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Con los mejores artistas pop del momento



Con los mejores artistas pop del momento: Ricardo Montaner, Eros Ramazzotti, Alejandro Sanz, Ricardo Arjona, Alejandro Fernández, Sebastián Yatra, Juanes, David Bisbal, Marc Anthony, y Juan Gabriel gracias a YouTube

1.- Ricardo Montaner - Aunque Ahora Estés Con El (Ida y Vuelta Edición Especial) [Video Oficial]
https://youtu.be/AEv0Vkxddyo

2.- Eros Ramazzotti - Alla Fine Del Mondo
https://youtu.be/ApIWBkMyEnE

3.- Alejandro Sanz - Mi soledad y yo (En Directo Vicente Calderón)
https://youtu.be/IH5ocRQhBTA

4.- Ricardo Arjona - Nada Es Como Tú (Acústico)[Official Video]
https://youtu.be/j4k9K3k-s28

5.- Alejandro Fernández - Me Hace Tanto Bien (Video Oficial)
https://youtu.be/6r8mlDvfyZI

6.- Sebastián Yatra - No Hay Nadie Más
https://youtu.be/sD9_l3oDOag

7.- Juanes - Es Por Ti
https://youtu.be/-9l5t3MWss8

8.- David Bisbal, Sebastián Yatra - A Partir De Hoy
https://youtu.be/Iwz4P8HfGVM

9.- Marc Anthony - Flor Pálida
https://youtu.be/3VmoZrxXbmg

10.- Juan Gabriel - Ya No Vivo Por Vivir ft. Natalia Lafourcade (Live Recording)
https://youtu.be/sIM4mDQJib4


¡Nadia Murad, por favor, retira tu petición a Trump de que "haga algo" en Irak!


www.publico.es / 230719

Mientras Megan Rapinoe, capitana de la selección estadounidense de fútbol, se niega a pisar «la jodida Casa Blanca» por estar ocupada por un misógino, racista y xenófobo, los asesores del presidente, en un intento de lavarle la cara, le llevaron un grupo de personas pertenecientes a minorías religiosas perseguidas. Pues bueno, el tiro les salió por la culata y la prensa mundial tachó el encuentro de «bochornoso». El ególatra presidente de EEUU rompió el protocolo y permaneció sentado ante la Premio Nobel de la Paz (PNP) del 2018, la joven iraquí Nadia Murad, una superviviente de la trata de mujeres de los «yihadistas», organización internacional de mercenarios creada en 1978 por Brzezinski, el asesor de seguridad del también PNP el presidente Jimmy Carter.

«¿Y usted recibió el Premio Nobel? Eso es increíble», dijo un Trump alucinado que parecía pensar: «¿Cómo es que no me lo dan a mí y sí a una mujer que encima es de piel oscura, ha nacido en Irak y no es evangélica!»

La ignorancia de Trump, que es candidato del PNP del 2019, no daba abasto: no sabía quiénes eran los izadíes (que no “yazidíes”), ni dónde habitan los rohingas, comunidad perseguida hasta el exterminio por el gobierno birmano presidido por la también PNP Aung San Suu Kyi.
A pesar de Trump, la protagonista del encuentro fue Nadia Murad, una mujer iraquí del grupo étnico kurdo y del credo izadí. Había huido de Daesh y se había negado a «aceptar los códigos sociales que obligan a las mujeres a permanecer mudas y avergonzadas por los abusos que padecieron», afirmaba el jurado del Nobel.
¿Significa que las mujeres y también los hombres que han sido violados por Daesh o por las tropas de la OTAN en las actuales guerras de Oriente Próximo, han sido pasivos y cobardes? Decenas de miles de afganas, iraquíes, sirias, libias o sudanesas, que tras ser violadas por los mercenarios de EEUU o directamente por sus tropas (quienes han llegado a militarizar la prostitución en la región), lo denunciaron, pero su grito fue silenciado por los presidentes de EEUU, quienes pedían al Pentágono y a la prensa no publicar las fotos de las violaciones «para no poner a las tropas en peligro».

Algunas, ni tuvieron la oportunidad para contarlo: La película-documental Redacted (Brian De Palma, 2007), narra la historia real de la violación en grupo de una niña de 12-14 años en 2006 por Steven Dale Green y sus cuatro compañeros, quienes luego les prendieron fuego a ella y a su familia. Que la tragedia de las mujeres izadíes fuese televisada, como los señalamos en 2014, se debió simplemente a que Obama necesitaba un pretexto «humanitario» para intervenir militarmente en Siria una vez que el Consejo de Seguridad de la ONU rechazó su petición de bombardear aquel país. Y así fue: Mientras, los medios ocultan el genocidio contra Yemen, dan protagonismo a un pueblo para humillar a otros, en el marco de la estrategia de divide y gobierna.

El Comité del Nobel tampoco ha premiado a ninguna de las miles de soldados de EEUU, violadas por sus compañeros, a pesar de denunciarlos con “valentía” y sufrir graves represalias: El libro The Private War of Women Serving in Iraq recoge el testimonio de 40 de ellas. La militar Juliet Simmons cuyo comandante es Trump, fue violada y tras la denuncia fue expulsada del ejército, perdiendo el derecho a nuevos empleos, a la Seguridad Social y el acceso al crédito bancario.

La ignorancia es atrevida, pero la manipulación de la verdad es un crimen, y el Comité del Nobel de la Paz de eso sabe bastante. Veamos:
Es una broma de muy mal gusto y una cortina de humo que un país de la OTAN, Noruega, premie a una mujer (más allá de Nadia) por sufrir agresiones sexuales por un grupo llamado Daesh, que es patrocinado por EEUU, Turquía, Israel, Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Su objetivo ‘b’ es más que ocultar la identidad y los objetivos de los “bomberos pirómanos”: Daesh al empujar a los kurdos izadíes de la zona árabe de Irak a la región kurda estaba ejecutando el proyecto de EEUU, que es crear mini estados “puros” en la línea religioso-étnica, fracturando los estados grandes de la zona, para hacerse con su control estratégico aunque sea a costa del genocidio de algunas comunidades. La OTAN entró en Siria, solo cuando Daesh (carne de cañón) allanó su camino desmantelando el estado sirio y expulsando a 12 millones de personas de sus hogares: hoy cuenta con una veintena de bases militares y sin haber perdido ni diez soldados.

Daesh ha violado y/o asesinado a personas de todos los grupos étnicos y religiosos: suníes (por “ser corrompidos”), chiíes (por herejes), alauíes (por ser pro Asad), cristianos (por considerar Dios a Jesús), árabes, kurdos, homosexuales, marxistas, intelectuales, etc. Pues, su función era y es desatar el terror y destrozar la organización social.

La señora Murad, que pide a Donald Trump «por favor, haga algo» para que los izadíes regresen a su tierra, quizás desconozca que:

1+ EEUU sólo ayuda a aquellos grupos étnico-religiosos que en un momento y lugar concreto le sirvan a sus intereses: en Yugoslavia reclutó a las fuerzas seudofascistas cristianas y musulmanes contra los serbios, y en Palestina ayuda a Israel en el genocidio de los palestinos; en Turquía persigue a los kurdos de PKK y entrega su líder Abdolá Öcalan a la dictadura turca, mientras en Irak permite que Turquía e Irán ataquen a los kurdos, y en Siria les arma para fragmentar el país: Sacrificará a Rojava en el altar de Turquía si Erdogan se porta bien.

2+ El propio Trump está acusado por 19 mujeres de agresión sexual, y su discurso sobre el sexo y la mujer es casi idéntico al de Daesh y Talibán. Su amigo billonario, Jeffrey Epstein, está en prisión por tráfico de niñas de 12-13 años.

3+ EEUU que sigue con su proyecto de destruir a Irán como potencia, puede recurrir a la «agresión humanitaria» para «hacer algo» y salvar a las mujeres del yugo de los ayatolas, matándolas bajo sus bombas, como lo ha hecho con las mujeres afganas, que viven el medievalismo made in USA. Cada vez que EEUU «ha hecho algo», ha dejado tras de sí tierra quemada. De hecho, la señora Angelina Jolie, cuya función es blanquear las guerras de EEUU, cree que «la OTAN tiene la responsabilidad y la oportunidad de ser una protectora líder de los derechos de las mujeres».

Las funciones de un premio político

Trump se muere de ganas por tener un Nobel en su mesa, ¿lo conseguirá?

El PNP fue establecido en 1901 por Alfred Nobel, el fabricante de armas y el inventor de la dinamita “quien se enriqueció por matar a más personas en menor tiempo como nunca se había hecho antes”. Desde entonces, el Comité del Nobel del pequeño país, miembro de la OTAN, se hace visible una vez al año con estos prestigiosos premios, e influye sobre los acontecimientos mundiales, haciendo de “poder blando” para los objetivos que persigue el club militar. Entre los premiados:

* Henry Kissinger en 1973, por «su papel en la finalización de la guerra de Vietnam», mientras cometía crímenes de guerra en Camboya. Luego lanzará la Operación Cóndor organizando la matanza de miles de personas en Suramérica.

* El expresidente finlandés Martti Ahtisaari en 2008, quien amenazó al presidente Milosevic que si no se rendía ante las exigencias de la OTAN, “inmediatamente comenzaremos a bombardear Belgrado” con sus habitantes. Entre sus logros: convertir a Kosovo, ubicado en el corazón de Europa, en la segunda base militar más grande de EEUU en el mundo, con un centro de detención ilegal incluida.

* La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas en 2013, por «eliminar las armas químicas de Siria». ¿Fue casualidad que su director fuese el turco Ahmet Üzümcü, ex embajador en Israel y ex representante de Turquía ante la OTAN? La organización nunca ha hecho nada contra el uso y el almacenamiento de 3.000 toneladas de estas armas destrucción masiva por EEUU.

* La Agencia Internacional de Energía Atómica en 2005, y eso a pesar de su fracaso en contener la proliferación nuclear. ¿La premiaron para promover este tipo de energía debilitando el movimiento ecologistas?

* El vicepresidente de EEUU Al Gore en 2007, por “sus esfuerzos por construir y divulgar sobre el cambio climático”, mientras su gobierno bombardeaba Yugoslavia, Albania, Sudán, Afganistán, Irak, Haití, Zaire, y Liberia, destruyendo la vida de miles de personas de forma inmediata y su medio ambiente para los próximos siglos, utilizando toda clase de municiones incluso el uranio empobrecido. Se trataba Greenwashing: el siguiente Nobel puede ir a Greta Thunberg.

* El presidente Barak Obama en 2009, para que lavara la cara de Occidente tras las guerras infames de Bush y Clinton. Se arrepentirán. Obama, el gatopardo mantuvo abierto el Guantánamo y bombardeó Pakistán, matando a miles de civiles y obligando el desplazamiento de cerca de tres millones de personas “buscando a Bin Laden”, a sabiendas que el terrorista ya había muerto; hizo lo mismo en Afganistán, Yemen y Libia: él es uno de los principales responsables de que el Mediterráneo se haya convertido desde 2011 en un gran cementerio de gente que huye con sus hijos del infierno libio.

* Shirin Ebadi en 2003, por «defender los derechos de las niñas y mujeres en Irán», justo cuando Bush declaraba a este país el siguiente objetivo de sus ataques militares tras incendiar Irak. Ebadi era un rostro casi desconocido entre miles de activistas iraníes que se jugaban la vida luchando contra el regreso del medievo (la legalización de pedofilia, la lapidación o la Talión). Quizás el Comité del Nobel pensó que una mujer «feminista-musulmana» del sistema podría ser una alternativa al régimen islámico, haciendo innecesario un «cambio» desde fuera. Sin embargo, la señora Ebadi pronto se dio cuenta de que podría ser utilizada, y denunció las guerras imperialistas que han destrozado la región, aunque sigue sin reconocer el sacrificio innumerables mujeres de izquierda iraní, entre ellas Maryam Firuz, que perdieron su vida en la defensa de los derechos humanos en Irán.

* Malala Yousafzai, 2014, por defender el derecho de las niñas pakistaníes a estudiar. Su frase “un libro, una pluma, un niño y un maestro pueden cambiar el mundo”, simplemente carece de sentido por:
1. El principal problema de la humanidad no es el analfabetismo sino el secuestro del pan, el agua y la paz de millones de personas por las compañías que venden armas y roban los recursos naturales de otros. Cada día, 100.000 personas, doctas o analfabetas, mueren de hambre y pobreza, mientras los ricos se hacen más ricos y destruyen los alimentos para no bajar los precios.

2. Según Malala «un país se vuelve poderoso cuando su gente se educa»: la gente de Yugoslavia, Irak o Libia estaban bastante educadas, pero perdieron la batalla a la gente más armada y con menos materia gris: Trump es un ejemplo de esta situación anormal.

3. En su encuentro con Obama, a Malala se le olvidó comentarle la tragedia de millones de sus compatriotas que sufrían los bombardeos de los drones de EEUU y convertían en cenizas los colegios y los estudiantes que se encontraba en ellos. ¡Por favor, que no se convierta en una Benazir Bhutto!

¿Por qué no crear un premio alternativo para reconocer acciones progresistas de colectivos, que no individuos, en favor de la justicia social y la paz, para que a personajes como Trump ni se les ocurra soñar con ello?

Por cierto, Irak será uno de los escenarios de la guerra de EEUU contra Irán y los izadíes, de momento, no podrán regresar a su milenaria tierra.


"O es del pueblo, de todos por igual, o la Iglesia no nos lleva a Dios"


José M. Castillo S.
www.religiondigital.org / 02.07.2019

Las declaraciones, que ha hecho el Nuncio de la Santa Sede, al despedirse de la Nunciatura de Madrid, están dando que hablar por un motivo comprensible. El representante oficial del Papa en España se ha despedido haciendo alusiones o dando su opinión sobre un problema, el enterramiento del dictador Franco, ante el que muchos españoles no son indiferentes.   

Al hablar de este asunto, mi intención no es pronunciarme a favor o en contra del Nuncio cesante. Lo que pretendo es indicar el problema de fondo que se oculta en todo este asunto. Un problema que mucha gente no se imagina, pero que tiene más actualidad y envergadura de lo que normalmente se suele pensar o decir en estos casos.

¿A qué me refiero? El centro y eje del cristianismo, como bien sabemos, es el Evangelio. Y en el Evangelio, todo se centra en torno al personaje capital, que es Jesús. Pues bien, si la Iglesia tiene su origen en el Evangelio y su razón de ser es hacer presente ese mismo Evangelio, resulta evidente que los representantes oficiales de la Iglesia no pueden ir por el mundo haciendo y diciendo exactamente lo contrario de lo que, según los evangelios, Jesús hizo y dijo mientras estuvo en la tierra.

Esto supuesto, si algo hay claro en los evangelios es que Jesús fue un hombre profundamente religioso, que hablaba constantemente de su relación (y de nuestra relación) con el Padre del cielo. Y se pasaba las noches enteras en oración a Dios. Pero siempre hizo esas cosas de tal forma, que la vida de Jesús transcurrió, no sólo al margen de la “religión oficial”, la religión del templo y de los sacerdotes, sino que –sobre todo y como bien sabemos– Jesús “se enfrentó directamente” al templo y sus funcionarios, a muchos de sus rituales y ceremonias y al “yugo” (Mt 11, 29) de normas que los clérigos aquéllos le imponían a la gente. 

Jesús se enfrentó directamente al templo y sus funcionarios

De tal forma que Jesús entendió y practicó la religión de tal manera, que aquello terminó en un conflicto mortal. Porque, como es bien sabido, fue el Sanedrín (el Consejo Supremo de la Religión) el que condenó a muerte a Jesús (Jn 11, 47-53). Y el que forzó a las autoridades civiles y militares para que ejecutaran la sentencia de la forma más cruel que había entonces.

Esto es lo que ocurrió. Pero ¿por qué se produjo aquel crimen? No fue por defender la religión, que estaba bien defendida. Ni fue por proteger a los sacerdotes y sus ganancias. El templo y sus hombres eran la gran fuente de riqueza que tenía Jerusalén en aquel tiempo, como bien han demostrado los mejores estudiosos de esta historia (cf. J. Jeremias, Jerusalén en tiempos de Jesús, Madrid, Cristiandad, 1977).

Entonces, ¿por qué persiguieron y mataron a Jesús? Sencillamente porque Jesús vio, con claridad meridiana, que lo más urgente y apremiante, en este mundo, no es el sometimiento a los que tienen el poder, aunque sea el poder sagrado de la religión. Lo más importante, que no admite espera, es remediar el sufrimiento de los que no pueden seguir, hundidos como están en sus carencias y miserias. Por eso Jesús curaba a los enfermos, acogía a pecadores y extranjeros, defendía a las mujeres, se ponía de parte de niños, mendigos y gente desamparada.
Sin duda alguna, todo esto es lo que irritaba a los hombres de la religión. Sobre todo, cuando Jesús les dijo en su cara que habían hecho del templo “una cueva de bandidos”. ¿No se daban cuenta los “profesionales de lo sagrado” -los de entonces y los de ahora- que la religión o es “laica” (del pueblo, de todos por igual) o no es religión, es decir, no nos lleva a Dios, porque a donde nos lleva derechos es a la tranquilidad de la conciencia y al “señorío del disparate”, como ha dejado patente el Nuncio que se va?

Y es que, cuando un colectivo de hombres se cree que es superior a los demás, porque sabe más y puede más que los demás, ¿no se puede sospechar con fundamento que la experiencia religiosa que nos predica ese colectivo ya no es de fiar, porque nos remite a una falsa religión?

Cada día veo más claro que la religión del futuro es la “religión laica”. Que no es la religión que niega a Dios. Eso es una burda contradicción. La “religión laica” es la religión que nos iguala a todos. Y a todos nos concentra en la firme convicción que se centra en este criterio: una conducta ética tan honesta y tan transparente que no tenga más explicación que la existencia de un más allá y la experiencia de un Padre que es la clave que explica lo que nunca llegaremos a explicar.  


Rarámuris: romper el kórima y el despojo del Estado


Magdalena Gómez

A finales de 2005, Miroslava Breach (+) dio cuenta en La Jornada (7/11/05) de un inédito plantón de 150 rarámuris del ejido Pino Gordo (Choreáchi) en la Plaza Hidalgo, frente al palacio de gobierno en Chihuahua. Se trasladaron 850 kilómetros desde el municipio de Guadalupe y Calvo para defender sus derechos agrarios en sus tierras y bosques. En otros pueblos, desde varias décadas atrás, ha sido común observar este tipo de movilizaciones, pero no es el caso de los rarámuris , en aquel momento, abrían una etapa de lucha jurídica y política frente al Estado y los chabochis (mestizos) que les han despojado. De esa lucha contemporánea hace parte la marcha rarámuri por trabajo que se inició en Creel el pasado 15 de julio.

Juan Luis Sariego (+) analizó el fracaso del indigenismo oficial en la sierra Tarahumara, cuya vertiente central está vigente, esto es la definición de programas sin la participación de los pueblos indígenas y en el caso rarámuri el enfoque oficial prevaleciente resulta más acorde, ideológicamente, con la Ley para el Mejoramiento de la Raza Tarahumara de 1906. Dicha ley se propuso excitar a la filantropía para reunir ropa y objetos del agrado de los indios y así despertar sentimientos de cariño hacia la raza blanca, entre otras disposiciones similares.

Hoy tenemos que el gobierno del estado, a través de la Comisión Estatal de los Pueblos Indígenas y la Comisión Estatal de Seguridad, inició la colecta de útiles escolares para estudiantes indígenas en Ciudad Juárez como parte, señalan, de las actividades del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se conmemora cada 9 de agosto. El llamado a la filantropía ciudadana de mochilas es el eje de una campaña oficial que va en su tercer año de kórima (que implica pedir y recibir).

Justamente la marcha por trabajo de cerca de 250 rarámuris de los municipios de Bocoyna, Guachochi, Urique (cuya foto y nota colocó La Jornada en primera plana, como ningún diario nacional lo ha hecho (17/7/19), se deslinda de la tradicional despensa y cobijas con las que desde el gobierno históricamente han pretendido paliar la dramática situación que viven los rarámuris, agravada por la economía del narcotráfico y su secuela de violencia y desplazamientos forzosos.

Isidro Rodríguez encabezó la marcha junto al gobernador rarámuri, Miguel Reyes Névarez, y señalaron: nosotros pedimos trabajo, ya no queremos kórima, es decir cosas regaladas ni donaciones queremos un programa para indígenas, no de despensas, ni dinero, que dé empleos. La exigencia en la marcha se basa en la falta de trabajo en las comunidades de la sierra y que se les incorpore en los programas como Sembrando Vida, ya que no se reciben programas del municipio, del estado ni de la Federación. Necesitan condiciones mínimas para cuidar la tierra y los bosques en un contexto de graves carencias, amenazas y acosos.

El delegado federal Juan Carlos Loera fue al encuentro, se reunió con ellos, y tras ofrecer la inclusión en otros programas, se acordó suspenderla y concretar los compromisos en unos días, con una comisión de rarámuris. Al respecto, uno de los promotores de la movilización, señaló: repartieron miles y miles de billetes de palabra, pero no sabemos si de aquí a allá se cumpla.

Estamos ante la punta del iceberg que debería obligar a un replanteamiento de la política hacia los pueblos indígenas. Los programas que se han ofrecido, se definieron desde el centro, más específico aún, los decidió el presidente y hay que insistir, se dirigen a algunos, no a todos los que aparecen en unos censos, no a sus comunidades. Ello tiene implicaciones de fondo. Por ejemplo, AMLO visitó el pasado 15 de junio Ciudad Cuauhtémoc y sus funcionarios le organizaron la recepción con jóvenes rarámuris vestidas todas igual, cual edecanes, y su discurso fue similar al que pronuncia en todo el país; ese día enfatizó el cuestionamiento hacia la xenofobia contra los migrantes, cuya preocupación le pareció pertinente expresar. Por ahí pasó alguien que dijo tenemos hambre como un intento de colocar su situación, sin que en ese momento pusiera atención al señalamiento.

En otro extremo está la necesidad de colocar la mirada en las opciones de los rarámuris. Ya es importante que ese núcleo movilizado rechazara el círculo vicioso del horizonte del kórima, que se negaran a dar entrada a políticos profesionales para que lucren con sus demandas, que estén muy claros de que es el gobierno federal el que tiene la obligación de apoyar a sus pueblos, más allá de becas individuales. Existe el riesgo de que se incluya en programas sólo a los participantes en la marcha y con ello se simule que se está atendiendo a todo el pueblo rarámuri.


Brutal represión en las cárceles y abusos en los tribunales


Human Rights Watch
www.envio.org.ni / julio 2019

El 19 de junio, José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, presentó en Washington un informe sobre los abusos sufridos por los presos políticos nicaragüenses: torturas en las cárceles y procesos viciados en los tribunales. Al presentar el informe, Vivanco afirmó: “Ortega y Murillo son unos parias internacionales que han construido en Nicaragua una tiranía. Por eso, la presión internacional no puede cesar. Este régimen no entiende más lenguaje que el de la presión”.

El presente informe analiza qué ocurrió, tras la represión en las calles, a muchos de los cientos de personas detenidas por policías o secuestradas por bandas armadas partidarias del gobierno. El informe se elaboró a partir de investigaciones realizadas en Nicaragua y Costa Rica, y de un análisis de fuentes oficiales. Muchas de las víctimas de abusos que hablaron con nosotros manifestaron que esperaban que, al contarnos lo sucedido, pudieran evitar que otras personas sufran lo mismo.

CON QUIÉNES HABLAMOS

Human Rights Watch entrevistó a 12 ex-detenidos, de los cuales 11 señalaron haber sufrido uno o más de estos abusos (golpes, descargas eléctricas, quemaduras, desnudez forzada, violación sexual...). Siete de estas víctimas indicaron haber presenciado abusos similares contra otras 39 personas. Human Rights Watch realizó investigaciones en el terreno en Nicaragua y Costa Rica en septiembre de 2018. En Nicaragua, visitó las ciudades de Managua, Jinotepe y Masaya. En Costa Rica realizamos entrevistas a nicaragüenses que habían huido del país, en las provincias de San José, Cartago y Heredia, y en una cuarta localidad en la frontera con Nicaragua...

Todas las personas entrevistadas fueron informadas de la finalidad de la entrevista, su naturaleza voluntaria y las formas en que sería utilizada la información…

En la mayoría de los países donde Human Rights Watch trabaja, la práctica consiste en intentar concertar entrevistas con funcionarios gubernamentales. No obstante, en la investigación llevada a cabo para este informe, Human Rights Watch optó por no entablar contacto con funcionarios gubernamentales ni darle visibilidad a nuestra presencia en el país. Adoptamos esta decisión por temor a las posibles consecuencias para víctimas y defensores de derechos humanos, por el riesgo que podría implicar para nuestra posibilidad de efectuar el trabajo y por la seguridad de nuestro equipo.

Human Rights Watch también entrevistó a tres médicos que atendieron a personas que sufrieron abusos mientras estuvieron detenidas o a manifestantes heridos durante la “Operación limpieza”. Dos de ellos coordinaban una red de otros médicos y estudiantes de medicina que brindaban atención médica. Si bien no atendieron a los detenidos cuyos casos se describen en este informe, los tipos de lesiones que describieron y los testimonios de sus pacientes -que compartieron en forma confidencial con Human Rights Watch- coinciden con nuestras conclusiones sobre los casos de torturas.

Los tres médicos entrevistados por Human Rights Watch (que proporcionaron atención a pacientes, a pesar de las amenazas de las autoridades para que no lo hicieran y a una directiva enviada a los hospitales públicos para que no atendieran a manifestantes contrarios al gobierno) sufrieron hostigamiento por parte de autoridades nicaragüenses y tuvieron que irse del país.

La Asociación Médica Nicaragüense indicó que casi 300 médicos, enfermeros o trabajadores de la salud han sido despedidos por atender a manifestantes.

“ME VIOLARON TODOS, YO PEDÍA AUXILIO, NADIE ME PODÍA AYUDAR”

Este relato se basa en una entrevista con Vivian Contreras (seudónimo), realizada en septiembre de 2018.

Una noche a principios de junio de 2018, Contreras caminaba por un vecindario de Masaya con una decena de manifestantes. De repente, apareció una camioneta pick-up blanca que transportaba policías, quienes comenzaron a dispararles a Contreras y al grupo. “No pudimos correr muy lejos, porque estábamos rodeados por policías”, contó Contreras a Human Rights Watch.

El subdirector de la Policía, comisionado Ramón Avellán, se encontraba entre los que la detuvieron. Le apoyó el arma en la cabeza y le advirtió: “Vos puta, te voy a matar”. Si bien Contreras afirmó que estaba actuando como paramédica y que no estaba armada, algunos de los hombres que la acompañaban tenían morteros de fabricación casera.

Cuando llegaron a la dependencia policial, a pocos cientos de metros de distancia, todos, incluidos los cocineros, el personal de limpieza y policías antidisturbios, les propinaron golpes. “A mí me golpearon la cabeza contra la pared”, indicó Contreras. Los policías los obligaron a ella y a los demás a sentarse en el piso y les tomaron fotografías junto a los morteros caseros y a otras armas que los policías les colocaron para incriminarlos. Los policías amenazaron con matarlos y arrojar sus cuerpos al costado de la carretera o a un volcán que hay en la zona.

En la madrugada siguiente, contó Contreras, cinco policías la violaron en grupo. Los agentes la llevaron a una sala en la dependencia, la sentaron en una silla y le vendaron los ojos. “Me violaron todos ellos, me hicieron lo que querían hacerme. Me hicieron muchas cosas que no puedo describir... Me lastimaron y me golpearon mucho… Gritaba, pedía auxilio, nadie me podía ayudar porque eran ellos mismos…”

“PEDÍ UN ABOGADO, ME DIJERON QUE NO TENÍA DERECHO”

Más tarde, ese día los policías trasladaron a Contreras y a los hombres detenidos con ella a la cárcel El Chipote. Varias policías de sexo femenino los amenazaron durante todo el recorrido, diciéndoles que iban a matarlos o que nunca los dejarían salir de la cárcel.

En El Chipote, un policía de alto rango arrojó a Contreras contra la pared y le dijo: “Hija de puta, zorra, vos sos la cabeza de las bandas, vos sos la que anda de delincuente, de terrorista en contra del gobierno. De aquí no vas a salir, hija de puta, de eso me encargo yo”.

El interrogatorio comenzó ese mismo día. “Pedí asistencia de un abogado, pero me dijeron que no tenía derecho a eso”. Aunque estaba adolorida a causa de la violación grupal y la golpiza, un policía y dos mujeres policías interrogaron a Contreras por lo menos en ocho oportunidades, la mayoría de las veces mientras estaba desnuda.

Los policías profirieron amenazas contra los hijos y la madre de Contreras, llamándolos por su nombre y asegurando que iban a detenerlos y a dispararles en la cabeza si ella no denunciaba a líderes del Movimiento 19 de abril y a otros líderes de la oposición.
“Cuando hablaron de mi mamá, me puse a llorar. Les dije: pídanme lo que quieran, pero no se metan con mi familia”. Entre un interrogatorio y el siguiente, la dejaban desnuda en una celda que describió como “helada, sola, oscura con olor fétido como si hubiera habido un muerto ahí”.

“TE VAMOS A VIGILAR”

Poco antes de liberarla, los policías amenazaron a Contreras para persuadirla de que leyera frente a una cámara una confesión que ellos mismos habían redactado, en la que tenía que acusar a varios líderes opositores.

“Me dieron cuatro hojas de papel que yo tenía que leer sentada frente a una cámara, esposada a la silla y el papel de frente… y el policía de frente con un AK apuntándome. Pero ningún video salió bien. Ellos querían que yo mirara a la cámara sin leer el papel”.

Al cabo de un día y medio de detención, la policía liberó a Contreras por la presión de una organización de derechos humanos y de la iglesia católica. Al liberarla, varios policías le dijeron “te vamos a vigilar”. Contreras regresó a Masaya y siguió participando en tranques y barricadas, hasta que fueron desmanteladas durante la “Operación limpieza” el 18 de julio. Huyó de Nicaragua y llegó a Costa Rica tres días después.

“LLEGAMOS A UN LUGAR CLANDESTINO”

Este relato se basa en una entrevista con Jordan Rivas (seudónimo), de 23 años, realizada en septiembre de 2018.

Rivas, un activista relacionado con el movimiento estudiantil, fue detenido a fines de mayo de 2018, junto con otro líder estudiantil. Habían pasado dos noches escondiéndose, tras un conflicto entre grupos estudiantiles, que hizo que el grupo de Rivas fuera expulsado de un área de tranques donde los estudiantes habían instalado su base. “Me quedaba sin dinero, sin ropa, sin comida y yo dije: voy a ir a la casa de mi mamá para tomar mi tarjeta de banco y mi pasaporte. Mi amigo quería bañarse y fuimos juntos”.

Cuando salieron de la vivienda, algunas horas más tarde, cinco camionetas pick up con hombres armados y encapuchados los interceptaron. Rivas dijo que uno lo tomó del cabello, lo arrojó al suelo y subió por la fuerza a ambos al interior de la camioneta. Los hombres encapuchados los golpearon durante todo el camino al centro de detención.

Al llegar, la policía registró sus bolsos y encontró el documento de identidad de Rivas. “Estos son los líderes”, se dijeron los agentes. Les vendaron los ojos, los empujaron al interior de un pequeño autobús, y se los llevaron. Durante el viaje, los encapuchados continuaron golpeándolos. “Después de dos o tres horas llegamos a un lugar clandestino que parecía una hacienda”, recordó Rivas.

GOLPEADO COMO PIÑATA

Los encapuchados llevaron a Rivas y a su amigo por la fuerza a una sala y les quitaron las vendas. Les dijeron que jugarían con ellos a “una suerte de ruleta”. Era una rueda con distintos tipos de tortura que sus captores hacían girar.

Rivas contó que la aguja se paró en “piñata”. Entonces, un hombre que parecía estar al mando ordenó que le dieran ese tratamiento a Rivas. “Me encapucharon otra vez, me pusieron esposas de plástico y me suspendieron del techo y me golpearon”. Durante dos días, varios de sus captores lo golpearon en reiteradas oportunidades con objetos contundentes mientras colgaba del techo.

Mientras a Rivas le tocó en la ruleta la “piñata”, para su amigo la aguja apuntó al “grito de Tarzán”. Consistía en arrancarle las uñas. Rivas también contó que escuchó que en el lugar los policías violaban a Jossiel Espinoza (seudónimo), otro ex-detenido, entrevistado también por Human Rights Watch.

Tras la tortura de la piñata, Rivas fue sometido a la prueba del polígrafo. “Me pusieron cables después de los dos días y me dijeron que me iban a hacer un cuestionario y si respondía correctamente, me podía ir a mi casa”. Sus captores lo interrogaron sobre la identidad de líderes estudiantiles, pero algunas de las respuestas parecían no satisfacer a los interrogadores, que continuaron golpeándolo.

Después de un rato sus captores lo llevaron a otra sala en el mismo edificio. Allí, un hombre mayor se presentó como “El Águila” y le dijo que no había “pasado la prueba” y que no podría irse si no cooperaba. Otro hombre, que se hacía llamar “El Cóndor”, le pidió a Rivas que denunciara a otro estudiante que, según afirmaba “El Cóndor”, había participado en una movilización contra el gobierno.

MATAR AL OBISPO SILVIO BÁEZ ERA LA ORDEN

Finalmente, Rivas fue llevado a una tercera sala. Allí, “El Cóndor” lo presentó a un hombre encapuchado. “El Cóndor” le dijo: “Habla con él, él te puede ayudar a salir”.

El hombre encapuchado se acercó y le dijo que nada de lo que Rivas había dicho era de utilidad y señaló que si quería irse tendría que leer un texto frente a una cámara. El texto consistía en una confesión de que él había cometido diversos delitos, incluidos asesinatos y quema de edificios. Rivas cumplió con la exigencia. El encapuchado le entregó a Rivas un teléfono celular y le dijo que llamaría en unos días y que recibiría instrucciones. Y que si no cumplía alguien mataría a su familia.

Los policías condujeron a Rivas de regreso a Managua y lo dejaron en una calle cerca de su casa. “Me dijeron: no le digas a nadie lo que pasó”. Tres días después de su liberación, el teléfono celular sonó. Una voz similar a la del hombre encapuchado le ordenó que matara al obispo Silvio Báez, asegurándole que la policía lo protegería una vez que lo hubiera hecho. Rivas no cumplió la orden y escapó a Costa Rica.

“DOLÍA TANTO...GRITABA, LLORABA”

Este relato se basa en una entrevista con Jossiel Espinoza (seudónimo), de 26 años, realizada en julio de 2018.

Un día de fines de mayo de 2018, Espinoza se trasladaba desde los tranques de manifestantes en una de las universidades de Managua hasta la casa de un amigo, cuando lo interceptaron cerca de 40 hombres encapuchados que conducían camionetas y automóviles. Inmediatamente lo golpearon, le introdujeron una media en la boca y le ataron las manos.

“Me llevaron a una prisión clandestina. Parecía una hacienda, un edificio nuevo”. Calculó que entre 40 y 60 personas trabajaban en ese centro de detención clandestino.

Allí, varios policías interrogaron a Espinoza y lo sometieron a diferentes formas de tortura y malos tratos, incluidas descargas eléctricas, golpizas, violación sexual, privación del sueño y simulacros de ejecución. “Me hicieron acostar en el piso, con la cara cubierta por un trozo de tela y me arrojaron un balde de agua en la cara, me ahogaba. Recuerdo que me desmayé y que luego me estaban intentando reanimar y yo vomitaba agua por la nariz y la boca”.

Los que estaban al mando del centro de detención clandestina lo arrojaron desnudo a una celda y le administraron descargas eléctricas con un chuzo y una chicharra eléctrica, evitando que se durmiera. “Dolía tanto que sentí que el corazón se me salía del pecho. Me arrojaban agua y luego me aplicaban la electricidad cada vez que veían que me estaba durmiendo. Me torturaron con descargas eléctricas en los genitales. Gritaba del dolor y luego lloraba”.

“ESA TORTURA ME QUEBRÓ”

Espinoza dijo que había alrededor de otros 20 detenidos, que eran torturados en el centro, incluidos algunos, a los que colgaban del techo por las muñecas y a otros a los que les arrancaban las uñas.

En algún momento, escuchó sonidos de una habitación cercana que supuso provenían de una muchacha que estaba siendo violada sexualmente. Él gritó que dejaran de hacerlo. “Por este motivo me torturaron introduciéndome la manigueta de un lanzamortero en el ano. Grité. Me dijeron que lo recordaría toda mi vida. Pateaban el tubo mientras me lo introducían, hasta que me hicieron sangrar... Pasé varios días con un dolor intenso y no dejaba de sangrar. Eso me quebró”.

Espinoza explicó que luego fue obligado a grabar un video autoincriminatorio: “Me hicieron aprender un guion mientras me apuntaban con un rifle AK 47. Me obligaron a hablar ante una cámara y a decir lo que ellos querían: que yo era miembro de un grupo terrorista, que mataría al obispo Silvio Báez y que teníamos armas”.
Cuando fue liberado la policía le advirtió a Espinoza que no contara lo sucedido en el centro de detención clandestino. Lo subieron a un automóvil y lo dejaron en una calle con instrucciones de que rezara y contara antes de mirar hacia atrás. Luego se alejaron y cuando Espinoza levantó la vista, ya se habían ido. Espinoza huyó a Estados Unidos.

HABLAMOS CON DETENIDOS Y PROCESADOS

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hasta febrero de 2019, por lo menos 777 personas habían sido detenidas durante la represión de manifestaciones y actividades contra el gobierno.

El 29 de febrero de 2019 la presidenta de la Corte Suprema, Alba Luz Ramos Vanegas, señaló: “No hay presos políticos en Nicaragua y todos los aprehendidos son presentados a la justicia por haber cometido algún delito durante los tranques en los meses de abril a julio”.

Human Rights Watch analizó los casos de 15 personas procesadas por supuestos delitos vinculados con su participación en las manifestaciones u otras actividades contra el gobierno. Los 15 casos incluyen, tanto a conocidos activistas como a ciudadanos de a pie, de entre 20 y 63 años, que participaron en las manifestaciones o que formularon declaraciones críticas contra el gobierno en siete ciudades de Nicaragua: Estelí, Jinotepe, León, Managua, Matagalpa, Masaya y Nueva Guinea.

Algunos han expresado críticas al gobierno de Ortega desde hace tiempo, mientras que en otros casos se trataba de personas que antes apoyaban incondicionalmente al gobierno, pero comenzaron a cuestionarlo al intensificarse la represión contra los manifestantes. En todos los casos, se acusó a los manifestantes de delitos graves y violentos.

PROCESOS JUDICIALES PLAGADOS DE ABUSOS

En todos los procesos judiciales que analizamos se cometieron violaciones a las garantías del debido proceso y a otros derechos.

-Se los mantuvo incomunicados antes de ser llevados ante un juez y en 12 de los 15 casos estuvieron detenidos más de dos días hasta ser presentados ante un juez, en violación al plazo máximo de 48 horas previsto en la Constitución.

En 5 de los casos que documentamos, sus familiares o abogados manifestaron no haber tenido información sobre su paradero durante períodos de entre 4 y 22 días. Cuatro de esos casos constituyeron desapariciones forzadas, conforme a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Varios detenidos contaron a sus familiares haber sufrido golpizas, torturas o maltratos durante la detención. Incluso, se les había negado acceso a atención de salud.

-A menudo, autoridades policiales en Managua organizaron conferencias de prensa en las cuales mostraron a los detenidos ante la prensa, acusándolos de “terroristas” antes de llevarlos ante un juez. Después, los medios de comunicación oficialistas lanzaban una campaña de desprestigio en la cual los calificaban de “terroristas” y los mostraban encadenados y con ropa de presidiarios, violando así su derecho a la presunción de inocencia.

-Se privó a las personas detenidas de su derecho a conversar en forma libre y privada con sus abogados. En dos casos en los que se permitió a los abogados defensores visitar a sus clientes en la cárcel, tuvieron que hablar con ellos en presencia de policías, guardias penitenciarios, fiscales y/o jueces.

-Se realizaron audiencias judiciales a puertas cerradas. El derecho interno y los estándares interamericanos de derechos humanos exigen celebrar audiencias abiertas, salvo en determinadas circunstancias. A familiares de los detenidos y a los medios considerados críticos del gobierno se les impidió ingresar a las audiencias, en especial cuando se iniciaba un proceso penal.

Se permitió a los familiares ingresar a la sala una vez finalizados los procedimientos, para ver a los acusados por unos minutos. En agosto de 2018 la Corte Suprema prohibió a órganos internacionales de derechos humanos ingresar a los tribunales durante las audiencias.

Combinadas, todas estas violaciones de derechos humanos cercenan gravemente el derecho de los acusados a un juicio justo.

FALTA DE INDEPENDENCIA DE TODO EL SISTEMA DE JUSTICIA

Nuestros hallazgos son consistentes con violaciones identificadas por órganos de derechos humanos internacionales. En enero de 2019, la CIDH concluyó lo siguiente: “Las cientos de detenciones arbitrarias; la criminalización selectiva y masiva de manifestantes, personas defensoras de los derechos humanos, periodistas, estudiantes, líderes sociales y opositores al gobierno bajo cargos infundados y desproporcionados; el patrón sistemático de violaciones a las garantías del debido proceso; la falta de efectividad del recurso de exhibición personal; las irregularidades respecto a la defensa legal y la publicidad de los procesos; así como la apertura de procesos relacionados con figuras penales como las de terrorismo, interpretadas en forma incompatible con la vigencia de la sociedad democrática; el incumplimiento de órdenes de libertad a favor de quienes participaron de las protestas en el país; y en general, la manipulación del derecho penal para la judicialización de toda oposición, han puesto de manifiesto la falta de independencia del sistema de administración de justicia nicaragüense en su conjunto”.


FRAGMENTOS DEL INFORME DE HUMAN RIGHTS WATCH TITULADO “BRUTAL REPRESIÓN – TORTURAS, TRATOS CRUELES Y JUICIOS FRAUDULENTOS CONTRA MANIFESTANTES Y OPOSITORES EN NICARAGUA”.