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La peligrosa estrategia de Odeen Ishmael contra Venezuela

www.alainet.org/100715

El duelo de comunicados, emitidos desde Guyana y Venezuela por la disputa esequibana, se ha incrementado en el 2015 a niveles históricos, acompañado con declaraciones al más alto nivel en ambos países.

Sin dudas, para el análisis es importante revisar el estado del arte en el terreno intelectual. La gestión de la controversia, está conectada en forma orgánica con la producción discursiva de condiciones desde lo que pudiéramos llamar “cerebros”. Estos suministran en algunos casos, los recursos básicos en lo estratégico o lo táctico para las operaciones en la política; entendiendo esta categoría desde la definición de Chantal Mouffe como un intento de orden en el conflicto.

Quizás, para algún lector desprevenido la disputa del Esequibo pueda parecer un caso absurdo. Pero la complejidad de la cuestión no es estrictamente territorial, reposa en dimensiones más profundas que el chauvinismo o la confrontación interestatal. El despojo británico durante el siglo XIX contra Venezuela, fue un coletazo de la hegemonía aguzada en la era del imperialismo. Precisamente, es inevitable cotejar en la actualidad la debilidad estadounidense en el tablero geopolítico y, el rebrote de las fricciones en la fachada atlántica de Suramérica.

El documento remitido el 04 de Julio de este año por Odeen Ishmael en su blog, bajo el título Strategies for the Promotion and Protection of Guyana’s Sovereign Territory, With Specific Reference to Western Essequibo, es una pieza fundamental para comprender los códigos geopolíticos de la élite guyanesa. El autor es un exdiplomático, quien ejerció el cargo de embajador en Venezuela y EEUU. Por eso, su análisis evidencia un camino trazado con antelación a la presidencia de Granger. ¿Por qué se agudiza el conflicto?, la estrategia es clara: Guyana intenta zanjar la controversia desconociendo el Acuerdo de Ginebra (1966), limitando así una salida negociada e incentivando otras opciones. 

El diplomático sugiere una alianza de su país con Colombia, Brasil y E.E.U.U para derrotar a Venezuela. Llama la atención, que en varios apartados promueva como vital el lobby en el congreso y con el gobierno estadounidense. La sugerencia de involucrar directamente a los Estados Unidos en la disputa, se consolidaría con la entrega de los recursos naturales del Esequibo para la Iniciativa de la Cuenca Caribe. Esto es el ápice de una estrategia grosera, que busca la reocupación colonial directa complementada con la activación de la Commonwealth. 

La elite que gobierna en la República Cooperativa de Guyana (PPP o PNC), ha optado por una vía que contradice todas las normas del derecho internacional público. Odeen Ishmael refleja una aspiración al reconocimiento internacional de la soberanía guyanesa sobre el territorio en disputa, mientras se clama por una intervención de potencias extranjeras. Por tanto, la concesión de Guyana a la Exxon Mobil para las operaciones petroleras en agua en controversia, es una peligrosa provocación que incluye lesiones al territorio marítimo del estado Delta Amacuro (no sometido a debate). La hostilidad guyanesa hacia Venezuela se ha incrementado en los últimos meses, en un tiempo histórico precedido por el sofocamiento violento de la Rebelión del Rupununi (1969) y  el asalto fracasado a la Isla de Anacoco en el rio Cuyuni (1966) (tesis de costa seca). 


Con la tesis del sub-imperialismo, el gobierno guyanés intenta mermar la influencia del Estado venezolano en los estados periféricos. Asimismo, se busca socavar las relaciones de confianza con el CARICOM; infringiendo una herida al proceso de integración regional. Si bien, el argumento de la reclamación venezolana sobre el Esequibo ha sido poco difundido en el exterior, es importante señalar que no se trata de anexionismo. La República Bolivariana de Venezuela aspira la soberanía legítima sobre un territorio arrebatado por los británicos y, transferido ilegalmente en el tutelaje a Guyana; la evidencia histórica demuestra que el Esequibo, su fachada marítima, sus habitantes y los recursos naturales son la última pieza para la integridad territorial de Venezuela.