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Diego El Cigala. Cigala & Tango. Concierto Teatro Gran Rex de Buenos Aires

Lo que se esconde tras la embestida de ‎Estados Unidos contra los smartphones ‎chinos


Manlio Dinucci

El intento de Donald Trump de reequilibrar el intercambio comercial entre ‎China y Estados Unidos va más allá de su deseo de lograr que regresen las ‎empresas estadounidenses que optaron por producir en China. El desarrollo de nuevas ‎infraestructuras de transporte y comunicación está convirtiéndose rápidamente en una ‎amenaza para la posición de Estados Unidos como líder mundial. La contienda ‎alrededor de Huawei nos permite percibir la confluencia entre las preocupaciones ‎económicas y las inquietudes de carácter militar. Varios han observado que la ‎inteligencia estadounidense no logra desencriptar los teléfonos de esa marca china. ‎Esos países han equipado sus propios servicios de inteligencia con ‎material de Huawei y han prohibido a sus funcionarios el uso de smartphones de cualquier ‎otra marca. ‎
Luego de haber impuesto fuertes gravámenes a una serie de mercancías chinas –por un monto de ‎‎250,000 millones de dólares– el presidente Donald Trump aceptó en el G20 una «tregua», ‎posponiendo con ello la adopción de nuevas medidas, sobre todo porque la respuesta china está ‎afectando la economía estadounidense. ‎

Pero, además de las razones comerciales, hay también razones de orden estratégico. Bajo la ‎presión del Pentágono y de las agencias de inteligencia, Estados Unidos ha prohibido los ‎smartphones y los equipos de telecomunicaciones de la empresa china Huawei, afirmando que ‎pueden ser utilizados para espiar a los usuarios, y está presionando a sus aliados para que también ‎los prohíban. ‎

La advertencia de Estados Unidos –principalmente a Italia, Alemania y Japón, los países donde ‎se hallan las mayores bases militares estadounidenses– sobre el peligro de espionaje chino viene ‎de las mismas agencias de inteligencia estadounidenses que han estado espiando durante años las ‎comunicaciones telefónicas de sus aliados, sobre todo en Alemania e Italia. ‎

La marca estadounidense Apple, en otra época líder absoluto en ese sector, se ha visto rebasada ‎en ventas por Huawei. Esta última, una empresa china que pertenece a sus trabajadores –quienes ‎son a la vez accionistas–, se ha situado en segundo lugar en ventas a nivel mundial, detrás de la marca ‎sudcoreana Samsung, lo cual es emblemático de una tendencia general. ‎

Estados Unidos, cuya supremacía económica se basa artificialmente en el dólar –hasta ahora la ‎principal divisa de los mercados mundiales y las reservas monetarias– va quedándose cada vez ‎más a la saga de China, tanto en capacidad productiva como en calidad de su producción. El New ‎York Times escribe: ‎

«Occidente estaba seguro de que el enfoque chino no funcionaría. De que sólo tenía que esperar.‎ Y todavía está esperando. China está proyectando una gran red global de ‎comercio, inversiones e infraestructuras que van a reconfigurar los vínculos financieros y ‎geopolíticos.»‎

Eso es lo que está sucediendo principalmente –aunque no sólo allí– a lo largo de la Nueva Ruta de ‎la Seda que China está implementando a través de 70 países de Asia, Europa y África. ‎

El New York Times analizó 600 proyectos realizados por China en 112 países (41 oleoductos y ‎gasoductos; 199 centrales de generación eléctrica, principalmente hidroeléctricas, entre ellas ‎‎7 represas en Cambodia, que garantizan el 50% de la electricidad que necesita ese país; 203 ‎puentes, carreteras y vías férreas; y varios grandes puertos en Pakistán, Sry Lanka, Malasia y otros ‎países). ‎

Washington ve todo eso como «una agresión a nuestros intereses vitales», como subraya el ‎Pentágono en la Estrategia de Defensa Nacional de los Estados Unidos de América 2018. ‎El Pentágono define a China como un «competidor estratégico que utiliza una economía ‎depredadora para intimidar a sus vecinos», ignorando toda la serie de guerras que ‎Estados Unidos desató hasta 1949, incluso contra China, para apoderarse de los recursos de ‎otros países. ‎

Mientras China construye represas, vías férreas y puentes, ciertamente útiles a su propio ‎desarrollo comercial pero también al desarrollo de los países donde se construyen, las guerras ‎estadounidenses lo primero que destruyen es precisamente las represas, vías férreas y puentes. ‎El Pentágono acusa a China de «querer imponer a corto plazo su hegemonía en la región indo-‎pacífica y de querer tomar desprevenido a Estados Unidos para apoderarse en el futuro del ‎predominio global», lo cual estaría haciendo en complicidad con Rusia, acusada a su vez de ‎querer «destruir la OTAN» y «subvertir los procesos democráticos en Crimea y en el este de ‎Ucrania». ‎

De ahí el incidente en el Estrecho de Kerch, provocado por Kiev bajo la dirección del Pentágono, ‎para que se cancelara el encuentro entre Trump y Putin previsto al margen del G20 ‎‎(efectivamente cancelado) y meter a Ucrania en la OTAN, aunque de hecho ya es miembro de ese ‎bloque militar. ‎

La «competición estratégica a largo plazo con China y Rusia» es vista por el Pentágono como una ‎‎«prioridad principal». Por eso, el Pentágono «modernizará sus fuerzas nucleares y fortalecerá la ‎alianza transatlántica de la OTAN». ‎

Tras la fachada de la guerra comercial se prepara la guerra nuclear.

Catolicismo no cristiano


José Ignacio González Faus
www.religiondigital.com / 031218

La frase puede parecer dura, pero no es mía. Hacia 1933, Fernando de los Ríos (uno de los pioneros de la Institución libre de Enseñanza) escribió: “¡pobre catolicismo español que no ha llegado nunca a ser cristiano!”. Quítese la dosis de exageración que pueda tener. Pero hoy prefiero fijarme en la dosis de verdad que tiene.

Pocos después, Romano Guardini publicó una de sus obras más famosas (La esencia del cristianismo). En ella venía a decir que la esencia del cristianismo es sencillamente Jesús como el Cristo. Y lo que ahora quisiera destacar es que hay algunas formas de catolicismo conservador donde Jesús está prácticamente ausente y parece sustituido por otros pseudocristos.

Confesar a Jesús como el Ungido, el empapado de Dios (eso significa Cristo) implica seguirle en su anuncio y en su trabajo por lo que él llamaba “reinado de Dios”. Ese reinado de Dios (consecuencia del anuncio jesuánico de que Dios es padre de todos) significa que el ser humano está por encima de todo lo sagrado (Mc 2,27-29), que los condenados de la tierra son los preferidos de Dios (Lc 6,20-26), que lo que se les hace a ellos se le hace a Dios (Mt 25, 31ss), que el seguidor de Jesús debe perdonar y amar a los enemigos (Mt 5, 43-38) y que hay una incompatibilidad radical entre Dios y el dinero (Mc 10, 17ss)…

El catolicismo no cristiano olvida (o desconoce) esos rasgos del anuncio jesuánico. Al olvidarlos no sigue en realidad a Jesús como Cristo de Dios y lo sustituye por otros “pseudocristos”, que apelarán quizás a la palabra Cristo, pero dándole un rostro distinto al de Jesús.

Los ejemplos más frecuentes son.
1.- Una cristificación del obispo de Roma. En el siglo XIX se llegó a escribir que el papa es como “el Verbo encarnado que se prolonga” y se le atribuyeron expresiones que la tradición cristiana aplicaba a Jesucristo (“más alto que los cielos, santo y separado de los pecadores…”). El título de “Santo Padre” que aún usamos tranquilamente es un vestigio de eso. Y hoy, estos grupos acusan a Francisco de “desacralizar el papado”, ignorando que la herejía está en haber sacralizado ellos al papado.

2.- Una piedad mariana que no parece dirigida a la sencilla muchacha de Nazaret, sino a una figura semidivina, o a una diosa griega coronada como Reina y vestida con unas joyas que María nunca llevó. De manera vaga se la envuelve en un nimbo de pureza etérea que ha cuajado en la expresión “ave María purísima” que no molesta nada. Pero si les pidieran sustituirla por un “ave María pobrísima” se negarían a ello, ignorando que de esa pobreza brota la pureza de María.

3.- Una devoción a la eucaristía convertida en una especie de “Dios hecho cosa”, desligada de la Cena de despedida de Jesús y de sus gestos de partir el pan (símbolo de la necesidad) y pasar la copa (símbolo de la alegría). Así cosificado, Dios puede ser adorado tranquilamente y podemos ir a comulgar casi al margen de toda la celebración eucarística, sólo para “recibir gracia”, pero sin que esa gracia nos lleve a nosotros a compartir la necesidad y a comunicar la alegría.

4.- Un último rasgo de ese catolicismo no cristiano puede ser una forma de relación “contractual” con Dios que nos permite convertirlo en propiedad nuestra con sólo que cumplamos nuestra parte del contrato. Exactamente la relación con Dios que Jesús criticó como “fariseísmo”: teniendo a Dios como propiedad privada nuestra, somos los mejores y podemos sentirnos superiores a los demás. Es lo de aquel viejo chiste (puesto en labios de una pobre viejita, pero que está en bastantes corazones no tan viejos): “el papa puede cambiar lo que quiera, que al final nos salvaremos los de siempre”.

Y “nos salvaremos” porque este tipo de catolicismo ha sustituido la confianza, que es lo más característico de la fe, por la seguridad que nos libera de la entrega confiada. Por eso suelo decir que el mayor enemigo de la fe verdadera no es propiamente la incredulidad sino la tentación de la seguridad.

Realmente, poco cristiano es ese panorama, aunque se presente como “muy católico”: su rasgo más distintivo no es la confianza en Jesús, sino el miedo a Jesús y a su anuncio de ese “reinado de Dios” que, por así decir, horizontaliza todas las verticalidades pseudoreligiosas: y lo hace, no sustituyendo la vertical por la horizontal (cosa en la que nunca pensó Jesús), pero sí sustentando la horizontal en la vertical.

En este sentido, lo típico del cristianismo frente a otras cosmovisiones, religiosas o increyentes, es la síntesis, imposible quizá pero a la que hay que tender, entre la máxima afirmación de la Trascendencia y la más plena afirmación de la inmanencia: la entrega completa al más-allá y la plena dedicación al más-acá. Porque, por incomprensible que parezca, Dios es el infinitamente lejano, el increíblemente cercano y el profundamente íntimo.

Ojalá pues que, cuando Azaña dijo aquello de “España ha dejado de ser católica”, hubiera querido decir que España está empezando a poder ser cristiana…


La verdad debe ser un bien público, un derecho y un deber ineludible


Francisco de Roux, S.J

Buenos días amigas y amigos de la verdad.

Permítanme que no haga saludos de protocolo porque a todos y a todas, aquí, nos iguala, compromete y honra, el compromiso de responder a la canción del maestro Adrián Villamizar con el clamor de 9 millones de colombianos que, en el territorio y el exilio, piden la verdad de lo que les pasó en el conflicto, de lo que nos pasó como sociedad.


Hoy comenzamos la respuesta a esta petición. Vamos a hacerla juntos. Con ustedes aquí presentes y con todo el que quiera en el país. Y de manera especial desde las víctimas, con los testigos y de quienes participaron en la guerra como combatientes o de manera indirecta.

Lo haremos en un acto que privilegia el valor del testimonio y de la escucha. Gracias a este grupo de amigas y amigos víctimas, responsables y testigos que nos acompañan con su trasparencia y compromiso. Porque queremos valorar la grandeza de la contribución personal a este proceso que es de todos los colombianos.

Hacemos este camino hacia la verdad dentro del sistema que formamos con la Justicia Especial para la Paz y con la Unidad para la Búsqueda de Personas Desaparecidas, cuyas presidentas y responsables están aquí con nosotros: Patricia Linares y Luz Marina Monzón, sin ellas, sin este marco institucional que conformamos, no será posible avanzar en la justicia transicional, eliminar la impunidad y buscar la verdad.

En el corazón de este sistema, la Comisión de la Verdad es una entidad estatal, extrajudicial, que no dicta sentencias, ni condena, de carácter constitucional que actúa en todo el territorio nacional y en el extranjero con la más alta participación ciudadana posible y reconociéndonos como un país pluriétnico y multicultural.


La verdad debe ser un bien público, un derecho y una deber ineludible cuando se trata explicar por qué la vida y la dignidad fueron arrasadas en miles de masacres, desapariciones forzadas, secuestros, asesinatos extrajudiciales, abusos a las mujeres, desplazamientos, robos de tierra a los campesinos y de hatos a los ganaderos, exclusión y expropiación a los indígenas y a los afrocolombianos, homicidios de sindicalistas, educadoras, políticos, gobernantes y empresarios, muertes en combates sin sentido de multitud de jóvenes en una guerra absurda, y destrucción de ríos, montañas y especies nativas….para citar solo algunas de las formas de nuestra ruptura humana y del territorio.

En ese escenario del conflicto, la Comisión tiene cuatro objetivos: el esclarecimiento de una verdad compleja, participativa, que requiere el contraste de puntos de vista y que debe satisfacer a la explicación que piden las víctimas. El reconocimiento de las mismas víctimas y la aceptación voluntaria de responsabilidades de las personas y de la sociedad. La convivencia y reconciliación desde el mundo cultural de los territorios y la puesta en marcha de propuestas de no repetición.
Al mismo tiempo tiene el mandato de esclarecer y promover el reconocimiento de prácticas y hechos en particular masivos que constituyen graves violaciones a los derechos humanos. Las responsabilidades colectivas del Estado, los gobiernos y poderes públicos, las instituciones y organizaciones, y los actores armados del conflicto. El efecto social y medioambiental del conflicto y las afectaciones de las víctimas más vulnerables. El impacto sobre la política y la democracia. Sobre quienes participaron directamente como combatientes. El lugar del paramilitarismo. Las relaciones con el narcotráfico. El desplazamiento y el despojo de tierras. Y la verdad del accionar de miles de personas y organizaciones que, inspiradas en la fe cristiana o en ideales humanos, a grandes riesgos, han mantenido la lucha civil por la dignidad y por la paz.

Miles de esfuerzos se han hecho en Colombia en centros de investigación, universidades y organizaciones, incluida la población LGBTI por hacer claridad en el conflicto, sus causas históricas y sus implicaciones y barbaries. Por mantener la presencia de las víctimas desde los lugares de memoria y las celebraciones espirituales y rituales de comunidades, indígenas y afros. La Comisión recoge este acumulado. Y al acogerlo, queremos resaltar la extraordinaria contribución del Centro Nacional de Memoria Histórica, con la esperanza de que mantenga en adelante el mismo rigor, la misma independencia y la audaz focalización en las víctimas que lo caracterizó durante la conducción de Gonzalo Sánchez y su equipo.

Hoy, cuando se conmemora el día internacional de las Defensoras de Derechos Humanos, queremos resaltar la presencia en esta ceremonia de 60 mujeres defensoras provenientes de todos los rincones del país que han querido acompañarnos en medio de su celebración. Nuestro homenaje y reconocimiento a su entrega incansable por la vida, la democracia y la paz. Con ellas va nuestro reconocimiento a la inspiración de las mujeres de Colombia y del mundo en esta tarea.

Como parte esencial de la verdad que nos debemos como nación, hemos empezado el proceso de consulta con los pueblos indígenas, afrocolombianos, rom y raízales. Esta Consulta la hacemos con el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. La presencia de nuestros pueblos originales ha llenado de inspiración y profundidad nuestro trabajo.

Caminamos desde la verdad de las víctimas hacia un país que no conocemos. Porque las generaciones presentes solo hemos sabido del convivir con el conflicto que todavía continúa penosamente en el asesinato de líderes. No sabemos qué será este país sin narcotráfico, sin guerrilla, sin paramilitares, sin una seguridad dedicada a buscar al enemigo interno. No sabemos que será una Colombia donde la seguridad se base en la confianza colectiva, y donde lo normal sea la garantía de las condiciones sociales y económicas de la dignidad igual de todas y de todos.

La verdad ha sido cubierta por el miedo y el terror, por intereses mezquinos y corrupción, por comportamientos inhumanos que se hicieron rutina. Vamos a ir a buscarla en la Colombia profunda con las Casas de la Verdad en los territorios y en el exilio. Para desde esa verdad construir desde la no repetición el país que todavía no conocemos.

Con mis compañeros comisionados y comisionadas y con todo el equipo hemos vivido intensos meses de alistamiento en que cada uno ha puesto lo mejor de sí mismo, hemos hecho la creación de la institución, el reglamento y una metodología puesta a la discusión pública. Ha sido un tiempo de encuentro con víctimas en todo el país, y con sindicatos, empresarios, campesinos, indígenas, afros, mujeres, comunidad LGTBI, medios de comunicación, Iglesia católica y otras iglesias, jóvenes y niños, exilados, grupos de la cultura y académicos. Y por supuesto, también con el Ejército y la Policía y las instituciones del Estado, y los miembros del partido FARC y también exparamilitares.

Hemos tenido la sorpresa de encontrar numerosas organizaciones, centros sociales y programas regionales, que se han preparado, antes de que llegáramos nosotros, para contribuir a las tareas de la verdad. Muchos de ustedes, los aquí presentes, forman parte de esa multitud. Gracias por sus aportes, su creatividad y su coraje.

Al agradecer a todos los que nos han ayudado no me atrevo a dar lista porque han sido grandes y diversificados los aportes. Muchos, la mayoría están aquí presentes. A Naciones Unidas y todas sus agencias. A la Misión de la ONU para la finalización de la guerra. Los nombres de Jean Arnault y Martín Santiago queda para la historia de la paz de Colombia. A la OEA y la Mapp-OEA.

Gratitud a la Unión Europea, a todos y cada uno de los países de Europa y a Estados Unidos, Canadá y los países de América Latina y el Caribe; a los embajadores y embajadoras que nos honran con su presencia. Y a las fundaciones internacionales no gubernamentales de apoyo a la paz en Colombia. Gracias a ustedes nos pusimos en marcha antes de que empezáramos a tener recursos del presupuesto nacional y ustedes han seguido a nuestro lado con generosidad y soporte político.

Quiero resaltar la visita que nos hizo el presidente Iván Duque en compañía de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y su equipo de paz. Confiamos en su apoyo a nuestra tarea como oportunidad de pasar bien la página porque se escribe desde la verdad.

Amigas y amigos. Tenemos ante nosotros una tarea inmensa. Una causa más grande que nosotros mismos y que nuestras instituciones. Descargada sobre la conciencia de un pueblo de tradición cristiana que cree en Dios como misterio de verdad y de amor y en las tradiciones espirituales de nuestros pueblos indígenas y afros. Y descargada sobre la conciencia de todos los que simplemente quieren ser honestos y decentes consigo mismos y con los demás.

Invitamos a liberarnos de las mentiras, los silencios y los miedos.

Los invitamos a que vamos juntos, detrás de una verdad que responda a todas las víctimas, una verdad dolorosa pero necesaria, sin sesgos ni condiciones ni negociaciones, buscada con la mayor libertad posible, sin subordinaciones, sin intereses de poder político ni de prestigios, ni de dineros. Una verdad difícil y franca. Que nos rescate como seres humanos. Que al poner a la luz la complejidad de la barbarie y el horror, en lugar de profundizar entre nosotros las retaliaciones y las venganzas, logre una comprensión de nosotros mismos en la sinceridad de nuestras responsabilidades y nuestras diferencias y nos abra a la construcción colectiva que se merecen las generaciones futuras de Colombia.

Muchas gracias