"Quórum Teológico" es un blog abierto al desarrollo del pensamiento humano y desea ser un medio que contribuya al diálogo y la discusión de los temas expuestos por los diferentes contribuyentes a la misma. "Quórum Teológico", no se hace responsable del contenido de los artículos expuesto y solo es responsabilidad de sus autores.

Ya puedes traducir esta página a cualquier idioma

Déjanos tu mensaje en este Chat

Impacto de los determinantes sociales en la salud: desde el Informe Lalonde hasta la Conferencia Mundial sobre los Determinantes Sociales de la Salud


Jorge L. Prosperi R.

Mucha tinta ha corrido desde que el Dr. Marc Lalonde, Ministro de Salud de Canadá en 1974, nos ofreciera de manera sistemática y ordenada un modelo explicativo de la forma cómo se produce la salud en una población y anotara que los factores que determinan la salud (los determinantes sociales de la salud) pueden ser agrupados en cuatro categorías: biología humana, medio ambiente, estilo de vida y organización de la atención de la salud.

No ahondaré sobre este magnífico informe porque ya lo abordé en mi primera entrega sobre la “Producción Social de la Salud”. No obstante, sí reitero lo señalado antes: “…soy de la opinión que la propuesta de Lalonde para Canadá de 1974, es válida y debe ser un referente obligado para proponer el sistema de salud que queremos para Panamá de 2019…”

No fue sino hasta 2005 cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso en marcha la Comisión sobre determinantes sociales de la salud, CDSS, con el fin de recabar datos científicos sobre posibles medidas e intervenciones en favor de la equidad sanitaria y promover un movimiento internacional para alcanzar ese objetivo. Y fue así cuando en 2008, esta Comisión nos ofrece su magnífico informe: Subsanar las desigualdades en una generación: Alcanzar la equidad sanitaria actuando sobre los determinantes sociales de la salud.

La Comisión hace un llamamiento a la OMS y a todos los gobiernos para que tomen la iniciativa en la acción mundial sobre los determinantes sociales de la salud, con el fin de alcanzar la equidad sanitaria y formula tres recomendaciones principales: (1) Mejorar las condiciones de vida; (2) Luchar contra la distribución desigual del poder, el dinero y los recursos; (3) Medir la magnitud del problema, analizarlo y evaluar los efectos de las intervenciones.
Como consecuencia de toda esta efervescencia mundial, se lleva a cabo en octubre de 2011 en Río de Janeiro, la Conferencia Mundial sobre los Determinantes Sociales de la Salud, y al término de la misma se produce la Declaración política de Río sobre determinantes sociales de la salud, la cual fue aceptada por los Estados Miembros de las Naciones Unidas, cuyos líderes se comprometieron a “lograr una equidad social y sanitaria mediante la actuación sobre los determinantes sociales de la salud y del bienestar, aplicando un enfoque intersectorial integral…”
Lo insuficiente, en mi opinión, es que “solo tomaron nota” de las tres recomendaciones generales de la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud, a saber: mejorar las condiciones de vida; luchar contra la distribución no equitativa del poder, el dinero y los recursos, y medir la magnitud del problema, analizarlo y evaluar los efectos de las intervenciones.

Panorama mundial relativo al impacto de los determinantes sociales en la salud

+ Las enfermedades no transmisibles (ENT) matan a 40 millones de personas cada año, lo que equivale al 70% de las muertes que se producen en el mundo.
+ Cada año mueren por ENT 15 millones de personas de entre 30 y 69 años de edad; más del 80% de estas muertes “prematuras” ocurren en países de ingresos bajos y medianos.
+ Las enfermedades cardiovasculares constituyen la mayoría de las muertes por ENT (17,7 millones cada año), seguidas del cáncer (8,8 millones), las enfermedades respiratorias (3,9 millones) y la diabetes (1,6 millones).
+ Estos cuatro grupos de enfermedades son responsables de más del 80% de todas las muertes prematuras por ENT.
+ El consumo de tabaco, la inactividad física, el uso nocivo del alcohol y las dietas malsanas aumentan el riesgo de morir a causa de una de las ENT.
+ La detección, el cribado y el tratamiento, igual que los cuidados paliativos, son componentes fundamentales de la respuesta a las ENT.

*Sobre los factores de riesgo comportamentales modificables, nos dice la misma OMS que:

+ Los comportamientos modificables como el consumo de tabaco, la inactividad física, las dietas malsanas y el uso nocivo del alcohol aumentan el riesgo de ENT.
+ El tabaco se cobra 7,2 millones de vidas al año (si se incluyen los efectos de la exposición al humo ajeno), y se prevé que esa cifra aumente considerablemente en los próximos años.
+ Unos 4,1 millones de muertes anuales se atribuyen a una ingesta excesiva de sal/sodio.1
+ Más de la mitad de los 3,3 millones de muertes anuales atribuibles al consumo de alcohol se deben a ENT, entre ellas el cáncer.
+ Unos 1,6 millones de muertes anuales pueden atribuirse a una actividad física insuficiente.


Impacto de los determinantes sociales en la salud de los panameños

De acuerdo a la Contraloría General de la República de Panamá, del 2013 al 2017, más de 60,000 ciudadanos perdieron la vida prematuramente por enfermedades directamente relacionadas en forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo para la salud y la vida, y con la insuficiente capacidad de nuestro sistema público de salud. Muchas de estas muertes pudieron evitarse o postergarse, evitando los factores de peligro asociadas a ellas. Y lo más preocupante es la tendencia al aumento del número de enfermos y fallecidos por estas causas. Y no perdamos de vista el impacto socioeconómico de las ENT, pues son responsables de gastos de bolsillo significativos en los servicios de salud, y contribuyen al empobrecimiento de las familias.


En mi opinión, a la comida chatarra, el consumo de alcohol y el tabaco, hay que sumarle el estrés urbano al que estamos sometidos los ciudadanos que habitamos las ciudades del país, el desbarajuste existente en las calles capitalinas, propiciado por el exceso de vehículos, los conductores irresponsables y la ausencia de autoridad, la demostrada inseguridad, la acumulación de basura de todo tipo, nuestro insuficiente sistema de transporte público, los inaccesibles parques y zonas verdes, que algunos sueñan con convertir centros comerciales. Y no practicamos suficiente actividad física para controlar este estrés. Todo ello favorece el impacto de los determinantes sociales en la salud de las personas.



No menos importante, es la necesidad de abordar los determinantes sociales subyacentes a la mortalidad por la enfermedad del VIH. Esta se ha mantenido en ascenso durante los últimos 14 años, totalizando 6,860 fallecidos, de los cuales el 75% fueron hombres y el 25% restante mujeres.

Además, de acuerdo con ONUSIDA, basada en cifras oficiales del país, 21,000 personas vivían con el VIH en el 2016, de los cuales el 54% tenían acceso a la terapia antirretroviral. Agrega la información de ONUSIDA que desde 2010, las nuevas infecciones por el VIH han aumentado en un 20% y las muertes relacionadas con el SIDA han aumentado en un 9%. Estamos claramente ante un grave problema de salud pública que obliga a redoblar los esfuerzos en los elementos claves de la respuesta.

Los accidentes de tránsito también son un efecto de los determinantes sociales. El mismo Instituto Nacional de Estadística y Censo, nos informa que los accidentes de transporte causaron 2,500 defunciones en el mismo período y muestran una tendencia al ascenso.

La mayoría de los accidentes y las muertes fueron durante los fines de semana y días feriados. Siguen siendo las principales causas de estos fallecimientos: el exceso de velocidad, las distracciones como chatear frente al volante, el estrés cotidiano, manejar bajo los efectos del alcohol, la impericia y el incumplimiento de los reglamentos de tránsito, como el no usar el cinturón de seguridad o, en el caso de los motociclistas, no usar casco.

Sobre los homicidios, claramente relacionados con diferentes determinantes sociales, el INEC nos informa que en los últimos diez años han fallecido por esta causa 6,500 personas, la mayoría hombres jóvenes.



No obstante esta aparente tendencia a la disminución, resulta que, siempre de acuerdo con las Estadísticas vitales del INEC, durante el año 2017 ocurrieron 732 muertes entre los jóvenes (3.8% del total). 75% correspondieron a hombres, 25% a mujeres. Las tres principales causas de muerte en ese grupo de edad fueron los homicidios (34.7% del total de homicidios en el país), los accidentes de transporte terrestre (17.7% del total de fallecidos en accidentes de tránsito) y los suicidios (26.6% del total de suicidios ocurridos en al país). Estas “muertes por causas externas”, también tienen una fuerte y evidente relación con los determinantes sociales.

Para complementar este análisis, recomiendo la lectura reflexiva de la Quinta Encuesta de Victimización y Percepción de la Seguridad Ciudadana en Panamá, correspondiente al año 2017. Subrayo que, “con relación a la percepción de inseguridad, de acuerdo con el informe, el 82% de los encuestados dice que el país es inseguro, en el 2016, logró 70%. Además, el 45% considera que, en el futuro, la delincuencia aumentará un poco”.



La desigualdad y pobreza como un fuerte determinante social de la salud.

Finalmente aprovecho la siguiente gráfica para subrayar el impacto de los determinantes sociales en la salud, en este caso la desigualdad socioeconómica, expresada en términos de Índice de Pobreza multidimensional, afecta directamente la esperanza de vida, la mortalidad materna y la mortalidad infantil entre grupos de población dentro de nuestro país.



Mientras que la esperanza de vida de un panameño de la ciudad es de 80.6 años, en nuestras comarcas indígenas apenas llega a 71 años. De hecho, los habitantes de nuestras provincias más ricas, viven casi diez años más y en mejores condiciones que los panameños de nuestras tres comarcas. Solo este indicador demuestra en Panamá no hay equidad en salud.

Peor ocurre para la mortalidad infantil, la cual es dos o tres veces mayor es en las Comarcas que en las provincias más ricas; y con la mortalidad materna que es cuatro veces mayor en las Comarcas que en las provincias con menor IPM.

La persistencia de condiciones adversas de salud principalmente entre la población más pobre del país, hace suponer que la búsqueda de la equidad en salud no ha sido una prioridad real en la agenda política de nuestros gobernantes, que han estado más preocupados en construir e inaugurar edificaciones, muchas veces innecesarias y, en no pocos casos, sin equipamiento ni recursos humanos adecuados. No se han ocupado de manera efectiva en fortalecer la capacidad de resolución del sistema de salud y mucho menos para promover lo suficiente las condiciones sociales que permitan actuar sobre los factores determinantes de éstas.

La Declaración de Adelaida sobre la Salud en Todas las Políticas

La Declaración de Adelaida sobre la Salud en Todas las Políticas, hace hincapié en que la mejor forma de alcanzar los objetivos de gobierno consiste en que todos los sectores incluyan la salud y el bienestar como componente esencial de la formulación de políticas. Esto es así porque las causas de la salud y el bienestar están fuera del ámbito del sector de la salud y tienen una génesis económica y social. Aunque muchos sectores ya contribuyen a mejorar la salud, todavía hay lagunas importantes. Es clara la alusión al impacto de los determinantes sociales en la salud.

Subraya la necesidad de un gobierno conjunto, pues la interdependencia de las políticas públicas requiere otro planteamiento de la gobernanza. Los gobiernos pueden coordinar la formulación de políticas elaborando planes estratégicos que establezcan objetivos comunes, respuestas integradas y una mayor rendición de cuentas en todos los departamentos gubernamentales. Esto requiere una alianza con la sociedad civil y el sector privado.

Dado que la buena salud facilita la superación de los retos políticos, y la mala salud la obstaculiza, el sector de la salud tiene que colaborar sistemáticamente con todos los niveles de gobierno y con otros sectores para abordar aquellas dimensiones de sus actividades que están relacionadas con la salud y el bienestar. El sector de la salud puede apoyar a otros sectores del gobierno prestándoles asistencia activa en sus tareas de formulación de políticas y consecución de objetivos. Para aprovechar la salud y el bienestar, los gobiernos tienen que institucionalizar procesos que valoren la solución intersectorial de los problemas y resuelvan los desequilibrios de poder.

Para ello hay que disponer de liderazgo, mandatos, incentivos, compromiso presupuestario y mecanismos sostenibles que respalden la cooperación de los organismos gubernamentales en la búsqueda de soluciones integradas.

Entre las nuevas responsabilidades de los ministerios de salud para apoyar una estrategia de integración de la Salud en Todas las Políticas, mitigando el impacto de los determinantes sociales en la salud, habrá que incluir:

+la comprensión de las agendas políticas y de los imperativos administrativos de otros sectores;
+la generación de conocimientos y de una base de datos probatorios acerca de las opciones de política y las estrategias;
+la evaluación comparativa de las consecuencias sanitarias de diferentes opciones dentro del proceso de formulación de políticas;
+la creación de plataformas regulares de diálogo y resolución de problemas con otros sectores;
+la evaluación de la eficacia de la labor intersectorial y de la formulación integrada de políticas;
+la creación de capacidad con mejores mecanismos, recursos, apoyo de los organismos y un personal dedicado y capacitado;
+la colaboración del gobierno para alcanzar los objetivos de estos y de ese modo hacer avanzar la salud y el bienestar.