cero emisiones netas es una trampa letal, una coartada para que los contaminadores del clima y el ambiente no cambien nada y hagan nuevos negocios. Malgasta el poco tiempo que tenemos para enfrentar realmente la crisis climática. Por ello más de 700 organizaciones lanzaron en la COP26 un llamado global que exige a los gobiernos abandonar esa estafa y apoyar las soluciones reales, que sí existen. https://www.realsolutions-not-netzero.org/home

investigadora del Grupo ETC

¿Por qué la Villa de Los Santos declaró primero la independencia de España?

¿Por qué la Villa de Los Santos declaró primero la independencia de España? 


Por Olmedo Beluche 

El proceso de independencia hispanoamericano de España constituyó una revolución social y política que inició como demandas parciales que se fueron radicalizando en la medida en que el régimen monárquico se negó a aceptar reformas elementales. La independencia no partió, como ahora erradamente se pinta, por el "anhelo de constituir una nación" o naciones preconcebidas por los próceres.  

La incapacidad de la monarquía española de aceptar mínimas medidas democráticas y sociales, que eran elementales pues los criollos no eran una clase muy revolucionaria, sino que temían a la revuelta de las clases explotadas (los pardos, los esclavos negros y los "indios"), la que va a terminar produciendo la independencia como culminación de una larga guerra civil de más de diez años. Al respecto recomendamos nuestro ensayo: Independencia hispanoamericana y lucha de clases[i][i].  

La independencia NO nace del "sentimiento nacional" (mexicano, colombiano, argentino, panameño, etc.), pues las naciones como las conocemos hoy no existían, ni tampoco se entendía por el concepto nación lo mismo que se entiende hoy. La nación era sinónimo del estado y todo su aparato institucional, cuya cabeza era la monarquía en la figura del rey, y del lado de acá del océano el virrey y demás instituciones. 

Como identidades referenciales en el imaginario de la gente era más poderoso el peso de los gobiernos locales o municipales, a través del cabildo de las ciudades y la región circundante. Por eso en la primera fase de la independencia, llamada de la "patria boba" en Colombia (1810-14), se constituyeron "repúblicas" por cabildos (como la de Cundinamarca, p.e.) y luego una Federación que era la suma de las repúblicas o ciudades o cabildos.  

Las naciones hispanoamericanas como las conocemos hoy no empezaron a forjarse sino con posterioridad a 1825, culminada la independencia, y en muchos casos el proceso no terminó sino hasta la segunda mitad del siglo XIX. 

En el caso de Panamá, en 1821, el peso de los cabildos era importante, de ahí que no hay una proclama de independencia de la "nación panameña", inexistente en el imaginario popular en ese momento. Por eso las proclamas de independencia son fraccionadas por pueblos o ciudades, muchas veces con intereses contrapuestos entre sí. Hasta bien entrado el siglo XIX, las identidades en el istmo de Panamá estaban divididas políticamente en dos grandes regiones: Veraguas (el interior) y Panamá (la zona de tránsito).  

A su vez, el "interior" veía chocar intereses sociales, económicos (e identidades) diferenciados y contrapuestos entre Veraguas, representada por las grandes familias latifundistas y conservadoras (como los Fábrega), y la región de Azuero, constituida por pequeños y medianos campesinos políticamente afines al liberalismo. 

El Grito de la Villa de Los Santos, de 10 de noviembre de 1821, es ante todo una sublevación campesina contra los impuestos excesivos por parte de la Corona, y en particular contra el avituallamiento del ejército realista a costa de la producción campesina, que era saqueada para ese fin y la leva de jóvenes destinados al reclutamiento forzoso. De manera que se dejaba al campo sin producción y sin fuerza de trabajo. 

El Grito de 1821 fue la primera de una serie de múltiples revoluciones campesinas que estremecieron a la región de Azuero a lo largo del siglo XIX contra los impuestos y las arbitrariedades de los terratenientes de Veraguas-Coclé.   

A su vez, el Grito es la expresión de una guerra civil campesina que se fue configurando en el Istmo de Panamá, desde fines del siglo XVIII, con el robo de las tierras de los resguardos indígenas por parte de los terratenientes ganaderos (al respecto recomiendo el último libro del Prof. Mario Molina[ii][ii]), que produce múltiples sublevaciones campesino indígenas (tanto ngäbes-buglés, como dules) y cuya culminación va a ser la Guerra de los Mil Días dirigida por Victoriano Lorenzo.  

El Grito de La Villa, la historia oficial lo vincula a "sentimientos patrióticos", pero su móvil real e inmediato fue el descontento del campesinado pobre contra el avituallamiento y reclutamiento forzoso del ejército español cada vez que marchaba a combatir a los independentistas en Sudamérica. El historiador Alfredo Castillero C. aporta nueva información que permite establecer que, en octubre de 1821, el capitán general Mourgeon impuso las últimas contribuciones forzosas de ganado y otros bienes a las cofradías, antes de partir con su ejército hacia Ecuador.  

El descontento campesino da lugar a una proclama del natariego Francisco Gómez Miró seguida del pronunciamiento del Cabildo de Los Santos dirigido por Segundo Villarreal, y es lo que explica que aquella región fuera la vanguardia en la independencia panameña[iii][iii]. 

Araúz y Pizzurno[iv][iv] reproducen la carta que los santeños dirigieron a Simón Bolívar en las que explican las razones de su movimiento en los siguientes términos: "una continua extracción de crecidas sacas desoladoras de sus vecinos para el servicio de las armas, y una ruinosa contribución forzada del numerario; de modo que se aniquilaban nuestras fuerzas y nos dejaban exhaustos de metálico de que seguía la destrucción general de las labores del campo: falta de brazos para el trabajo de nuestra corta agricultura y una carestía y escasez de todo lo necesario para la subsistencia". 

La carta a Bolívar de los santeños de 1821 desmiente la pretensión de algunos de que, a ese momento, los habitantes del Istmo tendrían una concepción de la "nacionalidad panameña" y una posibilidad de constituir un estado nacional independiente. 

Leemos en el libro de Araúz y Pizzurno (Pág. 266), otro fragmento de la carta a Bolívar: "Sostenían que todos seguían 'las huellas del Estado Colombiano decididos a seguir el mismo orden que nos fuere conveniente o adaptable a nuestro país...", para lo cual, "se pusieron 'bajo los auspicios de Bolívar'".    

Como evidencia de las diferencias políticas y sociales que vivían los istmeños de 1821, y no la falsa "unidad nacional" que pinta la historia oficial, los historiadores Araúz y Pizzurno, previamente han citado las prevenciones que los santeños lanzaron contra el general José de Fábrega, en ese momento máxima autoridad de la monarquía y del ejército realista, conspicuo miembro de la familia latifundista más prominente de Veraguas, aliado de los comerciantes capitalinos. 

Como moraleja metodológica es importante recordar que las clases sociales, con sus intereses contrapuestos existen antes que las naciones, entendidas como estados nacionales; y que, con posterioridad al nacimiento de las naciones modernos (en el siglo XIX), las clases sociales siguen existiendo. Por ello, suele incurrir en error quien crea que en algún momento los habitantes de un país actúen movidos por la "unidad nacional". Siempre hay intereses de clases y proyectos políticos contrapuestos. 

Panamá, 10 de noviembre de 2015. 


[v][i] Beluche, Olmedo. Independencia y hispanoamericana y lucha de clases. Segunda Edición corregida y aumentada. Editorial Cultural Portobelo. Biblioteca de Autores Panameños No. 164. Panamá, 2012. 

[vi][ii] Molina Castillo, Mario José. Chiriquí en sus fronteras de producción. Migraciones, poblamiento y evolución urbana e industrial, 1750-1950. Impresos Modernos. Panamá, 2014. 

[vii][iii] Castillero Calvo, Alfredo. La independencia de 1821. Una nueva interpretación. En: Historia General de Panamá. Volumen II. El Siglo XIX. Comité Nacional del Centenario. Panamá, 2004. 

[viii][iv] Araúz, Celestino Andrés y Pizzurno, Patricia. El Panamá hispano (1501 - 1821). Tercera Edición Diario La Prensa. Panamá, 1997.



Pregunta 2 de debate

 

¿De qué manera los sistemas complejos retroalimentan la esencia de la revolución digital, en una sociedad totalmente dinámica y emergente?

Te Consulto...

¿Consideran ustedes que la complejidad es un asunto netamente del pensamiento o trasciende los límites que hoy día la cultura digital nos exige?, ¿Qué opinan?.

La COP26 Urge la Necesidad de Transformar nuestra Economía.

La COP26 Urge la Necesidad de Transformar nuestra Economía.

En junio de este año (2021), escribí en este medio un artículo que hablaba sobre cambiar nuestro modelo de sociedad, en él hacía énfasis en la real degradación que como sociedad estamos enfrentando.  Señalaba en aquel momento que una persona que posea espiritualidad tiene madurez para la vida, sentido común de las cosas que se mezcla con el carácter y la voluntad de dicha persona permitiendo con ello que las mismas puedan ser más centradas en sus principios, valores y, por ende, en sus acciones en la vida. 

Más tarde, en agosto de este mismo año escribí otro artículo que titu
lé “Somos los responsables directos del deterioro sistemático de nuestra única Casa Común”, preocupado por el reporte presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), quienes el 9 de agosto del año 2021, publicaron un comunicado que ha dejado preocupado a todos los gobiernos, científicos y medio ambientalistas del mundo, respecto a los cambios en el clima en todas las regiones del planeta.

Recientemente se ha realizado la cumbre COP26 (que es la Conferencia entre partes) celebrada recientemente en la ciudad de Glasgow, Escocia entre el 31 de octubre al 12 de noviembre, 2021;  tenía como propósito, reunir a las partes interesadas para acelerar la toma de decisiones tendientes hacía la acción inmediata en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París (2016), y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (1992).  El compromiso es que todos los países acuerden trabajar juntos para poder limitar el calentamiento global a muy por debajo de los 2 grados y apuntar a 1,5 grados, y adaptarse a los impactos de un clima cambiante y a su vez contar con los recursos suficientes y disponibles para cumplir con estos objetivos.

Pero ¿Qué se espera de los países participantes de la COP26? Compromiso recio con los objetivos que se persiguen en la misma, y cito algunos:

1.- Se les pide a los países que presenten ambiciosos objetivos de reducción de emisiones para 2030 que se alineen con alcanzar el cero neto a mediados de siglo.  Esto significa acelerar la eliminación del carbón,  reducir la deforestación, acelerar el cambio a vehículos eléctricos, Fomentar la inversión en energías renovables.

2.- Adaptarse para proteger comunidades y hábitats naturales.  Proteger y restaurar ecosistemas Construir defensas, sistemas de alerta e infraestructura y agricultura resilientes para evitar la pérdida de hogares, medios de vida e incluso vidas.

3.- Movilizar la financiación. Para cumplir por lo menos con los dos primeros objetivos, los países desarrollados deben cumplir su promesa de movilizar al menos $ 100 mil millones en financiamiento climático por año para 2020.  Las instituciones financieras internacionales deben desempeñar su papel y necesitamos trabajar para liberar los billones de dólares en finanzas de los sectores público y privado necesarios para asegurar el cero neto global.

4.- Trabajar juntos para cumplir.  Se podrá hacer frente a los desafíos de la crisis climática si trabajamos juntos. Se debe finalizar las reglas detalladas que hacen operativo el Acuerdo de París.  Acelerar la acción para abordar la crisis climática a través de la colaboración entre gobiernos, empresas y sociedad civil.

Viendo estos objetivos de la COP26, y donde nuestro presidente de la república junto a otros 99 presidentes del mundo, hizo presencia y participó, debe adaptar sus políticas públicas con urgencia notoria a esta nueva realidad. No contamos con el tiempo y no podemos seguir con más de lo mismo colaborando con la destrucción de nuestra casa común.

Debemos tomar decisiones más asertivas y radicales. Y repito como profeta en el desierto: Asegurarnos que el Programa Nacional de Restauración Forestal sea una política de estado y que la ciudadanía y organismos no gubernamentales en general los conozcan y ayude a la implementación del mismo.  “Que esa primera contribución determinada a nivel nacional (CDN1), que recoge el fortalecimiento y los nuevos compromisos climáticos para cumplir con el Acuerdo de París, que conlleva un enfoque integrado de adaptación y mitigación; y que cuenta con compromisos en 10 sectores prioritarios (energía; bosques; gestión integrada de cuencas hidrográficas; sistemas marino-costeros; biodiversidad; agricultura, ganadería y acuicultura sostenible; asentamientos humanos resilientes; salud pública; infraestructura sostenible y economía circular)”1 Se divulguen y promuevan la participación ciudadana en toda la república de estos temas.

Señor Presidente Laurentino Cortizo, usted fue testigo de los álgidos temas de la cumbre, mueva las acciones de su gobierno hacía estos objetivos de la cumbre y dejemos a nuestros hijos y nietos una heredad valiosa para la posteridad.

 

Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +

Eco Teólogo

Posee un Diplomado Superior en Ecología Integral.

Miembro de la Red de Universidades Panameña de Desarrollo Sostenible.

Miembro de la Red Universitaria para la Casa Común.

 

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1.- Aporte en el artículo de la periodista Yelina Pérez Sánchez sobre “Cumbre de cambio climático persigue logros concretos ante clamor ambiental” Estrella de Panamá 11.03.2021

“¿Y si la palabra ecología la hubiera definido una mujer?”

Próxima parada: “¿Y si la palabra ecología la hubiera definido una mujer?”

http://blog.creaf.cat/es/conocimiento/parada-ecologia-definicion-swallow-mujer/

8 de marzo 2021

La primera parada de esta sección pasa en el siglo XIX y lleva nombre de mujer: Ellen Swallow. Nos ambientamos en el siglo XIX, fotos en blanco y negro, la academia científica americana del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la alemana, dominadas por hombres con barba, chalecos negros y relojes de bolsillo.

Ellen Swallow (1842-1911), después de terminar sus estudios de ciencia para mujeres en el Vassar College for Women (Nueva York), presentó su candidatura en el MIT, entonces exclusivamente de hombres, y fue admitida. Una vez allí, se especializó en temas de química ambiental investigando sobre la contaminación de aguas. Su mirada, sin embargo, no se quedaba en el laboratorio sino que traspasaba el nivel ético y pragmático, pensando siempre en los impactos entre las actividades del hogar y el ambiente social y ecológico.

 Mientras Ellen batallaba para encontrar su lugar en el MIT, hace más de 150 años, surgía la primera definición del concepto ecología. Concretamente, el término ecología fue definido (inicialmente en alemán, en ese momento, neologismo, Oekologie, en 1866) por Ernst Haeckel (1834-1919), biólogo y naturalista alemán. La palabra Oekologie viene del griego Oikos, que significa, hogar o lugar donde vivir, y por tanto, la idea inicial de Haeckel al describir esta ciencia era que trata sobre el organismo y el lugar donde vive, el ambiente. Finalmente, Haeckel definió la ecología como “el conjunto de relaciones entre un organismo y su ambiente“, y también como “una relación dinámica entre las especies y sus hábitats”. Incluso, podemos disfrutar de su definición más artística de la ecología a través de las muchas láminas de dibujo naturalista que hizo.

 El término ecología aparece, por tanto, en el seno de los estudios clásicos de la historia natural, pero también bajo una fuerte influencia de las corrientes evolucionistas recientes propiciadas por los trabajos de Charles Darwin y Alfred Russel Wallace. 

 Si ahora nos trasladamos a una universidad del siglo XXI y hacemos el recorrido por la definición de la palabra ecología a lo largo de la historia, normalmente no aparecen referencias a ninguna mujer. Pero en la historia de la definición de este término en realidad destaca también el nombre de la protagonista de esta parada: Ellen Swallow, contemporánea a Haeckel.

 La definición de Haeckel no fue muy utilizada inicialmente, ni siquiera en Alemania, y Ellen Swallow fue la primera persona en, dos décadas y media después, utilizarla por primera vez en EEUU. Ella concebía el término ecología focalizado en los humanos y las condiciones ambientales creadas por los humanos. También se focalizaba en las consecuencias que tenía sobre la salud de las personas vivir en aquellas condiciones (Dyball & Carlsson 2017).

 Concretamente, ella definió la ecología como un concepto muy ligado a las personas: “la ciencia de las condiciones de salud y bienestar de la vida humana diaria” (Dyball & Carlsson 2017). Una pariente también Swallow (2014) describe cómo, incluso, Ellen Swallow escribió a Ernst Haeckel pidiéndole permiso para usar el término y él se lo concedió. En el año 1892 el término Oekologia, sin un uso definido por el Ernst Haeckel, tomaba una nueva forma gracias a la nueva definición de Ellen Swallow: la ciencia de las condiciones sociales y ambientales cotidianas propicias para el bienestar humano (Swallow 2014).

 Sin embargo, no pasó ni un año, en 1893, y el British Medical Journal ya reivindicó el término Oekologia como “la exploración de los interminables fenómenos de la vida animal y vegetal tal como se manifiestan bajo condiciones naturales” (Sanderson 1893 ). A partir de ese momento no hubo duda de que la definición aceptada era la de Ernst Haeckel y la definición de ecología de Ellen Swallow no se aceptó. Además, su definición quedó eclipsada por la de Haeckel y éste creó la base para el resto de definiciones que se han ido produciendo hasta la actualidad. Hasta tal punto que, aún hoy, en la mayoría de definiciones de ecología de los libros de texto se denota cierta desvinculación entre los humanos y el resto de especies y de la figura de Ellen Swallow no queda ni rastro.

 Son diversos los motivos por los que esto ocurrió, según los biólogos Dyball y Carlsson (2017). En primer lugar, la ciencia de aquel momento estaba dominada por los hombres y había mucha reticencia a aceptar la propuesta de una mujer frente a la de un hombre. Además, la propuesta de Ellen Swallow permitía la implicación de personas no científicas, ingenieros/as, gestores/as, profesores/as y del mundo de los negocios. Por otra parte, la propuesta de rama de la ciencia que proponía Ellen Swallow tenía ética, se preocupaba por las personas enfermas, con enfermedades, malnutrición. Su ciencia estaba enfocada a cambiar el mundo, no sólo a grabar y tomar nota de procesos y observaciones, como la ciencia más puramente objetiva solía proponer. Desde una perspectiva ortodoxa, estas implicaciones eran inadmisibles por la academia científica del momento.

 ¿Ellen Swallow se adelanta hace ya 150 años al concepto One Health?

 Actualmente, el cambio global, es decir, los efectos y los motores de cambio que los humanos hemos producido y estamos produciendo sobre ecosistemas, comunidades y poblaciones, y sus procesos e interacciones, son uno de los principales temas de investigación en la ecología. En cambio, si echamos un vistazo a la bibliografía clásica de la ecología, son pocos los libros con contenidos donde aparezca también el ser humano como factor del ecosistema. Esto entra en conflicto con la realidad. 

 Por suerte, en las recientes décadas, el cambio global también se incluye como unidad dentro de los temarios de las asignaturas de ecología y aparece en los libros de texto más modernos, aunque a menudo, aún se le dé poca importancia. Así, queda claro cómo, ya en el siglo XIX, una mujer de ciencia se avanzaba a nuestros tiempos haciendo énfasis en la importancia de incluir a los humanos y el bienestar humano en el estudio de los ecosistemas. 

 Hoy uno de los temas de mayor actualidad en el mundo de la investigación científica es el concepto de One Health, impulsado principalmente por la ONU, con la idea de que hay una sola salud y que la salud humana está conectada y depende de la salud de los ecosistemas y los seres vivos que los habitan. En fin, otra versión del concepto de ecología humana, un concepto que ya en 1892 fue descrito por primera vez por Ellen Swallow.

 ¿Qué hubiera pasado si la academia científica del siglo XIX, dominada por la visión androcéntrica, hubiera aceptado la definición de Ellen Swallow, basada en la idea de One Health, teniendo en cuenta a los humanos dentro de los ecosistemas, implicando a diferentes disciplinas y sectores no científicos y con un punto de vista hacia la justicia global, con ética y preocupándose por los efectos de las acciones humanas sobre los ecosistemas y como éstas afectan a la salud humana? Aún diría más, ¿y si se hubiera conseguido huir de la competitividad androcéntrica de la ciencia y se hubiera cooperado haciendo una definición que integrara el punto de vista propuesto por el Ernst Haeckel y el de Ellen Swallow?

 Pues, que ya haría más de 150 años que habríamos estado haciendo investigación en ecología con una mirada transdisciplinaria, perspectiva de género, de transferencia y con ética, trabajando de la mano con aspectos políticos, económicos y educativos. Vaya, que quizás ya haría tiempo que estaríamos haciendo una ciencia con Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

 ¿Qué encontraremos en la nueva sección “Próxima parada: ecología”?

 Cuando subes al tren de la ecología, nunca sabes donde te llevará. El destino final es la ecología, transdisciplinaria por definición, y por tanto, llena de descubrimientos de nuevos mundos y territorios a través de diferentes disciplinas. La transdisciplinariedad, que implica una mirada global más allá de los límites entre disciplinas, incluye todo el conocimiento involucrado y sus relaciones (Saura-Mas et al. 2021). Y eso no quiere decir que la ecología no pueda ser también interdisciplinaria o multidisciplinaria, pero ahora ya entraríamos en otro tema, que vale más que dejemos para otra parada.

 El tren de la ecología tiene parada en estaciones remotas y también en puntos de intersección de vías llenas de conexiones con muchos otros trenes y destinos. Durante el trayecto que hoy os presento, nos serán fieles compañeras de viaje la transdisciplinariedad, la perspectiva de género y la justicia ambiental. Además, en cada parada encontraremos recomendaciones de algún recurso audiovisual o de lecturas para quien quiera profundizar en el paraje. La recomendación de esta parada es:

SAURA-MAS, SANDRA. A Look into ecology. 2019. https://www.coursera.org/lecture/women-environmental-biology/a-look-into-ecology-H2qHc. In: SAURA-MAS, SANDRA; VIDAL, ANDREA; FERRÁNDIZ, MARIONA; SOLER-MEMBRIVES, ANNA; LLUGANY, MERCÈ; ARMENGOL, GEMMA; RAMON, ANNA. Women in environmental biology. MOOC-Coursera. https://www.coursera.org/learn/women-environmental-biology

Referencias citadas:

DYBALL, ROBERT & CARLSSON LIESEL. 2017. Ellen Swallow Richards: mother of human ecology? Human ecology review, Vol. 23 (2): 17-29. Doi: 10.22459/HER.23.02.2017.03.

SANDERSON, J. B. 1893. On the origin of biology and its relation to the other branches of natural scienceBritish Medical Journal, 2(1707), 613–617. doi.org/ 10.1136/bmj.2.1707.613

SAURA-MAS, SANDRA; BARRERA, JAUME; ÁLVAREZ, IOLANDA; BLANCO-ROMERO, ASUNCIÓN; RITONDALE ELENA. 2021. Co-teaching transdiciplinario: experiencias docentes. Servei de Publicacions Universitat Autònoma de Barcelona. ISBN: 978-84-490-9345-6. Bellaterra. In press.

SWALLOW, PAMELA. 2014. The remarkable life and career of Ellen Swallow Richards: Pioneer in science and technologyHoboken, NJ: Wiley.

 

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El NO de la Dignidad


Por: Dr. 
Miguel Antonio Bernal

         Antes de ayer, 23 de octubre, se cumplieron exactamente 44 años que la dictadura militar reinante en Panamá, impuso, en ausencia absoluta de libertades democráticas, el llamado “plebiscito” para lograr el “respaldo” a los Tratados Carter Torrijos,

Con las libertades conculcadas y más de 300 panameños en el exilio, la dictadura militar de Torrijos, todos los medios de comunicación amordazados, la “aprobación” de los tratados canaleros, pasó más fácil que un camello por el ojo de una aguja.

La Unión Patriótica Femenina, integrada por un grupo de ciudadanas luchadoras contra el militarismo,  difundieron –clandestinamente, el siguiente texto que mantiene total vigencia:

“Quizá porque no comprendo el poder, el mecanismo or el cual unn hombre o una mujer se sienten investidos o se ven investidos del derecho de mandar sobre los demás y de castigarles si no obedecen. Venga de unsoberano despótico o de un presudente electo, de un general asesino o de un líder venerado, veo el poder como un fenómeno inhumano y odioso,,,

Nunca se sabe dónde empieza y dónde termina el poder…la única cosa es que no se le puede controlar y que mata tu libertad.

Creo también mi deber recordarle que, en la misma medida que no comprendo el poder, comprendo a quien  se oone al poder, quien censura el poder, quien replica al poder, sobre  todo a quien se rebela contra el poder impuesto por la brutalidad.

La desobediencia hacia los prepotentes la he considerado siempre como el único modo de usar el milagro de haber nacido.

El silencio de los que no reaccionan e incluso aplauden, lo he considerado siempre como la muerte verdadera de una mujer o de un hombre.

Y oídme: el  más bello monumento de la dignidad humana es el que ví sobre una colina del Peloponeso.  No era una estatua, no era una bandera, sino tres letras que en griego significan NO. Hombres sedientos de libertad las habían escrito entre los árboles durante la ocupación nazifascista y, durante treinta años, aquel NO había estado allí, sin desteñirse con la lluvia o el sol. Después los coroneles lo hicieron borrar con una capa de cal. Pero, enseguida, cual por sortilegio, la lluvia y el sol disolvieron la cal. Así que, día tras día, el NO reaparecía, terco, desesperado, indeleble.

Este escrito no pretende ser nada más que lo que es” No quiere prometer nada más que lo que promete.  Pero debeis leerlo teniendo presente ese NO que reaparece terco, desesperado, indeleble, entre los árboles de una colina del Peloponeso”

(Tomado del libro ‘Entrevista con la Historia’ de Oriana FALLACI

 

Lo que no se dice de la separación de Colombia

Por Olmedo Beluche 

 Érase una vez una empresa de capital francés que inició las obras para construir un canal por el istmo de Panamá, allá por 1880. Pero la Compañía Universal del Canal Interoceánico, como la llamaron, fue dando tumbos hasta que, en 1888, paralizó la construcción.  

¿Por qué? Los niños de primaria en Panamá saben que “la culpa fue del mosquito que producía la fiebre amarilla”. Los de secundaria, los que estudian, caen en cuenta que también le falló el diseño a Fernando de Lesseps, que intentó un canal a nivel que se estrelló contra el Corte Culebra. Muy pocos, a nivel universitario, se enteran de que hubo u tercer culpable: la corrupción. 

Sí. Los gerentes franceses de la compañía resultaron ser unos pillos que le robaron millones de francos a los incautos inversionistas de clase media en Francia que compraron acciones de esta empresa creyendo que el canal los inundaría de riquezas. El escándalo, que fue asociado al nombre de Panamá, llegó a los estrados judiciales siendo condenados a penas de cárcel varios directivos. 

Pero los pillos siguen siendo pillos y no se componen ni con la cárcel. Algunos de los directivos y accionistas mayoritarios idearon un plan para seguir chupándole la sangre al Canal de Panamá. En 1892 – 94, se dieron a la tarea de reorganizar la empresa bajo otro nombre, la Compañía Nueva del Canal Interoceánico. Lo primero que gestionaron fue una prórroga para terminar la obra. Una prórroga de diez años que culminaba en 1904. Anote la fecha. 

Pero un sinvergüenza nunca deja de serlo, así que estos señores nunca pretendieron, ni juntaron capital suficiente para completar la obra. Solo buscaban ganar tiempo para vender sus “derechos” a un tercero, y así sacar hasta la última gota del negocio. ¿Quién tenía interés, capacidad para comprarles las acciones y continuar la obra? El gobierno de Estados Unidos de América. 

En 1894, los franceses tuvieron la buena idea de contratar a uno de los abogados más influyentes en la política y en los negocios del naciente imperio norteamericano: William Nelson Cromwell. La firma Sullivan and Cromwell, que todavía existe, estaba bien ligada a capitalistas como J. P. Morgan, la General Electric y otros negocios de alto peso en Wall Street. De su seno salieron políticos influyentes como los hermanos Allan y John Foster Dulles, que dirigieron la Agencia Central de Inteligencia (CIA). 

Gracias a ese contrato que hizo la Compañía Nueva, y a que en manos de ese bufete estaban las acciones de la Panama Rail Road Co., o Compañía del Ferrocarril de Panamá, tanto Cromwell como la firma de abogados jugaría un papel inconfesable en los sucesos de 1903. 

La última década del siglo XIX se caracterizó por lo que se ha llamado fase imperialista del capitalismo, cuando las grandes potencias se repartieron el mundo para asegurarse fuentes de materias primas y mercados. Estados Unidos terminó de dar su salto con la Guerra de 1898 contra España a la que le arrebató sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Las Filipinas. Al poseer territorios e intereses en Asia, los norteamericanos se vieron compelidos a dar urgencia a la construcción de un canal que permitiera a su armada naval cuidar sus intereses en ambos océanos. 

Entre1894 y 1903 las autoridades norteamericanas negociaron con franceses, colombianos y nicaragüenses. Aquí es donde el papel de Cromwell se hizo clave. Por un lado, unió a un grupo de capitalistas norteamericanos para comprar en secreto un gran grupo de acciones de la Compañía Nueva, que estaba devaluadas.  Plan que denominó “Americanización del Canal”. Se afirma que invirtieron 3.5 millones de dólares por unas acciones que revenderían a su gobierno por 40 millones de dólares. Buen negocio, ¿verdad? 

La participación de prominentes empresarios y políticos norteamericanos en este negociado fue lo que en verdad inclinó la balanza a favor del canal por Panamá, y no como pinta el mito de las supuestas estampillas con volcanes de Nicaragua que habría regalado Bunau Varilla a los senadores.  

Una vez listo el grueso del asunto había que proceder con los detalles, así que Teodoro Roosevelt, buen amigo de Cromwell, exigió a Colombia el cese de la Guerra de los Mil Días, sentó a los dos partidos, liberales y conservadores, en la mesa y con su mediación salió el Pacto de Neerlandia y el del acorazado Wisconsin en noviembre de 1902.  

Siguiente paso, obligar al embajador colombiano a firmar un tratado sin mucha consulta con su país. El 22 de enero de 1903 se firmó el Tratado Herrán-Hay, que contenía: lo que se llamaría Zona del Canal con jurisdicción norteamericana; un pago de 40 millones de dólares a los accionistas “franceses” (y norteamericanos); 10 millones de adelanto a al estado colombiano, y Panamá por supuesto; y una anualidad de 250 mil dólares cuando el canal estuviera en funcionamiento. 

Los colombianos y panameños decentes de aquel tiempo sabían leer y sumar, y no eran menos listos que los actuales, así que empezaron con los cuestionamientos: ¿Cómo vamos a partir el Istmo por la mitad y ceder la soberanía a una potencia extranjera allí? ¿Eso no contradice la constitución y el derecho internacional? ¿Por qué a Colombia le tocan 10 y a los accionistas 40? ¿Con qué derechos si ellos solo poseen una concesión que vence en un año y un poco de chatarra en un hueco a medio excavar? ¿Pero si la Compañía del ferrocarril ya paga 250 mil de anualidad, ahora que se quedarán con ella y tendrán el canal seguirán pagando lo mismo? 

Todo esto se lo preguntaban panameños tan ilustres como los liberales Carlos A. Mendoza y Belisario Porras, y conservadores como Juan B. Pérez y Soto y Oscar Terán, entre otros. Esa era su opinión a mitad de 1903, al margen de si algunos cambiaron posteriormente. El crecimiento del rechazo al tratado, a nuestra manera de ver, llevó al juicio sumario y fusilamiento de Victoriano Lorenzo, el 15 de mayo de 1903, fue una advertencia para acallar cualquier intento de resistencia. 

Cuando Cromwell advirtió que podía fracasar el tratado en el Congreso colombiano, empezó a montar el Plan B: separar a Panamá de Colombia y nombrar una Junta de Gobierno leal a sus intereses que legitimara el tratado. Para ello recurrió a sus subalternos en la Compañía del Ferrocarril: José A. Arango, abogado residente de la empresa, y Manuel Amador Guerrero, funcionario a sueldo del ferrocarril. 

Prepararon el plan, pero dándole hasta el último momento la oportunidad al Congreso colombiano de aprobar el Tratado Herrán-Hay. La separación sólo sucedería si no se aprobaba el tratado y no tenía otro móvil que el tratado. Todo el cuento de que los colombianos nos tenían “olvidados” fue inventado después y no era verdad, éramos uno de los departamentos más importantes y con mayor influencia en Colombia. 

Cuando el senado colombiano resolvió no aprobar el tratado, sino proponer a Estados Unidos esperar hasta 1904, a que los franceses perdieran su concesión, sacarlos del medio, para que le pagaran 25 millones de dólares al estado colombiano, Cromwell empezó a ejecutar su Plan B y convocó a Amador Guerrero a Nueva York a finales de agosto. 

Esperaron para actuar hasta el 30 de octubre, cuando el Congreso colombiano cerró sus sesiones sin aprobar el tratado. En ese momento, Roosevelt dio la orden de mover sus acorazados al Istmo por ambos mares. Diez acorazados y miles de soldados norteamericanos invadieron Panamá desde el 3 de noviembre y días sucesivos. Detallito que no cuentan a los niños en la escuela. 

Quienes hacen frente a los soldados colombianos que llegaron a Colón la madrugada del 3 de noviembre, son el administrador yanqui de la Compañía del Ferrocarril, coronel Shaler y las tropas del acorazado Nashville, que instalaron nidos de ametralladoras. El 5 de noviembre fue decisiva la llegada del acorazado Dixie a Cristóbal con 500 soldados norteamericanos. 

Quien se imagina a los “próceres” dirigiendo al pueblo contra los “opresores colombianos”, mejor que deje de leer cuentos infantiles. La foto que describe el hecho es que la izada de la bandera panameña en Colón el 6 de noviembre estuvo a cargo de un oficial de inteligencia norteamericano vestido de gala, llamado Murray Black. 

La otra foto está dada por el Tratado Hay-Bunau Varilla, firmado no por casualidad 15 días después, que contenía todo lo repudiable del Tratado Herrán-Hay, pero empeorado. La otra foto la encontramos el artículo 136 de la Constitución de 1904, que permitía que Estados Unidos interviniera en todo el territorio ístmico con la excusa de imponer el orden público. 

Cromwell y sus socios obtuvieron los 40 millones de dólares, pero además él recibió del estado norteamericano otra cantidad millonaria por la Panama Rail Road Co. Para coronar sus ambiciones y probar su control sobre el gobierno panameño, fue nombrado como cónsul y agente fiscal de Panamá en Nueva York. A alguien del gobierno panameño se le ocurrió que de los 10 millones de dólares que le tocaban a Panamá, convenía separar 6 millones para crear un Fondo de la Posteridad, que sería invertido en bienes inmobiliarios y especulación financiera en Estados Unidos. Adivinen quién administró ese fondo por décadas. 

Es evidente que el 3 de noviembre de 1903, ni nos hicimos independientes ni soberanos, nos convertimos en colonia o protectorado de Estados Unidos. Situación contra la que tuvieron que pelear generaciones de panameños que sí lucharon por la independencia, como los jóvenes heroicos del 9 de Enero de 1964. 



 

Al borde del abismo y en sentido equivocado

Por: Guillermo Castro

https://www.jornada.com.mx/2021/09/23/opinion/002a1edi

Antonio Guterres, secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lanzó una fuerte advertencia a los líderes mundiales al inaugurar el debate anual de alto nivel de la Asamblea General de ese organismo. Para el jefe de la diplomacia global, es necesario hacer sonar la alarma porque estamos al borde del abismo y actuando en el sentido equivocado; el mundo nunca ha estado tan amenazado o tan dividido.

Guterres sostuvo que enfrentamos la cascada de crisis más grande de nuestras vidas por la confluencia del cambio climático, la pandemia, así como las amenazas a la paz y a los derechos humanos. Para conjurar esta crisis multidimensional, dijo, es urgente un nuevo contrato social que permita superar seis brechas: la de la paz entre y dentro de los países, la del clima, la existente entre pobres y ricos, la brecha de género, la de confianza entre gobernantes y gobernados, y la generacional.

Los datos que sustentan la existencia y profundidad de tales brechas resultan demoledores. Por citar sólo dos casos, el abismo entre ricos y pobres es tal, que mientras los multimillonarios hacen turismo espacial –que para colmo, tiene un altísimo costo ambiental–, más de 800 millones de personas pasan hambre; por su parte, la doble división generacional y de confianza política es tal, que 60 por ciento de los jóvenes se sienten traicionados por quienes dicen representarlos.

Pero acaso la más lacerante de estas desigualdades es también la que sería más fácil de remediar con un mínimo de voluntad, sentido común y ética: aquella que ha marcado las posibilidades de supervivencia de los habitantes del planeta ante el Covid-19 de acuerdo con su riqueza personal y la del país en que viven. Por ello, Guterres no dudó en calificar de obsceno y de ser una acusación moral del estado de nuestro mundo el que una mayoría más rica ya esté vacunada –y, cabe agregar, ya esté recibiendo incluso terceras dosis, sin que haya comprobación científica de su utilidad– cuando más de 90 por ciento de la población africana sigue esperando por su primera dosis.

Lo denunciado por el secretario general es nada menos que un extravío civilizatorio, a resultas del cual la humanidad se enfila a una catástrofe irreversible en material ambiental, al tiempo que se asfixia en una pandemia para la que no hay siquiera una fecha tentativa de solución. Paradójicamente, el mejor indicador de la exactitud de este diagnóstico, cuyo origen último se achacó a la ausencia de solidaridad, se halla en el vacío que el discurso de Guterres mereció en los medios, enfocados en resaltar la nueva era de la diplomacia anunciada por el presidente Joe Biden, y que no consiste sino en la enésima redición del intransigente imperialismo estadunidense.

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Desde nosotros

 


Guillermo Castro H.

 

La filosofía de la praxis no sólo pretendía explicar y justificar todo el pasado sino también explicarse y justificarse históricamente a sí misma, es decir, era el “historicismo” máximo, la liberación completa de todo “ideologismo” abstracto, la conquista real del mundo histórico, el comienzo de una nueva civilización.

Antonio Gramsci

 

Al reflexionar desde el presidio político -entre fines de la década de 1920 y comienzos de la de 1930- sobre la formación de lo que llamó la filosofía de la praxis, Antonio Gramsci empieza por aludir a una tesis clásica planteada por Vladimir Lenin década y media antes.[1] “Se afirma”, dice Gramsci, que la filosofía de la praxis “ha nacido en el terreno del máximo desarrollo de la cultura de la primera mitad del siglo XIX, cultura representada por la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y la literatura y la práctica políticas francesas. Y añade:

 

En el origen de la filosofía de la praxis se encuentran estos tres movimientos culturales. Pero ¿cómo se debe entender esta afirmación? ¿En el sentido de que cada uno de estos movimientos ha contribuido a elaborar respectivamente la filosofía, la economía y la política de la filosofía de la praxis? ¿O bien en el de que la filosofía de la praxis ha elaborado sintéticamente los tres movimientos, es decir, toda la cultura de la época, y que en la nueva síntesis, cualquiera que sea el momento que se examine, momento teórico, económico, político, se vuelve a encontrar, como “momento” preparatorio, cada uno de los tres movimientos?

 

Y concluye: “Así lo creo, precisamente.”

En efecto, para Gramsci la filosofía de la praxis presupone “todo este pasado cultural, el Renacimiento y la Reforma, la filosofía alemana y la Revolución francesa, el calvinismo y la economía clásica inglesa, el liberalismo laico y el historicismo que se encuentra en la base de toda la concepción moderna de la vida.” En esa perspectiva, dice, la filosofía de la praxis

 

es la coronación de todo este movimiento de reforma intelectual y moral, cuya dialéctica es el contraste entre cultura popular y alta cultura.(c:gc) Corresponde al nexo de Reforma protestante más Revolución francesa: es una filosofía que es también política y una política que es también filosofía. Está atravesando todavía su fase popular, folklórica: suscitar un grupo de intelectuales independientes no es cosa fácil, exige un largo proceso, con acciones y reacciones, con adhesiones y disoluciones y nuevas formaciones muy numerosas y complejas

 

Lo más esencial, aquí, radica en que la filosofía de la praxis “es una concepción nueva, independiente, original, pese a ser un momento del desarrollo histórico mundial, es la afirmación de la independencia y de la originalidad de una nueva cultura en incubación, que se desarrollará al desarrollarse las relaciones sociales.” Por lo mismo, en su desarrollo opera “una combinación variable de lo viejo y lo nuevo, un equilibrio momentáneo de las relaciones culturales correspondiente al equilibrio de las relaciones sociales”.

A esto se debe que, en cada momento de su desarrollo, esta filosofía solo puede presentarse inicialmente “con una actitud polémica y crítica, como superación del modo de pensar precedente y del pensamiento concreto existente (o del mundo cultural existente)”. Por ello, debe presentarse ante todo “como crítica del ‘sentido común’ […] y, por tanto, de la filosofía de los intelectuales,” que puede ser considerada “como la ‘punta’ del progreso del sentido común, por lo menos del sentido común de los estratos más cultos de la sociedad y, a través de éstos, también del sentido común popular.”

       ¿Cómo se expresan estas observaciones en el proceso de formación de un pensar orientado a la transformación de la realidad en un sentido revolucionario en nuestra América?

¿Se hace descartando todo lo que en un momento dado parece merecer los adjetivos de reaccionario y obsoleto? ¿O desde la ampliación constante de los espacios de expresión de las raíces que expresan nuestros procesos de formación, desde los saberes comunitarios indígenas y campesinos hasta el liberalismo democrático radical de José Martí, el socialismo indoamericano de Mariátegui y la teología de la liberación, por citar apenas algunas?

Difícil tarea esta, en una región en la que, al decir de Gramsci, la base del desarrollo cultural acusa el influjo de “los cuadros de la civilización española y portuguesa del 1500 y del 1600, caracterizada por la Contrarreforma y por el militarismo parasitario”, cuyas cristalizaciones intelectuales afloran en la crisis que vivimos. Fue desde una circunstancia tal que Martí planteó a comienzos de la década de 1890 la necesidad de una revolución democrática antimperialista de liberación nacional, y de los medios políticos y morales para lograrla, mientras Mariátegui, en la de 1920, llegó al concepto de un socialismo indoamericano que expresaba – sin él saberlo - el vínculo entre el modo de producción en su sentido más abstracto, y la formación económico-social concreta del Perú.

Han quedado atrás los tiempos de la condescedencia de una ortodoxia – en el mal sentido del término – que se permitía vincular al primero -en el mejor de los casos-, a una pequeña burguesía cuyo progresismo aspiraba a una unidad de clases sociales imposible, o al peruano que lo incorrecto de pensar siquiera que al socialismo no le bastaba con ser marxista-leninista en nuestra América, sino que debía ser sobre todo creación heroica, y no copia ni calco. Lo importante, hoy, es que ambos – y tantos más - han sido absueltos por la historia, y aún nos enseñan la importancia del pensar lo político desde la ética, y de la propia identidad como base de la unidad en la lucha por las transformaciones sociales que nuestros pueblos demandan, a sabiendas o no.

 

Alto Boquete, Panamá, 7 de septiembre de 2021