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“Dios se la llevó”

Por: Jorge Sarsaneda del Cid

Dios se la llevó”, así dijo un señor al referirse a su madre fallecida en el reciente incendio en San Felipe. Es una frase que he escuchado muchas veces –en varias formas- desde que tengo memoria. ¿Qué dios sanguinario es ese que quiere matar a mi madre quemándola? ¿Qué criminal “evangelización” ha sido introyectada llevándonos a pensar y ¿creer? en un dios que decide sobre nuestras vidas con total impunidad? ¿Qué resorte sicológico nos lleva a culpar a dios de nuestros males graves? En definitiva, ¿en qué dios creemos?

Hay personas que creen que dios es aquel ser super poderoso, dominante absoluto de la vida y la muerte, que decide cuándo y cómo vamos a enfermarnos, accidentarnos o morir. ¿De dónde sale este concepto tan controlador? ¿Es simplemente una forma de consolarnos o conformarnos? ¿O es un dios hecho a nuestra medida para “explicar” lo inexplicable o justificar lo injustificable? ¡Ese sí es opio para el pueblo!

Hay otras personas que creen en un dios al cual se le puede “conquistar”, comprar, enamorar o ganar con esfuerzos especiales (peregrinaciones), sacrificios (“mandas”) o con simples regalos (velas, dinero, rosarios, etc.). ¡Ese dios más bien sería un comerciante con el que siempre salimos perdiendo!

Hay otras personas que piensan o plantean un dios que lo puede todo (omnipotente), que no ocupa espacio (infinito), que no está con nosotros (eterno), que lo sabe todo (omnisciente), que está en todas partes (omnipresente), en fin, es un “ser perfectísimo” y por tanto, lejanísimo de todo y de todos. ¿Qué tiene que ver ese dios con Jesús y el Evangelio? ¡Más bien es un dios para filósofos!

Hay otras personas que creen en un dios juez terrible e implacable en la exigencia del cumplimiento de leyes, normas, condiciones del actuar religioso. La frase “dios te va a castigar” la hemos escuchado por no ayudar a los papás en la limpieza de la casa o por usar un lenguaje vulgar. Ese juez torturador y no dialogante nos puede castigar por muchas cosas y ve fallas graves en todos lados: desde dejar “sueltos” los ojos para mirar donde sea hasta comer carne un viernes de Cuaresma. ¡Ese dios es una piedra angustiosa que llevamos sobre la cabeza!

Entonces, ¿en qué Dios creemos los que creemos en Jesucristo? En primer lugar, para nosotros, la única forma que tenemos de conocer a Dios es a través de Jesús. En segundo lugar, si vemos y escuchamos el Evangelio, lo podemos conocer.

Dios es un Padre amoroso que es vida en abundancia para nosotros (Juan 10); es un Dios que nos quiere y nos ama con amor eterno (Jeremías 31); que es rico en clemencia y misericordia (Salmo 144); que prefiere la misericordia a los sacrificios (Mateo 12); que nos cuida con ternura como una madre (Lucas 10); que transforma nuestro corazón de piedra en un corazón humano (Ezequiel 36); a quien encontramos en el más pobre, en el marginado y despreciado (Mateo 25); que nos perdona antes de pedirle perdón (Lucas 15); que se encarna en nuestra humanidad y ha venido para que seamos libres (Juan 8); que es Amor porque quien ama, lo conoce (1ª Juan 4).


En definitiva, el Dios de Jesucristo es aquel que nos ama aunque seamos pecadores, que nos perdona y, aun así, nos llama a servir a los hermanos. Ojala en Cuaresma profundicemos en esto y saquemos consecuencias.