Nazanin Armanian
www.publico.es/191216
Las petroleras de EEUU pasan de influir en la política
exterior del imperio a tomar sus riendas. Donald Trump ha
presentado a Rex Tillerson, el director de la petrolera ExxonMobil, la empresa
más grande del mundo, como su candidato para la Secretaría de Estado. Los
últimos representantes de esta industria en un gobierno de EEUU fueron George
W. Bush vinculado a Enron, Condoleezza Rice de Chevron y Dick Cheney director
de Halliburton. El nombramiento de Tillerson consolida el perfil agresivo y
reaccionario de un gabinete de millonarios parásitos y buitres en el que estará
también Steven Mnuchin, socio de Goldman Sachs en el cargo de Secretario del
Tesoro, el que amasó fortunas comprando viviendas embargadas. ¡Un gobierno para
servir a los “obreros olvidados de América” que prometió Trump!
El régimen de Trump se
prepara para lanzarse a la batalla mundial por el control de los últimas
reservas de petróleo y gas sin necesidad de inventarse cuentos de “armas de
destrucción masiva” o “la lucha contra el terrorismo”, garantizando el estado
de guerra constante en las regiones estratégicas del planeta.
Un
cuasi-estado paralelo
ExxonMobil, al que el periodista Steve Coll define como
un imperio privado que busca sus propios intereses sin lealtad alguna hacia
EEUU, actúa como un poderoso estado paralelo, por ejemplo, ignoró la
política de Barak Obama de respetar la integridad territorial de Irak y su soberanía
formal y firmó contratos de perforación petrolera en la región autónoma kurda a
espaldas de Bagdad (¡James Jeffrey, exembajador de EEUU en Irak y Turquía entre
2008 y 2012, fue asesor de la petrolera!).
Pero para la opinión
pública de EEUU lo peor es que Exxon trabaja con el enemigo ruso. El futuro
Secretario de Estado posee 2,5 millones de acciones de la compañía y también el
propio Trump es su accionista. La pregunta de si Tillerson podrá separar los
intereses privados de los del Estado carece de sentido en un sistema político
donde mandan las corporaciones armamentísticas, farmacéuticas, financieras,
petroleras, etc. y hacen virguerías para no pagar ni el ridículo impuesto que
se les pone a los ricos. La consigna de “América primero” del demagogo Trump
-quien fabrica sus productos en China, Honduras o Bangladesh y presume de no
pagar impuestos-, sería sensata sólo si consideramos que América es
él y los oligarcas del país.
“El
dinero primero”
Los opositores a la
candidatura de Rex Tillerson, en su mayoría rusófobos y pro israelíes, dudan de
su lealtad a la patria por los estrechos lazos que tiene con Vladimir Putin y
haber recibido la medalla de la Orden de la Amistad rusa. Pero, “Rex” también
es bien recibido en Arabia Saudí o en Nigeria, otros 50 países.
ExxonMobil que lleva
trabajando en Rusia desde hace 20 años, ha creado la asociación Exxon Neftegas
con la rusa Rosneft para llevar a cabo el proyecto Sakhalin de extraer gas del
Ártico, y también explorar juntas las tierras de Rusia, EEUU y otros países.
Tillerson que está en contra de las sanciones económicas como castigo político,
tuvo que paralizar dichos proyectos, quejándose de grandes pérdidas (en dólares
que no en daños irreparables en el ecosistema del Ártico). Por cierto, ¿autorizó Washington la unión de la OPEP con Rusia?
Exxon que está presente
también en Vietnam, en cuyas aguas disputadas con China, ha encontrado gas,
controla el gas de Qatar- la tercera reserva mundial-, y ha sido invitado por
Irán para que regrese al país donde entró tras el golpe de estado de la CIA en
1953 contra el gobierno del doctor Mosadeq, quien nacionalizó la industria
petrolífera.
El
significado de su nombramiento
+Supone una negación a la
proclamada “política aislacionista” de la administración Trump.
+Aleja la amenaza de una
guerra con Rusia, aunque la OTAN seguirá con la táctica de “anaconda” de cercarle con bases y
misiles, y la CIA continuará con la estrategia de provocar
tensiones étnicas y religiosas en sus fronteras y en el
interior de la Federación Rusa.
+La continuidad de la
política de Obama en desligar la política exterior de EEUU en Oriente Próximo
de los intereses de Israel. Pues, a mayor peso de “petróleo” en la política de este
país, mayor acercamiento a los productores –Rusia, Irán y los árabes-, y por
ende mayor perjuicio para Israel. ¿Volvería
Netanyahu a cometer sus errores con Washington?
+Mantener a Irán en el centro de las disputas
internacionales. Siendo la
primera reserva mundial de gas y el segundo productor de la OPEP, Irán es toda
una tentación para Exxon. Desde que en 2007 Halliburton abandonó Irán por
las presiones del Congreso de EEUU, las compañías europeas, chinas y rusas
campan a sus anchas en el país. Está por ver si Tillerson, que ya tiene la
invitación de Teherán, consiga la autorización de las cámaras legislativas y
sortear la presión de los diputados pro israilíes y pro saudíes que no se
conforman con menos de un “cambio de régimen” en Irán.
+Desde Arabia Saudí, cuyo
régimen invirtió durante décadas ingentes petrodólares en las familias Bush y
Clinton, muestra su disgusto hacia Trump, al igual que no ocultaba su repulsa hacia Obama. El futuro
presidente se ha quejado de que la seguridad ofrecida por EEUU a Arabia no ha
sido recompensada debidamente (a pesar de haber saqueado el país y convertirlo
además en su base militar y almacén de armas).
Es posible que Trump reduzca el peso político de este país en
su agenda, ahora que dicen gozar de la autosuficiencia
energética, dejándole abandonado en la guerra contra Yemen, o en patrocinar el
yihadismo sunnita. Lo más seguro es que uno de los principales desafíos de
Tillerson será “gestionar” la tensa guerra fría entre Teherán y Riad,
impidiendo (o no) un choque
directo entre las dos productoras de petróleo.
Los EEUU de Trump parece
querer tomar distancia de Israel y Arabia saudí para
acercarse a Irán y Rusia, volviéndoles locos a los analistas que
suprimen el concepto de “intereses de clase” de la élites mundiales, sus
alianzas y sus choques, y se olvidan de fijarse en la situación de los
trabajadores como el principal criterio para calificar un sistema político.
En este inquietante y
oscuro escenario, que echa por tierra las opiniones que daban por cerrada la
era de las guerras por el petróleo, Tillerson afirma haber promovido un mundo
que fuese bueno para la producción de oro negro y azul, aunque no precisa el cómo, a precio de cuántas vidas humanas y la destrucción
de cuántos Estados. Dijo Trump: “Sólo estoy interesado en Libia si
cogemos su petróleo….para que China no se lo lleve”. El trumpismo “sensato” se
deshace aquí del falso moralismo de los neoliberales belicistas hambrientos de
recursos y su defensa a los “derechos humanos” en las regiones estratégicas del
planeta. ¿Dónde será la
próxima petro-agresiones?