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No sacudiré el polvo de los pies


Juan Quinto Regazzoni

El poder conocer y compartir con el padre jesuita Bartomeu Meliá, el gran antropólogo y lingüista de la cultura guaraní, fue para mí una dicha que superó la ya grande apreciación y estima que tuve al leer sus numerosos libros y artículos. Este venerable patriarca que no se envaneció de los numerosos reconocimientos recibidos, había nacido en 1932 en Mallorca. A los 22 años se radicó en Paraguay, donde inició sus estudios de la lengua y de la cultura guaraní.
En 1969, obtuvo un doctorado en la Universidad de Estrasburgo, con una tesis titulada: “La creación de un lenguaje cristiano en las misiones de los guaraníes en el Paraguay”. Fue profesor universitario de etnología y de cultura guaraní, fue presidente del Centro de Estudios Antropológicos y Director de las revistas Suplemento Antropológico y de Estudios Paraguayos.

Su labor entre los indígenas no era una simple ocupación profesional, era parte de su corazón, era y fue siempre toda su vida. Por eso, cuando en 1976 sufrió el exilio durante la dictadura stronista, por haber denunciado la sistemática masacre de los Ache-guayaki, retomó su entrega con los indígenas de Mato Groso en Brasil. Al salir del país “no sacudió el polvo de su sandalia”, porque estaba decidido a no dejar su causa. En un poema escribió:

“No sacudí el polvo de los pies,.
no sacudiré ni un solo átomo de ese polvo,
cuando salga de esa ciudad, de ese mi pueblo.
Sacudir de mi entraña no podría, aunque quisiera,
tanto camino andado, tanto suelo consagrado por la danza y el canto.
De la tierra, expulsado, perdí la tierra de mis pies,
pero me llevo ese poco de polvo atesorado.

Su sabiduría se ha condensado en varias decenas de obras, pero sobre todo su cercanía a los pueblos originarios del Cono sur, lo habían enriquecido de todas aquellas virtudes que él había descubierto en su “teko” (el “estilo de vida” de los guaraníes). Fue un “Verdadero Señor Padre” (Karai Ru ete) que, con firmeza y paciencia, en sus escritos y en sus palabras, insistía en el rescate de esta rica cultura con profundos anhelos espirituales, Desde hace años venía insistiendo sobre este aspecto que hoy apreciamos como un avance fundamental en lo que llamamos diálogo intercultural.

Decía Meliá: “El modo de ser de los guaraníes, que ellos llaman ñande reko, es sobre todo ‘un modo de ser religioso’: ñande reko marangatu. Esto quiere decir que la experiencia religiosa no sólo constituye para ellos un aspecto fundamental de su cultura, sino una forma esencial de su identidad y de la conciencia de su destino. En otros términos, los guaraní de hoy no pueden ser entendidos, ni ellos mismos se entienden, si se prescinde de su experiencia religiosa”. (Meliá, 1991,9). Con esta afirmación el antropólogo se trasformaba en humilde misionero, no para imponer su doctrina o su cultura, sino para escuchar y valorar su sabiduría y reconocer esas “semillas de Verbo”, presentes en los pueblos originarios, demasiadas veces ignoradas o hasta despreciadas.

El pa’i Tomeu anticipó proféticamente la conversión que el reciente Sínodo de Amazonía nos pide a todos: la conversión integral a ese Buen Vivir (el Teko porã de los guaraníes). Esa vida en abundancia, proclamada en las Bienaventuranzas de Jesús se puede concretar en un estilo de vida nueva. “Se trata –dice el Sínodo al n.9-  de vivir en armonía consigo mismo, con la naturaleza, con los seres humanos y con el ser supremo, ya que hay una intercomunicación entre todo el cosmos, donde no hay excluyentes ni excluidos, y donde podamos forjar un proyecto de vida plena para todos. …El ‘buen vivir’ es comprender la centralidad del carácter relacional trascendente de los seres humanos y de la creación, y supone un ‘buen hacer’” 
Falleció en la madrugada del 6-12-2019; un mes antes había sufrido una caída que terminó con una fractura de cadera. Pocos días antes había recibido una distinción de la Cámara de Senadores por “su invalorable aporte a la sociedad paraguaya y latinoamericana, a la defensa de los derechos lingüísticos y culturales, a la democracia, a la justicia y a la promoción del pensamiento crítico”.

Se fue “sin sacudir el polvo de sus pies” porque sique caminando (ese oguata típico del teko guaraní) hasta que nos encontremos con nuestro “polvo atesorado” en la gran casa del Padre Dios.