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Salud en tiempos de crisis


Por: Jorge L. Prosperi R.
www.laestrella.com.pa / 27-04-2020

La Rectoría del Ministerio de Salud constituye la capacidad del Estado para tomar responsabilidad por la salud y el bienestar de la población, al igual que para conducir el sistema de salud en su totalidad. Esta capacidad del Minsa es fundamental para ejercer la llamada gobernanza del sector salud. Adquiere especial relevancia en momentos como el actual y requerirá del máximo respaldo por parte del Ejecutivo.

La función rectora implica tres dimensiones indelegables: la primera es la dimensión de Conducción, la cual comprende la capacidad de orientar a las instituciones del sector público y privado y movilizar instituciones y grupos sociales en apoyo de la Política Nacional de Salud. En este momento de crisis, el liderazgo del Minsa es evidente todos los días en la planificación del quehacer de las instituciones para coordinar la respuesta intersectorial para hacerle frente a la pandemia en el país, y en las “ruedas de prensa” dirigidas por la ministra de Salud, con la presencia del director de la CSS y otros ministros. La prueba de fuego vendrá cuando superemos la pandemia y salgamos de la cuarentena. Habrá que mantener el esfuerzo y el respaldo del Ejecutivo para mantener la coordinación intersectorial que necesitamos.

No menos importantes son las llamadas Funciones Esenciales de Salud Pública. No es el momento para analizar el desempeño de esta capacidad, pero será obligatorio a medida que vayamos superando esta crisis. Las instituciones del sector deben aprovechar la oportunidad para buscar en conjunto el fortalecimiento de las competencias necesarias. Incluyen entre otras: el ejercicio de la vigilancia de la salud pública, el control de riesgos y daños en salud pública, la promoción de la salud, la participación de los ciudadanos en la salud, la garantía y mejoramiento de la calidad de los servicios de salud individuales y colectivos.

Finalmente, la Rectoría tiene la dimensión de Regulación y Fiscalización. La he dejado para el final porque la considero la más importante en estos tiempos de crisis. La función reguladora tiene como propósito diseñar el marco normativo que protege y promueve la salud de la población, así como garantizar su cumplimiento. La regulación y la vigilancia de su aplicación son necesarias para garantizar el papel estatal de ordenar los factores de producción y distribución de los recursos, bienes, servicios y oportunidades de salud en función de principios de solidaridad y equidad. Si dicha garantía no se ejerce, las leyes y normativas pierden efectividad, ya que su función se reduce a ser declarativa.

A pesar de ello, existen tendencias a restringirla en función de los intereses del mercado, lo cual cobra especial relevancia en momentos en los que la demanda de insumos y equipos médico-quirúrgicos crea oportunidades para hacer negocios con los recursos del Estado. Por otro lado, no me sorprendería la resistencia de empresas y negocios para cumplir con las medidas de distanciamiento social y bioseguridad, a medida que vayamos levantando la cuarentena, y quieran volver a la situación previa a la pandemia. El Minsa necesitará del efectivo respaldo del Ejecutivo, así como de la población, para hacer cumplir estas normativas.

La existencia de individuos y empresas que se resisten a cumplir con el marco normativo que protege y promueve la salud de la población, ha sido identificada por Transparencia Internacional (TI) en América Latina, al advertir que la corrupción puede aumentar en la región a partir de las compras y contrataciones que realizan los Gobiernos para afrontar la pandemia, y reclamó máxima publicidad de la información sobre esas transacciones y activar las agencias nacionales antimonopolio para evitar colusión entre actores económicos o prácticas que resulten en la especulación de los precios.

Consciente de esta posibilidad, nuestro primer mandatario ha reiterado que no permitirá irregularidades en las compras públicas de insumos para enfrentar la crisis del COVID-19. Por su parte, la población panameña ha estado pendiente, ejerciendo a través de las redes sociales, medios y foros, su derecho de controlar la gestión de los funcionarios, denunciando el posible uso de la pandemia para abusar de los ya de por sí limitados recursos públicos. Le toca al Minsa aprovechar el respaldo institucional y ciudadano para continuar ejerciendo con optimismo y confianza su función de fiscalización y control.