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CONVOCATORIA PÚBLICA DE LOS PROGRAMAS NUEVOS INVESTIGADORES 2018 RONDA I

DIRIGIDO A: Panameños residentes en Panamá que estén cursando los dos últimos años de la licenciatura, o cursando un posgrado, afiliados a una entidad pública, universidad, organización no gubernamental, asociaciones de interés público o personas jurídicas con o sin fines de lucro, con capacidad para realizar investigación científicas y desarrollo tecnológico e innovación.


OBJETIVO: Proporcionar financiamiento o co-financiamiento para la promover la formación de nuevos investigadores a través de apoyo para recursos directamente relacionados con su investigación en las áreas temáticas de la convocatoria.


MONTO: El financiamiento de hasta el 100% del costo de la propuesta según el monto establecido en cada categoría de evaluación separada y de acuerdo a las necesidades plenamente justificadas de la misma.


1. Categoría 1: Hasta B/. 25,000.00.
2. Categoría 2: Hasta B/. 20,000.00.
3. Categoría 3: Hasta B/. 25,000.00
4. Categoría 4: Hasta B/. 20,000.00.


Fecha de apertura: 15 de enero 2018


Plazo para entrega de propuestas: 27 de marzo 2018 hasta las 3:00 p.m. hora exacta.
Para mayores detalles ver anuncio entre los documentos a descargar


Ver más en: http://www.senacyt.gob.pa/convocatoria-pblica-de-los-programas-nuevos-investigadores-2018-ronda-i/

CONVOCATORIA PÚBLICA DE LOS PROGRAMAS GENERACIÓN DE CAPACIDADES 2018 RONDA I

DIRIGIDO A: Personas jurídicas con o sin fines de lucro debidamente inscrita en el Registro Público de Panamá o personas naturales de nacionalidad panameña, residentes en el país dedicadas a realizar actividades que fortalezcan el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación. Las personas naturales pueden participar individualmente o afiliados a entidades públicas o privadas, universidades, organizaciones no gubernamentales, asociaciones de interés público o centros de investigación.


OBJETIVO: Proporcionar financiamiento o co-financiamiento a actividades que fortalezcan el ambiente de ciencia y tecnología, para incentivar el interés por estas áreas del conocimiento.


MONTO: El financiamiento de hasta el 100% del costo de la propuesta según el monto establecido en cada categoría de evaluación separada y de acuerdo a las necesidades plenamente justificadas de la misma.


1. Categoría 1: Hasta B/. 10,000.00.
2. Categoría 2: Hasta B/. 15,000.00.
3. Categoría 3: Hasta B/. 10,000.00
4. Categoría 4: Hasta B/. 15,000.00.
5. Categoría 5: Hasta B/. 7,000.00.


Fecha de apertura: 18 de enero 2018


Plazo para entrega de propuestas: 20 de marzo 2018 hasta las 3:00 p.m. hora exacta.
Para mayores detalles ver anuncio entre los documentos a descargar


Ver en: http://www.senacyt.gob.pa/convocatoria-pblica-de-los-programas-generacin-de-capacidades-2018-ronda-i/ 

Yo, ¿robot?

Por: Guillermo Castro H.

Como dijo algún economista inglés hace siglo y medio, nunca se ha inventado nada para que las personas gente trabajen menos, sino para que produzcan más. El incremento de la productividad de entonces acá confirma aquel dicho: hoy, en promedio, “se produce entre 15 y 20 veces más por hora trabajada que a finales del siglo XIX”.

Ese aumento formidable ha tenido y tendrá importantes consecuencias sociales. Una consiste en la eliminación de puestos de trabajo; otra, en el incremento del trabajo por cuenta propia, sin las garantías de seguridad social y atención sanitaria que ofrece el empleo formal, y otra más en la creciente “inestabilidad social profunda” que el Foro Económico Mundial considera como un factor clave de riesgo de nuestro tiempo.

Todo eso tiende a incrementarse ahora con el uso masivo de robots en tareas que antes requerían trabajo humano, sobre todo de calificación mediana o baja. Así, el Buró Nacional de Investigaciones Económicas de los Estados Unidos estima que “por cada robot industrial introducido en la estructura laboral, se eliminan seis empleos.” Y además, “cuando alguien pierde su trabajo a cierta edad, si encuentra uno nuevo, casi siempre tendrá una remuneración más baja.”

            En países como Suecia, esta amenaza se ve compensada por políticas que disminuyen la jornada de ocho horas a una de seis, y protegen la capacidad de consumo de los trabajadores, garantizando un mercado interno para el incremento de la oferta productiva. En Iberoamérica suele ocurrir al revés: el incremento de la productividad se ve acompañado por el recorte de los puestos de trabajo, y el aumento de las exportaciones hacia mercados de mayor poder adquisitivo.

            Así, en España el futuro está en peligro “no por los robots sino más bien porque el 24,2% de los jóvenes españoles de 20 a 34 años ni estudiaba ni trabajaba en 2015.” Y añade el autor: “Por el contrario, si disminuyen las horas de la jornada de trabajo y cambia la orientación de la política económica la automatización y los robots podrían abrir una época de esplendor para el planeta, con mayor bienestar, respeto al medio ambiente y satisfacción humana generalizada.”

Así, el vínculo entre la innovación y el cambio social puede ser virtuoso o vicioso, según las circunstancias. Lo importante es recordar que esas circunstancias no son naturales, sino que están determinadas por la calidad de la organización y la capacidad de negociación de cada uno de los grupos sociales involucrados en este momento del desarrollo de nuestra especie, tan prometedor como amenazante. De eso se trata también, cuando hablamos de innovación para el cambio social.

Ciudad del Saber, Panamá, 2 de marzo de 2018

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Torres López, Juan: ¿Acabarán los robots con el empleo?. https://www.alainet.org/es/articulo/186167

Savio, Roberto: “Despedidos por los robots” http://www.other-news.info/noticias/2018/02/despedidos-por-los-robots/#more-14555 . Por esa vía, en 2016 “Foxconn, el proveedor de Apple, redujo su fuerza laboral el año pasado, de 110,000 a 50,000 en Kunshan, gracias a la introducción de robots.”


Torres López, Juan: ¿Acabarán los robots con el empleo?. https://www.alainet.org/es/articulo/186167

El dogma contraataca La tierra es plana y Darwin nos engañó a todos


Jaime Ordóñez
www.wsimag.com / 241217

Cuando todos esperábamos que el siglo XXI sería el salto hacia otra cosa, hacia una cierta consciencia universal que llevaría al planeta por encima de las ideologías, los dogmas y los nacionalismos que generaron dos guerras mundiales en el siglo XX y casi todos los conflictos desde el inicio de la civilización, lo que está sucediendo es algo distinto. La actual centuria se está presentando como un retroceso asombroso. Lejos de acercarnos a la modernidad y a la tolerancia, los fantasmas más oscurantistas están resurgiendo.

El brexit, el ascenso de la ultraderecha en Europa (a la hora de escribir estas líneas acaban de hacer coalición y ascendieron al poder en Austria con el nuevo canciller Sebastian Kurz), los ataques y las revueltas nacionalistas contra la Unión Europea que vienen desde la izquierda o la derecha, incluido el acérrimo separatismo catalán o la Liga Norte de Italia; y -del otro lado del Atlántico— la plutocracia populista de la Casa Blanca que amenaza con dislocar el planeta, son algunos de los síntomas graves y evidentes.

Sin embargo, el asunto va más allá: se trata de una revuelta contra la Ilustración, a todo fuelle y a todo vapor. Este pensamiento irracional y ultramontano está llevando a grupos de personas organizadas en los EEUU, América Latina y otros lugares a defender excentricidades como que la tierra es plana (un retorno a los tiempos previos a Eratóstenes, contra toda la evidencia actual científica, aeroespacial, fotográfica y digital); a sostener que la Teoría de la Evolución de Darwin es una falsedad y a negar el calentamiento global y el daño progresivo del planeta, entre otras locuras similares.
¿Hacia un nuevo Medioevo?

El llamado movimiento de los Flat Earthers está creciendo en distintos países y tiene seguidores en los Estados Unidos, Canadá, Australia, Indonesia, Suráfrica, Nueva Zelanda y hasta en la culta Francia, y también se extiende también por América Latina. En América Central han empezado a escribir en redes sociales algunos promotores de ese desatino.

El análisis semiótico del discurso de los Flat Earthers tiene los indicios esperados: en su mayoría son seguidores dogmáticos de agrupaciones religiosas cristianas y las palabras claves del mapa conceptual son: tradición / antigüedad / religión / verdad, con un curioso rechazo sistemático a la palabra «ciencia», todo un combo de nociones que se remonta al pensamiento pre-renancentista. Tiene un 72% de hombres y un 28% de mujeres, y agrupa todo tipo de personas, incluidos profesionales, comerciantes, médicos y educadores. Incluso se ha creado una Flat Earth Society con 40.000 personas registradas y que crece a un ritmo de afiliaciones de 364 personas por día, lo cual parece poco, pero que tiende a inflarse exponencialmente.

Defender la concepción bíblica original de la ‘planitud’ de la tierra en pleno siglo XXI podría parecer anecdótico y marginal (hasta el ortodoxo San Agustín aceptaba su redondez ya en siglo IV d.C.) si esto no se sumara a otras tendencias. En la última década y media, se verificó también el crecimiento de un grupo que rechaza la Teoría de la Evolución darwiniana (muchos miembros del Tea Party en los EEUU y un porcentaje de los votantes de los Estados «ultrarrepublicanos» han empezado movimientos para que en las escuelas y colegios se regrese al creacionismo bíblico y a la historia de Adán, Eva y la costilla.

Pero hay algo más grave, que rebasa lo anecdótico o pintoresco: el ascenso a puestos de poder en la Casa Blanca y en otros lugares -incluidos cajas de resonancia de opinadores en muchos países de América Latina- de personas que rechazan sistemáticamente el calentamiento global. Piensan que el efecto invernadero es un fraude y que también lo es el deshielo de los polos (incluso documentado por la NASA y por otras entidades). Ciertamente hay un sector industrial y petrolero, con fuerte representación política, que rechaza la noción del calentamiento global y los controles de emisiones por codicia económica (no por ser naive ni desconocimiento), pero se han aprovechado inteligentemente de esa narrativa para hacer una escalada conservadora que llevó al rompimiento de la Casa Blanca con el Acuerdo de París. Y esto sí puede tener un impacto directo en el resto del planeta.

América Latina: la guerra contra el Estado laico, los derechos humanos y las minorías

Pero el asunto no termina allí. Este tsunami dogmático y ultrarreligioso no se ha quedado oficiando en sus cultos e iglesias y ha salido a la calle a ganar puestos de poder en diversos lugares de América Latina. Iglesias cristianas, evangélicas y de diversa filiación se han transformado paralelamente en partidos políticos empezando a cambiar el mapa de poder de la región. Sucede en Costa Rica, Perú, Guatemala, Paraguay, Honduras y, más levemente, en Colombia y Panamá. Pero es una enfermedad contagiosa que pronto se extenderá al resto.

En aquellos países donde el bipartidismo ideológico que venía del siglo XX se empezó a fragmentar y se dio la implosión de las viejas agrupaciones socialdemócratas, democristianas o liberales, los espacios vacíos han sido llenados por pastores religiosos que combinan sus púlpitos, cánticos y jaculatorias con escaños legislativos. Sus bases de votantes están constituidas por las propias feligresías que, en el caso de los evangélicos, neocristianos y otras agrupaciones, literalmente destinan el 10% de sus salarios (el antiguo diezmo bíblico) no únicamente ya a sus iglesias, sino a estas nuevas aventuras políticas. Son cantidades enormes de «dinero religioso» que está entrando a la política y a sus agendas.

En Costa Rica, por ejemplo, 5 de los 57 diputados del período 2014-2018 fueron electos directamente por iglesias transformadas por partidos. Sin embargo, un número mucho mayor, de 21 diputados a 30 diputados, la tercera parte o la mitad del Parlamento, ha votado confesionalmente en diversas ocasiones por temas donde se mezclan las agendas religiosas con los problemas de política pública, incluidos diputados del PUSC (socialcristiano); ML (libertario) y hasta del PLN (socialdemócrata, fundado en 1950 por José Figueres, Rodrigo Facio y otros reconocidos agnósticos secularistas).

Este neoconservadurismo religioso de la clase política costarricense les llevó a oponerse a la fecundación in vitro, a pesar de existir una resolución de la Corte Interamericana de Derechos que obligaba al país aprobar legislación que regulara esa práctica. El argumento de los opositores fue de índole esencialmente religioso.

En los últimos años, esta nueva Contrarreforma multiconfesional (es el mejor concepto que se me ocurre contra esta andanada de ataques de varias iglesias y sectas que ha puesto en jaque a Estado liberal que se implantó a medias en América Latina a fines del siglo XIX e inicios del XX) está dirigido a minar la noción del proceso secular y el Estado laico, y otros avances como los derechos humanos y el reconocimiento de minorías.

Una cruzada contra la educación sexual en los colegios de primaria y secundaria en Costa Rica bajo el lema «a mis hijos los educo yo», «la familia primero», y argumentos similares (en un país donde la estadística indica que casi el 50% de los embarazos de adolescentes se da en el seno del propio hogar o sus periferias) ha venido acompañada de una reacción visceral contra cualquier avance por reconocer los derechos civiles de las parejas de mismo sexo, por no decir la aceptación del matrimonio civil. Esta violenta cruzada contra las minorías sexuales y las diversidades de distinta índole viola derechos humanos y todo lo avanzado en las últimas cuatro décadas en esta materia.

En el Perú se presentan problemas similares, con una pugna constante entre avances en derechos civiles y el pensamiento confesional, no únicamente del catolicismo, sino del resto de las iglesias cristianas y evangélicas, las cuales obligaron la renuncia de la ministra de Educación. De acuerdo a la ONU, 1/3 de los países del planeta criminaliza la orientación sexual y ataca minorías y América Latina «ranquea» muy mal en esta lista, no muy lejos de países del Estado islámico como Pakistán, Afganistán, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Mauritania.

Este es el nuevo fantasma que recorre el planeta y América Latina: un dogma que promueve la intolerancia y nos hace retroceder a mucho tiempo antes de la Ilustración, a más atrás del Renacimiento, a un Medioevo agresivo, ramplón que -además- se justifica a sí mismo diciendo: somos la mayoría. Grave peligro. El poder del que grita más. La única medicina está en volver a Locke, a Mill, a la tradición de Voltaire y los principios de Estado liberal, al reconocimiento de mayorías y también de las minorías, a la tolerancia y la diversidad de opiniones, en fin, a la modernidad a la cual creímos haber llegado. Pero parece que todavía no.

La verdad sobre las «fake news»


Thierry Meyssan

La histeria estalló en Washington mientras la OTAN montaba todo un dispositivo para acusar a Rusia de continuar la propaganda de la desaparecida Unión Soviética. Los medios dominantes tratan de desacreditar al nuevo presidente de Estados Unidos acusándolo de cualquier cosa y este los acusa a ellos de propagar noticias falsas. Este cruce interminable de acusaciones se ve amplificado por el súbito desarrollo de las redes sociales, que antes sirvieron al Departamento de Estado como herramienta contra los regímenes nacionalistas pero que ahora se convierten en foros populares contra los abusos de las élites… empezando por las de Washington.

Responsables de casi todos los países de la OTAN –y sólo en esos países– denuncian las «fake news» o “noticias falsas”. Con ello dicen sacar a la luz la supuesta influencia de la propaganda rusa en las «democracias occidentales». El país más afectado por esta campaña es Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, acaba de anunciar la elaboración de una ley destinada especialmente a luchar contra este «atentado contra la democracia»… pero sólo «en periodo electoral».

En realidad, las noticias falsas son un problema tan viejo como el mundo y el hecho que la expresión inglesa «fake news» se repita ahora, exactamente de la misma manera, en todas las lenguas de la OTAN indica el origen anglosajón de esta “nueva” problemática.

La OTAN, fuente de la campaña sobre las «fake news»

En 2009, el presidente Barack Obama anunciaba en la cumbre de la OTAN celebrada en Estrasburgo-Kehl su intención de crear un servicio de «Comunicación Estratégica» para la alianza atlántica [1]. Se necesitaron 6 años para crear ese servicio alrededor de la 77th Brigade de las fuerzas terrestres del Reino Unido y de la 361st Civil Affairs Brigade de las fuerzas terrestres de Estados Unidos (con bases en Alemania e Italia).

La misión inicial era contrarrestar las acusaciones de que el Estado profundo estadounidense había organizado los atentados del 11 de septiembre de 2001 y, posteriormente, las denuncias que señalaban a los anglosajones como los planificadores de las «primaveras árabes» y de la guerra contra Siria. Dichas acusaciones eran calificadas de «complotistas» o «conspiracionistas». Pero, luego se pasó rápidamente a tratar de convencer a los pueblos de los países miembros de la OTAN de que Rusia continúa la propaganda de la desaparecida Unión Soviética y que, por ende, la alianza atlántica todavía sirve para algo.

Finalmente, en abril de 2015, la Unión Europea también se dotó de un «Grupo de Trabajo para las Comunicaciones Estratégicas Hacia el Este» (East StratCom Task Force). Ese grupo de trabajo envía semanalmente a miles de periodistas un resumen sobre la «propaganda rusa». Por ejemplo, en su última edición (11 de enero de 2018) acusa a Sputnik de haber propalado que el zoológico de Copenhague alimenta sus fieras con animales domésticos abandonados. ¡Gravísima amenaza para las «democracias»! Parece que a los especialistas de la East StratCom Task Force les cuesta trabajo encontrar ejemplos significativos de «injerencia rusa».

En agosto del mismo año 2015, la OTAN inauguró su «Centro de Comunicación Estratégica» en Riga, capital de Letonia. Al año siguiente, el Departamento de Estado se dotó, por su parte, del Global Engagement Center, o Centro de Compromiso Global, que persigue los mismos objetivos.
Facebook, el juguete preferido de Hillary Clinton, acabó volviéndose contra ella

En 2009, la secretaria de Estado Hillary Clinton, estimulada por Jared Cohen –responsable del Buró de Planificación Política – se convenció de que era posible derrocar la República Islámica de Irán manipulando las redes sociales. El resultado no fue el esperado. A pesar de eso, 2 años después, en 2011, el mismo Jared Cohen, convertido en jefe de Google Ideas, logró movilizar a la juventud del Cairo. Aunque la «revolución» de la plaza Tahrir no influyó en la opinión del pueblo egipcio, nacía así el mito de la propagación del modo de vida estadounidense a través de Facebook. Como resultado, el Departamento de Estado financió numerosas asociaciones y congresos para la promoción de Facebook.

La verdadera sorpresa sobrevino durante la elección presidencial estadounidense de 2016. El promotor inmobiliario Donald Trump, un advenedizo para la clase política, eliminó uno por uno a todos sus rivales, incluyendo a la propia Hillary Clinton, y resultó electo para ocupar la Casa Blanca gracias a los consejos de Facebook. Por primera vez, el sueño de la lideresa de los políticos profesionales se convertía en realidad… pero en contra de ella misma. De la noche a la mañana, Facebook pasó a ser demonizado por la prensa dominante.

Se reveló entonces que es posible provocar artificialmente movimientos de opinión y de masas mediante la manipulación de las redes sociales, pero que los usuarios acaban volviendo a la razón al cabo de cierta cantidad de días. Esto es una constante en todos los sistemas de manipulación de la información: sus efectos son efímeros. El único tipo de mentira que permite crear comportamientos prolongados por largo plazo implica haber empujado la ciudadanía a contraer algún tipo de compromiso menor, o sea hacer proselitismo [2].
En todo caso, Facebook entendió eso perfectamente porque creó su propio «Buró de Política Mundial y Sensibilización de los Gobiernos» y lo puso en manos de Katie Harbath. Facebook pretende crear emociones colectivas a favor de tal o más cual cliente, pero no trata de organizar campañas duraderas [3].

Es también por eso que el presidente francés Macron quiere imponer leyes sobre las redes sociales sólo para los periodos electorales. El propio Macron llegó a la presidencia gracias al desorden que Facebook y un semanario sembraron conjuntamente contra su rival Francois Fillon, una operación orquestada por Jean-Pierre Jouyet [4]. En todo caso, el temor de Macron a que la próxima vez las redes sociales sean utilizadas contra él coincide con la voluntad de la OTAN de hacer ver que existe una continuidad entre Rusia y la URSS en materia de propaganda. Así que Macron cita como ejemplos de manipulación una entrevista de Sputnik sobre su vida privada y el hecho que ese medio se hizo eco de una alegación sobre una cuenta bancaria suya en el extranjero.

El informe de Christopher Steele

Durante la campaña previa a la elección presidencial en Estados Unidos, el equipo de Hillary Clinton encargó al ex agente de los servicios secretos británicos Christopher Steele una investigación sobre el candidato Donald Trump. Ex jefe del «Buró Rusia» del MI6, Christopher Steele es conocido sobre todo por sus alegaciones escandalosas y siempre inverificables. Después de acusar –sin pruebas– a Vladimir Putin de haber ordenado el envenenamiento de Alexander Litvinenko con polonio 210, también lo acusó de haber hecho caer a Donald Trump en una trampa sexual para poder chantajearlo. El Informe Steele fue entregado discretamente a ciertos periodistas, políticos y espías, antes de ser publicado [5].
De ahí procede la tesis actual de que, tratando de que su títere ganara las elecciones y de impedir la elección de Hillary Clinton, el amo del Kremlin ordenó a «sus» medios la compra de publicidad en Facebook y la divulgación por esa vía de calumnias contra la ex secretaria de Estado, hipótesis que ahora vendría a confirmarse por una conversación del embajador de Australia en Londres con un consejero de Donald Trump [6]. Aunque se ha comprobado que Russia Today y Sputnik no gastaron más que unos pocos miles de dólares en publicidad, que además tenía poco que ver con la señora Clinton, la clase dirigente estadounidense dice estar convencida de que eso bastó para invertir el apoyo del que había gozado la candidata demócrata, que gastó en su campaña 1,200 millones de dólares. En Washington se sigue creyendo que los inventos tecnológicos permiten tal grado de manipulación de los seres humanos.

Ya no se trata de observar que si Donald Trump y sus partidarios hicieron campaña a través de Facebook fue porque toda la prensa escrita y audiovisual les era hostil, sino de afirmar que Rusia manipuló Facebook para impedir la elección de la favorita de Washington.

El privilegio jurídico de Google, Facebook y Twitter

En sus esfuerzos por demostrar la injerencia de Moscú, la prensa estadounidense ha resaltado el enorme privilegio que gozan Google, Facebook y Twitter. Esas 3 empresas no son consideradas responsables de los contenidos que difunden. Desde el punto de vista del derecho estadounidense son sólo “transportadores” de información (common carrier).

Los experimentos realizados por Facebook han demostrado, por un lado, que es posible crear emociones colectivas. Pero esa empresa no es considerada jurídicamente responsable de los contenidos que vehicula, contradicción que pone de relieve la existencia de una anomalía en el sistema.

Sobre todo teniendo en cuenta que el privilegio de Google, Facebook y Twitter es claramente indebido. En efecto, esas 3 empresas actúan al menos de dos maneras para modificar los contenidos que “transportan”. En primer lugar, censuran unilateralmente ciertos mensajes, ya sea por intervención directa de su personal o mediante el uso disimulado de algoritmos. Pero además promueven su propia versión de la verdad en detrimento de los demás puntos de vista (fact-checking).

Por ejemplo, en 2012, Qatar encargó a Google Ideas, ya bajo el mando de Jared Cohen, la creación de un programa informático capaz de seguir las deserciones en el Ejército Árabe Sirio. ¿Objetivo? Mostrar que Siria era una dictadura y que el pueblo había iniciado una “revolución”. Pero rápidamente resultó que esa visión de las cosas era falsa. La cantidad de deserciones nunca pasó de 25,000, en un ejército que cuenta 450,000 hombres. Por eso, luego de haber promocionado ese software, Google acabó retirándolo discretamente.

Por otro lado, Google promociona, desde hace 7 años, los artículos que se hacen eco de los comunicados del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). Esos comunicados dan, día tras día, la cantidad exacta de víctimas de ambos bandos. Pero son cifras imaginarias porque es materialmente imposible determinar esa cifra diariamente. Nunca se ha visto, en tiempo de guerra, un Estado capaz de determinar diariamente la cantidad exacta de soldados muertos en combate y de víctimas civiles. Pero el OSDH sabe, desde el Reino Unido, algo que nadie es capaz de determinar con precisión en la propia Siria.
Lejos de ser “transportadores” de información, Google, Facebook y Twitter son en realidad sus creadores y por tanto deberían ser jurídicamente responsables de sus contenidos.

Las reglas de la libertad de expresión

Aun considerando que los esfuerzos de la OTAN y del presidente Macron contra Rusia en el plano audiovisual y de internet están condenados al fracaso, no es menos cierto que lo más conveniente es que los nuevos medios estén incluidos en el derecho general.

Los principios que rigen la libertad de expresión son legítimos sólo si son los mismos para todos los ciudadanos y para todos los medios. Esto último no es así en este momento. Si bien existe una aplicación del derecho general, no existen, en cambio, reglas precisas, como el derecho de respuesta o en materia de desmentido, para los mensajes que se difunden a través de internet y de las redes sociales.

Como siempre en la historia de la información, los medios ya establecidos tratan de sabotear a los nuevos. Recuerdo, por ejemplo, el virulento editorial que el diario francés Le Monde, dedicó en 2002 a mi trabajo, publicado en internet, sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001. Lo que le desagrada a Le Monde, tanto como mis conclusiones sobre esos acontecimientos, es que la Red Voltaire no esté sometida a una serie de obligaciones financieras de las que ese cotidiano se sentía prisionero [7].

Quince años más tarde, Le Monde muestra la misma actitud de defensor de un clan con la creación de lo que llama Le Décodex. Más que criticar los artículos y videos de los nuevos medios de información, Le Monde pretende medir el grado de confiabilidad de los sitios web que rivalizan con el suyo. Por supuesto, sólo le parecen confiables los sitios web de los diarios que se publican en papel, como el propio Le Monde, mientras que a todos los demás los clasifica como poco confiables.

Para justificar la campaña contra las redes sociales, la Fundación Jean-Jaures –fundación del Partido Socialista francés vinculada a la NED (National Endowment for Democracy) estadounidense– acaba de publicar un sondeo imaginario [8]. Ese sondeo trata de demostrar, exponiendo una serie de cifras, que las personas frustradas, las clases trabajadoras y los partidarios del Frente Nacional [9] son gente crédula. Según ese sondeo, el 79% de los franceses creen en alguna teoría de la conspiración. Como prueba de su ingenuidad, el sondeo precisa que 9% de los franceses está convencido de que la Tierra es plana.

Realmente, ni yo ni ninguno de mis amigos franceses consultados a través de internet nos hemos encontrado nunca con un compatriota que creyera que la Tierra es plana. Se trata simplemente de una cifra inventada, suficiente para que cualquiera pueda dudar de todo el estudio. Lo que sí es cierto es que, a pesar de estar vinculada al Partido Socialista de Francia, la Fundación Jean-Jaures ha tenido desde siempre como secretario general a Gerard Collomb, ahora convertido en ministro del Interior por el actual presidente francés Emmanuel Macron. Esta misma fundación ya había publicado, hace 2 años, un estudio tendiente a desacreditar a los opositores políticos del sistema, tildándolos de «conspiracionistas» [10].

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[1] «La campaña de la OTAN contra la libertad de expresión», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de diciembre de 2016.
[2] Sobre los métodos y formas de propaganda, ver «Las técnicas de la propaganda militar moderna», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 16 de mayo de 2016.
[3] «Un equipo secreto de Facebook manipula las opiniones del público», por Shelley Kasli, Great Game India (India) , Red Voltaire, 29 de diciembre de 2017.
[4] Personalidad central del cuerpo de Inspectores de Finanzas, Jean-Pierre Jouyet fue abogado del gabinete Jeantet (vinculadísimo al fallecido presidente francés Francois Mitterrand), director adjunto del equipo de trabajo del ex primer ministro francés Lionel Jospin, secretario de Estado de Asuntos Europeos bajo la presidencia de Nicolas Sarkozy, secretario general de la presidencia de República bajo el presidente Francois Hollande y mentor de Emmanuel Macron, quien después de ser electo presidente lo nombró de inmediato embajador de Francia en Londres.
[6] “How the Russia Inquiry Began: A Campaign Aide, Drinks and Talk of Political Dirt”, Sharon LaFranière, Mark Mazzetti y Matt Apuzzo, New York Times, 30 de diciembre de 2017.
[7] «Le Net et la rumeur», editorial del diario francés Le Monde (en francés), 21 de marzo de 2002.
[8] «Le conspirationnisme dans l’opinion publique française» [En español, “El conspiracionismo en la opinión pública francesa”, Rudy Reichstadt, Fondation Jean-Jaurès, 7 de enero de 2018.
[9] El Frente Nacional, cuya candidata a la elección presidencial, Marine Le Pen, disputó la presidencia a Emmanuel Macron durante la segunda vuelta de esa consulta electoral, es un partido francés clasificado como ultranacionalista y de extrema derecha. Nota del Traductor.
[10] «El Estado contra la República», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 9 de marzo de 2015.

Trump, la religión musulmana y el islam político


Thierry Meyssan

Hace una decena de años que Estados Unidos está atrapado en su propia contradicción ante el islam. Por un lado, se presenta como el país de la libertad religiosa, mientras usa la Hermandad Musulmana para desestabilizar el Medio Oriente ampliado, y al mismo tiempo lucha contra el avance del terrorismo islámico fuera de esa región. Estados Unidos ha prohibido toda la investigación que permitiría establecer la diferencia entre el islam como religión y la manipulación de esa religión con fines políticos.

Después haber roto con el terrorismo de la Hermandad Musulmana, Donald Trump ha decidido reabrir ese dossier, corriendo con ello el peligro de provocar actos de violencia en su propio país ya que, en Estados Unidos, la libertad para practicar la religión musulmana no incluye la de meterse en política.
http://www.voltairenet.org/squelettes/elements/images/ligne-rouge.gif
En su nueva «Estrategia de Seguridad Nacional», el presidente Trump modifica la terminología oficial y designa los grupos armados musulmanes como «yihadistas terroristas».

¿Es el islam una religión o una ideología?

Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, atribuidos a al-Qaeda, una violenta polémica se desató en Washington. ¿Los grupos terroristas eran o no representativos del islam? En caso de respuesta afirmativa, parecía conveniente considerar a todos los musulmanes como enemigos de la patria. En caso de respuesta negativa, era posible establecer una diferencia entre musulmanes «moderados» y «extremistas».

Pero los británicos utilizaban los mismos términos con un sentido diferente: los «moderados» son musulmanes «moderadamente antiimperialistas» –como el Hamas, que no abriga objeción alguna de orden político hacia Israel y que sólo se niega a que los musulmanes sean gobernados por judíos– mientras que los «extremistas» son «musulmanes extremadamente antiimperialistas» –como el Hezbollah, que cuestiona la victoria del Estado colonial israelí sobre los árabes.

La polémica alcanzó su punto culminante en junio de 2006, en una conferencia del New York Metro InfraGard. William Gawthrop, agente y experto del FBI, aseguró que era inútil establecer diferencias entre los distintos grupos terroristas musulmanes dado que todos se basan en la misma ideología: el islam. Se filtraron entonces 5 documentos internos del FBI [1]. Destinados a la formación de los oficiales del FBI, esos documentos plantean que mientras más «islámica» es una persona es también más potencialmente «radical» y que el profeta Mahoma era el líder de una secta violenta. Gawthrop se basaba en un indiscutible estudio del Corán, de los hadiz y de los principales textos teológicos del islam. Mostraba que, a lo largo de la Historia, teólogos de las 4 principales escuelas sunnitas respaldaron la guerra contra los infieles… pero no los pensadores de la escuela chiitas. Gawthrop era también instructor en el Counterintelligence Field Activity (CIFA) del Departamento de Defensa, donde abogó por que se estudiara a Mahoma como jefe militar.

Esa polémica no era nueva. Por una parte, desde 1953 y la visita de Said Ramadan al presidente Eisenhower en la Casa Blanca, la CIA y el Departamento de Defensa trabajaban –fuera de Estados Unidos– con los partidarios del islam político: la Hermandad Musulmana. Por otro lado, durante la segregación racial se admitía que los descendientes de los esclavos podían ser musulmanes, pero sin que ello fuese una forma de definición o reclamo político. En 1965, el líder político negro y musulmán Malcolm X fue asesinado, probablemente con la contribución pasiva del FBI. Herido de muerte, en el suelo, trató de comunicar a su secretaria un mensaje para Said Ramadan.

En respuesta, una importante personalidad musulmana estadounidense, Salam Al-Marayati, amenazó con poner fin a toda cooperación con el FBI [2].

De inmediato, el subsecretario de Justicia James Cole prohibió todos los documentos de ese tipo, no sólo en el FBI, sino en todas las administraciones estadounidenses.

Pero los documentos del FBI estaban concebidos para impartir cursos, donde los instructores especificaban, poniendo en ello mucho énfasis, que no se referían al islam como religión sino como ideología política [3].

Estados Unidos, ¿país de la libertad religiosa o de la islamofobia?

Durante ese periodo, el Departamento de Estado crea varias estructuras encargadas de influir en la opinión pública estadounidense y en las de otros países para que no acusen a Estados Unidos de estar en guerra contra la religión musulmana. Ese dispositivo incluía un equipo de una veintena de personas, que hablaban varios idiomas e intervenían bajo identidades falsas en diversos foros para orientar los debates.

Independientemente de la manera de abordar la cuestión, Estados Unidos acababa siempre volviendo al mismo problema: desde el siglo VII, la palabra «islam» sirve en árabe para designar tanto una religión como una ideología política, a pesar de tratarse de dos cosas completamente diferentes.

Finalmente, en enero de 2008, el Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security) publicó, por iniciativa de Michael Chertoff, la terminología para definir a los terroristas (Terminology to Define the Terrorists: Recommendations from American Muslims). Posteriormente, en marzo de 2008, la oficina del director de la Inteligencia Nacional, encabezada entonces por Mike McConnell, redactó una nota de carácter semántico dirigida a todo el conjunto de la administración. Se trataba de instrucciones que tenían como objetivo eliminar toda sospecha de islamofobia que pudiera existir contra la administración de George Bush hijo, quien había hablado en 2001 de «cruzada contra al-Qaeda», y limpiar la imagen del «país de la libertad religiosa».

Poner a Barack Hussein Obama en la Casa Blanca debía ser suficiente para arreglar el problema. Pero no fue así, principalmente porque, aunque una tercera parte de sus electores creían que Obama era musulmán, él se apresuró a precisar que en realidad era cristiano, aunque proveniente de una familia musulmana, lo cual parecía avalar el esquema identitario de los inmigrantes llegados del norte de Europa, o sea que se puede ser estadounidense siendo musulmán de cultura e incluso musulmán practicante de esa religión, pero el presidente de Estados Unidos tiene que ser cristiano.

De ahí la violenta reacción contra la campaña financiada por el promotor inmobiliario Donald Trump para que se aclarara dónde había nacido Barack Obama –¿en Hawái o en la Kenya británica? Por supuesto, la respuesta a esa pregunta tenía que ver con el respeto de la Constitución estadounidense [4], pero también implicaba aclarar si Obama había nacido cristiano o musulmán.

En 2011, el subsecretario de Estado a cargo de la propaganda (Public Diplomacy) creó el Centro para las Comunicaciones Estratégicas sobre el Antiterrorismo (Center for Strategic Counterterrorism Communications). En 2016, esa estructura pasó a llamarse Centro de Compromiso Global (Global Engagement Center) y extendió sus competencias a la lucha contra Rusia. Su presupuesto se multiplicó entonces por 13. Por supuesto, poner la lucha contra el terrorismo y la rivalidad con Rusia en manos del mismo organismo no contribuyó precisamente a aclarar las cosas. Fue en esa época cuando Washington adoptó la expresión de la ONU «extremismo violento» para designar la ideología de los terroristas [5].

Volvamos atrás. El 22 de diciembre de 2012, la publicación egipcia Rose El-Youssef revelaba la presencia de varios responsables de la Hermandad Musulmana en la administración Obama, como Salam Al-Marayati, quien incluso había representado a la secretaria de Estado Hillary Clinton y presidido la delegación estadounidense a la conferencia de la OSCE sobre los derechos humanos. Laila, la esposa de Al-Marayati, estaba vinculada a Hillary Clinton en la época en que esta última era First Lady y pertenecía a la Comisión sobre la Libertad Religiosa Internacional. La intervención de Al-Marayati contra Gawthrop, 6 años antes, en realidad era una maniobra de los Clinton, que utilizaron la Hermandad Musulmana para modificar la opinión del FBI y del Departamento de Defensa.

El derecho a reflexionar

La polémica resurgió en julio de 2017 con la presentación de una enmienda a la Ley de Programación Militar (NDAA) para autorizar el Departamento de Defensa a estudiar «el uso de doctrinas religiosas musulmanas violentas o no ortodoxas para apoyar la comunicación de los extremistas o de los terroristas y justificarla». Aquel texto fue rechazado por 217 votos contra 208, también en aras de la protección del islam como religión.

Por consiguiente, el presidente Trump ha finalmente aclarado las cosas al aplicar a los terroristas musulmanes la palabra «yihadista», aunque la «yihad» no sea originalmente la lucha armada contra los infieles sino una forma de reflexión y de análisis interno que realiza cada individuo sobre sus propios actos y sobre sí mismo.

Pero las decisiones de Donald Trump han sido hasta ahora objeto de las peores tergiversaciones. Su decreto suspendiendo la inmigración desde países donde los funcionarios estadounidenses no tiene medios de verificar la honestidad del solicitante fue interpretada como una medida «islamófoba» por tratarse de países cuyas poblaciones son mayoritariamente musulmanas.

Su decisión constituye para Estados Unidos una verdadera revolución intelectual. Hasta ahora, el Departamento de Defensa venía aplicando la estrategia del almirante Arthur Cebrowski, destruyendo en cada país del Gran Medio Oriente –uno por uno– toda forma de organización política mientras que el Departamento de Estado se ocupaba de asegurar que esa política no era antimusulmana per se.

Pero no era eso lo que se percibía desde el punto de vista de las poblaciones del Gran Medio Oriente, o Medio Oriente ampliado. Dado el hecho que Estados Unidos estuvo aplicando durante 15 años la estrategia del almirante Cebrowski [6] únicamente en la parte del mundo mayoritariamente musulmana, era imposible que afganos, persas, turcos y árabes entendieran los eslóganes estadounidenses. Fue por cierto esa la contradicción que Barack Obama se encontró en el momento de su discurso del Cairo, en junio de 2009.

Si bien es posible entender los objetivos de la propaganda estadounidense, lo cierto es que la primera víctima de esa propaganda ha sido… Estados Unidos. En efecto, no es la estrategia estadounidense de destrucción del Gran Medio Oriente sino la contradicción entre el bello discurso de Estados Unidos y su apoyo a la Hermandad Musulmana en el exterior lo que le ha llevado a prohibir toda investigación sobre el origen del islam político, tanto en suelo estadounidense como por parte de sus aliados.

Sin embargo, Mahoma fue a la vez general y gobernante. Esa particular situación histórica permitió, desde los inicios mismos del islam, que una corriente de pensamiento tratara de manipular esa religión para hacerse del poder. La mayoría de los musulmanes se educó con hadiz escritos mucho después de la muerte del Profeta, textos que le atribuyen hazañas militares y un pensamiento político en particular. La Hermandad Musulmana se apoya en importantes antecedentes.

En todo caso, Estados Unidos no logrará distinguir entre los dos sentidos de la palabra islam mientras no haya resuelto la cuestión de su propia identidad. Donald Trump y sus electores admiten sin dificultad que negros e hispanos sean ciudadanos de Estados Unidos, pero no que ejerzan funciones políticas de primer plano.

Paradójicamente, aunque sería conveniente que intelectuales musulmanes emprendan esa investigación y permitan así separar su religión de la manipulación política de la que ha sido objeto, Estados Unidos tendrá probablemente que realizar ese trabajo por sí solo. A pesar de que hay en Estados Unidos numerosos investigadores musulmanes, es poco probable que ese país logre no proyectar sobre ese tema sus propios problemas culturales, con lo cual corre el peligro de interpretarlo erróneamente.


[1] El lector hallará aquí [en inglés] los principales documentos citados en este artículo.
[2] “The wrong way to fight terrorism”, Salam Al-Marayati, Los Angeles Times, 19 de octubre de 2011.
[3] Este video de un curso impartido en Quantico, el cuartel general del FBI, no deja duda alguna al respecto.
[4] La Constitución estipula que el presidente de los Estados Unidos de América tiene que ser nacido en suelo estadounidense. Nota de la Red Voltaire.
[5] «Plan d’action pour la prévention de l’extrémisme violent», por Ban Ki-moon, Réseau Voltaire, 24 de diciembre de 2015.
[6] The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam Publishing Group, 2004. «El proyecto militar de Estados Unidos para el mundo», por Thierry Meyssan, Haïti Liberté (Haití) , Red Voltaire, 22 de agosto de 2017.