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Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral
www.cpalsocial.org
/ 071019
Compartimos la homilía del Papa Francisco
del pasado domingo 6 de octubre, día en que se da inicio en Roma al Sínodo de
la Amazonía.
El apóstol Pablo, el mayor misionero de la
historia de la Iglesia, nos ayuda a “hacer Sínodo”, a “caminar juntos”. Lo que
escribe Timoteo parece referido a nosotros, pastores al servicio del Pueblo de
Dios.
Ante todo, dice: «Te recuerdo que reavives
el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos» (2 Tm 1,6). Somos obispos porque hemos
recibido un don de Dios. No hemos firmado un acuerdo, no nos han entregado un
contrato de trabajo “en propia mano”, sino la imposición de manos sobre la
cabeza, para ser también nosotros manos que se alzan para interceder y se
extienden hacia los hermanos. Hemos recibido un don para ser dones. Un don no
se compra, no se cambia y no se vende: se recibe y se regala. Si nos
aprovechamos de él, si nos ponemos nosotros en el centro y no el don, dejamos
de ser pastores y nos convertimos en funcionarios: hacemos del don una función
y desaparece la gratuidad, así terminamos sirviéndonos de la Iglesia para
servirnos a nosotros mismos.
Nuestra vida, sin embargo, por el don
recibido, es para servir. Lo recuerda el Evangelio, que habla de «siervos
inútiles» (Lc 17,10). Es una
expresión que también puede significar «siervos sin beneficio». Significa que
no nos esforzamos para conseguir algo útil para nosotros, un beneficio, sino
que gratuitamente damos porque lo hemos recibido gratis (cf. Mt 10,8). Toda nuestra alegría será servir porque hemos sido
servidos por Dios, que se ha hecho nuestro siervo. Queridos hermanos,
sintámonos convocados aquí para servir, poniendo en el centro el don de Dios.
Para ser fieles a nuestra llamada, a
nuestra misión, san Pablo nos recuerda que el don se reaviva. El verbo que usa
es fascinante: reavivar literalmente, en el original, es “dar vida al fuego” [anazopurein]. El don que hemos recibido
es un fuego, es un amor ardiente a Dios y a los hermanos. El fuego no se
alimenta por sí solo, muere si no se mantiene vivo, se apaga si las cenizas lo
cubren. Si todo permanece como está, si nuestros días están marcados por el
“siempre se ha hecho así”, el don desaparece, sofocado por las cenizas de los
temores y por la preocupación de defender el status quo. Pero «la Iglesia no
puede limitarse en modo alguno a una pastoral de “mantenimiento” para los que
ya conocen el Evangelio de Cristo. El impulso misionero es una señal clara de
la madurez de una comunidad eclesial» (Benedicto
XVI, Exhort. apost. postsin. Verbum Domini, 95). Porque la Iglesia siempre
está en camino, siempre en salida, jamás cerrada en sí misma. Jesús no ha
venido a traer la brisa de la tarde, sino el fuego sobre la tierra.
El fuego que reaviva el don es el Espíritu
Santo, dador de los dones. Por eso san Pablo continúa: «Vela por el precioso
depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros» (2 Tm 1,14). Y también: «Dios no nos ha
dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de prudencia» (v. 7). No es un espíritu cobarde, sino
de prudencia. Alguno piensa que la prudencia es una virtud “aduana”, que
detiene todo para no equivocarse. No, la prudencia es una virtud cristiana, es
virtud de vida, más aún, la virtud del gobierno. Y Dios nos ha dado este
espíritu de prudencia.
Pablo contrapone la prudencia a la
cobardía. ¿Qué es entonces esta prudencia del Espíritu? Como enseña el
Catecismo, la prudencia «no se confunde ni con la timidez o el temor», si no
que «es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda
circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para
realizarlo» (n. 1806). La prudencia
no es indecisión, no es una actitud defensiva. Es la virtud del pastor, que,
para servir con sabiduría, sabe discernir, sensible a la novedad del Espíritu.
Entonces, reavivar el don en el fuego del Espíritu es lo contrario a dejar que
las cosas sigan su curso sin hacer nada. Y ser fieles a la novedad del Espíritu
es una gracia que debemos pedir en la oración. Que Él, que hace nuevas todas
las cosas, nos dé su prudencia audaz, inspire nuestro Sínodo para renovar los
caminos de la Iglesia en Amazonia, de modo que no se apague el fuego de la
misión.
El fuego de Dios, como en el episodio de
la zarza ardiente, arde, pero no se consume (cf. Ex 3,2). Es fuego de amor que ilumina, calienta y da vida, no
fuego que se extiende y devora. Cuando los pueblos y las culturas se devoran
sin amor y sin respeto, no es el fuego de Dios, sino del mundo. Y, sin embargo,
cuántas veces el don de Dios no ha sido ofrecido sino impuesto, cuántas veces
ha habido colonización en vez de evangelización. Dios nos guarde de la avidez
de los nuevos colonialismos. El fuego aplicado por los intereses que destruyen,
como el que recientemente ha devastado la Amazonia, no es el del Evangelio. El
fuego de Dios es calor que atrae y reúne en unidad. Se alimenta con el
compartir, no con los beneficios. El fuego devorador, en cambio, se extiende
cuando se quieren sacar adelante solo las propias ideas, hacer el propio grupo,
quemar lo diferente para uniformar todos y todo.
Reavivar el don; acoger la prudencia audaz
del Espíritu, fieles a su novedad; san Pablo dirige una última exhortación: «No
te avergüences del testimonio […]; antes bien, toma parte en los padecimientos
por el Evangelio, según la fuerza de Dios» (2
Tm 1,8). Pide testimoniar el Evangelio, sufrir por el Evangelio, en una
palabra, vivir por el Evangelio. El anuncio del Evangelio es el primer criterio
para la vida de la Iglesia: es su misión, su identidad. Poco después Pablo
escribe: «Pues yo estoy a punto de ser derramado en libación» (4,6). Anunciar el Evangelio es vivir el
ofrecimiento, es testimoniar hasta el final, es hacerse todo para todos (cf. 1 Cor 9,22), es amar hasta el
martirio.
Agradezco a Dios porque en el Colegio
Cardenalicio hay algunos hermanos cardenales mártires, que han probado, en la
vida, la cruz del martirio. De hecho, subraya el Apóstol, se sirve el Evangelio
no con la potencia del mundo, sino con la sola fuerza de Dios: permaneciendo
siempre en el amor humilde, creyendo que el único modo para poseer de verdad la
vida es perderla por amor.
De Juan Pablo II a Francisco: luces y sombras
Fernando Bermúdez López
www.religiondigital.org / 18.10.2019
Luces
y sombras de Juan Pablo II
Luces.
Juan Pablo II ha
sido uno de los hombres más carismáticos y populares de los últimos tiempos.
Tuvo una fuerte incidencia en la vida eclesial y social, tal vez debido, no
solo a su carisma, sino también a que su ministerio apostólico fue uno de los
más largos en la historia de la Iglesia. Es considerado uno de los líderes más
influyentes del siglo XX. Fue un Papa viajero. Realizó 104 viajes, visitando
más de 60 países durante su pontificado. Hablaba varios idiomas: italiano,
alemán, inglés, español, portugués, ruso, latín, griego clásico y su idioma materno
el polaco. Fue un gran comunicador. Tuvo un gran don de gentes.
Fue un hombre
coherente consigo mismo y sus principios religiosos. Un auténtico creyente. Un
hombre convencido de su fe. Su sentido de la justicia le llevó a la defensa de
los derechos humanos y de la justicia social por donde quiera que peregrinó. No siempre.
De cara a la
sociedad defendió los derechos humanos, sin embargo, de cara al interior de la
Iglesia ejerció un autoritarismo medieval, potenció el centralismo romano,
descalificó y reprimió a notables teólogos y teólogas, destituyó a respetables
obispos que estaban comprometidos con sus pueblos.
Sus encíclicas
“Centésimus Annus”, “Laborem Exercens”, “Solicitudo Rei Socialis”… han marcado
línea en la Doctrina Social de la Iglesia en defensa de la justicia y del bien
común, aunque siempre dentro del pensamiento neoliberal.
La doctrina social
fue siempre un tema privilegiado. Condenó duramente, en nombre del Evangelio,
los abusos del sistema capitalista. Durante su visita a Cuba llegó a denunciar
el neoliberalismo y sus perversos efectos.
En sus viajes a
América Latina insistía constantemente en la
unión de fe y vida frente al discurso de las sectas protestantes que
predicaban que solo la fe basta, y que tanta confusión generaban en algunos
medios católicos.
Denunció en
repetidas ocasiones la carrera armamentista y la política materialista del
“capitalismo salvaje”. Tomó una actitud valiente frente a la paz del mundo. En
sus numerosos viajes alrededor del planeta levantó siempre la bandera de la paz
que nace de la justicia. No siempre.
Se opuso
firmemente a la invasión de Irak por parte de Estados Unidos y sus aliados
(España y Gran Bretaña) considerándola como una inmoralidad histórica.
Tuvo el coraje
evangélico de visitar en la cárcel a Ali Agca, quien intentara asesinarle en
mayo de 1981. Le dio un abrazo y le perdonó. No lo sacó de la cárcel porque el
perdón no está reñido con la justicia.
Impulsó la
recuperación de la memoria histórica sobre los tristes acontecimientos del
nazismo, con el objetivo de que nunca más se vuelva a repetir. Asimismo, animó
al obispo mártir de Guatemala, Juan Gerardi, en su proyecto de la Recuperación
de la Memoria Histórica en este país centroamericano, cuyo objetivo fue
contribuir a la reconciliación nacional.
Fue un gran
defensor de la vida. Adoptó una firme oposición al aborto y a la aplicación de
la pena de muerte.
En lo doctrinal
fue valiente al desafiar la creencia tradicional de que el cielo es un lugar,
diciendo que no es un lugar sino un estado espiritual.
Insistía en la
“mundialización de la solidaridad”, pero sin llegar a abordar en las causas
profundas de la pobreza y las desigualdades sociales. Denunció valientemente el
hambre en el mundo y la pobreza extrema, pero no denunció las causas que
generan pobreza y hambre. En contraste, destacados obispos y cardenales de
América Latina decían: cuando somos solidarios con los pobres nos llaman
santos, pero cuando señalamos las causas de la pobreza nos llaman comunistas”.
Juan Pablo II
vivió su enfermedad y ancianidad sin miedo al dolor y a la muerte, asociándose
a la pasión de Cristo.
Sombras.
Durante su
pontificado la Iglesia católica sufrió una cuantiosa sangría de fieles debido a
la corrupción que se generó en la Curia romana y altos dignatarios de la
Iglesia. Multitud de católicos se pasaron a las sectas protestantes, sobre todo
en América Latina. Y grandes contingentes de hombres y mujeres, especialmente
jóvenes, han dejado de creer en la Iglesia. El islam creció notablemente
durante el pontificado de Juan Pablo II.
Encubrió a
innumerables obispos y clérigos pederastas. Cuando algunos obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas y laicos enviaron cartas al Vaticano o le entregaron
personalmente información de casos de pederastia, él no tomó cartas en el
asunto, más bien los protegió, como es el caso de Marcial Maciel, fundador de
los Legionarios de Cristo y amigo personal suyo, y los numerosos escándalos de
pederastia en Chile. Quiso evitar que se conozcan en los medios de
comunicación.
Configuró una
Curia Romana fuerte conformada por monseñores corruptos, avarientos de poder y
de control de las finanzas del Banco Vaticano (IOR), algunos de los cuales
estaban implicados en la mafia con Michele Sindona y Roberto Calvi. Monseñor
Marcinkus, director del Banco Vaticano mantenía relaciones con la masonería y
la CIA. Fue imputado por la justicia italiana. Juan Pablo II permaneció pasivo
frente a los escándalos financieros del Banco Vaticano.
Guardó silencio
ante la misteriosa muerte de Juan Pablo I, su antecesor, ocurrida en 1978,
quien había determinado acabar con los negocios vaticanos haciendo frente a la
mafia, apostando por una Iglesia más evangélica.
Ante la muerte
violenta en Londres del banquero católico Roberto Calvi (junio 1982), que
durante años había negociado en nombre de las finanzas del Vaticano, no
pronunció una sola palabra. Guardó silencio absoluto.
Cuando el 4 de
mayo de 1998 aparecieron asesinados en el Vaticano el coronel de la Guardia
Suiza Alois Estermann, su esposa Gladys Meza, y el cabo Cédric Tornay, el Papa
se limitó a una lamentación y aceptó que la Curia romana impidiera una
investigación que averiguase la verdad sobre el triple crimen. Las autopsias se
realizaron dentro del Vaticano y quedaron como un asunto secreto.
Protegió
incondicionalmente al cardenal Cody, de Chicago, hombre de muy mala reputación
en los Estados Unidos por actos de corrupción. Éste ofrecía anualmente al Papa
50.000 dólares.
Combatió la
libertad de pensamiento en la Iglesia, silenciando y condenando a casi 200
teólogos y teólogas porque disentían sobre algunas normativas que él dictaba.
Ejerció un pontificado marcadamente autoritario e inquisitorial.
Apoyó con dinero
del Banco Vaticano al sindicato “Solidaridad” de Polonia en la lucha política
contra el gobierno de su país, mientras condenaba a los sacerdotes y religiosos
que colaboraban con las organizaciones sociales y populares en América Latina.
En su visita a Nicaragua
amonestó públicamente al monje y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal que, en
señal de respeto estaba hincado de rodillas ante el Papa, porque
provisionalmente ocupaba el cargo de ministro de Cultura. En Nicaragua hizo
caso omiso al clamor popular pidiéndole al Papa que condenara la guerra de la
“Contra”, que tantas muertes y destrucción estaba ocasionando.
En sus visitas a
Polonia, transformó las homilías en mítines políticos contra el régimen
prosoviético. Cuando asesinaron al sacerdote polaco Jerzy Popieluzko, militante
del sindicato polaco Solidaridad, lo calificó de héroe y mártir.
Designó prefecto
de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) al cardenal
conservador Joseph Ratzinger, que como un inquisidor fue vigilando paso por
paso el pensamiento de cada teólogo y teóloga, sobre todo los que transitaban
por caminos de la libertad y la liberación abiertos por el Concilio Vaticano II
y Medellín. No aceptó que los teólogos repiensen críticamente la fe para dar
razón de ella en cada contexto histórico.
Puso en marcha rígidos
controles y procesamientos que terminaron en dolorosas condenas y sanciones de
teólogos y teólogas. Algunos reducidos al silencio. No admitió el pluralismo ni
el diálogo intraeclesial.
Atacó duramente a
la teología de la liberación, llevando a cabo un proceso sistemático de
desarticulación de la Iglesia que camina al lado de los empobrecidos de la
tierra. El 6 de agosto de 1984 la Congregación para la Doctrina de la Fe
publicó la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación, firmado
por el cardenal Ratzinger (después Benedicto XVI). Es un documento que no
responde a lo que es verdaderamente la teología de la liberación, por lo tanto,
un documento injusto, porque lo que en este documento se condena no es
realmente la teología de la liberación sino una interpretación subjetiva y
equivocada de la misma. La teología de la liberación es de clara inspiración
evangélica. Se fundamenta en el mensaje y en la praxis de Jesús de Nazaret
quien nos ha revelado que los pobres son el lugar teológico donde se manifiesta
Dios. La teología de la liberación no es una ideología o una teoría sino una
manera de vivir el Evangelio en la proximidad y solidaridad con la humanidad
sufriente. La teología de la liberación tiene dos fuentes: una, la experiencia
de fe en el Dios de la vida manifestada en la práctica de Jesús; y la otra, el
análisis de la realidad socioeconómica y política. Nace en el corazón del
pueblo creyente, de su hambre y sed de Dios y de su hambre y sed de justicia.
Juan Pablo II no
llego a entender la teología de la liberación, la cual estaba apoyada por
multitud de obispos en América Latina. Realizó nombramientos de obispos
próximos al Opus Dei y algunos de discutida conducta. En las diócesis donde
había un obispo comprometido con los pobres y defensor de los derechos humanos,
al jubilarse éste, nombró a otro de línea totalmente opuesta, por ejemplo, San
Salvador, Recife, Sao Paulo, Cuernavaca, Tehuantepec, Quiché…
Cerró Institutos
teológicos, facultades de teología y seminarios que preparaban sacerdotes al
estilo de Jesús, servidores y defensores de los pobres, comprometidos con la
justicia (ITES y SERESURE en México).
Favoreció a los
movimientos ultraconservadores como el Opus Dei y las comunidades
neocatecumenales (conocidos como los Kikos), renovación carismática…, mientras
fustigó a las comunidades cristianas de base, a la JOC (Juventud obrera
cristiana) y a la Teología de la liberación.
Ignoró los
planteamientos pastorales y de renovación de la Iglesia del Concilio Vaticano
II, que convocara el santo Papa Juan XXIII, para volver a la tradición más
conservadora e integrista del concilio de Trento. Asimismo, ignoró los
lineamientos pastorales de la Conferencia de Obispos de América Latina (CELAM):
Medellín y Puebla.
Configuró un modelo
de Iglesia marcadamente piramidal, clericalista y con una jerarquía de poder y
no tanto de servicio. Ejerció su ministerio con una actitud autoritaria.
Fortaleció la centralización romana sobre el espíritu de colegialidad propuesto
por el Concilio Vaticano II.
Ignoró la
inculturación del Evangelio, imponiendo la cultura romana sobre las distintas
culturas indígenas de los pueblos de África, América, Asia y Oceanía.
Sus viajes por el
mundo fueron manifestaciones organizadas mediante acuerdos tecnológicos y
políticos con ayuda de millones de dólares (muchos de ellos programados por el
Opus Dei), en vez de ser expresiones espontáneas de fe del pueblo católico. Estableció
alianzas estratégicas con el presidente norteamericano Ronald Reagan.
Fue cruel con
Monseñor Óscar Romero, arzobispo de El Salvador, cuando éste llegó al Vaticano
con un dossier de documentos sobre las masacres que el ejército de este país
centroamericano realizaba contra humildes campesinos, secuestros, torturas y
asesinatos de sacerdotes, religiosas y catequistas. Juan Pablo le dijo: “Si
usted se llevara bien con las autoridades esto se hubiera evitado”. Juan Pablo II prestó más credibilidad al
embajador salvadoreño en el Vaticano que al arzobispo.
Impulsó
prepotentemente normativas rígidas en materia de moral sexual, condenando
métodos clínicos de regulación de natalidad. No escuchó las voces críticas que
le llegaron desde las bases de la Iglesia, sobre todo de África y América
Latina. Sus orientaciones no son seguidas por la mayoría de los fieles. Este
divorcio entre la moral señalada por Juan Pablo II y la practicada por los
creyentes es una de las mayores escisiones de la Iglesia católica.
Guardó silencio
frente a las dictaduras militares latinoamericanas que costó la vida a millares
de personas y a innumerables cristianos (catequistas, sacerdotes, religiosos,
religiosas y obispos). En su visita a Chile, en abril de 1987, bendijo a
Pinochet y le dio la sagrada comunión, siendo así que éste asesinó a 40.000
personas, la mayoría de ellas torturadas. Se fotografió sonriente con el
dictador en medio de las protestas populares. No aceptó reunirse con
Organizaciones de Derechos Humanos que habían solicitado entrevistarse con él.
Cuando el juez Baltasar Garzón emitió la orden de extradición de Pinochet, el
Papa le solicitó la liberación del dictador por “razones humanitarias”. ¿No
podía haberle pedido al dictador que dejara de torturar y asesinar a tanta
gente “por razones humanitarias”?
Su origen polaco y
la experiencia vivida durante los años de la dictadura pro-soviética le
condicionó notablemente, hasta tal grado que llegó a mirar el mundo desde este
prisma.
Negó la dignidad
de las mujeres en la Iglesia, al no reconocer la participación del género
femenino en la toma de decisiones con liderazgos similares a los hombres
(Mulieris Dignitatem).
A su muerte dejó
una Iglesia dividida, lánguida y sin vida debido a las tensiones internas que
él mismo, sin pretenderlo tal vez, generó al rodearse de los sectores
eclesiales más conservadores. Lo cual está siendo causa que numerosos
cristianos que antes se confesaban católicos, hoy se confiesen agnósticos o
indiferentes. Y en América Latina, continente que antes se confesaba católico
casi en su totalidad, las sectas fundamentalistas avanzan considerablemente.
En síntesis, los
hechos demuestran que durante su “pontificado” ha habido una involución en el
campo doctrinal, pastoral y litúrgico. Se ha desatendido el cambio impulsado
por el Concilio que revolucionó la eclesiología al poner en el centro al pueblo
de Dios y no a la jerarquía. Como consecuencia ha renacido el clericalismo, ha
perdido fuerza el protagonismo de los laicos y se ha controlado el esfuerzo de
emancipación y participación efectiva de la mujer en la Iglesia. Ha quedado
enormemente reducida la corresponsabilidad de los sínodos y las conferencias
episcopales y han sido puestas bajo sospecha la teología de la liberación y las
teologías autóctonas. Benedicto XVI continuó con la línea involucionista de
Juan Pablo II, con la diferencia de que fue consciente de la corrupción de la
Curia romana y, ante la impotencia para enfrentarla y cambiarla, renunció al
papado.
El
Papa Francisco, reformador de la Iglesia
El 13 de marzo de
2013, tras la renuncia de Benedicto XVI, el jesuita argentino Jorge Mario
Bergoglio es elegido Papa y asume el nombre de Francisco, en honor al santo de
Asís.
Con el Papa
Francisco han llegado nuevos aires a la Iglesia. Es un hombre conocedor de la realidad de
pobreza y sufrimiento de los pueblos del Sur global. Hasta ahora, la Iglesia
era más eurocéntrica. Con Francisco la Iglesia se hace más universal, más
“católica”, que eso significa este término.
Abandonó el
palacio pontificio y se fue a vivir a la residencia Santa Marta. Desde el
primer momento dijo que quería una Iglesia pobre y al servicio de los pobres,
al estilo de Jesús de Nazaret. Volvió a retomar el Concilio Vaticano II, que
durante muchos años había estado marginado.
Concibe el papado
como un servicio de hermano mayor entre hermanos, acentuando su ministerio de
unidad y servicio a la comunidad eclesial y a la humanidad.
Su reforma está
orientada hacia:
Una Iglesia
centrada en Jesucristo y en su mensaje evangélico: la proclamación y vivencia
del reino de Dios.
Una
Iglesia-Comunidad, de relaciones interpersonales y fraternas, que refleje la
práctica de las primeras comunidades cristianas de Jerusalén, donde todos
poseían un solo corazón y una sola alma y compartían como hermanos cuanto
tenían, privilegiando a los más pobres y necesitados (Hc 2, 42-47; 4,32-37).
Una Iglesia que
revaloriza el sacerdocio del pueblo de Dios, pues Cristo, único y eterno
sacerdote, lo asoció a su vida y a su misión, haciéndolo partícipe de su
sacerdocio (Lumen Gentium,34). Hay un solo sacerdocio, el de Cristo y el de su
comunidad, pero diferentes ministerios que emanan de este único sacerdocio.
Esta existencia sacerdotal nos hace iguales a todos los bautizados.
Una Iglesia toda
ella ministerial, corresponsable, fiel a las distintas vocaciones y servicios,
donde los laicos y laicas tengan un papel relevante.
Una “Iglesia, en
donde su jerarquía y servicio de autoridad se constituya en organismo de
instancia de encuentro, de diálogo, de reflexión y decisión comunitaria.
Una Iglesia
profética, libre de poderes y de riquezas, que desde su experiencia de Dios
anuncie con alegría y pasión el Evangelio del Reino y denuncie con valentía
todo aquello que se opone al proyecto de Dios (Evangelii Gaudium). Una Iglesia
que sea voz de Dios en medio del pueblo, que consuele y levante la esperanza de
los afligidos.
Una Iglesia
orante, abierta al Espíritu, con una profunda espiritualidad encarnada en la
historia, consciente de su vocación a la santidad, de manera que sea signo vivo
del reino de Dios en el mundo (Gaudete et Exsultate).
Una Iglesia agente
de reconciliación, de diálogo y tolerancia, para promover la justicia, el
respeto a los derechos humanos y la paz.
Una Iglesia
solidaria con los sufrimientos, luchas y esperanzas de los sectores oprimidos y
excluidos de la sociedad: parados, desahuciados, indígenas y campesinos,
migrantes y refugiados, niños de la calle... y con todas las causas justas de
los pueblos.
Una Iglesia
testimonialmente pobre, fiel seguidora de Jesús, comprometida en la defensa y
promoción de los derechos humanos, la dignidad de la persona, la justicia, la
verdad y la paz. Una Iglesia comprometida en la liberación de toda clase de
esclavitud; que coloque en el centro de su actuación la solidaridad con quienes
son excluidos.
Una Iglesia que
valore la sexualidad como una dimensión más del ser humano, liberada de
complejos y tabúes. Una Iglesia respetuosa con los homosexuales y lesbianas.
Una Iglesia que
haga memoria viva de sus mártires y retome el testimonio de fidelidad y
esperanza que ellos nos dejaron, como un compromiso de hacer presente en la
historia la utopía del reino de Dios. Ellos son testigos fieles de Jesucristo.
Nos convocan a la esperanza en el Dios de la Vida, el Dios trascendente y
absoluto, que nunca defrauda a nadie. Los mártires nos interpelan para ser
fieles a Jesús y a su causa hasta la muerte. Es por eso que reconoció
públicamente la santidad de monseñor Óscar Romero, Enrique Angelelli y de
varios sacerdotes y laicos que fueron asesinados por ser fieles al Evangelio en
defensa de los pobres.
Una Iglesia
acogedora y comprensiva, con un mensaje basado en el amor misericordioso de
Dios a sus hijos e hijas en la fraternidad universal.
Una Iglesia
comprometida con el ecumenismo y el macroecumenismo, abierta al diálogo con los
hermanos de otras confesiones cristianas y no cristianas, dispuesta a trabajar
codo a codo con personas, iglesias y grupos sociales que también buscan un
mundo más justo y humano.
Una Iglesia
pluricultural, promotora de valores éticos y culturales, defensora de los
derechos de los pueblos indígenas.
Una Iglesia
orientada a crear comunidades cristianas que sean agentes de transformación y
humanización del mundo, siendo “fermento en la masa”, como dice Jesús en su
Evangelio.
Una Iglesia
defensora del medio ambiente, nuestra Casa Común. Propone reconocer la
naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja su
hermosura y su bondad (Laudato Si).
Francisco quiere
hacer incluso una reforma del papado. Dice: “Dado que estoy llamado a vivir lo
que pido a los demás, también debo pensar en una conversión del papado… Me
corresponde estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de
mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a
las necesidades actuales de la evangelización… También el papado y las
estructuras centrales de la Iglesia universal necesitan escuchar la llamada a
una conversión pastoral” (Evengelii Gaudium, 32).
Quiere una Iglesia
de puertas abiertas, que no se encierra en los templos, sino que sale a la
calle, al encuentro de la gente. “Prefiero una Iglesia accidentada, herida y
manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y
la comodidad de aferrarse a las propias seguridades… Más que el temor a
equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras
que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces
implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera
hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cesar: Dadles vosotros de
comer” (Mc 6,37 (E.G.49).
Centra la misión
evangelizadora de la Iglesia en la proclamación de la justicia y la
misericordia, porque el amor es la esencia del Evangelio de Jesús. Por eso dice
que, si un párroco en sus predicaciones a lo largo del año litúrgico habla solo
sobre la templanza y no habla sobre la justicia, la fraternidad y la
solidaridad, se abandona aquellas virtudes que deberían estar más presentes en
la predicación y en la catequesis (E.G.37).
Como hemos
señalado, son sugerentes y desafiantes sus exhortaciones y encíclicas Evangelii
Gaudium (La alegría del Evangelio), Laudato Si (sobre el cuidado de la casa
común), Amoris et laetitia (sobre el amor y la familia), Gaudete et exultate
(sobre el llamado a la santidad en el mundo actual…) y multitud de discursos y
homilías llenas de vitalidad y de profunda espiritualidad.
Francisco ha
encontrado mucha resistencia en la Curia romana y en algunos cardenales y
obispos conservadores, aliados con el poder y la riqueza, que no aceptan
ninguna reforma en la Iglesia. Por eso,
pide humildemente a los cristianos que recen por él.
El
Papa Francisco, líder moral de la humanidad
Hoy, muchas personalidades
relevantes del mundo, académicos, intelectuales, premios Nóbel de la Paz,
líderes políticos y religiosos de las distintas confesiones reconocen en
Francisco un líder de la humanidad. Su estilo de vida sencillo y coherente así
lo atestigua. Proclama lo que vive y vive lo que proclama, por eso su palabra
adquiere credibilidad.
El Papa Francisco
insiste en que evangelizar es humanizar este mundo. El reino de Dios que Jesús
proclamó consiste en ser hombres y mujeres nuevos y en conformar una nueva
humanidad basada en la práctica de la justicia, la misericordia, el amor y la
fe sincera en el Dios Padre de todos los seres humanos. (Mt 23,23).
Es un hombre
profundamente sensible al sufrimiento de la gente, de los pobres, enfermos,
migrantes, refugiados, niños de la calle, desempleados, jóvenes desorientados y
sin futuro… Por eso dice que todo evangelizador debe “tocar la carne sufriente
de Cristo en el pueblo” (Evangelii Gaudium, 24).
Denuncia el
desarrollo económico que no tiene en cuenta el desarrollo humano. Señala que
necesitamos cambiar el modelo de desarrollo global… Ha llegado la hora -dice-
de aceptar cierto decrecimiento en los países ricos, aportando recursos para
que puedan crecer sanamente los países subdesarrollados (Laudato Si, 193).
Y sigue diciendo:
“Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de las
mayorías se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este
desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los
mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de los
Estados encargados de velar por el bien común. “Hoy, algunos sectores
económicos ejercen más poder que los mismos Estados” (L.S,196).
“Se instaura una
nueva tiranía invisible que impone, de forma unilateral e implacable, sus leyes
y sus reglas… Se ha divinizado el mercado y convertido en regla absoluta”
(EG.56). “No podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del
mercado” (E.G.204).
“La situación
actual del mundo provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su
vez favorece formas de egoísmo colectivo… Mientras más vacío está el corazón de
la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir” (L.S, 204).
Y llama a un
cambio de la conciencia y a un estilo de vida sobrio, sencillo y contemplativo,
capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo. Asimismo, llama a
un cambio de las estructuras socio-económicas y exhorta ”a la solidaridad
desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética a favor
de todos seres humanos, particularmente de los más desfavorecidos” (L.S, 222 y
E.G.58).
A Francisco le
duele la falta de solidaridad con la humanidad sufriente. Uno de sus primeros
viajes fue a la isla de Lampedusa para encontrarse con los inmigrantes y
refugiados que llegaban a este lugar, muchos de ellos sobrevivientes de
naufragios. Allí gritó que es una vergüenza lo que está ocurriendo en Europa y
en el mundo. Hace una llamada a la cooperación para resolver las causas estructurales
de las migraciones y de la pobreza y para promover el desarrollo integral de
los pueblos del Sur.
Insiste en que los
bienes de la tierra tienen un destino universal y que el bien común está por
encima de la propiedad privada, como ya lo habían dicho los anteriores Papas.
Por eso dice que la solidaridad es devolverle al pobre lo que le corresponde
(E.G.189). “Nos escandaliza el hecho de saber que existe alimento suficiente
para todos y que el hambre se debe a la mala distribución de los bienes de la
tierra”.
Y retomando a
Pablo VI dice que “los más ricos deben renunciar a algunos de sus derechos para poner con
mayor liberalidad sus bienes al servicio de los demás” (E.G.190).
Denuncia la de
ética en la sociedad, en la economía y en la política. Dice: ”Molesta que se
hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se
hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de un Dios que exige
un compromiso por la justicia” (E.G.203). Y hace una imperiosa llamada a reconstruir
los valores éticos en la sociedad. Porque la crisis de valores éticos es la
mayor crisis del mundo de hoy.
El desafío es ser
hombres y mujeres libres para amar y servir. No hay mayor esclavitud que el
individualismo y el egoísmo. “Deseo que aquellos que están esclavizados por una
mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas
cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más
noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra” E.G.208).
Francisco tiene
una visión global del mundo, pero al mismo tiempo llama a concretizar todo eso
que deseamos para el mundo que lo llevemos a la práctica en la realidad local.
“Es necesario prestar atención a lo global para no caer en una mezquindad
cotidiana, pero al mismo tiempo no hay que perder de vista lo local, que nos
hace caminar con los pies sobre la tierra” (E.G. 234).
Francisco es un
hombre de diálogo y de paz. Busca un diálogo al interior de la Iglesia y con
todas las confesiones religiosas en orden a contribuir al desarrollo de la Paz
que nace de la justicia. Denuncia el uso de la violencia como medio de
resolución de conflictos. Se opone radicalmente a la guerra y a la carrera
armamentista.
Y, sobre todo, es
un hombre de esperanza porque “en medio de la oscuridad siempre comienza a
brotar algo nuevo”, dice.
A Francisco le
preocupa la degradación del medio ambiente, la casa de todos los seres vivos.
La paz del mundo tiene mucho que ver con el cuidado de la ecología y con el
bien común. Porque el clamor de los pobres está unido al clamor de la tierra
(L.S. 225).
Para hacer frente
a los graves problemas que sufre la humanidad, tanto humanos como ambientales,
proclama la urgencia de la conformación de una verdadera Autoridad política
mundial (Laudato Si, 175).
La transformación económica de Bolivia
www.alainet.org / 18/10/2019
La economía de
Bolivia ha experimentado una transformación estructural durante la presidencia
de Evo Morales. El PIB real (ajustado a la inflación) per cápita creció en más
de un 50% en los últimos trece años. Esto equivale al doble de la tasa de
crecimiento de la región de América Latina y el Caribe. Aun cuando la economía
regional latinoamericana sufrió una desaceleración en los últimos cinco años,
Bolivia tuvo el mayor crecimiento del PIB per cápita en América del Sur.
Durante la mayor parte de los últimos 13
años, Bolivia ha tenido superávit en la balanza de pagos, lo que ayudó a
mantener la estabilidad macroeconómica. El sólido crecimiento económico del
país ha contribuido sustancialmente a la reducción de la pobreza y la pobreza
extrema. La tasa de pobreza ha caído por debajo del 35% (estaba por debajo del
60% en 2006) y la tasa de pobreza extrema es del 15.2% (estaba por debajo del
37.7% en 2006).
La transformación económica de Bolivia fue
posible gracias a un conjunto de amplias transformaciones políticas en el país.
Estas incluyeron una nueva Constitución con directrices económicas importantes;
la nacionalización y propiedad pública de recursos naturales y de algunos
sectores estratégicos de la economía; una inversión pública redistributiva y
una implementación de políticas salariales; la coordinación de políticas entre
el Banco Central y el ministerio de Economía y Finanzas; y las políticas
monetarias y cambiarias dirigidas a desdolarizar el sistema financiero
boliviano.
La renacionalización de los hidrocarburos
en 2006 fue vital para el progreso económico y social de Bolivia. En los
primeros ocho años de la presidencia de Morales, los ingresos del gobierno
nacional por hidrocarburos aumentaron casi siete veces, pasando de $731
millones a $4.95 mil millones; y aunque parte de esto fue consecuencia del
aumento de precios, la mayoría fue el resultado de la nacionalización y de los
cambios de política relacionados.
Es necesario hacer hincapié en la enorme
importancia de la nacionalización de los hidrocarburos para el progreso
económico de Bolivia de los últimos 13 años. Estos ingresos fueron
fundamentales a la hora de permitir que el gobierno lograra una estabilidad
macroeconómica (por ejemplo, evitar problemas en la balanza de pagos, mantener
un tipo de cambio estable, aumentar enormemente la inversión pública), además
de financiar el gasto social.
También es evidente que la capacidad del gobierno
de elegir este camino mucho más productivo solo fue posible después de liberarse
de las limitaciones de los acuerdos del FMI. Cuando Evo Morales tomó posesión
del cargo en 2006, Bolivia llevaba operando bajo los acuerdos del FMI por 20
años, y su PIB per cápita era inferior al que tuvo en 1980. Un repaso de los
documentos del FMI muestra la oposición del organismo internacional a cualquier
tipo de nacionalización o incluso a intentos menores de aumentar el control
gubernamental sobre los recursos de hidrocarburos. “El personal [del FMI]
agradece el compromiso del presidente Mesa con vetar cualquier ley de hidrocarburos
inapropiada”, frase que apareció en la Quinta Revisión del FMI en virtud del
Acuerdo “Stand By” (de préstamo) en marzo de 2005, poco más de un año antes de
la nacionalización dirigida por el sucesor de Mesa, Evo Morales.
Si bien algunas de las medidas económicas
de Bolivia durante los últimos 13 años se ajustan a las prescripciones de
políticas estándar, otras implican el uso de un agregado de políticas
heterodoxas junto a herramientas ideadas por ellos mismos.
Por ejemplo, empezando en 2010 el Banco
Central ha aplicado una política monetaria poco convencional a través de un
programa de flexibilización cuantitativa, con el fin de comprar instrumentos
financieros emitidos por empresas estatales y bonos del gobierno. En diciembre
de 2018, casi la mitad (44%) del balance del Banco Central se invirtió en
activos nacionales (frente al 12% en 2010). Es importante subrayar que este
aumento significativo en el dinero creado por el Banco Central no estuvo
acompañado por un aumento en la tasa de inflación de precios. Los fondos del
Banco Central están destinados a contribuir con el programa de inversión de
Bolivia en los gastos de capital de sus empresas estatales estratégicas (EEE).
El compromiso del gobierno con la
inversión pública también está fuera de las recetas convencionales dominantes
en la actualidad, y ha mantenido la inversión pública de Bolivia—como
porcentaje del PIB—en el nivel más alto de América Latina. El conjunto de la
inversión (pública y privada) también ha sido sustancialmente más alta que en
el pasado, con un promedio de 21.8% del PIB en los últimos cinco años. Y los
esfuerzos de Bolivia para promover el crecimiento económico se han centrado en
el mercado interno, en línea con su estrategia de desarrollo.
El compromiso de Bolivia con el
crecimiento económico del PIB se ha concentrado en el mercado interno, en
consonancia con su estrategia de desarrollo. Ha habido aumentos sustanciales en
el consumo de los hogares (4.7% de crecimiento anual promedio real entre 2006 y
2018), formación bruta de capital fijo (9.2%) y gasto público (5.3%). Las
exportaciones también han crecido, pero a un ritmo más lento (un promedio de
1.9% anual). De hecho, en los últimos años Bolivia ha mantenido la inversión en
niveles muy altos en comparación con el pasado. Durante los últimos cinco años
(2014-2018), los niveles de inversión han promediado el 21.8% del PIB anual.
También ha sido impresionante la variación
en el tamaño del sistema financiero boliviano. Los depósitos han crecido a una
tasa promedio anual del 14% (entre 2008 y 2019). El tipo de cambio y las
políticas monetarias de Bolivia han sido factores clave para re-bolivianizar el
sistema financiero: la proporción de depósitos en dólares en el sistema
financiero ha disminuido del 34% en 2008 al 1% en 2019; todo gracias a una
combinación de desincentivos y regulaciones. Los préstamos dirigidos a sectores
productivos y con topes máximos de tasas de interés bajas son parte del
conjunto de herramientas que las autoridades monetarias han implementado con
éxito. El crédito total en el sistema financiero ha crecido a un promedio de
16% por año desde 2008.
Sin embargo, quedan desafíos importantes.
Aunque Bolivia ha experimentado un crecimiento económico sostenido durante
estos años, sigue siendo uno de los países más pobres de América del Sur. Su
sector de exportación sigue concentrado en términos de productos y destinos. El
crecimiento de la inversión en Bolivia ha ocasionado recientemente déficits
considerables, pero aún sostenibles en su cuenta corriente, así como déficits
sustanciales no financieros del sector público. El Banco Central ha contribuido
a esto financiando los gastos de capital de las empresas estatales. No se
prevén riesgos importantes para la cuenta de capitales de Bolivia, pero cabe destacar
que una gran cantidad de activos financieros de los bolivianos se depositan en
el extranjero. Si bien ha habido un aumento reciente en la deuda pública
denominada en el exterior, no representa un riesgo a corto o mediano plazo,
principalmente porque es a muy largo plazo y también por ser un préstamo con
condiciones favorables (es decir, muy por debajo de las tasas de interés del
mercado).
Las autoridades bolivianas están
promoviendo importantes inversiones en políticas de soberanía alimentaria, con
el fin de convertirse en una potencia agrícola para diversificar la economía.
También están atrayendo inversiones considerables para industrializar sus
materias primas, con el objetivo de llegar a ser un líder mundial en la
exportación de baterías de litio. Estas inversiones estratégicas son parte de
la Agenda 2025 de Bolivia que guía su política económica a mediano plazo.
- Andrés Arauz, Mark Weisbrot, Andrew Bunker y Jake Johnston
Claves para entender la Bolivia de Evo
Katu Arkonada
www.jornada.unam.mx / 26-10-2019
¿Cómo es posible que en el país con mayor
crecimiento de la región se ponga en duda la continuidad del presidente
responsable de su estabilidad política y económica?
Para responder a esta pregunta vamos a
intentar ensayar no una, sino varias respuestas.
Proceso
electoral.
Aunque se ha explicado varias veces desde el domingo de las elecciones, no ha
habido ninguna manipulación de los resultados. De hecho, ningún líder o partido
opositor en Bolivia ha presentado ni una sola prueba de fraude, y las actas
escaneadas de cada mesa electoral, donde había fiscalización de cada partido
político, se pueden consultar en línea en la web del Órgano Electoral
Plurinacional (OEP).
Lo que sí hubo es una muy mala gestión de
los resultados. En primer lugar, por parte del OEP, que paró la transmisión de resultados
electorales preliminares (TREP) en 83 por ciento una vez que empezó a cargar
las actas del cómputo oficial de resultados.
Pero también hubo una pésima gestión
comunicativa del gobierno boliviano cuando la oposición interna y externa
comenzaron a hacer su trabajo cuestionando los resultados y no supo dar una
explicación clara y certera de lo que estaba sucediendo, allanando el camino
para que la OEA y las trasnacionales de la información (con Jorge Ramos a la
cabeza), que no han cuestionado al gobierno de Piñera por imponer una dictadura
violenta y sangrienta en Chile, pudieran sembrar la duda en la opinión pública internacional.
De hecho, la mala gestión comunicativa es sólo la culminación de un 2019, y
especialmente de una campaña electoral, donde no se logró comunicar nunca para
qué se quería la reelección de Evo.
Mesa
y Chi.
Estos dos factores también son importantes para entender los resultados. En
principio parece difícil de entender cómo el vicepresidente de Gonzalo Sánchez
de Lozada, el mandatario más timorato de la historia, un candidato sin
estructura política, haya podido alcanzar en 2019 casi 36 por ciento de los
votos y casi forzar una segunda vuelta que con toda seguridad le hubiese
convertido en presidente. También parece difícil de entender como Chi Hyun
Chung, un pastor evangélico desconocido y con un discurso homófobo y misógino,
haya podido quedar tercero alcanzando más de medio millón de votos (8.78 por
ciento).
La respuesta es más sencilla de lo que
parece, y es que una parte importante de la ciudadanía no ha votado por Mesa,
sino contra Evo, aun si el candidato opositor no les convencía. A su vez Chi ha
acumulado el voto duro más reaccionario, doblando el porcentaje obtenido por
Óscar Ortiz, representante de la derecha cruceña, que quedó en cuarto lugar.
Eso sí, es importante mencionar que la
suma de Mesa, centro-derecha, Ortiz, derecha, y Chi, ultraderecha, suma 49.53
por ciento de los votos. Si le sumamos el resto de opciones electorales de
derecha que sacaron porcentajes pequeños, la suma supera ampliamente la mayoría
de votos.
Podemos concluir, por tanto, que Evo
Morales ha ganado las elecciones en primera vuelta más por deméritos de la
oposición, que no fue capaz de unirse ni de construir ni un candidato ni una
alternativa electoral sólida, que por méritos del oficialismo. De hecho, es
necesario reflexionar la pérdida progresiva del voto que va más allá del núcleo
duro del MAS-IPSP, voto que en 2005 fue de 51 por ciento, en 2009 de 64 y en
2014 del 61, bajando al 49 en el referendo de 2016 y a 46 por ciento en 2019.
Factor
Evo.
Es claro que Evo Morales sigue siendo un líder que interpela a una amplia
mayoría social en Bolivia, pero que ha ido perdiendo la confianza de las clases
medias urbanas, en un país que paradójicamente se ha ido desplazando de rural a
urbano en la medida en que se sacaba de la pobreza a casi 3 millones de
personas (la extrema pobreza pasó del 38.4 por ciento en 2005 a menos de 15 por
ciento actual). Pero se construyeron millones de consumidores sin politizar (o
más bien, politizados por los medios de comunicación) que han estado a punto de
ser los verdugos del proceso de cambio boliviano, de manera similar a lo
sucedido en Argentina en 2015.
2019-2025. En 2025 Bolivia
festejará el 200 aniversario de la independencia republicana que encabezó,
dando su nombre al país, el libertador Simón Bolívar. Esta segunda y definitiva
independencia, y probablemente el cierre de un ciclo constituyente que comenzó
antes de la victoria de Evo en 2005 (más bien allá por los años 90 con las
marchas indígenas en defensa de la tierra, el territorio y la soberanía sobre
los recursos naturales), se presenta como el momento más complicado para un
gobierno que reinicia en enero 2020 con el nivel de deslegitimación más alto de
sus 14 años de historia.
Y si ya en febrero de 2016 la ciudadanía
no entendió (no se le explicó en realidad) la necesidad de un referendo, toca
ahora hacer pedagogía de la necesidad de terminar lo que se empezó. De la
necesidad de profundizar el proceso de cambio y apretar el acelerador de la
revolución en salud y justicia, los grandes pendientes del proceso. Asimismo,
sólo una verdadera revolución cultural, que impulse la formación política y la
memoria histórica, serán garantía de defensa de lo conquistado. Pero para ello,
y como la gente no come ideología, es necesario cuidar más que nunca la
estabilidad económica y la redistribución de la riqueza.
Todo ello ante los cantos de sirena de
quienes quieren bajar banderas y construir un proceso light para las
clases medias clásicas, apostando por hacer palanca en tu núcleo duro, aquel
que, cuando las cosas se ponen complicadas, nunca te abandona.
El ataque de Trump a los kurdos de Siria y dos hipótesis
Nazanín Armanian
www.publico.es
/ 141019
Miles de
personas, entre ellas niños, ancianos, enfermos y personas con discapacidad que
habitaban el norte de Siria vuelven a huir de sus hogares, esta vez de los
bombardeos de Turquía. No hay duda de que el autor “intelectual” de la invasión
del 9 de octubre comandada por Erdogan ha sido el presidente de EEUU, quien dos
días antes ordenó la salida de unos pocos soldados que tenía en la zona para
que las víctimas no fuesen estadounidenses. Ante el estupor de sus opositores
en el Congreso y el Pentágono, por haber entregado esta estratégica zona al
aliado díscolo de la OTAN, Donald Trump ofreció sus particulares excusas:
1- Los kurdos
no ayudaron a EEUU con Normandía, por lo que no hay ninguna deuda histórica con
ellos, todo lo contrario: han recibido millones de dólares y equipamientos
militares para defender su propio territorio, no el de EEUU.
2- El motivo de
la presencia de las tropas de EEUU en Siria era acabar con ISIS, algo
conseguido completamente -afirma- y en caso de que el grupo terrorista resurja,
deberán ser los países de la región quienes se enfrenten a él.
3- Con esta
(pequeñísima) retirada, EEUU ahorra «un montón de dinero» y cierra una de
tantas «guerras ridículas» en la que ha participado. Pero, el presidente no
explica por qué el mismo día anuncia el envío de otros 3.000 soldados a Arabia
Saudí para enfrentarle a Irán.
Aun así, y de
repente añade: «Dicho todo esto, nos gustan los kurdos», dejando la puerta
abierta para ir a salvarlos si el presidente en su “sin
igual sabiduría” lo considere. Los miembros del Concejo de Seguridad, incluidos
China y Rusia, no han castigado y ni siquiera han condenado la invasión turca a
un estado soberano de la ONU: se han limitado a mostrar su preocupación.
Lo que Trump no confiesa
+ Que la
presencia de las tropas de EEUU en suelo sirio es ilegal, ya que no tiene la
autorización de Damasco, ni de la ONU, ni siquiera del Congreso de EEUU.
+ Que no se retira de Siria, sino de una
zona del norte de este país. Gracias a la guerra, EEUU por primera vez en su
historia aquí cuenta con una veintena de bases militares, y del mismo modo que
no ha sacado sus tropas de Japón o de Alemania pasados 74 años del fin de la Segunda
Guerra Mundial, no las sacará, ni por las malas, de un Estado ubicado en el
corazón de Eurasia.
EEUU no ha conseguido todos sus objetivos en Siria,
que han sido:
1) Romper el
Eje de Resistencia contra Israel, compuesto por Siria, Irán, Hizbolá y Hamas;
2) Eliminar al
único aliado de Irán, siendo éste el “premio” de sus guerras en la zona,
albergando la primera reserva mundial del gas y la tercera del petróleo;
3) Desmantelar
a otro estado árabe después de transformar a Irak y Libia a cenizas,
convirtiéndolo en una trampa mortal para los
rivales de Israel;
4) Dividir el
país en miniestados (como lo reveló el Sirialeaks), con
el fin de poder dominarlos fácilmente en el futuro: Trump ya reconoció el
dominio de Israel sobre una parte de Siria, los Altos de Golán;
5) Imponer una
larga guerra y vivir del suculento negocio de armas;
6) Otanizar
completamente el Mediterráneo, sin las molestas que pudiesen causar Libia y
Siria;
7) Dominar
Eurasia- el «heartland» o «área pivote»- desde Siria;
8) Cortar la
Ruta de la Seda de China, en Siria;
10) Seguir
reconfigurando el mapa del «Nuevo Oriente Próximo» a la medida de sus
intereses, un siglo después de que hicieron lo mismo Francia y el Reino Unido
desintegrando el imperio otomano. Crear un estado kurdo Frankenstein de las
entrañas de Siria e Irak es uno de los proyectos de Washington, a pesar de
su imposibilidad. Por lo que, la guerra contra Siria continuará.
Debido a que
los mortales no tenemos acceso a los sótanos oscuros de la Casa Blanca y del
Pentágono para saber lo que han cocinado, dejamos volar nuestra imaginación
buscando respuestas a esta misteriosa acción de Trump.
Primera hipótesis
El presidente
está ejecutando el proyecto del “Nuevo Oriente Próximo” y ha considerado que es
hora de balcanizar Siria a lo largo de sus fallas étnico-religiosas. En su
comunicado, la Casa Blanca afirma que Turquía se iba a hacer cargo de los
prisioneros de ISIS, quienes están en el campamento al-Hol cerca de Irak, lo
que significa que no se trata de crear una zona de amortiguamiento en la
frontera turco-sirio, sino de que los turcos se apoderasen de gran parte del
noreste de Siria. Si Erdogan realmente estuviera preocupado por la «seguridad»
de sus fronteras, hubiera levantado un muro en vez de lanzar un ataque tan
arriesgado y costoso.
EEUU está
provocando una situación semejante a la que tuvo lugar en Irak en 1991, coincidiendo
con el fin de la Unión Soviética: incitó a los kurdos (y a los árabes chiíes)
de levantarse en armas contra el régimen de Sadam Husein, su propio aliado. Una
vez que lo hicieron, los abandonó, dejándoles a merced de la venganza de Sadam.
La protesta mundial por aquella traición fue el pretexto de EEUU para
establecer dos zonas de exclusión aérea, sacándolas del control de Bagdad. Una
vez debilitado el Estado, por los continuos bombardeos y un criminal embargo, en 2003 derrocó a Sadam con 7 mentiras y por 10 objetivos, y creó la Región Autónoma Kurda (con su parlamento, ejército, himno,
bandera, etc.), convirtiéndola en una de sus principales bases en la región.
Es posible que
hoy Washington haya trazado los siguientes pasos en Siria:
habrá una matanza de kurdos a mano del ejército turco y una terrible
crisis humanitaria, ampliamente televisadas (al contrario de las atrocidades
cometidas por la coalición dirigida por EEUU-Arabia Saudí en Yemen); ISIS
reaparecerá cortando cabezas delante de las cámaras. En 2014, nació como un ejército de mercenarios cuya misión fue «hacer de buldócer», allanando el camino del dominio del EEUU sobre
Siria, sin que perdiera un solo soldado: lecciones de Vietnam, Irak y
Afganistán. Paso seguido, la llamada «comunidad internacional» estará obligada, por ética, a enviar tropas de «paz» compuestas
por árabes, turcos y europeos, al norte del país, -el granero de Siria, donde
además tiene sus reservas de petróleo y agua-, para así separarla del resto del
territorio.
De paso, tiende
una gran trampa a la Turquía de Erdogan -ahora que el golpe de estado contra él fracasó-, hundiéndole en lo que será un profundo pantano para su ejército y su
economía debilitada. Además, es probable que los kurdos de Turquía vuelvan a la
guerra partisana semejante a los años ochenta. De hecho, los países de la OTAN,
que sin duda estaban al corriente del plan de invasión, han llamado «operación»
al ataque militar ilegal a un país soberano. ¿Cómo reaccionarían si Venezuela
invadiera a Colombia, por ejemplo?
Segunda hipótesis
Se trataría de
una estrategia de supervivencia de Donald Trump acorralado por los demócratas y
el «Estado profundo», quienes han pretendido destituirle, incluso barajando un golpe de estado: lo han
intentado a través del Rusiagate, la campaña de MeToo -lanzada desde el
Hollywood «demócrata»-, sensibilizando la opinión publica hacia abusos sexuales
(y él ya tiene unas cuantas denuncias), y sobre todo empujarle hacia una guerra
con Irán. A partir de agosto, la presión ha aumentado sobre el presidente:
12 de
agosto: un petrolero japonés y otro noruego sufren
ataques en el golfo de Omán, en medio del aumento de las sanciones sobre el
petróleo iraní.
20 de
agosto: Irán derriba por error un avión no tripulado de EEUU.
Podría haber sido un perfecto pretexto para un castigo militar a Irán, pero
Trump se negó y afirmó que no había sido intencionado.
10 de
septiembre: Trump destituye al halcón más belicista de su
gobierno: John Bolton. Su impacto sobre la política de EEUU es tal que el
precio del petróleo cae unos 2 dólares el barril, algo que nunca había sucedido
en este país con la salida de un asesor de seguridad.
12 de
septiembre: la Casa Blanca filtra que las agencias de
inteligencia de EEUU han acusado a Israel de colocar dispositivos de escucha en
la Casa Blanca para espiar al presidente.
14 de
septiembre: un ataque de procedencia misteriosa destruye la planta petrolífera de Saudí Aramco y Mike Pompeo, sin
presentar ninguna prueba, acusa a Irán. Aun así, Trump se niega a entrar en una
guerra con Irán, que podría acabar con sus aspiraciones electorales de 2020.
Pompeo, ex jefe de la CIA, ocupó la Secretaría de Estado poniendo fin a la diplomacia en EEUU sustituyendo
a Rex Tillerson, quien fue cesado por defender el acuerdo nuclear con Irán y
había recortado el presupuesto de las operaciones militares en el extranjero en
un 31%.
26 de septiembre: empieza el Ucraniagate, y la posibilidad real del
triunfo de una moción contra Trump y el vicepresidente Mike Pence, ofreciéndole
a la presidenta demócrata del Congreso, Nancy Pelosi,
sustituirle.
En este
contexto, Trump realiza la llamada de teléfono a Erdogan, invitándole a atacar
al norte de Siria y anuncia la retirada de unos pocos soldados de una base
militar, sorprendió hasta a Mike Pompeo que afirmaba que EEUU nunca dio
‘permiso’ a Turquía para lanzar esta “operación militar” contra los kurdos.
¡Pompeo podrá ser el siguiente en caer del gobierno!
Trump sigue
jugando su baza del máximo jefe de las fuerzas armadas para deshacer los logros
imperialistas del «Estado profundo»: podrá desmantelar cerca de 800 bases
militares de EEUU esparcidas por el mundo y repatriar a decenas de miles de
soldados, asestando un duro golpe al Pentágono y el complejo
industrial-militar. En este caso, su intención sería un intercambio con sus enemigos:
ellos retirarán la moción de censura y él no echará a la basura el resultado de
años de guerras de expansión de EEUU en Oriente Próximo.
Por el momento,
el ganador es Trump: ha conseguido, con este caos controlado, desviar la
atención del mundo de Ucraniagate a la brutalidad de los turcos y la tragedia
de los kurdos.
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