Jesús Bastante
www.religiondigital.com/221216
Si alguien quería
respuestas, aquí van unas cuantas. El Papa Francisco lanzó esta mañana un duro, durísimo alegato contra algunas "resistencias
maliciosas" que vienen de "mentes distorsionadas" auspiciadas
"por el diablo", durante su discurso navideño
a la Curia Romana. Un discurso en el que Bergoglio aprovechó para reivindicar
la tarea realizada y para insistir en una docena de "mandamientos"
para continuar reformando a la Iglesia.
Unas palabras que fueron
escuchadas bajo un silencio impertérrito por parte de los responsables
curiales, y que no pasarán desapercibidas a los cuatro cardenales, pero tampoco
a aquellos a los que Francisco denominó como ejemplos de "gatopardismo
espiritual": los que aplauden al Papa pero no hacen nada. Un
auténtico toque de atención que vuelve a colocar el centro de la reforma curial
no en un cambio de cromos, sino "en una auténtica conversión".
Francisco entró en la sala
Clementina pocos minutos después de las diez y media de la mañana. Allí le
esperaba la Curia, capitaneada por el cardenal Sodano quien,
como decano del Colegio Cardenalicio, dirigió unas palabras a Francisco, mostrando
su "cercanía" al Pontífice. Se trata de la cuarta ocasión en la que,
antes de la Navidad, Bergoglio se reúne con los curiales. Sodano dio las
gracias al Papa por el Año de la Misericordia, y recalcó cómo el nacimiento de
Jesús "es la primera prueba de la misericordia".
Sodano agradeció al Papa su
empeño por el diálogo interreligioso, así como su trabajo por la paz en Oriente
Medio, especialmente en Siria. "Venerado y amado Papa Francisco, deseamos
continuar prestando nuestro humilde servicio a usted, como
pastor de la Iglesia y como buen samaritano y pastor del mundo".
Francisco arrancó su largo
discurso subrayando que "la Navidad es la fiesta
de la humildad amante de Dios", donde "la lógica divina
supera nuestra lógica humana". Por ello, "en Navidad estamos llamados
a decir sí, con nuestra fe, a Dios, que es el humilde amante".
Desde esa humildad, y
diciendo no a "la lógica mundana, del poder, del comando, de la lógica
farisea y determinista", Francisco habló del cuadro de la
reforma de la Curia que, como los ejercicios espirituales ignacianos, ha de
trabajar en estas claves: "deformata reformare, reformata conformare, conformata confirmare e
confirmata transformare". Un proceso de cambio continuo.
"La Buena Noticia debe
ser lanzada a todos, especialmente a los pobres, humildes y descartados,
conforme a los signos de los tiempos y estando atentos a los hombres y mujeres
de hoy", señaló el Papa, quien recordó que la Curia tiene, entre otros
fines, "colaborar al ministerio del sucesor de Pedro, para
sostener al Romano Pontífice en su labor ordinaria, plena y universal".
"Siendo la curia un aparato que
no es inmóvil, la reforma es un signo de la Iglesia en
camino, en peregrinación. Una Iglesia viviente, y por esto, porque
vive, siempre reformándose. Se reforma porque está viva. La reforma es
un proceso de crecimiento y conversión", recordó Bergoglio, quien añadió
que la reforma "no es
un fin estético, ni puede ser entendida como un lifting, y
menos como una operación de cirugía plástica para quitar las
arrugas". Porque "no debemos temer a las arrugas,
sino a las manchas".
En este punto, el Papa
insistió en que "la reforma será eficaz solo si se actúa con
hombre renovados, y no simplemente con nuevos hombres".
"No basta con cambiar el personal, que habrá que hacerlo, sino con la
conversión de personas. No basta con la formación permanente. Hace falta una
conversión y purificación permanente. Sin el cambio de mentalidad, los
esfuerzos son en vano".
En este punto, Francisco
recordó cómo, en las ocasiones precedentes, denunció las
"enfermedades" de la Curia. Hoy explicó por qué. "Era
necesario hablar de enfermedades y curas, porque es imprescindible el
diagnóstico, el análisis y la prescripción", y entre ellas, de los distintos tipos de
resistencias.
En primer lugar, "la resistencia abierta,
que nace de la buena voluntad y del diálogo sincero". En segundo término,
"las resistencias ocultas, que nacen de corazones petrificados que se alimentan
de las palabras vacías, del 'gatopardismo espiritual'
de quien dice verbalmente que está dispuesto a cambiar, pero quieren que todo
siga como antes".
Y, finalmente, "una resistencia maliciosa, que nace de mentes distorsionadas y que se da cuando el diablo inspira malas intenciones, a menudo con piel
de cordero". "Este último tipo de resistencia -declaró el Papa- se
esconde detrás de las palabras de justificación y, en muchas ocasiones,
acusatorias, refugiándose en las tradiciones, las apariencias, los trámites, en
lo conocido o en su deseo de llevarlo todo a lo personal, sin distinguir entre
el acto, el actor o la acción".
Esto no quiere decir que no
se pueda criticar, más bien al contrario. Y es que "la ausencia de
reacción es un signo de muerte. Una buena resistencia es
necesaria y merece ser escuchada, aceptada y animo a expresarla. Es
una señal de que todo el cuerpo está vivo".
"Todo esto quiere
decir -afirmó- que la reforma de la Curia es un proceso delicado que debe ser
vivido con fidelidad a lo esencial, con un continuo discernimiento, con
valentía evangélica, con la sabiduría eclesial, con la
escucha atenta, con medidas duras, con silencio positivo, con firmes
decisiones, y con mucha oración, mucha oración, con profunda humildad, con
visión clara, con pasos concretos hacia adelante y - cuando sea necesario -
incluso con retrocesos, con voluntad decidida, con vitalidad
vibrante, con la autoridad responsable, con la obediencia incondicional ; pero
en primer lugar con la entrega de la guía segura del Espíritu Santo, confiando
en Su apoyo necesario". Y no con tácticas secretistas o denuncias formales
o amenazas de cisma.
Tras la declaración de
intenciones, el Papa trazó los doce "criterios-guía" para la reforma de la Iglesia. Son los
siguientes:
1.- Individualidad: "conversión personal", sin la que será posible cualquier
reforma. "La verdadera reforma es la de los hombres. La conversión
personal soporta y refuerza la comunitaria. Una sola persona puede hacer tanto
bien a todo el cuerpo, o dañarlo mucho".
2.- Pastoralidad: conversión pastoral. "Imagen del pastor, siendo la Curia una
comunidad de servicio, estamos llamados al ejemplo de Dios, el buen pastor,
plenamente renovados a nuestra misión. Aunque en nuestros ambientes de trabajo
podamos trabajar un fuerte sentido pastoral. Que ninguno se sienta maltratado y
todos puedan experimentar la cura del buen pastor". "El empeño de
todo el personal de la Curia debe ser animado por un servicio de comunión,
antídoto contra la vana ambición y la rivalidad", recalcó el Papa.
3.- Misionariedad: o "Cristocentrismo". Aquí, Francisco pidió "dinamismo
evangelizador", pues "sin lealtad de la Iglesia a la propia vocación,
se corrompe en poco tiempo".
4.- Racionalidad: "Todos los dicasterios
son jurídicamente parejos entre ellos, resultaba necesaria una
reestructuración. Las competencias deben ser respetadas y distribuidas con
racionalidad y eficacia... Ningún
dicasterio puede atribuirse la competencia de otro".
5.- Funcionalidad: "El eventual
agrupamiento de dicasterios en uno único sirve para dar al nuevo una relevancia
mayor, y la interacción ayuda a una mayor funcionalidad. Requiere la revisión
continua de los roles y de la responsabilidad del personal"
6.- Modernidad o aggiornamento: "escuchar
los signos de los tiempos. Que
los dicasterios de la Curia se adapten a las necesidades de la Iglesia
universal".
7.- Sobriedad: "Es necesaria una
simplificación en los elementos de la curia, simplificación de los dicasterios.
Eventuales supresiones de oficios que no son necesarios, o reducción de las
comisiones, academias, etc... todo en vista de la sobriedad".
8.- Subsidiariedad: o "reordenamiento de competencias específicas de los dicasterios" para alcanzar
una interconexión en el servicio. "Resulta necesario el respeto entre las
diversas competencias, para que esa sea la ayuda inmediata del Papa". Será
la Secretaría de Estado, añadió, quien avalará esta unidad, interdependencia y
coordinación.
9.- Sinodalidad: "El trabajo de la
curia debe ser sinodal (...) La sinodalidad debe ser vista en el interior de
cada dicasterio, dando mayor frecuencia a las sesiones ordinarias. Se ha de
evitar la fragmentación, que puede venir por varios factores".
10.- Catolicidad: "La Curia debe asumir a personal
procedente de todo el mundo, diáconos permanentes, laicos y laicas,
sobre la base de la vida espiritual y moral y su competencia profesionales.
Acceso a un número mayor de fieles laicos, especialmente donde pueden ser más
competentes que los clérigos o consagrados. De gran importancia es el valor de
la mujer y el laico en la vida de la Iglesia, con una particular atención a la
multiculturalidad".
11.- Profesionalidad: "Es
indispensable que cada dicasterio adopte una política de formación permanente para
evitar caer en la rutina del funcionariado. La otra parte es acabar con la práctica del
"promoveatur et removeatur" esto es un cáncer".
12.- Gradualidad: discernimiento.
"Un cambio de tiempo y de etapa. En este caso no se trata de indecisión,
sino de la flexibilidad necesaria para poder hacer una verdadera reforma".
Tras los criterios, el Papa
puso en valor todos los pasos dados hasta la fecha,
desde la creación del C9 a la reforma de los Estatutos de la Academia por la
Vida, pasando por la COSEA, AIF, Secretaría para la Economía y el consejo para
la Economía, Pontificia comisión para la Tutela de Menores, Secretaría para la
Comunicación, los motu propio sobre la Negligencia de los obispos en el
ejercicio de su oficio, la creación de los Dicasterio para los Laicos, la
Familia y la Vida y el Dicasterio para el Servicio Humano Integral (Justicia y
Paz, Cor Unum, Inmigrantes y Cooperadores Sanitarios)
"He comenzado hablando
del significado de la Navidad, el corazón, el centro de la reforma es Cristo.
Quiero concluir solo con una palabra y una oración. La palabra es que la
Navidad es la fiesta de la humildad amante de Dios", apuntó. En su oración,
clamó por "curar todo orgullo y toda arrogancia".
Al término de sus palabras,
el Papa anunció un regalo: la nueva edición, revisada, de un libro del jesuita Claudio Acquaviva, "Aggiornamenti per curar le malattie
dell'anima". La idea, curiosamente, se la dio, hace dos años,
el cardenal Brandmüller, uno de los cuatro "dudosos". Quien tenga
oídos…