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Nueve hipótesis sobre la (no) salida del ejército de EEUU de Siria
www.publico.es / 261218
“Ya que hemos derrotado a ISIS en Siria,
las tropas regresarán a casa”. Algo así dijo el presidente Trump el 19 de
diciembre, provocando un terremoto político. Los neocon le acusan de cometer un
error colosal que puede propiciar otro 11-S, de entregar Siria a Irán y Rusia o
de traición a los aliados kurdos.
Obviamente,
EEUU no ha derrotado a ISIS, porque:
1) El “yihadismo”
es una criatura del Pentágono, Israel y el Reino Unido, como
confirma el exempleado de la NSA, Edward Snowden o The New York Times (del 24
de marzo de 2013), que revelaba que la CIA había enviado toneladas de equipos
militares a los rebeldes vía países árabes y Turquía;
2) Los combates contra el ISIS los libra
Rusia, el ejército sirio, las milicias de Irán y los kurdos, que no EEUU;
3) Al menos 2,5 millones de sirios aún
siguen siendo rehenes de los terroristas en diferentes regiones del país,
4) Miles de “yihadistas”, tras cumplir con
su misión (que ha sido demoler el estado sirio) han sido trasladados por la CIA
al arco
de crisis en Asia central y oriental para seguir haciendo de
paramilitares de la OTAN en los países estratégicos. Por eso, Israel
ya ha dejado de armarlos en Siria.
Algunas
hipótesis
Ya que EEUU nunca ha replegado sus tropas
de ningún país de forma voluntaria, aquí se explican posibles ideas:
A) Que se trate de fake news. La “misión cumplida” de Trump sobre Siria suena a
la de George W. Bush cuando en 2003 anunció la destrucción total del Irak
imperialista y derrocó a su presidente legal Sadam Husein: 15 años después las
tropas siguen allí. También Obama presumió en 2011 de matar al demonio Bin
Laden
(bueno, a su fantasma), declarando el fin del mal, aunque en 2014
resucitó el terrorismo en Siria, para justificar otra agresión
militar a otro país estratégico. Si es cierto que Trump repatria a sus soldados
una vez que “cumplen una misión” ¿qué hacen en Japón o en Alemania 74 años
después del fin de la Segunda Guerra? ¿Por qué no desmantela las cerca de 800
bases militares sembradas
por el planeta? El 5 de octubre pasado, John Bolton, el (aún) Asesor
de Seguridad de Donald Trump decía que la amenaza terrorista en Siria es “más
compleja que nunca” y que EEUU permanecerá allí de forma indefinida. ¿Quién
miente y por qué? EEUU ya cuenta con unas 20 bases instalaciones militares en
Siria. Es ingenuo pensar que por las buenas vaya
a perder esta conquista en Eurasia. Dice The Fact Checker’s database, un detector de mentiras de los
discursos de Trump, que, hasta noviembre del 2018, el presidente
había dicho 7.546 mentiras.
B) Que sea una retirada provisional
mientras dure la ofensiva de Turquía sobre la ciudad árabe de Manbich de Siria
para “liberarla” de los kurdos. Trump, que ordenó salir de Siria a todo el
personal del Departamento de Estado en 24 horas, apoya el ataque mientras salva
a sus soldados de quedarse atrapados entre el fuego cruzado (y también de una
posible represalia de Irán en caso de que Israel cumpla con sus amenazas y
ataque al Líbano). De esta manera, Trump acaba con la autonomía kurda y una crisis
“innecesaria” que el Pentágono ha provocado con Turquía utilizando a los kurdos
y de paso tiende una trampa al ejército sirio, enfrentándolos con los
turcos al defender su tierra. Éste era el precio que Erdogan había puesto a la
cabeza del príncipe Mohammed Bin Salman (el autor
nada intelectual del crimen de Khashoggi), demandando además el
levantamiento de las sanciones contra Qatar y la expulsión del teólogo opositor
Fethullah Gülen residente en EEUU. A cambio, Erdogan renovaría sus votos con la
OTAN, pagaría los 3.500 millones de dólares por el sistema de defensa Patriot,
y otros millones por los F35, Arabia y Emiratos Árabes Unidos -que, según el
diario turco Yenisafak habían enviado tropas a la región kurda de Siria-,
dejarán de apoyar a Rojava,
y congelarán los millones que iban a destinarles. El anuncio del alto el fuego
en Yemen es otra de las medidas de Washington para lavar la cara de los
saudíes.
C) Una medida electoralista, justo antes
de navidad, como un regalo a las familias de los militares que forman parte de
su base social y un golpe de efecto tras perder las elecciones parlamentarias
del noviembre. En esta línea está destinar miles de millones de dólares a un
absurdo y cruel muro con México.
D) Una táctica de distracción. Trump
se enfrenta a un año judicial muy complicado con varias investigaciones sobre
el Caso Mueller, la Fundación Trump y “Rusiagate”. No hay que descartar, por
otro lado, que, con el mismo objetivo, recurra a una guerra como cortina de
humo.
E) Trasladar los focos hacia Irán: Tras
dos décadas de ausencia, EEUU vuelve a enviar al portaaviones nuclear John C.
Stennis al golfo Pérsico, mientras fortalece su presencia en la base militar
que posee en la ciudad kurda iraquí de Erbil, en la frontera con Irán. Por otro
lado, es posible que Trump, al excluir a ocho países de las sanciones que ha
impuesto sobre petróleo iraní, haya querido demostrar que el embargo no ha sido
efectivo para detener “el terrorismo iraní” y haya
querido castigarle militarmente, aunque de momento prefiere apretar
la soga económica en el cuello de los iraníes para que sean ellos quienes
acaben con la República Islámica.
Trump ha cesado al Secretario de Defensa, general
Mattis, el último defensor del acuerdo nuclear con Irán y de relaciones
cordiales con China, quien se había opuesto a que el primer viaje al extranjero
del presidente fuese
a Arabia e Israel.
La designación de Yossi Cohen como nuevo
director del Mossad: es un fanático anti iraní, experto en operaciones
encubiertas en extranjero.
F) Privatizar las guerras: Otro de los
motivos de la “dimisión” de Mattis ha sido su disconformidad con Trump por
delegar las “misiones” militares del Pentágono a las compañías privadas, por
manchar la imagen de EEUU y buscar sólo la maximización sus beneficios particulares.
Constellis Group (antes Blackwater) que ha sido acusado de torturas en Irak,
celebra su caída: así 8.000 “contratados” reemplazarían a unos 23.000 soldados
de la OTAN en Afganistán, por ejemplo. También, la formación de unos 40.000
hombres kurdo-árabes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) por el Pentágono,
o el proyecto de la “OTAN árabe” va en esta dirección: EEUU dirigirá las
operaciones militares utilizando sus armas avanzadas y sus asesores y el dinero
y la carne de cañón los pondrán otros.
G) Entregar la dirección de la guerra
siria a la OTAN: Turquía y Francia le quitarán un peso de encima a EEUU, y al
quedarse empantanados en este conflicto dejarán de ser contestones ante Trump.
Así, EEUU además repartirá con los aliados el odio que sienten los pueblos de
la región contra el país que sólo en los últimos dos décadas ha destruido la
vida de cerca de 100 millones de personas.
H) Hacer
de Madman, provocando coas y nerviosismo en Siria para que el
ejército de EEUU fuese invitado para ocupar “legalmente” el país, la misma táctica
que utilizó Obama en 2009 sacando parte de sus tropas ilegales de
Irak para luego enviar 3.000 soldados más a petición del primer ministro Nuri
al Maliki. Así, además de agradecérselo, le pagarán la manutención de los
ocupantes. Trump muestra así su malestar hacia Israel por haber contratado a
dos firmas chinas que administrarán los puertos de Haifa y Ashdod (como parte
de la Nueva
Ruta de la Seda), en vez de acoger a la Marina de EEUU.
I) Que Arabia Saudí y Qatar, afectados por
la caída de los precios del petróleo, ya no puedan seguir financiando las
tropas de EEUU en Siria, que no han cumplido con su “encargo” de acabar con
Asad y expulsar a Irán.
***
La guerra contra el terrorismo es un
chollo del que el complejo industrial-militar no va a renunciar. La
amenaza contra EEUU y sus aliados es cero, mientras el imperialismo necesita
recursos naturales y más mercados: la batalla por los últimos barriles de
petróleo no ha hecho más que empezar. Como la decisión de Trump es más bien
personal que una nueva estrategia de EEUU, ésta puede ser corregida, matizada o
revocada.
G-20: Una declaración final que esconde la falta de consenso
www.alainet.org
- 03/12/2018
La cumbre de presidentes del G-20 cerró
este sábado con una declaración conjunta que sirvió para evitar el fracaso
explícito del encuentro, aunque dejó en evidencia las profundas diferencias que
separan a Estados Unidos del resto de las potencias en temas centrales de la
agenda global como el comercio internacional y la preservación del medio
ambiente.
Por primera vez desde que se reactivó este
foro multilateral hace ya diez años, el texto no incluyó una condena explícita
al proteccionismo económico, dejando en claro cómo impacta en los espacios
multilaterales el giro que le imprimió Donald Trump a la política exterior de
su país.
En la declaración final incluso se incluyó
un punto que llama a la reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC),
entidad que viene siendo duramente cuestionada por Trump. En lo que respecta al
medio ambiente, para evitar una
ruptura se optó por una decisión salomónica consistente en incorporar un
párrafo con la posición de quienes respaldan el Acuerdo de París y otro donde
EEUU marca sus diferencias.
El documento consensuado, un catálogo de
buenas intenciones, no puede invisibilizar los conflictos del mundo real. Si
bien el G20 se autodefine como “el principal foro internacional para la
cooperación económica, financiera y política”, es el escenario de las
principales confrontaciones económicas, financieras y políticas, entre
potencias que coinciden en apoderarse de los recursos, y donde sobresalen la
confrontación comercial de EEUU con China, y la militar con Rusia.
El documento final hace malabarismos
diplomáticos: “El comercio y las inversiones internacionales son motores
importantes de crecimiento, productividad, innovación, creación de trabajo y
desarrollo. Reconocemos la contribución que el sistema de comercio multilateral
ha hecho para este fin”, pero no convoca a luchar contra el proteccionismo y
crítica a la Organización Mundial de Comercio (OMC), una de los engranajes de
la arquitectura internacional que Trump tiene en la mira.
“El sistema actualmente no cumple
con sus objetivos y hay espacio para mejorar. Por lo tanto, apoyamos la reforma
necesaria de la OMC”, señala el texto para optimizar su funcionamiento,
revisaremos su progreso en nuestra próxima cumbre”.
A pesar de que se creía que el encuentro
entre los presidentes Donald Trump y Xi Jinping iba a quedar en un compendio de
frases optimistas, finalmente alcanzó un acuerdo temporal para aliviar la
“guerra comercial”. EEUU se comprometió a suspender por 90 días la aplicación
de nuevos aranceles a las importaciones de China que entraban en vigor el 1 de
enero, mientras que China prometió volver a adquirir productos agrícolas
estadounidenses de inmediato.
La amenaza arancelaria de Trump incluía
una subida de la barrera impositiva del 10% al 25% a importaciones chinas por
valor de 200 mil millones de dólares. La tregua durará 90 días, supeditada a un
nuevo acuerdo en ese lapso, anunció la Casa Blanca.
Para los analistas, lo único claro
pareciera ser que el modelo de liberalización comercial gradual instrumentado a
mediados del siglo XX para dejar atrás el proteccionismo que derivó en las dos
guerras mundiales, está en rediscusión, y por eso se puso el foco en la reforma
de la OMC. ¿Estos escarceos son solo un reacomodamiento dentro del mismo
esquema o un punto de quiebre que le abre las puertas a un escenario todavía
desconocido?, se preguntan.
Los líderes tienen claro que este tipo de
reunión tiene algún sentido solo si se llega a un mínimo consenso. Pocos días
antes, el presidente francés Emmanuel Macron aseguró públicamente que “si no
conseguimos acuerdos concretos, nuestras reuniones internacionales se vuelven
inútiles”. La declaración dejó en claro la falta de consenso: no fue chicha ni
limonada, pero fue presentada como un triunfo.
Al presidente argentino Mauricio Macrì le
fue mejor que a Justin Trudeau hace apenas un semestre, cuando Trump dejó la
cumbre del G7 con insultos al joven anfitrión por sus desacuerdos comerciales;
y que a la canciller alemana Ángela Merkel, hace un año, en Hamburgo, cuando no
se firmó un documento de consenso y se exteriorizó la división 19 a 1.
En ese momento, Trump se negó a cualquier
conciliación sobre el cambio climático, como prolegómeno al retiro de su país
del Acuerdo de París. Diez días antes de Cumbre, la comisión oficial
estadounidense sobre el tema publicó un informe que enumera las catástrofes
ambientales ya producidas y advierte las que se avecinan, en plazos que se
acortan en forma dramática: el calor extremo se generaliza; esto provoca cada
vez mayor cantidad de incendios; la elevación del nivel del mar impondrá migraciones
masivas y las ciudades costeras no se están preparando como se debe.
El documento señala que “Los firmantes del
Acuerdo de París, quienes también se unieron al Plan de Acción de Hamburgo,
reafirman que el Acuerdo de París es irreversible y se comprometen a su
completa implementación”, aclara enseguida que EEUU reitera su decisión de
retirarse del Acuerdo de París y “afirma su fuerte compromiso para el
crecimiento económico y accesos a energía y seguridad, utilizando todas las
fuentes de energía y tecnologías al tiempo que protege el medio ambiente”.
Mientras los medios hegemónicos hablan de
la cumbre como lanzadora de la reelección de Macri, Cecilia Nahón, profesora de
la American University y directora de un programa académico sobre el G-20,
señala que la apuesta a los grandes respaldos internacionales no es nueva, pero
no derivó ni en lluvia de inversiones ni en boom exportador, sino en
endeudamiento, crisis económica y un plan de emergencia con el FMI. Los
beneficios fueron para unos pocos especuladores, no para la mayoría de los
argentinos. En el centro del mundo está el G20 y sus bilaterales, no la
Argentina, señaló.
Para nuestra región, un elemento
importante es que parece haberse firmado el acta de defunción del Tratado de
Libre Comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, una de las apuestas del
gobierno de Macri, que está a contramano de las actuales tendencias
proteccionistas.
La primera ministra británica Theresa May
y Macri hablaron de desarrollar un acuerdo de libre comercio, más allá de las
limitaciones legales del Mercosur, que obliga a sus estados parte a negociar en
forma conjunta con terceros países. Analizaron los caminos a seguir para
profundizar una relación bilateral que gira en torno al eje que eligieron
eludir: la explotación hidrocarburífera y pesquera del mar argentino y de la
plataforma continental que rodea a las islas Malvinas, sobre cuya soberanía el
presidente argentino olvidó reclamar.
Mientras Trump, con un discurso
unilateral, reafirmó su alianza regional con México y Canadá con el nuevo
TLCAN, Argentina llegó sola a la cumbre, con una región dividida, habiendo
debilitado el Mercosur, la Unasur y la Celac, en la falsa ilusión de que
subordinándose a Estados Unidos o a Europa se avanzan los intereses nacionales.
Pero el mundo de libre comercio que Macri imagina ya no existe más, añadió
Naón.
Entre dos fuegos
Para Macri, la doble dependencia de EEUU y
de China es un problema complejo que la cumbre puso en claro. Su agenda de
apertura y desregulación chocó con el movimiento opuesto de Trump, de cuyo sostén
(y su presión para el financiamiento del Fondo Monetario Internacional) precisa
para llegar con algún oxígeno financiero al fin de su mandato a fines de 2019.
Pero también necesita de las
inversiones y los préstamos de China, cuya impetuosa presencia es la principal
preocupación de “seguridad nacional” de Washington. Trump y Macri acordaron
enfrentar la “economía predatoria” que atribuyeron a China, según el comunicado
oficial de la vocera estadounidense Sarah Huckabee Sanders, pero que los
funcionarios argentinos negaron.
La economía predatoria china es la misma
expresión que usó el jefe del Pentágono, general John Mattis, durante su visita
de agosto a Brasil y la Argentina. Advirtió que los países de la región podían
perder ciertos grados de soberanía, mediante regalos o préstamos chinos que
luego sea imposible devolver y den lugar a condiciones gravosas”. A Estados
Unidos no le preocupa que esa misma relación asimétrica sea entablada con el
Fondo Monetario Internacional.
China es un socio estratégico integral de
Argentina, dijo el embajador de Macri en Beijing, que espera que en la visita
oficial del mandatario chino se firmen 37 acuerdos. Bilaterales. De ellos
dependen la construcción de dos usinas hidroeléctricas en la sureña provincia
de Santa Cruz (por 4.300 millones de dólares); dos usinas nucleares (hoy
paralizadas por las restricciones presupuestarias impuestas por el FMI) y un
centro de observación satelital en Neuquén, que según EEUU tendría funciones
militares.
Cada frase de Trump y sus funcionarios
sobre el peligro chino está dirigida en forma directa a la Argentina, señala el
analista Horacio Verbitski.
Claudio della Croce
Economista y docente argentino, investigador asociado al Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
El Evangelio y la política. Primera Parte: Navidad
José M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 13.12.18
Cuando Jesús andaba por el mundo, a nadie
se le ocurría pensar que la religión y la política estaban separadas. En Roma
decía la gente que el imperio era lo que era por mandato de los dioses (Warren
Carter). O sea, que religión y política estaban, en tiempos de Jesús,
más unidas de lo que imaginamos. Lo que, sin duda alguna, es más
importante de lo que se puede sospechar cuando se trata de comprender lo que
estamos viviendo ahora, tanto en religión como en política, y lo que realmente
sucedía en los remotos tiempos del Evangelio.
Antes de entrar en detalles, es importante
que quede claro un dato fundamental: los evangelios son “teología
narrativa”. Es decir, los evangelios contienen y comunican una
“teología” que no se transmite por medio de “ideas y teorías”, sino utilizando
“relatos”, que se toman de la vida diaria. Lo cual quiere decir que lo
importante, en los evangelios, no es la “historicidad” de lo que se narra, sino
su “significatividad”. ¿Qué se nos quiere enseñar con cada narración? Esto es
lo que interesa. Sólo así y desde tal punto de vista, podemos entender los
evangelios.
Esto supuesto –y sea cual sea la
“historicidad” de los relatos de la infancia de Jesús– la “significatividad” de
tales relatos es más importante de lo que imaginamos. Empezando por el relato
de los “magos” (que ni eran reyes, ni se sabe si eran tres). En lo que yo me
fijo es en un detalle importante, que destaca el evangelio de Mateo: el rey
Herodes, que “se sobresaltó” (Mt 2, 3) por la venida a Jerusalén de aquellos
personajes buscando al “recién nacido rey de los judíos” (Mt 2, 2), para
resolver el problema de aquel posible amenazante competidor de su poder, no
recurrió a los “militares”, sino a los “hombres de la religión” (sumos sacerdotes
y letrados del templo).
Pronto empezó este lío en el cristianismo
también. Para resolver un problema político no se echa mano de policías
y militares, sino que se acude a obispos y curas. Sin duda alguna, la
derecha política de hoy, no tendría el éxito que está teniendo si no contara con
la seguridad o el silencio (según los casos) de la religión. No enjuicio este
hecho. Me limito a recordarlo.
En todo caso, a lo dicho sobre los
“magos”, vendrá bien añadir lo que sabiamente supo formular M. Horkheimer: “las
religiones universales… desde un principio fueron pensadas como andaderas”. Y
tenía razón. Sin la seguridad, que les da lo que dice (o se calla) la iglesia,
los profesionales de la política no podrían dar ni un paso.
Pero lo peor de todo es que el episodio
de los “magos” tuvo malas consecuencias. Todos sabemos que esta
leyenda terminó en la matanza de los inocentes. Menos mal que, por medio de
“sueños”, “ángeles” y “visiones nocturnas”, intervino el cielo y los padres de
Jesús pudieron salvar al niño. Huyendo al extranjero, sin papeles ni seguridad
alguna, se fueron lejos, a un país extraño. Algo así como lo que ahora ocurre
con los que, cada noche, llegan a nuestras costas en barcos y pateras, huyendo
de la muerte y buscando refugio.
La historia se repite. Por suerte,
en el Egipto de aquellos tiempos no mandaban los que ahora mandan en los países
ricos. Ni había fronteras con murallas, alambradas y concertinas,
además de una importante dotación de policías o fuerzas militares. El relato
del evangelio de Mateo no se ocupa para nada de estos datos. Ni informa de
dónde vivió o cómo vivió Jesús y su familia. Ni sabemos el tiempo que tuvieron
que vivir como emigrantes. Lo único que informa el relato de Mateo es que
tuvieron que esperar a que el tirano muriera, para poder volver a su patria. Lo
único que podemos decir con seguridad es que, fuera quien fuera el que ejercía
el poder político en el Egipto de aquellos tiempos, menos mal que, por lo
visto, no compartía las ideas y la conducta que se está imponiendo en la
creciente xenofobia que manda o pretende mandar en la Europa de ahora.
Por supuesto, tengo en cuenta que no se
puede equiparar la gestión del poder del imperio con las ideas, las
leyes y los poderes de las modernas democracias. Pero incluso teniendo
muy presentes las enormes diferencias que existen entre los poderes del imperio
y los derechos de nuestras modernas democracias, demos gracias a Dios (o a
quien corresponda) que, en el Egipto del s. I, no mandaban los poderes
fundamentalistas del s. XXI. Porque es evidente que, si entonces hubieran
mandado en Egipto los poderes que ahora mandan en la UE, lo más seguro sería
que tales poderes tendrían que buscarse otra religión para sentirse seguros.
¿Se comprende ahora la actualidad política
del hecho religioso, concretamente del Evangelio?
La doble moral del imperio estadounidense
www.rebelion.org / 091218
Es una característica bastante frecuente
en el ejercicio del poder el uso y el abuso de la "doble moral".
Amparándose en la casi "natural" impunidad que confiere cualquier
poder, la hipocresía es moneda corriente. Se dice una cosa y se hace lo
contrario. Al poderoso no se le discute, se le obedece; y al subordinado no le
quedan muchas alternativas respecto a los valores que le imponen. "Las
órdenes no se discuten: se acatan", suele decirse. Quien detenta una cuota
de mayor poder puede exigir algo, pero él mismo no lo cumple. Eso es la
impunidad.
Esto no significa que forzosamente,
siempre y en todas las circunstancias, el poder sea hipócrita. Pero no hay
dudas que ello es posible, y mucho. El poder, por definición, no va de la mano
de la justicia. Como decía el refrán latino: "Lo que es lícito para el dios
Júpiter, no es lícito para todos". En otros términos: todos somos iguales…
¡pero hay algunos más iguales que otros!
Si fuera la equilibrada justicia la que
rigiera el mundo… pues muy distinto sería el mundo entonces. Los poderes no
suelen ser justos precisamente: son autoritarios. Cuanto más grande es la cuota
de poder en juego, mayor puede ser la cuota de injusticia. O, dicho en otros
términos: mayor puede ser la impunidad, la hipocresía, la doble moral.
La clase dirigente de Estados Unidos de
América y su aparato de gobierno -no es esto ninguna novedad- constituyen el
más grande poder edificado en la historia humana. Su capacidad económica,
política, militar, cultural, es única. Nunca había habido en la historia algo
similar, y una vez que caiga como imperio -lo cual quizá no esté tan lejos- no
es seguro que pueda repetirse algo igual. ¿Cómo será el mundo post imperio
estadounidense? ¿Se llegará a la justicia real alguna vez? No sabemos, pero hoy
eso se ve difícil. Las Naciones Unidas, la instancia supuestamente erigida para
establecer una justicia global, se demuestra ineficiente, pues el poder real
-aunque sea bochornoso tener que admitirlo- sigue asentando en el mayor poderío
de fuerza bruta. En otros términos: el que tiene el garrote más grande, gana. Y
la ONU absolutamente lejos está de poseer poder de coacción (no tiene garrote;
Estados Unidos, sí).
Aprovechando ese poder descomunal (su
economía continúa siendo la más grande, aunque China esté pisándole los
talones, y su inversión militar equivale a la suma de todos los otros países
del mundo juntos), aprovechando ese desarrollo monumental, su impunidad y doble
moral son cada vez más absolutas. Señal, probablemente, que ha perdido la
racionalidad. Las grandes potencias en ascenso son racionales, equilibradas,
armónicas; cuando comienzan la curva descendente, todas, irremediablemente
todas, se trastocan, se vuelven "locas". Eso está pasándole al gran
imperio del Norte. En su avidez universal llegó al punto de sentirse un dios
invencible (ahí está el proyecto del escudo antimisiles como prueba, para
reafirmar su impunidad).
Pero eso no es sino el síntoma de su
descomposición, de su festín de impunidad irracional (claro que, preciso es
decirlo, esa supuesta impunidad militar empieza a hacer agua. Rusia le ha
tomado la delantera en armamentos estratégicos, superándolo en al menos 5 años
de avance tecnológico). El discurso ya no se corresponde totalmente con la
realidad. El ensoberbecimiento por la riqueza acumulada comienza a nublarle la
vista.
Mientras cae, sin embargo, la hipocresía
de su doble moral no deja de crecer. Se llena la boca hablando de democracia y
libertad, mientras es el gobierno que más ha intervenido en todo el mundo
violando infinitas veces los principios básicos de no-injerencia entre Estados.
Es proverbial su defensa de las libertades civiles, pero con el Acta Patriótica
aprobada luego de los atentados contra las torres gemelas y su universal
cruzada contra el "terrorismo", funciona peor que la peor dictadura
antidemocrática concebible. Su población, sin que lo sepa, está infinitamente
más vigilada que la de cualquier régimen dictatorial tercermundista.
Su gobierno vive hablando hasta el
hartazgo de la no-proliferación de armas nucleares por parte de países
"sospechosos" (Irán, Corea del Norte), pero se permite tener la mitad
del arsenal atómico del mundo: 6.000 misiles intercontinentales de los 12.000
que existen en el planeta. Y mientras condena a los gobiernos de Teherán o de
Pyongyang por sus avances en materia nuclear, sin la más mínima vergüenza equipa
a Israel con el mismo tipo de armas que fustiga furioso en otros (400 bombas
atómicas, oficialmente inexistentes).
Habla de la transparencia de los
mecanismos democráticos en los sistemas políticos de todo el mundo arrogándose
el derecho de ser juez de las elecciones que le parecen "dudosas",
pero muchas de sus administraciones federales llegaron a la Casa Blanca con
escandalosos fraudes electorales probados. Además, la metodología electoral que
emplea (a través de colegios de electores) es la más proclive al fraude, hoy
día superada por otros recursos técnicos.
Castiga a los gobiernos que se da el lujo
de calificar de dictatoriales y a los golpes de Estado…, siempre y cuando
constituyan obstáculos a su hegemonía: Fidel Castro, Mohamed Khadafi o Nicolás
Maduro se presentan como "dictadores", según su lógica, pero no lo
eran Pinochet o Suharto. Y la doble moral llega al colmo de criticar
cuartelazos -siendo que todos los golpes militares en Latinoamérica son, en
definitiva, producto de su inspiración- mientras en lo doméstico ha tenido
infames golpes palaciegos: el de Kennedy con magnicidio incluido, o el intento
de destitución de Clinton con el indecoroso montaje escenificado a partir de su
vida personal (la becaria Mónica Lewinsky), en los casos en que el titular del
Ejecutivo no sigue a pie y juntillas los dictados de la gran empresa
multinacional (para el caso, porque tocó los intereses de las grandes
tabacaleras).
Habla de terrorismo -el nuevo demonio de
mil cabezas- mientras protege a connotados mercenarios terroristas como Luis
Posada Carriles, autor de un acto infame en contra de un avión comercial en
vuelo con 76 muertes, quien también tomara parte en el atentado en Texas contra
la vida del presidente Kennedy.
Y en relación a este connotado terrorista
de Posadas Carriles, el gobierno de Estados Unidos, siempre en la lógica de su
bochornosa doble moral, alegó no entregarlo a la administración bolivariana de
Venezuela por temor a que sea torturado mientras continúa torturando a mansalva
en cárceles secretas, y no tan secretas, como en la oprobiosa base de
Guantánamo en la isla de Cuba, o la tristemente célebre prisión de Abu Graib,
en Irak.
Si de terrorismo se trata, los
"fanáticos musulmanes" que hoy aterrorizan al mundo "libre y
civilizado" (Al Qaeda, el Estado Islámico), son su creación. "¿Qué
significan un par de fanáticos religiosos si eso nos sirvió para derrotar a la
Unión Soviética?", dijo alguna vez Henry Kissinger sin la menor vergüenza.
Habla de la lucha frontal contra el
narcotráfico, cuando está infinitamente probado que sus mismos órganos de
seguridad y espionaje son quienes promueven ese negocio,
el cual es gran impulso para su economía pero fundamentalmente: arma de control
social. Doble moral infame que permite despotricar contra la producción de
drogas ilegales cuando es su población la principal consumidora a escala
planetaria.
Doble moral deleznable que lleva a su
clase dirigente y a su gobierno a hablar de libertad mientras manejan por lejos
el mercado internacional de las comunicaciones y de la creación de opinión
pública (85% de los mensajes audiovisuales que circulan en occidente provienen
de su industria), manejando mentes y voluntades de un modo infinitamente
superior al ideado por los primeros ideólogos nazis. Hollywood es, por lejos,
la principal fábrica universal de mentiras.
Tal es el descaro en su hipócrita doble
moral (dicho en otros términos: tal es su poderío intocable) que habla
interminablemente de las bondades del libre mercado y el parasitismo del
Estado, pero subsidia su producción agrícola nacional y traba el libre comercio,
haciendo jugar al Estado un papel fundamental en el mantenimiento del
equilibrio de la gran empresa a través de su intervencionismo. Cada vez que
alguna de sus grandes corporaciones multinacionales está en apuros (Lehman
Brothers, General Motors Company, por mencionar algunos casos), su Estado sale
al rescate. Privatiza las ganancias, pero socializa las pérdidas, haciéndole
pagar al resto del mundo las mismas, con emisión inorgánica de su moneda, hoy
por hoy, intocable aún en buena parte del mundo.
Habla del trabajo y la producción, pero en
su fase de caída irremediable como imperio su dinámica económica básica está
puesta en la más descarada especulación financiera, y dándose el lujo de
criticar soberbio la "corrupción" de los "atrasados" países
de su periferia, está en manos de impenetrables mafias corruptas que cada vez
detentan más poder… y hacen negocios sucios a la sombra del Estado federal. Los
paraísos fiscales de que se nutren son infinitamente más mafiosos, corruptos y
repugnantes que el más mafioso de los capos de la droga latinoamericano.
Doble moral desvergonzada que le permite
hablar de la ley para luego saltarla impunemente, como demuestra cada vez en
forma más marcada su abandono de los mecanismos civilizados de la humanidad
como la Organización de Naciones Unidas, la Corte Penal Internacional o los
diversos tratados internacionales que desconoce jactancioso. Uno de sus
funcionarios -John Bolton- pudo decir jactancioso y provocativo algunos años
atrás que, "si es necesario bombardear el edificio de la ONU, lo
haremos".
En otros términos: el mundo está gobernado
por una banda de mentirosos descarados, machistas y agresivos, convencidos que
tienen el derecho natural de hacerlo. El actual presidente no es sino un
exponente más de esa ideología. No es un payaso como algunos lo quieren presentar;
es un cabal ícono representativo de esa impune insolencia bravucona. ¿Hasta
cuándo lo permitiremos?
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