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Antonio Lucio Vivaldi 12 Concertos for Violin & Oboe, Op. 7
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Oboe No.1 in B flat major, Op.7, RV465
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for violin, strings & bc No.2 in C major, RV188
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.3 in G minor, Op.7, RV326
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.4 in A minor, Op.7, RV354
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.5 in F major, Op.7, RV285a
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Oboe No.6 in B flat major, Op.7, RV374
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Oboe No.7 in B flat minor, Op.7, RV464
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.8 in G major, Op.7, RV299
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.9 in B flat major, Op.7, RV373
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.10 in F major, Op.7, RV294a
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.11 in D major, Op.7, RV208a
Antonio Lucio Vivaldi (1678-1741) Concerto for Violin No.12 in D major, Op.7, RV214
Las tres crisis de Iraq (I): el pueblo contra kakistocracia
Nazanín Armanian
www.publico.es / 081119
Desde el uno de octubre, el Iraq pos Saddam
Husein está viviendo unas protestas sin precedentes y más
sangrientas, que empezaron en la ciudad proletaria de Basora, corazón de la
industria petrolera del país. Han alcanzado las principales ciudades del
estado, salvo a las zonas sunnitas, cuya población teme ser acusada por el
gobierno chiita de Adil Abdul-Mahdi de simpatizar con el ISIS (grupo terrorista
que sembró terror en todo el país), y la Región Autónoma Kurda que también tuvo
sus grandes
protestas en 2015 contra la corrupción y las políticas económicas de
los clanes gobernantes.
Las autoridades ignoraron el aviso del año
pasado de los vecinos de Basora, cuando a miles ocuparon las calles en protesta
por los deficientes servicios públicos: cerca de 18,000 personas habían sido
intoxicadas por beber agua “potable” de sus grifos. Ahora a ellos se les han
unido las mujeres y los hombres desempleados con títulos universitarios,
cientos de miles que sufren cortes de electricidad unas 10 horas diarias, o los
que viven en chabolas mientras pisan un océano subterráneo de oro negro.
El régimen sectario-teocrático,
neoliberal, autoritario y corrupto de Bagdad (nombre persa que paradójicamente
significa Jardín de Justicia), la expresión viva de la kakistocracia «el gobierno de los peores», incapaz de entender que
la ciudadanía no solo puede, sino debe cuestionar sus políticas, acusa a los
indignados, que le han despertado de su plácido sueño, estar al servicio de los
países extranjeros, justo lo que es él: “Piensa el ladrón que todos son de su
condición”. Ahora que la vía “electoral” de producir cambios no ha funcionado,
el pueblo ha decidido tomar las calles. El problema es que con políticos sin
preparación “mental” y experiencia real para manejar un estallido social de
este calibre, será difícil evitar una mayor represión evitando una guerra civil
que involucre a decenas de milicias armadas y las fuerzas militares de otros
países en su suelo.
La dureza de la represión, que ha dejado
al menos 250 manifestantes muertos, 8,000 heridos y cientos de arrestados, no
solo muestra la naturaleza de la élite gobernante y su disposición a conducir
el país hacia el caos. De paso, ha impuesto el estado de sitio en varias
ciudades, y ha cortado el internet, ignorando que las revoluciones: 1) tienen
sus leyes (como la «opresión + explotación = rebelión») y 2) que, en su mayoría
absoluta, han sucedido antes de que naciera el WhatsApp.
Los organizadores de las protestas, al
parecer, son un grupo de profesores y estudiantes universitarios, sin
afiliación a los partidos políticos y organizados en «Comités de Coordinación»,
que lanzaron el hashtag #Nazel akhod Haki («Protestando por mis derechos»)
llamando a los ciudadanos a reclamar “Pan, trabajo, libertad y transparencia”,
exigiendo reformas al gobierno, escondido en la “Zona Verde” fortificada de la capital,
cuyo acceso está prohibido a los ciudadanos. La ausencia de un liderazgo
convencional en las manifestaciones, al principio confundió hasta al Partido
Comunista que tardó en respaldarlas. Si bien es cierto que las redes sociales
pueden encender la mecha de una frustración e ira acumuladas, movilizando a las
masas de forma espontánea, también es cierto que sin una organización dirigida
por las fuerzas progresistas es imposible que consiga sus objetivos. (no siempre es así)
A pesar de que unas potencias regionales y
mundiales intenten atizar el fuego de las protestas para “acabar con la
influencia de Irán”, y otras contenerlas para salvar el actual sistema de corte
medieval inviable, lo que sucede en Iraq es lo mismo que está teniendo lugar en
Ecuador, Chile, Egipto, Sudán, Argelia o el Líbano: rebelión popular contra la
corrupción, las medidas de austeridad, y un mayor atraco al bolsillo de los
ciudadanos más empobrecidos por los poderes.
Los
motivos de las protestas
+ La frustración social por un sistema
político sectario, en el que los ciudadanos se dividen, no por su clase social,
sino por su fe religiosa, y el poder se divide en proporción del número de los
creyentes de cada comunidad. Así, en detrimento de los partidos políticos, los
grupos religiosos han ocupado el espacio político-social, se han apoderado de
los recursos naturales, sobre todo del petróleo, y también de los medios de
producción, distribuyendo una migaja de los beneficios entre sus partidarios
para destinar el resto al bolsillo propio. Se han creado verdaderas
organizaciones mafiosas en el seno de las administraciones públicas,
favoreciendo a sus “fieles”, dejando fuera a los más desfavorecidos y
vulnerables que son la mayoría de la población.
+ Una corrupción monumental: desde el
2003, diferentes administraciones del país han sido acusadas de robar hasta
450.000 millones dólares de los fondos estatales. ¡Con qué dinero iban a
instalar centrales eléctricas! Según Transparencia Internacional, en 2018 Iraq
ocupó en el puesto número 168 entre 180 naciones. Miles de millones se ingresan
en las cuentas de personas “fantasmas”, que no existen.
+ El desempleo, cuya tasa no ha parado de
aumentar, es del 23% según el gobierno, y un 40% según el Fondo Monetario
Internacional. Los jóvenes critican al gobierno que se contrate la mano de obra
barata de 85,000 trabajadores extranjeros, y no haya leyes que imponga cuotas a
las compañías extranjeras para contratar a los lugareños. Teniendo en cuenta
que, de los 38 millones de habitantes del país, 20 millones son jóvenes menores
de 23 años, y miles de fábricas y talleres han cerrado por falta de ayudas del
estado.
+ Pobreza: en la segunda reserva mundial
de petróleo, con 112.000 millones de barriles, la pobreza afecta a cerca de la
mitad de la población, sobre todo a algunas provincias del sur “petrolífera y
chiita”.
La visión económica del régimen, con tres
principales rasgos:
1. Centrada en la renta del petróleo: Iraq
sigue siendo un país monoproductor cuyo 92% de su presupuesto procede de la
venta de este recurso, descuidando el resto de los sectores.
2. Menospreciar la importancia de la
industrialización del país. La “economía islámica”, que está basada en la
compra-venta, ha creado una burguesía parasitaria compradora que vive de
encarecer los productos y especulación.
3. La falta de inversión por parte del
estado y también del sector privado nacional, que se debe al ansia de la
burguesía reinante a llenar sus cuentas que no crear puestos de trabajo,
contribuyendo a la prosperidad de la nación.
Iraq
en algunos datos
Iraq necesita producir al menos 700,000
nuevos puestos anuales, mientras se crean unos 50,000, además precario y en el
sector servicio, mientras miles de graduados universitarios, mujeres y hombres,
están desempleados.
El índice de desarrollo humano de Iraq,
que mide la esperanza de vida, la educación, la salud, etc. coloca al país en el
puesto 120 entre 197; en la brecha de
género la situación aún está peor: ocupa el puesto 147.
Hay una docena de grandes grupos armados,
que han absorbido a los jóvenes desempleados y frustrados, protegiendo los
intereses de los caciques de las aldeas y provincias del país, impiden la
normalización de la vida social. Chantajes, asesinatos (los últimos, el
matrimonio de dibujantes Sara Madani y Hussein Adel Madani, tiroteados en su
casa) o secuestros, sobre todo de mujeres, son el modus vivendi de dichos grupos de vándalos, disfrazados de
“milicias”. La inseguridad que han creado es otro motivo de la falta de
inversiones y actividades económicas serias. Su poder es tal que han
rechazado la oferta del gobierno de integrarse en el ejército.
El
“factor religioso”
George Bush, tras desmantelar el estado
“nacionalista” árabe-sunnita iraquí en 2003, gracias a sus tres mentiras
para conseguir sus diez objetivos, instaló en Bagdad una teocracia
chiita, y separó la región kurda-sunnita del resto del país, añadiendo a los
problemas anteriores de la nación un nuevo factor: eliminó el concepto de
“ciudadano” para subrayar otras identidades como “chiita, sunnita, ateo,
hombre, mujer, etc.”, para que fuesen desiguales ante la ley, en cumplimiento
de “divide y vencerás”: unos tendrán privilegios sobre otros. Ahora, los
partidos se dividen en étnicos y religiosos (¡unos 250 registrados!), rompen la
unidad de las clases trabajadoras y crean un estado con representaciones
etnosectarias, y por ende un gobierno débil.
El propio régimen “chiita” cuenta con la
milicia armada Hashad al Shahbi (Fuerzas de Movilización Popular), que nació en
2014 para luchar contra ISIS, y se niega a disolverse y entregar las armas. Los
150,000 hombres armados cuentan con una rama política, llamada «Movimiento
Ataa» dirigido por Falih Alfayyadh, con fuertes vínculos con los Guardianes
Islámicos de la República Islámica de Irán, creando un poder paralelo, y quizás
más fuerte que el propio gobierno de Abdul Mahdi.
“No somos sadristas ni sistanistas, ni
sunitas ni chiíes. Somos iraquíes ¿Por qué nos disparas? ¡Gano 8 dólares por
día, queremos vivir!”, dijo un joven “indignado” a los medios. Una mujer así
desmentía al gobierno: “Mi hijo luchó y murió asesinado en la lucha contra ISIS
en Baaj en las filas de Hashad al Shahbi ¿Cómo pueden acusar a los
manifestantes de ser baasistas?”
La ausencia de consignas y banderas
religiosas en estas protestas es uno de los principales elementos a destacar.
Sin embargo, las fuerzas religiosas siguen intentando poner su sello en ellas
para no ser excluidos del poder social, entre ellas:
1+ El líder chiita, ayatolá Ali al-Sistani,
de 89 años y de origen iraní. A diferencia de sus homólogos que gobiernan Irán,
él sigue fiel a uno de los fundamentos del chiismo: apartarse del poder hasta
la llegada de Mahdi, el duodécimo santo que despareció a la edad de ocho años
en el año 874, ocultándose para reaparecer como redentor al final de los
tiempos. Por lo que considera una desviación instalar una “teocracia chiita”.
De hecho, en el propio Irán es la primera
vez en su historia que el clérigo islámico toma el poder. Sistani no
pide la renuncia del gobierno de Abdul Mahdi, sino que realice las reformas que
exige el pueblo e insta a la “no violencia” a los manifestantes y a las fuerzas
de seguridad (¡muy equidistantes, cuando los muertos los ha puesto el pueblo!).
2+ Muqtada al-Sadr, un personaje
oportunista de derechas, que gracias a la baja participación en las elecciones
del 2018 consiguió dos tercios de los escaños, propone la dimisión del gobierno
por corrupto, mientras sus ministros habían formado parte de él.
3+ Los ayatolás y el ejército de los
Guardianes Islámicos de Irán, que se oponen a ambos clérigos, han evitado la
caída del primer ministro, quien barajó su renuncia, pero después de hablar con
las autoridades de Teherán ha decidido “resistir”.
Que la ciudad obrera y “chiita” de Basora
haya iniciado las protestas contra el régimen capitalista “chiita” del país,
muestra la falacia de
las “guerras religiosas” y hasta qué punto el factor económico
determina los levantamientos populares, a pesar de la milenaria habilidad de
las élites en manipular los sentimientos religiosos de los creyentes.
Después de cuatro décadas de guerra contra
sus vecinos, sufrir las sanciones de la ONU, dos invasiones de decenas de
países lideradas por EEUU a su territorio, la ocupación extranjera y
lucha contra la banda terrorista “Estado Islámico”, que arrasó el país ante la
”pasividad” de cientos de miles de soldados de EEUU, los iraquíes
difícilmente podrán cambiar su destino, maldecido por su geografía, que además
de estar empapado de petróleo y gas, les ubica en el mismísimo corazón de
Oriente Próximo.
Cambiar todo para que nada cambie: mujer fatigada y hombre camaleón
www.rebelion.org / 091119
Analía lo explica muy bien en su último artículo: la invitación a la liberación de la mujer, cuando no vino acompañada de los cambios sociales correspondientes, supuso en muchos casos la pérdida de la adaptación que la mujer había logrado a lo largo del tiempo en entornos patriarcales.
Des-adaptación femenina
En la
sociología europea de género, al analizar el paso de sociedades preindustriales
a las sociedades industriales se ve cómo la unidad económica pasa de la casa a
la fábrica y cómo esto tuvo, efectivamente, impacto en la vida de las mujeres.
Estas sociedades, aunque fuesen patriarcales, eran ginocéntricas; a saber,
tenían a las mujeres como centro económico de gestión y administración de lo
doméstico.
Con el
desarrollo industrial, la casa pierde su importancia económica y la mujer queda
relegada a las labores de cuidado, sin disponer del poder social que la
jefatura de lo doméstico le daba previamente. Los cambios sociales son reajustes
de contextos, cambios en las reglas del juego que pueden afectar positiva o
negativamente a los actores.
Por ejemplo,
centrándonos en el ámbito laboral, que la mujer encuentre menos obstáculos
formales para tener una vida laboral puede suponer un logro histórico, pero
también puede tener un lado perverso: al no existir ya mecanismos visibles de
discriminación, el peso del fracaso o la incapacidad de prosperar se
individualizan y caen en forma de losa de culpa sobre la mujer.
Si el contexto
ya no es el problema supuestamente porque la mujer ya puede trabajar y aun así
no lo consigue, es su culpa. Sin embargo, la realidad es que los obstáculos
siguen ahí: la carga de cuidados somete a la mujer a la doble jornada (en el
trabajo y en casa), la ausencia del hombre de las tareas de cuidados hace que
sean las mujeres las que tienen más complicada su trayectoria laboral después
del parto. Y aunque consigan acceder a esta vida laboral, en el contexto del
trabajo hay más obstáculos.
Por ejemplo, es
de sobra conocido en Sociología de las Organizaciones cómo algunos entornos
laborales masculinizados ponen fuertes barreras para el trabajo femenino: la
cultura masculina de una oficina/industria puede hacer que los hombres se
reúnan y apoyen entre ellos, tomen decisiones importantes en espacios privados
(comidas, bares, reuniones de grupo) que son espacios vedados para las mujeres.
Género y negociación
La voluntad por
sí sola es insuficiente para el cambio, sobre todo cuando hablamos de género.
El género, como construcción material y simbólica, es algo que se aprehende e
incorpora individualmente, pero también tiene una dimensión social/grupal (son
las sociedades las que imponen determinadas construcciones del género) y
estructural (las estructuras sociales, como el trabajo, la política, etcétera,
reparten posiciones según el género).
Cada persona se
encuentra en un tablero más o menos definido, con unas reglas más o menos
claras y con la posibilidad de hacer algunos movimientos y otros, no. De eso va
el género: de personas posicionadas en un tablero social según unos rasgos
corporales (determinadas órganos sexuales, determinados cromosomas y
determinadas hormonas) que le delimitan sus posibilidades sociales.
A partir de
ahí, en ese tablero, la persona negociará con el contexto para intentar moverse
como quiera, siempre dentro el marco de lo que puede hacer. La investigadora
turca Deniz Kandiyoti, utilizó el concepto de “negociación patriarcal” para
referirse a ese diálogo que establece la mujer en contextos sistémicos de
desigualdad de género con el fin de poder conseguir sus objetivos (trabajo,
libertad, tranquilidad). Sin embargo, una negociación siempre busca el
beneficio de las partes y, en el caso de la mujer, a veces los contextos no le
dejan mucha libertad de negociación.
Y, como explica
Elisabeth Kelan, cuando lo deseable choca constantemente con una realidad desilusionante,
puede darse lo que llama la fatiga de género: una frustración creciente debida
a la disonancia entre lo que se espera conseguir en la negociación y lo que
realmente se consigue. Las consecuencias de esa fatiga: naturalizar la
desigualdad, renunciar a situaciones de igualdad y sufrir por esto mucho
estrés; y este cansancio lleva a dejar de confrontar. De ahí la importancia del
feminismo ya que, si los cambios individuales suponen desventajas adaptativas,
la organización colectiva de esos cambios pueden dar lugar a renovaciones
culturales y generación de entornos más inclusivos.
El hombre también cambia
En el hombre
todo esto es distinto. Ya solo por la posición que ocupa, su negociación con el
entorno suele ser beneficiosa. Pero cuidado. Cuando analizamos las
masculinidades, no siempre tenemos la sensibilidad que tenemos con las mujeres
y corremos el riesgo de simplificar la realidad del hombre: el género es una de
las reglas del juego, pero existen otras.
Clase social,
color de piel, idioma, religión, sexualidad…, todo esto también reparte
posiciones y limita movimientos. Analizar la complejidad de ese tablero es lo
que hace el enfoque de la interseccionalidad. Pero no nos podemos parar a
analizar todos esos ejes aquí hoy, así que profundicemos solo en el de género.
Como en el caso de las mujeres, los hombres también viven un cambio social
importante: la crisis de la masculinidad hegemónica hizo que ya perdiesen
interés relatos de cómo ser hombre del tipo Rambo, James Bond o El Fari. Esos
modelos ya nos causan más risa que otra cosa.
La norma ya no
está ahí. Ahora el asunto es más complicado, porque comienzan a aceptarse
cuotas de cuidado, de autocuidado y de emocionalidad en el hombre. El hombre
ahora intenta ser un padre presente, intenta cuidar su imagen y ya no tiene
tanto miedo a mostrar emociones.
Pero eso no
genera igualdad per se. Decíamos que
el cambio individual no es suficiente sin cambios culturales. Y en este caso, la
difusión de modelos individuales de hombres más comunicativos, más emocionales
y que cocinan pizza los sábados por la noche no se traduce necesariamente en
sociedades más justas.
La socióloga
Cheri J. Pascoe denomina a estos nuevos discursos sobre ser hombre, las masculinidades
híbridas. Se trata de cambios en los relatos sobre cómo son los hombres
integrando nuevos elementos de sensibilidad, estética y cuidados sin que cambien
necesariamente las desigualdades estructurales que reparten posiciones en el
tablero.
Desigualdades camaleónicas
En principio,
ese cambio anuncia alegría e igualdad. Pero resulta que las reglas de género no
cambian: el hombre sigue sin limpiar el baño (seguro que hay algún lector
indignado diciendo “yo limpio el baño”; le felicito, pero también le invito a
ver estadísticas para saber cuántos hay como usted) y sigue sin cogerse el
máximo posible de permiso de paternidad.
La mujer sigue
teniendo una carga doble de cuidados o sigue teniendo que renunciar a
trayectorias laborales por la familia, por nombrar solamente algunas
desigualdades que persisten en el ámbito laboral. En resumidas cuentas, aunque
haya habido avances de género en la dimensión individual de representación
estética del cuerpo, siguen existiendo estructuras de desigualdad que hacen que
esos cambios, individuales, muchas veces supongan meramente desadaptación.
Que cambie lo
individual sin que lo acompañe lo estructural desacompasa. El género no va de individuos, va de sistemas: sistemas de repartos de
poder, de opciones y de posiciones en un tablero que siempre es social.
Plantear la
igualdad de género como una lucha para que los individuos consigan libertades
individualmente es una trampa que minimiza la importancia de los cambios
culturales, económicos, políticos y sociales. Ya basta de individualizar el
trabajo y de depositar en la persona la carga del cambio.
Necesitamos
ambientes que nos acompañen, porque solos y solas no siempre podemos.
La ventaja de la imperfección
Leonardo Boff
www.cpalsocial.org / 061119
En
tiempos de peligro para nuestra libertad es importante que pensemos en su
relevancia. Nacemos completos pero imperfectos. No tenemos ningún órgano
especializado, como la mayoría de los animales. Para sobrevivir, tenemos que
trabajar e intervenir en la naturaleza. Los mitos iluminan esta situación.
Los
indígenas guaicuru, del Mato Grosso del Sur, se preguntaban el por qué de la
imperfección y del alto significado de la libertad. Tardaron mucho tiempo en
llegar a una respuesta. La explicación vino a través del siguiente mito,
portador de verdad.
El
Gran Espíritu creó todos los seres. Puso gran cuidado en la creación de los
humanos. Cada grupo recibió una habilidad especial, para sobrevivir sin mayores
dificultades. A unos les dio el arte de cultivar la mandioca y el algodón; así
podían alimentarse y vestirse. A otros les dio la habilidad de hacer canoas
ligeras y el timbó; de esta forma podían moverse rápidamente y pescar.
Así
hizo con todos los grupos humanos en la medida en que se distribuían por el
mundo. Pero con los guaicuru no fue así. Cuando quisieron partir hacia las
vastas tierras, el Gran Espíritu no les dio ninguna habilidad. Esperaron,
suplicando durante mucho tiempo y nada les fue comunicado. Así y todo,
decidieron partir. Pronto sintieron muchas dificultades para sobrevivir.
Resolvieron buscar intermediarios ante el Gran Espíritu para recibir también
una habilidad.
Primero,
se dirigieron al viento, soplando y rápido siempre: “Tío viento, tú que soplas
por los campos, sacudes los bosques y pasas por encima de las montañas, ven a
ayudarnos”. Pero el viento que sacudía las hojas, ni siquiera oyó la petición
de los guaicuru. Se volvieron entonces hacia el relámpago, que estremece toda
la tierra. “Tío relámpago, tú que tanto te pareces al Gran Espíritu, ayúdanos”.
Pero el relámpago pasó tan rápido, que ni siquiera escuchó su pedido.
Así,
los guaicuru rogaron a los árboles más altos, a las cumbres de las montañas, a
las aguas corrientes de los ríos, siempre suplicando: ”Hermanos nuestros,
intercedan por nosotros junto al Gran Espíritu para que no muramos de hambre”.
Pero no pasaba nada.
Medio
desesperados, vagaron por varios parajes, hasta que pararon debajo del nido del
gavilán real. Éste, oyendo sus lamentos, resolvió intervenir y dijo: “Ustedes,
guaicuru, están muy equivocados y son unos grandes bobos”. “Como así?”,
respondieron todos. “El Gran Espíritu se olvidó de nosotros. Tú eres feliz,
recibiste el don de una mirada penetrante, puedes percibir un ratón en la boca
de la cueva y cazarlo...”.
“Ustedes
no han entendido nada de la lección del Gran Espíritu”, respondió el gavilán
real. “La habilidad que él les dio está por encima de todas las otras. Él les dio la libertad. Con ella,
ustedes pueden hacer lo que crean oportuno”.
Los
guaicuru se quedaron perplejos, y llenos de curiosidad. Pidieron al gavilán
real que les explicase mejor esa curiosa habilidad. Lleno de garbo, el gavilán
les habló así: “Ustedes pueden cazar, pescar, construir malocas, hacer bellas
flechas, pintar sus cuerpos y sus vasijas, viajar a otros lugares y hasta
decidir lo que ustedes quieren de bueno para ustedes y para la propia
naturaleza”.
Los
guaicuru se llenaron de alegría y se decían unos a otros: “Qué tontos hemos
sido, pues nunca discutimos juntos la ventaja de ser imperfectos. El Gran
Espíritu no se olvidó de nosotros. Nos dio la mejor habilidad, la de no estar
sujetos a nada, sino la de poder inventar cosas nuevas, sabiendo las ventajas
de nuestra imperfección.
El
cacique guaicuru preguntó al gavilán: “¿Puedo experimentar la libertad?”
“Puedes”. El cacique tomó una flecha y derribó de lo alto del jaquero una gran
fruta de jaca o yaca, deliciosa para todos.
Desde
aquel momento, los guaicuru, ejercieron su libertad. Se volvieron grandes
caballeros y nunca pudieron ser sometidos por ningún otro pueblo. La libertad
les inspiraba nuevas formas de defenderse y de garantizar mejor la habilidad que
les había dado el Gran Espíritu.
Los
mitos nos inspiran grandes lecciones, especialmente en los días actuales,
cuando fuerzas poderosas, nacionales e internacionales, nos quieren someter,
limitar y hasta quitarnos nuestra libertad. Debemos ser como los guaicuru: saber defender el mayor don que tenemos, la
libertad. Debemos resistir,
indignarnos y rebelarnos. Sólo así haremos nuestro propio camino como
nación soberana y altiva. Jamás aceptaremos que nos impongan el miedo ni que
nos roben la libertad.
Jorge Mario Bergoglio ha dado un giro a la iglesia
www.religiondigital.org / 09.11.2019
La experiencia religiosa de casi todos
nosotros ya no es de fiar, porque (sin darnos cuenta) terminamos
practicando una religión que nos engaña. Es la religiosidad que nos
empuja a practicar unas creencias, que, en lugar de llevarnos a lo que Dios
quiere, en realidad nos llevan a lo que Dios no quiere en modo alguno.
Voy a poner un ejemplo, que es de
actualidad. Cuando el Evangelio explica cómo será el “juicio universal”,
el Señor de la historia y de todas las naciones, sentado en el trono de su
gloria (Mt 25:31), dividirá a la humanidad entera en dos bloques enormes. Y
pronunciará sentencia. A los que se van a salvar, les dirá (entre otras cosas):
“fui extranjero y me acogieron” (Mt 25:35), mientras que a los que se
van a condenar, les dirá: “fui extranjero y no me acogieron” (Mt 25:43).
O sea, en el juicio definitivo de Dios, será
decisivo el comportamiento que hemos tenido, tenemos o tendremos con
los extranjeros. Por consiguiente, o el Evangelio es mentira o lo que hemos
hecho –y estamos haciendo– con los extranjeros, nos va a salvar o nos va a
condenar.
Por esto, no me cabe en la cabeza que haya
tanta “gente de Iglesia” y “amigos de los fanáticos partidarios de la Iglesia”,
que no se pierden ni una misa, al tiempo que levantan murallas y alambradas en
nuestras fronteras, para que no se cuele entre nosotros ni un extranjero.
Europa, el continente que fue el primero en acoger el cristianismo y en el que
está el centro del cristianismo, ha sido también el continente que,
cuando le ha interesado ha sido el extranjero que ha invadido y se ha adueñado
de continentes enteros. Y ahora, cuando le interesa lo contrario, convierte el
Mediterráneo en un inmenso cementerio en el que fenecen los extranjeros. Es
duro tener que reconocer que vivimos en el continente de las más grandes
contradicciones.
Por eso me ha impresionado tanto el Papa
que tenemos. El primer viaje que hizo Francisco fue a Lampedusa, donde
se acogen los desesperados del Mediterráneo. Y su último viaje ha sido
a Sudán del Sur, y allí se ha puesto de rodillas para pedirle perdón al primer
mandatario de aquel país. Y éste es el Papa que más enemigos ha tenido en la
reciente historia de Europa.
Este Papa “se ha pasado” a los pobres, a los
extranjeros y a los extraviados. Por eso he pensado, tantas veces y entre
tantas limitaciones, que el P. Jorge Mario Bergoglio, con todas las
limitaciones que se puedan ver en él y su forma de gobernar la Iglesia, lo que
no admite duda es que este hombre le ha dado un giro nuevo a la
Iglesia.
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