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Los bosques comunitarios de México, en la vanguardia global


David B. Bray

Los boques comunitarios de México (BCM) presentan una renovada atención pública por dos acontecimientos: uno, el pasado 26 de abril, la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable definió por primera vez qué es el manejo forestal comunitario, y dos, el nuevo gobierno señaló que incluirá a comunidades y ejidos forestales en la Agenda Ambiental Forestal, específicamente en la meta de lograr cero deforestación.

Los BCM han puesto a México en la vanguardia mundial de manejo comunitario de bosques por al menos cinco razones:

Alrededor de 60 por ciento de los bosques son propiedad de comunidades y ejidos, como referente, en India 97 por ciento de los bosques son propiedad del gobierno.

Hace 50 años los campesinos de las comunidades y ejidos con bosques eran primordialmente productores de maíz de subsistencia, ahora en cientos de sus predios operan empresas forestales comunitarias (EFC) con programas de aprovechamiento forestal autorizados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Aunque hay varios estimados, entre 6 a 8 millones de hectáreas de bosques se manejan por medio de las EFC. Éstas son resultado de procesos en algunos casos de años o décadas, y producto de luchas sociales; sin embargo, es justo reconocer que, en periodos particulares, programas y políticas gubernamentales han promovido el establecimiento de las EFC, han dado acompañamiento y apoyos materiales, económicos y asesoría a miles de comunidades y ejidos forestales.

De acuerdo a Juan Manuel Torres-Rojo, entre los años 2011-2013, 699 EFC vendieron madera a pie de árbol; sin embargo, 738 vendieron madera en rollo, porque al tener grúas y camiones podían hacer el corte y extracción del bosque. Asimismo, en dicho periodo, 184 EFC tuvieron capacidad de aserrar madera y vender tablas y otras, incluso, de comercializar productos con valor agregado, como muebles.

Investigadores nacionales y extranjeros han mostrado que las EFC mexicanas son rentables económicamente y, como otras empresas pequeñas o medianas, pueden generar decenas o cientos de empleos localmente. Por ejemplo, un estudio publicado en la revista Journal of Sustainable Forestry analizó 23 aserraderos activos en la comunidad indígena de San Bernardino de Milpillas Chico, Durango (un predio de alrededor de 159 mil 925 hectáreas, con 77 por ciento de bosques de pino), encontró que emplearon a 350 personas y que generaron ganancias por cerca de 1.8 millones de dólares anualmente. De éstos, 18 aserraderos fueron rentables con ganancias descritas como bastante grandes. En menor escala y, a veces, durante décadas, otras comunidades y ejidos forestales en varias regiones del país, algunas inclusive con predios de apenas cientos de hectáreas, han logrado ser exitosos en el manejo de sus predios forestales.

Existe evidencia de que numerosas comunidades y ejidos que hacen manejo forestal para aprovechamiento de madera presenta baja o nula deforestación. Un análisis de bosques de propiedad social en 733 municipios en ocho entidades de la República encontró que, a mayor superficie de bosques de pinos bajo aprovechamiento, hubo menor deforestación y tendencias de mayor recuperación de superficie con bosque.

En el centro y sur de Quintana Roo, donde los bosques comunitarios dominan el paisaje, se presenta baja deforestación, incluso a escalas comparables con lo que ocurre en las áreas naturales protegidas. La Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca presentó una alta deforestación durante la década se los años 90; sin embargo, en el ejido Cerro Prieto, donde se aprovechaba madera y, además, se practicaba ecoturismo, L. Merino, de la Universidad Nacional Autónoma de México, encontró que el bosque se conservó. Asimismo, organismos como el Consejo de Administración Forestal (Forest Stewardship Council –FSC– una certificadora alemana de alto prestigio a escala mundial) reconocen las bondades del manejo forestal comunitario y para 2018 ha certificado a 64 comunidades y ejidos forestales mexicanos (con alrededor de 12 millones de hectáreas) por realizar manejo sustentable del bosque.

En fin, abunda la evidencia alentadora sobre lo que ocurre en los bosques comunitarios de México, y el gobierno entrante la debería tener presente para construir una política forestal más integral. Los bosques comunitarios tienen mucho que dar a la construcción del bienestar social, económico y ambiental del país; por ello, merecen contar con más atención pública y mayor interés gubernamental.