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TOMÁS MÜNTZER Y SUS APORTES A LA TEOLOGÍA CRISTIANA.


Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
Docente Universitario
Email: manningsuarez@gmail.com
Orcid: www.orcid.org/0000-0003-2740-5748
Google Académico:
https://scholar.google.es/citations?hl=es&pli=1&user=uDe1ZEsAAAAJ

Resumen

Este ensayo explora la figura de Tomás Müntzer (1489-1525), reformador radical alemán cuyas controvertidas enseñanzas influyeron significativamente en movimientos posteriores como el anabaptismo. Se analizarán sus aportes más importantes al desarrollo de la teología cristiana de su época, destacando su énfasis en la experiencia directa del Espíritu Santo, su crítica a las estructuras eclesiásticas y sociales establecidas, y su visión de una transformación social radical impulsada por la fe. Se examinará cómo su teología se diferenciaba de la de Martín Lutero, especialmente en lo que respecta al papel de la autoridad y la acción violenta para establecer el reino de Dios en la tierra. El ensayo busca ofrecer una comprensión profunda de la complejidad de su pensamiento y su impacto duradero en la historia del cristianismo.

Palabras Claves: Tomás Müntzer, Reforma Radical, Anabaptismo, Teología Cristiana, Espíritu Santo, Revolución, Guerra de los Campesinos, Siglo XVI.

Abstract

This essay explores the figure of Thomas Müntzer (1489-1525), a radical German reformer whose controversial teachings significantly influenced later movements such as Anabaptism. It will analyze his most important contributions to the development of Christian theology of his time, highlighting his emphasis on the direct experience of the Holy Spirit, his critique of established ecclesiastical and social structures, and his vision of a radical social transformation driven by faith. It will examine how his theology differed from that of Martin Luther, especially regarding the role of authority and violent action to establish the kingdom of God on earth. The essay aims to offer a deep understanding of the complexity of his thought and its lasting impact on the history of Christianity. Keywords Thomas Müntzer, Radical Reformation, Anabaptism, Christian Theology, Holy Spirit, Revolution, Peasants' War, 16th Century. and violent action to establish the kingdom of God on earth. The essay aims to offer a deep understanding of the complexity of his thought and its lasting impact on the history of Christianity.

Keywords: Thomas Müntzer, Radical Reformation, Anabaptism, Christian Theology, Holy Spirit, Revolution, Peasants' War, 16th Century.

Metodología

La metodología empleada para la elaboración de este ensayo es de carácter cualitativo, con un enfoque hermenéutico-histórico. Se realizará un análisis documental exhaustivo de fuentes primarias y secundarias relacionadas con la vida, obra y pensamiento teológico de Tomás Müntzer. La investigación se basará en la revisión crítica de textos académicos, artículos de revistas especializadas y documentos históricos disponibles en bases de datos como Google Académico, Scopus, Latindex, Dialnet y Scielo. Se prestará especial atención a la interpretación de sus escritos y sermones, así como a la contextualización de sus ideas dentro del marco de la Reforma Radical y la Guerra de los Campesinos. El análisis buscará identificar los elementos clave de su teología y su impacto en el desarrollo posterior de movimientos religiosos y sociales.

Objetivo General

Analizar y comprender los aportes teológicos más significativos de Tomás Müntzer al desarrollo de la teología cristiana en el contexto de la Reforma Radical del siglo XVI, y su influencia en movimientos posteriores como el anabaptismo.

Objetivos Específicos

1. Identificar los pilares fundamentales de la teología de Tomás Müntzer, con énfasis en su concepción del Espíritu Santo y la revelación directa.

2. Contrastar la teología de Tomás Müntzer con la de Martín Lutero, resaltando las diferencias en sus enfoques sobre la autoridad eclesiástica, la justificación y la acción social.

3. Evaluar el impacto de las ideas de Müntzer en el surgimiento y desarrollo del anabaptismo y otros movimientos radicales de la Reforma.

4. Explorar la relación entre la teología de Müntzer y su participación en la Guerra de los Campesinos, analizando su visión de una transformación social y política basada en principios religiosos.

5. Sintetizar las implicaciones de la teología de Tomás Müntzer para la comprensión contemporánea de la fe, la justicia social y el compromiso cristiano en la vida diaria.

Contenido

1. La Teología Radical de Tomás Müntzer: Fundamentos y Rupturas Tomás Müntzer (1489-1525) emerge en el convulso escenario de la Reforma Protestante como una figura singular y profundamente radical, cuyas ideas y acciones lo distanciaron tanto de la ortodoxia católica como de las propuestas reformadoras de Martín Lutero.

Su teología se fundamentó en una experiencia mística y carismática del Espíritu Santo, a la que consideraba la única fuente de autoridad y revelación divina.

Para Müntzer, el cristianismo auténtico no residía en la adhesión a dogmas o escrituras, sino en una transformación interior profunda, un encuentro directo con Dios que purificaba el alma y capacitaba al creyente para recibir la verdadera fe.

Esta concepción del Espíritu Santo como guía interior lo llevó a una crítica feroz de las estructuras eclesiásticas y sociales de su tiempo.

A diferencia de Lutero, quien enfatizaba la justificación por la fe a través de la gracia divina y la autoridad de las Escrituras, Müntzer sostenía que la verdadera fe solo podía ser alcanzada a través de un sufrimiento interior y una experiencia directa del Espíritu, independiente de mediaciones externas como la Biblia o el bautismo. Esta postura lo llevó a rechazar la autoridad de los príncipes y de la jerarquía eclesiástica, a quienes consideraba corruptos y ajenos a la verdadera voluntad divina. Para Müntzer, solo aquellos que habían recibido el Espíritu en sus corazones eran los elegidos y estaban en verdadera comunión con Dios, siendo estos a menudo laicos y no clérigos. La influencia de los místicos alemanes fue crucial en la formación del pensamiento de Müntzer.

Estos místicos, que ponían el énfasis en la imitación del sufrimiento y muerte de Cristo, resonaron con la idea de Müntzer de que la confusión interna (Anfechtung) era un prerrequisito para encontrar el Espíritu Santo en lo más profundo del alma (Seelenabgrund).

Esta experiencia mística, unida a su interpretación radical de la revelación divina, lo llevó a la convicción de que el papel de los elegidos era purgar el mal del mundo para acelerar la segunda venida de Cristo.

Esta visión apocalíptica y revolucionaria lo impulsó a abogar por una teocracia cristiana establecida por la fuerza, si fuera necesario, para transformar el mundo (Lutheran Reformation. (2017).1

2. Müntzer y el Anabaptismo: Conexiones y Discrepancias

La relación entre Tomás Müntzer y el movimiento anabaptista es compleja y ha sido objeto de debate historiográfico. Si bien Müntzer no fue un anabaptista en el sentido estricto del término, sus ideas y acciones tuvieron una influencia innegable en el surgimiento y desarrollo de este movimiento radical de la Reforma.

La defensa de Müntzer de una iglesia de creyentes, separada del estado y compuesta por aquellos que habían experimentado una conversión genuina, resonó con los principios anabaptistas del bautismo de creyentes y la autonomía de la congregación.

Su énfasis en la experiencia interior del Espíritu Santo, la crítica a la infantilidad espiritual de la iglesia establecida y la búsqueda de una transformación social radical, fueron elementos que encontraron eco en las comunidades anabaptistas. Müntzer, al igual que muchos anabaptistas, rechazaba la validez del bautismo infantil y abogaba por una fe consciente y personal. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los anabaptistas, que eran pacifistas y buscaban la separación del mundo, Müntzer promovía activamente la acción violenta para establecer el reino de Dios en la tierra, lo que lo llevó a liderar la Guerra de los Campesinos.

Aunque algunos grupos anabaptistas posteriores invocaron su nombre y sus ideas, especialmente aquellos con inclinaciones más revolucionarias, la corriente principal del anabaptismo se distanció de su radicalismo violento. No obstante, la figura de Müntzer sirvió como un catalizador para el pensamiento anabaptista, impulsando la reflexión sobre la relación entre la fe, la sociedad y la acción política en un contexto de profunda efervescencia religiosa y social (Jacobin Revista. (2024, 18 de junio).2

3. La Teología de la Revolución y la Guerra de los Campesinos

La teología de Tomás Müntzer no puede entenderse plenamente sin considerar su implicación directa en la Guerra de los Campesinos alemanes (1524-1525).

Para Müntzer, la reforma religiosa y la transformación social eran inseparables. Su visión apocalíptica lo llevó a creer que era el momento de purgar el mal del mundo y establecer una nueva orden social justa, una teocracia donde los gobernantes serían guiados por el Espíritu y la espada sería utilizada para el bien de los elegidos (Lutheran Reformation. (2017).1

Ante la inacción de los príncipes, a quienes consideraba traidores a la voluntad divina, Müntzer formó la "liga de los elegidos" y lideró a los campesinos en una revuelta violenta contra las autoridades eclesiásticas y gubernamentales.

Su "Sermón ante los príncipes" (julio de 1524) es un claro ejemplo de su teología política, donde instaba a los gobernantes a cumplir su papel como instrumentos de Dios para la justicia, advirtiéndoles de las consecuencias si no lo hacían.

La derrota de los campesinos y la ejecución de Müntzer en 1525 marcaron el fin de su proyecto revolucionario, pero sus ideas sobre la justicia social, la igualdad y la necesidad de una transformación radical del mundo continuaron resonando en movimientos posteriores.

Su teología de la revolución, aunque controvertida, representa un intento audaz de aplicar los principios religiosos a la esfera política y social, buscando un cambio profundo en la estructura de poder y en la vida de las personas (Reyes Camargo, R. (2018).3

4. Aportes Teológicos Clave de Tomás Müntzer

Los aportes de Tomás Müntzer a la teología cristiana, aunque a menudo eclipsados por su activismo revolucionario, son significativos y complejos.

Su principal contribución radica en su radicalización del concepto de la experiencia religiosa y la revelación. Müntzer insistió en que la verdadera fe no era una mera aceptación intelectual de doctrinas, sino una vivencia personal y transformadora del Espíritu Santo (Lutheran Reformation. (2017).1  

Este énfasis en la experiencia directa y carismática de Dios, más allá de las Escrituras o la mediación eclesiástica, lo sitúa como un precursor de corrientes místicas y pietistas posteriores.

Otro aporte fundamental fue su teología de la cruz y el sufrimiento. Influenciado por los místicos alemanes, Müntzer creía que el verdadero cristiano debía imitar el sufrimiento de Cristo, pasando por una profunda "Anfechtung" o confusión interna, que era el camino necesario para la purificación del alma y el encuentro con el Espíritu (Lutheran Reformation. (2017).1   

Esta visión contrastaba fuertemente con la teología luterana de la "sola fide" y la "sola scriptura", que Müntzer consideraba insuficientes para una verdadera transformación espiritual y social.

Además, Müntzer desarrolló una teología política que fusionaba lo espiritual con lo temporal de una manera sin precedentes. Para él, la reforma de la Iglesia implicaba necesariamente la reforma de la sociedad. Su concepto de la "teocracia" o el "reino de Dios en la tierra" no era una utopía abstracta, sino un proyecto concreto de transformación social y política, donde los "elegidos" tenían la misión divina de establecer la justicia y erradicar el mal, incluso mediante la fuerza.

Esta visión, aunque controvertida y trágicamente aplicada en la Guerra de los Campesinos, representa un intento radical de integrar la fe y la acción social en una teología coherente.

Finalmente, su crítica a la autoridad establecida, tanto eclesiástica como secular, y su defensa de los derechos de los oprimidos, lo convierten en una figura relevante para la teología de la liberación y los movimientos de justicia social.

Müntzer no solo denunció la corrupción de la Iglesia y los príncipes, sino que también propuso una alternativa radical basada en la igualdad y la justicia divina, desafiando las estructuras de poder de su tiempo (Reyes Camargo, R. (2018).3

Conclusiones

La figura de Tomás Müntzer, a pesar de su trágico final y la controversia que aún hoy rodea su legado, ofrece valiosas lecciones y aportes a la teología cristiana y a la vida diaria de las personas.

Su insistencia en la experiencia directa del Espíritu Santo nos recuerda la importancia de una fe viva y personal, que va más allá de la mera observancia de ritos o la aceptación intelectual de dogmas.

En un mundo donde la espiritualidad a menudo se reduce a formalismos, Müntzer nos invita a buscar una conexión profunda y transformadora con lo divino, una experiencia que purifique el alma y nos impulse a la acción (Lutheran Reformation. (2017).1

Su crítica a las estructuras de poder corruptas, tanto eclesiásticas como seculares, resuena con la necesidad actual de una constante autocrítica y reforma en las instituciones.

Müntzer nos enseña que la fe no debe ser un refugio de la inacción, sino una fuerza que nos impulse a cuestionar las injusticias y a luchar por un mundo más equitativo.

Su visión de una teocracia, aunque fallida en su implementación violenta, subraya la aspiración de que los principios de justicia y equidad divina guíen la organización de la sociedad (Reyes Camargo, R. (2018).3

Para la vida diaria, el legado de Müntzer nos desafía a no conformarnos con una fe pasiva, sino a ser agentes de cambio en nuestro entorno.

Nos invita a reflexionar sobre el papel de la fe en la búsqueda de la justicia social y a no temer al compromiso, incluso cuando este implique desafiar el status quo.

Sin embargo, su historia también nos advierte sobre los peligros del fanatismo y la violencia como medios para alcanzar fines religiosos o sociales.

La transformación genuina, aunque inspirada por principios divinos, debe respetar la dignidad humana y buscar caminos de diálogo y construcción, en lugar de la imposición y la destrucción (Jacobin Revista. (2024, 18 de junio).2

En última instancia, Tomás Müntzer nos recuerda que la teología no es una disciplina abstracta, sino una fuerza viva que puede y debe impactar la realidad.

Su vida y obra nos invitan a una fe comprometida, que busca la verdad, la justicia y la transformación del mundo, siempre con discernimiento y amor por el prójimo.

Referencias Bibliográficas

[1] Lutheran Reformation. (2017). Las Caras de la Reforma, Tomas Muntzer. Recuperado de https://lutheranreformation.org/wp-content/uploads/2017/08/ref500-Muntzer_Handout_Spanish.pdf

[2] Jacobin Revista. (2024, 18 de junio). El igualitarismo radical de Thomas Müntzer. Recuperado de https://jacobinlat.com/2024/06/el-igualitarismo-radical-de-thomasmuntzer/

[3] Reyes Camargo, R. (2018). La teología política de Thomas Müntzer. Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, LVII(149), 11-22. Recuperado de https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/filosofia/article/download/36630/40305/138914

[4] Jacobin Revista. (2025, 24 de junio). Thomas Müntzer: 1525-2025. Recuperado de https://jacobinlat.com/2025/06/thomas-munzer-1525-20252/

[5] Tamayo, J. J. (2017, 8 de diciembre). La reforma radical: Thomas Müntzer. Lupa Protestante. Recuperado de https://www.lupaprotestante.com/thomas-muntzer/

[6] Viento Sur. (2022, 22 de septiembre). Un contratiempo llamado Thomas Münzer. Recuperado de https://vientosur.info/un-contratiempo-llamado-thomas-munzer/




Humanidades ambientales: tiempo de saberes nuevos

 Por: Guillermo Castro H.

 

“No hay obra permanente,
porque las obras de los tiempos de reenquiciamiento y remolde
son por esencia mudables e inquietas; no hay caminos constantes,
vislúmbranse apenas los altares nuevos, grandes y abiertos como bosques.
De todas partes solicitan la mente ideas diversas
–y las ideas son como los pólipos,
y como la luz de las estrellas, y como las olas de la mar.
Se anhela incesantemente saber algo que confirme,
o se teme saber algo que cambie las creencias actuales.”
José Martí, 1882[1]

 

De reenquicimiento y remolde son estos tiempos, sin duda. De eso nos hablan – en lo que hace al conocer de nuestra época, y a las creencias en cambio- los historiadores Christophe Bonneuil y Jean-Baptiste Fressoz en lo que hace al Antropoceno como ámbito de relación entre la especie humana y el planeta del que hace parte.[2] Ese nombre, nos dicen, designa a “nuestra época, nuestra condición”, que está en curso desde fines del siglo XVIII y es a un tiempo “el signo nuestra potencia, pero también de nuestra impotencia”:

 

Es una tierra cuya atmósfera está alterada por el billón cuatrocientos mil millones de toneladas de CO2 que le hemos echado al quemar carbón y petróleo. Es un tejido vivo empobrecido y artificializado, impregnado por una muchedumbre de nuevas moléculas químicas de síntesis que modifican hasta nuestra descendencia. Es un mundo más caliente y más pesado de riesgos y de catástrofes, con una cubierta glacial reducida, mares más altos, climas desarreglados.

 

En un mundo tal, lo que encaramos “no es una crisis medioambiental, es una revolución geológica de origen humano.” Y, al propio tiempo, es una revolución en nuestras posibilidades de comprensión del alcance de las relaciones entre las sociedades humanas y la naturaleza de la que hacen parte, y de la cual dependen para su existencia actual y su desarrollo futuro. Desde esa perspectiva, pensar a esta época como un acontecimiento histórico que vincula de un modo nuevo las ciencias de lo natural y de lo humano, tan meticulosamente separadas desde mediados del siglo XIX, permite observar que en esta circunstancia no basta ya con la acumulación de datos científicos para comprometer las revoluciones/ involuciones necesarias, cuya comprensión demanda “forjar nuevos relatos y, por tanto, nuevos imaginarios para el Antropoceno. Repensar el pasado para abrir el porvenir.”

Propuesto por primera vez en febrero de 2000, durante un coloquio del Programa Internacional Geósfera- Biosfera en Cuernavaca, México, la idea del Antropoceno inauguró el debate acerca del paso del Holoceno – la época posterior a la última glaciación, en que la Humanidad encontró en el planeta las condiciones para el desarrollo de la agricultura y la creación de civilizaciones- a una época geológica nueva, en cuya formación los humanos han desempeñado, y desempeñan, un papel de primer orden.

En particular, el Antropoceno se caracteriza por “un incremento inaudito de la movilización humana de energía: primero el carbón, luego los hidrocarburos y el uranio han acrecentado el consumo de energía en un factor dieciséis en el siglo XX.” Este salto energético del Antropoceno. En ese proceso

 

Los pastizales, los cultivos y las ciudades, que representaban el 5 % de la superficie terrestre en 1750 y el 12 % en 1900, terminaron por cubrir actualmente cerca de un tercio de esa superficie. Contando los biomas parcialmente antropizados, se considera que hoy el 83 % de la superficie emergida no congelada del planeta está bajo la influencia humana directa (Ellis, 2011). El 90 % de la fotosíntesis en la Tierra se hace en esos “biomas antropogénicos”, es decir, en conjuntos ecológicos dispuestos por los seres humanos.

 

A través de ese panorama, el Antropoceno, la edad de los humanos, abrió en la geocultura del sistema mundial “un punto de encuentro de geólogos, ecólogos, especialistas en el clima y del sistema Tierra, historiadores, filósofos, ciudadanos y movimientos ecologistas para pensar en conjunto esta edad en la que la humanidad se volvió una fuerza geológica importante.” Todo esto ha inaugurado “un nuevo campo de investigación absolutamente fundamental para el crecimiento de las ciencias naturales y de las humanidades.”

Ese campo se ubica en un marco de referencia que renueva nuestra comprensión de la crisis ambiental contemporánea, trascendiendo la idea misma del “entorno” como “lo que nos rodeaba, el lugar de donde íbamos a extraer los recursos, abandonar los desechos, o bien... aquel que se debía en ciertos puntos dejar virgen”, y permitía a los economistas considerar como externalidades a los procesos de degradación ambiental. Desde esa perspectiva, las figuras del parque natural, los ecosistemas, el entorno y el “desarrollo sostenible” permitían reconocer a la naturaleza “como esencial, pero separada de nosotros. No parecía para nada que ella planteara limite serio al crecimiento, consigna entonada a todo pecho por los jefes de empresa, los economistas ortodoxos y los decididores políticos sin proyecto.”

En el Antropoceno, por contraste, en lugar del entorno tenemos el sistema Tierra, con lo cual.

 

Los procesos ecobiogeoquímicos globales y profundos que hemos perturbado, hacen irrupción en el corazón de la escena política y de nuestras vidas cotidianas. […] Salidos del progreso lineal e inexorable, que estaba encargado de hacer callar a los que criticaban el mundo liberal, industrial y consumista, acusándolos de querer que retrocediéramos, de acá́ en adelante el devenir de la Tierra y el conjunto de sus seres es lo que está en juego. Y este devenir incierto, plagado de efectos de umbral, no se parece para nada al apacible río prometido por la ideología del progreso.

 

Así, dicen, la idea de Antropoceno anula la separación entre naturaleza y cultura, entre historia humana e historia de la vida y de la Tierra.

Para Fressoz y Bonneuil, el Antropoceno nos coloca ante una doble realidad. Por un lado está el hecho de que la Tierra “ha visto otras vidas desde hace cuatro mil millones de años, y que la vida proseguirá́ bajo una forma u otra, con o sin humanos, fuesen o no fuerza telúrica.” Por otro, el de que “los nuevos estados a los que lanzamos la Tierra serán portadores de trastornos, penurias y violencias que la volverán más difícilmente habitable por los humanos. En este sentido, lo que importa es entender que el Antropoceno “es un punto de no-retorno. Designa un desarreglo ecológico global, una bifurcación geológica sin regreso previsible a la ‘normal’ del Holoceno.”

Así, vivir en el Antropoceno es “habitar el mundo no-lineal y poco predecible de las respuestas del sistema Tierra, o más bien de la historia-Tierra, a nuestras perturbaciones.” Por lo mismo, el Antropoceno es también “un acontecimiento político”, que no será́ “un largo río tranquilo para las sociedades humanas” y podría revelarse “más conflictivo, más insidiosamente bárbaro de lo que lo fueron las guerras mundiales y los totalitarismos del siglo XX. Habitar menos espantosamente la Tierra se ha vuelto la apuesta del siglo XXI, bajo pena de sacudidas políticas y geopolíticas de importancia.”

Estamos, así, ante un problema político que es también una categoría de las ciencias del sistema Tierra. El Antropoceno, en efecto, demanda

 

arbitrar entre diversas fuerzas humanas antagonistas del planeta, entre las improntas causadas por diferentes grupos humanos (clases, naciones), por diferentes escogencias técnicas e industriales o entre diferentes modos de vida y de consumo. Importa entonces investir políticamente el Antropoceno para superar las contradicciones y los límites de un modelo de modernidad que se globalizó desde hace dos siglos, y explorar las vías de un descenso rápido y equitativamente repartido de la impronta ecológica de las sociedades.

 

En nuestro tiempo ya es imposible ocultar que las relaciones “sociales” están plagadas de procesos “ecosistémicos” y que los diversos flujos de materia, de energía y de información que atraviesan en diferentes escalas el sistema Tierra están con frecuencia polarizados por actividades humanas diferenciadas. Ante esta circunstancia, las ciencias humanas y sociales están en renovación, profundamente obligadas en la actualidad por el Antropoceno a pensar la nueva condición humana por fuera de este dualismo, y empujadas a franquear las fronteras mediante el desarrollo de campos que algunos (aún) consideran “híbridos”, como la historia ambiental, la ecología política y la economía ecológica, que apenas empiezan a tener alguna presencia en Panamá.

Ese desarrollo anuncia nuevas humanidades ambientales, que ya son imprescindible para el diálogo con lo que Bonneuil y Fressoz llaman las ciencias “inhumanas”. Con ello se abre el camino que lleve a superar la brecha entre las “dos culturas” inaugurada por el positivismo del XIX, para poner fin “al reparto celoso de los territorios y a la ‘guerra de las ciencias’”. Ese será un remedio contribuirá sin duda a aliviar aquella angustia “con que se vive en todas partes del mundo en la época de transición en que nos ha tocado vivir”, a que se refería José Martí en el mundo de su propio tiempo, que abriría eventualmente paso al que nos corresponde cambiar de rumbo hoy.[3]

 

 Ciudad del Saber, Panamá, 25 de julio de 2025

 


[1] “Prólogo a El Poema del Niágara”. Nueva York, 1882. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VII, 225.

[2] Bonneuil Ch. y Fressoz J. (2020). “El acontecimiento antropoceno”. Ciencias Sociales y Educación, 9(17), 251-280. Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia. https://revistas.udem.edu.co/index.php/Ciencias_Sociales/article/view/3414/3033

 

[3] Martí, José: “La exhibición sanitaria”. La América, Nueva York, mayo de 1884. Ibid., VIII, 437.

 

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