Silvia Ribeiro*
www.jornada.unam.mx/241216
El maíz transgénico no es
igual que otros maíces. Ya lo sabíamos por muchas razones, pero ahora un
nuevo estudio científico, publicado el 19 de este mes, muestra que además un tipo de maíz que está en
amplia circulación para forraje y alimentación contiene elementos tóxicos, que
incluso pueden ser cancerígenos para humanos y animales. Se trata del
maíz transgénico NK603, el mismo que Monsanto y otras trasnacionales pelean por
plantar en cientos de miles de hectáreas en México.
El estudio fue realizado
por un equipo internacional, liderado por Michael Antoniou, del King’s College
de Londres y publicado en Scientific Reports de la revista Nature. Usaron
tecnologías de última generación para establecer el perfil molecular del maíz
NK 603 y compararlo con variedades no transgénicas del mismo maíz. Encontraron
variaciones altamente significativas, que dan por tierra llamar al maíz
transgénico sustancialmente equivalente a otros maíces.
Análisis en profundidad de
la composición proteínica (proteómica) y otras moléculas bioquímicas
(metabolómica) revelaron que el
maíz transgénico analizado tiene 117 proteínas y 91 metabolitos que son
diferentes del maíz no transgénico.
El hecho es profundamente
significativo, porque todas las regulaciones sobre transgénicos en el mundo,
usando métodos más antiguos y superficiales, se basan en afirmar que los
cultivos transgénicos son sustancialmente equivalentes a los no transgénicos de
la misma especie y, por tanto, aptos para su consumo.
Este estudio no sólo
muestra que esta comparación es una falacia –algo que muchos científicos
responsables han afirmado durante años– sino además que esas diferencias pueden
ser muy riesgosas. En el caso estudiado, el maíz NK603 tenía un alto nivel de poliaminas,
especialmente cadaverina y putrescina. Si los nombres les resultan un
poco repugnantes, es justamente porque son las sustancias que intervienen en la descomposición
de cadáveres y materia orgánica, dándole el olor fétido o pútrido.
Antoniou explicó que las
poliaminas tienen efectos benéficos en ciertos contextos, pero que estas dos en
particular producen además varios efectos tóxicos. Por ejemplo, aumentan el
efecto de la histamina, elevando las reacciones alérgicas y ambas han sido
implicadas en la formación de sustancias carcinogénicas, como las nitrosaminas
y los nitritos en la carne.
La organización GMWatch de
Reino Unido recuerda que el NK603 es el mismo tipo de maíz transgénico que fue
usado para el experimento de alimentación prolongada de ratas de Gilles-Eric
Séralini en 2012, que mostró que ratas alimentadas con ese maíz transgénico
desarrollaban tumores cancerosos en alto porcentaje. El estudio de Séralini fue
ferozmente atacado por la industria de los transgénicos y científicos ligados a
ésta, provocando incluso la retracción de su artículo por parte de la revista
donde se publicó originalmente. Pero en ningún caso, tampoco por parte de esa
revista, pudieron rebatir de fondo sus argumentos, por lo que su artículo fue
republicado un año después y sigue siendo una importante referencia.
Las diferencias ahora
encontradas y la presencia de estas dos sustancias tóxicas, podrían explicar
parte de los resultados de Séralini. Antoniu afirma que esta es una cuestión
que necesita ser analizada, con nuevos estudios de alimentación a largo plazo,
usando métodos que cuantifiquen la presencia de estas poliaminas y sus efectos.
En cualquier caso,
Antoniou explica que este estudio deja en claro que el proceso de modificación
transgénica resulta en profundas diferencias de composición del maíz NK603 y
por tanto no es sustancialmente equivalente al maíz no transgénico. Nuestros
resultados llaman a una evaluación mucho más cuidadosa sobre la seguridad del
consumo de maíz NK603 a largo plazo.
El estudio muestra el
potencial dañino y carcinogénico de ese maíz por ser transgénico. Recordemos
además que la transgenia del NK603 es para hacerlo resistente al glifosato,
sustancia que también fue declarada cancerígena por la Organización Mundial de
la Salud en 2015.
Este mismo maíz
transgénico y otros tipos que usan el mismo gen son la mayor parte de las
solicitudes de siembra de maíz transgénico en cientos de miles de hectáreas en
el norte de México que presentaron Monsanto, PHI México (DuPont) y Dow, y que
junto a otras de Syngenta, están paralizadas desde 2012, tanto por la amplia
oposición popular, como por la acción legal colectiva de organizaciones e
individuos que logró paralizar su liberación comercial desde octubre de 2013.
Esas trasnacionales, junto a Sagarpa y Semarnat, han presentado más de cien
recursos en múltiples juzgados para revertir esa suspensión y asegurar que ese
maíz tóxico y potencialmente carcinogénico se pueda plantar en México.
Otros autores han encontrado ese tipo de variaciones
moleculares en la soya y otros transgénicos autorizados en México. Todos
conllevan además enorme uso de agrotóxicos cancerígenos y la contaminación de
aguas, suelos y alimentos, al tiempo que producen deforestación, daños a la apicultura
campesina y a la salud de todos. Y como vemos, no existen ni siquiera formas
adecuadas para su verdadera evaluación de bioseguridad.
Es hora de que los
juzgados que tienen el tema en trámite den por terminados esos costosos
procesos y sentencien que los transgénicos, incluidos soya y maíz transgénicos,
por sus impactos en la biodiversidad en México, centro de origen del maíz, así
como por sus impactos en ambiente y salud de la población, deben ser
prohibidos.
*Investigadora del Grupo
ETC