Tatiana Coll *
www.jornada.unam.mx/111216
En días pasados los
medios, sobre todo la televisión y la radio comerciales, desplegaron una
intensa campaña de mentiras y denostaciones sobre la revolución cubana y Fidel
Castro, que reflejaron puntualmente el pensamiento del sector más conservador
de los grupos de Miami y Estados Unidos. Su matraqueo descalificador se hacía
más desesperado en la medida en que sus corresponsales mostraban un pueblo
entero abierto a opiniones diferentes que emitieron, unido, movilizado,
consciente y estrechamente vinculado al legado de Fidel.
Frecuentemente los medios,
los analistas especializados, los think
tanks, junto con la reciclada ex izquierda convocada a esos debates, se
equivocan en sus afirmaciones. Sus inflexibles prejuicios los cercan
inevitablemente y no alcanzan a ver la realidad.
1.- Desde 1991, con la desaparición
de la URSS, todos han vaticinado la caída del régimen castrista, un mero
satélite soviético. Todos apostaron irresponsablemente al doble bloqueo, sin
importarles los costos humanos y sociales que implicaba. Los economistas
sentenciaron: es culpa de los cubanos, que dependen 85 por ciento del comercio
con el campo socialista (¿dirán lo mismo hoy de México y Estados Unidos?). Pues el régimen no cayó.
Demostró en medio de la mayor arbitrariedad (la aplicación de leyes
extraterritoriales) y brutalidad que no sólo no era satélite, sino en plena
crisis mantuvo la educación, la salud, el empleo y la integridad de sus
instituciones, como el Poder Popular, a diferencia de los gobiernos
capitalistas.
2.- Es una dictadura. En
México se ha afianzado entre investigadores-opinadores que Benito Juárez fue un
dictador, mientras Porfirio Díaz el motor del desarrollo contemporáneo. Con
estas concepciones miran también a Cuba. Soslayan las guerras sucias de ayer y
de hoy, los desaparecidos de ayer y de hoy, perfectamente documentados en el
mundo. No hay democracia,
dicen. No se toman
la molestia de investigar el sistema electoral, que descansa en
candidaturas ciudadanas, nominadas directamente por los cubanos en cada cuadra.
Una doble vuelta electoral para que los representantes del Poder Popular sean
elegidos con mayoría de votos. Una Asamblea Nacional que designa al Consejo de
Estado, no sólo al primer ministro, como en Europa. Representantes que tienen la obligación de rendir
cuentas y pueden ser destituidos. Sin partidos corruptos que saquean el presupuesto,
tampoco hay un movimiento Black Lives
Matter ni grupos de madres buscando a sus hijos.
3.- No hay libertad de expresión.
Cualquiera que viaje a Cuba verá que el cubano critica todo en todas partes,
debate en la guagua, opina en las esquinas. Seguramente por eso
mismo la inteligencia estadunidense pensó que podría instigar una disidencia
activa, pero fracasó. Los cubanos critican, pero al mismo tiempo se movilizan
masivamente en defensa de la revolución, que les garantiza sus derechos.
Paradoja: dicen que no hay
libertad de prensa, y no hay pueblo latinoamericano tan informado y documentado.
4.- Castro impulsó solamente las
guerrillas y la acción armada. En 1963, Fidel apoyó a Cheddi Jagan,
electo primer ministro en Guyana y sometido a un violento proceso de
desestabilización. Lo mismo con Juan Bosch, derrocado mediante una intervención
norteamericana; Michael Manley, en Jamaica; Arosamena Monroy, en Ecuador; Joao
Goulart, en Brasil. Por supuesto, Salvador Allende y los gobiernos
progresistas, antineoliberales contemporáneos. Sólo los que piensan como Reagan pueden sostener que es
un Estado terrorista.
5.- La revolución fracasó.
Sólo hay jineteras y traficantes, repitieron en la prensa. Prostitución hay en
las lujosas vitrinas de Ámsterdam, en Washington, etcétera. Nuestras
sexoservidoras se organizan desesperadas demandando acceso a la salud. En Cuba
también hay, pero lo que sí no hay es trata de mujeres y niños, miles de
feminicidios impunes, fosas comunes por todos lados, picaderos de drogas,
corrupción sin límites, como en nuestro capitalismo pujante. Lo que sí hay es una mortalidad
infantil cuatro veces menor que en México, el primer lugar en la prueba
LLCE para Latinoamérica de la Unesco para estudiantes de educación básica, el reconocimiento de la OMS al país
que mayor apoyo envió (760 médicos) contra el ébola. Hay 40 mil
investigadores y medicamentos nuevos, como el Eberprot; vacuna contra el cáncer de pulmón,
sobresalientes deportistas, y la Escuela Latinoamericana de Medicina, que ha graduado a cerca de 30 mil
estudiantes.
6.- No ha habido ningún cambio.
Gabriel García Márquez afirmó que el mayor crítico de la revolución era el propio Fidel. En el
discurso del 26 de julio de 1970 están las críticas más incisivas y reales. A
partir de esos y muchos otros planteamientos se han producido en Cuba sustanciales cambios. Los
más conocidos son: en 1963, introducción del sistema de financiamiento
presupuestario del Ché; en 70-75, el cálculo económico y el poder Popular; en
1985, proceso de rectificación; de 91 a 2000, el periodo especial introdujo
cambios sustanciales; en 2000 se inició la batalla de las ideas y rediseño de
las políticas económicas; en 2011 se aprobaron los nuevos lineamientos para el
desarrollo. La definición anti-esquemática de revolución, acuñada por Fidel en
2000, señala precisamente que revolución es cambiar todo lo que hay que cambiar.
7.- Con Fidel se acaba el siglo XX,
el de las revoluciones, dijo Hobsbawm. Un intento desesperado más por reeditar
el fin de la historia fukuyamesco, el fin de la lucha de clases, el fin de la
lucha anticapitalista. La
mayor equivocación es creer que el legado de Fidel muere con él.
* Investigadora de la UPN