Miguel Antonio
Bernal V.
El
Siglo lunes 29 de mayo de 2017
Hace un año, destacaba a mis lectores que desde la llegada
y caida de la dictadura, Panamá mantiene una crisis de valores que nos
impide determinar qué valores debemos instituir.
Una sociedad sin brújula, dónde las autoridades se recrean practicando y
encubriendo la corrupción y venerando la Constitución de 1972, símbolo del
autoritarismo y totalitarismo, le está llegando la hora -quieralo o no-
de las definiciones de su presente y de su futuro inmediato.
La partidocracia mantiene su norte de
impedir- la libertad y la participación política de la ciudadanía. Estamos
hablando de la urgente necesidad de instituir una real, efectiva y transparente
libertad política que elimine la interminable cantidad de obstáculos existentes
en nuestro medio que impiden el actuar de la voluntad responsable de los
ciudadanos.
Apelo, una vez más a Fernando Savater cuando nos enseña que: “Al
hablar de libertad no me refiero a nada especialmente místico, sino a la
autonomía de los individuos en la colectividad para establecer y revocar leyes,
elegir y deponer a los gobernantes, disfrutar de garantías jurídicas y de la
posibilidad de explorar por cualquier medio no lesivo para otros la plenitud de
su subjetividad”.
Es obligatorio fotalecer los pasos,
mecanismos y procedimientos favorables a nuestras libertades políticas.
Hoy más que nunca, debemos emanciparnos de la miseria, de la tiranía de la
pobreza establecida, de la desigualdad, de la ignorancia. Para ello no podemos
permitir que se continue reduciendo la función de las instituciones y servicios
públicos a la defensa y protección de los privilegiados y sus privilegios.
En los meses por venir la crisis
de valores sin duda se acentuará y aumentará el peligro de nuestras libertades
políticas. El gobierno está dispuesto a reprimir para salvar su
cleptocracia. Por ello, debemos repudiar seguir siendo una guarida
financiera y rescatar nuestra pisoteada dignidad ciudadana nacional y
nuestra identidad nacional.