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LAS MAS BELLAS MELODÍAS EN FLAUTA DE PAN.Para pasar la cuarentena. Cecil...



LAS MAS BELLAS MELODÍAS EN FLAUTA DE PAN
Las flautas de Pan es un instrumento musical de viento, compuesto de tubos hechos de caña huecos , tapados por un extremo que producen sonidos aflautados. Originalmente el nombre en griego es σύριγγες (siringes), y es uno de los instrumentos representativos del dios griego Pan, que da nombre a este instrumento. En la Antigua Grecia, se conocía este instrumento con el nombre siringa (en griego σΰριγγος, síringos) en honor a la náyade Siringa (Σΰριγξ, Sýrinx), una ninfa de la cual el dios Pan se enamoró y fue convertida en caña. También se la conoce como flauta de Pan. El personaje Papageno, de la ópera La flauta mágica de Mozart, toca una flauta de Pan de varios tubos. En la región andina existen varios tipos de flauta de pan: Zampoña,(compartida por Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Argentina y Chile), existían desde la época precolombina dos tipos de zampoñas nativas llamadas siku o sikuri (palabras en lengua aimara que se traducen como "tubo que da sonido") y antara, que siguen siendo utilizadas en la música folclórica; ambos tipos de zampoña son llamados "sicus" en Argentina. Existe una tercera zampoña andina conocida como "rondador y Gustabo", que se piensa tuvo su origen en el Ecuador y sur de Colombia también durante la época precolombina y es muy similar al capador, una zampoña cuyo sonido se asemeja al trino de los pájaros, que fue utilizada por los chibchas en rituales religiosos y se ha encontrado en excavaciones arqueológicas. Debe considerarse también como una variedad de la zampoña, el humilde instrumento que se emplea en gran parte del Perú, llamado antara o (como se le conoce en la zona norte, desde Pallasca) "andarita". Antara:Es un importante instrumento musical precolombino de las culturas Paracas y Nasca, con una antigüedad de 2500 años o más. En los vestigios de la cultura Nasca, se encuentran antaras de cerámica cromáticas y con acabos y conocimientos de acústica y física. Podemos señalar a los Nascas como los más avanzados músicos de toda América en su tiempo. Los ejemplares distribuidos por muchos museos del Perú y del mundo, muestran el gran acabado que lograban los Nascas, no sólo en la cerámica, sino también en las escalas musicales. El siku es una zampoña o flauta de Pan formada generalmente por dos hileras de tubos de caña de diferentes longitudes: el arca, normalmente de siete tubos, y el ira, normalmente de seis, aunque según el tipo de sicu estas cantidades pueden variar notoriamente. Es de origen preincaico. Según el tamaño de los tubos, presenta cuatro "tipos" o variantes: Zampoñas tipo, denominadas "maltas" (malta) (generalmente afinadas en "mi"),"Chulis" (ch'uli, escritura aimara), afinados una octava por encima;"Zankas" (sanqa), afinadas una octava por debajo; y"Toyos" (t'uyu), con afinación dos octavas inferior a las maltas. Otro ejemplar es la andarita en la zona norte, desde Pallasca hasta Cajamarca y aún Ecuador. Tiene similitudes con la zampoña altiplánica, pero su particularidad se da por el material empleado y el menor número de cañas. El páixiâo (pinyin, p'ai2 hsiao3 Wade-Giles) (en chino mandarín 排箫 (simplif.), 排蕭 (tradic.) [pʰɑi˩˥ ɕiaʊ˥˥]) es un antiguo instrumento de viento originado en China, que, aunque su interpretación fue antiguamente abandonada, ésta resurgió hacia el siglo XX. En Rumania, existe también una flauta conocida como nai. Se han realizado diversas investigaciones al respecto: Raoul y Marguerite D'Harcourth (1925), André Sas (1938), Robert Stevenson (1959), César Bolaños (1980), Américo Valencia Chacón (1982), Miguel Oblitas Bustamante (1984-2009), Arturo Ruíz de Pozo (1992) y Anna Gruczinska (1993).

Trece tesis sobre la catástrofe (ecológica) inminente y los medios de evitarla


Por: Michael Löwy
www.alainet.org / 06/05/2020

I. La crisis ecológica está ya presente y se convertirá todavía más, en los meses y años próximos, en la cuestión social y política más importante del siglo XXI. El porvenir del planeta y de la humanidad va a decidirse en los próximos decenios. Los cálculos de algunos científicos en relación con los escenarios para el 2100 no son muy útiles, por dos razones: a) científica: considerando todos los efectos retroactivos imposibles de calcular, es muy aventurado hacer proyecciones de un siglo; b) política: a finales del siglo, todos y todas nosotros, nuestros hijos y nietos habrán partido y entonces, ¿qué interés tiene?

II. La crisis ecológica incluye varios aspectos, de consecuencias peligrosas, pero la cuestión climática es sin duda la amenaza más dramática. Como explica el GIEC [Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático], si la temperatura media sobrepasa más de 1,5 grados en relación con la del período preindustrial, existe el riesgo de que se desencadene un proceso irreversible de cambio climático. ¿Cuáles serían las consecuencias? A continuación se señalan algunos ejemplos: la multiplicación de mega-incendios como el de Australia; la desaparición de los ríos y la desertificación de los suelos; el deshielo y la dislocación de los glaciares polares y la elevación del nivel del mar, que puede alcanzar hasta decenas de metros, mientras que solo con dos metros amplias regiones de Bengala, de India y de Tailandia, así como las principales ciudades de la civilización humana –Hong-Kong, Calcuta, Viena, Amsterdam, Shangai, Londres, Nueva York, Río- desaparecerán bajo el mar. ¿Hasta dónde podrá subir la temperatura? ¿A partir de qué temperatura estará amenazada la vida humana sobre este planeta? Nadie tiene respuesta a estas preguntas…

III. Estos son riesgos de catástrofe sin precedentes en la historia humana. Sería preciso volver al Plioceno, hace algunos millones de años, para encontrar una condición climática análoga a la que podrá instaurarse en el futuro gracias al cambio climático. La mayor parte de los geólogos estiman que hemos entrado en una nueva era geológica, el Antropoceno, en el que las condiciones del planeta se han modificado por la actividad humana. ¿Qué actividad? El cambio climático empezó con la Revolución Industrial del siglo XVIII, pero fue después de 1945, con la globalización neoliberal, cuando tuvo lugar un salto cualitativo. En otros términos, es la civilización industrial capitalista moderna quien es responsable de la acumulación de CO2 en la atmósfera y, con ello, del calentamiento global.

IV. La responsabilidad del sistema capitalista en la catástrofe inminente está ampliamente reconocida. El Papa Francisco, en la Encíclica Laudatio Si, sin pronunciar la palabra capitalismo, denunciaba un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso, exclusivamente basado en “el principio de maximización del beneficio” como responsable a la vez de la injusticia social y de la destrucción de nuestra Casa Común, la Naturaleza. Una consigna universalmente coreada en las manifestaciones ecologistas en todos los lugares del mundo es: “¡Cambiemos el sistema, no el clima!” La actitud de los principales representantes de este sistema, partidarios del business as usual –millonarios, banqueros, expertos, oligarcas, politicastros- puede ser resumida en la frase atribuida a Luis XIV: “Después de mí, el diluvio”.

V. El carácter sistémico del problema se ilustra cruelmente con el comportamiento de todos los gobiernos (con rarísimas excepciones) al servicio de la acumulación de capital, de las multinacionales, de la oligarquía fósil, de la mercantilización general y del libre comercio. Algunos -Donald Trump, Jair Bolsonaro, Scott Morrison (Australia)- son abiertamente ecocidas y negacionistas climáticos. Los otros, los razonables, dan el tono en las reuniones anuales de la COP (¿Conferencias de los Partidos o Circos Organizados Periódicamente?) que se caracterizan por una vaga retórica verde y una completa inercia. La de más éxito fue la COP21, en París, que concluyó con solemnes promesas de reducciones de emisiones por todos los gobiernos participantes -no cumplidas, salvo por algunas islas del Pacífico-; ahora bien, si se hubieran cumplido, los científicos calculan que la temperatura podría sin embargo subir hasta 3,3 grados suplementarios.

VI. El capitalismo verde, los mercados de derechos de emisión, los mecanismos de compensación y otras manipulaciones de la pretendida economía de mercado sostenible se han revelado completamente ineficaces. Mientras que se enverdece a diestra y siniestra, las emisiones suben en flecha y la catástrofe se aproxima a grandes pasos. No hay solución a la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema enteramente volcado al productivismo, al consumismo, a la lucha feroz por las partes de mercado, a la acumulación del capital y a la maximización de los beneficios. Su lógica intrínsecamente perversa conduce inevitablemente a la ruptura de los equilibrios ecológicos y a la destrucción de los ecosistemas.

VII. Las únicas alternativas efectivas, capaces de evitar la catástrofe, son las alternativas radicales. Radical quiere decir que ataca a las raíces del mal. Si la raíz es el sistema capitalista, son necesarias alternativas anti-sistémicas, es decir anticapitalistas, como el ecosocialismo, un socialismo ecológico a la altura de los desafíos del siglo XXI. Otras alternativas radicales como el ecofeminismo, la ecología social (Murray Bookchin), la ecología política de André Gorz o el decrecimiento anticapitalista, tienen mucho en común con el ecosocialismo: en los últimos años se han desarrollado las relaciones de influencia recíprocas.

VIII. ¿Qué es el socialismo? Para muchos marxistas es la transformación de las relaciones de producción –mediante la apropiación colectiva de los medios de producción- para permitir el libre desarrollo de las fuerzas productivas. El ecosocialismo se reclama de Marx, pero rompe de forma explícita con ese modelo productivista. Ciertamente, la apropiación colectiva es indispensable, pero es también necesario transformar radicalmente las mismas fuerzas productivas: a) cambiando sus fuentes de energía (renovables en lugar de fósiles); b) reduciendo el consumo global de energía; c) reduciendo (decrecimiento) la producción de bienes y suprimiendo las actividades inútiles (publicidad) y las perjudiciales (pesticidas, armas de guerra); d) poniendo fin a la obsolescencia programada. El socialismo implica también la transformación de los modelos de consumo, de las formas de transporte, del urbanismo, del modo de vida. En resumen, es mucho más que una modificación de las formas de propiedad: se trata de un cambio civilizatorio, basado en los valores de solidaridad, igualdad y libertad y respeto de la naturaleza. La civilización ecosocialista rompe con el productivismo y el consumismo para privilegiar la reducción del tiempo de trabajo y, así, la extensión del tiempo libre dedicado a las actividades sociales, políticas, lúdicas, artísticas, eróticas, etc., etc. Marx designaba ese objetivo con el término Reino de la libertad.

IX. Para cumplir la transición hacia el ecosocialismo es necesaria una planificación democrática, orientada por dos criterios: la satisfacción de las verdaderas necesidades y el respeto de los equilibrios ecológicos del planeta. Es la misma población –una vez desembarazada del bombardeo publicitario y de la obsesión consumista fabricada por el mercado capitalista- quien decidirá, democráticamente, cuales son las verdaderas necesidades. El ecosocialismo es una apuesta por la racionalidad democrática de las clases populares.

X. Para llevar a cabo el proyecto ecosocialista no bastan las reformas parciales. Sería necesaria una verdadera revolución social. ¿Cómo definir esta revolución? Podríamos referirnos a una nota de Walter Benjamin, en un margen a sus tesis Sobre el concepto de historia (1940): “Marx ha dicho que las revoluciones son la locomotora de la historia mundial. Quizá las cosas se presentan de otra forma. Puede que las revoluciones sean el acto por el que la humanidad que viaje en el tren aprieta los frenos de urgencia”. Traducción en palabras del siglo XXI: todas y todos somos pasajeros de un tren suicida, que se llama Civilización Capitalista Industrial Moderna. Este tren se acerca, a una velocidad creciente, a un abismo catastrófico: el cambio climático. La acción revolucionaria tiene por objetivo detenerlo, antes de que sea demasiado tarde.

XI. El ecosocialismo es a la vez un proyecto de futuro y una estrategia para el combate aquí y ahora. No se trata de esperar a que las condiciones estén maduras: hay que promover la convergencia entre luchas sociales y luchas ecológicas y batirse contra las iniciativas más destructoras de los poderes al servicio del capital. Es lo que Naomi Klein llama Blockadia. Es en el interior de las movilizaciones de este tipo donde podrá emerger, en las luchas, la conciencia anticapitalista y el interés por el ecosocialismo. Las propuestas como el Green New Deal forman parte de ese combate, en sus formas radicales, que exigen el abandono efectivo de las energías fósiles, pero no en las que se limitan a reciclar el capitalismo verde.

XII. ¿Cuál es el sujeto de este combate? El dogmatismo obrerista/industrialista del pasado ya no es actual. Las fuerzas que hoy se encuentran en primera línea del enfrentamiento son los jóvenes, las mujeres, los indígenas, los campesinos. Las mujeres están muy presentes en el formidable levantamiento de la juventud lanzado por el llamamiento de Greta Thunberg, una de las grandes fuentes de esperanza para el futuro. Como nos explican las ecofeministas, esta participación masiva de las mujeres en las movilizaciones proviene del hecho de que ellas son las primeras víctimas de los daños ecológicos del sistema. Los sindicatos comienzan, aquí o allá, a comprometerse también. Eso es importante, ya que, en último análisis, no se podrá abatir al sistema sin la participación activa de los trabajadores y las trabajadoras de las ciudades y de los campos, que constituyen la mayoría de la población. La primera condición es, en cada movimiento, asociar los objetivos ecológicos (cierre de las minas de carbón o de los pozos de petróleo, o de centrales térmicas, etc.) con la garantía del empleo de los y las trabajadores y trabajadoras afectados.

XIII. ¿Tenemos posibilidades de ganar esta batalla antes de que sea demasiado tarde? Contrariamente a los pretendidos colapsólogos, que proclaman, a bombo y platillo, que la catástrofe es inevitable y que cualquier resistencia es inútil, creemos que el futuro sigue abierto. No hay ninguna garantía que ese futuro será ecosocialista: es el objeto de una apuesta en el sentido pascaliano, en la que se comprometen todas las fuerzas, en un trabajo por lo incierto. Pero, como decía, con una gran y simple prudencia, Bertold Brecht: “El que lucha puede perder. El que no lucha ha perdido ya”.

Una lectura de ciego de la encíclica ecológica Laudato Si


Por: Leonardo Boff
www.alainet.org / 28/05/2020

Un ciego capta con las manos o con su bastón las cosas más relevantes que encuentra a su paso. Pues vamos a intentar hacer así una lectura de ciego de la encíclica ecológica del Papa Francisco, Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común, cuyos 5 años acabamos de celebrar. ¿Cuáles son sus puntos relevantes?

Para empezar, no se trata de una encíclica verde que se restringe al ambiente, predominante en los debates actuales. Propone una ecología integral que abarca lo ambiental, lo social, lo político, lo cultural, lo cotidiano y lo espiritual.

Quiere ser una respuesta a la generalizada crisis ecológica mundial porque nunca hemos maltratado y herido nuestra Casa Común como en los dos últimos siglos» (n.53). Hemos hecho de la Casa Común «un inmenso depósito de basura» (n.21). Más aún: «Las previsiones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía… nuestro estilo de vida, por ser insostenible, solo puede desembocar en catástrofes» (n.161). La exigencia es «una conversión ecológica global» (n.5;216) que implica «nuevos estilos de vida» (lo repite 35 veces) y «cambiar el modelo de desarrollo global» (n.194).

Hemos llegado a esta emergencia crítica por causa de nuestro exacerbado antropocentrismo, por el cual el ser humano «se constituye como dominador absoluto» (n.117) de la naturaleza, desgarrado de ella, olvidando que «todo está interligado y que por eso no puede declararse autónomo de la realidad» (n.117;120). Ha utilizado la tecnociencia como instrumento para forjar «un crecimiento infinito… lo que supone la mentira de la disponibilidad infinita de los bienes del planeta, que lleva a estrujarlo hasta el límite y más allá del límite» (n.106).

En la parte teórica, la encíclica incorpora un dato de la nueva cosmología y la física cuántica: que todo en el universo es una relación. Como en un ritornello insiste en que «todos somos interdependientes, todo está interconectado y todo está relacionado con todo» (cf. nn.16, 86,117,120) lo que da una gran coherencia al texto.

Otra categoría que constituye un verdadero paradigma es la del cuidado. Este es en realidad el verdadero título de la encíclica. El cuidado, por ser la esencia de la vida y del ser humano, según la fábula romana de Higinio, tan bien estudiada por Martin Heidegger en Ser y Tiempo, es recurrente a lo largo del texto de la encíclica. Ve en San Francisco «el ejemplo por excelencia del cuidado» (n.10). «Corazón universal… para él cualquier criatura era una hermana unida a él por lazos de cariño, sintiéndose llamado a cuidar de todo lo que existe» (n.11).

Es interesante observar que el Papa Francisco une la inteligencia intelectual, apoyado en los datos de la ciencia, a la inteligencia sensible o cordial. Debemos leer con emoción los números y relacionarnos con la naturaleza «con admiración y encanto (n.11)… prestar atención a la belleza y amarla porque nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista» (n.215). Es importante «escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (n.49).

Consideremos este texto, cargado de inteligencia emocional: «Todo está relacionado y todos los seres humanos caminamos juntos, como hermanos y hermanas, en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas y que nos une también con tierno cariño al hermano Sol, a la hermana Luna, al hermano río y a la Madre Tierra» (n.92). Es importante «fomentar una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad» (n. 231), ya que de esta manera «podemos hablar de una fraternidad universal» (n.228).

Por último, a la ecología integral le es esencial la espiritualidad. No se trata de derivarla de ideas, sino «de las motivaciones que dan origen a una espiritualidad para alimentar la pasión por el cuidado del mundo… No es posible comprometerse en grandes cosas sólo con doctrinas sin una mística que nos anime, sin una moción interior que impulse, motive, anime y dé sentido a la acción personal y comunitaria» (n.216). Nuevamente evoca aquí la espiritualidad cósmica de San Francisco (n.218).

Para concluir, es importante destacar que con esta encíclica, amplia y detallada, el Papa Francisco se coloca, como lo han reconocido notables ecologistas, a la vanguardia de la discusión ecológica mundial. En muchas entrevistas se ha referido a los peligros que corre nuestra Casa Común, pero su mensaje es de esperanza: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza» (n.244).

* Leonardo Boff es ecoteólogo y ha escrito: Francisco de Asís y Francisco de Roma, Mar de Ideias, Rio 2014.


Expulsados de su comunidad en plena pandemia


Por: Lys Arango
www.plazapublica.com.gt / 11-05-2020

Finquero de Purulhá aprovechó el estado de Calamidad para resolver a su manera un conflicto legal de lustros con una comunidad indígena: al ver que no se ejecutaba el desalojo, los expulsó por su cuenta.

Ya eran las siete y doce de la tarde. Treinta y seis familias esperaban frente a la casa comunitaria a que saliera el líder, encerrado durante horas en conversación telefónica con el abogado. Había rumores y la ansiedad crecía por segundos cuando Tomás Choc abrió la puerta y anunció en poqomchi´:

—El desalojo de mañana se ha pospuesto.

La escena resumía veinte años de angustia: otra vez habían ganado y a la vez perdido. Muchas caras reflejaban alivio, incluso alegría, pero a Tomás Choc se lo veía desolado. Trató de explicar con palabras entonces que el miedo al destierro seguiría haciéndoles compañía.

El jueves 13 de febrero de 2020, la comunidad Washington, en Purulhá (Baja Verapaz), debía haber sido desalojada por orden judicial, pero a falta de suficientes efectivos policiales, se aplazó la fecha un mes, y después otro, hasta que el Covid19 se presentó en Guatemala y todas las causas quedaron suspendidas temporalmente. Fue entonces cuando el finquero de apellido Thomae aprovechó el estado de calamidad existente en el país para librarse de estas familias por sus propios medios.

La historia que cuentan los mayas poqomchi´ que habitan estas tierras está cargada de violaciones a sus derechos más básicos. «Siempre hemos sido perseguidos, obligados a trabajar sin salario y ahora nos quieren echar del territorio en el que nacieron y murieron nuestros antepasados», dice el líder la comunidad.

Micaela Choc, de 49 años, posa en la puerta de su casa donde está preparando el desayuno. Se quedó huérfana de madre a los 13 años y desde entonces tuvo que sacar adelante a sus hermanos mientras su padre trabajaba en el cafetal para el finquero Thomae / Lys Arango

El pedazo de tierra que defienden está situado en un entorno montañoso de vegetación espesa y ríos caudalosos. Hay loros, tucanes, colibríes y quetzales. Hay árboles frutales, plantas medicinales y diversas especies de orquídeas. Una Arcadia… sin Estado.

No hay escuela, ni centro de salud.
No hay energía eléctrica, ni agua potable.
Viven en un abandono absoluto y carcomidos por un miedo atroz a ser expulsados.

Estos problemas comenzaron tras la llegada de los alemanes a finales del siglo XIX. La familia Thomae se estableció en Purulhá gracias a las concesiones del gobierno liberal de la época. Mauricio Thomae fue adquiriendo fincas en la región Verapaz hasta consolidarse como uno de los terratenientes más influyentes y sacó adelante un inmenso negocio cafetalero con mano de obra indígena. Los habitantes de la comunidad Washington pasaron a ser mozos colonos en sus propias tierras.

«Siempre le andaban amenazando de muerte para que trabajase más»
Macario Choc, de 76 años, cuenta cómo comenzó a trabajar para la familia Thomae.
—Mi papá trabajaba muy duro, pero un día enfermó y quiso quedarse en la casa para descansar. No le dejaron. El patrón vino a buscarle y bajo amenaza tuvo que volver a la finca. Dos días más tarde murió allá, mientras sembraba café. Fue bien triste porque ni siquiera pude ir al entierro. El jefe volvió preguntando quién era el hijo primogénito de la familia. Era yo, que por entonces tenía 11 años y ahí mismo me jaló directo a trabajar en el cafetal en sustitución de mi padre.

Tomás Choc, el líder comunitario de Washington recoge frijol de su cultivo / Lys Arango

—¿Cuánto le pagaba?
—Nada o muy poco. A veces nos daba diez libras de maíz, pero cuando terminaba la quincena nos decía que estábamos en deuda por la comida, así que teníamos que seguir trabajando.
—¿Nunca le pagaron con dinero?
—Alguna vez nos daba 40 centavos por la quincena, pero obviamente eso no nos alcanzaba para sustentar a la familia.

Macario Choc trabajó quince años en el cafetal y asegura que nunca recibió ayudas, ni derechos laborales. Su hija Micaela, que ahora tiene 49 años y posee la única tienda de la comunidad, recuerda con terror aquellos años:

—Cuando mi padre se tardaba en regresar a la casa, mi mamá lloraba y decía que lo iban a matar. Los capataces de los finqueros eran muy malos. Siempre le andaban amenazando de muerte para que trabajase más.

Micaela Choc se quedó huérfana de madre a los 13 años. A partir de entonces se ocupó de la casa y de sus cuatro hermanos mientras su padre trabajaba. En la época de cosecha iban todos, hasta los más pequeños, a cortar café.

Juan Coy, de 54 años y su mujer Paulina Choc, de 44, otros vecinos de la comunidad, también trabajaron bajo el sistema de mozos colonos durante más de 20 años.

Estela Pop Tul prepara café y tortillas para el desayuno / Lys Arango

—Nos habían convencido de que si trabajábamos nos darían los papeles de propiedad de la comunidad. Así que engañados nos emplearon como esclavos durante varias generaciones hasta que nos cansamos de las mentiras. Ahora resulta que no solo no nos dan lo que nos pertenece, sino que nos han denunciado como usurpadores de la tierra y nos quieren echar. Es injusto —se queja Juan Coy.

Así, cientos de familias se emplearon en la siembra, mantenimiento, cosecha y otras labores de la explotación del café en condiciones de servidumbre, sin recibir pagos y bajo la promesa de que de esta manera podrían quedarse con la propiedad de sus tierras ancestrales.

En el año 2000, la comunidad Washington se organizó y decidió dejar de trabajar para la familia Thomae bajo estas formas contemporáneas de esclavitud, que según el Convenio 29 de la Organización Internacional del Trabajo, designa «todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente».

Coincidiendo con la crisis del café, los finqueros abrieron nuevos horizontes de inversión y se centraron en proyectos hidroeléctricos. Los indígenas se volvieron prescindibles para el negocio, pues además el terreno que habitaban estaba pensado para los cuartos de máquinas de la hidroeléctrica. Desde este momento, las familias poqomchi´ cuentan que pasaron a ser víctimas de amenazas y violencia para que abandonaran la tierra.

El 28 de marzo de 2005 tuvo lugar el primer intento de desalojo de forma extrajudicial, según su relato.

—Los hombres de seguridad del finquero rodearon la comunidad y comenzaron a disparar al aire. Yo agarré a mis dos hijos y me encerré en la casa. Llorábamos los tres acurrucados en la cama. Mi esposo, Tomás, se quedó fuera y le gritaron: «Tienen dos horas para recoger sus pertenencias y largarse». ¡Iban a quemar nuestras casas!

Macario Choc muestra su antiguo DPI donde certifica su lugar de nacimiento / Lys Arango

La voz de Estela Pop Tul se quiebra y su esposo retoma la conversación:

—No nos quedó más remedio que sacar las cosas a toda prisa. Agarramos lo que pudimos: ropa, mantas, algo de maíz que teníamos almacenado, los trastes de cocina y las gallinas. Lo metimos en sacos y lo dejamos a un lado del camino pues no podíamos cargar a los niños y los bultos a la vez. Anduvimos hasta el río, que está a dos horas a pie. Cuando regresamos por nuestras cosas, ya no estaban. Nos las habían robado los hombres del finquero.

Sus casas quedaron reducidas a cenizas, al igual que los cultivos. Les quemaron todo para evitar que pudieran regresar. Varias familias se unieron al líder comunitario e improvisaron un refugio a orillas del río. Tomás y Estela apenas pudieron salvar una manta y una lona de plástico para cobijarse en la época de lluvias. Su hijo Lionel, de año y nueve meses, enfermó por el frío y murió. Le enterraron en el cementerio de Sinajá, donde están los restos de los antepasados de la comunidad.

La tradición maya en esta zona se basa en la reconexión con la naturaleza. Cuando alguien muere, los familiares cavan un hoyo en la tierra, dejan dentro el cuerpo del difunto y al cubrirlo plantan una semilla con la misma tierra.
—Justo ahí… en el lugar donde descansa mi hijo, ha crecido un árbol piñón. Ahí está, en vez de una cruz. Todavía está pequeño, pero será un árbol frondoso —dice Estela Pop entre sollozos.

Tres años después regresaron a la comunidad. No podían seguir viviendo en la montaña, ni tampoco tenían dinero para pagar un terreno de alquiler. Poco a poco reconstruyeron sus casas, sembraron maíz y frijol, criaron chompipes y gallinas. La vida renacía, pero también sus miedos a volver a ser desposeídos.

«La suma de las extensiones registradas por la familia Thomae es desproporcionada»

En conjunto con organizaciones no gubernamentales que se dedican a la defensa de la tierra, se formó una mesa de diálogo para resolver el conflicto. Su primer triunfo fue hace siete años, cuando la comunidad fue reconocida como pretendiente de la tierra por el Registro de Información Catastral. Pero la alegría duró poco: la familia Thomae les acusó de delitos de usurpación agravada, coacción y hurto. En noviembre del 2016, consiguió que el juez decretara 34 órdenes de captura en contra de los comunitarios. Se han ejecutado siete.
Ricardo Chun Laj fue uno de los primeros capturados.

Adela y sus hijas llevan flores a la tumba de su abuelo Pablo Chej, donde en su día plantaron un árbol zapote. / Lys Arango

—Estaba cortando café en una finca y cuando me senté a descansar en la vereda, a eso de las cuatro de la tarde, se acercó un furgón de la policía y me arrestaron. Estuve preso un mes con otras 45 personas en la misma celda. Fue horrible, pero gracias al esfuerzo de la comunidad, que logró reunir 5,000 quetzales de la fianza, pude salir.

A Tomás Choc lo capturaron en la aldea Santa Bárbara cuando fue a visitar un familiar que estaba muy enfermo:
—Nada más bajar del microbús me esperaban los policías. Los acompañaba el administrador de la finca de los Thomae para señalarme. Al igual que mis otros compañeros tuve que permanecer un mes en prisión preventiva hasta que pudieron sacarme.

Además, el juez de paz de Purulhá emitió una orden de desalojo en contra de la comunidad, a pesar de que durante el proceso judicial que finalizó el 26 de septiembre de 2018 el perito Juan Carlos Peláez cuestionó la legalidad de la propiedad de esas tierras. Los Thomae las reclaman como suyas, adquiridas legalmente por su familia, desde hace más de un siglo con el fruto de sus esfuerzos y que han sido “invadidas” recientemente por las comunidades. La versión de los comunitarios es distinta: no es una propiedad privada, es una tierra en la que han vivido por generaciones. No están invadiendo, simplemente ocupan el espacio que les corresponde.

—Si bien el Registro de la Propiedad tiene inscritas las tierras como parte del Sr. Thomae, hay muchas anomalías que aún se están investigando —explica el abogado Ignacio Santiago, representante jurídico de la comunidad de Washington, durante una entrevista telefónica.

—Al parecer algunas fincas no fueron legalmente registradas en primer momento a finales del siglo XIX, por tanto, toda inscripción posterior sería nula. Se debe estudiar el origen y las irregularidades que han ocurrido para que estas tierras llegaran a manos privadas.


Una adolescente saca el maíz almacenado para preparar las tortillas del almuerzo. La comunidad Washington, en Purulhá subsiste gracias a sus cultivos de maíz y frijol / Lys Arango

Se trata —resume Santiago— de un litigio entre el derecho meramente registral y los derechos históricos y ancestrales del pueblo poqomchi´.

Asimismo, el juez Castro Can admite en la sentencia que «la suma de las extensiones registradas por la familia Thomae (37 caballerías) es desproporcionada y habría de traer conflictividad social puesto que a tal situación se opone la precariedad, limitación y pobreza en la que vive la mayoría de los habitantes de las comunidades circunvecinas».

Washington es aparentemente una comunidad tranquila: los hombres salen temprano hacia los cultivos de maíz y frijol, las mujeres caminan hasta el río para lavar la ropa, mientras los niños se bañan desnudos en sus aguas cristalinas. Después regresan a casa con las tinajas de colores sobre sus cabezas y comienzan a preparar el almuerzo para la familia. A pocos metros de la casa de Tomás Choc, hay una iglesia evangélica construida con tablas de madera, donde el pastor Braulio se reúne con los feligreses dos días por semana para cantar sus alabanzas al Señor.

Un niño de la comunidad se baña desnudo en el río. Cada mañana acompaña a su madre a lavar la ropa, mientras sus hermanos y él se zambullen en el agua / Lys Arango

Parecería una aldea rural normal si no fuera por la larga sombra que cubre sus tres caballerías. La mayoría de la población es analfabeta, porque nunca tuvieron escuela. Tampoco tienen un centro de salud al que acudir cuando una mujer está embarazada o alguien en la comunidad cae enfermo. Los hombres tienen miedo a salir en busca de trabajo, al tener casi todos, una orden de captura. La única tienda de la comunidad apenas tiene jabón, agua, velas y cerillas. Micaela Choc teme traer más productos por si de un momento a otro la comunidad es desalojada.

En Washington no hay una sola familia que no haya sido víctima, directa o indirectamente, del conflicto histórico con los Thomae. Cada relato suele ilustrarse con documentos: aquí está mi certificado de nacimiento en la finca, aquí las denuncias que interpusimos por las amenazas constantes, aquí las facturas de cuando viajamos a tal o cual prisión en busca de mi marido o mi hijo... En cada casa hay una carpeta, desgastada por el uso, donde se guardan como una reliquia todos los papeles relacionados con la orden de captura, los papeles de la prisión, las denuncias... Esa carpeta tiene también algo de ataúd y como un túnel de dolor se adentra en burocracias para tratar de explicar su camino de espinas. Lo muestran todo porque ya la única esperanza de esta gente está en el exterior, en la prensa y en los tribunales.

Por el contrario, la postura de los representantes de la finca no se ha podido incluir en este reportaje. En un primer contacto, Byron Thomae expresó su conformidad con otorgar una entrevista, pero después no ha habido más respuesta a pesar de los numerosos intentos por entablar comunicación con la familia.

El peor de los temores llegó a finales del mes de marzo.

Según relata Tomás Choc al teléfono, el día 30 a las 10 de la mañana un grupo numeroso de hombres dispararon contra cinco comunitarios de la comunidad Washington. Estaban en la roza, preparaban el terreno para sembrar maíz en cuanto llegaran las primeras lluvias. Los campesinos identificaron a estos hombres como miembros de seguridad de Byron Thomae. Con los disparos, Tomás Choc y sus compañeros se escondieron hasta que cayó la noche y pudieron regresar a la comunidad. A partir del día siguiente y a lo largo de una semana, cada mañana volvían los mismos hombres armados para disparar contra las casas de la comunidad con rifles y escopetas calibre 12.

—Hicimos una reunión con toda la comunidad y decidimos abandonar nuestros hogares —explica Tomás.

Salieron el 6 de abril a las siete de la mañana y «cada quién tiró por su lado». Ese mismo día Víctor Manuel Xoc, administrador de las fincas de Byron Thomae, ordenó quemar las casas y lo que quedaba dentro: ropa, canastos, maíz…


Algunas casitas de la comunidad y al fondo la montaña Tomiyel, lugar sagrado para la comunidad maya Poqomchi´ que habita esta tierra desde tiempos inmemoriales / Lys Arango

Según la denuncia urgente de la Unidad de Protección a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de Guatemala –Udefegua–, el ganado, propiedad de Thomae, fue conducido a los cultivos de maíz y frijol de los comunitarios para que sirvieran de pasto y de paso destruyeran la única vía de subsistencia de las familias que allí habitaban.

—¡Todos queremos volver a casa! —dice al teléfono Hilario Coy, un joven de la comunidad—. Pero nuestra casa ya no está, solo queda un pedazo de suelo quemado, como después de una gran hoguera.

Cuando Coy regresó a la comunidad al día siguiente, encontró entre las cenizas una cacerola deformada por el fuego. Es todo lo que pudo salvar de su casa. Su madre, relata el joven, «se pasa muchas horas callada y de pronto en la noche se pone a chillar: “¡Ay, mi casa! ¡Ay, mi casa! ¿Qué va a ser de nosotros ahora?”» Hilario le pide que confíe en el cerro del Cuartel Maya, una montaña sagrada para el pueblo poqomchi´, que se alza frente a la comunidad: «Al igual que protegió a nuestros antepasados en la batalla contra los soldados españoles, ahora nos protegerá a nosotros en esta lucha para reclamar lo que nos pertenece».

Sobre la crisis de la Caja de Seguro Social: verdades, medias verdades y mentiras


Por: Olmedo Beluche
Panamá


Una invitación a un foro sobre la Caja de Seguro Social, organizado por la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA), en 2018, nos ayudó a establecer los múltiples síntomas de la crisis de la entidad, descartar los falsos diagnósticos y señalar el verdadero “vector” responsable de la enfermedad: la corrupción rampante del sistema capitalista panameño.
La crisis de la Caja de Seguro Social es un tópico sobre cuyos síntomas todos hablan: desabastecimiento crónico de medicamentos, déficit de camas hospitalarias y de especialistas en el interior, infecciones nosocomiales recurrentes con decenas de muertes, envenenamiento masivo con dietilenglicol, externalización constante de cirugías, fallecimiento de 21 neonatos en julio pasado, déficit del programa de IVM.
La primera alerta que debemos tener es que algunos sectores malintencionados sostienen una campaña de denuncias sobre estos problemas, pero su objetivo no es la solución para beneficio de los asegurados, sino promover algunas medidas que conduzcan al desguace de la institución y la privatización de sus servicios, mirando con avidez los fondos del programa de Invalidez, Vejez y Muerte. En este sentido, varios gremios han advertido sobre la manzana envenenada de la propuesta de la Cámara de Comercio de dividir la institución.
También se señalan falsos culpables para recortar los beneficios de la atención de salud.
1.      Uno de los mitos más extendidos es que, supuestamente los dependientes de los cotizantes son demasiados y esa es la causa del colapso del sistema. Falso. En 1998, con la mitad de los actuales cotizantes, los dependientes equivalían al 59,68% del total de los beneficiarios de servicios de la CSS, y esa cifra ha descendido al 50,77% en 2016. O sea, ha habido una disminución de casi el 9% en la proporción de dependientes del sistema.
2.      Otro mito es que hay menos cotizantes. Falso: en 1998 habían 712.512 cotizantes y en 2016 estos alcanzaron la cifra de 1.490.101, es decir, los cotizantes aumentaron en 52,18%.
3.      Además, creció enormemente el monto de las cotizaciones que, en 2007, eran poco más de 976 millones de balboas, y en 2017, alcanzaron los 3.648 millones de balboas, un incremento de las cotizaciones del 73,24%.
4.      Para justificar la reforma de los programas de jubilación, un mito muy extendido en la reforma de 2005, fue alegar la supuesta inversión de la pirámide poblacional, es decir, que el número de viejos ya sería mayor que el de la población joven y en edad productiva, lo que haría inviable el programa “definido” o solidario. Lo cierto es que los datos del INEC muestran que a la fecha esa inversión de la pirámide no se ha producido, ni se producirá de manera inminente. La absoluta mayoría de la población, más del 60%, tiene menos de 40 años de edad.
¿Quiénes son los verdaderos culpables de la crisis de la CSS?
La corrupción y un modelo económico neoliberal que ha permitido situaciones como:
1.      Una “morosidad”, que en realidad es un robo de las cuotas, por empresas privadas e instituciones públicas de cientos de millones de dólares (B/. 236 millones);
2.      Un “manoseo contable” (evasión) de B/. 300 millones, entre funcionarios y empresas, aprovechándose de un cambio en el sistema informático de la institución;
3.      Un sistema de “Panamá Compra” ineficiente que encarece los medicamentos; verdaderas mafias entre proveedores y funcionarios;
4.      Inversiones inconsultas e innecesarias, como los B/. 500 millones de la “Ciudad Hospitalaria”.
La crisis del sistema del IVM es de la Ley 51
Ahora resurge la amenaza sobre el programa IVM, que la reforma de 2005 partió en dos, separando a los menores de 35 años de edad, que fueron enviados a un sistema “mixto” (un sistema solidario para salarios inferiores a B/. 500 y un sistema de ahorro, como el SIACAP, sobre esa cifra), y dejó sin aportes de las nuevas generaciones al sistema de cuentas “definido” o solidario, que recibimos los que teníamos más de 35 años de edad al momento de la reforma, con lo cual se le conduce al colapso hacia el 2025, al decir de la Dra. Marianela Morales.
La crisis del programa de IVM será usada por los mismos que promovieron la repudiada reforma de 2005 para volver a proponer: un nuevo aumento de la edad de jubilación y las cuotas, y la transferencia de los fondos a entidades privadas como la Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensiones (AFJP).
La solución a la crisis del IVM: volver al sistema solidario de antes de 2005
A nuestro juicio las soluciones son de dos ámbitos:
1.      Volver a un sistema de cuentas definido o solidario, que puede ser sustentado por un crecimiento de cotizantes y cotizaciones en los últimos años.
2.      Esto también requiere, para que sea sostenible en el tiempo, un modelo económico que no sea neoliberal, es decir, que promueva el empleo juvenil bien remunerado, lo que tiene como precondición el proteccionismo a la agricultura y la industria, reales creadoras de riqueza y empleos.



Sahel, una guerra por la gracia de Dios

www.rebelion.org / 16/05/2020



Diferentes informes están alertando de que desde hace varias semanas en el marco de la guerra que fuerzas militares occidentales, fundamentalmente Francia, Estados Unidos y Reino Unido, junto a ejércitos de la región del Sahel, mantienen contra diferente khatibas que responden tanto al Daesh como al-Qaeda, estas dos organizaciones están teniendo enfrentamientos armados entre ellas.

En una de las últimas ediciones del boletín informativo semanal al-Naba, órgano semioficial del Daesh, denuncia que al-Qaeda, no pierde oportunidad de golpear arteramente a los “hombres del califato”. Definiendo esas acciones directamente como de “guerra” lo que la organización fundada en 1988 por Osama bin Laden, ha declarado en contra de sus muyahidines, mientras estos luchan contra los “cruzados occidentales”.

En el extenso territorio que las potencias occidente libran la guerra contra el terrorismo en África Occidental que ocupa amplias regiones de Mali, Burkina Faso, Chad, Níger y que con diferentes características también ocupan el oeste de Mauritania, norte de Nigeria, norte de Camerún y sur de Argelia, la guerra intra takfirista ha comenzado a producir bajas a ambas organizaciones.

Tanto la banda signataria de al-Qaeda, conformada en 2017 por media docena de organizaciones independientes conocida como Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn, (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes) o JNIM, como la organización Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS) repiten ahora en el corazón del Sahel, el mismo cuadro que ya se jugó en Siria, y actualmente también se desarrolla en Afganistán.

En 2012, en plena guerra contra el gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad, cuando una multitud de organizaciones terroristas y mercenarios alentados y financiados por las monarquías del golfo, con la anuencia de los Estados Unidos, Francia y Reino Unido, llegaban a Siria, entre las que se encontraba una organización conocida como Estado Islámico de Irak y el Levante, o EIIL, la sucursal de al-Qaeda en Irak, lo que produjo la inmediata reacción del Frente al-Nusra, el capítulo sirio de al-Qaeda global. No fueron pocas las batallas entre las khatibas “hermanas”, en las que se estaban produciendo mutuamente decenas de bajas, con un derroche inútil de recursos, que no eran utilizados contra las fuerzas del presidente al-Assad, por lo que la orden del sucesor de bin Laden, el emir de la organización, el médico egipcio, Aymán al-Zawahirí, fue taxativa: los iraquíes deberían retornar a su país. Dicho edicto provocó la insubordinación de un emir conocido como Abu Bakr al-Bagdadí, quien después de auto proclamarse como el Califa Ibrahim, fundaría en Mosul en junio de 2014, el Daesh. La organización que escribiría las páginas más sangrientas de terrorismo wahabita.

De alguna manera este espectro se ha reproducido en Afganistán, donde desde el 2015-2016, han desembarcado numerosos milicianos del Califato, para conformar lo que se conoce como el Daesh Khorasan, provocado la reacción de los talibanes, que junto a sus viejos aliados de al-Qaeda, están disputando algunas áreas en distintas provincias afganas. Si bien el talibán nunca ha tolerado la presencia de ninguna organización terrorista extranjera en Afganistán, más allá de al-Qaeda, ya que son prácticamente lo mismo, desde los acuerdos de Doha, firmados el 29 de febrero último con los Estados Unidos, los talibanes están obligados a impedir y combatir a cualquier organización terrorista que pretenda operar en sus territorios.

También en Yemen, ambas organizaciones han tenido sus enfrentamientos, el Daesh de la Willat (provincia) de Yemen, en un video publicado a fines del pasado abril, acusa a al-Qaeda en la península Arábiga (AQAP) junto a al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) de trabajar con los apóstatas.

Es claro entonces que este fenómeno hoy se está reproduciendo en el Sahel, por lo que en diferentes editoriales de al-Naba acusa al JNIM de trabajar con diferentes bloques armados de todo tipo, en el norte de Malí, incluidos los que se oponen al gobierno “apóstata” (por el gobierno con sede en Bamako) y los que son leales a él, para alcanzar una alianza suficientemente poderosa como para armar una base política que le permita su extensión territorial. Incluso se acusa a al-Qaeda de estar trabajado con los movimientos tribales, a los que el Daesh, cataloga de “idólatras”, ya que mixturan el islam con creencias animistas.



El odio sin fronteras

En uno de sus últimos editoriales apunta la mayor responsabilidad a los dos emires principales y fundadores del JNIM Iyad Ag Ghaly y Amadou Kouffa, a quienes cataloga de apostatas y de pergeñar esta guerra hace mucho tiempo.

Por su parte, los integrantes del JNIM, tratan de kharijitas (extremistas) a los hombres del Estado Islámico en el Gran Sahara. El malí Iyad Ag Ghal antiguo líder Ansar Dine, organización que se incorporaría a JNIM, al asumir como líder de este último grupo no solo hizo su bayat, (juramento de lealtad) al emir de AQMI (al-Qaeda para Magreb Islámico) al argelino Abdelmalek Droukel y a Aymán al-Zawahiri, sino también al Príncipe de los Creyentes o Amīr al-muʾminīn, título honorifico que lleva el líder de los talibanes desde 2016, el mullah, Hibatullah Akhundzada, lo que perfila perfectamente las diferencias ideológicas que dividen las dos organizaciones sahelianas.

Se conoció que a principio de año hubo deserciones de algunas brigadas del JNIN, que habrían jurado lealtad al sucesor de al-Baghdadi, tras su muerte, el emir Abu al-Qurashi. También se informó que, en el centro del país, poco después de esa deserción, un importante grupo perteneciente a la tribu Fulani, históricamente leales a Khatiba Macina de al-Qaeda, también desertó.

Una de las principales críticas del Daesh a el JNIM, es que esta organización se ha mostrado dispuesta a negociar con Bamako, con la condición de que las fuerzas francesas de la operación Barkhane, unos 5 mil efectivos, que están operando en el norte del país desde 2014, que es la principal barrera de contención de la actividad takfirista, abandonen Malí, coincidiendo con las políticas del Talibán a la hora de negociaciones con los Estados Unidos, con vista a la pacificación del país centroasiático, que exigía la retirada de todas las tropas norteamericanas. De abandonar Mali, las fuerzas francesas, sería una jugada de alto riesgo para la subsistencia de Bamako.

En las últimas semanas ambas organizaciones se han arrogado diferentes acciones, Daesh, asevera que, en el norte y centro de Mali, abarcado también el norte de Burkina Faso ha realizado diferentes operaciones contra blancos de al-Qaeda al tiempo que informa haber rechazado dos incursiones de al-Qaeda cerca de Nampala, un área próxima a la frontera con Mauritania, y al este de Macina en la región de Segou.

En esta primavera se están repitiendo las acciones militares que se produjeron en el último otoño, pero de mayor envergadura. Según lo han reportado medios locales a principio de abril, se produjeron fuertes enfrentamientos entre ambas organizaciones en las localidades de Dialloube, Koubi, Djantakai y Nigua en la región de Mopti. Y en marzo, hubo combates cerca de la ciudad mauritana de Fassala, en la frontera con Malí.

Después de los presuntos ataques rechazados en Nampala, se produjeron choques al sur de Boulikessi, que le habrían provocado 35 muertos y más de una docena de heridos a los hombres al-Qaeda.

El 20 de abril, se registraron enfrentamientos en Pobe y Keraboule localidades de la provincia Soum, en Burkina Faso y en batallas de más intensidad en las localidades burkinesas de Arbinda y Nassoumbou, donde se produjeron más de sesenta muertes de ambos bandos.

El 18 de abril, se libró el área de Ndaki (Mali) una dura batalla cuando un contingente del JNIM (al-Qaeda) atacó cuatro grandes pueblos de la zona fronteriza de entre Mali y Burkina Faso, que estaban bajo el control del Daesh. En dichos enfrentamientos participaron columnas de vehículos blindados de hasta más de cuarenta unidades, y docenas de motocicletas, lo que da una dimensión de la disponibilidad de recursos con que cuentas los fundamentalistas en esas regiones. Según el Daesh, esas acciones se habrían producido una semana antes y señala que sus hombres pudieron sostener los embates de los al-qadianos después que utilizaron un coche suicida que produjo importantes bajas y destrucción en las filas enemigas.

Según el Daesh, en esa batalla habría capturado 40 motocicletas y tres vehículos, una afirmación que no ha podido ser verificada por ningún medio, una maniobra usual en estos casos, donde la información es brindada por los bandos en disputa, aunque según medios locales, dada la diferencia de fechas, no se sabe si la información se refiere al mismo hecho, o en realidad hubo dos batallas de magnitud con una semana de diferencia. Al-Naba, también consigna, en su última entrega, un tiroteo en la región de Gao, norte de Malí, en cercanías de las aldeas nigerinas de In-Tillit y Aghay, en la región de Tillaberi el pasado 16 de abril, en que el Daesh, habría matado a cuatro miembros de JNIM y capturado otros tres.

Esta guerra entre Daesh y al-Qaeda, como todo lo que se produce en África, está condenada a profundizarse y seguirá matando gente, en este caso, por la gracia de Dios.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC