Juan José Tamayo Acosta
El Papa ha nombrado al cardenal Carlos Aguiar Retes arzobispo de México en sustitución
del cardenal Norberto Rivera Carrera, que ha regido la archidiócesis primada
durante 22 años. Hasta llegar a la cúpula episcopal mexicana, monseñor Aguiar
Retes ha hecho una larga y exitosa carrera eclesiástica. En 1997 fue nombrado
obispo de la diócesis de Texcoco por Juan Pablo II. Ejerció la secretaría de la
Conferencia Episcopal Mexicana (CEM). Unos años después asumió la
vicepresidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Dirigió la CEM
durante dos periodos. En 2009 fue nombrado arzobispo de Tlalnepantla, del
Estado de México, por Benedicto XVI. Presidio el CELAM de 2011 a 2015. El Papa
Francisco lo elevó al cardenalato en 2016. Cada uno de los tres últimos papas
lo ha ido “ascendiendo” hasta colocarlo en la sede metropolitana de México.
Se le considera estrechamente vinculado a los sectores más influyentes del PRI,
con quienes está políticamente en connivencia. Es amigo del presidente Peña
Nieto desde que este fuera gobernador el Estado de México. Su ministerio
episcopal no se ha caracterizado precisamente por prácticas colegiales. Su
ejercicio del poder parece haber tenido tintes autoritarios.
“Efectivamente, las figuras relevantes de la Teología de la Liberación (TL) son
personas ancianas y, como tal, como la expresión de lo que fue, está muy está
anciana, si no es que ya está muerta… Hoy en día no está más el tema de la
teología de la liberación, que había sido planteada con una base sociológica
que no cuadraba con la base teológica”.
¿Quién fue el autor de declaraciones tan despectivas
e irrespetuosas contra la TL? No los sectores lefebvristas, neoconservadores o
integristas de la iglesia católica. Tampoco la Congregación para la Doctrina de
la Fe, tan propensa, durante los pontificados anteriores, a desacreditar las
tendencias teológicas que no coincidían con la teología romana. Fueron
pronunciadas por monseñor Carlos Aguiar Retes en Roma en 2015 al salir de una
audiencia con el Papa Francisco con motivo de la despedida de la presidencia
del CELAM, y difundidas por la Agencia Católica de Información ZENIT.
Más aún, las pronunció justamente cuando
el Papa Francisco daba muestras de acercamiento a dicha teología casi a diario:
recibió a Gustavo Gutiérrez en audiencia en el Vaticano; levantó la suspensión
a divinis de Miguel D’ Escoto; había publicado la Exhortación Apostólica La
alegría del Evangelio y la Encíclica Laudato Si. Sobre el cuidado de la casa
común, para cuya redacción solicitó el asesoramiento y la colaboración del
teólogo de la liberación brasileño Leonardo Boff, sancionado en dos ocasiones
durante el pontificado de Juan Pablo II por el cardenal Ratzinger siendo
presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Ante las numerosas y muy severas críticas que recibió Aguiar Retes por tamaño
desprecio hacia la TL, el propio arzobispo quiso matizarlas en unas
declaraciones a NOTICELAM –plataforma digital del CELAM- que, a mi juicio,
pusieron más en evidencia su rechazo hacia dicha teología. En las nuevas
declaraciones recordaba la existencia de una corriente basada “en el análisis
marxista que llevó a una ideologización del mensaje evangélico” y creía
necesario re-direccionarla a través del desarrollo de “una teología de la
liberación con una base bíblico-espiritual”. Unas y otras declaraciones estaban
en plena sintonía con la Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de
la liberación, de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1984.
¿Qué revelan las afirmaciones tan poco
respetuosas con la TL y sus principales cultivadores en boca de un eclesiástico
tan cualificado: desconocimiento o, más sencillo todavía, confundir el deseo
con la realidad? Fuere una cosa u otra, o las dos a la vez, me gustaría
informar, siquiera someramente, al ex presidente del CELAM y actual arzobispo
de México del estado actual de la Teología de la Liberación (TL), que está muy
lejos de la ancianidad y mucho más todavía de la muerte que hace dos años por
Aguiar Retes. Quizá le lleve a cambiar de actitud o, al menos, a hablar con más
respeto de ella.
La TL, nacida en América Latina a finales de la década de los sesenta del siglo
pasado –apenas ha cumplido 45 años- es una de las corrientes más creativas del
pensamiento cristiano nacidas en el Sur, lejos de los centros de poder
político, económico y religioso, con señas de identidad y estatuto teológico
propios. No es, por tanto, una sucursal de la teología elaborada en el Norte.
Todo lo contrario: ha quebrado el norte-centrismo teológico, sea el moderno o
el postmoderno, el europeo o el norteamericano.
Viene siendo objeto de sospecha desde sus orígenes, y muy especialmente durante
los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto II. Ha recibido acusaciones
infundadas e indemostrables como defender la violencia, ser una sucursal del
marxismo, introducir la lucha de clases en la Iglesia, politizar
partidistamente el cristianismo… Muchos de sus cultivadores han sido
condenados, destituidos de sus cátedras y sus libros sometidos a una férrea
censura. La más grave de las condenas -comparable quizá a la del Syllabus del
papa Pío IX contra el modernismo-, fue la llevada a cabo por la citada
Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación, de la
Congregación para la Doctrina de la Fe bajo la presidencia del cardenal
Ratzinger.
Mas, a pesar de la persecución de que ha sido objeto, la TL no se ha rendido a
la ortodoxia vaticana, ni ha renunciado a sus primeras intuiciones ni al
principio-liberación, pero tampoco se ha quedado en la foto fija de sus
orígenes, ya que no es una teología perenne, inmune a los cambios, ni de la
razón pura, sino una teología de la razón práctica, histórica, in fieri, que se
reformula y reconstruye en los nuevos procesos de liberación.
Lo mismo que la TL en sus orígenes intentó responder a los desafíos sociales,
económicos, religiosos, espirituales, culturales del continente
latinoamericano, hoy sigue haciéndolo y se elabora a partir de los nuevos
sujetos que están emergiendo y protagonizan los cambios estructurales en la
sociedad y en las religiones: las mujeres doble o triplemente oprimidas por las
dictaduras del patriarcado, del capitalismo y del colonialismo en alianza; la
Tierra, sometida a la depredación del sistema de desarrollo científico-técnico
y económico voraz; el campesinado sin tierra; los pueblos indígenas y las
comunidades afroamericanas, humilladas durante siglo de dominación imperial;
las colectividades, cada vez más numerosas, excluidas por mor de la
globalización neoliberal; las religiones otrora destruidas por el cristianismo
imperial; las culturas estigmatizadas y destruidas; las espiritualidades
vinculadas a la Pachamama, sustituidas por la ascética de mortificación del
cuerpo.
Son todas ellas alteridades negadas que conforman los diferentes rostros de la
pobreza y la marginación, a quienes la TL reconoce como sujetos activos,
consciente de que se están empoderando y, desde su empoderamiento, contribuyen
a la superación del racismo, el sexismo, el clasismo, la homofobia. Así
colaboran en la lucha contra los etno-cidios, geno-cidios, bio-cidios y
epistemi-cidios causados por el paradigma de desarrollo de la modernidad
occidental.
De aquí han surgido nuevas tendencias teológicas de la liberación, todas ellas
contra-hegemónicas: teología feminista, indígena, afrodescendiente, campesina,
ecológica, queer, teología del pluralismo religioso, de la diversidad sexual.
Todo un mosaico de teologías y sabidurías que conforman el plural panorama de
la TL, que no es una anciana moribunda, sino que sigue viva y activa intentando
responder a los nuevos desafíos del continente latinoamericano.
Hoy está presente en el Sur Global y se ha hecho visible en el Foro Social
Mundial, donde ha creado su propio espacio religioso alter-globalizador, el
Foro Mundial de Teología y Liberación, que cuestiona las creencias crédulas,
revoluciona las conciencias de los creyentes y no creyentes y pretende
transformar sus prácticas alienantes en emancipatorias desde la convicción de
que “Otra teología es posible” ¡y necesaria! en plena sintonía con la consigna
de los Foros Sociales “Otro Mundo es Posible” y con las Epistemologías del Sur
que se están desarrollando en las diferentes disciplinas y saberes.
Si el ex presidente del CELAM quiso enterrar hace dos años a la TL, debía saber
que lo estaba haciendo con un ser vivo, y eso es un delito mayor y más grave
que el de considerarla anciana o muerta. ¡Qué lejos estaba entonces monseñor
Aguiar Retes –¿lo sigue estando ahora?- de los obispos latinoamericanos que
dijeron adiós al paradigma de la Iglesia conquistadora, colonial y
desarrollista e iniciaron el paradigma de la Iglesia de la liberación en la II
Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Medellín en 1968! Aquellos
pusieron las bases de la Iglesia de los pobres, que el papa Francisco está
haciendo realidad. Con sus declaraciones lo que parecía estar haciendo monseñor
Aguiar Retes era dinamitar dichas bases.
Con estos antecedentes, me pregunto: ¿puede esperarse del cardenal Aguiar Retes
un cambio de rumbo en la Iglesia mexicana en dirección a la Iglesia de los
pobres del Papa Francisco? ¿De entonces para acá habrá cambiado de opinión el
nuevo arzobispo de México sobre la Teología de la Liberación?