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Se habla español (y ocho idiomas mayas): Las aulas del Ixkan
Alejandro
García
www.plazapublica.com.gt
/ 110219
En las
comunidades de Ixcán se habla hasta 8 idiomas mayas. Los catedráticos de Ixcán,
a veces, deben dar clases de idioma maya a niños de hasta cinco comunidades
mayas al mismo tiempo. El interés, la metodología y formación docente proviene
de lo gestionado por las Comunidades de Población en Resistencia. Esta es
apenas una forma más de resistencia de una de las tantas comunidades afectadas
y desplazadas durante el conflicto armado interno.
Juan Pedro
Fabián, el maestro de primero “A” de la Escuela Oficial Rural Mixta en
Primavera de Ixcán, empieza a dibujar una mano chueca en el pizarrón.
—Por favor,
saquen sus cuadernos y ustedes también hagan lo mismo —ordena a los
estudiantes.
El profe lleva el pelo hacia atrás. Viste camisa violeta,
pantalón de vestir y mocasines negros ligeramente salpicados por gotas de lodo
ya secas.
El ruido dentro
de la clase es el típico en un aula de primaria. Los niños juegan a las
luchitas, se dan coscorrones. Hay niñas descalzas; unas por comodidad, otras
por carencia. Amigos cruzan la distancia continental del aula para pedir un
lápiz. Dentro hay, pues, calor, caos, energía, anarquía. Afuera, un silencio
sepulcral y el último rebote de un viejo balón de basquetbol que ha atravesado
más porterías que canastas.
Una niña más se
queja que la mano no le sale bien.
—Así
ve —dice el profe Juan Pedro y ubica la mano de la niña sobre la hoja
cuadriculada—. Solo repasalo.
El profe Juan Pedro agrega uñas y arrugas a su mano. A un
lado escribe mano en q’anjob’al, mam e ixil.
—¿Cómo decimos mano en q’anjob’al?
—Q’ab’—responden
varios niños y niñas.
—Q’ab’—repite
el profe, haciéndose a un lado y revelando lo que había escrito, como si el
aliento de sus alumnos hubiese, en verdad, llegado en forma de tinta azul hasta
el pizarrón que aún conserva el fantasma de lecciones pasadas.
—Sandrita,
—continúa el maestro— ¿cómo se dice mano en q’eqchí?
—U’q’—sonríe
Sandrita, quien aún no ha terminado de dibujar su mano, su u’q’.
Pie en q’anjob’al es jan, en mam es kan, en ixil es e’q, en q’eqchí… ¿En q’eqchí?
Pero Sandrita, apenada, no recuerda. El profe Juan Pedro le pide que le
pregunte a sus abuelos.
—Ellos sí se
recuerdan—, dice.
Francisco,
quien acaba de cumplir siete años, reclama que no le dio tiempo de desayunar,
que tiene hambre o, en q’anjob’al, lowoj. Lowoj, nos explica, significa, “tengo
hambre”. El padre de Francisco es ixil y su madre q’anjob’al. Pelo aprendemos que en q’eqchí es kesh, en q’anjob’al
es kukis, en ixil, kuk. Kukis—kuk. Y así empiezan las similitudes que le
permiten al profe Juan Pedro, y a todo el personal de la Escuela Oficial Rural
Mixta, quizás a todas las profesoras y los profesores en Ixcán, poder enseñar a
un grupo tan multilingüe y hacer sus clases más interesantes pues, como dice el
profe, están aprendiendo varios idiomas a la vez.
Rana, por ejemplo, se dice paxa tanto en Ixil como en q’anjob’al. Banano, nos explica Victoria de 7 años, de padre q’echí
y madre Ixil, es guiney, en Ixil y q’ajob’al.
—¿Pero tu papá
es q’echí o q’anjob’al?
—Q’eqchí,
—insiste, sonriendo—. El q’anjob’al lo aprendo acá.
—¿Y cómo se
dice banano en q’eqchí? ¿Cómo dice banano tu papá?
Victoria piensa
un rato. Hasta deja de dibujar. Parpadea.
—No me acuerdo,
—sonríe.
—Recuerden,
—insiste el profe Juan Pedro, con marcador en mano—. Si no se recuerdan cómo
decir algo, pregúntenles a sus papás, o a sus abuelos y nos lo vienen a
compartir en clase. Así todos aprendemos.
La
vida en la selva
La diversidad
lingüística de Ixcán proviene de su formación, en los años 60, cuando la
iglesia católica ayudó a reubicar familias provenientes de Huehuetenango, San
Marcos y algunas del mismo Quiché, que sufrían de pobreza extrema. Estas
familias conformaron cinco cooperativas: Mayalán, Pueblo Nuevo, Xalbal, Los
Ángeles y Cuarto Pueblo. Estas familias eran en su gran mayoría indígenas y
hablaban, según los cálculos de Sabino Esteban, quien nació, creció y aún vive
en Ixcán, hasta 13 idiomas mayas, “más el castellano”, dice el ahora
catedrático y poeta.
Luego, a
principios de los años 80, la violencia del conflicto armado obligó a varias
comunidades del Quiché a salir. Se formaron entonces las Comunidades de
Población en Resistencia o CPR. Unas familias desplazadas de Quiché se
establecieron en Ixcán, mientras que otras en las sierras, cerca de Nebaj. Un
movimiento similar ocurrió también en Petén. El objetivo de las CPR, primero,
era resguardar la vida de las personas. Pronto, estas comunidades se
convirtieron en refugios funcionales con acceso a agua, agricultura y
educación.
Uno de los
primeros esfuerzos educativos de la CPR fue formar alfabetizadores.
Eulalia Matías,
maestra de quinto primaria recuerda que las autoridades de las CPR, en 1983, la
escogieron, junto a otro grupo de adolescentes, para formarla como maestra.
Eulalia, tenía 15 años. La capacitación duró dos semanas y juntó a Eulalia con
otros actuales maestros de la Escuela Oficial, como Gabino Calmo (maestro de
preprimaria) y Ramírez Pedro (maestro de primaria). Eulalia, Gabino y Ramírez,
todos le dieron clases a Sabino en los años 80.
“Al principio
no teníamos niveles; no había primer o segundo grado”, cuenta Eulalia, cuyo
idioma materno es el akateko. “Era nuestra realidad. El hecho de tener niños de
tantas edades nos obligaba a enseñar de todo un poco. Y, además, debíamos
enseñar a los adultos.
Faltaba
organización, también.”
Sabino coincide
con esta desorganización.
De 7:30 a
12:30, las catedráticas daban clases de lectura y escritura a los niños que,
con el tiempo, empezaron a recibir lecciones de español, matemáticas, ciencias
naturales, estudios sociales y valores, según recuerda Sabino. Los adultos que
no sabían leer o escribir eran alfabetizados por las tardes y durante los fines
de semana.
A falta de
escritorios y cuadernos, las y los niños escribían en pedazos de madera, en
corteza y usando trozos de carbón. A veces en la misma tierra o en arena.
Usaban rocas y ramas para los ejercicios matemáticos. No había pizarrones.
Había troncos donde tallar las lecciones. Las aulas eran espacios improvisados,
delimitados apenas por troncos y bancas precarias. Las clases, muchas veces,
eran bajo el sol. Sabino recuerda una tarde de viento y lluvia que, mientras
los adultos recibían sus clases de alfabetización, una fuerte ráfaga de viento
destroncó una rama que cayó sobre una señora. “Y murió”, asegura Sabino.
Y en ocasiones,
cuando el Ejército se acercaba, las comunidades eran obligadas a salir, a
esconderse en lo más profundo de la montaña, a buscar un nuevo lugar. Por eso,
cuenta la maestra Eulalia, parte de la educación estaba enfocada también en
defender la vida.
“Les decíamos
que, si cae una bomba, todos a tierra”, dice Eulalia. “Si ven un helicóptero,
debían buscar un palo o un árbol y dar vueltas alrededor para siempre estar del
lado contrario al helicóptero”. Sabino recuerda otras instrucciones como morder
un palito seco durante un bombardeo para evitar que, por el susto del impacto o
sonido de una bomba, se mordieran la lengua. También, en clase, aprendían qué
frutas o plantas podían comer en caso se encontraran solos, o cómo pedir
ingreso a otra CPR.
Estas
movilizaciones ocurrían por dos razones, recuerda Sabino y Eulalia. Porque
recibían alertas que el Ejército iba a avanzar a través de los campamentos. O
de emergencia, porque algún pelotón militar aparecía cerca de donde las CPR
estaban localizadas. Por eso, Sabino agrega que, las familias nunca
desempacaban por completo sus pertenencias. “De noche sacábamos las chamarras y
en la mañana las poníamos de vuelta en el saco de ropa. Lo mismo con el molino
de nixtamal o los platos”, cuenta el catedrático.
Esteban Sabino
asegura que no recibió una clase de idioma maya, sino hasta el sexto grado, por
ahí de 1988, según los cálculos del maestro de preprimaria Gabino Calmo.
Así vivieron
estas comunidades, en la montaña, hasta 1996 cuando, luego de la firma de los
acuerdos de paz, regresaron a Ixcán. Lo lograron con el apoyo de la diócesis de
Quiché y el grupo católico francés Caritas. Las familias se ubicaron entonces
en Xalbal, Primavera del Ixcán y Playa Grande. Ahí llevan más de 20 años,
replicando las enseñanzas aprendidas en las CPR y aún resistiendo, sin acceso a
una carretera formal, agua potable o el debido acompañamiento del Ministerio de
Educación o la Academia de Lenguas Mayas —como aseguran los mismos catedráticos
y catedráticas— para mantener viva la docena de idiomas que se hablan y, casi
por inercia, se enseñan en Ixcán.
La escuela es
reconocida por el Ministerio de Educación, ofrece hasta el nivel diversificado
y se gestiona con fondos públicos. Utilizan el currículo nacional base, en el
año 2018 atendieron a 98 alumnos de pre primaria y 281 en primaria.
La
palabra generadora
La educación
multilingüe de Ixcán proviene de una guía educativa que realizó el padre
jesuita Ricardo Falla con base a las similitudes de varios idiomas mayas. Esta
guía fue introducida y puesta en práctica en 1988, según cuenta el padre Falla,
por teléfono, desde Chiquimula.
El proyecto
lingüístico, como lo llama el padre Falla, forma parte de una asesoría que hizo
la iglesia católica para las CPR. Era un proyecto de historia que abarcaba
desde el origen del hombre y la mujer hasta las lenguas e idiomas de Guatemala.
Falla entregó el proyecto a la guerrilla, que supervisaba el material que
ingresaba a las CPR, pero por revisiones y correcciones el envío a las
comunidades se atrasó. En 1988 Falla decidió separar el último módulo, el de
las lenguas e idiomas de Guatemala, el cual atravesó una revisión más rápida y
pronto llegó hasta los campamentos.
La guía fue
mimeografiada de la misma forma que fue elaborada: en las montañas.
La teoría de
Falla se basa en el hecho de que hasta treinta idiomas mayas provienen del
idioma llamado Protomaya el cual, según el lingüista y antropólogo
estadounidense Terrence Kaufman, era el único idioma que se hablaba en
Mesoamérica hace cuatro mil años. Este Protomaya, por ejemplo, eventualmente se
ramificó en los siete idiomas mayas que se hablan en la Escuela Oficial Rural
de Primavera del Ixcán. Estos son el q’anjob’al, mam, q’eqchí, ixil, akateko,
pop’tí (llamado también jakalteko), chuj y el k’iche’. Esta ramificación se
debe a la conquista, la esclavitud, las movilizaciones forzadas, migraciones y,
principalmente, la castellanización, según revela el libro Atlas lingüístico de Guatemala.
Esta división
permitió que varias palabras en diferentes idiomas, por su raíz compartida,
conservaran similitudes o fueran completamente iguales. Por otro lado, las
diferencias, según Sabino, ocurren mayoritariamente en los verbos y adjetivos.
Candelaria López Ixcoy, académica e investigadora del Instituto de
Investigación y Proyección Sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad
(ILI) concuerda y agrega que la sintaxis suele variar entre idiomas mayas.
Finalmente, Celia Angélica Ajú, también del ILI, analiza que del Protomaya es
más lo que se conserva que lo que se ha ido perdiendo.
Ambas expertas
señalan que el caso de Ixcán, donde confluyeron tantos idiomas, es único.
“Claro, está el caso de la ciudad, pero acá los idiomas no reciben el mismo
protagonismo en clase”, añade López.
“Yo sabía este
tronco común, del Protomaya, pues estudié varios cursos de lingüística; soy un
aficionado. Por eso sé de las similitudes. Pero también porque las escuchaba en
las conversaciones”, comenta el padre Falla. “Eso sí, tuve la ayuda de ocho o
nueve maestros, uno por cada lengua, para hacer esta guía”.
“Pero las
palabras que incluimos y sugeríamos que usaran en clase, debían generar más
conversación, de ahí el nombre”, añade el padre. Esto quiere decir que buscaban
no usar palabras como maíz que, en todos los idiomas que
provienen del Protomaya es ixim. Contrario a ardilla, por
ejemplo, que es kuk y permite añadirle más verbos
como saltar, correr, escavar.
Esto no solo
facilita la enseñanza a varios grupos lingüísticos en un mismo salón, sino la
comprensión de los sonidos, sonidos como el de la X que, en muchos
casos, suena a Sh. Y al enseñar estos sonidos
también, según el padre Falla, ayuda a darles a entender las diferencias entre
el castellano y los idiomas mayas. Señala el ejemplo de la letra K, que es poco
común en el español, pero recurrente en los idiomas mayas.
A partir de
estas similitudes y las recomendaciones del padre Falla, los y las catedráticas
realizan actividades aún hoy, como la impulsada por el profe Juan Pedro Fabián a base de imágenes. O la del
profesor Calmo quien agrupa a los niños por idioma y realiza un juego de
memoria. “¿Cabeza?” dice, y las y los estudiantes responden en su idioma.
“¿Nariz?” y el maestro Calmo se toca la nariz. “¿Los ojos?” y se tapa los ojos.
“¿La boca?” dice, con las manos sobre la boca. “¿Cómo se dice uno?” y sus estudiantes cuentan del uno al diez.
Samuel Lucas
Gregorio, maestro de la Escuela Normal Intercultural de Xalbal y de origen Mam,
agrupa a sus estudiantes por idiomas. Cada grupo prepara una presentación en su
idioma y luego exponen. “Un miembro del grupo expone en su idioma”, dice Samuel
Lucas, “mientras el miembro que mejor domina ese idioma traduce al español para
que toda la clase los entienda”.
El director de
la escuela en Primavera, Edgar Monzón, hace énfasis que en cada clase los
catedráticas recalcan siempre la importancia a sus estudiantes de consultarle a
sus padres y abuelos, “pues son quienes mejor conservan el idioma”, señala.
Diálogo
generacional
En la casa
Baltazar confluyen cuatro generaciones q’anjob’al. Eulalia, de 20 años y
vestida de corte, nos recibe con un vaso de limonada fresca. A pesar de la
humedad y el calor espeso, su frente permanece inmaculada.
—¿Cómo fue su
niñez? ¿Hablaban q’anjob’al en casa?
—Ah sí. Peor
con los abuelos —sonríe Eulalia—. Fue hasta que llegamos a la escuela que
aprendimos la castilla. Siempre en la casa, entre nosotros hablábamos en
q’anjob’al. Los más chiquitos también— agrega, y señala a su hijo mayor, José
Wilfredo, que actualmente cursan la primaria—. Él aprende acá el q’anjob’al.
—¿Es el idioma
donde se siente más cómoda?
—Sí, siempre.
Pero ellos también nos decían que debíamos practicarlo, para no perderlo. Y por
eso también seguimos usando el traje.
Eulalia nos
cuenta que ella nació ya acá, en Primavera, mientras que
sus padres y abuelos son de Huehuetenango, de Santa Eulalia y Santa Cruz
Barillas, y todos orgullosos q’anjob’ales. Eulalia se jacta, además, de haber
sido la que mejor hablaba q’anjob’al en la escuela, que no necesitaba ayuda con
las tareas. El director Edgar Monzón sonríe y admite que los q’anjob’ales en
Primavera son usualmente quienes dominan mejor su idioma.
Al rato sus
abuelos, Simón Baltazar de 92 años y Eulalia Francisco de 80, emergen despacio
de sus habitaciones, para posar para una foto. Simón viste una limpísima
camisola de Argentina mientras su esposa, pequeña y con el pelo plateado, porta
un traje similar al de su nieta. Eulalia Baltazar le pide algo a sus hijos en
q’anjob’al. Que se apuren, quizás. O que no hagan tanto relajo. O que, una vez
terminada la sesión de fotos, José debe terminar sus tareas antes de que
regrese su tío de cortar cardamomo.
Mientras
salimos de la casa de los Baltazar, el director Monzón explica que parte de lo
que permite que esta familia conserve su idioma es que todos son q’anjob’ales.
En una de las clases de Pedro Baltazar, por ejemplo, Sexto primaria “A”, el
maestro tiene la libertad de hablar el idioma libremente pues ahí coincidieron
el 80 % de los q’anjob’ales del grado. “Así como ellos lo conservan, en otras
familias se ha ido perdiendo, o no dominan tanto su idioma”, continúa Monzón.
“Esto se da más cuando se unen familias de diferentes grupos, un ixil con una
mam, por ejemplo. A veces el padre enseña su idioma. Otras veces, como el padre
está trabajando, la madre enseña el suyo. Y muchas veces no enseñan ninguno.
Optan por el castellano”. El maestro Samuel Lucas Gregorio también señala la
migración como una de las causantes de que se estén perdiendo los idiomas.
“Especialmente en familias numerosas”, cuenta. “Vemos que un niño, el menor de
cuatro hermanos, ya no lo habla tan bien como sus hermanos mayores porque sus
papás se fueron a los Estados Unidos y él se queda viviendo con un tío. Se
pierde la secuencia del idioma”.
También hay
casos excepcionales donde los padres enseñan ambos.
Como el caso de
Lotario Catún, q’eqchí de Cobán, y Anabelia Antonio, mam de Todos Santos,
Huehuetenango, quienes, cuando nació su primera hija, Gloria Elizabeth, hace
once años, decidieron que ella hablaría ambos idiomas. Más el castellano.
—Conversamos un
buen tiempo y decidimos que tanto el idioma de ella como el mío, son
importantes, —relata Lotario, de gorra blanca y camisa color vino tinto.
—Yo más o menos
le entiendo su idioma, y él también un poco entiende el mío. El resto lo
comunicamos en castilla —añade su esposa—. Ahora
ellas —dice, señalando a Gloria y su hermana menor Miriam de ocho años— no lo
pueden hablar. Lo entienden, pero contestan en castilla.
—A veces les
hablo en q’eqchí y sí me contestan —interrumpe Lotario a tiempo que suena el
urgente canto de un gallo—. Ha sido poco a poco.
Si bien el
padre admite que a veces se le dificulta enseñarle q’eqchí a sus hijas, pues su
trabajo lo mantiene lejos de casa, él y su esposa decidieron que ese
intercambio lingüístico sería algo de todos los días. Confían, además, en el
refuerzo que reciben sus hijas en la escuela.
Sin embargo,
Monzón y los catedráticos admiten que un periodo de clases, una hora a la semana
no es suficiente para que los alumnos dominen al 100 % su idioma materno. Aún
con la ayuda de sus padres, el castellano ha desplazado, en la mayoría de los
casos, a los idiomas mayas.
Pero no todas
son malas noticias. A pesar de las carencias y dificultades, todas las familias
entrevistadas coincidieron en lo importante que es que sus hijos y nietos
aprendan el idioma materno.
Los estudiantes
también.
César Bernabé
Pablo, que cursa el cuarto grado, dice que para los q’anjob’aleños es un
derecho saber su idioma. Matías Miguel, compañero de grado de César, lo llama
algo esencial. Estela Rosa, quien acaba de pasar a tercer grado, dice que sería
bonito dominar su idioma materno, el mam, “porque yo amo mi idioma”, sonríe;
sus pequeños ojos marrones atrapados entre emoción y curiosidad, “ya quiero
poder hablar con mis abuelos solo con el mam”. Roberto Antonio, también de
tercer grado, dice que su sueño es aprender inglés, pero antes, quiere dominar
el q’anjob’al, “al 100 %”, remata, “es parte de nuestra cultura; el idioma está
en nuestra sangre y no deberíamos perderlo. No podemos permitir que se pierda”.
Antes de
terminar el día, Ramírez Pedro, maestro desde 1983, q’anjob’al, saca una vieja
guitarra acústica. La afina. Lleva a sus alumnos de segundo “A” a la clase de
al lado, a la sección “B”. Todos empiezan a cantar Las lenguas de mi tierra, canción
escrita por el padre Falla, en honor a los idiomas que se hablaban y enseñaban
en las CPR, y se hablan y enseñan en Primavera. En Xalbal. En Ixcán.
Nayib Bukele: un presidente «millenial» para El Salvador
www.nuso.org / febrero 2019
Nayib Bukele tiene 37 años y es el
presidente más joven en la historia de El Salvador. El nuevo presidente de El
Salvador es una incógnita para todos. Su irrupción a la política ocurrió en
2012 cuando compitió por la alcaldía de un municipio periférico de la capital, Nuevo
Cuscatlán, bajo la bandera del partido de izquierda que había asumido el
ejecutivo desde 2009, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional
(FMLN). A partir de su gestión, se creó una imagen mediática importante bajo el
color cyan que llamó la atención de los salvadoreños, catapultándolo a la
candidatura por la alcaldía más importante del país: la capital.
Antes de 2012, Bukele había tenido una
fuerte relación comercial con el partido efemelenista desde sus agencias de
publicidad, realizando varias campañas políticas a lo largo de la década
previa. Además, su padre, el intelectual salvadoreño Armando Bukele, de origen
palestino, había sido amigo cercano del líder histórico de izquierda Schafik
Handal. Por ello, su candidatura a alcalde de San Salvador no presentó mayores
obstáculos y en 2015 triunfó nuevamente en las urnas, convirtiéndose en el
alcalde de los capitalinos. Desde esos años se le mencionaba como potencial
candidato presidencial para las elecciones de 2019 y las encuestas de la época
confirmaban su popularidad, la que se incrementó con los señalamientos al
partido que emitía desde sus redes y que fueron dañando la relación, al grado
de surgir voces que pedían incluso su remoción del FMLN.
Dos hechos en el interior de la alcaldía capitalina
produjeron la ruptura: primero, el despido de varios empleados municipales,
miembros del partido, porque decidieron seguir la línea partidaria y
distanciarse de las órdenes del alcalde, lo que trajo críticas públicas de la
dirección del FMLN. Apenas unos días después, en medio de una sesión del
concejo municipal, Nayib según testigos y una grabación circulada en redes
sociales, ofendió a la síndica municipal, lo que devino en una demanda ante el
Tribunal de Ética del partido y en una denuncia ante los tribunales comunes por
el delito de expresiones violentas contra la mujer, que aún está en trámite.
La suerte estaba echada. En octubre de
2017 el FMLN expulsó a Nayib Bukele y con eso sus posibilidades de obtener un
tercer período en el gobierno se agotaron. No había ninguna figura dentro o
fuera del partido que gozara de los mismos niveles de simpatía de Bukele. El
ahora alcalde independiente inició una carrera contra el reloj para poder
formar un nuevo partido político a tiempo que le permitiera competir en 2019 o
inscribirse en otro que ya estuviera formado.
En marzo de 2018 se celebraron las
elecciones legislativas. Nayib afirmó que no valía la pena votar, y sugirió
anular la papeleta de votación. Su llamado produjo casi 200 mil votos nulos,
que regularmente oscilaban entre 25 a 40 mil, y dejó un ausentismo superior al
52%. En esa elección el FMLN obtuvo 437 mil votos, es decir, 400 mil votos
menos que en la elección legislativa de 2015 y 1,1 millones de votos menos que
en la elección presidencial de 2014.
Luego de las elecciones, su primer
esfuerzo fue culminar el proceso de inscripción del partido Nuevas Ideas (NI).
Más allá de las denuncias de Bukele sobre supuestos bloqueos al reconocimiento
jurídico del nuevo partido político, de acuerdo a los plazos establecidos en la
legislación electoral salvadoreña, un instituto político no puede ser inscrito
mientras no se declaren firmes los resultados electorales de una anterior
elección; por lo que después de un proceso electoral complejo, debido a la existencia
de listas abiertas, fue hasta mediados de abril que el país tuvo certeza de los
ganadores y por ende se abrió el periodo tan esperado para registrar el partido
Nuevas Ideas. Sin embargo, había un plazo fatal: el 4 abril de 2018, última
fecha en la que según el calendario electoral un partido político que pretendía
competir en la elección presidencial 2019 debía convocar elecciones internas
para elegir sus candidatos, por lo que, aun cuando NI presentó más de 175 mil
firmas de apoyo ciudadano para constituirse en partido (más del triple de las
exigidas por la ley), no podía competir en la elección al no existir legalmente
en la fecha mencionada.
Por tanto, en la búsqueda de un vehículo
para competir en las elecciones presidenciales, el siguiente paso de Bukele fue
anunciar su afiliación al partido de centro izquierda Cambio Democrático. Pero
unos meses después, el 26 de julio de 2018, el Tribunal Supremo Electoral
canceló a este partido por no haber obtenido el mínimo de votos necesarios para
subsistir en la elección de 2015, es decir, 3 años antes; teniendo como
sustento una sentencia de la Sala de lo Constitucional, que tardó más de dos
años en emitirse.
Ese mismo día y a minutos de que venciera
el plazo para la inscripción de candidatos para las elecciones internas del
partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), Nayib se afilió a este
partido y se inscribió para competir internamente, resultando victorioso dos
días después y convirtiéndose en candidato a la elección presidencial 2019. Acto
seguido, GANA cambió sus colores y símbolos a unos muy parecidos al color cyan
de Nuevas Ideas, tratando de influir así en el elector para que este pensara
que estaba apoyando a NI y no a GANA, un partido con credenciales cuestionadas,
surgido de un fraccionamiento en 2010 del partido de derecha Alianza
Republicana Nacionalista (ARENA).
Nayib basó su campaña en prometer combatir
la corrupción por medio de la creación de una comisión internacional, tal como
ha ocurrido en Guatemala; en la construcción de un aeropuerto de gran
envergadura en el oriente del país y un tren. Sabiéndose primero en las
encuestas, rehuyó al debate y casi no dio entrevistas. Sus adversarios
expusieron todas las presunciones que se le imputan desde su gestión como
alcalde, pero no hay duda que la gente estaba decidida a votar por él sin
importar lo que se dijera. En una frase: votaron motivados por el hartazgo a
los partidos tradicionales que les habían gobernado los últimos treinta años.
La noche del 3 de febrero de 2019 será recordada
no solo como aquella en la que el FMLN perdió el gobierno, sino también como la
que rompió la hegemonía electoral mantenida por los dos partidos mayoritarios
desde la firma de los Acuerdos de Paz de 1992. No hay duda que ambos partidos
fueron derrotados a varios niveles; el FMLN, por ejemplo, perdió dos terceras
partes de los votantes que le dieron una segunda oportunidad en 2014, al ganar
el Ejecutivo. Por otra parte, dejaron a este partido en niveles de votación
solo vistos en los años 1997 y 1999, es decir, más de 20 años atrás. Arena, por
su parte, acumuló la tercera derrota al hilo, lo que reduce aún más su
esperanza de volver a gobernar.
Más allá del tremendo arrastre mediático
de Bukele y de su capacidad para conquistar a una parte del electorado con las
restauraciones que hizo en el centro histórico de San Salvador cuando fue
alcalde, lo cierto es que la victoria de Nayib no puede entenderse al margen
del empacho que existe en la gran mayoría de la población hacia los partidos
políticos y las conductas que se les imputan: corrupción, falta de liderazgo y
ejemplaridad, evasión de impuestos, enriquecimiento ilícito, narcotráfico,
entre otras.
Tanto el partido Arena como el FMLN tienen
expresidentes señalados por actos de corrupción cuando gobernaron. Uno está
asilado, otro está preso y uno más murió sin que finalizara su juicio. Aunado a
lo anterior, en los últimos días se hicieron públicos documentos que mostraban
una política enraizada en casa presidencial desde los tiempos de Arena, que
consistía en pagar sobresueldos a funcionarios del gobierno en turno y que, a
tenor de las publicaciones, se repitió al menos en el primer gobierno del FMLN.
Pero el futuro tampoco se ve prometedor.
La gestión de Bukele al frente de las alcaldías ha sido objeto de varios
señalamientos que van desde el nepotismo y el compadrazgo, hasta la franca
corrupción. Por otro lado, el partido por el que compitió Nayib fue fundado por
el presidente que ahora guarda prisión y varios de sus miembros han sido
señalados por actos que rayan en la corrupción o cuando menos en acciones
antiéticas, como lo reseñan diversas publicaciones periodísticas.
Todavía es pronto para poder establecer
cuál será el futuro de los partidos que ahora son segunda y tercera fuerza. En
el caso de Arena, su resultado es en términos porcentuales mucho más alentador,
pues mantiene consigo un 30% del electorado, por lo que parece improbable que
Gana le arrebate la bandera de ser el principal partido de derecha. El FMLN,
por el contrario, deberá enfrentar la competencia de un presidente cuyo
principal caudal de votos proviene de la misma gente que alguna vez votó por el
mismo FMLN. ¿Cómo hará este partido para crecer electoralmente ahora que Nayib
pretenderá arrebatarle sus principales banderas de lucha? Apenas tiene un poco
más de un año para resolverlo. Las próximas elecciones son en 2021.
Burkina Faso, en la ¿geografía del terror?
www.rebelion.org / 060219
Hoy, para Burkina Faso, el cuarto país más
pobre del mundo y que fue una de las naciones más seguras de África Occidental,
el restaurante de comida turca Aziz Istanbul, en el centro de Uagadugú, su
capital, que todavía permanece cerrado con su fachada destrozada tras los
ataques integristas de agosto de 2017, que dejaron 18 muertos, quizás sea la
postal más exacta para comprender la realidad del país.
Desde 2016, hasta principios de 2019 el
país africano ya ha sufrido cerca de 300 ataques de grupos vinculados tanto a
al-Qaeda como al Dáesh, dejando casi 300 muertos. Uagadugú, fue atacada en dos
oportunidades más, dejando cerca de 90 muertos en total. El primer ataque fue
contra la cafetería Cappuccino y el Hotel Splendid (Ver Burkina-Faso: Sangre en la arena)
en enero de 2016, que dejó una treintena de muertos y el último se produjo en
marzo pasado, en cercanías de la embajada francesa y el Estado Mayor de las
Fuerzas Armadas, con otras 28 víctimas mortales.
El norte burkinés comenzó a sufrir la
violencia integrista en 2011, por grupos wahabitas, que operan todavía hoy en
el norte de Mali y sur de Argelia, desde entonces la violencia no ha dejado de
incrementarse y expandirse y desde el norte se irradia hacia la frontera con
Nigeria en el este del país, donde opera Boko Haram, filtrándose también a
Togo, Benín y Ghana. Estas naciones se vieron obligadas a enviar tropas a sus
fronteras burkinesas, dada la inestabilidad que se podría generar si los
muyahidines pudieran abrir un corredor desde el Sahel al Golfo de Guinea.
Tanto en el norte
como en el este, los objetivos de los fundamentalistas suelen ser oficinas del
Gobierno, puestos militares, escuelas y maestros, a quienes se les exige que
dicten sus clases en árabe, en lugar del francés, y enseñen el Corán. Estas
presiones han obligado a cerrar 1.025 escuelas en el norte, Sahel y este, lo
que ha dejado sin clases a unos 150.000 niños desde marzo de 2018, mientras el
60 % de los maestros debieron abandonaron las regiones en conflicto.
A pesar de que la gran mayoría de los
ataques no han sido reclamados por ninguna organización, el general del
ejército Oumarou Sadou, refiere que las características de los IED
(dispositivos explosivos improvisados) usados tanto en el norte y como en el
este, son de similar preparación, lo que indicaría que estarían siendo montados
por la misma organización.
La crítica situación del país africano
obligó a su presidente Roch Kaboré a declarar el estado de emergencia el último
31 de diciembre para las provincias afectadas y a cambiar a su Primer Ministro,
Paul Kaba Thiebal por Christophe Dabiré, el 19 de enero pasado.
Los cambios implementados por Kaboré, no
han logrado contener las acciones de los muyahidines del Ansaroul Islam, (Defensores
del Islam) el grupo takfirista local, apoyado por el Estado Islámico en el Gran
Sahara (ISGS) fundado en 2016 por Ibrahim Malam (del árabe Mu’alam: maestro)
Dicko, aparentemente muerto de sed en el desierto, en mayo de 2017, en su huida
de un ataque aéreo francés. El malam fue sustituido, por su hermano menor,
Jafar, de 38 años, un erudito del Corán. Ansaroul Islam, surgido del grupo malí
Mujao (Movimiento por la Unidad y Yihad en África Occidental) ahora bajo la
bandera de Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, (Frente de Apoyo para el Islam y
los Musulmanes, JNIM), es un conglomerado de organizaciones integristas que
operan en el Sahel, conformado en marzo de 2017, leales a al-Qaeda.
Están realizando constantes ataques en
procura no solo de infundir terror, sino fundamentalmente de robar vehículos y
armas. Como el último domingo 28 de enero, cuando asesinaron a 14 personas en
la región de Soum, al norte del país a unos 30 kilómetros de la frontera con
Malí, unos 200 milicianos atacaron con cohetes y armas pesadas la posición de
la Fuerza de Tarea contra el Terrorismo de Nassoumbou (GFAT).
Algunos analistas insisten en que el
aumento de la presencia de grupos integristas en Burkina Faso, se debe a la
ruptura de los pactos que estas organizaciones mantenían con funcionarios del gobierno
del expresidente Blaise Compaoré, derrocado en 2014, tras 27 años de
dictadura (Ver Burkina Faso:
La restauración de los traidores), quien les brindaba apoyo a cambio
de que no operasen en su país.
El pacto se habría deshecho en 2013,
cuando Compaoré se vio obligado a enviar 1.000 efectivos, presionado por
Francia, tras el inicio del conflicto en el norte de Mali el año anterior. Se
sospecha que unos 1.200 integrantes de los servicios de seguridad de Compaoré,
podrían estar operando junto a los muyahidines, desde que fueron disueltos. El
actual presidente Roch Kaboré, aún espera la colaboración prometida por Francia
que en el norte de Mali dispone de unos 5.000 hombres de la operación Barkhane
y de las fuerzas de G5 Sahel, un grupo antiterrorista compuesto por 5.000
efectivos de Mali, Mauritania, Chad, Níger y Burkina Faso, que actúa
fundamentalmente en el norte de Mali y oeste de Níger.
En
el día miedo al ejército, en la noche a los yihadistas
La diversidad de organizaciones que actúan
a lo largo de la frontera burkinesa con el norte de Mali, entre ellos al-Qaeda
en el Magreb Islámico (AQMI), Estado Islámico en el Gran Sahara (ISGS) y el
propio Ansaroul Islam, y Jama'at Nasr al-Islam wal Muslimin, junto a bandas de
delincuentes comunes traficantes de drogas, cigarrillos, combustibles y
personas, podría incrementarse todavía más generando una dinámica de arrastre
que haga que las organizaciones multipliquen sus efectivos.
Algunos servicios de inteligencia que
operan en África occidental temen que ISGS, que mantiene fluidos contactos con
la Wilayat (provincia del califato) del Estado Islámico de África Occidental (ISWAP)
-del estado de Borno, en el noreste de Nigeria, la organización escindida de
Boko Haram, en agosto de 2016-, pueda crear una nueva alianza para desarrollar
juntos su lucha tanto en el Sahel como en los países de África occidental, para
lo que Burkina Faso sería una ficha clave en el nuevo entramado.
Por lo que las autoridades de Uagadugú
están requiriendo a las potencias occidentales con presencia en Mali, y
especialmente Francia, apoyo básicamente en entrenamiento, inteligencia,
equipos de comunicación y armamento.
Como suele suceder, en estas guerras
“antisubversivas” se reproduce con exactitud la violación de derechos humanos
contra las poblaciones civiles en áreas rurales, por lo general alejadas de los
centros urbanos, incomunicadas y aisladas. Según denuncias de Human Rights
Watch (HRW), fuerzas de seguridad burkinesas han llevado a cabo desapariciones
forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales en operaciones de
contrainsurgencia entre 2017 y 2018. HRW, en su informe titulado “En el día,
tenemos miedo del ejército y en la noche a los yihadistas”, detalla al
menos 18 ejecuciones extrajudiciales de civiles inocentes por parte de las
fuerzas de seguridad.
Las fuerzas de la Operación Panga (fuerza
en moré, la lengua nativa más hablada de Burkina), lanzada por el gobierno de
Kaboré contra presuntas bases terroristas en los bosques de Pama y Gayeri, con
ataques aéreos y el envío de 700 soldados, incluidos efectivos del 25º regimiento
de paracaídas de Bobo-Dioulasso, sin que se conozca el resultado de los ataques
y el número de víctimas, por lo que la HRW sospecha que puede haber muchos
civiles involucrados en las acciones.
La violencia ya ha provocado 80,000
desplazados internos, mientras que casi un 1,200,000 personas están necesitando
ayuda humanitaria inmediata. Desde que comenzó el año, prácticamente 1,000
familias por día han debido abandonar sus lugares. Lo que a la vez está
provocando un incremento de los enfrentamientos interétnicos o tribales. En
Yirgou, provincia de Barsalogo, al norte del país, un aparente ataque
fundamentalista desató una refriega entre la comunidad fulani, pastores nómadas
de mayoría musulmana, y la comunidad Mossi, el mayor grupo étnico de Burkina
Faso, que dejó 50 muertos.
Burkina Faso, ha entrado profundamente en
la geografía del terror y de ese territorio no saldrá sin muchos más muertos y
pobreza.
Guadi Calvo es escritor y periodista
argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia
Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Trump, candidato al Nobel por un (no) “Acuerdo del siglo” palestino-israelí
www.publico.es / 220219
Año 2009: Suecia entrega el premio Nobel
de la Paz al recién presidente de EEUU, Barak Obama, de forma “preventivo” con
el fin de disuadirle de una guerra contra Irán, el siguiente país en la lista
del “Eje del Mal” de Bush para ser agredido, después de que sepultara a Irak
bajo toneladas de
mentiras y bombas. Y Donald Trump no iba a ser menos: a pesar de
lanzar la bomba no
nuclear más poderosa del mundo sobre Afganistán, disparar misiles a
Siria, romper el acuerdo nuclear con Irán y advertirle de haber puesto “todas las
opciones sobre la mesa”, preparar una invasión contra Venezuela,
salir del acuerdo nuclear de INF con Rusia,
e incluso amenazar al rey de
Arabia Saudí con deponerle, es uno de los candidatos del galardón
que lleva el nombre de Alfred Nobel el inventor de dinamita.
Trump que en su línea de “matar-acuerdos”,
planea desmantelar el acuerdo de Oslo, soñando con ser el primer presidente de
EEUU que consiga poner fin al conflicto palestino- israelí. Que los elaboradores
del “Acuerdo del Siglo” (ADS) hayan sido su yerno de extrema derecha judía,
Jared Kushner y el “Jack el
destripador” saudí, Mohamed Bin salman, y a espaldas de los
palestinos, dan una pista sobre la naturaleza del invento. El ADS, que viola
todas las resoluciones de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad
relacionadas con este conflicto, es tan inviable por injusto que el propio Kushner
ha confesado que “no puede haber solución” en este conflicto con dichas
recetas.
Si la Autoridad Palestina lo acepta, Trump
podría ser el premio Nobel y si no, Israel y EEUU justificarán los ataques
militares y las presiones económicas sobre los palestinos, diciendo al mundo
“¿Veis? Son los palestinos los que no están interesados en la paz”.
¿En
qué consiste el Acuerdo del siglo?
Aunque a petición de Netanyahu, el
gobierno de Trump ha pospuesto el lanzamiento de su contenido para después de
las elecciones generales israelíes del 9 de abril (por temor a que sus
electores le acusen de “ceder ante el terrorismo palestino”), ya se conocen los
detalles:
+ No habrá ningún cambio en la ocupación
israelí de las tierras palestinas.
+ La fórmula de “Tierra por paz” será
sustituida por el “Dinero por paz”. Palestina perderá más territorios y se
convertirá en un conjunto de guetos, tendrá una soberanía limitada sobre casi
la mitad de Cisjordania y Gaza, mientras el resto estaría bajo el control de
Israel. Así no sólo responsabiliza a los palestinos del estado de guerra
existente, que no a los ocupantes, sino que también busca acabar con el sueño
palestino de recuperar al menos parte de sus tierras, a cambio de una limosna
sacada del bolsillo de los jeques árabes.
+ Israel trasladará el control militar
sobre las áreas terrestres palestinas a las fronteras y seguirá dominando el
cielo palestino: no tendrá aeropuerto.
+ Gaza se desarmará, como lo hizo
Cisjordania, mientras miles de soldados armados israelíes seguirán
hostigándoles hasta dentro de sus hogares.
+ EEUU retrocede en
entregar la totalidad de Jerusalén a Israel: Abu Deis, situado en el
suburbio de la ciudad santa, será la capital del mini estado palestino.
+ Acaba con el “derecho de retorno” de los
refugiados a su patria, reconocido por la resolución 194 del Consejo de
Seguridad. Es posible que muchos de los exiliados no quieran volver, pero deben
tener el derecho de recibir una compensación por ser expulsados de sus hogares.
+ Reconoce a Jerusalén como la capital de
Israel.
Los
objetivos de Trump
1) Desmantelar la Autoridad Palestina y
convertir “La Liga de las Aldeas”, un concejo tribal, como representante de los
palestinos.
2) Liquidar la causa palestina.
3) Preservar el voto de los sionistas
cristianos de EEUU para las elecciones presidenciales del 2020.
Para
llevar adelante el ADS, así se prepararon el terreno:
*EEUU e Israel destruyeron los estados
árabes que defendían la causa palestina: Irak, Libia, Siria. A Arabia saudí no
se le conoce precisamente por su defensa a los desheredados palestinos. A
petición de Netanyahu, Trump no sancionó al príncipe saudí señalado por el
aberrante asesinato del periodista. Le necesita para estrangular a
los palestinos y debilitar a Irán.
*Israel realiza una minuciosa división del
pueblo palestino, asignándoles diferentes estatus: los de Israel, los de los
Territorios Ocupados, los de Cisjordania (divididos en áreas) y los de Gaza.
En 2006, el presidente Jimmy Carter utilizó el término “Apartheid”
para describir la situación de los palestinos en “la única democracia de
Oriente Próximo”: el diario israelí de
Haaretz va más allá en poner adjetivos al gobierno de Likud.
*La aprobación por el parlamento israelí
de la
colonialista “Ley de Nacionalidad“, proclamando la República Judía
de Israel.
*Cerrar la misión palestina en Washington,
para poner fin a
cualquier diplomacia y diálogo sobre la paz.
*Determinar Jerusalén como la capital de
Israel, privando así a los palestinos de lo que iba a ser la capital de su
estado.
*Cortar la ayuda financiera de los EEUU a
la AP, con el objetivo de forzarle a negociar, ignorando que en Oriente Próximo
cuanto más presionas a sus dirigentes, es menos probable que se sometan. El
emisario de Qatar, Mohammad Al-Emadi, viajó a Gaza el 24 de enero para
entregarle a Hamas un gran fajo de dólares para conseguir su consentimiento con
el ADS de Trump. Los islamistas, obviamente, lo rechazaron, para salvar su
imagen y su futuro político.
*Recortar el trabajo del Organismo de
Obras Públicas y Socorro de la ONU para los Refugiados de Palestina.
*Reducir los 300 millones de dólares a 60
la ayuda de EEUU a La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de
Palestina en Oriente Próximo, destinados a paliar la inadmisible situación de
los 5,3 millones de personas condenadas a vivir en la absoluta miseria: Israel les
corta el agua, la luz, recibir medicinas, etc.
*Amenazar a la Corte Penal Internacional
(CPI) por perseguir los crímenes de guerra de Israel: “Si la Corte va a por
nosotros, a por Israel u otros aliados, no nos quedaremos callados”, advirtió
John Bolton (el mismo que pretende enviar al
presidente de Venezuela Nicolas Maduro a Guantánamo). “La
extensa destrucción de bienes no militares y las transferencias de población a
un territorio ocupado constituyen crímenes de guerra“, relata la CPI.
Hoy, cerca de 500.000 colonos ilegales viven en Jerusalén y Cisjordania.
*La expulsión de los observadores
internacionales de Israel el 29 de enero. Compuesto por monitores de Suecia,
Noruega, Suiza, Italia y Turquía el equipo estaba desplegado en Hebrón,
Cisjordania, desde el 1997. Los motivos: 1) represalia por su informe sobre
alrededor de 40.000 casos de abusos de la policía israelí a los palestinos y
considerar que algunos constituyen crímenes de guerra, y 2) Ocultar al mundo el
agresivo expansionismo del estado judío. “El ejército israelí tiene suficientes
balas para todos los palestinos” presume el presidente de la Comisión de
Defensa del Parlamento israelí de su capacidad de limpieza étnica.
Esta es la última fase del plan de acabar
con la lucha anticolonial palestina.
Otra
propuesta como globo sonda
Ante la negativa de todas las facciones
palestinas a este despropósito, la
inviabilidad de dos estados y de uno democrático que acoja a los judíos
y árabes, está sugiriendo por la prensa otra posible “solución” de
EEUU-Israel-Arabia Saudí: que Egipto acepte la tutela de Gaza y acoja a
millones de refugiados palestinos asentándoles en el Sinaí, y que paralelamente
Jordania crease una confederación con los palestinos de Cisjordania con dos
capitales: uno en Abu Dis para los palestinos y otro en Amman para los
jordanos; el rey jordano sería responsable de salvaguardar la seguridad de
Israel, impidiendo las operaciones de resistencia palestina. Claro que todo a
cambio de dinero: Arabia saudí donaría anualmente 10.000 millones de dólares a
ambos proyectos. El rey Abdalá II ha rechazado la propuesta, por temor a una
desestabilización del país y perder la “identidad” (¡como si en estas
circunstancias hubiese más identidad que la de “ser humano”!) de un pequeño
país que ya con 2,2 millones de refugiados palestinos.
Rusia
entra en la escena
Después de intentar que las facciones
sirias en conflicto se sentaran en la mesa de negociaciones en Sochi, Moscú invitó
el 14 de febrero a los partidos palestinos para que resolviesen sus diferencias
y así enfrentarse unidos a ADS. De paso, Rusia acababa con el monopolio de EEUU
sobre la cuestión palestina, negándose además a participar en la Conferencia de
Varsovia para Oriente Próximo por tener una agenda “anti-iraní” y por no
incluir la causa palestina en el orden del día. Kremlin defiende los esfuerzos
pasados de la ONU en resolver este conflicto, oponiéndose a las acciones
unilaterales de EEUU.
Un
“Acuerdo” nacido muerto
Dos de los protagonistas de este
escenario, Trump y Netanyahu, pueden acabar en el banquillo de los acusados, y
el tercero, Mahmud Abbas, puede dejar el poder por enfermo. Por lo que, el
destino de este “acuerdo” es la papelera de la historia.
El Frente Democrático para la Liberación
de Palestina exige la cancelación de los Acuerdos de Oslo (que forzaba a la OLP
reconocer al estado israelí, y a éste reconocer a la OLP como representante del
pueblo palestino, en vez de a un estado palestino), retirar el reconocimiento
de Israel, apoyar la resistencia popular, promover conferencias internacionales
y exigir la protección internacional como la fuerza de paz de la ONU, y obligar
a Israel a levantar el bloqueo contra Gaza.
Sin duda, el pueblo palestino tiene
derecho a resistir y defenderse con todos los medios, incluidas las armas,
contra la ocupación colonial como reconoce el artículo 51 de la Carta de la
ONU.
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