Sergio Araúz
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290917
Nayib Bukele, como
muchos de sus amigos de infancia, cabía en la Arena que gobernó el país por 20
años y que ganó el voto de esa generación de jóvenes que rebalsaron la zona
rosa en la postguerra: aquellos que no salieron de la burbuja y empezaron a
votar a finales de los 90, aquellos graduados de los elitistas colegios
bilingües. Pero se metió al FMLN porque su padre era amigo de Schafik Hándal,
único comandante de la exguerrilla que murió antes de que el resto de la
histórica comandancia apostara sus principios en varias partidas de póquer. Hay
otra forma de decirlo: murió antes de la mutación que sufre un partido al
llegar al poder, antes de 2009.
En 1999, Nayib
Bukele le prestó un millón de colones al FMLN que potenciaba la figura de
Héctor Silva en las elecciones de 2000, las primeras con sabor a victoria. Ese
millón de colones de aquella época se los había prestado su padre y sirvieron
para financiar una agencia de publicidad que trabajó por años con el partido de
izquierdas.
Este contexto es
necesario para entender el partido al que le apostó el político más popular del
país en 2017, esto último suena a lisonja, pero es la verdad y todas las
encuestas lo dicen. La idea del FMLN de antes y después de la muerte de
Schafik Hándal es importante para entender en qué se ha transformado y por qué
cupo en ese partido Nayib Bukele.
Conocí a Hándal en
los últimos cinco años de su vida. Su necedad y densidad intelectual lo
hubieran hecho rechazar cualquier ascenso de Bukele. Pensaba que el partido no
tenía que servir de escalera para proyectos personales. Cuando hablo de necedad
y densidad intelectual hablo de cualidades que hacen falta en estos tiempos en
los que la clase política salvadoreña pesca votos con huecas frases bíblicas.
Para aquellos
lectores que crean que este texto va de defender a Bukele, les adelantó lo
siguiente: Yo creo, deberé sustentarlo en otro artículo, que el político más
popular de El Salvador dejó buenas obras en Nuevo Cuscatlán y -sí logra
terminar su proyecto de recuperación del centro histórico- terminaría su
carrera política con una gran herencia para los capitalinos.
Después de este
matiz, viene lo que considero el talón de aquiles, la razón por la que por hoy
no votaría por Nayib Bukele como presidente. Sobra decir que juntar el
nombre de Nayib y la bandera del FMLN ya es una quimera. Lo que
muchos saben y han destacado en contra de Bukele también lo suscribo: tiene un
proyecto personal y no es colectivo, tiene una personalidad explosiva que lo
hace tomar decisiones erráticas (la palabra es a propósito) y considero
que la musculatura que tiene como el rey de las redes sociales la ha usado como
matón. Creo que su (in) tolerancia a la crítica -principalmente a la
crítica de la prensa- es un déficit. Bukele no ha dado muestras, en este
sentido, de tener el talante democrático que tanto urge en estos tiempos en que
está de moda la prepotencia y el ataque al mensajero.
¿Por qué no cabe
en el FMLN? El FMLN de Schafik Hándal no es el mismo que ganó la presidencia
del país. El FMLN que ganó la presidencia llegó al poder con un candidato
que usó el partido como escalera, tal como lo previó Hándal en una
entrevista realizada meses antes de su muerte. El programa electoral de
Mauricio Funes era muy parecido al programa de Arena. La diferencia más
drástica entre ambas opciones es que Funes prometió esperanza, esa misma que
mató a patadas un año después de ganar.
¿Pero por qué digo
que Nayib Bukele cabe en cualquier partido de este espectro político? Porque
desde 2009, la distancia del ideario programático del FMLN y de Arena es
mínima. La distancia es en símbolos y barras, tal cual equipos de fútbol
que no tienen ningún problema en comprarse jugadores entre sí.
Sí, es una idea
temeraria, pero hay formas de probarlo. Basta leer algunas promesas del
programa de gobierno del FMLN de 2004, cuando Hándal fue el candidato. Prometía
que renegociaría la deuda pública externa, para plazos más largos; buscaría
intereses inferiores y posibles condonaciones; suprimiría el IVA a
la Canasta Básica y medicinas; establecería un IVA mayor a las mercancías y
servicios suntuarios y un combate severo y sin tregua a la corrupción.
La promesa
fundamental de 2004 era concertar una reforma fiscal con una premisa básica de fondo:
que paguen más lo que ganan más y que paguen menos los de menos ingresos. Las
promesas eran aterrizadas y entendibles, no un discurso vacío de autoayuda y
superación con el que quieren pescar votos TODOS los políticos de hoy.
Yo creo que la
mayoría de comandantes perdió sus principios en diferentes partidas de póquer.
La idea de la partida de póquer es prestada de una frase del mítico reportero
de guerra Jon Lee Anderson. Las partidas de póquer que ha perdido “el
colectivo” de gente que manda en el gobierno y en el partido de gobierno son
varias: el FMLN de hoy oculta sus
formas de financiamiento, lucha por medidas que facilitan las corrupción -votó
por ablandar
la ley de extinción de dominio; promueve
candidatos a puestos de segundo grado vinculados a partidos
similares al PCN de Arena -corruptos-; empuja por retrocesos en la ley de
acceso a la información y ha llegado a negociar con
las pandillas para beneficiarse con votos. El FMLN de estos tiempos uso paraísos
fiscales para evitar el pago de impuestos; existen investigaciones
de enriquecimiento ilícito de algunos de sus funcionarios y los blinda
en lugar de investigarlos.
Nayib Bukele es
tan popular porque ha sabido posicionar mensajes que lo distancian del partido
descrito en el párrafo anterior. Consiguió surfear una ola imposible de
surfear. Es un millenial millonario que conquistó el voto con un discurso
antipartidos desde uno de los dos partidos que criticó.
¿Pero, el alcalde
estrella del FMLN está por renunciar a su partido o será expulsado? Son dos
opciones probables, probable significa que es verosímil o que se funda en razón
prudente. Posible es que puede ser o suceder. En este caso hay una razón
prudente para decir que el alcalde de San Salvador y FMLN han abierto desde
hace rato un círculo de venganzas que crece y crece. Será expulsado tras una
serie de ataques de baja intensidad que ya inició su
jefe municipal.