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Mercedes Sosa Sus Mejores Exitos - Mercedes Sosa 30 Grandes Éxitos
Mercedes Sosa Sus Mejores Exitos - Mercedes Sosa 30 Grandes Éxitos
Música en este vídeo
Canción: Balderrama
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
Con licencia cedida a YouTube por
UMG (en nombre de Wrasse Records); UNIAO BRASILEIRA DE EDITORAS DE MUSICA - UBEM, Rumblefish (Publishing), SODRAC, LatinAutor, Warner Chappell y 13 sociedades de derechos musicales
Canción: La Pomena
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
Compositores
Manuel Castilla, Gustavo "Cuchi" Leguizamón
Con licencia cedida a YouTube por
UMG (en nombre de Wrasse Records); UNIAO BRASILEIRA DE EDITORAS DE MUSICA - UBEM, Rumblefish (Publishing), Warner Chappell, LatinAutor, LatinAutor - Warner Chappell y 4 sociedades de derechos musicales
Canción: Criollita Santiagueña (Album Version)
Artista: Mercedes Sosa
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Canción: Zamba Para No Morir (Zamba)
Artista Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
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Canción: Luna Tucumana
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
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Canción: Bajo El Sauce Solo
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: Al Despertar
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Canción: Zamba De Lozano (Album Version)
Artista: Mercedes Sosa
Compositores
Gustavo "Cuchi" Leguizamón, Manuel Castilla
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Canción: Maturana (Album Version)
Artista: Mercedes Sosa
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Canción: Zamba Por Vos
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
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Canción: Zamba A Monteros
Artista: Mercedes Sosa
Álbum: La Negra - The Definitive Collection
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Redes caníbales
www.rebeliondigital.org
/ 060819
Caníbal es todo aquel que devora a individuos de su misma especie. Para hacerlo, necesita dominar a la presa, tornarla indefensa, entonces tratar de devorarla. Ese es el rostro alarmante de las redes digitales, tan útiles para facilitar nuestra intercomunicación. Al igual que los vehículos –aviones, autos, motos– que resultan útiles para movilizarnos más rápidamente y, sin embargo, son utilizados para llevar a cabo actos terroristas como el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, las redes digitales tienen su lado sombrío.
Si no sabemos usarlas adecuadamente,
devoran nuestro tiempo, nuestro humor, nuestra civilidad. De ahí mi resistencia
a llamarlas redes sociales. La sociabilidad no siempre supera a la hostilidad.
Incluso devoran nuestro sueño, pues hay quienes ya no logran desconectar el
Smartphone a la hora de dormir. Devoran también nuestra capacidad de
discernimiento, en la medida en que nos tribalizan y nos confinan a una única
visión del mundo, sin apertura a lo contradictorio ni tolerancia para quien
adopta otra óptica.
La medicina ya está atenta a una nueva
enfermedad: la nomofobia. El término
surgió en Inglaterra, derivado de no-mobile, esto es, privado del aparato de
comunicación móvil. En síntesis, es el miedo a quedarse sin celular. Es la
enfermedad adictiva más reciente, que estudian actualmente los terapeutas.
Hay quien permanece horas en las redes,
naufragando más que navegando. El rostro caníbal del celular devora también
nuestro protagonismo. Es el celular el que, mediante sus múltiples herramientas
y aplicaciones, decide el rumbo de nuestras vidas. El diluvio de informaciones
que cae una y otra vez sobre cada uno de nosotros, casi todas
descontextualizadas, nos conduce ineluctablemente al territorio de la
posverdad. Tocan nuestra emoción y, vertiginosas, neutralizan vuestra razón. No
hay dudas de que la mayoría de nosotros es incapaz de ofender gratuitamente a
un desconocido en la panadería de la esquina. Pero en las redes muchos endosan
difamaciones, acusaciones sin fundamento y calumnias: ¡Las famosas fake news!
Hace más de 70 años, mi cofrade Dominique
Duberle escribió a propósito de la cibernética: «Podemos soñar con un tiempo en
el que una máquina de gobernar supla la hoy evidente insuficiencia de las
mentes y los instrumentos habituales de la política» (Le Monde, 28 de diciembre
de 1948).
El Leviatán cibernético previsto por el
fraile dominico francés hoy tiene un nombre: Google, Facebook, WhatsApp, etc.
Esas corporaciones devoran todos nuestros datos para que los algoritmos los
transmitan a las herramientas incapaces de vernos como ciudadanos. Para ellas,
somos meros consumidores. Es la era del Big Data.
Las redes digitales devoran incluso la
realidad en la que nos encontramos insertados. Nos desplazan hacia la
virtualidad y activan en nosotros sentimientos nocivos de odio y venganza. El
príncipe encantado se transforma en monstruo. Los valores humanitarios se
destejen, la ética se disuelve, la buena educación se descarta. Lo que importa
ahora, con esta arma electrónica en las manos, es trabar la batalla del «bien»
contra el «mal». Eliminar con un clic a los enemigos virtuales después de
crucificarlos con injurias que se multiplican mediante el hipervínculo, el
video, la imagen, el sitio web, la etiqueta, o simplemente una palabra o una
frase.
He ahí lo que pretende cada emisor: lograr
que lo que posteó se haga viral. El adjetivo se deriva de virus, un sustantivo
empleado en la biología que proviene del latín y significa «veneno» o «toxina».
¡Se crea así la pandemia virtual! Es necesario leer rápido este correo o zapp,
porque aguardan por mí otros tantos. Y de ser el caso, responder con un texto
conciso, aunque vulnere todas las reglas de la gramática y la sintaxis. Según
la investigadora Maryanne Wolf, accedemos diariamente como promedio a 34
gigabytes de información, lo que equivale a un libro de cien mil palabras. Sin
tiempo suficiente para la absorción y la reflexión.
Corremos el riesgo de dar un paso atrás en
el proceso civilizatorio. A menos que las familias y las escuelas adopten algo
similar a lo que acompañó el advenimiento del automóvil, cuando se percibió la
necesidad de crear autoescuelas para educar a los conductores. El celular está
exigiendo también una pedagogía adecuada para su buen uso.
Bolsonaro y la irrupción del fascismo escatológico
www.alainet.org / 16/08/2019
Solo me cabe certificarlo, Brasil es
gobernado por un individuo ignorante y vulgar. Nada de la complejidad de la
vida y de las problemáticas que enfrenta el mundo y su país es del interés del
actual presidente del país. Cada vez queda más claro que Bolsonaro todavía no
supera su etapa anal, pues son ya varios los episodios en que utiliza recursos
escatológicos para referirse a los problemas de la nación. Hace una semana,
cuando fue indagado sobre la posible relación contradictoria entre crecimiento
y medioambiente, el gobernante no encontró nada mejor que decir que para cuidar
del medioambiente “hay que hacer caca un día sí y otro día no” (sic). Días
después señaló que la “caca petrificada de indígenas consigue parar el
licenciamiento de obras”. En su última manifestación en Piauí inaugurando una
escuela insistió en su escatología: “Vamos a acabar con la caca en Brasil”,
refiriéndose a los comunistas.
El psicoanalista y académico de la
Universidad de Sao Paulo, Christian Dunker, entrega una explicación instigante
para este fenómeno: “El discurso moral, cuando se exprime psicoanalíticamente,
frecuentemente termina en la mierda, en la bosta, exactamente lo que el
presidente está practicando”.
Si Bolsonaro solo se dedicara a proferir
sus necedades y abrir su cloaca verbal hasta podría ser un personaje
inconveniente e irrelevante. El problema es que su gobierno se encuentra
desmontando todas las políticas públicas que aseguraban un nivel mínimo de
convivencia y aspiraciones de desarrollo entre la población. Y en todos los
ámbitos.
Solo por mencionar el impacto de sus políticas
sobre la acelerada desforestación del territorio amazónico, los datos
recopilados en este primer semestre por organismos especializados como el
Instituto de Pesquisa Espaciales (INPE) han demostrado que dicho proceso ha
aumentado casi en un 90% en el presente año. Además de desconocer los datos
entregados por el INPE, el ejecutivo no encontró nada mejor para impugnar las
conclusiones de esta institución que remover a su director.
La postura radical de Bolsonaro contra los
temas medioambientales lo ubica como un líder de la ultraderecha en esta
cuestión, desconociendo tratados internacionales y provocando el corte de
financiamiento en proyectos para esa región de países como Alemania o Noruega,
que hasta ahora apoyaban el Fondo Amazonia. Su desafecto con los países
europeos que dejaron de apoyar este Fondo, también se ha extendido hacia
Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que se perfilan como favoritos para
ganar las próximas elecciones en Argentina, diciendo que “Bandidos de izquierda
empezaron a volver al poder”.
A pesar de que se han escrito millares de
páginas sobre este tema, no deja de resonar la pregunta sobre las razones que
llevaron al electorado brasileño a elegir un candidato tan escaso de cualidades
para ejercer un cargo de esa magnitud. Como entregar los destinos de la nación
a un personaje tan nefasto y perverso. Puede ser el malestar acumulado contra
los gobiernos del PT, la corrupción desatada en la última década, la creciente
criminalidad y la inseguridad cotidiana, la manipulación efectuada en las redes
sociales, la expectativa de cambios fuera de la estructura política
tradicional, el hartazgo generalizado, la apatía republicana y un largo
etcétera.
¿Y qué pasó con la valorización de la
democracia, conquistada con tanto esfuerzo después de 21 años de dictadura? ¿Cómo
la ciudadanía le dio carta blanca a este grupo de apologistas de la tortura y
el asesinato, reaccionarios delirantes, económicamente ultraliberales y
fundamentalistas religiosos? ¿Cómo se puede soportar el retroceso cultural y
social que quiere imponer ese grupo de descalificados, paranoicos y
terraplanistas que niegan el cambio climático y la globalización?
Hace un par de años Yascha Mounk y Roberto
Foa pusieron las alarmas sobre lo que denominaron como el proceso de
“desconsolidación” democrática que comenzaba a campear por el mundo. Este
desapego o desinterés por las formas de regímenes democráticos se puede
atribuir al hecho de que las personas han aumentado sus expectativas sobre este
sistema de gobierno, expectativas que no se cumplirían actualmente.
En efecto, lo que la democracia
proporcionaría en términos de estabilidad, inclusión, mejoras en la calidad de
vida de las personas ya no se está consumando. En función de ello, los
ciudadanos han ido perdiendo su aprecio y apoyo por la democracia. Para estos
autores, los gobiernos de baja calidad colocan en riesgo la democracia y van
minando su legitimidad. Especialmente propicios para la inclinación hacia
gobiernos autoritarios son aquellos escenarios en los que está ausente un
sistema de seguridad pública y la falta de confianza en que las formas
democráticas puedan resolver los problemas de inseguridad y acceso a los
servicios básicos de las personas.
Parece que Brasil todavía no ha tomado
plena conciencia sobre los riesgos que representa la inauguración de este ciclo
perverso en que la ultraderecha de la mano de las fuerzas armadas ha ido
asumiendo el control sobre la nación. Ello sin duda plantea un peligroso
precedente para que otras derechas en otros países aspiren a contar con el
concurso de los militares para imponer una dictadura definitiva e irreversible.
Hasta ahora las democracias de la región
han mantenido una relación ambigua con el autoritarismo y su versión fascista,
aunque si el autoritarismo sigue tomando la iniciativa en plantearse como
alternativa frente al malestar y la inseguridad que experimentan los
ciudadanos, no pasará mucho tiempo para que fantasma del fascismo se apodere de
nuestros países y nos lleve de regreso a un periodo de tinieblas.
En otro artículo señalábamos que para
Umberto Eco siempre existirá la amenaza de restauración de un ur-fascismo o
fascismo eterno. El ur-fascismo crece y busca el consenso explotando y
exacerbando el miedo a la diferencia, a los otros. El primer llamamiento de un
movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos. El
ur-fascismo es, pues, racista por definición. Pero él también se nutre del
culto a la tradición y el rechazo a lo moderno, en la misoginia y la homofobia,
en el odio a los extranjeros, en el desprecio a los pobres. Por eso, el
fascismo escatológico de Bolsonaro no se distingue fundamentalmente de estas
claves apuntadas por Eco. Al contrario, este tipo de fascismo libera la
excrecencia que llevamos dentro, se nutre de los despojos corporales, se
complace en exponer los residuos del espíritu humano, los códigos nauseabundos
de nuestras vísceras y nuestros prejuicios. El fascismo es escatológico por
antonomasia y quizás la gran apuesta de futuro consiste en desterrarlo definitivamente
de la convivencia humana a través del simple imperio de la democracia, la
tolerancia y la fraternidad.
-Fernando de la Cuadra es doctor en
Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.
Por qué la masculinidad se transforma en violencia
www.rebelion.org / 140819
Rita Segato es una antropóloga argentina que trabaja en el campo del feminismo y que ha producido material esclarecedor sobre la ideología del macho y la mentalidad de los violadores. Esto último como resultado de un extenso trabajo de investigación que realizó en la Penitenciaría de Brasilia.
En 2017 se jubiló como profesora en la Universidad de Brasilia y como investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones de Brasil. Está en Córdoba invitada por el Centro de Intercambio y Servicios para el Cono Sur Argentina (Ciscsa), para participar del Seminario-Taller “Mujeres y Ciudad: (In) Justicias Territoriales”, que se desarrolló marzo 2017 en la Ciudad Universitaria.
–¿Cómo es la ideología del macho?
–Aquello que hace pensar al hombre que, si él no puede
demostrar su virilidad, no es persona. Está tan comprometida la
humanidad del sujeto masculino por su virilidad, que no se ve pudiendo ser
persona digna de respeto, si no tiene el atributo de algún tipo de potencia.
–¿Cuáles son esas potencias masculinas?
–No sólo la sexual, que es la menos importante, también
la potencia bélica, de fuerza física, económica, intelectual, moral, política.
Todo esto está siendo concentrado por un grupo muy pequeño de personas y hoy el
hombre es una víctima también del mandato de masculinidad.
–¿Cómo se relaciona esto con la violencia hacia las mujeres y el aumento de feminicidios?
–¿Cómo se relaciona esto con la violencia hacia las mujeres y el aumento de feminicidios?
–En el brote de violencia que
tenemos (en Argentina, el mes de abril ha sido tremendo) la primera víctima son
los propios hombres, pero no lo saben porque no consiguen verse o colocarse
como víctima, porque sería su muerte viril. Lo que llamo mandato de masculinidad, es el mandato de
tener que demostrarse hombre y no poder hacerlo por no tener los medios.
El paquete de potencias que les permite mostrarse viriles ante la sociedad
lleva a la desesperación a los hombres, que son victimizados por ese mandato y
por la situación de falta absoluta de poder y de autoridad a que los somete la
golpiza económica que están sufriendo, una golpiza de no poder ser por no poder
tener.
–¿Dónde se restaura la potencia?
-En la violencia contra las mujeres. Es un
problema de toda la sociedad, no sólo de las mujeres. No hay espacios donde se
pueda pensar cómo se podría restaurar de otra manera la autoridad, la potencia,
la moralidad, la soberanía de las personas –muy fundamentalmente la de los
hombres– frente a la golpiza económica. La situación es tan inestable, tan
azarosa, que hay que ser alguien con gran riqueza, con grandes medios para no
percibir esa precariedad de la existencia. Y la precariedad de la existencia lleva a la violencia.
–Una forma masculina de restaurar esa potencia es la violencia contra las mujeres, pero hay otras, se ve en las canchas de fútbol
–Una forma masculina de restaurar esa potencia es la violencia contra las mujeres, pero hay otras, se ve en las canchas de fútbol
–Sí, el hecho de tirar por la
borda a un hombre en un estadio, es violencia de género en el sentido de
violencia viril y no pasó sólo en Argentina, en Perú hubo un caso igual. Cuando
se ve esa regularidad de los síntomas, es que hay un mal instalado en la
sociedad. Lo llamo violencia de género porque tiene que ver con el mandato de
masculinidad, que es un mandato de violencia.
–¿Cómo es la ideología feminista?
–Es aprender a respetar lo que nos enseñaron a no respetar.
O sea, aprender a ver en la otra mujer un sujeto moral sin que tenga que
demostrar que lo es. Nosotras, cada día que salimos a la vida, a la calle, que
salimos a circular bajo la mirada del otro, tenemos que hacer un esfuerzo
cotidiano por demostrarnos ante el mundo como sujetos morales. Nuestra
moralidad es siempre, siempre, sospechada.
–¿Cuál es la sospecha?
–¿Cuál es la sospecha?
–La sospecha es que somos sujetos inmorales.
Nosotras lo hacemos de forma automática: cuando nos miramos al espejo y
pensamos si nos ponemos una blusa ajustada o suelta, a eso lo hacemos de manera
indolora e incolora porque no nos damos cuenta de todos los cálculos que
realizamos todos los días sobre cómo nos vamos presentar bajo la mirada del
otro, para que el otro nos vea como sujetos morales. En cambio, el hombre lo
hace para ser visto como sujeto potente y esa es una gran diferencia.
–¿Qué es ser una mujer?
–Ser una mujer común y normal, es ser una mujer que es
consciente de todo lo que la constriñe, porque esos automatismos no son
conscientes. Las feministas tienen una visión política de este constreñimiento
y quieren deshacerlo, quieren liberar a las más jóvenes. Muchas de las fotos de
víctimas de violación y femicidio representan la feminidad y esto es percibido
como un desacato por el sujeto que necesita probar su potencia. Por eso digo,
después de años de entrevistar a violadores en la Penitenciaría de Brasilia,
que el violador es un
moralizador: es alguien que percibe en la joven libre un desacato a su
obligación de mostrar capacidad y control. Ahí está el nudo de la cosa.
Ese nudo debe ser deshecho y esto tiene que suceder en la sociedad, con el
trabajo de hablar, de conversar, de entender lo que nos está pasando. No puede
ser solamente trabajado en el campo jurídico y mucho menos con jueces que no
tienen la menor noción.
El cerebro violador
Conclusiones de Rita Segato
luego de trabajar con violadores en Brasil.
- La violación es un acto de moralización: el
violador siente y afirma que está castigando a la mujer por algún
comportamiento que él entiende como un desvío, un desacato a una ley
patriarcal.
- El violador no está solo, está en un proceso de diálogo con sus modelos de masculinidad, está demostrando algo a alguien que es otro hombre y al mundo a través de ese alguien.
- El problema no es un violador como un ser anómalo. En él irrumpen determinados valores que están en toda la sociedad.
- El violador es el sujeto más vulnerable, más castrado de todos, el que se rinde a un mandato de masculinidad que le exige un gesto extremo, un gesto aniquilador de otro ser para sentirse hombre.
Espacio público opresor
Rita Segato entiende que “la
calle es entrar en el espacio de la mirada del otro sobre mí, es ofrecerse a la
mirada pública. Desde que somos chicas hay una incomodidad en ese espacio, el
hombre se ve presionado a violar con la mirada, con piropos incómodos”.
“A las mujeres nos oprimen en el espacio público, siempre fue y es así. Lo que pasa ahora con este brote de femicidios, es que eso se ha transformado en un peligro de muerte. Es un proceso que fue creciendo gradualmente, las condiciones fueron dadas para esa escalada que transformó una incomodidad de la vida de las mujeres en peligro de muerte”, explica.
Propone que “hay que reducir el caldo de cultivo, revisar lo cotidiano, se tiene que combatir con un diálogo abierto en la sociedad, en todos los espacios, no solamente en las escuelas”.
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