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00:00:00 Peschatore che va cantando
00:01:17 Saltarello chiamato Antonola
00:03:00 Saltarello ditto la traditorella
00:05:29 Fantasia
00:08:20 Peschatore che va cantando
00:08:44 Saltarello chiamato bel Fiore
00:10:12 Saltarello chiamato Rose Viole
00:11:47 Fantasia No. 22
00:13:24 Fantasia No. 9
00:16:57 Fantasie
00:20:39 Peschatore che va cantando
00:21:23 Pavana ditta la malcontenta - Saltarello de la preditta
00:24:27 Pavana chiamata la Desperata
00:28:53 Fantasia No. 21
00:32:30 Fantasia
00:36:41 Peschatore che va cantando
00:37:06 Pavana chiamata la Milanesa - Tochata da sonare nel fine del ballo
00:40:28 Fantasia No. 20
00:44:16 Tochata
00:45:05 Peschatore che va cantando
00:45:37 Pavana chiamata la Milanesa - Tochata da sonare nel fine del ballo
00:47:41 Fantasie No. 16
00:52:44 Peschatore che va cantando
00:53:15 Saltarello chiamato el Mazolo
00:53:53 Saltarello ditto el Burato
00:53:38 3 Fantasias: Fantasia casteliono
01:00:09 Peschatore che va cantando
La Festividad de la Santísima Trinidad
Por:
Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
En la Iglesia, extendida por
todo el mundo, existen los credos, que son declaraciones de “nuestras creencias
básicas acerca de Dios”. Existen en la
Iglesia tres Credos oficiales que son: El Credo Apostólico, El Credo Niceno y
el Credo de San Atanasio. Iniciemos
nuestra reflexión del tema con lo que señalan los credos de las personas de la
Trinidad.
Veamos primero la declaración
oficial de la Iglesia en el Credo Apostólico.
En este Credo solo encontraremos que tanto Dios Padre Todopoderoso,
Jesucristo, su único Hijo, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y
Subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre y finalmente el
Espíritu Santo. Los tres reciben el
mismo trato siendo los tres partes de aquello que llamamos “Dios”. Esta confesión de fe es la que se utiliza
cuando se celebra el sacramento del bautismo en la Iglesia.
En
la declaración Niceno Constantinopolitano se dice: “Creemos en el Espíritu
Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los
profetas” (Declaración del Credo Niceno sobre la persona del Espíritu
Santo). Aquí, más expresamente se
declara abiertamente que las tres personas son una sola divinidad y reciben por
igual, adoración y gloria. Las tres personas son una sola. Esta confesión de fe la utilizamos en las
celebraciones eucarísticas en las diferentes confesiones cristianas en todas
partes del mundo.
Y la tercera confesión de fe y
menos conocida es la de San Atanasio, que es un antiguo documento que proclama
la naturaleza de la Encarnación y de Dios en Trinidad. El mismo señala sobre el tema: “Y la Fe
Católica es ésta: que adoramos un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad,
sin confundir las Personas, ni dividir la Substancia; Porque es una la Persona
del Padre otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo Mas la Divinidad del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo es toda una, igual la Gloria, coeterna la
Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es
el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el
Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el
Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres
eternos, sino un solo eterno Como también no son tres incomprensibles, ni tres
increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo,
omnipotente es el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y,
sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente. Asimismo, el
Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, no
son tres Dioses, sino un solo Dios” ...
Y así san Atanasio va explicando cada uno de los elementos de las
declaraciones oficiales de la Iglesia sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Lo más importante de su
declaración es cuando señala: “Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo,
no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad
nadie es primero ni postrero, nadie mayor ni menor; Sino que todas las tres
Personas son coeternas juntamente y coiguales. De manera que, en todo, como
queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad”
… La Trinidad entonces es un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
En base a estas declaraciones
oficiales de la Iglesia, tenemos que decir: “Hay un solo Dios vivo y
verdadero, eterno, sin cuerpo, partes o pasiones, de infinito poder, sabiduría
y bondad; el creador y conservador de todas las cosas, así visibles como
invisibles. Y en la unidad de esta naturaleza divina hay tres Personas de una
misma substancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”
... Esto es la Santísima Trinidad.
La celebración de la
Festividad de la Santísima Trinidad, implica aún más para nuestras vidas
cotidianas. Jesucristo nos enseña que
todos los que os sigan son templos de la Santísima Trinidad… “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama,
mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada
con él… Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi
nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he
dicho.” (Juan 14,23.26). Celebremos
pues este año con alegría ser parte de este gran Misterio pues estas afirmaciones
se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la
liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios
y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" y con tú
espíritu. Amén (2 Cor. 13,13; cf. 1 Cor. 12,4-6; Ef. 4,4-6).
Sacerdote
Coronavirus, Historia y Salud Pública: ¿Es necesaria una Teoría?
Por: Marcos Cueto [1]
https://www.halacsolcha.org/index.php/halac/announcement/view/28
/ 2020-06-05
El pandemonio causado por la
pandemia de coronavirus en Brasil sugiere a los historiadores de la salud de la
región Latinoamericana --con los que me identifico desde hace unos
años—preguntas de cómo reencontrar orden e interpretaciones significativas en
su trabajo. Una manera de responder a esta interrogante es analizar propuestas
teóricas hechas dentro y fuera de nuestro campo. En esta breve nota quiero
destacar dos fuentes relevantes: los Determinantes Sociales de la Salud y la
Salud Planetaria; y agregar una menos conocida que plante junté con Steven
Palmer hace pocos años: la Cultura de la Sobrevivencia. Es verdad que las dos
primeras no tienen una sola versión y su intencionalidad no es solamente la
investigación social. A pesar de ello, creo que algunas de sus ideas nos pueden
ser útiles.
La idea de estudiar
mundialmente los Determinantes Sociales surgió hacia el año 2005 en una serie
de foros latinoamericanos e internacionales y se cristalizó en la Comisión de
los Determinantes Sociales de la Salud; una unidad independiente de la Organización
Mundial de la Salud. La Comisión, encabezada por el epidemiólogo británico
Michael Marmot, fue formada por científicos, sanitarios y políticos conocidos
por sus críticas al neoliberalismo.[1] Su idea central era entender y reducir
las desigualdades en las condiciones de vida y las vulnerabilidades de los más
pobres. Estos Determinantes se entienden como las condiciones sociales injustas
en las que las personas nacen, crecen, viven, envejecen y/o trabajan, y que los
hacen proclives a ciertas enfermedades. Estas desigualdades existen entre
países y dentro de los países y afectan en especial a los pobres, las mujeres,
a los grupos étnicos marginalizados y a las minorías sexuales. Es decir, es una
propuesta que ya no solamente observa los indicadores nacionales de salud o a
la cobertura de los sistemas sanitarios, sino que presta atención a las
inequidades internas.
Según los defensores de los
Determinantes, las tremendas desigualdades que existen en la salud y de origen
social se reflejan la marcada diferencia (en promedio 10 años) en la
expectativa de vida entre los indígenas de las áreas rurales y las pobladores
de las ciudades de países latinoamericanos, el desigual acceso a los sistemas
de agua segura en zonas urbano-marginales y las diferencias en las tasas de
mortalidad materna entre áreas rurales y urbanas. Ellas son evitables en gran
medida con infraestructura sanitaria, la adecuada nutrición y el acceso a los
centros de salud. Los Determinantes Sociales de salud son considerados no solo
el número o complejidad de los servicios de salud sino las condiciones
económicas y sociales en que los individuos viven y trabajan que incluyen el
salario, la educación, vivienda disponibilidad de alimentos, saneamiento
básico, y la intensidad de la discriminación (que puede ser por género, grupo
étnico, por orientación sexual o por raza).
Aunque es cierto que la
intencionalidad de los Determinantes es política, y a veces algo ingenua porque
supone que la presentación masiva de evidencias puede inducir decisiones racionales,
permite orientar la recolección de datos y el análisis de los lazos entre la
salud y la sociedad. Inspirados en esta propuesta podríamos estudiar las
inequidades social y sanitaria, tradicionalmente no modificadas
significativamente por las políticas oficiales.
Pensar los Determinantes
Sociales en la epidemia actual significa estudiar las vicisitudes del pasado
del crecimiento urbano sin crecimiento de servicios básicos, así como la
coexistencia de sistemas nacionales de salud –formalmente universales-- con
esfuerzos precarios por brindar saneamiento universal.
El segundo concepto, la Salud
Planetaria, apareció como una confluencia de las preocupaciones ambientales con
las urgencias sanitarias. Fue una superación de movimientos previos como One
Health (también conocido como One World, One Health) que entusiasmó a un buen
número de ambientalistas, veterinarios, científicos e inclusive a agencias como
la Organización Mundial de la Salud. El origen de One Health fue la
preocupación por enfermedades, como la influenza H5N1 que revelaban la
insalubridad de los sistemas comerciales masivos de crianza de animales
domésticos para el consumo humano, los daños causados por la extracción de
combustibles fósiles y la deforestación. Aunque en los últimos años la Salud
Planetaria ha sido apoyada por revistas médicas establecidas como The Lancet y
la Fundación Rockefeller; la propuesta es apoyada por activistas y estudiosos
del medio ambiente que desde los años ochenta promovían la idea de una nueva
Era geológica, denominada Antropoceno. La diferencia de esta Era con las
anteriores es que los seres humanos constituyen la mayor fuerza en la
definición de las características del planeta o, mejor dicho, en el deterioro
de los sistemas naturales que rodean a los seres humanos como el agua, el aire,
la tierra, el clima y la biodiversidad.[2]
Según los partidarios de la
Salud Planetaria, los mejores indicadores de salud alcanzados en muchos países
a fines del siglo XX, como el aumento en la esperanza de vida y el control de
antiguas dolencias infecciosas, son reversibles e inciertos porque fueron
conseguidos dilapidando recursos naturales no renovables y creando un modelo
urbano de existencia que crea serios problemas. Algunas investigaciones
científicas sustentaron el concepto explicando que la contaminación atmosférica
urbana, producida mayoritariamente por vehículos que utilizan carburantes
derivados del petróleo e industrias que se alimentan del carbón, constituye la
causa ambiental más importante de enfermedad y muerte prematura en varias
ciudades del mundo. La Salud Planetaria fue definida como una refundación de la
salud pública tradicional con poca atención a los factores medioambientales que
crean las condiciones ideales para varias enfermedades transmisibles. Según las
propuestas más audaces, las políticas sanitarias restringidas a la salud humana
serían insustentables y hasta contraproducentes si no se combinaban con mejoras
drásticas en el medio ambiente, el uso del agua, el sistema de eliminación de
desperdicios y los estilos de vida de las comunidades.
Sin embargo, no se
conoce lo suficiente del impacto y las contradicciones, coincidencias y
resistencias de los discursos que crearon ideales de bienestar y progreso
alrededor del crecimiento descontrolado de los centros urbanos, el ideal
inagotable de consumo de bienes y la destrucción de la naturaleza.
Pensar en la historia y en la
Salud Planetaria en la crisis del Covid-19 actual implica analizar las
condiciones por las que surgieron los mercados de animales vivos, así como la
historia del uso de agua destinada al consumo humano. Los brotes epidémicos del
SARS en Asia en el 2003, del H1N1 en México el 2009 y del Ébola en África en el
2014, desatados por la abusiva e insalubre producción industrial de animales
domésticos como pollos y cerdos, así como la caza de murciélagos para su
consumo humano, son los antecedentes del coronavirus actual y de la recurrencia
de un virus que cruza entre las especies ayudado por la acción económica
humana.
Hace pocos años, ensayé junto
con Palmer la idea de Cultura de la Sobrevivencia para explicar las
características y el legado de las respuestas sanitarias oficiales
insuficientes.[3] Esta Cultura de la Sobrevivencia tuvo dos características. La
primera consistía en el supuesto que controlar las enfermedades era sobre todo
un asunto tecnológico; cuyo cumplimiento dependía de pocos expertos y una buena
administración. Se asumía que la “racionalidad” se impondría a otro tipo de
prácticas sanitarias como las medicinas domésticas, indígenas, asiáticas o
afroamericanas que eran condenadas como primitivas por el Estado. La impronta
tecnologicista relegaba la construcción de sistemas sanitarios sólidos y
desdeñaba la participación comunitaria en el diseño de los programas de salud.
Las trompetas triunfalistas de la tecnología asumían que la tranquilidad
sanitaria podía alcanzarse sin la mejora de las condiciones de vida de la
mayoría de la población. Según un patrón oficial, no era responsabilidad de los
trabajadores de la salud luchar por una reforma social que minimice la
vulnerabilidad estructural en la sociedad; tan solo atender emergencias con los
recursos disponibles.
De esta manera, buena parte de
los programas sanitarios fueron paliativos y asistencialistas, con cierta
verticalidad y autoritarismo, adonde los expertos y las élites sabían lo que
convenia a la sociedad. Las soluciones efímeras normalizaron que algunas
personas no tuvieran pleno acceso a los servicios médicos y de infraestructura
sanitaria, es decir, que no fuesen considerados ciudadanos plenos. En algunos
casos se exageró la eficacia de conductas higiénicas para argumentar que los
pobres –que no seguían esas conductas—eran los culpables de su propia suerte en
las calamidades sanitarias (sin cuestionar porqué era dificil seguir los
dictados de la higiene en barrios miserables). Es decir, se fomentó una
percepción limitada de la saluc pública; una salida transitoria de las
emergencias. Estas actividades fugaces crearon expectativas de cortoplazo que
suponían que la sanidad oficial era apenas dádivas, como fumigaciones,
vacunaciones, medicamentos y hospitales, para que los menos favorecidos puedan
sobrevivir. De esta manera, se fomentó una resignación hacia las enfermedades
crónicas e infecciosas extendidas y la sanidad hegemónica renunció a ser una
actividad que asegurase lo que se esperaba de ella en las mejores versiones del
capitalismo; es decir, que junto con la educación, garantizara la igualdad de
oportunidades, contribuyendo al progreso individual en base al talento y
esfuerzo; independientemente de las marcas de nacimiento (como lugar, clase
social, género o etnicidad).
La segunda característica de
la Cultura de la Sobrevivencia fue que contribuyó a dos rasgos fundamentales de
los sistemas de salud Latinoamericanos: la discontinuidad y la fragmentación
institucional. Muchas programas sanitarios acabaron diluyéndose pasada la
emergencia o los recursos que recibian del exterior. Ello terminó provocando
confusión y un retroceso desordenado en los programas sanitarios que en muchos lugares
consolidaron ministerios de salud como confederacion de programas de control
semi-autónomos y desconectados entre sí. No se consideró adecuadamente la
evaluación de las dificultades o los logros alcanzados y la discontinuidad se
instaló como un rasgo esencial del trabajo sanitario pasados los brotes
epidémicos.
Sin embargo, esta no fue la
única manera de hacer salud pública. Existió un patrón alternativo de
resistencia, minoritario, que tuvo una perspectiva más holística y fue apoyado
por trabajadores de salud que priorizaban la participación comunitaria,
reconocian que la diversidad cultural exigía la adaptación de los mensajes
sanitarios y creían que las demandas por mejorar la salud eran una tribuna para
luchar por reformas sociales. Los que siguieron un patrón alternativo al
oficial carecieron generalmente de un marco teórico coherente, no eran parte
del núcleo de facultades universitarias y tuvieron dificultades en sobreponerse
a las asimetrías detendadas por el poder. Es importante senalar que es
frecuente encontrar casos de compromisos e incoherencias tanto en el patrón de
la Cultura de la Sobrevivencia como en el alternativo. Ello revela la
inestabilidad institucional en los paises Latinoamericanos y la inseguridad de
la mayoría de los empleos sanitarios que obligaron a los trabajadores de salud
a sobrevivir en la adversidad.
Actualmente, la Cultura de la
Sobrevivencia nos puede ayudar entender la tradición del énfasis exagerado en
balas mágicas como la cloroquina, la búsqueda de chivos expiatorios como China
y los imigrantes, y la fragmentación de las respuestas gubernamentales al
coronavirus. Y también comprender la resistencia a las respuestas oficiales.
Ojalá que en los próximos años
los historiadores de la salud encontremos una combinación creativa entre ideas
como las ideas descritas en este texto, así como con otras, para orientar y
potenciar nuestro trabajo e incrementar el necesario diálogo con otros
investigadores.
[1] Professor, Casa de Oswaldo Cruz, Fiocruz, Rio de Janeiro
e editor de História, Ciências, Saúde– Manguinhos
[1] Michael
Marmot and Richard G. Wilkinson, eds. Social Determinants of health. New York:
Oxford University Press, 2006. Un artículo que destaca la experiencia
latinoamericana en los determinantes sociales es: O. Solar & A. Irwin,
“Social Determinants, Political Contexts and Civil Society Action: A Historical
Perspective on the Commission on Social Determinants of Health,” Health
Promotion Journal of Australia 17:3 (2006):180-185.
[2] Bruno Latour. Facing Gaia: eight lectures on
the new climatic regime. Cambridge: Polity Press, 2017; C. Bonneuil y J.B.
Fressoz, J.B. The shock of the Anthropocene: the earth, history, and us.
London: Verso, 2016; H. Frumkin, A. Haines. “Global Environmental Change and
Noncommunicable Disease Risks.” Annual Review of Public Health, 40 (2019):
261-282.
[3] Marcos Cueto y Steven Palmer. Medicina e Saúde Pública
na América Latina: uma história. Rio de Janeiro: Editora Fiocruz, 2016.
Los ensayos de armas bacteriológicas de EEUU sobre su propia población
www.publico.es / 16-04-2020
Operación:
Sea-Spray.
Lugar: San Francisco, EEUU
Fecha: entre el 20 y 27 de septiembre de 1950.
Presidente: Harry S. Truman
Durante siete días, la Marina de EEUU lanzó,
desde mangueras gigantes a bordo de un dragaminas, una fuerte dosis de
bacterias Serratia Marcescens (SM) y Bacillus Globigii (BG) en forma de nube,
sobre 800.000 habitantes de la bahía. El lugar fue escogido por su proximidad
al mar, su densa población, sus rascacielos, y porque su propia niebla además
de camuflar la masa de patógenos ayudaría a extenderla a las ciudades
colindantes.
Objetivo: estudiar el impacto de dicha arma NO
sobre la salud de los seres humanos, sino sobre:
+Las corrientes del viento que portaban las
bacterias asesinas.
+La neblina que hacía de vehículo para
extenderlas a gran escala
+El tiempo que tardarían las bacterias en
alcanzar a otras regiones y la cantidad necesaria para infectarlas.
+Monitorear la vulnerabilidad de una gran urbe
a un ataque biológico, su huella sobre el medio ambiente, y la forma adecuada
de detenerlo.
Eligieron a la SM por dos razones:
1+ Ser una sustituta de la bacteria más letal
llamada Bacillus Anthracis (BA), el ántrax, el mismo que no fue enviado en 2003
por Sadam Husein en sobres a EEUU (siendo este otro pretexto
para bombardear la nación iraquí), sino por un agente del FBI
llamado Bruce E. Ivins, empleado de Instituto Militar para el Estudio de
Enfermedades Infecciosas durante 18 años, quien investigaba una vacuna contra
esta bacteria: contagió a 22 de sus compatriotas, y mató a cinco de ellos.
Produce un pigmento rojo que lo hace fácilmente
rastreable como "organismo marcador" en el mapeo de la propagación de
microbios en un espacio.
El mismo año, hicieron experimentos parecidos
en los condados de Calhoun (Alabama) y Key West (Florida), provocando un alto
índice de neumonía.
Resultado: todo un éxito para la industria
criminal de armas y sus representantes políticos, en lo que fue uno de los
mayores experimentos con armas bacteriológicas la historia. Las muestras
tomadas en 43 lugares de la propagación de las bacterias mostraron su
efectividad: Además de la bahía, las ciudades próximas fueron contaminadas por
los patógenos.
Los ciudadanos lo sabrían posteriormente gracias
al periodismo de investigación del diario Longday Newsday en 1976.
Pero la Operación Sea-Spray no fue ni la
primera ni la última en la que EEUU ensayó con armas biológicas.
Una
inquietante cronología
Según los datos publicados en la prensa estadounidense:
+ 1920: El ejército, en un ensayo con humanos,
roció con espray de SM un contingente de soldados norteamericanos, para
estudiar su impacto. Pronto sabrán que la SM provoca septicemia, infecciones
respiratorias, endocarditis, osteomielitis, infecciones oculares y meningitis.
+ Década de 1930: El Instituto Rockefeller de
Investigaciones Médicas (fundado en 1901) utilizó a los ciudadanos
estadounidenses como "conejillos de indias" -revela la revista
Whiteout Press-, infectándoles con células cancerosas, de forma encubierta.
Este instituto fue el descubridor del virus Zika en 1947.
+ 1942: El programa de armas biológicas de EEUU
se hace oficial por orden del presidente Franklin Roosevelt.
+ 1943: El Comando Médico del Ejército en Fort
Detrick, Maryland, investiga el uso de ántrax, brucelosis (que provoca la
fiebre de Malta), toxina botulínica, peste, peste bovina, la bacteria
Francisella tularensis, la Coccidioides (causante de la fiebre San Joaquín), la
rickettsia, entre otros, y su impacto sobre el medio ambiente, como armas
biológicas y utilizando organismos vivos. Este centro, entre los años 1954 y
1973, realizó la Operación Whitecoat, en la que estudiaba la fiebre Q, la
fiebre amarilla, y la peste bubónica sobre cientos de monos, todos muertos tras
un sufrimiento indescriptible.
Luego hicieron pruebas en al menos 2,200
personas sin su conocimiento, reclutadas a través de la Iglesia Adventista. Al
igual que los monos, eran atados a las sillas a la luz del sol mientras se les
rociaba con los patógenos (cabría pensar que les eligieron para castigarles por
ser objetores de conciencia y repudiar la guerra). El objetivo era estandarizar
el llenado de bombas de estos productos para ataques contra poblaciones con un
determinado número de miembros.
+ 1945: Proyecto Paperclip (Sujetapapeles),
nombre de la clave utilizada por la CIA y el Ejército para rescatar a los
científicos nazis y japoneses acusados de crímenes de guerra y ofrecerles
inmunidad e identidad falsa a cambio de trabajar para EEUU en proyectos de
armas secretas, entre ellas nucleares y microbiológicas.
+ 1947: Código de Nuremberg, redactado tras las
revelaciones de los experimentos con seres humanos en los campos de
concentración nazis y japoneses, establecía normas éticas en dichas
investigaciones, entre ellas, que deberían: 1) contar con el consentimiento del
voluntario y 2) que éste estuviera correctamente informado sobre el proceso y
las consecuencias del ensayo. Solo cuatro años después, EEUU violará el Código,
realizando uno de los mayores experimentos humanos de la historia en San
Francisco.
+ 1948: EEUU crea el Comité de Guerra
Bacteriológica y diseña un programa de experimentación con la población. El
mismo año, el Pentágono abre el Centro de Guerra Biológica en la isla de San
José de Panamá, un depósito de agentes venenosos, gas mostaza y agentes
nerviosos.
+ 1950: La operación Sea-Spray, antes
mencionada, provoca el ingreso de once vecinos de San Francisco en el Hospital
de Stanford aquejados de graves infecciones del tracto urinario. La enorme
cantidad de SM en el cuerpo de los enfermos alertó a la técnica de laboratorio
Anne Zuckerman, quien dio la voz de alarma. Los médicos, desconcertados,
desconocían su origen. La familia del único paciente fallecido, Edward J. Nevin
de 75 años, -que se recuperaba de una cirugía, y murió poco después debido a
una infección en las válvulas cardíacas -, intentó, sin éxito, demandar al
gobierno federal por su muerte.
La bacteria ha vuelto a aparecer en algunas áreas de la bahía, según The San Francisco Chronicle, mostrando su "inmortalidad". Este caso ha sido analizado por el experto en bioterrorismo Leonard Cole en su libro "Nubes de secreto".
+ 1951: El Ejército libera entre los
trabajadores negros del Centro de Suministros Industriales de Norfolk el hongo
Aspergillus fumigatus -que puede provocar enfermedades pulmonares y asma en
personas con sistemas inmunitarios debilitados-, para saber si los afroamericanos
eran más susceptibles a dicha infección.
+ 1954: "Síndrome del pañal rojo" fue
el nombre dado a un experimento en el Hospital Universitario de Wisconsin sobre
los recién nacidos contagiados con la bacteria SM. La orina de color rojo de
los bebés les permitía estudiar la mutación del patógeno.
+ 1965, mayo: El ejército libera la BG en el
Aeropuerto Nacional de Washington y rocía el terminal de autobuses de Greyhound
Lines con la bacteria. Decenas de pasajeros la llevaron a unas 35 ciudades en
siete estados.
+ 1966: En el Aeropuerto Nacional de Washington
rociaron las maletas de los pasajeros, entre el 7 y el 10 de junio de ese año,
y arrojaron bombonas llenas de material biológico por las rejillas de
ventilación del metro de Nueva York, exponiendo a un millón de personas.
"Porque hay muchos subterráneos en la URSS, Europa y América del Sur"
argumentaron, y querían ver su expansión.
+ 1967: El Pentágono detona proyectiles de
artillería y cohetes llenos de gas sarín (nervioso) en la Reserva Forestal de
Hawai que provoca el coma y la muerte de un número indeterminado de personas.
El objetivo de la prueba, llamada Red Oak, Fase 1, es "evaluar su
efectividad en un ambiente de selva tropical".
+ 1969: Los investigadores informan al
presidente Richard Nixon de que la capacidad de las armas biológicas de EEUU es
limitada ya que no consiguen un aceptable inventario de agentes biológicos
secos, o sea en polvo. Ese año, Nixon, pone fin a los aspectos
"ofensivos", que no defensivos, del programa de armas biológicas de
EEUU.
En esta década, el ejército dispersó sulfuro de
zinc (una sal con azufre) y cadmio (uno de los metales más tóxicos que existen,
utilizado, comúnmente, en baterías) sobre Minnesota y otros estados del medio
oeste, y comprobó que sus partículas se extendían hasta 1.600 kilómetros. El
Comité de Guerra Biológica del Pentágono se centraba en probar organismos
"inocuos" en sistemas de ventilación, metro y suministros públicos de
agua, en evaluar la eficacia de los agentes biológicos como armas de sabotaje,
y en el uso de esos agentes biológicos en operaciones especiales.
+ 1977: Gracias al periodismo de investigación,
el Congreso tuvo que estudiar los casos denunciados.
El subcomité del Senado para la investigación sobre dichas pruebas admite que entre 1949 y 1969 el ejército y la CIA realizaron al menos 239 pruebas secretas de simulación de bioguerra en el suelo de EEUU -incluido Nueva York-, y que en unos 80 casos se usaron bacterias vivas y en el resto agentes químicos. Pero, a pesar de las duras críticas de algunos políticos, como el senador Richard Schweiter, por la realización de dichas pruebas, la Armada continuó con los ensayos.
+ Década de 1990: Utilizaron a los presos de
las cárceles de Tejas para probar unas nuevas armas químicas que luego
lanzarían contra la población iraquí. El llamado "síndrome del Golfo"
[Pérsico] se descubrió cuando los mismos soldados que esparcieron estos agentes
contra otros seres humanos padecieron graves enfermedades, que incluso
transmitieron a sus hijos, nacidos con espantosas deformaciones físicas. El
fundador de Instituto de Medicina Molecular de California, Garth L. Nicolson,
escribió: "Miles de veteranos de la guerra del Golfo Pérsico de los
Estados Unidos sufren las consecuencias de haber estado expuestos a armas
radiológicas, químicas y biológicas". O sea, que las Armas de Destrucción
Masiva están en manos del acusador.
1994: El informe del senador John Rockefeller
revela que durante décadas el ejército de EEUU expuso intencionalmente a cientos
de miles de sus propios soldados a microbios peligrosos, gas mostaza y gas
nervioso, radiaciones, sustancias alucinógenos y psicoquímicas.
+ 2013: La revista Veterans Today afirma que el
Pentágono había invertido 300 millones de dólares en un programa secreto de
guerra biológica, en el Laboratorio Central de Referencia en Tbilisi, Georgia
(Cáucaso), frontera con Rusia.
Pero, ¿acaso el ejército, los servicios de
inteligencia y nuestros gobernantes no están para proteger a los ciudadanos
frente a los enemigos según nos dicen?
Los milagros de Jesús
www.religiondigital.org / 20.04.2020
Es un hecho que los dos problemas más
preocupantes, que nos ha planteado el coronavirus, son el problema de la salud
y el problema de la economía. De los dos, habla todo el mundo. Porque nos
enfrentan a dos cuestiones básicas y decisivas en la vida de los individuos y
de la sociedad.
¿Tiene el cristianismo algo que decir sobre
estos dos problemas tan determinantes en la vida de los individuos y de la
sociedad? Sin duda alguna, tiene que decir. Y mucho, por supuesto. El Papa
Francisco se refiere a estos dos asuntos constantemente. Y antes que el Papa,
quien con más insistencia y fuerza se enfrentó a estos dos problemas fue Jesús
el Señor. El Evangelio, la Buena Noticia de Dios al mundo, nos dejó constancia
abundante de este doble problema: la salud y la economía. Y ambos, muy
relacionados entre sí. Pero, por claridad y orden, hablaré aquí, en primer lugar,
de la salud; después, de la economía.
Jesús y
la salud
Quienes leen los evangelios saben que, en esos
cuatro libros, se relatan con frecuencia episodios de curaciones milagrosas de
enfermos. Exactamente, los relatos que, en los cuatro evangelios se refieren al
problema de la salud son 67. La mayoría de estos relatos se refieren a hechos
concretos. En otros casos (no muchos), se trata de “sumarios”, en los que se
dice genéricamente que Jesús curaba a enfermos, lisiados, personas endemoniadas
(o sea, que padecían enfermedades del cuerpo o de la mente. Cf. O. Böcher, TRE
VIII, 279-286).
Así pues, y sin duda alguna, se puede afirmar que la primera y más
destacada preocupación de Jesús fue el problema de la salud humana. Como es
lógico, esto quiere decir que Jesús, el “Dios encarnado” y por tanto el “Dios
humanizado”, vio claramente que el primer problema, que tiene que resolver la
humanidad, es el problema de la salud. Y fue a eso, a lo que más, ante todo, se
dedicó Jesús, si nos atenemos a más de 60 relatos evangélicos.
Esto quiere decir -entre otras cosas y como
parece lo más lógico– que las curaciones prodigiosas, que relatan los
evangelios, no son sencillamente “milagros”, mediante los cuales Jesús
demostraba que él era Dios (cf. John P. Meier, Un judío marginal, vol. II/2,
598-602). No es eso. El problema, que plantean y resuelven los hechos
prodigiosos de Jesús, es otra cosa. Y nos dice otra cosa.
Un Dios
humanizado
Me explico. No se trata de que, a partir de los
milagros, queda demostrado que Jesús es Dios y así conocemos a Dios. No. Se
trata, al contrario, de que, a partir del “Dios humanizado” (que es Jesús), nos
enteramos de lo que ese Dios nos quiere decir sobre el ser humano, sobre la
vida humana, sobre la sociedad humana.
O sea, en los milagros y mediante los milagros,
lo que importa y lo decisivo no es conocer la “historicidad” de esos hechos (si
sucedieron o no sucedieron), sino enterarnos de la “significatividad”, que
tales hechos tienen para nosotros. Por tanto, la pregunta clave, que tenemos
que hacernos al leer esos relatos extraños y hasta desconcertantes, es ésta: ¿qué
nos vienen a decir esos 67 relatos de curaciones y remedios que Jesús aportaba
a la sociedad humana?
5 panes y
2 peces
La respuesta, si no estamos ciegos, es clara y
elocuente: lo primero y lo más importante, que Jesús nos enseñó (mediante las “obras” que realizaba) fue esto: ante
todo, la salud humana, aliviar el sufrimiento de los que padecen, remediar el
dolor de los lisiados, hacer la vida más feliz y más llevadera. Los seres
humanos no necesitamos un “Dios curandero”. Ni nos hace falta un “Jesús
milagrero”.
Lo que ante todo define a un ser humano, que
cree en Jesús y toma en serio el Evangelio, es la persona honrada y buena que,
ante todo, centra su vida en aliviar el sufrimiento de los demás y hacer más
feliz la existencia humana.
Por esto da pena leer tantos y tantos
comentarios eruditos, que llenan bibliotecas del saber, que matizan al detalle
problemas que no resuelven nada. Pero son ya demasiados los sabios que saben lo
indecible. Cuando en realidad no resuelven nada importante y serio en la vida.
¿Para eso Dios “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo,
haciéndose uno de tantos”? (Flp 2, 6-7). El Papa Francisco nos habla de una “iglesia
en salida”. Ya es hora de que en el Evangelio busquemos y encontremos esa
“salida”. La iglesia que sale de sus propios intereses y da respuesta a tantas
preguntas que nos angustian.
En una reflexión posterior trataré el tema de
“Jesús y la economía”.
La avaricia capitalista en tiempos del COVID
Olmedo Beluche
24-04-2020
A la memoria del profesor Marco
Gandásegui
Las epidemias siempre han existido y seguirán
existiendo por dos motivos básicos: vivimos en la naturaleza y somos parte de
ella, junto con las bacterias y los virus, por un lado; por otro, porque somos
seres sociales, convivimos e interactuamos en colectividad, y esa es la
principal característica que ha hecho fuertes a los humanos por encima de otras
especies, pero, a su vez, es de donde se aprovechan virus y bacterias para
transformarse en epidemias y, gracias a la globalización, en pandemias.
Frente a las epidemias son las ciencias, en
particular las ciencias médicas, las que nos han dado y nos seguirán dando las
armas para combatirlas y sobrevivir como especie. Lo que la medicina no puede
resolver es cómo se reparte la carga social que ha significado la pandemia en
el sentido económico. Eso pertenece al campo de la política y, por ende, lo
deciden quienes tienen el poder, es decir, la clase económicamente dominante, y
quienes desde abajo se les oponen y resisten defendiendo sus derechos, luchando
por un mundo distinto. En esto consiste la lucha de clases.
Panamá:
un gobierno al servicio de la burguesía
En Panamá eso se ha visto plenamente confirmado
con el manejo que ha hecho el gobierno Cortizo-PRD de la epidemia del COVID-19.
Nunca en la historia fue tan evidente para la absoluta mayoría de las personas
en este país que el gobierno defiende primordialmente los intereses de la clase
dominante, así sea a costa de la vida de las clases populares. Primero el
mercado y el capital que la vida y la salud.
El capital financiero, es decir, los bancos,
mejor dicho, los banqueros han sido los niños mimados del gobierno: se les
permitió utilizar más de mil millones de las reservas que debían estar como
garantía de los ahorros depositados; se les ha permitido, como a todos los
empresarios, postergar el pago de impuestos y la cuota patronal del seguro
social; les han dejado que en medio de la crisis ellos decidan la relación con
sus clientes respecto a deudas e hipotecas. Y eso que los bancos, en 2019,
reportaron utilidades por B/. 1,800 millones de dólares.
Pero también están contentos los especuladores
financieros internacionales, pues es el gobierno que de manera más rápida ha
endeudado al país: 2,000 millones en bonos a mitad de 2019; otros 2,500
millones en bonos en marzo-abril de 2020; 300 millones con el BID; 500 millones
con una agencia del Banco Mundial; 500 millones con el FMI.
Sumados estos números a la deuda acumulada por
los gobiernos anteriores, ya se supera ampliamente los B/ 30 mil millones de
deuda pública, más del 50% del PIB. Si se tiene en cuenta que esta deuda habrá
que pagarla en un futuro mediato contra el gasto social, tal y como sucede en
otros países del mundo, es para perder el sueño. Solo este año 2020, el
gobierno había presupuestado el pago por servicio de la deuda por más de 3,700
millones de balboas.
La otra gran beneficiaria del gobierno ha sido
Minera Panamá, la cual siguió saqueando nuestros recursos sin control del
estado, incluso cuando ya se había impuesto la cuarentena a todo el país. Y
siguieron exprimiendo plusvalía a los trabajadores hasta que empezaron a morir
por contagio del COVID. Solo ahí, y ante los reclamos de los sindicatos y la
ciudadanía, el gobierno impuso a la minera que parara.
Mientras la clase trabajadora y los
desempleados de Colón no han visto al presidente Laurentino Cortizo firmar la
ley de moratoria del pago de hipotecas y alquileres, el proyecto de Ley 287,
aprobado por la Asamblea Nacional, en cambio, sí ordenó que los comerciantes
que alquilan depósitos y hangares en la Zona Libre de Colón tengan una
moratoria en sus alquileres. Esta debe ser la Ley del Embudo que decían las
abuelas.
Para las
clases populares solo hay miseria y represión
Tampoco ha querido firmar el presidente el
Proyecto de Ley 295 que establece una moratoria en el pago de servicios
públicos, lo cual aliviaría la presión sobre las decenas de miles de asalariados
que acaban de perder sus empleos por la crisis, la de otros miles de micro,
pequeños y medianos empresarios que se han visto obligados a cerrar, así como
más de medio millón de cuentapropistas que viven del día a día.
Con fecha del 20 de marzo de 2020 el gobierno
de Laurentino Cortizo emitió el Decreto Ejecutivo No. 81, el cual en su
resuelto 2 suspende todos los contratos de trabajo de todas las empresas que
cierren por la crisis del “corona virus”, con lo cual los “empleadores no están
obligados a pagar los salarios”. Con este decreto el gobierno dejó en el
desamparo a centenas de miles de trabajadores y trabajadoras a nivel nacional.
Hasta el momento, formalmente se ha registrado
en Ministerio de Trabajo (MITRADEL) la suspensión de contratos que afectan a
cerca de 60 mil trabajadores y trabajadoras. Personas que tenían ingresos
estables y que no contaban como pobres para las estadísticas del Ministerio de
Desarrollo Social (MIDES), por lo cual, en principio no eran beneficiarios del
Plan Panamá Solidario.
Plan Panamá Solidario que es apenas un
paliativo mínimo que no alcanza para dar sustento adecuado a una familia, menos
a las familias pobres que son más numerosas: una bolsa de comida cuyo valor
calculan que no llega a los 20 balboas; y un bono de 80 balboas por familia.
El gobierno sabe, porque los cálculos los hace
el Ministerio de Economía (MEF), que al momento de empezar la crisis el costo
de una Canasta Básica de Alimentos en Panamá para una familia promedio de 4
personas era de poco más de B/. 300.00, sin contar con los costos de las otras
necesidades básicas (Canasta Básica General), que incluye: vivienda,
electricidad, agua, transporte, vestido, etc.
Ya se ha sostenido que un bono de B/. 300 no es
imposible, lo están pagando en Costa Rica y otros países de la región, solo hay
que decidirse a tomarlos de los B/. 3,000 millones programados para pagar el
servicio de la deuda.
¿Cómo las autoridades piensan que puede estar satisfecha
una familia que acaba de perder sus medios de vida, empleo o negocio, con un
bono y una bolsa que apenas representan la tercera parte de lo que necesitan
para subsistir? Encima la distribución del paquete “solidario” es ineficiente
y/o politiquero, pues no está llegando a todas las comunidades. ¿Acaso no se
explican por qué en las comunidades más pobres del país, desde David, pasando
por Chorrera y Arraiján, hasta San Miguelito, la gente se tira a la calle a
protestar incluso arriesgándose al contagio para exigir los bonos?
En lo que sí ha sido eficientemente rápido el
gobierno es en la represión. Miles de policías en las calles que, en un mes, ya
habían arrestado a más de 20 mil personas por no cumplir la cuarentena;
represión efectiva incluso a balazo en las comunidades que han salido a exigir
su bono; compra de miles de dólares en equipos de pistolas “taser” y cámaras
que no solo miden la temperatura, sino que identifican a la persona y su lugar
de residencia. En fin, se ha hecho gala del lema “proteger y servir” a la
burguesía.
Todos los
hombres del presidente
La actuación del presidente Cortizo y sus
prioridades están definidas por su “equipo económico”, al cual presentó
orgulloso en televisión en días recientes. Pero no hubo sorpresas, porque
todos son las caras conocidas que han dirigido la política económica durante
los último 40 años.
Esos individuos son los responsables de la
debacle social y económica que ha sufrido el pueblo panameño: deterioro del
nivel de vida; reformas laborales; empleos precarios y mal pagados;
privatizaciones; apertura de mercado, etc. Y son los responsables del deterioro
de los sistemas públicos de salud y educación.
Ahí estaban todos, y todos hombres: desde sus
ministros, empezando por Héctor Alexander, alumno destacado de Nicolás Ardito
Barletta; el equipo de Indesa, empezando por Guillermo Chapman, responsable
directo de la reforma al Código de Trabajo de 1994, en la que fueron asesinados
4 sindicalistas, de las privatizaciones del IRHE y el INTEL, y de la baja de
aranceles que afectó a los productores nacionales. Estaban algunos de los
“dueños de Panamá”, don Samuel Lewis Galindo y los directivos del Banco
General: González Revilla y Alemán Zubieta, entre otros.
¿Qué esperanza puede haber de que algo cambie
si son los mismos de siempre? Estos son los que junto al presidente están
planeando el día “D”, es decir, el Asalto de Normandía a las finanzas públicas
y a los derechos de la clase trabajadora, a ver si pueden exprimir aún más el
limón para su beneficio.
Carlos González De La Lastra, no hace mucho
condenado por apropiación de la cuota obrero patronal de los trabajadores del
diario El Universal, y ex asesor del gobierno de Juan C. Varela, y al
parecer aspirante a asesor de Cortizo, develó en un artículo (La Estrella de
Panamá del 17/04/2020), lo que podría ser el día “D” de la burguesía
panameña, más de lo mismo: apoyar el sector logístico (comercio y servicios) e
inversión pública en carreteras.
Y se atrevió a sugerir reestructurar el
estado, que entidades autónomas no lo financien, lo que implica despidos. Peor
aún, pidió liquidar la educación pública reduciéndola a algunas escuelas
modelo. Por supuesto, cónsono con el modelo neoliberal se pretende un estado
más pequeño y menos democrático con una Asamblea chica y manejable. González De
La Lastra tiene al menos el mérito decir en voz alta lo que los otros piensan.
El diario cuyos dueños son los directivos del
Banco General, apunta en el mismo sentido en un artículo reciente: “En los últimos diez años,
la planilla estatal aumentó en más de 70 mil funcionarios, hasta alcanzar los
242 mil en diciembre de 2019, y el gasto anual se elevó en más de $2 mil 400
millones, hasta $4 mil 172 millones” (La Prensa 18/4/20).
¿Qué quieren La Prensa y De La Lastra, qué
despidan funcionarios públicos? ¿Quién va a absorber esa fuerza de trabajo si
queda cesante, la empresa privada? ¿Los salarios de los empleados públicos no
ayudan a dinamizar la economía?
Lo que se viene es una política económica que
seguirá beneficiando a los dueños de la banca, de los puertos y aeropuertos, de
los comercios de la Zona Libre de Colón y los capos de la especulación
inmobiliaria. En un marco en que, con la excusa de la crisis del COVID, han
desaparecido los derechos y conquistas laborales, el despido de miles de
empleados públicos y hasta una rebaja de sus salarios, todo para asegurar que
el déficit no se dispare asegurando así el pago de la deuda pública y sus
intereses a la banca.
Veámonos en el espejo de Ecuador, donde el
nefasto gobierno de Lenin Moreno pagó en marzo 320 millones de dólares de la
deuda externa, mientras los hospitales estaban sin insumos y morían en las
calles de Guayaquil centenares de personas por COVID. Encima los tenedores de
bonos de la deuda ecuatoriana le han dado al gobierno plazo hasta agosto para
que abone otros 800 millones de dólares. ¿Y los recursos para salud? El capital
por encima de la vida.
La avaricia de los capitalistas es tan grande
que si pudieran se tragarían toda la riqueza nacional ellos solitos y no
dejarían ni las sobras. La gula y la avaricia capitalista no les permite ver
que se meten un tiro en el pie cuando pretenden achicar el estado, despedir
funcionarios, cerrar escuelas, dejar que se enferme la fuerza de trabajo, etc.
Al actuar de esta manera ponen en jaque el propio sistema capitalista, pues es
un círculo vicioso el de la crisis sistémica: más explotación, más ganancias,
lo que implica menos empleos y menos salarios, pero a su vez la consecuencia es
menos consumo y por ello crisis sistémica.
Otro
país y otro mundo son posibles a raíz de la crisis del COVID
Se demuestra una vez más que si queremos una
sociedad donde la prioridad sea la vida de la gente, la salud pública, el
bienestar y la justicia social, basados en la administración racional de los
recursos naturales y económicos: NO pueden seguir gobernando los capitalistas y
sus agentes. La avaricia y la gula del sistema capitalista les impide ver el
mundo de una manera humana, que no tenga como centro la ganancia. Ya lo decía
Marx desde el siglo XIX, y cada vez es más cierto, el capitalismo es la ley de la
selva en economía.
Pero el presente y el futuro no tienen que ser
esa pesada losa de explotación y miseria para las clases trabajadoras. Si nos
disponemos, nos organizamos y luchamos, podemos voltear la tortilla. De la
tragedia de la Primera Guerra Mundial nació el primer gobierno de obreros y
campesinos en Rusia y desaparecieron los imperios. De la desgracia de la
Segunda Guerra Mundial nacieron los movimientos de liberación y las
revoluciones en China, India, Argelia, Vietnam, etc.
Se requiere otro gobierno que no sea
instrumento de los capitalistas, sino instrumento de las mayorías trabajadoras,
de los sectores más pauperizados de la sociedad para que nos saque de esta
crisis con un plan verdaderamente solidario y socialista.
Para hacer el cambio se requiere primero, la
unidad de los sectores populares en la lucha contra la pandemia del coronavirus
y del gobierno al servicio de los empresarios, exigiendo: renta básica
universal para todos los afectados equivalente a una canasta básica familiar;
exigir la ratificación de los proyectos de ley 287 y 295; seguridad alimentaria
para todas las familias comprando toda la producción agropecuaria nacional;
cese de la represión y el autoritarismo, por una gestión democrática de la
crisis reactivando los comités de salud comunitaria como lo propuso
recientemente el Prof. Gandásegui.
De esa lucha podrá nacer el proyecto político
unitario que proponga al país otro gobierno posible.
¿Qué puede venir después del coronavirus?
Por: Leonardo Boff
28-04-2020
Muchos lo han visto claramente: después del
coronavirus, ya no va a ser posible continuar el proyecto del capitalismo como
modo de producción, ni del neoliberalismo como su expresión política. El
capitalismo sólo es bueno para los ricos; para el resto es un purgatorio o un
infierno, y para la naturaleza, una guerra sin tregua.
Lo que nos está salvando no es la competencia
–su principal motor–, sino la cooperación; ni el individualismo –su expresión
cultural–, sino la interdependencia de todos con todos.
Pero vayamos al punto central: hemos
descubierto que el valor supremo es la vida, no la acumulación de bienes
materiales. El aparato bélico montado, capaz de destruir varias veces la vida
en la Tierra, ha demostrado ser ridículo, frente a un enemigo microscópico
invisible que amenaza a toda la humanidad. ¿Podría ser el Next Big One (NBO),
el que los biólogos temen que va a llegar, “el gordo˝, “el próximo gran virus”
que pueda destruir el futuro de la vida? No lo creemos. Esperamos que la Tierra
siga teniendo compasión de nosotros y nos esté dando sólo una especie de
ultimátum.
Dado que el virus amenazador proviene de la
naturaleza, el aislamiento social nos ofrece la oportunidad de preguntarnos: ¿cuál fue y cómo debe ser nuestra relación
con la naturaleza y, más en general, con la Tierra como Casa Común? La
medicina y la técnica, aunque muy necesarias, no son suficientes. Su función es
atacar al virus hasta exterminarlo. Pero si continuamos atacando a la Tierra
viva, “nuestro hogar con una comunidad de vida única”, como dice la Carta de la
Tierra (Preámbulo), ella contraatacará de nuevo con más pandemias letales,
hasta una que nos exterminará.
Sucede que la mayor parte de la humanidad y de
los jefes de estado no son conscientes de que estamos dentro de la sexta
extinción masiva. Hasta ahora no nos sentíamos parte de la naturaleza ni
tampoco como su parte consciente. Nuestra relación no es la relación que se
tiene con un ser vivo, Gaia, que tiene valor en sí mismo y debe ser respetado,
sino de mero uso según nuestra comodidad y enriquecimiento. Estamos explotando
la Tierra violentamente, hasta el punto de que el 60% de los suelos han sido
erosionados, en la misma proporción los bosques húmedos, y causamos una
asombrosa devastación de especies, entre 70-100 mil al año. Esta es la realidad
vigente del antropoceno y del necroceno. De seguir esta ruta vamos al encuentro
de nuestra propia desaparición.
No tenemos otra alternativa que hacer, en
palabras de la encíclica papal “sobre el cuidado de la Casa Común”, una
conversión ecológica radical. En este sentido, el coronavirus no es una crisis
como otras, sino la exigencia perentoria de una relación amistosa y cuidadosa
con la naturaleza. ¿Cómo implementarla en un mundo que se dedica a la
explotación de todos los ecosistemas? No hay respuestas listas. Todo el mundo
está a la búsqueda. Lo peor que nos podría pasar sería, después de la pandemia,
volver a lo de antes: las fábricas produciendo a todo vapor, aunque con cierto
cuidado ecológico. Sabemos que las grandes corporaciones se están articulando
para recuperar el tiempo perdido y las ganancias.
Pero hay que reconocer que esta conversión no
puede ser repentina, sino gradual. Cuando el presidente francés Macron dijo que
“la lección de la pandemia era que hay bienes y servicios que deben ser sacados
del mercado”, provocó la carrera de decenas de grandes organizaciones
ecologistas, como Oxfam, Attac y otras, pidiendo que los 750,000 millones de
euros del Banco Central Europeo destinados a remediar las pérdidas de las
empresas se destinaran a la reconversión social y ecológica del aparato
productivo, en aras de un mayor cuidado de la naturaleza, así como de más
justicia e igualdad sociales. Lógicamente, esto sólo se hará ampliando el
debate, involucrando a todo tipo de grupos, desde la participación popular
hasta el conocimiento científico, hasta que surjan una convicción y una
responsabilidad colectivas.
Debemos ser plenamente conscientes de una cosa:
al aumentar el calentamiento global y aumentar la población mundial devastando
los hábitats naturales, acercando así los seres humanos a los animales, éstos
transmitirán más virus a los que no seremos inmunes, que encontrarán en
nosotros nuevos huéspedes. De ahí surgirán las pandemias devastadoras.
El punto esencial e irrenunciable es una nueva
concepción de la Tierra, ya no como un mercado de negocios que nos coloca como
sus señores (dominus), fuera y por encima de ella, sino como una superentidad
viviente, un sistema autorregulado y autocreador, del que somos precisamente su
parte consciente y responsable, junto con los demás seres como hermanos
(fratres). El paso de dominus (dueño) a frater (hermano) requerirá una nueva
mente y un nuevo corazón, es decir: ver a la Tierra de manera diferente, y
sentir con el corazón nuestra pertenencia a ella y al Gran Todo. Unido a ello,
el sentido de inter-retro-relación de todos con todos y una responsabilidad
colectiva frente al futuro común. Sólo así llegaremos, como pronostica la Carta
de la Tierra, a “un modo de vida sostenible”, y a una garantía para el futuro
de la Vida y de la Madre Tierra.
La fase actual de recogimiento social, puede
significar una especie de retiro reflexivo y humanista, para pensar en tales
cosas y nuestra responsabilidad ante ellas. Es urgente, y el tiempo es corto,
no podemos llegar demasiado tarde.
¡Festividad de Pentecostés!
Por: Rev. Manning Maxie
Suárez +
El pasado domingo 31 de
mayo, la Santa Iglesia, en todas partes del mundo, celebra con alegría la “Festividad
de Pentecostés”, Fiesta del cumplimiento de la promesa de Jesucristo a sus discípulos
sobre el advenimiento del “uno como Él”, del Paráclito, o del Consolador, que vendría
sobre todos los que son sus seguidores, para dotarlos con los dones y talentos
necesarios para poder cumplir con la misión encomendada por Jesucristo.
En este glorioso día,
hace dos mil años, se abrió el camino hacia la vida eterna a toda raza, pueblo o
nación por el don prometido del Espíritu Santo.
Dios esparció ese don sobre todo el mundo por la predicación del
Evangelio, para que llegara a los confines de la tierra; por la acción directa
de Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina con Dios Padre, en la unidad de
este Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
La festividad de “Pentecostés”
originalmente no nace en la Iglesia Cristiana propiamente, sino más bien el
cristianismo la adopta de la rica tradición judía y del cual éramos parte de
ella durante el primer siglo de esta era. Ellos le llamaban la “fiesta de
las semanas” (en hebreo Shavuot), y se celebraban dos cosas específicas: el
día de la aparición de Dios en el monte Sinaí y por otro lado, la entrega de la
Ley (Toráh) o los mandamientos a Moisés, para ser presentados luego al pueblo
Israelita. Para
nosotros los cristianos, Pentecostés es el cumplimiento de las promesas de
Jesucristo a sus discípulos:” Y ellos se alegraron de
ver al Señor. (21) Luego
Jesús les dijo otra vez: —¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo
los envío a ustedes. (22) Y sopló sobre ellos, y les dijo: —Reciban el
Espíritu Santo. (23) A quienes ustedes perdonen los pecados, les
quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”
(Juan 20, 20-23).
Así que, el milagro de la
venida del “Espíritu Santo” sobre los discípulos de Jesús, es para
empoderar a los mismos, para el cumplimiento de esa misión de evangelización del
mundo que Jesús, desea que transmitamos a todo hombre y mujer, no como una
doctrina más, sino más bien como un estilo de vida que nos da poder
sobre la cultura de la opresión del pecado y la muerte. Los tres Credos que rezan y proclama la
Iglesia y que son: El Credo de los Apóstoles, el Credo Niceno así como el
Credo de San Atanasio, que es un antiguo
documento que proclama la naturaleza de la Encarnación y de Dios en Trinidad nos
enseñan que ese “Espíritu Santo” es “Dios” mismo.
El Espíritu Santo es la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios actuando continuamente
en el mundo, en y a través de su Iglesia.
Se revela a nosotros como el “Señor que nos guía en toda verdad”
y nos capacita a su vez, para crecer en y hacía la semejanza de Cristo. Cuando fuimos bautizados en la Iglesia de
Cristo, el Espíritu Santo vino sobre nosotros, y ese día recibimos su gracia
interna y espiritual, como el medio seguro y eficaz por medio de la cual recibiríamos
su gracia. Esa gracia es “el favor de
Dios” para con nosotros, gracia esta que no hemos ganado ni merecido.
Pero al recibir la
gracia ese día, sucedió un milagro en las vidas de todos los que nos hemos
hecho seguidores de Jesucristo a través del sacramento del bautismo. Por
medio de esa gracia Dios ese día, perdonó todas nuestras faltas,
justificándonos ante la presencia de su Padre. Esa acción de Jesús provocó en
nosotros una maravillosa iluminación en nuestras vidas, enviándonos su luz que
nos ayuda a ver el mundo a través de los ojos de Dios Trino y entender cómo
debe ser nuestras relaciones con el mundo y los hombres. Avivó por otro lado nuestros
corazones y fortaleciendo nuestras voluntades estamos presto al servicio de su
Palabra para la Evangelización del Mundo.
Una vez, el Espíritu Santo llega a nosotros es para siempre, y
nos hace participes del “Misterio de su Iglesia” convirtiéndonos en
testigos de su amor.
En esta época de
Pandemia, tiene mucho más sentido estar presto a la voz del Espíritu de Dios
que nos invita a practicar con amor los valores del Reino: a ser Solidarios, a
practicar la Compasión, a tener y compartir la Esperanza, y a mantener y
promover en todos la Fe. No olvidemos
como dice el mismo apóstol san Pablo a la comunidad griega de Corintos cuando
señala que: “(12) El cuerpo humano, aunque está formado por
muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo. (13) Y de la
misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos
bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo Espíritu; y a todos
se nos dio a beber de ese mismo Espíritu” (1 Corintios 12:12-13). Celebremos
la Festividad de Pentecostés con ese sentido de Cuerpo de Cristo que pertenece
a ese pueblo de Dios con sentido de pertinencia, sirviendo con amor a todos
nuestros hermanos en esta época de pandemia pero en el poder y la fuerza de su
Espíritu.
Oremos: “Oh Dios, que
en este día enseñaste a los corazones de tus fieles, enviándoles la luz de tu
Espíritu Santo: Concédenos por el mismo Espíritu, que tengamos un juicio
acertado en todas las cosas, y que nos regocijemos siempre en su santa
fortaleza; por Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en
la unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los
siglos. Amén.”
Sacerdote.
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