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Se habla español (y ocho idiomas mayas): Las aulas del Ixkan


Alejandro García
www.plazapublica.com.gt / 110219

En las comunidades de Ixcán se habla hasta 8 idiomas mayas. Los catedráticos de Ixcán, a veces, deben dar clases de idioma maya a niños de hasta cinco comunidades mayas al mismo tiempo. El interés, la metodología y formación docente proviene de lo gestionado por las Comunidades de Población en Resistencia. Esta es apenas una forma más de resistencia de una de las tantas comunidades afectadas y desplazadas durante el conflicto armado interno.

Juan Pedro Fabián, el maestro de primero “A” de la Escuela Oficial Rural Mixta en Primavera de Ixcán, empieza a dibujar una mano chueca en el pizarrón.

—Por favor, saquen sus cuadernos y ustedes también hagan lo mismo —ordena a los estudiantes.

El profe lleva el pelo hacia atrás. Viste camisa violeta, pantalón de vestir y mocasines negros ligeramente salpicados por gotas de lodo ya secas.

El ruido dentro de la clase es el típico en un aula de primaria. Los niños juegan a las luchitas, se dan coscorrones. Hay niñas descalzas; unas por comodidad, otras por carencia. Amigos cruzan la distancia continental del aula para pedir un lápiz. Dentro hay, pues, calor, caos, energía, anarquía. Afuera, un silencio sepulcral y el último rebote de un viejo balón de basquetbol que ha atravesado más porterías que canastas.

Una niña más se queja que la mano no le sale bien.
—Así ve —dice el profe Juan Pedro y ubica la mano de la niña sobre la hoja cuadriculada—. Solo repasalo.

Sus amigas lo imitan.
El profe Juan Pedro agrega uñas y arrugas a su mano. A un lado escribe mano en q’anjob’al, mam e ixil.

—¿Cómo decimos mano en q’anjob’al?

—Q’ab’—responden varios niños y niñas.

—Q’ab’—repite el profe, haciéndose a un lado y revelando lo que había escrito, como si el aliento de sus alumnos hubiese, en verdad, llegado en forma de tinta azul hasta el pizarrón que aún conserva el fantasma de lecciones pasadas.

—Sandrita, —continúa el maestro— ¿cómo se dice mano en q’eqchí?

—U’q’—sonríe Sandrita, quien aún no ha terminado de dibujar su mano, su u’q’.

Pie en q’anjob’al es jan, en mam es kan, en ixil es e’q, en q’eqchí… ¿En q’eqchí? Pero Sandrita, apenada, no recuerda. El profe Juan Pedro le pide que le pregunte a sus abuelos.

—Ellos sí se recuerdan—, dice.

Francisco, quien acaba de cumplir siete años, reclama que no le dio tiempo de desayunar, que tiene hambre o, en q’anjob’al, lowoj. Lowoj, nos explica, significa, “tengo hambre”. El padre de Francisco es ixil y su madre q’anjob’al. Pelo aprendemos que en q’eqchí es kesh, en q’anjob’al es kukis, en ixil, kuk. Kukis—kuk. Y así empiezan las similitudes que le permiten al profe Juan Pedro, y a todo el personal de la Escuela Oficial Rural Mixta, quizás a todas las profesoras y los profesores en Ixcán, poder enseñar a un grupo tan multilingüe y hacer sus clases más interesantes pues, como dice el profe, están aprendiendo varios idiomas a la vez.

Rana, por ejemplo, se dice paxa tanto en Ixil como en q’anjob’al. Banano, nos explica Victoria de 7 años, de padre q’echí y madre Ixil, es guiney, en Ixil y q’ajob’al.
—¿Pero tu papá es q’echí o q’anjob’al?

—Q’eqchí, —insiste, sonriendo—. El q’anjob’al lo aprendo acá.
—¿Y cómo se dice banano en q’eqchí? ¿Cómo dice banano tu papá?

Victoria piensa un rato. Hasta deja de dibujar. Parpadea.

—No me acuerdo, —sonríe.

—Recuerden, —insiste el profe Juan Pedro, con marcador en mano—. Si no se recuerdan cómo decir algo, pregúntenles a sus papás, o a sus abuelos y nos lo vienen a compartir en clase. Así todos aprendemos.

La vida en la selva

La diversidad lingüística de Ixcán proviene de su formación, en los años 60, cuando la iglesia católica ayudó a reubicar familias provenientes de Huehuetenango, San Marcos y algunas del mismo Quiché, que sufrían de pobreza extrema. Estas familias conformaron cinco cooperativas: Mayalán, Pueblo Nuevo, Xalbal, Los Ángeles y Cuarto Pueblo. Estas familias eran en su gran mayoría indígenas y hablaban, según los cálculos de Sabino Esteban, quien nació, creció y aún vive en Ixcán, hasta 13 idiomas mayas, “más el castellano”, dice el ahora catedrático y poeta.

Luego, a principios de los años 80, la violencia del conflicto armado obligó a varias comunidades del Quiché a salir. Se formaron entonces las Comunidades de Población en Resistencia o CPR. Unas familias desplazadas de Quiché se establecieron en Ixcán, mientras que otras en las sierras, cerca de Nebaj. Un movimiento similar ocurrió también en Petén. El objetivo de las CPR, primero, era resguardar la vida de las personas. Pronto, estas comunidades se convirtieron en refugios funcionales con acceso a agua, agricultura y educación.

Uno de los primeros esfuerzos educativos de la CPR fue formar alfabetizadores.

Eulalia Matías, maestra de quinto primaria recuerda que las autoridades de las CPR, en 1983, la escogieron, junto a otro grupo de adolescentes, para formarla como maestra. Eulalia, tenía 15 años. La capacitación duró dos semanas y juntó a Eulalia con otros actuales maestros de la Escuela Oficial, como Gabino Calmo (maestro de preprimaria) y Ramírez Pedro (maestro de primaria). Eulalia, Gabino y Ramírez, todos le dieron clases a Sabino en los años 80.

“Al principio no teníamos niveles; no había primer o segundo grado”, cuenta Eulalia, cuyo idioma materno es el akateko. “Era nuestra realidad. El hecho de tener niños de tantas edades nos obligaba a enseñar de todo un poco. Y, además, debíamos enseñar a los adultos.
Faltaba organización, también.”

Sabino coincide con esta desorganización.

De 7:30 a 12:30, las catedráticas daban clases de lectura y escritura a los niños que, con el tiempo, empezaron a recibir lecciones de español, matemáticas, ciencias naturales, estudios sociales y valores, según recuerda Sabino. Los adultos que no sabían leer o escribir eran alfabetizados por las tardes y durante los fines de semana.


A falta de escritorios y cuadernos, las y los niños escribían en pedazos de madera, en corteza y usando trozos de carbón. A veces en la misma tierra o en arena. Usaban rocas y ramas para los ejercicios matemáticos. No había pizarrones. Había troncos donde tallar las lecciones. Las aulas eran espacios improvisados, delimitados apenas por troncos y bancas precarias. Las clases, muchas veces, eran bajo el sol. Sabino recuerda una tarde de viento y lluvia que, mientras los adultos recibían sus clases de alfabetización, una fuerte ráfaga de viento destroncó una rama que cayó sobre una señora. “Y murió”, asegura Sabino.

Y en ocasiones, cuando el Ejército se acercaba, las comunidades eran obligadas a salir, a esconderse en lo más profundo de la montaña, a buscar un nuevo lugar. Por eso, cuenta la maestra Eulalia, parte de la educación estaba enfocada también en defender la vida.

“Les decíamos que, si cae una bomba, todos a tierra”, dice Eulalia. “Si ven un helicóptero, debían buscar un palo o un árbol y dar vueltas alrededor para siempre estar del lado contrario al helicóptero”. Sabino recuerda otras instrucciones como morder un palito seco durante un bombardeo para evitar que, por el susto del impacto o sonido de una bomba, se mordieran la lengua. También, en clase, aprendían qué frutas o plantas podían comer en caso se encontraran solos, o cómo pedir ingreso a otra CPR.

Estas movilizaciones ocurrían por dos razones, recuerda Sabino y Eulalia. Porque recibían alertas que el Ejército iba a avanzar a través de los campamentos. O de emergencia, porque algún pelotón militar aparecía cerca de donde las CPR estaban localizadas. Por eso, Sabino agrega que, las familias nunca desempacaban por completo sus pertenencias. “De noche sacábamos las chamarras y en la mañana las poníamos de vuelta en el saco de ropa. Lo mismo con el molino de nixtamal o los platos”, cuenta el catedrático.

Esteban Sabino asegura que no recibió una clase de idioma maya, sino hasta el sexto grado, por ahí de 1988, según los cálculos del maestro de preprimaria Gabino Calmo. 

Así vivieron estas comunidades, en la montaña, hasta 1996 cuando, luego de la firma de los acuerdos de paz, regresaron a Ixcán. Lo lograron con el apoyo de la diócesis de Quiché y el grupo católico francés Caritas. Las familias se ubicaron entonces en Xalbal, Primavera del Ixcán y Playa Grande. Ahí llevan más de 20 años, replicando las enseñanzas aprendidas en las CPR y aún resistiendo, sin acceso a una carretera formal, agua potable o el debido acompañamiento del Ministerio de Educación o la Academia de Lenguas Mayas —como aseguran los mismos catedráticos y catedráticas— para mantener viva la docena de idiomas que se hablan y, casi por inercia, se enseñan en Ixcán.

La escuela es reconocida por el Ministerio de Educación, ofrece hasta el nivel diversificado y se gestiona con fondos públicos. Utilizan el currículo nacional base, en el año 2018 atendieron a 98 alumnos de pre primaria y 281 en primaria.

La palabra generadora  

La educación multilingüe de Ixcán proviene de una guía educativa que realizó el padre jesuita Ricardo Falla con base a las similitudes de varios idiomas mayas. Esta guía fue introducida y puesta en práctica en 1988, según cuenta el padre Falla, por teléfono, desde Chiquimula.

El proyecto lingüístico, como lo llama el padre Falla, forma parte de una asesoría que hizo la iglesia católica para las CPR. Era un proyecto de historia que abarcaba desde el origen del hombre y la mujer hasta las lenguas e idiomas de Guatemala. Falla entregó el proyecto a la guerrilla, que supervisaba el material que ingresaba a las CPR, pero por revisiones y correcciones el envío a las comunidades se atrasó. En 1988 Falla decidió separar el último módulo, el de las lenguas e idiomas de Guatemala, el cual atravesó una revisión más rápida y pronto llegó hasta los campamentos.

La guía fue mimeografiada de la misma forma que fue elaborada: en las montañas.

La teoría de Falla se basa en el hecho de que hasta treinta idiomas mayas provienen del idioma llamado Protomaya el cual, según el lingüista y antropólogo estadounidense Terrence Kaufman, era el único idioma que se hablaba en Mesoamérica hace cuatro mil años. Este Protomaya, por ejemplo, eventualmente se ramificó en los siete idiomas mayas que se hablan en la Escuela Oficial Rural de Primavera del Ixcán. Estos son el q’anjob’al, mam, q’eqchí, ixil, akateko, pop’tí (llamado también jakalteko), chuj y el k’iche’. Esta ramificación se debe a la conquista, la esclavitud, las movilizaciones forzadas, migraciones y, principalmente, la castellanización, según revela el libro Atlas lingüístico de Guatemala.
Esta división permitió que varias palabras en diferentes idiomas, por su raíz compartida, conservaran similitudes o fueran completamente iguales. Por otro lado, las diferencias, según Sabino, ocurren mayoritariamente en los verbos y adjetivos. Candelaria López Ixcoy, académica e investigadora del Instituto de Investigación y Proyección Sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad (ILI) concuerda y agrega que la sintaxis suele variar entre idiomas mayas. Finalmente, Celia Angélica Ajú, también del ILI, analiza que del Protomaya es más lo que se conserva que lo que se ha ido perdiendo.

Ambas expertas señalan que el caso de Ixcán, donde confluyeron tantos idiomas, es único. “Claro, está el caso de la ciudad, pero acá los idiomas no reciben el mismo protagonismo en clase”, añade López.

“Yo sabía este tronco común, del Protomaya, pues estudié varios cursos de lingüística; soy un aficionado. Por eso sé de las similitudes. Pero también porque las escuchaba en las conversaciones”, comenta el padre Falla. “Eso sí, tuve la ayuda de ocho o nueve maestros, uno por cada lengua, para hacer esta guía”.
“Pero las palabras que incluimos y sugeríamos que usaran en clase, debían generar más conversación, de ahí el nombre”, añade el padre. Esto quiere decir que buscaban no usar palabras como maíz que, en todos los idiomas que provienen del Protomaya es ixim. Contrario a ardilla, por ejemplo, que es kuk y permite añadirle más verbos como saltar, correr, escavar.

Esto no solo facilita la enseñanza a varios grupos lingüísticos en un mismo salón, sino la comprensión de los sonidos, sonidos como el de la X que, en muchos casos, suena a Sh. Y al enseñar estos sonidos también, según el padre Falla, ayuda a darles a entender las diferencias entre el castellano y los idiomas mayas. Señala el ejemplo de la letra K, que es poco común en el español, pero recurrente en los idiomas mayas.

A partir de estas similitudes y las recomendaciones del padre Falla, los y las catedráticas realizan actividades aún hoy, como la impulsada por el profe Juan Pedro Fabián a base de imágenes. O la del profesor Calmo quien agrupa a los niños por idioma y realiza un juego de memoria. “¿Cabeza?” dice, y las y los estudiantes responden en su idioma. “¿Nariz?” y el maestro Calmo se toca la nariz. “¿Los ojos?” y se tapa los ojos. “¿La boca?” dice, con las manos sobre la boca. “¿Cómo se dice uno?” y sus estudiantes cuentan del uno al diez.

Samuel Lucas Gregorio, maestro de la Escuela Normal Intercultural de Xalbal y de origen Mam, agrupa a sus estudiantes por idiomas. Cada grupo prepara una presentación en su idioma y luego exponen. “Un miembro del grupo expone en su idioma”, dice Samuel Lucas, “mientras el miembro que mejor domina ese idioma traduce al español para que toda la clase los entienda”.
El director de la escuela en Primavera, Edgar Monzón, hace énfasis que en cada clase los catedráticas recalcan siempre la importancia a sus estudiantes de consultarle a sus padres y abuelos, “pues son quienes mejor conservan el idioma”, señala.

Diálogo generacional

En la casa Baltazar confluyen cuatro generaciones q’anjob’al. Eulalia, de 20 años y vestida de corte, nos recibe con un vaso de limonada fresca. A pesar de la humedad y el calor espeso, su frente permanece inmaculada.

—¿Cómo fue su niñez? ¿Hablaban q’anjob’al en casa?

—Ah sí. Peor con los abuelos —sonríe Eulalia—. Fue hasta que llegamos a la escuela que aprendimos la castilla. Siempre en la casa, entre nosotros hablábamos en q’anjob’al. Los más chiquitos también— agrega, y señala a su hijo mayor, José Wilfredo, que actualmente cursan la primaria—. Él aprende acá el q’anjob’al.
—¿Es el idioma donde se siente más cómoda?

—Sí, siempre. Pero ellos también nos decían que debíamos practicarlo, para no perderlo. Y por eso también seguimos usando el traje.

Eulalia nos cuenta que ella nació ya acá, en Primavera, mientras que sus padres y abuelos son de Huehuetenango, de Santa Eulalia y Santa Cruz Barillas, y todos orgullosos q’anjob’ales. Eulalia se jacta, además, de haber sido la que mejor hablaba q’anjob’al en la escuela, que no necesitaba ayuda con las tareas. El director Edgar Monzón sonríe y admite que los q’anjob’ales en Primavera son usualmente quienes dominan mejor su idioma.

Al rato sus abuelos, Simón Baltazar de 92 años y Eulalia Francisco de 80, emergen despacio de sus habitaciones, para posar para una foto. Simón viste una limpísima camisola de Argentina mientras su esposa, pequeña y con el pelo plateado, porta un traje similar al de su nieta. Eulalia Baltazar le pide algo a sus hijos en q’anjob’al. Que se apuren, quizás. O que no hagan tanto relajo. O que, una vez terminada la sesión de fotos, José debe terminar sus tareas antes de que regrese su tío de cortar cardamomo.

Mientras salimos de la casa de los Baltazar, el director Monzón explica que parte de lo que permite que esta familia conserve su idioma es que todos son q’anjob’ales. En una de las clases de Pedro Baltazar, por ejemplo, Sexto primaria “A”, el maestro tiene la libertad de hablar el idioma libremente pues ahí coincidieron el 80 % de los q’anjob’ales del grado. “Así como ellos lo conservan, en otras familias se ha ido perdiendo, o no dominan tanto su idioma”, continúa Monzón. “Esto se da más cuando se unen familias de diferentes grupos, un ixil con una mam, por ejemplo. A veces el padre enseña su idioma. Otras veces, como el padre está trabajando, la madre enseña el suyo. Y muchas veces no enseñan ninguno. Optan por el castellano”. El maestro Samuel Lucas Gregorio también señala la migración como una de las causantes de que se estén perdiendo los idiomas. “Especialmente en familias numerosas”, cuenta. “Vemos que un niño, el menor de cuatro hermanos, ya no lo habla tan bien como sus hermanos mayores porque sus papás se fueron a los Estados Unidos y él se queda viviendo con un tío. Se pierde la secuencia del idioma”.

También hay casos excepcionales donde los padres enseñan ambos.

Como el caso de Lotario Catún, q’eqchí de Cobán, y Anabelia Antonio, mam de Todos Santos, Huehuetenango, quienes, cuando nació su primera hija, Gloria Elizabeth, hace once años, decidieron que ella hablaría ambos idiomas. Más el castellano.

—Conversamos un buen tiempo y decidimos que tanto el idioma de ella como el mío, son importantes, —relata Lotario, de gorra blanca y camisa color vino tinto.

—Yo más o menos le entiendo su idioma, y él también un poco entiende el mío. El resto lo comunicamos en castilla —añade su esposa—. Ahora ellas —dice, señalando a Gloria y su hermana menor Miriam de ocho años— no lo pueden hablar. Lo entienden, pero contestan en castilla.

—A veces les hablo en q’eqchí y sí me contestan —interrumpe Lotario a tiempo que suena el urgente canto de un gallo—. Ha sido poco a poco.

Si bien el padre admite que a veces se le dificulta enseñarle q’eqchí a sus hijas, pues su trabajo lo mantiene lejos de casa, él y su esposa decidieron que ese intercambio lingüístico sería algo de todos los días. Confían, además, en el refuerzo que reciben sus hijas en la escuela.

Sin embargo, Monzón y los catedráticos admiten que un periodo de clases, una hora a la semana no es suficiente para que los alumnos dominen al 100 % su idioma materno. Aún con la ayuda de sus padres, el castellano ha desplazado, en la mayoría de los casos, a los idiomas mayas.  

Pero no todas son malas noticias. A pesar de las carencias y dificultades, todas las familias entrevistadas coincidieron en lo importante que es que sus hijos y nietos aprendan el idioma materno.

Los estudiantes también.

César Bernabé Pablo, que cursa el cuarto grado, dice que para los q’anjob’aleños es un derecho saber su idioma. Matías Miguel, compañero de grado de César, lo llama algo esencial. Estela Rosa, quien acaba de pasar a tercer grado, dice que sería bonito dominar su idioma materno, el mam, “porque yo amo mi idioma”, sonríe; sus pequeños ojos marrones atrapados entre emoción y curiosidad, “ya quiero poder hablar con mis abuelos solo con el mam”. Roberto Antonio, también de tercer grado, dice que su sueño es aprender inglés, pero antes, quiere dominar el q’anjob’al, “al 100 %”, remata, “es parte de nuestra cultura; el idioma está en nuestra sangre y no deberíamos perderlo. No podemos permitir que se pierda”.

Antes de terminar el día, Ramírez Pedro, maestro desde 1983, q’anjob’al, saca una vieja guitarra acústica. La afina. Lleva a sus alumnos de segundo “A” a la clase de al lado, a la sección “B”. Todos empiezan a cantar Las lenguas de mi tierra, canción escrita por el padre Falla, en honor a los idiomas que se hablaban y enseñaban en las CPR, y se hablan y enseñan en Primavera. En Xalbal. En Ixcán.


Nayib Bukele: un presidente «millenial» para El Salvador


www.nuso.org / febrero 2019

Nayib Bukele tiene 37 años y es el presidente más joven en la historia de El Salvador. El nuevo presidente de El Salvador es una incógnita para todos. Su irrupción a la política ocurrió en 2012 cuando compitió por la alcaldía de un municipio periférico de la capital, Nuevo Cuscatlán, bajo la bandera del partido de izquierda que había asumido el ejecutivo desde 2009, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). A partir de su gestión, se creó una imagen mediática importante bajo el color cyan que llamó la atención de los salvadoreños, catapultándolo a la candidatura por la alcaldía más importante del país: la capital.

Antes de 2012, Bukele había tenido una fuerte relación comercial con el partido efemelenista desde sus agencias de publicidad, realizando varias campañas políticas a lo largo de la década previa. Además, su padre, el intelectual salvadoreño Armando Bukele, de origen palestino, había sido amigo cercano del líder histórico de izquierda Schafik Handal. Por ello, su candidatura a alcalde de San Salvador no presentó mayores obstáculos y en 2015 triunfó nuevamente en las urnas, convirtiéndose en el alcalde de los capitalinos. Desde esos años se le mencionaba como potencial candidato presidencial para las elecciones de 2019 y las encuestas de la época confirmaban su popularidad, la que se incrementó con los señalamientos al partido que emitía desde sus redes y que fueron dañando la relación, al grado de surgir voces que pedían incluso su remoción del FMLN.

Dos hechos en el interior de la alcaldía capitalina produjeron la ruptura: primero, el despido de varios empleados municipales, miembros del partido, porque decidieron seguir la línea partidaria y distanciarse de las órdenes del alcalde, lo que trajo críticas públicas de la dirección del FMLN. Apenas unos días después, en medio de una sesión del concejo municipal, Nayib según testigos y una grabación circulada en redes sociales, ofendió a la síndica municipal, lo que devino en una demanda ante el Tribunal de Ética del partido y en una denuncia ante los tribunales comunes por el delito de expresiones violentas contra la mujer, que aún está en trámite.

La suerte estaba echada. En octubre de 2017 el FMLN expulsó a Nayib Bukele y con eso sus posibilidades de obtener un tercer período en el gobierno se agotaron. No había ninguna figura dentro o fuera del partido que gozara de los mismos niveles de simpatía de Bukele. El ahora alcalde independiente inició una carrera contra el reloj para poder formar un nuevo partido político a tiempo que le permitiera competir en 2019 o inscribirse en otro que ya estuviera formado.

En marzo de 2018 se celebraron las elecciones legislativas. Nayib afirmó que no valía la pena votar, y sugirió anular la papeleta de votación. Su llamado produjo casi 200 mil votos nulos, que regularmente oscilaban entre 25 a 40 mil, y dejó un ausentismo superior al 52%. En esa elección el FMLN obtuvo 437 mil votos, es decir, 400 mil votos menos que en la elección legislativa de 2015 y 1,1 millones de votos menos que en la elección presidencial de 2014.

Luego de las elecciones, su primer esfuerzo fue culminar el proceso de inscripción del partido Nuevas Ideas (NI). Más allá de las denuncias de Bukele sobre supuestos bloqueos al reconocimiento jurídico del nuevo partido político, de acuerdo a los plazos establecidos en la legislación electoral salvadoreña, un instituto político no puede ser inscrito mientras no se declaren firmes los resultados electorales de una anterior elección; por lo que después de un proceso electoral complejo, debido a la existencia de listas abiertas, fue hasta mediados de abril que el país tuvo certeza de los ganadores y por ende se abrió el periodo tan esperado para registrar el partido Nuevas Ideas. Sin embargo, había un plazo fatal: el 4 abril de 2018, última fecha en la que según el calendario electoral un partido político que pretendía competir en la elección presidencial 2019 debía convocar elecciones internas para elegir sus candidatos, por lo que, aun cuando NI presentó más de 175 mil firmas de apoyo ciudadano para constituirse en partido (más del triple de las exigidas por la ley), no podía competir en la elección al no existir legalmente en la fecha mencionada.

Por tanto, en la búsqueda de un vehículo para competir en las elecciones presidenciales, el siguiente paso de Bukele fue anunciar su afiliación al partido de centro izquierda Cambio Democrático. Pero unos meses después, el 26 de julio de 2018, el Tribunal Supremo Electoral canceló a este partido por no haber obtenido el mínimo de votos necesarios para subsistir en la elección de 2015, es decir, 3 años antes; teniendo como sustento una sentencia de la Sala de lo Constitucional, que tardó más de dos años en emitirse.

Ese mismo día y a minutos de que venciera el plazo para la inscripción de candidatos para las elecciones internas del partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), Nayib se afilió a este partido y se inscribió para competir internamente, resultando victorioso dos días después y convirtiéndose en candidato a la elección presidencial 2019. Acto seguido, GANA cambió sus colores y símbolos a unos muy parecidos al color cyan de Nuevas Ideas, tratando de influir así en el elector para que este pensara que estaba apoyando a NI y no a GANA, un partido con credenciales cuestionadas, surgido de un fraccionamiento en 2010 del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).

Nayib basó su campaña en prometer combatir la corrupción por medio de la creación de una comisión internacional, tal como ha ocurrido en Guatemala; en la construcción de un aeropuerto de gran envergadura en el oriente del país y un tren. Sabiéndose primero en las encuestas, rehuyó al debate y casi no dio entrevistas. Sus adversarios expusieron todas las presunciones que se le imputan desde su gestión como alcalde, pero no hay duda que la gente estaba decidida a votar por él sin importar lo que se dijera. En una frase: votaron motivados por el hartazgo a los partidos tradicionales que les habían gobernado los últimos treinta años.

La noche del 3 de febrero de 2019 será recordada no solo como aquella en la que el FMLN perdió el gobierno, sino también como la que rompió la hegemonía electoral mantenida por los dos partidos mayoritarios desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992. No hay duda que ambos partidos fueron derrotados a varios niveles; el FMLN, por ejemplo, perdió dos terceras partes de los votantes que le dieron una segunda oportunidad en 2014, al ganar el Ejecutivo. Por otra parte, dejaron a este partido en niveles de votación solo vistos en los años 1997 y 1999, es decir, más de 20 años atrás. Arena, por su parte, acumuló la tercera derrota al hilo, lo que reduce aún más su esperanza de volver a gobernar.

Más allá del tremendo arrastre mediático de Bukele y de su capacidad para conquistar a una parte del electorado con las restauraciones que hizo en el centro histórico de San Salvador cuando fue alcalde, lo cierto es que la victoria de Nayib no puede entenderse al margen del empacho que existe en la gran mayoría de la población hacia los partidos políticos y las conductas que se les imputan: corrupción, falta de liderazgo y ejemplaridad, evasión de impuestos, enriquecimiento ilícito, narcotráfico, entre otras.

Tanto el partido Arena como el FMLN tienen expresidentes señalados por actos de corrupción cuando gobernaron. Uno está asilado, otro está preso y uno más murió sin que finalizara su juicio. Aunado a lo anterior, en los últimos días se hicieron públicos documentos que mostraban una política enraizada en casa presidencial desde los tiempos de Arena, que consistía en pagar sobresueldos a funcionarios del gobierno en turno y que, a tenor de las publicaciones, se repitió al menos en el primer gobierno del FMLN.

Pero el futuro tampoco se ve prometedor. La gestión de Bukele al frente de las alcaldías ha sido objeto de varios señalamientos que van desde el nepotismo y el compadrazgo, hasta la franca corrupción. Por otro lado, el partido por el que compitió Nayib fue fundado por el presidente que ahora guarda prisión y varios de sus miembros han sido señalados por actos que rayan en la corrupción o cuando menos en acciones antiéticas, como lo reseñan diversas publicaciones periodísticas.

Todavía es pronto para poder establecer cuál será el futuro de los partidos que ahora son segunda y tercera fuerza. En el caso de Arena, su resultado es en términos porcentuales mucho más alentador, pues mantiene consigo un 30% del electorado, por lo que parece improbable que Gana le arrebate la bandera de ser el principal partido de derecha. El FMLN, por el contrario, deberá enfrentar la competencia de un presidente cuyo principal caudal de votos proviene de la misma gente que alguna vez votó por el mismo FMLN. ¿Cómo hará este partido para crecer electoralmente ahora que Nayib pretenderá arrebatarle sus principales banderas de lucha? Apenas tiene un poco más de un año para resolverlo. Las próximas elecciones son en 2021.

Burkina Faso, en la ¿geografía del terror?



Hoy, para Burkina Faso, el cuarto país más pobre del mundo y que fue una de las naciones más seguras de África Occidental, el restaurante de comida turca Aziz Istanbul, en el centro de Uagadugú, su capital, que todavía permanece cerrado con su fachada destrozada tras los ataques integristas de agosto de 2017, que dejaron 18 muertos, quizás sea la postal más exacta para comprender la realidad del país.

Desde 2016, hasta principios de 2019 el país africano ya ha sufrido cerca de 300 ataques de grupos vinculados tanto a al-Qaeda como al Dáesh, dejando casi 300 muertos. Uagadugú, fue atacada en dos oportunidades más, dejando cerca de 90 muertos en total. El primer ataque fue contra la cafetería Cappuccino y el Hotel Splendid (Ver Burkina-Faso: Sangre en la arena) en enero de 2016, que dejó una treintena de muertos y el último se produjo en marzo pasado, en cercanías de la embajada francesa y el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, con otras 28 víctimas mortales.

El norte burkinés comenzó a sufrir la violencia integrista en 2011, por grupos wahabitas, que operan todavía hoy en el norte de Mali y sur de Argelia, desde entonces la violencia no ha dejado de incrementarse y expandirse y desde el norte se irradia hacia la frontera con Nigeria en el este del país, donde opera Boko Haram, filtrándose también a Togo, Benín y Ghana. Estas naciones se vieron obligadas a enviar tropas a sus fronteras burkinesas, dada la inestabilidad que se podría generar si los muyahidines pudieran abrir un corredor desde el Sahel al Golfo de Guinea.

Tanto en el norte como en el este, los objetivos de los fundamentalistas suelen ser oficinas del Gobierno, puestos militares, escuelas y maestros, a quienes se les exige que dicten sus clases en árabe, en lugar del francés, y enseñen el Corán. Estas presiones han obligado a cerrar 1.025 escuelas en el norte, Sahel y este, lo que ha dejado sin clases a unos 150.000 niños desde marzo de 2018, mientras el 60 % de los maestros debieron abandonaron las regiones en conflicto.

A pesar de que la gran mayoría de los ataques no han sido reclamados por ninguna organización, el general del ejército Oumarou Sadou, refiere que las características de los IED (dispositivos explosivos improvisados) usados tanto en el norte y como en el este, son de similar preparación, lo que indicaría que estarían siendo montados por la misma organización.

La crítica situación del país africano obligó a su presidente Roch Kaboré a declarar el estado de emergencia el último 31 de diciembre para las provincias afectadas y a cambiar a su Primer Ministro, Paul Kaba Thiebal por Christophe Dabiré, el 19 de enero pasado.

Los cambios implementados por Kaboré, no han logrado contener las acciones de los muyahidines del Ansaroul Islam, (Defensores del Islam) el grupo takfirista local, apoyado por el Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) fundado en 2016 por Ibrahim Malam (del árabe Mu’alam: maestro) Dicko, aparentemente muerto de sed en el desierto, en mayo de 2017, en su huida de un ataque aéreo francés. El malam fue sustituido, por su hermano menor, Jafar, de 38 años, un erudito del Corán. Ansaroul Islam, surgido del grupo malí Mujao (Movimiento por la Unidad y Yihad en África Occidental) ahora bajo la bandera de Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, (Frente de Apoyo para el Islam y los Musulmanes, JNIM), es un conglomerado de organizaciones integristas que operan en el Sahel, conformado en marzo de 2017, leales a al-Qaeda.

Están realizando constantes ataques en procura no solo de infundir terror, sino fundamentalmente de robar vehículos y armas. Como el último domingo 28 de enero, cuando asesinaron a 14 personas en la región de Soum, al norte del país a unos 30 kilómetros de la frontera con Malí, unos 200 milicianos atacaron con cohetes y armas pesadas la posición de la Fuerza de Tarea contra el Terrorismo de Nassoumbou (GFAT).

Algunos analistas insisten en que el aumento de la presencia de grupos integristas en Burkina Faso, se debe a la ruptura de los pactos que estas organizaciones mantenían con funcionarios del gobierno del expresidente Blaise Compaoré, derrocado en 2014, tras 27 años de dictadura (Ver Burkina Faso: La restauración de los traidores), quien les brindaba apoyo a cambio de que no operasen en su país.

El pacto se habría deshecho en 2013, cuando Compaoré se vio obligado a enviar 1.000 efectivos, presionado por Francia, tras el inicio del conflicto en el norte de Mali el año anterior. Se sospecha que unos 1.200 integrantes de los servicios de seguridad de Compaoré, podrían estar operando junto a los muyahidines, desde que fueron disueltos. El actual presidente Roch Kaboré, aún espera la colaboración prometida por Francia que en el norte de Mali dispone de unos 5.000 hombres de la operación Barkhane y de las fuerzas de G5 Sahel, un grupo antiterrorista compuesto por 5.000 efectivos de Mali, Mauritania, Chad, Níger y Burkina Faso, que actúa fundamentalmente en el norte de Mali y oeste de Níger.

En el día miedo al ejército, en la noche a los yihadistas

La diversidad de organizaciones que actúan a lo largo de la frontera burkinesa con el norte de Mali, entre ellos al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) y el propio Ansaroul Islam, y Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, junto a bandas de delincuentes comunes traficantes de drogas, cigarrillos, combustibles y personas, podría incrementarse todavía más generando una dinámica de arrastre que haga que las organizaciones multipliquen sus efectivos.

Algunos servicios de inteligencia que operan en África occidental temen que ISGS, que mantiene fluidos contactos con la Wilayat (provincia del califato) del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP) -del estado de Borno, en el noreste de Nigeria, la organización escindida de Boko Haram, en agosto de 2016-, pueda crear una nueva alianza para desarrollar juntos su lucha tanto en el Sahel como en los países de África occidental, para lo que Burkina Faso sería una ficha clave en el nuevo entramado.

Por lo que las autoridades de Uagadugú están requiriendo a las potencias occidentales con presencia en Mali, y especialmente Francia, apoyo básicamente en entrenamiento, inteligencia, equipos de comunicación y armamento.

Como suele suceder, en estas guerras “antisubversivas” se reproduce con exactitud la violación de derechos humanos contra las poblaciones civiles en áreas rurales, por lo general alejadas de los centros urbanos, incomunicadas y aisladas. Según denuncias de Human Rights Watch (HRW), fuerzas de seguridad burkinesas han llevado a cabo desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales en operaciones de contrainsurgencia entre 2017 y 2018. HRW, en su informe titulado “En el día, tenemos miedo del ejército y en la noche a los yihadistas”, detalla al menos 18 ejecuciones extrajudiciales de civiles inocentes por parte de las fuerzas de seguridad.

Las fuerzas de la Operación Panga (fuerza en moré, la lengua nativa más hablada de Burkina), lanzada por el gobierno de Kaboré contra presuntas bases terroristas en los bosques de Pama y Gayeri, con ataques aéreos y el envío de 700 soldados, incluidos efectivos del 25º regimiento de paracaídas de Bobo-Dioulasso, sin que se conozca el resultado de los ataques y el número de víctimas, por lo que la HRW sospecha que puede haber muchos civiles involucrados en las acciones.

La violencia ya ha provocado 80,000 desplazados internos, mientras que casi un 1,200,000 personas están necesitando ayuda humanitaria inmediata. Desde que comenzó el año, prácticamente 1,000 familias por día han debido abandonar sus lugares. Lo que a la vez está provocando un incremento de los enfrentamientos interétnicos o tribales. En Yirgou, provincia de Barsalogo, al norte del país, un aparente ataque fundamentalista desató una refriega entre la comunidad fulani, pastores nómadas de mayoría musulmana, y la comunidad Mossi, el mayor grupo étnico de Burkina Faso, que dejó 50 muertos.

Burkina Faso, ha entrado profundamente en la geografía del terror y de ese territorio no saldrá sin muchos más muertos y pobreza.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.


Trump, candidato al Nobel por un (no) “Acuerdo del siglo” palestino-israelí


www.publico.es / 220219

Año 2009: Suecia entrega el premio Nobel de la Paz al recién presidente de EEUU, Barak Obama, de forma “preventivo” con el fin de disuadirle de una guerra contra Irán, el siguiente país en la lista del “Eje del Mal” de Bush para ser agredido, después de que sepultara a Irak bajo toneladas de mentiras y bombas. Y Donald Trump no iba a ser menos: a pesar de lanzar la bomba no nuclear más poderosa del mundo sobre Afganistán, disparar misiles a Siria, romper el acuerdo nuclear con Irán y advertirle de haber puesto “todas las opciones sobre la mesa”, preparar una invasión contra Venezuela, salir del acuerdo nuclear de INF con Rusia, e incluso amenazar al rey de Arabia Saudí con deponerle, es uno de los candidatos del galardón que lleva el nombre de Alfred Nobel el inventor de dinamita.

Trump que en su línea de “matar-acuerdos”, planea desmantelar el acuerdo de Oslo, soñando con ser el primer presidente de EEUU que consiga poner fin al conflicto palestino- israelí. Que los elaboradores del “Acuerdo del Siglo” (ADS) hayan sido su yerno de extrema derecha judía, Jared Kushner y el “Jack el destripador” saudí, Mohamed Bin salman, y a espaldas de los palestinos, dan una pista sobre la naturaleza del invento. El ADS, que viola todas las resoluciones de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad relacionadas con este conflicto, es tan inviable por injusto que el propio Kushner ha confesado que “no puede haber solución” en este conflicto con dichas recetas.

Si la Autoridad Palestina lo acepta, Trump podría ser el premio Nobel y si no, Israel y EEUU justificarán los ataques militares y las presiones económicas sobre los palestinos, diciendo al mundo “¿Veis? Son los palestinos los que no están interesados ​​en la paz”.

¿En qué consiste el Acuerdo del siglo?

Aunque a petición de Netanyahu, el gobierno de Trump ha pospuesto el lanzamiento de su contenido para después de las elecciones generales israelíes del 9 de abril (por temor a que sus electores le acusen de “ceder ante el terrorismo palestino”), ya se conocen los detalles:

+ No habrá ningún cambio en la ocupación israelí de las tierras palestinas.

+ La fórmula de “Tierra por paz” será sustituida por el “Dinero por paz”. Palestina perderá más territorios y se convertirá en un conjunto de guetos, tendrá una soberanía limitada sobre casi la mitad de Cisjordania y Gaza, mientras el resto estaría bajo el control de Israel. Así no sólo responsabiliza a los palestinos del estado de guerra existente, que no a los ocupantes, sino que también busca acabar con el sueño palestino de recuperar al menos parte de sus tierras, a cambio de una limosna sacada del bolsillo de los jeques árabes.

+ Israel trasladará el control militar sobre las áreas terrestres palestinas a las fronteras y seguirá dominando el cielo palestino: no tendrá aeropuerto.

+ Gaza se desarmará, como lo hizo Cisjordania, mientras miles de soldados armados israelíes seguirán hostigándoles hasta dentro de sus hogares.
+ EEUU retrocede en entregar la totalidad de Jerusalén a Israel: Abu Deis, situado en el suburbio de la ciudad santa, será la capital del mini estado palestino.

+ Acaba con el “derecho de retorno” de los refugiados a su patria, reconocido por la resolución 194 del Consejo de Seguridad. Es posible que muchos de los exiliados no quieran volver, pero deben tener el derecho de recibir una compensación por ser expulsados de sus hogares.

+ Reconoce a Jerusalén como la capital de Israel.

Los objetivos de Trump

1) Desmantelar la Autoridad Palestina y convertir “La Liga de las Aldeas”, un concejo tribal, como representante de los palestinos.

2) Liquidar la causa palestina.

3) Preservar el voto de los sionistas cristianos de EEUU para las elecciones presidenciales del 2020.

Para llevar adelante el ADS, así se prepararon el terreno:

*EEUU e Israel destruyeron los estados árabes que defendían la causa palestina: Irak, Libia, Siria. A Arabia saudí no se le conoce precisamente por su defensa a los desheredados palestinos. A petición de Netanyahu, Trump no sancionó al príncipe saudí señalado por el aberrante asesinato del periodista. Le necesita para estrangular a los palestinos y debilitar a Irán.

*Israel realiza una minuciosa división del pueblo palestino, asignándoles diferentes estatus: los de Israel, los de los Territorios Ocupados, los de Cisjordania (divididos en áreas) y los de Gaza.  En 2006, el presidente Jimmy Carter utilizó el término  “Apartheid” para describir la situación de los palestinos en “la única democracia de Oriente Próximo”: el diario israelí de Haaretz va más allá en poner adjetivos al gobierno de Likud.

*La aprobación por el parlamento israelí de la colonialista “Ley de Nacionalidad“, proclamando la República Judía de Israel.

*Cerrar la misión palestina en Washington, para poner fin a cualquier diplomacia y diálogo sobre la paz.

*Determinar Jerusalén como la capital de Israel, privando así a los palestinos de lo que iba a ser la capital de su estado.

*Cortar la ayuda financiera de los EEUU a la AP, con el objetivo de forzarle a negociar, ignorando que en Oriente Próximo cuanto más presionas a sus dirigentes, es menos probable que se sometan. El emisario de Qatar, Mohammad Al-Emadi, viajó a Gaza el 24 de enero para entregarle a Hamas un gran fajo de dólares para conseguir su consentimiento con el ADS de Trump. Los islamistas, obviamente, lo rechazaron, para salvar su imagen y su futuro político.

*Recortar el trabajo del Organismo de Obras Públicas y Socorro de la ONU para los Refugiados de Palestina.

*Reducir los 300 millones de dólares a 60 la ayuda de EEUU a La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, destinados a paliar la inadmisible situación de los 5,3 millones de personas condenadas a vivir en la absoluta  miseria: Israel les corta el agua, la luz, recibir medicinas, etc.

*Amenazar a la Corte Penal Internacional (CPI) por perseguir los crímenes de guerra de Israel: “Si la Corte va a por nosotros, a por Israel u otros aliados, no nos quedaremos callados”, advirtió John Bolton (el mismo que pretende enviar al presidente de Venezuela Nicolas Maduro a Guantánamo).  “La extensa destrucción de bienes no militares y las transferencias de población a un territorio ocupado constituyen crímenes de guerra“, relata la CPI.  Hoy, cerca de 500.000 colonos ilegales viven en Jerusalén y Cisjordania.

*La expulsión de los observadores internacionales de Israel el 29 de enero. Compuesto por monitores de Suecia, Noruega, Suiza, Italia y Turquía el equipo estaba desplegado en Hebrón, Cisjordania, desde el 1997. Los motivos: 1) represalia por su informe sobre alrededor de 40.000 casos de abusos de la policía israelí a los palestinos y considerar que algunos constituyen crímenes de guerra, y 2) Ocultar al mundo el agresivo expansionismo del estado judío. “El ejército israelí tiene suficientes balas para todos los palestinos” presume el presidente de la Comisión de Defensa del Parlamento israelí de su capacidad de limpieza étnica.

Esta es la última fase del plan de acabar con la lucha anticolonial palestina.

Otra propuesta como globo sonda

Ante la negativa de todas las facciones palestinas a este despropósito, la inviabilidad de dos estados y de uno democrático que acoja a los judíos y árabes, está sugiriendo por la prensa otra posible “solución” de EEUU-Israel-Arabia Saudí: que Egipto acepte la tutela de Gaza y acoja a millones de refugiados palestinos asentándoles en el Sinaí, y que paralelamente Jordania crease una confederación con los palestinos de Cisjordania con dos capitales: uno en Abu Dis para los palestinos y otro en Amman para los jordanos; el rey jordano sería responsable de salvaguardar la seguridad de Israel, impidiendo las operaciones de resistencia palestina. Claro que todo a cambio de dinero: Arabia saudí donaría anualmente 10.000 millones de dólares a ambos proyectos. El rey Abdalá II ha rechazado la propuesta, por temor a una desestabilización del país y perder la “identidad” (¡como si en estas circunstancias hubiese más identidad que la de “ser humano”!) de un pequeño país que ya con 2,2 millones de refugiados palestinos.

Rusia entra en la escena

Después de intentar que las facciones sirias en conflicto se sentaran en la mesa de negociaciones en Sochi, Moscú invitó el 14 de febrero a los partidos palestinos para que resolviesen sus diferencias y así enfrentarse unidos a ADS. De paso, Rusia acababa con el monopolio de EEUU sobre la cuestión palestina, negándose además a participar en la Conferencia de Varsovia para Oriente Próximo por tener una agenda “anti-iraní” y por no incluir la causa palestina en el orden del día. Kremlin defiende los esfuerzos pasados de la ONU en resolver este conflicto, oponiéndose a las acciones unilaterales de EEUU.

Un “Acuerdo” nacido muerto

Dos de los protagonistas de este escenario, Trump y Netanyahu, pueden acabar en el banquillo de los acusados, y el tercero, Mahmud Abbas, puede dejar el poder por enfermo. Por lo que, el destino de este “acuerdo” es la papelera de la historia.

El Frente Democrático para la Liberación de Palestina exige la cancelación de los Acuerdos de Oslo (que forzaba a la OLP reconocer al estado israelí, y a éste reconocer a la OLP como representante del pueblo palestino, en vez de a un estado palestino), retirar el reconocimiento de Israel, apoyar la resistencia popular, promover conferencias internacionales y exigir la protección internacional como la fuerza de paz de la ONU, y obligar a Israel a levantar el bloqueo contra Gaza.

Sin duda, el pueblo palestino tiene derecho a resistir y defenderse con todos los medios, incluidas las armas, contra la ocupación colonial como reconoce el artículo 51 de la Carta de la ONU.