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Standing Rock, 10
diciembre 2016 (SRE/Claridad)- El 1 de septiembre de 1877, cuatro días antes de
ser asesinado por la espalda, Caballo Loco (Tashúnka Uitko, en idioma lakota) tuvo una visión cuando
fumaba la pipa ceremonial con Toro Sentado (Tatanka Oyotanka) que está
inspirando ahora la unificación de las naciones indígenas de Norteamérica en
torno a la lucha contra un oleoducto en Standing Rock, en Dakota del Norte.
Caballo Loco murió asaetado por la bayoneta de un soldado a los 30 años de edad respetado por su pueblo, al que había guiado con sus visiones y animado a seguir practicado sus tradiciones ancestrales y a no rendirse ante el hombre blanco.
El líder indígena había avanzado que los hombres blancos llegarían luego con “carros de fuego” y provocarían grandes matanzas en todo el mundo, pero que, “tras mucho sufrimiento, la Nación Roja se levantará nuevamente y será la bendición de un mundo enfermo, de promesas rotas, de egoísmo y desunido”, según las crónicas nativas de la época. Caballo Loco le dijo a Toro Sentado que llegaría un tiempo “de siete generaciones cuando todos los colores (razas) de la humanidad se reunirán bajo el árbol de la vida” y entre los Lakota “habrá personas que llevarán el conocimiento y la comprensión de la unidad entre todos los seres vivos”.
La joven lakota Allison Rendille cuenta a SRE/Claridad en el campamento Oceti Sakowin, entre los ríos Cannon Ball y Misuri, que inspirados en esa profecía de Caballo Loco los Lakota están “reconstruyendo” su nación, que está “renaciendo” y que reivindica su soberanía y sus tradiciones ancestrales, hasta el punto de haber declarado su independencia y de estar en el proceso de que sea reconocida formalmente. Estudiante de Ciencias Políticas y colaboradora de la campaña de Bernie Sanders, la joven indígena se encuentra en Standing Rock desde el pasado 11 de agosto.
“Sentí que tenía que estar
aquí, estamos en el proceso de reconstruir nuestra nación. El gobierno nos ha
oprimido siempre, nos han oprimido desde 1492. Ahora estamos recuperando las
tradiciones de nuestros antepasados”, defiende Rendille.
“La profecía dice que la séptima generación va a enfrentar a la serpiente negra. Hace 150 años esa serpiente negra podría haber sido los ferrocarriles, ahora la serpiente negra es el oleoducto” Dakota Acces cuya finalización han impedido los miles de “protectores del agua” que han acudido de todo el mundo a Standing Rock y que pone en peligro a lo largo de todo su recorrido, según los manifestantes, el agua que consumen 17 millones de personas en EEUU.
Ahora los tipis de Standing Rock están asentados siguiendo un patrón con la forma de cuerno de un búfalo, lo que no se hacía así desde hace 150 años.
“Estamos aquí para proteger la naturaleza, tenemos que aprender a reunificar y valorar las reglas que nos ha dado Wakan tanka”, dice la joven refiriéndose a un complejo concepto en idioma lakota que suele traducirse como “el gran espíritu”, “el creador” o “el gran misterio”, pero que haciendo un esfuerzo lingüístico analizando todas las partes que lo conforman vendría a ser “el abuelo que está alrededor cada uno, que también está dentro y que nos ama”.
Rendille explica que al
principio de la lucha de Standing Rock contra el oleoducto, “los abuelos, los
ancianos, fueron avisados en una ceremonia, sobre la mejor estrategia y en la
ceremonia de ancianos fueron avisados de que la mejor estrategia ahora es
quedarse en paz. Con esta disciplina de paz y oración que se está imponiendo
han logrado mantener el camino”.
Otra de las antiguas tradiciones que inspiran el movimiento indígena de Standing Rock es la del ternero de búfalo blanco. Según esa tradición, un ternero de bisonte albino se convirtió en una joven indígena que fue la que trajo los siete valores fundamentales de las tribus de Norteamérica.
“Son como los 10 mandamientos de los cristianos”, explica Rendille.
El primero de ellos es el que se ejercita en la ceremonia de purificación en “la cabaña del sudor”; el segundo valor es el de poner nombre a los niños; el tercero es la curación, el cuarto, la adopción; el quinto, el matrimonio; el sexto, la búsqueda de la visión; y el sexto es la ceremonia de la danza del sol. Cada uno de ellos tiene numerosas implicaciones.
“En nuestra historia de la creación ella era una especie de mesías que trajo el sistema social. Que además de los siete valores enseñó los utensilios, el arco, la flecha, la pipa sagrada... Estas herramientas son usadas por los hombres pero son provistas por las mujeres. En nuestra cultura hay un balance formal entre hombres y mujeres. Por eso el jefe es un hombre, pero hay un consejo de mujeres, está el consejo de ancianos. En el consejo están los siete fuegos del consejo Oceti Sakowin, que es la gran alianza de todas las tribus Lakota. Cada uno tiene su propio jefe, pero hay un sistema paralelo de mujeres. Es un sistema de vida natural”, defiende la joven.
Uno de los jefes de la confederación Oceti Sakowin es Akicita Hoksida (Chico Soldado) representante para el Gobierno de la Nación Sioux Mdewakanton Dakota.
Akita Hoksida renunció a su ciudadanía estadounidense, tiró su pasaporte, su tarjeta del seguro social y todas las identificaciones federales. Tiene sus propios documentos de identidad, su carnet de conducir, y lleva una copia certificada de la biblioteca del congreso, “que vale sólo 10 dólares”, de los tratados de Laramie que reconocen la soberanía de su pueblo en el territorio de la reserva, por lo que el gobierno federal le tiene que dejar regresar a su tierra y no tiene jurisdicción sobre él incluso si es acusado de un delito.
“¿Quiénes son ellos para darnos sus documentos?”, dispara en un inglés vertiginoso Akicita Hoksida. “No necesitamos que nos reconozcan, pero nos tienen que reconocer. Este cuerno es nuestro gobierno. Oceti Sacowin es un país soberano. Tenemos que actuar como que lo es, para que nos reconozcan formalmente. Un paso importante es tener nuestros propios documentos”.
El jefe lakota lo tiene todo muy claro, cita leyes y tratados como si los conociera de memoria. Está lejos de ser aquel indígena ingenuo del que tanto se aprovechó el hombre blanco durante siglos. Habla con seguridad de demandas, entre ellas una millonaria por el uso del nombre Dakota sin que se les pidiera permiso, tanto el gobierno federal como los negocios locales de los hombres blancos.
Tienen numerosas demandas millonarias planificadas, pero necesitan mucho dinero para presentarlas y sostenerlas. “Nos han robado mucho”. Por ejemplo, el petróleo que se transportará por el oleoducto, que va a pasar por sus tierras, sin permiso indígena, poniendo en riesgo sus recursos de agua, pero que tampoco va a pagar peaje.
Explica que las reservas indígenas deben regresar a gobernarse como lo hacían tradicionalmente, no como les obligó a organizarse el gobierno de EEUU, que les impuso una “estructura corporativa”, donde la familia del jefe se queda con todo, que promociona la corrupción. Las reservas de todo EEUU son territorios paupérrimos con jefes riquísimos.
“Los valores, las
filosofías cambiaron”.
Esa estructura corporativa facilita al gobierno y las grandes empresas comprar, adquirir, expropiar, exprimir tierras y agotar recursos de las reservas de tal forma que sólo se benefician los jefes corruptos, corrompidos fácilmente por adaptarse a las formas empresariales capitalistas del hombre blanco. La organización tradicional de las tribus no explotaba las tierras hasta agotarlas, como hacen las corporaciones, pero las leyes sobre las reservas obligan a explotar las tierras “al modo blanco, que lo agota todo”.
El jefe nativo menciona a Karl Marx sin temor a que ser acusado de comunista estalinista. Los suyos vivían en un nivel superior a la dictadura del proletariado antes de que Marx y el capitalismo nacieran. Asegura que el avanzado sistema educativo que Finlandia ha implantado los últimos 12 años para convertirse en el mejor del mundo es una copia exacta de cómo educaban los nativos americanos a sus hijos antes de que llegara el hombre blanco a las Américas. Sin embargo, el actual sistema educativo de EEUU “es un mecanismo para que los niños acaben en prisión, porque las prisiones son entidades para ganar dinero”.
“Los indios podemos salvar a toda América de la especulación financiera”, defiende el jefe Chico Soldado, que tiene claro que el arma de los indígenas ahora es la palabra.
“Les perdonamos todo lo que han hecho, vamos a tratarnos como amigos y aliados, vamos a negociar, pero como iguales, como soberanos, que no vengan a negociar a tratar de aprovecharse como siempre del indio tonto”.