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Sobrevivir el aula | Hernán Aldana | TEDxPuraVidaED
Dr en Biología de la Universidad de Buenos Aires, especializado en Neurociencias. Desde el año 2008 me desempeño como Decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y de Ciencias de la Salud de la Universidad de Belgrano. Aunque desempeño las tareas de gestión universitaria con cierto éxito mi principal fortaleza es la capacidad de explicar lo difícil de manera fácil. Soy un apasionado docente. En la actualidad soy profesor a cargo en 3 Universidades Argentinas en carreras como Medicina, Biología y Kinesiología y Fisiatría.
Mujeres sublevadas del Reino de Arabia
www.publico.es / 24-08-18
La noticia de la ejecución de la activista
Esra al Ghamgham afortunadamente fue falsa. Si la intención de quien la lanzó
fue “erosionar la imagen” del régimen de Al-Saud, bastaba sólo con reflejar la
realidad de la sociedad que ha creado con los parámetros de la Edad Media. Las
noticias hay que contrastarlas, vengan de donde vengan. De hecho, los grupos
feministas de Oriente Próximo (¡y no los confundan con las llamadas “feministas
islámicas”, portavoces del tramposo oscurantismo feminizado!), no la
dieron.
A la medida que se intensifica la lucha
por el progreso de la sociedad civil del Reino de Arabia (denominación
utilizada por las fuerzas progresistas de este país que así eliminan el
apellido de la tribu que se ha apoderado del estado), aumenta la represión del
régimen que además de fundamentalista, es de extrema derecha. Según la
organización pro derechos humanos Reprieve, la tasa de ejecución en Arabia se
ha duplicado desde el ascenso del príncipe Mohammed bin Salman, el Trump saudí, en junio del 2017. Además de comprar el
silencio de la prensa occidental sobre la guerra de Yemen, Mohammed “ha vendido” Jerusalén a EEUU, traicionando
a los palestinos, ha patrocinado a los grupos terroristas, y no ha dudado en
utilizar métodos de mafia secuestrando a los jeques millonarios para exigirles el rescate. ¿Cuánto
y a quiénes pagó el reino para que le integraran en la Comisión de la Condición
Jurídica de la Mujer de la ONU, para (¡agárrense!) “promocionar la
participación igual de las mujeres en asuntos políticos y públicos: ¡Un zorro
en el gallinero!
Ersa que fue detenida en 2015 junto con su
esposo Moussa al-Hashem y otras siete personas en la región Qatif, se encuentra
bajo la custodia de la temible policía política saudí (que suele utilizar
torturas para conseguir “confesiones” de autoculpabilidad), y sus vidas siguen
en peligro. El Tribunal Penal Especializado (SCC), creado en 2008 para juzgar
casos del terrorismo, ha solicitado la pena de muerte para todas y sus destinos
se decidirán los próximos meses. El SCC sentenció a muerte al aspirante de ser el Jomeini de Arabia, el clérigo chiíta, Nimr al-Nimr en 2016 y
otros siete compañeros suyos. Al ser una dictadura que prohíbe cualquier
formación política y civil secular, las únicas alternativas que se presentan (y sin que realmente la fuesen) son religiosas.
La región petrolífera de Qatif, que
alberga la principal refinería y también la terminal de exportación del país y
por la desgracia de al-Saud es de mayoría chiita, vive continuas protestas
sociales desde 1979 y su militarización no ha hecho más que aumentar la
tensión. La discriminación por pertenecer a una minoría religiosa junto con las
deficiencias en las infraestructurales y los servicios básicos fueron motivos
del levantamiento popular en el marco de las primaveras árabes del 2011,
duramente reprimido. En el mayo del 2017, la policía mató por disparos a un
niño y un hombre paquistaní durante una manifestación.
Aunque Riad ha ratificado la Carta Árabe
de Derechos Humanos del 1994, que
propone la pena capital solo en caso de “crímenes más graves” o “circunstancias
excepcionales”, la aplica para numerosos “delitos” no violentos que incluyen el
activismo político, tráfico de droga, adulterio, homosexualidad, renegar del
islam (como el caso del poeta palestino Ashraf Fayadh), e incluso brujería, a
pesar de que es la Biblia que la condena a muerte (“A la hechicera no dejarás
que viva”, Éxodo 22:18), no el Corán.
La clase burguesa de los países
dictatoriales, por su propio bien e interés, deberían recibir cursos de sus
colegas europeos de cómo mantener e incluso ampliar su poder sin recurrir a esa
desmesurada brutalidad.
El
estatus de subgénero de la mujer
El 19 de mayo pasado, sólo un mes después
de que a bombo y platillo se anunció que las mujeres ya tenían derecho a
conducir, el régimen detuvo a varias feministas, entre ellas Iman al Nafyan,
Luyain al Hazlul, Aziza al-Yousef, y Aisha al-Manea, acusándolas de “conspiración
contra el Estado”, o sea, contra la familia gobernante. Su objetivo no es otro
que silenciar la voz de quienes exigen la abolición del sistema de “tutela” que
considera a las mujeres como seres con discapacidad mental necesitada del permiso de
un wali (tutor varón): aunque pueda conducir un Ferrari o pilotar un avión,
para salir de casa debe tener la autorización de un hombre. ¿En qué mundo
viven? ¡Hace 55 años, la soviética Valentina Tereshkova pilotó la nave Vostok 6
para ir a dar un paseo por el espacio, y hoy se ofrece para viajar al Marte!
¿Estos señores realmente piensan que son más inteligentes y capaces que Angela
Merkel, por ejemplo, quien dirige uno de los países más poderoso del planeta
desde el 2005? Mientras consideran “progreso” sexualizar las olimpiadas del Río
del 2016, permitiendo la participación de sus atletas siempre que estén
totalmente tapadas, e incluso proponen el regreso de la Edad Media con unos
Juegos Olímpicos sin mujeres, desconocen que hace 82 años España y Europa
Occidental tuvieron su primera mujer ministra, la anarquista Federica Montseny.
En el Reino de Arabia, aunque usted sea
una científica divorciada de 50 años debe tener el permiso de su hijo de 16
para hospedar en un hotel, viajar, tener pasaporte o casarse. Es más: si le
detienen, tras cumplir su condena, si su maldito “tutor” no va a recogerla,
seguirá en la cárcel: ¡Una mujer ‘suelta’ provoca “fitna” (caos) social,
poniendo patas arriba el orden cósmico! ¡Cuánta perversión enfermiza en esta
mirada sexual a la mujer y al hombre! Y encima obligan a las mujeres llevar el velo y oscuro porque ellas
“representan la tenebrosidad de los deseos”, y ellos que se visten de blanco,
son la manifestación de la Luz. El control sobre la mitad de la población,
utilizando además el terror, es una estrategia política: será más fácil dominar
a la otra mitad, los hombres. La mayoría de los edificios públicos, incluidas
oficinas, bancos y universidades, transporte público, parques y playa tienen
entradas separadas para los diferentes sexos.
Desde la cuna hasta la tumba, la mujer no
puede decidir su vida, y pasa de ser la propiedad de un hombre a otro: es,
curiosamente, la misma imagen de las bodas semíticas en la que el padre
“entrega” a su hija a su nuevo vigilante, quien puede repudiarla cuando le apetezca,
mientras ella para librarse de él debe alegar un motivo “razonable” para el
juez religioso. Y si tienen hijos, la madre es una simple portadora (hameléh)
de niños engendrados por él, y nunca la tutora natural ni legal de sus vástagos:
en determinados casos sólo podrá tener la custodia. De hecho, en los documentos
de identidad no hay ninguna referencia a la madre, y el titular ha nacido sólo
del padre: ¡cosas de la naturaleza!
No hay ninguna reforma real en este capitalismo religioso que mejore la situación de las
mujeres: el Príncipe Heredero del régimen más misógino del mundo sólo está
utilizando la “carta de mujer” en sus jugadas políticas, mientras está
aumentando la represión social contra un pueblo que ya se rebela. A falta de
una estructura democrática del poder, cualquier reforma o conquistas del pueblo
podrá ser revertidas fácilmente. Es imposible la igualdad de los ciudadanos y
la justicia social bajo un sistema teocrático aunque Fátima Mernissi afirme lo
contrario.
Seguimos pidiendo la liberación inmediata
e incondicional de mujeres y hombres activistas del Reino de Arabia. Aún
estamos a tiempo para parar la espada de los verdugos.
"La Iglesia no tiene solución, si no cambia el clero"
José M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 21-08-18
El papa Francisco acaba de publicar una
carta, dirigida al "pueblo de Dios", en la que denuncia los abusos
sexuales que no pocos clérigos vienen cometiendo contra menores de edad desde
hace ya bastantes años. "Un crimen que genera hondas heridas de
dolor" sobre todo en las víctimas, dice el papa.
Este asunto es gravísimo, como bien
sabemos. Grave para las víctimas. Grave para quienes lo cometen. Grave para la
sociedad y para la Iglesia. Por eso se han escritos cientos de artículos y no
pocos libros alertando del peligro que todo esto entraña. Y ofreciendo
soluciones de todo tipo. No voy a ponerme ahora a discutir quién tiene razón -y
quién no la tiene- en el análisis y solución de este enorme problema. ¿Quién
soy yo para eso?
Sólo creo que puedo (y debo) decir algo
que me parece fundamental. El papa Francisco no duda en decir que el
"crimen", que son los mencionados abusos sexuales, ha sido cometido
"por un notable número de clérigos y personas consagradas". Pero,
cuando se refiere a las consecuencias, el mismo papa dice que "el
clericalismo, sea favorecido por los propios sacerdotes como por los laicos,
genera una escisión en el cuerpo eclesial". Es decir, el clericalismo ha
roto la Iglesia, la tiene destrozada. Y una Iglesia rota, termina rompiendo
hasta las conciencias de los culpables y la vida de los más débiles.
No es lo mismo hablar de "clero"
que de "clericalismo". El diccionario de la Rae dice que "clericalismo"
es la "intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que
impide el ejercicio de los derechos de los demás miembros del pueblo de
Dios". El papa hace bien en responsabilizar, no tanto al
"clero", sino más propiamente al "clericalismo". Y digo que
el papa hace bien, al utilizar esta distinción lingüística, porque de sobra
sabemos que, si hablamos del "clero", no se puede generalizar. Por
todo el mundo, hay "hombres de Iglesia" (clérigos) que son sencillamente
ejemplares y hasta heroicos.
Otra cosa es si hablamos de
"clericalismo". Porque la teología y el derecho eclesiástico están
pensados y gestionados de manera que "inevitablente" todo
"hombre de Iglesia", que no sea un santo o un héroe, termina
ejerciendo el más refinado y quizá brutal "clericalismo". Por la
sencilla razón de que, si cumple con lo que le impone la "teología" y
el "derecho" de la Iglesia, no tiene más remedio que "impedir el
ejercicio de los derechos de los demás". Por ejemplo, tiene que impedir
que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Y así, tantas y
tantas otras cosas.
¿Tiene esto solución? Claro que la tiene.
El
término "clero" significa "suerte", "herencia",
"beneficio". Según el Evangelio, Jesús no fundó ningún
"clero", en este sentido. Al contrario. Lo que les mandó a sus
apóstoles es que fueran los "servidores" de los demás. Hasta
prohibirles que, para difundir el Evangelio, llevaran dinero, alforja o
calderilla.
Tenían que ir por la vida lavando los pies
a los demás, como se sabe que hacían los esclavos. Hacerse cura no es hacer carrera, no es subir en la vida y en la
sociedad. Hacerse cura es vivir el Evangelio tal y como Jesús mismo lo vivió.
O sea, es asumir una forma de presencia en la sociedad, como la que asumió
Jesús. Una forma de vida que le costó perder la vida.
Entonces, ¿esto tiene arreglo? Claro que
lo tiene. Pero supone y exige dos pasos, que son (o serían) muy duros de asumir:
1º) Suprimir el clero, tal como ahora
mismo está organizado y gestionado.
2º) Recuperar las "ordenaciones"
"invitus" y "coactus" de la Iglesia antigua.
Estos dos términos latinos significan que eran
"ordenados" de ministros de la comunidad cristiana, no los que lo
deseaban o lo pedían, sino los que no
querían. Es decir, los que eran elegidos por el pueblo, en cada diócesis y
en cada parroquia.
Esto es lo que mandaban los sínodos y
concilios. Y fue una práctica que duró siglos. De forma que incluso los grandes
teólogos escolásticos de los siglos XII y XIII discutían todavía sobre este
asunto. Así lo demostró, con amplia y seria documentación, el profesor Y.
Congar (en Rev. Sc. Phil. et Theol., vol. 50 (1966)
161-197).
Termino ya. Pero no me puedo callar lo
siguiente. Mientras "hacerse cura" sea "hacer carrera", la
Iglesia seguirá estando rota. Y además seguirá también perdiendo presencia en
la sociedad. Y lo más grave: una Iglesia, en la que sus curas son hombres que
buscan (quizá sin darse cuenta de lo que hacen) un "estatus social"
de buen nivel y, sobre todo, buscan tener una sólida "seguridad
económica", la Iglesia seguirá rota, en ella se seguirán cometiendo abusos
(no sólo sexuales) y, para colmo, el clericalismo inevitable continuará
ocultando el mundo oscuro del clero que, como el que los curas y maestros de la
ley del tiempo de Jesús, seguirá viviendo en la "hipocresía" que tan
duramente denunció el mismo Jesús de Nazaret.
El franco CFA, una moneda colonial, servil y depredadora...
www.rebelion.org / 200818
Por primera vez desde las independencias, varias manifestaciones públicas en diferentes países de África (Dakar, Cotonou, Libreville, Bamako, etc) y en la región parisina, han exigido la desaparición del franco CFA, una moneda que el colonialismo francés impuso a catorce países en el momento de las independencias. Estas manifestaciones impulsadas por movimientos juveniles marcan la entrada en escena de una nueva generación militante africana. No es casual que el franco CFA se haya elegido como objetivo en el arsenal de sometimiento a la dependencia que impone el colonizador en la década de 1960.
En
efecto, todas las demás zonas monetarias coloniales llegaron a su fin con la
disolución de la última, la zona libra esterlina, en 1979 (1). Esta moneda, que
el Estado francés presentaba como un símbolo de la cooperación, muestra cada
vez más lo que es: un símbolo provocador de una dependencia colonial que además
del franco CFA posee otras herramientas: la deuda, el Acuerdo de Asociación
Económica (AAE), los acuerdos de defensa, la francofonía. “Mientras que las
demás monedas africanas simbolizan por medio de su nombre la ruptura con la
colonización y la independencia adquirida a principios de la década de 1960
(naira en Nigeria, cedi en Ghana, dinar en el Norte de África), la moneda que
circula de Dakar a Yaundé pasando por Abidjan, Lomé, Bamako y Malabo sigue
haciendo referencia al colonizador” (2), resume el jurista Yann Bedzigui.
Génesis de una moneda colonial
La zona franco
(3) se crea oficialmente en 1939 en el periodo de la guerra mundial para
“constituir un «tesoro de guerra» y anticiparse a la inestabilidad debida a
cualquier situación conflictiva mundial” (4).
Antes de ello
en las colonias francesas se concedía a bancos privados un “privilegio de
excepción” que les permitía emitir francos con la misma paridad que el franco
metropolitano. La preocupación principal en los albores de la guerra mundial es
evitar la fuga de capitales lo que, según explica un documento del Banco de
Francia, lleva a “un control estricto de los cambios y entonces se impone la
incovertibilidad del franco fuera de un espacio geográfico que incluye la
Francia metropolitana, sus departamentos de ultramar y sus colonias africanas y
asiáticas” (5).
Los alemanes
imponen durante la ocupación una moneda específica que funciona en muchos
aspectos según unos principios similares a los que presidirán el
establecimiento del franco CFA en 1945: una moneda local dependiente del
Deutschemark, un tipo de cambio entre ambas monedas que se fija en Berlín, el
drenaje de recursos a beneficio de la potencia ocupante, un control estatuario
del Banco Central por medio de un comisario alemán, etc (6).
“La manera como
se transformó la moneda durante la Segunda Guerra Mundial en Francia es ejemplo
de una subordinación de lo monetario a la político. […] el poder adquisitivo
del ocupante se había duplicado artificialmente y le permitía adquirir riquezas
a menor coste. Esto formaba parte de la política de drenaje de los recursos
franceses a beneficio del Reich” (7), resume el economista Jérôme Blancs.
Así, al acabar
la Segunda Guerra Mundial se crea el franco CFA (franco de las Colonias
Francesas de África del Oeste y de África Central) y el franco CFP (franco de
las Colonias Francesas del Pacífico). Del mismo modo que en mayo de 1940 los
nazis fijan arbitrariamente el valor del marco en 20 francos franceses, el
decreto del 25 de diciembre de 1945 referente a la creación del franco CFA y
del franco CFP fija el valor del primero en 1.7 francos metropolitanos y el del
segundo en 2.4 francos (8). Efectivamente, se trata de una moneda de ocupación.
Esta similitud lleva al economista marfileño Nicolas Agbohou a hablar de
“nazismo monetario” en su libro Le Franc CFA et l’Euro Contre l’Afrique (9)
que desempeñó un papel importante en la toma de conciencia que lleva a las
movilizaciones contemporáneas contra el franco CFA.
El temor a que
se radicalicen las luchas de liberación nacional en la década de 1960 lleva al
general de Gaulle a emprender una descolonización que no lleva a verdaderas
independencias. Para ello era necesario encorsetar a los nuevos Estados en unas
relaciones de cooperación que desembocan sistemáticamente en la dependencia
económica respecto a París. El vínculo colonial se convertía en un vínculo
neocolonial. En este contexto se mantienen la zona franco y el franco CFA con
un simple revoque de fachada para tener en cuenta las independencias: el franco
de las colonias francesas de África se convierte en el franco de la comunidad financiera
africana para África del oeste y franco de cooperación financiera en África
Central. Tanto antes de las independencias como después, la zona franco se rige
por las mismas cinco reglas imperativas que otorgan a París el control de las
políticas económicas de los países de la zona franco.
La primera
regla es la de “la centralización de las reservas de divisas” por parte del
Banco de Francia, es decir, la obligación de depositar en el Banco de Francia
una parte importante de las reservas en divisas de los países de la zona franco
(un 65 % hasta 2005 y un 50 % desde entonces). Estas reservas ya no están a la
libre disposición de Estados que, sin embargo, son soberanos oficialmente.
Estos depósitos se invierten a beneficio de la economía francesa y producen
intereses. Así, el control de la mitad de los ingresos de los países africanos
se pone al servicio de la economía francesa. El economista congoleño Stéphan
Konda Mambou (10) calculó que en 2014 las sumas sustraídas así a los países de
la zona franco ascendían a 8 billones de francos CFA, esto es, 12.000 millones
de euros.
La segunda
regla es la de la paridad fija entre el franco CFA y el franco, y más tarde con
el euro una vez que este se estableció. El valor del franco CFA respecto a las
demás monedas (dólar, yen, etc.) varía según unos porcentajes iguales a los de
las variaciones entre el euro y las demás monedas. Cuando, por ejemplo, el euro
sube o baja respecto al dólar, el franco CFA hace lo mismo. Se trata de hecho
de una verdadera negación de las economías africanas. Los países de la zona
franco están privados de la posibilidad de actuar sobre la tasa de cambio de su
moneda cuando esta arma, explica el economista Jean-Luc Dubois, es un
“instrumento de política económica de una importancia particular puesto que
estos países producen y exportan productos de base y tienen que ser
competitivos en el mercado internacional” (11). La sujeción a un euro fuerte
penaliza las exportaciones a destinos diferentes de la Unión Europea.
La tercera
regla es la libre transferibilidad. Por consiguiente, con esta regla no hay
ningún límite a las transferencias de dinero a Europa y Francia. Se legaliza el saqueo. Los beneficios
obtenidos en la zona se repatrian a Europa con lo que se convierte a África en
un financiador de Europa en general y de Francia en particular. La repatriación
se convierte en regla y la reinversión en el lugar, en la excepción. Así, el
economista senegalés Demba Moussa Dembélé calcula la huida de capitales
africanos a Europa en 850.000 millones de dólares entre 1970 y 2008 (12).
La cuarta regla
se ofrece como contrapartida positiva de las tres anteriores. Estas tres reglas
se plantean como condiciones para “beneficiarse” de esta última: la garantía de
convertibilidad ilimitada por parte del Tesoro francés. Si un Estado de la zona
franco no puede asegurar el pago en divisas de sus importaciones el Tesoro
francés se compromete a suplirlo proporcionando las divisas que faltan.
Cualquier persona que posea francos CFA tiene la garantía de poder convertirlos
en divisas. El colmo del cinismo es que esta convertibilidad no es válida para
los diferentes francos CFA entre ellos, lo que tiene el efecto lógico de
disuadir los intercambios interafricanos.
La última regla
instaura la dependencia directa por medio de la cogestión de los dos bancos
centrales africanos de la zona: el BEAC (Banco de los Estados de África
Central) y el BCEAO (Banco Central de los Estados de África del Oeste). En el
consejo de administración del BEAC hay cuatro administradores franceses y dos
en el del BCEAO. La unanimidad se exige sobre todo para cualquier decisión
importante (13). Concretamente se trata de un derecho de veto que impide
decisiones contrarias a los intereses franceses. La primera herencia colonial
de África es, efectivamente, un neocolonialismo monetario y financiero que el
historiador y geógrafo Jean-Suret Canale resume así:
“Después
de las independencias, el mantenimiento del franco CFA en las antiguas colonias
francesas de África se convirtió en un instrumento del neocolonialismo francés
que otorgó a Francia el control de su economía y una posición privilegiada a
las empresas francesas. Los Estados africanos no tenían prácticamente ningún derecho
de control sobre sus monedas, emitidas por unos institutos de emisión cuya sede
no se transfirió de Francia a África hasta 1972. Francia disponía de las
divisas obtenidas por la venta de las materias primas africanas […]
La libre
convertibilidad permitía a las empresas francesas situar de forma preferente
sus mercancías en la zona franco y repatriar libremente beneficios y capitales.
[…] La mayor parte de los activos exteriores de los Estados africanos se debía
invertir en unas “cuentas de operaciones” del Tesoro francés que fueron
constantemente beneficiarias hasta finales de la década de 1970. Según afirma
Paul Fabra, cronista económico de Le Monde, la «garantía» aportada por Francia
al franco CFA solo existía ¡a condición de que no hubiera motivos para actuar!”
(14).
Una moneda servil (15): la prueba por parte de
quienes lo niegan
Una de las
pruebas de que la zona franco es un engranaje esencial del neocolonialismo
francés es la reacción de París ante la decisión de algunos Estados africanos
de salir de esta zona y acuñar una moneda propia (Togo, Guinea*, Mali,
Mauritania, Madagascar). En Guinea, el nuevo Estado independiente promulga el 1
de marzo de 1960 una “reforma del régimen monetario” que se traduce en la
creación de una moneda nacional, el franco guineano. El presidente de la
República de Guinea, Ahmed
Sékou-Touré, argumenta así esta reforma: “A partir de esta reforma es cuando se
va a poder producir la liberación económica, obstaculizada hasta entonces por
un sistema financiero cuya naturaleza, características y definición seguían
siendo las del antiguo régimen, él mismo dependiente del sistema económico del
país «metrópoli»” (16).
Desde que
Sékou-Touré pronunció un NO rotundo a la Comunidad gaullista en 1958 fue objeto
de presiones económicas constantes por parte de la antigua potencia colonial.
De Gaulle quiere dar ejemplo en Guinea sancionando a quien había osado decir en
respuesta al chantaje al final de “la ayuda” francesa: “Preferimos la pobreza en libertad a la riqueza en la esclavitud.
[…] No renunciaremos, nunca renunciaremos a nuestro derecho a la independencia”
(17). Inmediatamente después de este discurso se retira a los funcionarios y
técnicos franceses, y se organiza una verdadera hemorragia financiera. También
en respuesta a estas presiones económicas se toma la decisión de acuñar una
moneda nacional. El director del Banco Central de Guinea describe así el
contexto de esta decisión: “Se trataba de evitar el estrangulamiento de nuestra
economía por parte de la potencia que la controlaba hasta entonces. Las arcas
habían sido vaciadas de su contenido. Las empresas francesas repatriaban sus
inmensos beneficios sin control alguno. Era una hemorragia. Ahora bien, no se
puede controlar verdaderamente una economía sin controlar su moneda” (18).
La reacción de
París no se hace esperar y adopta la forma de la “Operación Perejil”. Consiste
en “introducir en el país una gran cantidad de falsos billetes de banco
guineanos con el objetivo de desequilibrar su economía” (19), confiesa uno de
los responsables de esta operación, Maurice Robert. La propia operación no es
más que uno de los muchos medios para derrocar a Sékou-Touré, prosigue nuestro
“espía”:
“Teníamos
que desestabilizar a Sékou Touré, hacerle vulnerable, impopular y facilitar la
toma de poder por parte de la oposición. […] Una operación de esta envergadura
comporta varias fases: recogida y análisis de información, elaboración de un
plan de acción a partir de esta información, estudio y establecimiento de los
medios logísticos, adopción de medidas para la realización del plan. […] Con la
ayuda de exiliados guineanos refugiados en Senegal también organizamos grupos
de resistencia armada de oposición en [la región montañosa del interior de
Guinea] Fouta-Djalon. Expertos franceses en operaciones clandestinas se
encargaron de la dirección. Armamos y adiestramos a estos oponentes guineanos,
muchos de los cuales pertenecían al pueblo fulani, para que crearan un clima de
inseguridad en Guinea y, si fuera posible, derrocaran a Sékou Touré […]” (20).
Sin duda el
objetivo es doblegar a Guinea, pero también advertir y amenazar a los demás
países de la zona franco. “Vean lo que ocurrirá si tratan de emanciparse de la
zona franco. La opción es sencilla: el franco CFA o la crisis monetaria
permanente” (21), traduce el periodista Jean Chatain.
En Guinea
fracasó el plan de desestabilización; en Mali,
en cambio, un plan idéntico llevó a un golpe de Estado que derroca al
presidente Modibo Keita. También en este país la salida de la zona franco se
relaciona con el objetivo de “descolonización económica” (22) que fija en
septiembre de 1960 el segundo congreso de Union Soudanaise-Rassemblement
Démocratique Africain (US–RDA) cuyo líder Modibo Keita es
presidente de la República.
Como en Guinea,
la reacción es un intento de desestabilización fomentando en esta ocasión
manifestaciones públicas ante la Embajada de Francia para exigir la vuelta al
franco CFA. Para ello los agentes franceses se apoyan en la inquietud de muchos
comerciantes ante una moneda nacional no convertible. El sindicalista y
militante del US-RDA Amadou Seydou Traoré recuerda así estos acontecimientos:
“El
nacimiento del franco maliense sonó como un gong en la conciencia del
neocolonialismo en Mali y en África del Oeste. Era demasiado según la
apreciación del colonialismo y de sus agentes comprados. Había que actuar
rápido y golpear fuerte: echar abajo el poder popular. Por lo tanto, la
caducidad de las tácticas de obstrucción y de las acciones dilatorias hizo que
la táctica de violencia brutal se manifestara solo diecinueve días después de
la creación de la moneda maliense en forma de complot el 20 de julio de 1962.
Pisotearon la bandera nacional, rompieron los billetes y gritaron consignas
como «¡Viva Francia!», «¡Abajo el franco maliense!»” (23).
La
contramanifestación organizada por US-RDA para apoyar el franco maliense es
masiva. Los manifestantes denuncian lo que en adelante se denomina el “Complot
del 20 de julio” y el gobierno maliense acusa a la embajada de Francia de tener
relación con los manifestantes. La decisión de evacuar las bases militares
francesas deteriora aún más las relaciones entre Mali y la antigua potencia
colonial. “Hasta 1968 y la caída de Modibo Keita, derrocado por un golpe de
Estado militar, las distancias política y económica que adoptaron Mali y
Francia siguieron aumentando” (24), resume el historiador Pierre Boilley.
El golpe de
Estado del general Moussa Traoré en noviembre de 1968 firma un acercamiento
inmediato a París que se concretizará rápidamente en una garantía monetaria del
Banco de Francia sobre la base de una serie de condiciones y en particular la
privatización de las empresas estatales. Se cumplieron las condiciones, Francia
anuló la deuda maliense y Mali retomó el franco CFA como moneda en junio de
1984.
En Togo, el
líder de la independencia Sylvanius Olympio, se opone desde la segunda mitad de
la década de 1950 a la balcanización del África Occidental Francesa (AOF), que
él considera un mantenimiento de la dominación colonial. Al convertirse en
presidente de la República anuncia su intención de salir de la zona franco y
crear una moneda nacional. Será asesinado en enero de 1963, en vísperas de esta
salida anunciada. Los escritores cameruneses, Arnaud Roméo y Martin Fankoua,
describen de la siguiente manera las causas del golpe de Estado y del
asesinato:
“La situación
financiera del Togo recién independizado era muy inestable, así que para salir
de esta situación Olympio decidió sacar a su país, Togo, de la zona monetaria
franco CFA y crear su propia moneda. El 13 de enero de 1963, tres días después
de que Olympio empezara a imprimir la moneda propia de su país, una banda de
soldados analfabetos apoyados por Francia, asesina al primer presidente electo
del África recién independiente. […] El sueño de Olympio era construir un país
independiente y autónomo. A Francia nunca le gustó la idea y lo asesinó” (25).
Terminemos con
los casos malgache y mauritano, que a pesar de las presiones acabaron saliendo
de la zona franco. En el caso de Mauritania,
que sale de la zona monetaria en 1973, la proximidad con los Estados del Magreb
hace más difíciles las presiones directas. “En cambio para Mauritania, mejor
dotada de recursos naturales, [la salida de la zona franco] fue una opción
política explícita a favor de una independencia monetaria total y que
corresponde a un acercamiento político a los Estados del Magreb” (26),
señalan los economistas Patrick y Sylviane Guillaumont.
Por lo que se
refiere a Madagascar, la salida del
franco CFA se lleva a cabo al final de una década de contestación social que
combina revueltas e insurrecciones campesinas (27) en el sur del país a partir
de 1967, un movimiento cultural y político de los jóvenes descendientes de
esclavos de los barrios populares opuestos a la dominación cultural francesa
(“los zwam”) (28) y continuas huelgas obreras y estudiantiles. Con el paso del
tiempo y con la represión, este movimiento se irá radicalizando y culmina en la
caída de la primera República en 1972. Estas luchas tienen en común una
denuncia del neocolonialismo francés y un llamamiento a una verdadera independencia.
Tanto la salida del franco CFA como el desmantelamiento de la base militar de
Ivato, son reivindicaciones que arraigaron durante esta década de lucha. La
relación de fuerzas es tal que en ese momento resulta impensable una injerencia
francesa.
Era necesario
recordar estos hechos para darse cuenta de la importancia que tiene el franco
CFA para el neocolonialismo francés. Siempre que las presiones, las injerencias
y las desestabilizaciones fueron posibles, se llevaron a cabo para llamar al
orden a los recalcitrantes. Las únicas salidas aceptadas fueron las impuestas
por la relación de fuerzas. A la luz de estos hechos es como hay que juzgar la
credibilidad de las palabras pronunciadas por Macron en la cumbre del G5 Sahel
de Bamako en julio de 2017, en la que declaró cínicamente: “Si alguien no está
contento en la zona franco, la abandona y crea su propia moneda, como hicieron
Mauritania y Madagascar”.
Una moneda depredadora: la prueba por medio de la
devaluación de 1994
Hemos destacado
antes el carácter consustancialmente depredador de la norma de centralizar una
parte importante de las reservas de divisas en el Banco Central francés. En
efecto, esta centralización permite al Estado francés invertir estas divisas y
obtener intereses. El colmo del cinismo es que una parte de este dinero se
puede contabilizar entonces como “ayuda al desarrollo” y otra parte se puede
“prestar” con intereses a los Estados africanos. Así es como el economista
Nicolas Agbobou presenta este mecanismo y sus efectos:
“Como
cualquier agente económico inteligente, Francia invierte naturalmente los
inmensos capitales africanos en las entidades financieras que tiene las mejores
tasas de remuneración. Lógicamente, se apropia de la diferencia de las tasas de
interés. Por ejemplo, garantiza el pago a los africanos de una tasa anual del
2%, mientras que percibe una remuneración del 4.5%. La diferencia neta de las
tasas de interés que recupera es del 2.5%. Suponiendo que el capital africano
invertido ascienda a 100 billones de francos CFA, Francia percibe una cantidad
neta de 250.000 millones de francos CFA de intereses anuales. […] De estos [los
recursos así obtenidos], Francia destina una parte pequeña (por ejemplo, 10.000
millones de francos) a prestarlos a los países de la zona franco con unas tasas
de interés bajas que oscilan entre el 3 y el 10% al año, ¡y lo pregona a los
cuatro vientos para mostrar al mundo entero su generosidad con esta África a la
que pretende ayudar así! Es lo que se denomina ayuda financiera de Francia a
sus antiguas colonias” (29).
El carácter
depredador del franco CFA se acentúa aún más con las mutaciones de la situación
mundial a partir de finales de la década de 1970. En efecto, esta década es la
del fomento del endeudamiento de los países africanos y después de la
imposición de los Planes de Ajuste Estructural (PAE) (30) del Fondo Monetario
Internacional:
“En el
lapso de diez años, el endeudamiento de los Estados africanos se ha decuplicado.
Bajo el efecto de una degradación muy palpable de los términos de intercambio
(31) sus reservas de divisas se desmoronaron. Su déficit
comercial global, que en 1973 no superaba los 1.800 millones de dólares, superó
la barrera de los 11.000 millones desde la década de 1980. Las operaciones de
reescalonamiento de la deuda se multiplicaron (11 entre 1979 y 1981) mientras
que las intervenciones del FMI pasaron de dos en 1978 a 21 en 1982” (32).
Esta política
de fomento de la deuda y después de poner bajo el control del FMI, corresponde
a una ofensiva cada vez mayor de Estados Unidos (que tiene un lugar
preponderante en el seno del FMI y del Banco Mundial) en África, en el marco de
una competencia económica con Europa que no hará más que aumentar.
Ya en 1984 el
investigador de ciencias políticas Zaki Laïdi destaca al respecto que, “en las
zonas regionales en las que se había establecido la preeminencia de la
presencia francesa, el Banco Mundial logró destronar a Francia en la
financiación de las ayudas a la inversión y de los préstamos no destinados a
proyectos” (33). Una década después, tanto el FMI como Estados Unidos
utilizarán el chantaje de parar los préstamos para imponer una devaluación del
50 % del franco CFA.
El final de la
“Guerra Fría” no hace más que acentuar esta ofensiva estadounidense en África.
La desaparición de la URSS y de los equilibrios surgidos tras la Segunda Guerra
Mundial, refuerzan la competencia por los bienes raros que son las energías y
las materias primas estratégicas. A partir de ahora, ningún “enemigo común”
frenará la competencia feroz entre los tiburones. Ron Brown, Secretario de
Comercio de Bill Clinton, resume explícitamente la nueva estrategia
estadounidense en mayo de 1995: “Los estadounidenses”, precisa durante la
Cumbre Afroestadounidense de Dakar, “van a plantar cara a los socios
tradicionales de África, empezando por Francia. Ya no dejaremos África a los
europeos” (34).
En el marco de
este aumento de la competencia entre Europa (y más particularmente Francia) y
Estados Unidos se inscribe la ampliación de la zona franco a países que no
pertenecen al antiguo imperio colonial francés: Guinea Ecuatorial en 1985 y
Guinea Bissau en 1997. Las presiones de Estados Unidos, el Banco Mundial y el
FMI para obtener la devaluación del franco CFA también se inscriben en este
contexto.
“El FMI y el
gobierno estadounidense consideraron que la sobrevaloración del franco CFA
constituía un freno para la competitividad y el crecimiento de los países
miembros de la zona franco y que, en consecuencia, su reactivación económica
pasaba necesariamente por la devaluación” (35), explican los economistas Alain
Delage y Alain Massiera. Los mismos actores destacan que la devaluación
facilita la exportación de estos países (a precios más bajos, por supuesto),
pero no dicen nada del aumento del coste de las importaciones de los bienes de
capital y de los productos manufacturados que inevitablemente provoca. Lo que
se oculta tras estos argumentos de venta es, por supuesto, el acceso de las
multinacionales estadounidenses a estos mercados africanos. Como de costumbre,
el compromiso al que se llegue será a costa de los países africanos.
A cambio de
mantener sus dominios e intereses africanos, y su función de “gendarme de
África”, París acepta devaluar un 50% el franco CFA en 1994: “Un reajuste del
papel de la Francia oficial en África en el más amplio marco de los
dispositivos elaborados por las instituciones financieras mundiales” (36),
considera el historiador Françis Arzalier.
Los dos
ladrones se han puesto de acuerdo para matar de hambre a los pueblos de los
países de la zona franco. Una simple mirada a las consecuencias basta para
medir la magnitud de éstas en términos de enriquecimiento del tesoro francés y
de pauperización de los pueblos de la zona franco: “Un tesoro público francés
[que] se llena con los activos exteriores netos de los africanos cuya situación
social no deja de degradarse al transferir a París y almacenar ahí los frutos
de sus enormes sacrificios consentidos, ya que se respetan estrictamente unos
acuerdos monetarios que les perjudican estructuralmente” (37), resume el
economista Nicolas Agbohou.
Las
consecuencias para los pueblos son inmediatas y catastróficas: “Lo que se abate
sobre las condiciones de vida de los pueblos concernidos es un tornado
monetario. ¡Al año siguiente los precios de los medicamentos se habrán
multiplicado por dos! En muchos países concernidos, la esperanza de vida irá
disminuyendo a lo largo de los años siguientes. En el ámbito alimentario el
choque también es brutal” (38), comenta el periodista Jean Chatain. Por
ejemplo, el precio del arroz (que es un elemento clave de la alimentación
popular) subió un 69% en el caso del arroz local y un 42% en el del arroz
importado de Senegal, y un 47% y un 54% en Mali (39).
Con la creación
del euro en enero de 1999, el franco CFA queda sujeto al euro, es decir, en
adelante su valor depende del valor del euro. Esta sujeción a una moneda fuerte
tiene importantes consecuencias que Zéphirin Diabré, exministro de Economía y
Finanzas de Burkina Faso, resume así:
“El
franco CFA está vinculado al euro por medio de una paridad fija. Ahora bien, el
euro es una moneda fuerte que se refuerza cada día frente a otras monedas,
sobre todo respecto al dólar. Cada vez que el euro se aprecia, el franco CFA
hace lo mismo automáticamente, lo que tiene varias consecuencias nefastas: los
costes de producción locales se vuelven menos competitivos que los de los
países que están fuera de la zona euro y las exportaciones, que se formulan en
dólares, se desmoronan, como se ve con el algodón” (40).
La
sobrevaloración estructural del franco CFA por medio de esta paridad fija con
el euro no es anodina. Así, entre 2000 y 2010 el dólar perdió un 43% de su
valor frente al euro. La paridad fija en el marco de una política del euro
fuerte se justifica oficialmente como un medio de preservar la estabilidad de
la moneda. En realidad, es un medio para hacer a las economías africanas
dependientes de la Unión Europea. Las empresas europeas, particularmente las francesas,
se benefician de este mecanismo y dominan el conjunto de los sectores
económicos. Una política económica basada en los intereses de una potencia
exterior: en efecto, estamos todavía ante una lógica colonial de extraversión
con la apariencia, además, de países independientes.
Hay que tener
en mente este sometimiento a una dependencia estructural para comprender el
persistente debilitamiento del tejido social de los países de la zona, el
desarrollo desigual entre las regiones de un mismo país, la continua
pauperización encubierta por unas tasas de crecimiento que nada dicen de la
redistribución de este “crecimiento”, la desesperación de una parte importante
de la juventud que le empuja a emigrar a pesar de las condiciones dramáticas
que convierten al Mediterráneo en una máquina de matar, etc. La inestabilidad,
los conflictos, las ideologías de la desesperación, las guerras, etc., no son
sino los resultados lógicos del desarrollo que se ha vuelto imposible, entre
otras cosas, por esta moneda colonial, servil y depredadora.
Un rechazo cada vez mayor
El hecho de que
unos jefes de Estado africanos (como Allassane Ouattara de Costa de Marfil,
Macky Sall de Senegal o Patric Talon de Benín) se comprometan personalmente en
la defensa de la moneda colonial es indicativo del aumento del rechazo del
franco CFA. En efecto, durante décadas estas tomas de postura eran inútiles ya
que esta moneda parecía indiscutible dada la relación de fuerzas ideológicas en
África. Otros jefes de Estado se ven obligados a hacerse eco (aunque sea lejano
y eufemístico) de esta toma de conciencia cada vez mayor. Es lo que ocurrió el
11 de agosto de 2015 con el presidente de Chad, Idriss Deby, que declara:
“Hoy en
día existe el franco CFA que está garantizado por el tesoro francés. Pero esta
moneda es africana. Es nuestra moneda. Ahora es necesario que en la práctica
esta moneda sea la nuestra para que, llegado el momento, podamos hacer de ella
una moneda convertible y una moneda que permita desarrollarse a todos estos
países que todavía utilizan el franco CFA. […] África, la subregión, también
los países francófonos, lo que yo denomino cooperación monetaria con Francia,
hay cláusulas que están anticuadas. Habrá que revisar estas cláusulas en
interés de África y también en interés de Francia. Estas cláusulas lastran la
economía de África, estas cláusulas no permitirán desarrollarse con esa moneda”
(41).
Significativamente,
esta declaración se hace durante la celebración del 55 aniversario de la
independencia de Chad. El presidente de Burkina Fasso, Roch Marc Christian
Kaboré, va en el mismo sentido al declarar en la 52 Cumbre de la CEDEAO (Comunidad
Económica de Estados de África Occidental) en diciembre de 2017 que “siempre se
ha mantenido la opción de que 2020 sea la fecha de la creación de la moneda de
la CEDEAO” (42). Aunque estas tomas de postura de jefes de Estado siguen siendo
minoritarias, se inscriben en un contexto de denuncia más amplio en el que exministros,
exresponsables de la CEDEAO y profesores universitarios se expresan cada vez
con más frecuencia para exigir o bien la salida del franco CFA y la creación de
una moneda africana o bien una reforma de la zona franco.
Por poner solo
un ejemplo, tomemos el de guineano Carlos Lopes, secretario ejecutivo de la
Comisión Económica de la ONU para África, que declara en 2016: “El franco CFA
es un mecanismo anticuado que habría que revisar. Ningún país del mundo puede
tener una política monetaria inmutable desde hace treinta años. Eso existe en
la zona franco. Algo falla” (43).
Esta relativa y
todavía modesta liberación de la opinión de los responsables políticos y
económicos no es sino un reflejo de las manifestaciones públicas militantes
producidas recientemente en varios países de la zona franco. El debate se
plantea en la calle de una manera mucho más radical por parte de una nueva
generación militante: la de la devaluación. Testimonio de ello es el nombre
elegido en Senegal por el colectivo que se hace cargo de la lucha contra el
franco CFA: “France, dégade” [Francia, lárgate]. Uno de sus líderes, el joven
Guy Marius Sagna, declara así de forma mucho menos timorata y eufemística que
las declaraciones de los responsables antes citados:
“Hoy
hemos convocado una concentración esencialmente para reafirmar nuestra
oposición al franco CFA porque consideramos que es una moneda neocolonial que
frena el desarrollo. A partir de hoy debemos ir más allá de la denuncia del
franco CFA y exigir nuestra salida. Precisamente pensamos que para romper hoy
el vínculo neocolonial del franco CFA habría que exigir la salida de Francia de
nuestros bancos centrales. Francia debe salir, es lo que hemos llamado el
Frexit, es decir el «France exit», que Francia se largue de nuestros consejos
de administración en los que tiene derecho a veto” (44).
Esta toma de
conciencia tiene ya una primera traducción cultural en de la constitución de un
colectivo de diez artistas de siete países de África Occidental contra el
franco CFA. Su primer single titulado
“Sept minutes contre le CFA” [Siete minutos contra el franco CFA] menciona así
esta cuestión: “El franco CFA debe morir”, “la moneda del mono” y “pasar a otra
cosa”. Esta nueva generación militante redescubre (experiencia concreta de
las consecuencias destructivas del franco CFA además) los caminos de quienes
denunciaron esta moneda colonial asesinados o derrocados, como Olympio,
Sékou Touré, Modibo Keita, Sankara, etc. Herencias y experiencias se unen para
dibujar una nueva era antiimperialista en África.
Notas:
(1) Las demás zonas se disolvieron en las fechas
siguientes: zona franco belga en 1960, zona pesetas en 1969 y zona escudo en
1975.
(2) Yann Bedzigui, La zone
franc: Un reliquat d’avenir, Annuaire français de relations
internationales, volumen XIII, 2012, p. 533.
(3) La expresión “zona franco” solo se hizo oficial
en 1953 con la creación de un “Comité monetario de la zona franco”.
(4) Jean-Baptiste N. Wago, Zone
franc – outil de développement ou de domination?: Le cas des Etats africains, L’Harmattan,
París, 1995, p. 23.
(5) Nota informativa del Banco de Francia, La
Zone franc, agosto de 2015, p. 2.
(6) Véase sobre la política monetaria nazi Jérôme
Blanc, “Pouvoirs et monnaie durant la seconde guerre mondiale en France: la
monnaie subordonnée au politique”, Conférence Internationale sur la «Guerre, la
monnaie et la finance», junio de 2008, Nanterre.
(7) Ibid, p. 1 y 10.
(8) Estas paridades se fijaron finalmente en 2
francos “metro” para el CFA en 1848 y en 5.5 francos “metro” para el CFP en
1949. Permanecieron sin cambios hasta la devaluación de 1994. Cf. Jean
Suret-Canale, “La dévaluation du francs CFA et ses conséquences”, Aujourd’hui
l’Afrique, n° 51, 1994, p. 8.
(9) Nicolas Agbohou, Le
Franc CFA et l’Euro contre l’Afrique , Editions Solidarité Mondiale, París,
1999.
(10) Stéphan Konda Mambou, Tant que les Lions
n’auront pas leurs propres historiens … Pour une prise de conscience de la
jeunesse africaine, Edilivre, Saint-Denis, 2014.
(11) Francis M. Baye y Sunday
A. Khan, “Le mésalignement du taux de change réel au Cameroun : 1970-1996”, en
Jean-Luc Dubois y Aloysius Ajab Amin (dir.), Croissance et développement au
Cameroun: d’une croissance équilibrée à un développement équitable, Bamenda
(Camerún), 2009, p. 151.
(12) Demba Moussa Dembélé, “Cinquante ans après
les indépendances en Afrique francophone. Le franc CFA en sursis”, Le Monde
Diplomatique, julio de 2010, p. 12.
(13) Durante la renegociación de los acuerdos en
1972 para África Central y en 1973 para África del Oeste la regla de la
unanimidad para las decisiones importantes se sustituye por la de dos terceras
partes para el Banco de los Estados de África Central (BEAC) y seis séptimas
partes para el Banco Central de los Estados de África del Oeste (BCEAO). En la
práctica se mantiene objetivamente el poder de veto. En el mismo orden de
“cambio” los nuevos acuerdos transfieren a África las sedes de ambos bancos
centrales africanos.
(14) Jean Suret-Canale, “La dévaluation du francs
CFA et ses conséquences”, op. cit., p. 8.
(15) El concepto de servidumbre para hablar del
franco CFA se debe al economista Joseph Tchundjang Pouémi, Monnaie,
servitude et liberté – La répression monétaire de l’Afrique , Menaibuc,
París, 2000.
* Recordemos que se refiere a la República de
Guinea, a veces llamada Guinea-Conakri para diferenciarla de otros países
africanos como su vecino Guinea-Bisau o Guinea Ecuatorial. (N. de la t.)
(16) Ahmed Sékou-Touré, L’Afrique en marche, Imprimerie
nationale Patrice Lumumba, Conakry, 1981, p. 412.
(17) Ahmed Sékou-Touré, discurso de 25 de agosto de
1958 en Conakry, en presencia del general De Gaulle.
(18) Citado en Jacques Arnault, Du colonialisme
au socialisme, Éditions sociales, París, 1966, p. 195.
(19) Maurice Robert, «Ministre» de l’Afrique,
Entretiens avec André Renault, Seuil, París, 2004, p. 107.
(20) Ibid, de p. 107 a p. 110.
(21) Jean Chatain, “Franc CFA, du «colonial qui
dure»”, Aujourd’hui l’Afrique, n° 143, marzo de 2017, p. 22.
(22) Amadou Seydou Traoré, L’expérience malienne
d’édification du socialisme (1960-1968), Le temps des Cerises, París, 2010,
p. 104.
(23) Ibid, p. 114.
(24) Pierre Boilley, “Un complot français au
Sahara? Politiques françaises et représentations maliennes”, en GEMDEV y
Université du Mali (coord.), Mali-France. Regards sur une histoire partagée,
Karthala, París, 2005, p. 172.
(25) Martin Fankoua y Arnaud Romeo, Vers une
nouvelle Afrique ?, tomo 2, Authorhouse, Bloomington, 2014, p. 34.
(26) Patrick y Sylviane
Guillaumont, “ L’adaptation des mécanismes monétaires et la liberté de choix
des pays africains -Avantages et inconvénients de la zone Franc”, Le Monde
Diplomatique, mayo de 1974, p. 17.
(27) Gérard Althabe, “Les manifestations
paysannes d’avril 1971”, Revue Française d’Etudes Politiques Africaines, n°
78, 1972, pp. 71-77.
(28) Marco Gardini, “L’activisme
politique des descendants d’esclaves à Antananarivo: les héritages de Zoam”,
Politique Africaine, n° 140, 2015/4, pp. 23-40.
(29) Nicolas Agbohou, Le Franc CFA et l’Euro
contre l’Afrique, op. cit., p. 103.
(30) Los PAE están constituidos por condiciones
impuestas para obtener un escalonamiento de la deuda o la obtención de un nuevo
préstamo. Las condiciones son prácticamente las mismas para todos los países:
privatización de las empresas públicas, fin de las subvenciones a los productos
de primera necesidad, política de austeridad, apertura completa del comercio
exterior, aumento de los derechos de los inversores extranjeros, etc.
(31) La expresión “términos de intercambio” designa
la relación entre el volumen de las importaciones y el volumen de las
exportaciones. Mejora cuando un Estado exporta una cantidad menor de mercancías
para procurarse la misma cantidad de bienes importados, es decir, cuando las
mismas cantidades exportadas permiten comprar una cantidad mayor de mercancías
importadas. En el caso inverso los términos del intercambio se degradan. Por
consiguiente, los términos de intercambio describen unos costes sobrevalorados
en la venta de productos manufacturados de los países industrializados al
Tercer Mundo y unos costos subvalorados en la venta de productos primarios
(esencialmente agrícolas, energéticos y mineros) del Tercer Mundo a los países
industrializados.
(32) Zaki Laïdi, “Les Etats-Unis et l’Afrique:
une stratégie d’influence croissante”, Politique Etrangère, n°49/2, 1984,
pp. 305-306
(33) Ibid, p. 312.
(34) Ron Brown, citado en
Robin Philpot, Ça ne s’est pas passé comme ça à Kigali, Duboiris, París,
2004, p. 196.
(35) Alain Delage y Alain Massiera, Le Franc
CFA. Bilan et perspectives, L’Harmattan, París, 1994, p. 96.
(36) Francis Arzalier, “La
fin du pré-carré”, Aujourd’hui l’Afrique, n° 51, 1994, p. 10.
(37) Nicolas Agbohou, Le
Franc CFA et l’Euro contre l’Afrique , p. 129.
(38) Jean Chatain, Franc CFA, du «colonial qui
dure», op. cit., p. 22.
(39) Assou Massou, Riz: l’occasion manquée, Jeune
Afrique, n° 1836, del 13 al 19 de marzo de 1996, p. 52.
(40) Zéphirin Diabré, «Chaque fois que l’Euro
s’apprécie, le franc CFA fait de même, de manière automatique», Entrevista de
Le Monde, 28 de mayo de 2007, https://www.lemonde.fr/examens/article/2007/05/28/chaque-fois-que-l-euro-s-apprecie-le-franc-cfa-fait-de-meme-de-maniere-automatique_915696_3404.html
, consultado el 13 de julio de 2018 a las 17 h 30.
(41) Citado en “Quand Deby proposait la mort du
Franc CFA”, Mondafrique, 23 de octubre de 2015, https://mondafrique.com/quand-deby-proposait-la-mort-du-franc-cfa/,
consultado el 14 de julio de 2018 a las 9 h 00.
(42) Victor Béranger, “Cedeao
: Kaboré défend la création de la monnaie unique dès 2020”, Jeune
Afrique, 18 de diciembre de 2017, http://www.jeuneafrique.com/503282/economie/cedeao-kabore-defend-la-creation-de-la-monnaie-unique-des-2020/, consultado el 14 de julio de 2018 a las 9 h
45.
(43) Agencia Reuter, 30 de septiembre de 2016.
(44) “Que la France dégage..” (Front anti Franc
CFA), 25 de septiembre de 2017, https://www.akody.com/business/news/que-la-france-degage-front-anti-franc-cfa-313425
consultado el 14 de julio de 2018 a las10 h 30.
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