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La espiritualidad como herramienta para un nuevo modelo de sociedad

Por: Rev. Manning Maxie Suárez

Para todos los que vivimos en este país, sabemos que nuestra sociedad vive una aguda crisis generalizada en los estamentos de la vida social.  Las cifras hablan por sí solas, pues el incremento de los delitos comparados a resultados de años anteriores nos dice que el deterioro de los principios y valores de convivencia social es una realidad.   Son muchos los argumentos que podríamos señalar como causantes de esta situación, por ejemplo: Los índices de oportunidades de educación con calidad, El Índice de pobreza multidimensional (IPM), la pobreza y pobreza extrema, que según PNUMA, en Panamá se concentran en las áreas rurales y particularmente, en las áreas indígenas, donde el 90% de su población es afectada por esta última condición. La desintegración familiar, un crecimiento económico, pero con altos niveles de desigualdad.

Según una reciente publicación del BID “Cómo combatir la delincuencia en América Latina” (Junio 2021), con el 9% de la población mundial, la región latinoamericana es responsable del 33% de los homicidios que ocurren en el mundo. Según encuestas como el Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), cerca de la mitad de los habitantes de la región considera que la delincuencia es el problema más acuciante de su país”. Es un tema que tenemos que ponerle mucho cuidado y debe ser tenido como uno de los temas de estado que de manera transversal permee todos los demás temas de seguridad.

Pero existe otra causa que permite que nosotros los seres humanos perdamos el sentido de la existencia deshumanizándonos con estas acciones, y esa es la falta de espiritualidad.  Un ser sin espiritualidad es un ser sin sentido de pertenencia a este mundo del cual proviene y pertenece. Piensan en negativo y  no dan importancia a la ética ni a los valores personales que le permitan socializar con sus coterráneos.

La espiritualidad es una dimensión humana de suma importancia.  Ella se sumaría a las ya existentes de igual importancia como las biológicas y social que son parte inherente a nuestro ser. Nos liga con aquello que aceptamos y consideramos es “más que nosotros” y nos determina, es aquello que le da sentido a nuestro actuar y pensar en la vida.  Muchas veces cuando hablamos del tema, la gente inmediatamente lo vincula a lo divino, pero puede ser también la apreciación que podamos tener hacía algo a lo cual le tenemos suprema estima y respeto, es más amplio que una religión en sí mismo.

Algo que podríamos señalar de una persona que posea espiritualidad es la madurez para la vida, el sentido común de las cosas se mezcla con el carácter y la voluntad de la persona permitiendo con ello que las personas puedan ser más centradas en sus principios, valores y por ende en sus acciones en la vida. 

En la vida cristiana eso solo es posible con la gracia de Dios, es decir con la acción del Espíritu Santo de Dios en nuestras vidas.  Sólo cuando nosotros dejamos que el Espíritu Santo tome y sea parte de nuestro ser, se hace el milagro de crecer en la madurez de vida en Cristo Jesús.  Los cristianos, no solo estamos llamados a creer en el Espíritu de Dios sino también dejarnos guiar en la vida por ese mismo Espíritu.  Los seres de buena voluntad que no son cristianos también son movidos por el mismo Espíritu de Dios.  Recordemos que Dios es el “Dios de todos”.  Con ese sentir, nuestras acciones en la vida estarán motivadas por la acción del mismo Espíritu. 

Las personas con espiritualidad buscan el bienestar común de la humanidad sin importar sus rasgos, sus credos, su estatus social, son pacientes con sus prójimos, tienen un carácter fuerte ante las vicisitudes y problemas que se les presenta en la vida, son perseverantes a sus principios y valores, no se unen con personas para patrocinar y participar en la maldad, al contrario de ello, buscan y se alegran por el bienestar de todos pues tienen conciencia y pertinencia del desarrollo y de la historia de su pueblo, son amantes de la justicia pero sobre todo son personas que creen en el amor y respeto al prójimo.

Necesitamos seguir educando y concientizando más a todos los que vivimos en este país en Ética y en Valores, educar en un nuevo estilo de vida, que todos los días hay que seguir construyendo esa sociedad que queremos todos con respeto al universo de las cosas.

Sacerdote.