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CHARLES DARWIN: “DE LA SELECCIÓN NATURAL AL SENTIDO MORAL APORTES A LA ÉTICA EVOLUTIVA Y SU RECEPCIÓN EN LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA”

 

Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
Docente Universitario
Email: manningsuarez@gmail.com     
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-2740-5748           
Google Académico:
https://scholar.google.es/citations?hl=es&pli=1&user=uDe1ZEsAAAAJ

Resumen

Este ensayo examina la figura intelectual de Charles Robert Darwin, su formación científica y filosófica, sus posiciones acerca de la moralidad humana y su concepción evolutiva del sentido moral, y evalúa las implicaciones de su pensamiento en la ética contemporánea y en el diálogo entre ciencia y religión. Se argumenta que Darwin no fue un moralista sistemático, pero sus hipótesis biológicas sobre los orígenes del sentido moral ofrecieron un sustento empírico robusto para lo que luego se denominaría “ética evolutiva”. Además, se considera cómo sus ideas han sido interpretadas, criticadas o adaptadas por filósofos contemporáneos. Finalmente, se extraen conclusiones prácticas sobre qué pueden aportar estos desarrollos teóricos a la vida cristiana en el siglo XXI.

Palabras claves: Charles Darwin, ética evolutiva, moralidad, selección natural, filosofía moral, religión y ciencia.

Abstract

This essay explores the intellectual contributions of Charles Robert Darwin, particularly his indirect but significant influence on moral philosophy via his evolutionary hypotheses. After presenting his academic formation and philosophical orientation, the essay examines Darwin’s treatment of morality and social instincts and assesses the impact of his ideas on contemporary ethics, especially evolutionary ethics, as well as on the dialogue between religion and science. The discussion highlights both the promise and the limitations of invoking Darwinian biology in moral theory. In conclusion, practical reflections for Christian life in the twenty-first century are offered.

Keywords: Darwin, evolutionary ethics, moral sense, natural selection, philosophy of religion, moral philosophy.

Metodología

En este ensayo se adopta una metodología de tipo hermenéutico-crítico-comparativa.  Se realizó una revisión bibliográfica especializada: seleccionando artículos académicos y libros de base científica y filosófica (procedentes de bases como Google Académico, Scopus, Latindex, Scielo) sobre Darwin, moralidad evolutiva y filosofía moral.

Por otro lado, se hizo un análisis textual de las obras de Darwin —en particular On the Origin of Species y The Descent of Man— para extraer sus hipótesis relevantes sobre moralidad y religión. Y se aplicó la interpretación filosófica crítica, contrastando los planteamientos darwinianos con corrientes éticas clásicas (por ejemplo, deontología, ética de la virtud) y modernas (por ejemplo, teoría del contrato, utilitarismo evolutivo).  Se examinó cómo los filósofos contemporáneos han recibido, adaptado o refutado las ideas de Darwin en el terreno moral.  Finalmente,

a partir de los resultados, se extrajeron esas implicaciones para la vida ética en el contexto religioso del siglo XXI.

Objetivo general

Mostrar de modo fundamentado cómo las ideas biológicas de Charles Darwin han contribuido al desarrollo de la ética evolutiva y al diálogo entre filosofía moral y religión, así como extraer implicaciones prácticas para la vida cristiana contemporánea.

Objetivos específicos

1.    Describir quién fue Charles Robert Darwin y cuál fue su formación científica y filosófica.

2.    Exponer las hipótesis darwinianas relativas al origen del sentido moral y las “instintos sociales”.

3.    Analizar cómo sus planteamientos han sido interpretados, adaptados o criticados por filósofos de la moral contemporánea.

4.    Evaluar las posibilidades y los límites de una ética basada en la evolución natural (ética evolutiva).

5.    Derivar reflexiones prácticas para la vida moral de los creyentes en la iglesia del siglo XXI.

Contenido

1. ¿Quién fue Charles Robert Darwin?

Charles Robert Darwin (1809-1882) fue un naturalista británico célebre por haber propuesto la teoría de la evolución por selección natural. Su formulación, plasmada en On the Origin of Species (1859), transformó la biología y tuvo un impacto profundo en el pensamiento occidental. (Darwin, C. 1859).1

La relevancia intelectual de Darwin trasciende la biología: su proyecto epistemológico implicó grandes retos para la filosofía, la moral y la teología, pues sugirió que los seres humanos son producto de un proceso naturalista sin intervención directa sobrenatural.

2. Su Formación académica y científica

2.1 Formación académica y científica

Darwin inició estudios de medicina en la Universidad de Edimburgo, pero abandonó esa carrera, interesado más bien en historia natural. Posteriormente estudió teología en Cambridge (Christ’s College), con la intención de convertirse en clérigo anglicano; sin embargo, su inclinación por la ciencia lo alejó de ese destino. (Desmond & Moore, Darwin’s Sacred Cause)

Durante su viaje en el HMS Beagle entre 1831 y 1836, Darwin recopiló extensas observaciones geológicas, biogeográficas y morfológicas, lo cual cimentó su pensamiento transformista. Luego dedicó muchos años a formular teóricamente la idea de selección natural antes de publicarla.

No estudió formalmente filosofía sistemática, pero se nutrió de lectura liberal y científica: estaba familiarizado con la tradición inglesa del empirismo, así como con textos naturalistas y geológicos (Charles Lyell (1797 – 1875), (Alexander von Humboldt (1769 – 1859), y (William Paley (1743 – 1805), que modelaron su enfoque metodológico. (La influencia de Lyell es clave en la adopción del uniformismo geológico).

2.2 Orientación filosófica implícita

Si bien Darwin no se definía como filósofo de la moral, su enfoque adoptó un naturalismo metodológico: es decir, creía que los fenómenos biológicos y psicológicos debían explicarse mediante causas naturales, sin recurrir a explicaciones teleológicas sobrenaturales explícitas.

En su penúltimo y último trabajo, The Descent of Man, aplicó su teoría evolutiva al origen de la mente humana, la moralidad y la religión potencialmente como productos emergentes de procesos biológicos.

Darwin osciló entre reconocer la dimensión religiosa del hombre y una explicación naturalista de sus facultades; hubo momentos de tensión personal entre fe e investigación científica.

3. Posturas filosóficas destacables: el sentido moral y la evolución

Una de las aportaciones más estimulantes de Darwin al ámbito moral consiste en su hipótesis de que el sentido moral humano puede tener raíces evolutivas profundas, derivadas de “instintos sociales” presentes en animales sociales, especialmente cuando se adquiere la facultad de la reflexión consciente. (Darwin, The Descent of Man).4

Darwin propuso que la moralidad no surge como un rasgo abrupto o exclusivamente humano, sino como el resultado de una larga evolución de los instintos sociales y de la capacidad de autoconciencia reflexiva.

En The Descent of Man, argumentó que ciertas disposiciones —como la simpatía, la cooperación o la tendencia a cuidar de los demás— habrían ofrecido ventajas adaptativas para la supervivencia de grupos sociales cohesionados (Darwin, 1871, p. 120).2

Estas conductas, seleccionadas naturalmente, habrían dado origen a un sentido de deber hacia los otros. De este modo, el origen de la moral no reside en un mandato trascendente ni en una razón pura abstracta, sino en la historia biológica del ser humano como especie social. Esta hipótesis, profundamente naturalista, redefine el fundamento de la ética desde la perspectiva evolutiva.

La dimensión reflexiva del sentido moral, según Darwin, se desarrolla cuando los instintos sociales interactúan con la memoria, la imaginación y la razón, permitiendo al individuo evaluar sus propias acciones y anticipar juicios de aprobación o desaprobación.

En este punto, la moralidad se convierte en una autoconciencia moral, capaz de trascender la mera conducta instintiva. Darwin sostuvo que la conciencia moral surge cuando la persona recuerda sus actos pasados y experimenta remordimiento o satisfacción al compararlos con los ideales del grupo (Darwin, 1871, p. 135).2

Este análisis prefigura una ética del sentimiento moral —próxima a Hume— que, sin embargo, incorpora la selección natural como mecanismo explicativo. Así, la moral humana aparece como una continuidad de los procesos naturales, no como una ruptura ontológica.

Desde la perspectiva filosófica contemporánea, la tesis darwiniana del sentido moral ha tenido un eco profundo en la ética evolutiva moderna, que busca reconciliar biología y filosofía moral.

Pensadores como Michael Ruse y E.O. Wilson han retomado esta línea para sostener que las normas morales son productos adaptativos que favorecen la cooperación social.

Sin embargo, esta idea ha generado debates con autores como Alasdair MacIntyre o Martha Nussbaum, quienes advierten que una ética puramente biológica corre el riesgo de diluir la dimensión normativa y teleológica de la moral humana. Aun así, la propuesta de Darwin abrió un horizonte fecundo: el de comprender la moralidad como un fenómeno emergente donde la naturaleza y la cultura, la biología y la conciencia, no se excluyen, sino que se integran en la historia evolutiva del ser humano.

3.1 Las “instintos sociales” y el sentido moral

Darwin postuló que ciertos animales poseen instintos de cooperación, simpatía y altruismo incipiente, los cuales favorecen la cohesión del grupo y, por tanto, la supervivencia. Con el desarrollo cognitivo humano (memoria, imaginación, razonamiento), esos instintos podrían devenir en conciencia moral, sentido de deber o aprobación/desaprobación interior.

En Descent, sostiene que: “any animal whatever, endowed with well-marked social instincts … would inevitably acquire a moral sense … as soon as its intellectual powers had become … as well, or nearly as well developed, as in man.” (Darwin, C. (1871).2

De este modo, Darwin propone una genealogía natural de la moralidad. Pero reconoce que los instintos por sí solos no bastan: la dimensión reflexiva humana permite juzgar actos pasados y futuros con criterios de virtud y obligación.

Darwin comprendió que la transición de los instintos sociales a la conciencia moral no podía explicarse únicamente en términos biológicos, sino también psicológicos y sociales.

El ser humano, al poseer memoria y autoconciencia, puede revivir experiencias pasadas y anticipar las consecuencias de sus actos, generando emociones complejas como la culpa, el orgullo o el remordimiento.

Este proceso confiere a la moralidad una dimensión temporal y reflexiva: el individuo compara su conducta con las expectativas del grupo y con sus propios ideales internalizados. Así, la moralidad se convierte en un mecanismo de autorregulación que prolonga la función adaptativa de los instintos sociales, pero la trasciende al integrar la deliberación racional y la autocrítica (Darwin, 1871, p. 137).2

En términos filosóficos, esta interpretación naturalista de la conciencia moral representa un puente entre la ética empírica y la fenomenología moral, anticipando debates que más tarde abordarían autores como Hume, Dewey y, en clave contemporánea, Patricia Smith Churchland (nacida en 1943).

Sin embargo, Darwin reconoce que el desarrollo del sentido moral implica también la emergencia cultural de normas y valores compartidos, lo cual amplía el horizonte biológico hacia una moral comunitaria.

En The Descent of Man, sugiere que las costumbres, la educación y la aprobación social moldean y refinan las disposiciones instintivas, produciendo sentimientos de justicia, lealtad o compasión que ya no dependen solo de la supervivencia, sino de ideales de virtud (Darwin, 1871, p. 142).2 En este sentido, la moralidad humana se origina en la naturaleza, pero se consolida en la cultura.

Esta síntesis entre biología y ética ofrece una genealogía del deber moral que no niega la libertad, sino que la inscribe en la continuidad de la evolución. Tal enfoque ha sido clave para las corrientes de ética evolutiva del siglo XX, las cuales buscan comprender cómo la cooperación, la empatía y la justicia pueden ser vistos como productos tanto de la selección natural como del perfeccionamiento racional y cultural de la especie.

3.2 Moralidad como combinación de impulso emocional y deliberación

Para Darwin, la moralidad humana combina elementos emocionales instintivos (como simpatía, empatía, remordimiento) con procesos intelectuales de deliberación. No plantea una moral pura deontológica ni utilitarista, sino una capacidad gradual de autoevaluación moral.

Darwin percibió que las emociones morales —como la simpatía, la vergüenza o el remordimiento— constituyen el punto de partida del juicio ético, pues son expresiones afectivas de una vida social cooperativa. Sin embargo, esas emociones no bastan por sí solas: requieren de la deliberación racional para transformarse en principios de conducta estable.

En The Descent of Man (1871),2 Darwin describe cómo la memoria y la previsión permiten al individuo comparar su comportamiento pasado con ideales colectivos, experimentando satisfacción cuando actúa conforme a ellos y remordimiento cuando los transgrede (p. 139).2

De este modo, el sentido moral resulta de la interacción entre dos niveles complementarios: uno instintivo-afectivo, que impulsa a la acción solidaria, y otro intelectual-reflexivo, que juzga y regula las emociones a la luz de criterios más universales. Esta síntesis constituye, en palabras actuales, una forma temprana de naturalismo moral psicológico, que anticipa los hallazgos de la neuroética y la psicología moral contemporánea.

Además, Darwin introduce una visión dinámica de la moralidad, en la que la razón no domina las emociones, sino que las organiza y amplifica en función del bienestar común. El sentido moral, entonces, no se reduce a un cálculo racional ni a un impulso sentimental ciego, sino que emerge del diálogo continuo entre ambos polos.

En ello, Darwin se distancia tanto del racionalismo moral kantiano, que subordina la moral a la ley del deber puro, como del utilitarismo clásico, que la reduce a la maximización del placer. Su propuesta sugiere que la moralidad humana es una facultad gradual y evolutiva, moldeada por la experiencia, el aprendizaje y la interacción social (Darwin, 1871, p. 142).2

Desde esta perspectiva, la ética no es una estructura fija, sino un proceso adaptativo en el que los sentimientos prosociales, guiados por la reflexión, configuran el progreso moral de la humanidad.

3.3 Progreso moral, universalidad y límites

Darwin consideraba que existe un progreso moral limitado en la historia humana, condicionado por educación, cultura y desarrollo social, aunque no sostenía una teleología rígida del progreso moral.

Por otra parte, Darwin rechazaba la idea de una moral objetiva y universal en el sentido absoluto: él admitía que las obligaciones morales diferirían entre especies, y que la “obligación” podía tener una base subjetiva ligada al instinto. “I cannot see why it [the obligation] sh’d be an objective & universal fact … any more than … with the instinctive obligation …” (carta an Abbot).3

También hubo resistencias personales: Darwin expresó dudas de que el sentido moral pudiera derivarse simplemente de antepasados irracionales por selección natural, tema que lo inquietaba en relación con la dignidad humana.

Darwin comprendió el progreso moral no como una línea ascendente inevitable, sino como un proceso contingente y gradual, condicionado por el desarrollo social, la educación y las instituciones humanas. En su visión evolutiva, la expansión del sentido moral se da cuando los instintos sociales —originalmente restringidos al grupo o tribu— se amplían progresivamente hasta incluir a toda la humanidad. Este progreso depende, sin embargo, de factores culturales e históricos, no de una finalidad teleológica inscrita en la naturaleza (Darwin, 1871, p. 145).2

De hecho, advertía que la evolución no garantiza la moralidad: las mismas fuerzas naturales que favorecen la cooperación pueden también reforzar el egoísmo o la exclusión. Por ello, la moral humana debe entenderse como una emergencia histórica frágil, que requiere cultivo ético y deliberación racional para sostenerse. En términos filosóficos, Darwin introduce una forma de naturalismo moral no determinista, que reconoce la posibilidad de progreso sin imponerle un destino metafísico.

A la vez, Darwin mantuvo una posición escéptica respecto a la universalidad moral absoluta. En sus cartas, como la dirigida a Francis Abbot, confiesa su dificultad para considerar la obligación moral como un hecho objetivo independiente de la naturaleza humana. A su juicio, lo que sentimos como “deber” es una elaboración psicológica de los instintos sociales, modulada por la educación y la razón.

Este reconocimiento de la relatividad biológica y cultural de la moral introduce un problema profundo: si el deber moral tiene raíces evolutivas, ¿qué fundamento sostiene su normatividad? Darwin no resolvió plenamente esta tensión, pero su inquietud anticipa debates contemporáneos entre el realismo moral y el constructivismo evolutivo, así como la reflexión de filósofos como Alasdair MacIntyre, quien advierte que sin una narrativa teleológica compartida, el progreso moral corre el riesgo de disolverse en emotivismo o relativismo.

En este punto, Darwin deja abierta una pregunta crucial que aún resuena: ¿cómo reconciliar el origen natural de la moral con la aspiración humana a la universalidad del bien?

4. Cinco Hallazgos e hipótesis destacables

1.    Darwin estableció que las especies cambian a lo largo del tiempo por variación heredable y presión selectiva —innovación central frente a teorías previas de cambio inherente.

 

2.    Propuso que la psicología humana, la cognición y las emociones morales también son objeto de explicación evolutiva: “Psychology will be based on a new foundation … por gradación” (último capítulo del Origin).4

 

3.    Sostuvo que la cooperación social y la simpatía eran adaptativas para organismos sociales, desde insectos hasta mamíferos, lo que hace plausible una continuidad evolutiva del altruismo (aunque con diferencias de grado).3

 

4.    Propuso que la moralidad humana emerge en la interacción de instintos sociales evolucionados con capacidades cognitivas superiores, dando origen a la conciencia moral.

 

5.    Reconoció límites: su explicación no pretende agotar la normativa moral (lo que “debemos hacer”), sino ofrecer una genealogía científica de nuestras capacidades morales.

5. Impacto en la ética, filosofía moral contemporánea y religión

5.1 Ética evolutiva: posibilidades y desafíos

El pensamiento darwiniano inspiró el surgimiento de la ética evolutiva, una corriente filosófica que intenta fundamentar o iluminar los principios morales a partir de hechos evolutivos.

Entre los temas más estudiados están:

a)    La explicación de altruismo recíproco y cooperación mediante modelos evolutivos (teoría de juegos, selección de parentesco, selección de grupo).

 

b)    La evolución de emociones morales como la culpa, el remordimiento, el sentido de justicia.

 

c)    La crítica a la falacia naturalista: argumentar que “lo que es evolutivamente exitoso” equivale a “lo que es moralmente bueno” no está justificado sin análisis normativo riguroso. (Problema identificable desde Hume).4

 

d)    Las tensiones entre ética evolutiva y teorías éticas tradicionales: por ejemplo, una ética kantiana basada en deber no se reduce fácilmente a explicaciones evolutivas.

 

e)    Diversos filósofos han adoptado una “ética naturalista moderada”: reconocen que los hechos biológicos pueden informar la ética, pero no reemplazar el discurso normativo.

5.2 Influencia sobre la filosofía moral contemporánea

Darwin estimuló una reconceptualización de la moral no como algo exclusivamente racional y abstracto, sino como integrado con la naturaleza humana, con raíces biológicas y sociales. Esto ha favorecido corrientes como la ética experimental, la ética evolutiva, la ética de la virtud con fundamento empírico, y la filosofía pragmática que considera lo humano como un fenómeno natural entre otros. (Darwin, C. (1871).2

Algunos autores han integrado ideas darwinianas en teorías morales progresistas: por ejemplo, Peter Singer en A Darwinian Left propone que la cooperación humana, vista como resultado evolutivo, puede fundamentar políticas sociales justas.

Al mismo tiempo, filósofos críticos han advertido riesgos: que una lectura reduccionista de Darwin pueda legitimar el darwinismo social (aplicar el “más apto” en el ámbito social) o el relativismo moral extremo. Pero muchos interpretan el darwinismo ético bajo una versión más matizada: reconocer limitaciones biológicas sin eliminar la reflexión normativa.

5.3 Diálogo con la religión y la teología

Las ideas de Darwin suscitaron tensiones religiosas, pues parecían desplazar la necesidad de un Dios creador directo. Sin embargo, algunos teólogos han buscado reconciliar evolución y fe, adoptando posiciones como el teísmo evolutivo: Dios actúa a través de procesos naturales.

Darwin mismo, aunque comentó la religión en sus cartas, no llegó a promover una teología sistemática; manifiesta una actitud prudente y ambivalente ante la fe. Sus hallazgos, sin embargo, desafiaron ciertas interpretaciones literales del Génesis y empujaron al cristianismo moderno a relecturas más simbólicas y teístas de la creación.

La clave es que Darwin no pretendió destruir la religión, sino desplazar ciertos presupuestos del pensamiento religioso hacia una comprensión más naturalista del mundo, dejando espacio para una teología que interprete el acto divino de modo compatible con la evolución.

Asimismo, sus ideas incentivaron debates sobre la dignidad humana: si nuestro origen es “natural”, ¿qué fundamento tenemos para considerarnos moralmente diferentes o especiales? Esa tensión sigue viva en filosofía de la religión contemporánea.

6. Evaluación crítica: aportes, límites y desafíos

Aportes principales:

Darwin ofreció una genealogía científica de nuestras capacidades morales, lo cual es un recurso invaluable para quienes desean fundamentar la ética en el ser humano concreto dentro de la naturaleza.

Su enfoque amplió la visión de la moralidad como fenómeno integrado con la biología y la psicología, y no como algo puramente abstracto e independiente.

Proporcionó una base empírica que pudo alimentar posteriores desarrollos en ética evolutiva y métodos interdisciplinares entre filosofía, biología y psicología moral.

Invitó a una mayor humildad epistemológica: nuestras intuiciones morales pueden tener raíces biológicas que condicionan su desarrollo o sesgos.

Límites y desafíos:

1.    Darwin no elaboró una teoría normativa de la moral: sus explicaciones son descriptivas o genealógicas, no prescriptivas.

 

2.    La “falacia naturalista” permanece como desafío: no puede inferirse directamente un “deber” a partir de un “hecho”.

 

3.    Su época desconocía la genética mendeliana; sus ideas requieren revisión y refinamiento mediante los conocimientos actuales de la biología evolutiva moderna (síntesis moderna, epigenética, teoría de niveles de selección).

 

4.    Peligros de lecturas distorsionadas: el darwinismo social malinterpretado, el reduccionismo absoluto, el relativismo moral extremo.

 

5.    Problemas de universalidad: si las obligaciones morales derivan de instintos variables entre especies, la norma humana puede carecer de estabilidad universal.

Conclusiones (para la vida de las personas en la Iglesia del siglo XXI)

Reconozco que nuestras facultades morales tienen raíces naturales no empecé la dignidad humana señalaba Darwin; e invita a valorar la creación como proceso dinámico y a entender la moral no como algo meramente ideal, sino encarnado.

Una visión cristiana puede acoger la evolución como vía legítima de desarrollo del ser humano y, al mismo tiempo, entender la intervención divina como acción que elige respetar las dinámicas naturales.

Las enseñanzas morales de la Iglesia pueden enriquecerse si atienden la antropología evolutiva seriamente: comprender los condicionamientos biológicos y sociales del ser humano nos hace más conscientes de las debilidades y fortalezas morales.

Si parte de nuestra naturaleza moral surgió gradualmente, estamos conscientemente imperfectos; esto favorece la tolerancia, la misericordia y la solidaridad en la comunidad cristiana.

La ética comunitaria y el énfasis en el bien común tienen respaldo en una visión naturalista de la cooperación humana evolutiva; la Iglesia puede fundamentar su enseñanza social sin rechazar en lo absoluto a la ciencia.

Los creyentes del siglo XXI están llamados a conversar con científicos, filósofos y pensadores contemporáneos, articulando fe y razón, revelación y evolución, moral normativa y descubrimiento empírico.

En suma, aunque Darwin no fue un moralista formal, su legado científico ha abierto vías fecundas para que la filosofía moral, la ética evolutiva y la reflexión teológica dialoguen con honestidad sobre el origen, sustancia y desarrollo de la moral humana. Una iglesia culturizada en el siglo XXI puede aprovechar dicho legado para ofrecer testimonio ético fundado y atractivo para una sociedad científica.

 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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2.    Darwin, C. (1871). The Descent of Man, and Selection in Relation to Sex. Londres: John Murray.

Fuente: https://darwin-online.org.uk/content/frameset?itemID=F937.1&pageseq=1&viewtype=text

 

3.    Darwin, C. (carta an Abbot, citada en Desmond & Moore). En Desmond, A., & Moore, J. (2009). Darwin’s Sacred Cause: How a Hatred of Slavery Shaped Darwin’s Views on Human Evolution. Boston & New York: Houghton Mifflin Harcourt.

Fuente: https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/01440390903481753

 

4.    “Darwin and the Descent of Man.” Stanford Encyclopedia of Philosophy. (Revisión histórica y filosófica de su pensamiento)

Fuente: https://ora.ox.ac.uk/objects/uuid:39159ffb-9c99-4cf0-8848-966420241416/files/d4q77fr84g

 

5.    “Darwinian Morality.” Evolution: Education and Outreach. (sobre la relevancia de Darwin para la teoría moral)

Fuente: https://evolution-outreach.biomedcentral.com/articles/10.1007/s12052-009-0162-z

 

6.    “Darwin on the Evolution of Morality.” PhilSci-Archive (Don M.). (reconstrucción del argumento moral de Darwin)

Fuente: https://philsci-archive.pitt.edu/137/1/DonM-text.html

 

7.    “The Enduring Relevance of Darwin’s Theory of Morality.” BioScience. (análisis de su vigencia)

Fuente: https://academic.oup.com/bioscience/article-abstract/63/7/513/288827

 

8.    “Morality and Evolutionary Biology.” Stanford Encyclopedia of Philosophy. (proyectos contemporáneos sobre biología moral)

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9.    “Evolutionary Ethics from Darwin to Moore.” PubMed (resumen del desarrollo de la ética evolutiva)

Fuente: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15293515/

 

10. “Darwin’s place in the history of thought: A reevaluation.” PMC. (interpretaciones alternativas y teleológicas)

Fuente: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC2702795/

 

11. “Darwin and the Science of Evolution” (biografía general)

Fuente: https://www.amazon.com/Darwin-Science-Evolution-Abrams-Discoveries/dp/0810921367

 

12. “Darwin’s Views on Morality.” Discovery Institute (resumen crítico)

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Fuente: https://cailinoconnor.com/wp-content/uploads/2019/08/Methods__Models__and_the_Evolution_of_Moral_Psychology-Final-V.pdf

 

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