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El genocidio judío ha generado una ingente
cantidad de obras escritas y el cine sobre el Holocausto es una fórmula que no
se agota. Se podría decir que es una tradición de los premios Oscar tener
siempre entre sus candidaturas una película sobre esta casuística y la
persecución nazi de gitanos y homosexuales también es un tema recurrente.
Pero, en cambio, las noticias que hablan del odio
tradicional de la extrema derecha hacia los Samis (también conocidos como
lapones) noruegos, que ocupan el centro y el norte del país, son poco numerosas, al igual que
escasean las referencias de por qué el pueblo Sami ha sido visto como enemigo
del arianismo.
Durante mucho tiempo, el
estilo de vida sami reinó supremo en el norte de Noruega gracias a su
adaptación al ambiente ártico, permitiendo que su cultura resistiese las
influencias culturales del sur del país. En el siglo XVII, mientras los
noruegos sufrían por los precios bajos del pescado, que consecuentemente
provocaban despoblación, el elemento cultural sami se reforzaba, ya que los samis
eran independientes de estos suministros. Doscientos años más tarde, las
autoridades noruegas ponían la cultura sami bajo presión al intentar hacer
universal la lengua y cultura dominante.
Los medios de subsistencia, el idioma y la cultura sami
se consideraban un obstáculo para la consolidación de los Estados nacionales y
la evolución social una posición cuyo desarrollo ideológico era el darwinismo
social.
Las tesis raciales que los alemanes llevarían a las últimas consecuencias empezaban
a moverse por el norte de Europa y los países de la zona aplicaron una política
que consideraba a los samis «una raza inferior». Y el brote racial arianista
que supuso el nazismo no redundó en su beneficio.
En este contexto, en los
años cuarenta, Vidkun Abraham Lauritz Jonsson Quisling (el ministro de Defensa
de Noruega y líder del partido nazi local, el Nasjonal Samling (NS)) planeó
erradicar los samis de Noruega aprovechando la invasión de los alemanes. Y si
las cosas hubieran sido diferentes, los samis podrían incluso no estar aquí
hoy.
Según Jessica Johnson, los
nazis tenían planeado llevar a cabo su exterminio, ya que los consideraban
menos que humanos y los comparaban al pueblo judío al que tanto odiaban.
Mientras duró la ocupación de Noruega, los nazis llevaron a cabo una cruel
persecución contra los samis que estuvo a punto de derivar en genocidio. Esta
actitud fue provocada por el hecho de que, aunque los samis son blancos de piel
y comparten los mismos rasgos que la mayoría de los escandinavos, no pertenecen
a la raza aria tal como la entendían en Europa, y sus lenguas no son de origen indogermánico, sino que
provienen de la ugrofinès y del urálica.
¿Por qué estas diferencias
en el tratamiento de un tema que tiene tantos puntos en común? La más
importante es el número de personas. No es lo mismo los millones de judíos que
fueron perseguidos que los samis que habitaban Noruega, que son unas decenas de
miles. Pero aunque fueran un número similar tampoco tendríamos la misma
información que poseemos sobre los judíos; sobre todo el cine no nos hubiera
proporcionado este cúmulo de referencias.
El tema judío está
presente en el imaginario estadounidense, como dice Pedro Adrián Zuluaga, porque
"la de Estados Unidos es una cultura labrada a partir de los inmigrantes
exiliados de todas las guerras europeas. De hombres y mujeres que finalmente
llegaban a los Estados Unidos llevando estas memorias como trauma histórico
", y, además, "la mayor industria del cine nace en esta nación y se
consolida como Hollywood: una empresa hecha por la comunidad judía que hasta al
día de hoy maneja su lobby y su economía. Esta debe ser sin duda otra de las
razones por las que estas historias tienen gran presencia y son multipremiadas
", concluye.
Pero, ¿cuál es este pueblo, el sami?
Lapponia, un libro escrito
por Johannes Schefferus el siglo XVII, constituye la fuente más antigua de
información de la cultura sami. Escribía a causa de alguna propaganda
extranjera que se hacía, sobre todo en Alemania, que afirmaba que Suecia había
ganado en el campo de batalla mediante "magia de sami". Intentando
corregir la imagen de la cultura sami entre los europeos, Magnus de la Gardie
comenzaba un primer proyecto de investigación etnológica, dirigido por
Schefferus, documentar los grupos de samis. El libro fue publicado en 1673 y al
poco tiempo fue traducido al francés, alemán, inglés y otros idiomas. Una
adaptación abreviada era publicada deprisa en los Países Bajos y en Alemania,
donde los capítulos que hablaban de las condiciones de vida, de la topografía y
medio ambiente de los aamis se habían reemplazado por historias de magia y
brujería.
El pueblo aami, que parece provenir de Asia, es un pueblo
nómada que se dedica a la cría de renos (que pastan libremente
por los bosques de abedules y abetos), la pesca (sólo en Noruega hay más de 400 ríos
salmoneros), la caza y la
artesanía. Se
extiende por cuatro países: Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Tal como
demuestran las evidencias arqueológicas, los samis habitan este territorio desde hace
aproximadamente 11.000 años aC. No hay cifras exactas sobre la población
aami en Noruega, pero actualmente se estiman entre 60.000 y 100.000 (son una
minoría en casi toda el área de asentamiento, a excepción de las
municipalidades de Kautokeino y Karasjok). Por los alrededores, de 15000-25000 samis
viven en Suecia, mientras que hay más de 6.000 en Finlandia y 2.000 en Rusia.
El término lapón se considera peyorativo y xenófobo. El uso de la
palabra lap (p), de la que deriva el español "lapón", es originario
de Suecia y Finlandia. En Escandinavia, "lapp" también significa
"harapo". Y la palabra se utiliza como "inculto" y
"simple", además de otros significados como "periférico".
Este término nunca se ha usado en los idiomas sami, ya que los samis se
refieren a sí mismos como sámit (los samis), o sápmelaš (de la familia sami).
Los normandos que
habitaban las costas bálticas y del mar del Norte, el pueblo que vulgarmente se
ha conocido como "vikingos", no tenía nada que ver con los samis,
aunque establecían algún tipo de comercio con ellos. Durante la Edad Media,
estos piratas fueron empujando a los samis, que constituían un pueblo pacífico,
hacia el norte del círculo polar ártico.
Los samis siempre se han
mostrado hostiles al orden político y religioso vigente de los estados donde
vivían. Por eso se les ha considerado un peligro y han sufrido persecución por
las monarquías nórdicas. Hoy en día, sólo la mitad de la población sami, aproximadamente, conserva su idioma,
del que hay diez variantes diversas. Es ilustrativo que tengan unas 400
palabras para nombrar los renos. Hablan también la lengua del país donde viven
la mayor parte del año, ya sea finlandés, noruego, sueco o ruso.
Noche polar. Largos meses
sin sol. Quedan pocos pastores samis que aún castren a sus renos con los
dientes. Actualmente sólo
una escasa proporción (10%) son nómadas que se dedican a la cría del reno,
pero al igual que la pesca en los fiordos ocupa un lugar importante en la vida
y la cultura sami.
Los samis han tenido sus
chamanes, y persiste alguno..., pero son muy discretos. Y se quedaron sin sus
tambores tradicionales, adornados con símbolos inmemoriales. Los chamanes los
usaban para comunicarse con los muertos, para ceremonias, para curar... ¿Qué
pasó con estos tambores? Los predicadores luteranos fueron muy pertinaces:
predicaron, presionaron sin resultados notables; pero destruyeron
sistemáticamente los tambores, ¡por diabólicos! Hubo miles, pero en los años 40
del siglo XX quedaban sólo 71. La religión sami compartía elementos con la
mitología nórdica, posiblemente desde el momento en que se contactó con
vikingos por el comercio. Pero no todos los samis son animistas, hay que son
luteranos y ortodoxos rusos.
La
extrema derecha entra al poder en Noruega
El Partido del Progreso (FrP), fundado por
Anders Lange en 1973 como un movimiento de protesta contra los impuestos,
valora la libertad individual, defiende las tradiciones occidentales y el
patrimonio en base a la fe cristiana, apoya el liberalismo de mercado, apela a
la victoria del progreso, a la explotación del petróleo, a la utilización de
las tierras municipales para desarrollar la industria y al principio de reducir
la burocracia y el sector público. El partido mantiene conexiones con la
American Tea Party. En general, los especialistas en el tema afirman que el
partido siempre ha sido
anti-inmigración, populista y ultra-nacionalista de carácter xenófobo.
Esta animadversión hacia
los venidos de fuera, paradójicamente, se traslada al pueblo sami. Algunos de
los puntos del programa señalados refuerzan también esta interpretación. En el
parlamento desde 1981, en
2009 se convirtió en segunda fuerza con un 23% de los votos. Dos años
después fue noticia, cuando un ex miembro del partido causó la matanza de Utoya
(con 77 muertos). A partir de ese momento, el apoyo del partido bajó y se ha
mantenido en torno a un 16% de los votos.
El mismo año 2011, el
Relator Especial del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas conminó
al Parlamento y la ciudadanía noruega a rechazar las propuestas del FrP,
entonces el segundo en el país en representación parlamentaria, al considerar
que atentaban contra los derechos de los samis. Dos años después, el Partido Conservador
y el FrP constituyeron un gobierno en minoría en Noruega. Fue la primera vez
que en este país gobernaba la extrema derecha.
Una novela
policíaca, “El último lapón”, que salió en versión española al día
siguiente de las elecciones, el 10 de septiembre de 2013, analiza el porqué la
extrema derecha noruega está en contra del pueblo sami. Olivier Truc,
corresponsal de "Le Monde" y "Le Point" en los países
escandinavos, es el autor. En una entrevista en la revista "Retour du
Monde", Truc explica que el trasfondo de la novela es el resultado de una
lectura de la realidad social realizada durante veinte años de residencia en
Suecia y de viajes continuados en Noruega en las zonas donde viven los samis, a
los que considera "Una minoría antes bien protegida en la Europa del
Norte; pero, sin embargo, expuesta a grandes retos".
En opinión de Truc, si la
política de la extrema derecha se aplica a fondo el pueblo sami, como tal,
probablemente tiene los días contados. Los intereses de los países extranjeros
en los recursos de Laponia son un problema importante. Las tierras de los samis están llenas de oro y
uranio, y la pugna es constante. En nombre de un malentendido progreso,
su economía, que reposa sobre el pasto de los renos, es mal vista por los
dirigentes de estos partidos, al considerarla poco rentable, y sus tierras,
explotadas por compañías que dañan los recursos naturales que se encuentran en
el subsuelo (el petróleo y el gas) y que invierten el dinero para hacer
funcionar sus industrias, en detrimento del equilibrio ecológico, aun serán más
explotadas.
De seguir así, los pilares
sobre los que los samis han edificado secularmente su identidad se hacen
añicos. Uno de los primeros efectos será que su lengua y cultura se encontrarán
más acosadas y podrán ser más fácilmente sustituidas por las que envían los
trabajadores de las multinacionales, procedentes de otras regiones.
Desde el gobierno,
recuerda el autor del libro, se acusa a los samis de erigirse en un obstáculo
para la expansión de las políticas de tipo jacobino que quieren llevar a cabo
en nombre de la igualdad y de la preservación de las esencias patrias. El
respeto de los samis a la tierra, su conciencia relacionada con el
calentamiento del planeta, que tanto afecta al norte de Europa, es un estorbo
al avance de un capitalismo depredador que lleva, por fuerza, al
empobrecimiento los autóctonos. Los samis perciben el avance de la extrema
derecha como una dinámica que les empuja a marchar de su territorio, que les
lleva a sentirse como un cuerpo extraño equiparable al de los inmigrantes
indeseables.
Los
gobiernos velan por los samis
Después de la Segunda
Guerra Mundial y la llegada de los estados del bienestar, los samis obtuvieron
una serie de ventajas. Los nuevos gobiernos socialdemócratas de Noruega
reconocieron los errores históricos de tantos gobiernos anteriores e iniciaron
una política de concesión de derechos. El pueblo sami comenzó a reivindicar su
lengua y cultura. En pocos años, se les concedió la consideración de minoría
racial y se aprobaron leyes de protección especial. Por eso hoy en día gozan de
cierto grado de autonomía.
Durante la década de los
años ochenta se creó el Comité de Derechos Sami y el Comité Cultural Sami. En 1987 se aprobó el
decreto sobre el Parlamento Sami en Noruega (Sámediggi) y otros asuntos legales
sami. En 2000, el parlamento noruego creó un fondo del pueblo sami de 75 millones de coronas
noruegas. Los ingresos del fondo se deben utilizar para el fortalecimiento del
idioma y de la cultura sami, y servir de compensación colectiva por el
daño infligido a los samis por la política de norueganización anterior. El
fondo lo administra el Sámediggi.
En junio de 2004, el
gobierno noruego presentó un libro ‘blanco’ en el que proponía una compensación
según el esquema de pago ex gratia
del parlamento noruego al pueblo sami y al pueblo kVen (pueblo de ascendencia
finlandesa del norte), a los que se les había privado de la enseñanza como
resultado de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de esta ausencia y de
la anterior política de norueganización, muchos samis de la época no aprendieron
a leer ni escribir.
El objetivo del gobierno
de crear un espacio dentro del cual el pueblo sami de Noruega pueda mantener y
desarrollar su lengua, cultura y forma de vida está arraigado en un artículo de
la Constitución Noruega y el gobierno tiene además el deber de proteger los
derechos de los samis a través de la ratificación de acuerdos internacionales.
Como pueblo indígena y minoría étnica en cuatro estados diferentes, la
población sami tiene derecho a un estatus especial respecto a las leyes
internacionales y nacionales. Noruega reconoce que tiene especial
responsabilidad de asegurar los derechos de los samis.
Los
nazis invaden Noruega
Volviendo a los comienzos
de los años cuarenta, Alemania ya había iniciado la conquista de los pueblos a
los que pretendía dominar. A los samis, la idea de luchar por la tierra y las
fronteras les resultaba ajena, ya que nunca habían pedido ningún límite para
formar un país propio. Pero tuvieron que luchar y, paradójicamente, sin los samis
quién sabe cómo la guerra habría sido en la zona circumpolar de Europa.
La invasión de Noruega por
los alemanes se produjo el 9 de abril de 1940. Las tropas alemanas utilizaron
los samis como navegantes y como esquiadores, porque eran capaces de cruzar
muchos kilómetros al día por terrenos desconocidos. Además, se convirtieron en
guías y soldados indispensables. Sabían cómo sobrevivir a temperaturas
extremas, conocían el arte de aprovechar y domesticar los renos que se
necesitaban para transporte de materiales de construcción donde los tanques,
los trenes, los ferrocarriles y los convoyes no podían ir a causa de la nieve
profunda y las duras condiciones climáticas.
El lenguaje de los Samis
contiene cientos de palabras que describen las condiciones de la nieve, del
tiempo, de los renos.... Los soldados que aún hablaban las lenguas samis fueron
capaces de comunicarse de manera efectiva entre sí sobre las condiciones de
viaje de largos kilómetros de tundra helada. Y a todo esto había que añadir que
los samis se vieron obligados a luchar con otros samis porque estaban separados
por las fronteras de los países que se habían determinado hacía tiempo.
A los hombres, mujeres y niños samis, las tropas alemanas
les consideraron menos que humanos y se les trató como tales bajo la ocupación. Muchos
fueron a parar a campos de concentración, donde la vida para ellos era casi
insoportable. Pero no sólo fueron tratados brutalmente por los alemanes. Muchos
samis sólo hablaban su “dialecto” y por tanto no se podían entender o ser
entendidos no sólo por sus captores, sino también por sus compañeros de
prisión. Si la contienda se hubiera alargado, los samis probablemente no
habrían sobrevivido. Hay varios testimonios recogidos que narran como las
tropas violaban sistemáticamente a las mujeres, y como resultado de este tipo
de brutalidad muchas de ellas se convirtieron en estériles. Los relatos cuentan
que algunas de estas mujeres se suicidaron.
La guerra destruyó gran parte del patrimonio sami. Los alemanes
llevaron a cabo tácticas de tierra quemada sobre la mayor parte de los restos
dejados por los antepasados de este pueblo indígena.
Unas
reflexiones finales
Unas de las
características generales del fascismo clásico y de grupos de extrema derecha
actuales, como el Partido del Progreso noruego (FrP), es el racismo y la
consideración de la inferioridad de todos aquellos que no sean de raza aria.
Sería el nazismo quien mejor articulara el racismo como un elemento central de
su doctrina gracias al llamado biologismo nazi, basado en el dogma de la
superioridad de la raza aria, la cual tenía la obligación de subyugar las razas
inferiores. De ahí que una de las aspiraciones de los nazis era la de
exterminar a los samis noruegos.
Si los nazis percibían
como parásitos a los de sangre judía, por lo que consideraban necesario que
Alemania fuera purificada del judaísmo, todo indica que la extrema derecha
noruega, ahora en manos del FrP, mira a los samis como un grupo indígena que va
contra el progreso, que se resiste a su absorción por la cultura dominante y lo
siente como un cuerpo extraño equiparable al de los inmigrados.
Otra característica del
fascismo es su nacionalismo. Sólo contempla como paradigma el Estado-nación
caracterizado por la homogeneidad cultural y lingüística de su población. En
este sentido, los samis, con su lengua y cultura propia, resultan un estorbo.
El ideario fascista estima
que pueblos como el judío, el gitano o el sami, que no tienen un estado propio,
no merecen sobrevivir. En los años cuarenta del siglo XX todo apuntaba a que
Hitler ganaría la guerra y este contexto favorable le permitió llevar a cabo el
genocidio judío. El fascista noruego Vidkun Quisling aprovechó la circunstancia
para planear el exterminio de los samis. Como los judíos, gozaban de todas
estas características que hemos enunciado que, según los nazis, los convertía
en víctimas propiciatorias. Evidentemente el programa actual del FrP y de los
otros partidos de extrema derecha que escalan puestos de poder en Europa es más
suave, no habla de exterminar inmigrantes o pueblos indígenas. Sólo de
expulsarlos o asimilarlos.
Artículo publicado en: Bengoechea, S.
(2016). L’extrema dereta i els Samis noruecs: de Hitler al Partit del
Progrés, Catxipanda, http://catxipanda.tothistoria.cat/tIlen.