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J.S. Bach: Goldberg Variations
This recording was showered with international prizes, such as Diapason dʼor and others. György Ligeti chose Koroliovʼs Bach as his desert island disc : “forsaken and dying of thirst, I would listen to it up ʻtil my last breath”. Koroliov was born in Russia in 1949, his teachers were Maria Yudina, Heinrich Neuhaus and Lev Oborin. He soon settled in Hamburg/Germany, from where he developed his international career as a soloist and much-in-demand teacher.
Evgeny Koroliovʼs Golberg variations have become a cult recording. Seldom has this monumental piece sounded so purely musical, with such natural rhetorics, in fact simply so beautiful as in his hands.
Composer: Johann Sebastian Bach
Artist: Evgeni Koroliov (piano)
Brilliant Classics:
Facebook: https://brilliant-classics.lnk.to/Fac...
Spotify: https://brilliant-classics.lnk.to/Spo...
Instagram: https://brilliant-classics.lnk.to/Ins...
El
golpe y su faceta religiosa
www.alainet.org / 12/11/2019
Luis Fernando Camacho, a la cabeza del
golpismo
Con la incorporación de las FFAA en tareas
de represión, sumada a la paralización de actividades productivas y comerciales
por casi un mes, se van completando las facetas del golpe de estado en Bolivia.
La primera reinstala a los militares como protagonistas activos del proceso, y
la segunda inicia el quiebre económico de un país que tuvo niveles inéditos de
crecimiento sostenido en la región, por fuera de las recetas del FMI. Son
componentes del diseño buscado por Washington.
Sin embargo, es importante destacar el
elemento religioso como soporte del golpismo, algo que ha funcionado de manera
novedosa en la manipulación de un sector de la sociedad. Si bien durante el
proceso que culminó con la aprobación de la nueva Constitución en el 2009 hubo
campañas orquestadas desde diversas iglesias que advertían sobre toda clase de
calamidades, el asunto fue perdiendo fuerza hasta estos últimos meses.
El plan se desarrolló desde Santa Cruz,
liderado por Luis F. Camacho, presidente del denominado Comité Cívico, instancia
que desde hace cinco décadas defiende los intereses de sectores económicos
poderosos. Proviene de una familia de empresarios, y su padre y hermanastro
fungieron como paramilitares en 1971, aliados al golpe de estado de H. Banzer.
Con respecto a espacios y símbolos
religiosos utilizados, conviene destacar los más significativos. Durante las
protestas llevadas a cabo antes y en particular luego de las elecciones, el
personaje mencionado convocaba a grandes concentraciones a los pies de una
inmensa escultura de Cristo, que constituye uno de los escasos símbolos
arquitectónicos de la ciudad de Santa Cruz. Al frente del mismo se erige el
“altar papal”, una inmensa estructura edificada para la visita de Francisco en
2015. Su gigantesco escenario fue utilizado como decorado para discursos y
arengas durante los actos de protesta, con toda la carga simbólica que porta.
Camacho, una persona con evidentes
limitaciones para expresarse, recurrió al “modo predicador básico”, utilizando
gritos, llantos, amenazas e invectivas contra el gobierno legítimo. Aparecía
con un rosario en la mano y flanqueado por una imagen de la Virgen. Sin
embargo, también blandía una Biblia y recurría a la presencia, oraciones e
himnos de pastores y pastoras evangélicos.
Siempre presentó la protesta como parte de
algo mucho mayor; esto es, la lucha del Bien contra el Mal, representado en
este caso por Evo Morales y el Proceso de Cambio, señalados como enemigos de
Dios, herejes e idólatras por su cosmovisión. Por ese motivo planteó en determinado
momento una misión personal: llevar a la Casa de Gobierno aquella Biblia junto
con una carta de renuncia para el presidente, explicando que “Dios debe volver
a palacio”. Se manifiesta aquí con fuerza la dimensión mesiánica del individuo,
que se presenta como un cruzado-redentor en combate contra fuerzas oscuras.
Todos aquellos espectáculos, reiterados
una y otra vez por los medios de comunicación, operaron como potenciadores de
esa sorprendente mezcla entre política y religión que fue asumida por muchos
como una tarea divina. La labor de destruir a Evo y a lo que él representa
asumió entonces las características de una realidad sagrada, suprema e
incuestionable. La propuesta sacrificial, infaltable en este tipo de
mecanismos, la asumía el personaje presentándose como el que sufre por su
pueblo, arriesga la vida y confronta al tirano, pero simultáneamente la
proponía con astucia a los convocados: es imperativo soportar cualquier dolor
porque ya vienen tiempos mejores.
El paquete completo resulta una
inquietante reedición de lo que sucedió hace cinco siglos en nuestras tierras.
¿Un
obispo golpista?
El 11 de noviembre, día en que ya el golpe
estaba consumado, Estanislao Dowlaszewicz, obispo auxiliar de Santa Cruz,
presidió un mitin y oficio religioso en el altar papal mencionado. Allí subrayó
“…Hoy es la resurrección de una nueva Bolivia, un día histórico para nuestra
patria… Gracias por recuperar la democracia, gracias por el sacrificio a lo
largo de los paros y bloqueos… Gracias a los policías y a las fuerzas
armadas…”.
Con la conjunción de intereses religiosos
fundamentalistas, cívico-empresariales, policiales y militares, no es muy
difícil presentir lo que se avecina.
Salud en la reforma de la Constitución: ¿son necesarios los cambios propuestos?
Jorge Luis Prosperi
Ramírez
www.elblogdejorgeprosperi.com
/ 111119
¿Debe estar
incluida la Salud en la reforma de la Constitución?, ¿son necesarios los
cambios propuestos por los diputados?
Para comenzar,
subrayo que, las reformas propuestas en los Artículos sobre salud en el
Capítulo VI de la Constitución vigente, no
fueron contempladas en el anteproyecto de Reformas Constitucionales
consensuado por el plenario del Consejo de la Concertación Nacional para el
Desarrollo, el cual fue acogido por el Consejo de Gabinete y sometido como
proyecto de Acto Constitucional a la consideración de la Asamblea Nacional. Se
trata pues de una ocurrencia de nuestros honorables diputados que buscaría, de
acuerdo al significado de reformar: “mejorar, enmendar, actualizar o innovar”,
el texto constitucional vigente.
Es importante
hacer este señalamiento inicial, pues se supone que esta opción, colocar la
salud en la reforma de la Constitución, fue discutida ampliamente por los
miembros de la Concertación, entre los cuales hay profesionales con sobrada
capacidad y experiencia en el sector salud, y al final no lo consideraron
necesario. Pero… los primeros pudieron estar equivocados, o más preocupados en
otros temas (justicia, economía, política, etc.) y “se les escapó” la
posibilidad de incluir la salud en la reforma de la Constitución, como sí
hicieron los diputados.
En todo caso,
parece que ninguno de los dos grupos tomó en cuenta que todo el articulado
constitucional vigente (palabras más o menos), data de nuestra Constitución
Política de 1972. Debió modificarse a medida que iban surgiendo conocimientos y
propuestas sobre Salud Pública, en especial lo relativo al nuevo perfil
epidemiológico de la población panameña, los determinantes sociales de la
salud, la cobertura universal de salud, el desarrollo de las redes integradas
de servicios de salud, etc. Este no fue el caso, por lo que debería ser
incorporado en el debate que retomaremos en el 2020.
Dicho eso,
démosle un vistazo a lo que dice la Constitución vigente, con algunos
comentarios míos, comparémoslo con lo que proponen los honorables diputados y
decidamos si merece nuestro respaldo o no.
Salud en la Constitución vigente
El capítulo 6° (salud, seguridad social y asistencia social)
de nuestra Constitución Política vigente, formula nueve artículos (109-117)
para garantizar el goce de nuestro derecho a la promoción, protección,
conservación, restitución y rehabilitación de la salud y la obligación de
conservarla, entendida ésta como el completo bienestar físico, mental y social.
Sin embargo, la rectoría del Ministerio de Salud, no queda
establecida en el texto vigente.
Los primeros
tres artículos (109-111) establecen las funciones y actividades que le
corresponde al Estado en materia de salud, integrando las funciones de
prevención, curación y rehabilitación. Especial atención merece el mandato
constitucional de desarrollar una política nacional de alimentación y nutrición
que asegure un óptimo estado nutricional para toda la población, al promover la
disponibilidad, el consumo y el aprovechamiento biológico de los alimentos adecuados;
la protección de la salud de la madre, del niño y del adolescente, garantizando
una atención integral durante el proceso de gestación, lactancia, crecimiento y
desarrollo en la niñez y adolescencia; el combate a las enfermedades
transmisibles mediante el saneamiento ambiental, el desarrollo de la
disponibilidad de agua potable y adoptar medidas de inmunización, profilaxis y
tratamiento, proporcionadas colectiva o individualmente, a toda la población.
En
mi opinión, si en la original incluimos las enfermedades transmisibles, ahora,
por los cambios en el perfil epidemiológico nacional, debemos incluir la
promoción de la salud, el control y prevención y tratamiento oportuno de las
enfermedades no transmisibles, los accidentes y la violencia, que causan miles
de muertes cada año en el país.
Sobre la
organización de los servicios de salud, la constitución vigente se limita a
establecer la creación, de acuerdo con las necesidades de cada región, de
establecimientos en los cuales se presten servicios de salud integral y
suministren medicamentos a toda la población. Estos servicios de salud y
medicamentos serán proporcionados gratuitamente a quienes carezcan de recursos
económicos.
Sobre
este aspecto, es importante destacar la falencia de la mención a las “redes
integradas de servicios de salud”, así como al desarrollo de un “modelo de
atención” integral basado en la Atención Primaria de Salud. No obstante, sí se establece la garantía de producción,
disponibilidad, accesibilidad, calidad y control de los medicamentos para toda
la población del país, lo cual es un asunto de gran sensibilidad y
preocupación, el cual parece ir bien encaminado con la aprobación reciente de
la ley 97 que modifica, adiciona
artículos a la ley 1 de 10 de enero de 2001 sobre medicamentos.
El artículo 115
ordena la integración orgánica y funcional de los sectores gubernamentales de
salud, incluyendo sus instituciones autónomas y semiautónomas. Celebro que
finalmente estamos avanzando en esta dirección, complementándose el mandato
constitucional con el reciente Decreto Ejecutivo 290, por medio del cual se establece el proceso de coordinación efectiva y
sostenible de los servicios integrales de salud, entre el Ministerio de Salud y
la Caja de Seguro Social, para la población de la República.
El derecho a la
seguridad social se establece en los artículos 113, 114 y 115 de la
Constitución vigente. Sin embargo, no se hace referencia explícita a
la Caja del Seguro Social como la institución garante de este derecho,
sino que se limita el articulado a afirmar que “los servicios de seguridad
social serán prestados o administrados por entidades autónomas…”, agregando que
“el Estado creará establecimientos de asistencia y previsión sociales…”
Salud en la reforma de la Constitución: un vistazo
a la propuesta
Por su parte,
nuestros diputados proponen modificar el capítulo 6°, para que
este se denomine de “Salud y Asistencia Social”, proponiendo
además la creación un capítulo nuevo, que haga referencia a
la “Seguridad Social y Caja de Seguro Social”. Subrayo de entrada, que esta propuesta (con las salvaguardas que
señalaré más abajo) es necesaria, pues implica que nuestro sistema público
nacional de salud, se apoya en dos pilares: el Minsa y la CSS, sin que eso
signifique, como temen algunos, que la CSS perderá autonomía al integrarse en
un sistema nacional.
Lo nuevo y
sustantivo de ese capítulo 6° modificado, es que se
incluye un artículo nuevo, el 109-A, para subrayar que
“el Ministerio de Salud es el ente rector en materia de salud, y es el referente
a la organización nacional del modelo de gestión y atención de la salud”. Esto,
como señalé en “¿Qué significa la Rectoría del
Ministerio de Salud?, es absolutamente
necesario y lo apoyo, y repito, no significa que la CSS perderá su autonomía. El resto del contenido nuevo propuesto para ese artículo, referido
al deber del Estado en materia de salud, está cubierto por los artículos
vigentes citados arriba, por lo que lo considero redundante e innecesario. No
obstante, deben incluirse las modificaciones ya propuestas al inicio de este
artículo, para complementar, si es que se acepta, la propuesta de incluir la
salud en la reforma de la constitución.
También, se
propone un capítulo nuevo, el cual establece en su primer artículo nuevo, la figura de la Caja del Seguro Social
como la institución responsable de “garantizar a los asegurados el derecho a la
seguridad de sus medios económicos de subsistencia frente a la afectación de
estos medios…”. Como asegurado, apoyo darle rango constitucional a la CSS. Sin embargo, como está escrita la propuesta, limita la
responsabilidad institucional en materia de pensiones, ya que la restringe a
las posibilidades financieras de la institución. Además, no hace referencia
explícita a la prestación de servicios de salud basado en el modelo de atención
establecido por el Minsa. Tampoco se explicita, como debe ser, la pertenencia
al Sistema Público Nacional de salud, y el reconocimiento de la rectoría del Minsa
sobre el quehacer de la CSS.
Este artículo nuevo también establece las prerrogativas y
facultades de las que gozará la CSS: administrar y mantener sus fondos
separados e independientes del gobierno central, con el deber de administrarlos
con transparencia y aprobar su proyecto de presupuesto, el que será incorporado
al proyecto de Presupuesto General del Estado, sin modificaciones.
No
hay duda de que esta normativa impactará las finanzas públicas. No obstante,
los dueños de la CSS somos, a fin de cuentas, los asegurados, y somos quienes
ponemos la mayoría del presupuesto institucional, por lo que estaría a favor.
Yo quiero que mi institución tenga, autonomía plena en lo gerencial, económico,
presupuestario y financiero. Que su gestión garantice los mejores recursos
humanos, procedimientos administrativos transparentes y eficientes, la
excelencia y probidad del desempeño a nivel gerencial, administrativo y
clínico, así como el blindaje contra la injerencia de los intereses políticos
partidistas y los diferentes grupos económicos que solo buscan sus beneficios.
Sobre el resto
del contenido propuesto: lo referente a los órganos de gobierno, la Junta
Directiva, el nombramiento del Director, las funciones de cada órgano, etc.;
considero que no es necesario elevarlo a rango constitucional, pues debe ser
materia cubierta por la Ley Orgánica de la CSS.
Exsoldados del batallón Atlacatl declaran contra sus superiores en el caso de El Mozote
Nelson Rauda Zablah
www.elfaro.net/ 02/11/2019
"Los que estaban ahí no tenían armas.
¡Si solo eran mujeres, niños y ancianos!", dijo el testigo clave Sol.
"No denuncié esto antes porque si lo hacía, me mataban", dijo el
testigo clave Juan. En un hecho sin precedentes, dos exsoldados del Batallón
Atlacatl aceptaron, 38 años después, que participaron en un operativo de
exterminio de población civil. Ambos exsoldados comparecieron en el juicio
sobre la masacre de El Mozote, para colaborar con la Fiscalía en contra de los
oficiales militares acusados de planificar y dirigir el operativo.
Dos exsoldados del Batallón Atlacatl
decidieron colaborar con la justicia y se convirtieron, el viernes 1 de
noviembre, en testigos protegidos de la Fiscalía, ofreciendo su testimonio
contra los que fueron sus oficiales superiores y contra quienes conformaban el
alto mando militar de El Salvador al inicio de la guerra civil.
Los exsoldados dijeron que participaron en
la masacre de El Mozote, el
operativo militar que en diciembre de 1981 acabó con la vida de 989 personas,
en su mayoría niños. Aquella se convirtió en la más sangrienta masacre de toda
la guerra civil salvadoreña (1980- 1992).
Sus testimonios sobre los días del
operativo, las horas, la forma de transportarse, las unidades militares
involucradas o la forma de ordenar a la gente en el caserío El Mozote antes de
matarlas coinciden con los testimonios de decenas de víctimas que ya han
declarado en el juzgado de Instrucción de San Francisco Gotera. Además,
refuerzan hechos históricos como el asesoramiento de militares estadounidenses
al Batallón Atlacatl o el uso de fusiles M 16, tal como lo describen los
peritajes balísticos practicados en El Mozote.
Los exmilitares señalaron por nombre a
varios imputados del caso: al coronel Natividad de Jesús Cáceres Cabrera,
segundo al mando del Atlacatl cuando ocurrió la masacre, al general Mauricio
Isaac Duke Lozano, al coronel Ernesto Méndez Rodríguez y al coronel José Mario
Godínez Castillo. Además, mencionaron a otros militares que participaron en la
operación pero que ya fallecieron como el coronel Domingo Monterrosa Barrios,
comandante del batallón Atlacatl, el coronel Luis Ángel Pérez Reyes y el
capitán Salvador Mauricio Alvarado Guevara. Aunque estos tres últimos no están
en juicio, ya habían sido identificados antes, por la querella o por el
juzgado, como partícipes de la operación.
Los señalamientos directos a los imputados
suponen un punto de inflexión de un caso reabierto en 2016 y que lleva ya tres
años en la etapa de Instrucción, la fase judicial en la que se ofrecen pruebas
y se determina si hay suficientes elementos para ir a un juicio.
Los testigos “Juan” y “Sol”, según la
Fiscalía, son “testigos directos de la ejecución del plan de operación militar
que se implementó en el caserío el Mozote y lugares aledaños”, de acuerdo con
un escrito presentado al Juzgado el 13 de septiembre de este año. Sus
testimonios sirven para “establecer la existencia de la masacre y la
participación de las personas responsables”.
Esa segunda parte es la clave. Hasta ahora
todos los testimonios han servido para acreditar los hechos, y la comisión de
los diferentes delitos por los que los oficiales están acusados. Pero, aparte
del fallecido coronel Monterrosa, ningún oficial había sido señalado
directamente de participar por un testigo. Si no se puede comprobar el rol de
cada uno en el plan, una condena es imposible. El testimonio de soldados que
participaron en la masacre es algo que cambia el escenario.
Jorge Guzmán, el juez a cargo del proceso,
valiéndose de las leyes vigentes en 1981, así como de las actuales, ha
configurado un proceso de instrucción alargado, sui generis, que promete
estrenar dos grandes hitos históricos.
Uno es el testimonio de los exsoldados del
Atlacatl, a quienes el juzgado y la Fiscalía llegaron a identificar tras un
proceso complicado. El otro es la consecución de los archivos militares que
documenten la orden de realizar un operativo que terminó en exterminio. Por
años, en El Salvador se dijo que los archivos no existían y los soldados que
participaron en la masacre parecieron desvanecerse, anónimos. Pero este viernes
1 de noviembre se resquebrajaron ambas mentiras. No solo dos soldados
testificaron, sino que el presidente de la República, Nayib Bukele, anunció que
abrirá los archivos militares aún más allá de las peticiones judiciales que ya
recibió.
Parece el principio del fin de la fase de
Instrucción del juicio por El Mozote. Las respuestas de los testigos “Juan” y
“Sol” constituyen relatos inéditos para la reconstrucción del crimen, pero
también para la historia de El Salvador.
”Me van a preguntar referente a la masacre
de El Mozote, en Morazán, en diciembre de 1981”, dijo “Juan”, oculto tras un
biombo de madera y a través de un aparato que distorsionaba el timbre de su voz
para darle una de ultratumba. Los dos exmilitares declaran bajo un seudónimo y
su identidad solo es conocida por la fiscalía y por el juez. En los
interrogatorios judiciales, los testigos tienen que dar respuestas cortas a
preguntas concretas. Este relato utiliza solo las respuestas de clave Juan para
recrear la historia que contó al tribunal.
«Fue en los primeros días de diciembre.
Unos días antes, yo estaba en la sede del Batallón Atlacatl, en Opico, La
Libertad. Ingresé el 1º de marzo de 1981. Estaba ahí porque se ganaba un poco
más que donde estaba antes, en la Segunda Brigada de Infantería.
Yo estaba en la segunda compañía. Eran
seis compañías. Cada compañía era de 160 hombres. El comandante del Batallón
Atlacatl era mi coronel Monterrosa y el segundo al mando era Natividad de Jesús
Cáceres.
Mi capitán Mauricio Isaac Duke Lozano nos
reunió. Él era un hombre peche (delgado), alto, blanco y colocho. Nos dijeron
que nos montáramos a los camiones. Yo me monté la mochila al lomo y me monté a
uno de los ocho camiones. Vinimos aquí a San Francisco Gotera. La compañía se
bajó a comprar y a comer algo. Los jefes entraron al cuartel. De los que
entraron me acuerdo de Pérez Reyes y Alvarado Guevara. Estuvieron como 45
minutos. Cuando ellos vuelven a salir me ordenaron que me montara al camión. Me
puse la mochila al lomo y fuimos a Perquín. Allá dormimos en el monte.
A las nueve de la mañana del siguiente día
nos volvieron a formar para salir de vuelta. Estaba el sargento Julio César
Vásquez Martínez y el sargento Martínez Martínez. Empezamos a caminar de
vuelta. No sabía a dónde íbamos. No sabía a qué íbamos. Llegamos a pie por unas
veredas que iban para El Mozote. Llegamos entre las 11 de la mañana y las 12.
Los soldados se pusieron a hacer grupos y
yo me quedé cuidando las mochilas. Aparte de los grupos, lo demás de la unidad
tenía una orden periférica, cuidando el terreno que era plano y montañoso.
El teniente Alvarado Guevara dijo que
formaran grupos porque iban a matar a la gente. Él llevaba órdenes de
Monterrosa y Monterrosa recibía órdenes del Estado Mayor. Un soldado, un cabo o
un oficial no se puede ordenar él solo. Alvarado Guevara dijo que sacaran a la
gente a los corredores y los patios de las casas. A otros grupos le dijeron que
empezaran a matarlos. Vi disparando al cabo Martínez Callejas, al cabo Remberto
Reyes López y a Saúl Moreno Granada.
Yo estaba como a cincuenta metros cuidando
los equipos. En las mochilas llevábamos munición, ropa, y comida para tres
días, aunque el que era comelón se lo comía el mismo día. Cargábamos un fusil M
16. El uniforme era verde olivo y llevaba un parche del indio Atlacatl y otra
cosita celeste del uniforme. Llevaba un casco de fibra y acero.
Yo veía a la gente. Niños de entre dos a
siete años, señoras y señores vestidos humildemente. Los soldados del Atlacatl
las mataron a balazos. Después de que las matan, nos ubican de nuevo. Las
personas quedaban ahí. Empezaron a quemar las casas de teja y bahareque con
fósforos.
No denuncié esto antes porque si lo hacía,
me mataban. Además, no había tenido la oportunidad. Como soy pobre y solo
trabajando paso. Yo les dije que era una injusticia con las criaturas. Pero no
podía hacer nada para evitarlo porque yo no era el jefe de ellos.
Yo estuve en El Mozote dos días y dos
noches. Después nos vinimos de vuelta a la pista de San Francisco Gotera, como
tres horas de camino. Ahí llegaron los camiones».
***
Llegar hasta esta mañana de confesiones ha
sido un camino sinuoso y cuesta arriba. Por mucho tiempo, los soldados del
Atlacatl que participaron en El Mozote han existido en cualquier parte menos en
los tribunales. Víctimas de la masacre hablan de hombres anónimos en un bus o a
quienes encontraron tiempo después, lejos de Morazán, y les contaron lo que
habían hecho. Pero al preguntar por sus nombres o ubicaciones la respuesta era
vaga: no sé qué se hizo.
Sofía Romero, testigo de la masacre en el
caso judicial, dice que a ella un soldado del Atlacatl le contó lo que había
pasado poco tiempo después de ocurrido, a finales de diciembre del 81 o al
principio de enero del 82 según recuerda. Así es como se enteró que, a su
padre, quien había sido sacristán de la iglesia, lo torturaron antes de matarlo
porque lo acusaron de prestar la llave de la iglesia para que los guerrilleros
celebraran misa. A su madre, los soldados la obligaron a cocinarles tortillas
antes de matarla. A una de sus hermanas la llevaron a una colina para violarla,
como sucedió con muchas mujeres jóvenes. El soldado que le contó esto dijo a
Sofía que, después de que la violaran, él ofreció a su hermana salvarla y
llevársela a vivir con él. Pero la joven lo rechazó: “mátenme”, le dijo. Sofía
dice que ese soldado “vive ahí por San Miguel” y que si uno lo viera le daría
lástima por su condición física. “Todo lo que uno hace lo paga aquí”,
reflexiona Sofía.
Las respuestas vagas no han venido solo de
los sobrevivientes. Hace tres años, un mes después del reinicio del juicio, la
presidencia de Salvador Sánchez Cerén respondió al tribunal que no existía
documentación sobre la “Operación Rescate”, el nombre del operativo que culminó
en la masacre de El Mozote. La negativa se superó con una nómina que proveyó el
Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada (IPSFA). En febrero de 2019,
el tribunal entregó a la Fiscalía una lista de unos 480 soldados.
Como los testigos tienen régimen de
protección, no hay forma de asegurar que los contactaron a partir de esa lista.
La Fiscalía mantuvo en sigilo sus avances con esas diligencias. Pero las cosas
se aceleraron hace dos meses. El 5 de septiembre, la Fiscalía pidió a la Unidad
Técnica Ejecutiva del sector Justicia (UTE) que concediera medidas de
protección a los testigos claves “Juan” y “Sol”. La UTE las concedió el 9 de
septiembre. El 13 de septiembre, los fiscales presentaron al juez Guzmán un
escrito para pedirle autorización de que Juan y Sol declararan bajo protección.
Los fiscales creen que ellos son “indispensables para acreditar la forma como
ocurrieron los hechos ya que son testimonios fehacientes de personas que
observaron algunos acontecimientos de los hechos investigados”.
***
“Fui citado a declarar sobre la masacre de
El Mozote”, dijo “Sol” en la tarde del 1 de noviembre, en las mismas
condiciones que clave Juan: oculto y con voz de terror.
«Fue el año 81, entre el 11 y el 14 de
diciembre. Yo estaba de alta en la primera compañía del Batallón Atlacatl, en
el cantón Sitio del Niño en La Libertad. Ingresé el 1 de marzo del 81. Eran
nueve compañías.
El comandante, coronel Domingo Monterrosa
Barrios, nos dijo que íbamos a un operativo. Empecé a preparar el equipo, la
mochila y un fusil M16. Nos subimos a los camiones, un aproximado de 60
camiones, una parte eran de la Fuerza Armada, otra de Caminos (una antigua
unidad gubernamental de reparación de calles) y otra parte de la extinta
Guardia Nacional. Salimos rumbo a Morazán.
Paramos en la Tercera Brigada de San
Miguel. Desconozco por qué. El comandante y los demás jefes se bajaron y
entraron a la brigada. Estuvieron como una hora. Estaba el coronel Monterrosa
Barrios, el mayor Natividad de Jesús Cáceres, el capitán Ernesto Méndez Rodríguez,
el teniente (Ángel Román) Sermeño Nieto, el teniente Carlos Fernando Herrera
Carranza y muchos más que no me recuerdo.
Cuando salieron, el oficial que venía, el
teniente Carlos Fernando Herrera Carranza le dijo al motorista que íbamos a
Gotera. Entrando a la cabecera departamental estaba esperándonos el coronel
Crucito le decían, el comandante de aquí. El coronel Monterrosa Barrios se puso
a platicar una media hora con ese señor Crucito. Nosotros estábamos arriba de
los camiones.
Cuando los jefes se subieron a los
vehículos, salimos rumbo a Perkín. Llegamos al río Torola, los comandantes de
compañía nos bajaron de los camiones. Solo recuerdo al capitán Méndez
Rodríguez. Él nos dijo que íbamos a caminar por la carretera hasta Jocoaitique.
Éramos unos 1,500. Caminamos unas cuatro horas.
En el desvío de Jocoaitique nos empezaron
a disparar, supuestamente la guerrilla. Nos cubrimos y comenzamos a disparar
también. Ese intercambio duró como media hora. De ahí se quedó calmado. Luego
buscamos donde dormir.
Al día siguiente en la madrugada, como a
las 3 de la mañana, salimos en marcha rumbo al Mozote. Un grupo iba por la
calle y los demás por el monte. Llegamos como a las seis de la mañana.
Íbamos como 150. En las cercanías de El
Mozote tuvimos un enfrentamiento con la guerrilla. Estuvimos como ocho horas.
Luego entramos al caserío y la guerrilla se retiró.
Monterrosa y Cáceres nos ordenaron que
había que registrar las casas minuciosamente y recoger a la gente en un solo
lugar. Reunimos a la gente. Eran mujeres, ancianos y niños. En el caserío los
tendieron en la iglesia católica, que estaba al centro. A otros en casas
aledañas al templo. Las niñas eran como de 10 años para abajo. Los niños
estaban vestidos algunos en calzoncillo y pantaloncito. Las niñas en vestidito.
Unos sin zapatos. La gente permaneció ahí recogida como tres días más.
El coronel Monterrosa dijo que del Estado
Mayor iban a venir a interrogar a las personas. Así fue. Venían todos los días
en la mañana dos helicópteros y en la tarde se iban. Se bajaron unas seis
personas, unos de civil y otros de verde olivo como soldados. Esos eran los
investigadores, así nos habían dicho: que el Estado Mayor iba a decidir qué les
iba a pasar a las personas. Yo estaba como a tres cuadras, pero pasaba cerca de
donde ellos, atrás de las casas, cuando iba a traer agua. Nos llevaban
alimentación por helicóptero. El responsable de la alimentación era el mayor
Godínez Castillo.
Al final, cuando se fueron los
helicópteros se empezaron a oír disparos y gritos de niños y de mujeres. Era
que los estaban matando.
Decían: ‘¡Ay, no!’.
Se oían muchos disparos. No le puedo decir
cuántos porque son bastantes. Después vi que agarraron fuego las casas. Fueron
los soldados porque solo ellos andaban ahí con los oficiales encargados de
ellos. Los que estaban ahí no tenían armas. ¡Si solo eran mujeres, niños y
ancianos!
No sé quién dio la orden, pero si ellos
eran los encargados de venir a investigar, de ahí ha de haber salido. De
ninguna manera podía pasar sin conocimiento del Estado Mayor. Todos los
operativos que se hacían eran autorizados.
No había habido oportunidad de contar
esto, como ahora, y tenía miedo de que nos asesinen también. Pero ya que la
Fiscalía me citó, vine con gusto».
***
Como ha pasado en cada testimonio previo,
los abogados defensores de los militares cuchichearon y sonrieron cuando
escucharon la palabra guerrilla salir de la boca del testigo Sol.
“El interrogatorio está perfecto como fue
la realidad. Dice que tienen un enfrentamiento grotesco de ocho horas. Siendo
militar, un enfrentamiento de ocho horas es algo monumental. La fuerza militar
que cuidaba El Mozote era enorme”, dijo después de la audiencia el abogado
Roberto Girón Flores. “Después de un enfrentamiento de ocho horas, ¿cuántos
cadáveres quedaron? ¿Dónde están enterrados esos cadáveres que quedaron? ¿Dónde
están los niños, mujeres y ancianos que cayeron en esos combates?”, se
preguntó.
Tras escuchar que un testigo describió un
enfrentamiento, Girón Flores buscó atribuir todas las muertes a ese hecho. Pero
su conclusión es inexacta: el testigo dijo que hubo un enfrentamiento antes de
entrar al caserío y describió cómo, en el momento de las ejecuciones, las
víctimas estaban desarmadas.
Aunque es la primera vez en el juicio que
un testigo describe enfrentamientos con la guerrilla previos a los asesinatos
de civiles, la información no es nueva. Ya en 1991 un informe de Tutela Legal,
querellante del caso, afirmaba que el 10 de diciembre de 1981, miembros de la primera
compañía del Atlacatl, justamente bajo el mando del capitán Méndez Rodríguez
“sostuvieron combates con la guerrilla en el lugar conocido como El Portillón,
en Arambala”. El dicho del testigo Sol confirma esta narración.
Girón Flores es defensor del coronel
Natividad Cáceres, oficial ejecutivo del Atlacatl en el momento de la masacre y
otros dos imputados: el general Carlos Cáceres Flores y el coronel Luis
Landaverde Barrera. Hace unas semanas, Girón Flores y su bufete fracasaron en
su intento de promover un antejuicio contra el juez del caso El Mozote.
La defensa cambió radicalmente de
estrategia en su tratamiento al testigo Juan y al testigo Sol. Con Juan fueron
muy intensos, y el testigo terminó aportando en el contrainterrogatorio
detalles que no había contado en su primera intervención. Por ejemplo, fue a
preguntas del abogado defensor, Rodolfo Garay Pineda, que Juan contó que había
“trabajado con asesores norteamericanos” y que había recibido entrenamiento de
ellos. Garay Pineda le preguntó al testigo si recordaba “el himno del batallón
Atlacatl”, como una forma de tratar de sembrar duda sobre su pertenencia a esa
unidad. El testigo dijo que no lo recordaba.
A Sol, en cambio, nadie le preguntó.
“Sobre la mención de mi defendido hay demasiadas incongruencias que creo que ya
no valía la pena hacerle una pregunta” explicó Fernando Godínez, defensor del
mayor Godínez Castillo. Otro abogado defensor, Néstor Pineda, dijo que
“cualquier inexactitud es favorable porque contribuye a dudas razonables a favor
de los indiciados”.
Sol dijo que el Atlacatl tenía nueve
compañías, aunque para 1981 tenía seis. Para el fiscal Julio César Larrama,
este tipo de contradicciones “no son de fondo ni le restan credibilidad al
testimonio”. Larrama es el jefe de la unidad fiscal que investiga crímenes de
guerra. “No vamos a ignorar que era una zona de constantes combates. Pero ha quedado claro que al momento de que
se ejecutan a las personas, el enfrentamiento había cesado. No estaban armados
cuando los ejecutaron”, dijo Larrama.
David Morales, querellante particular y
exprocurador de derechos humanos, dijo que el relato de Sol sobre helicópteros
aterrizando cuando el ejército ya había tomado el caserío El Mozote coincide
con el informe de Tutela Legal de 1991 y con el peritaje de la experta Terry
Karl que consta agregado al proceso. Para Morales, ese hecho “involucra
directamente a Guillermo García y Rafael Flores Lima”, exministro de Defensa y
exjefe del Estado Mayor respectivamente.
***
A las 8:59 de la mañana, un minuto antes
de la hora a la que los abogados habían sido convocados, el defensor Néstor
Pineda presentó un escrito para intentar suspender la audiencia. El abogado
Rodolfo Garay Pineda protestó por el uso de una ley nueva, como la de
protección a víctimas y testigos, para un caso que empezó en 1990. Lisandro
Quintanilla planteó un incidente para argumentar que los testigos protegidos en
realidad debían ser copartícipes y, por lo tanto, testigos “criteriados”. El
juez declaró inadmisible el escrito de Pineda y no cedió a las peticiones
Quintanilla y Garay.
Lo que, por mucho tiempo, los militares, y
ahora sus abogados, no querían que pasara ha comenzado a pasar. 38 años más
tarde, los soldados han empezado a declarar contra sus superiores.
Las dos iglesias católicas en Nicaragua
José Luis Rocha
www.elperiodico.com.ni / 181119
La Iglesia es casta meretrix -santa y pecadora, casta y prostituta-, nos
recuerdan muchos teólogos. No importa si San Ambrosio de Milán no le quiso dar
este sentido a la expresión que acuñó en el siglo IV, sino señalar que la
Iglesia permanece santa, aunque acoja a los pecadores, el hecho es que desde
sus primeros pasos la Iglesia católica ha tenido este carácter dual.
Esquizofrénico, si quieren.
El doble rostro intensificó sus
diferencias con la institucionalización del catolicismo cuando tras la
conversión del emperador Constantino el imperio y la Iglesia se fundieron y
confundieron, dando por resultado una jerarquía, división política, protocolos,
símbolos de poder y fórmulas que fueron absorbidos como propios por la que
empezó siendo una pequeña secta religiosa, una nimia división dentro del credo
judaico, y que sin embargo sobrevivió miles de años al imperio que mimetizó.
Desde entonces los elementos más visibles
del catolicismo albergan contrastes que, de no existir en la realidad y
repetirse en cada siglo, podrían ser tomados como delirios de novelistas de
imaginación desbocada. ¿Cómo conciliar que San Francisco de Asís perteneció a
la misma institución que los cardenales de vida regalada y lujos desmesurados?
Hay muchos otros ejemplos. Santa Teresa cerrando conventos de vida disoluta que
la hospedaban en establos para tomar su venganza anticipada. El obispo
brasileño Helder Cámara predicando contra los militares y la espiral de la
violencia en una América Latina salpicada de capellanes de ejércitos asesinos.
La Iglesia actual tuvo un cardenal Bernard Law que no renunció a los viajes en
su avión privado ni siquiera después de que su diócesis y otras más tuvieron
que pagar millones a las víctimas de los sacerdotes pedófilos a quienes él
encubrió durante décadas. Pero también tuvo y tiene a Alejandro Solalinde,
apóstol de los migrantes 24/7, que lava su ropa y se baña a huacalazos para ser
más pueblo y más humano.
Un hito de esa iglesia profética fueron
los seis jesuitas asesinados hace treinta años, el 16 de noviembre de 1989.
Pagaron el precio de su compromiso cuando sus vidas fueron segadas al borde de
la paz por la que lucharon, y sin ver un atisbo de la justicia que inspiró sus
escritos y homilías. Ignacio Ellacuría, desde la rectoría de la UCA de El
Salvador, hizo de esa universidad una plataforma de denuncia con una influencia
benéfica en la política que sus sucesores han mantenido vigorosa. A los
jesuitas los asesinó el batallón de élite Atlacatl. El gobierno intentó simular
que los había asesinado la guerrilla, lo cual hubiera resultado hasta cierto
punto verosímil porque sus críticas también se dirigieron a la guerrilla,
aunque mucho más hacia un ejército cuya mayor responsabilidad en los crímenes
de guerra fue establecida por la Comisión de la Verdad.
La rebelión cívica que en Nicaragua empezó
el 18 de abril de 2018 y que sigue en infatigable pie de lucha ha sido un
desafío a todos los sectores de la ciudadanía. Lo ha sido para la Iglesia
católica, cuya entereza moral puso a prueba y cuyo rostro dual desnudó una vez
más ante los fieles y ante todos los nicaragüenses y el mundo.
Apareció así una Iglesia venal, que saca
la calculadora para sumar y multiplicar, y que no quiere volver al tiempo de
las vacas flacas en que el Estado era menos generoso en las subvenciones para
mantenimiento de templos y obras de caridad, y en la concesión de cargos
públicos a familiares de altos y medianos eclesiásticos. O quizás es también una
Iglesia temerosa de que el FSLN ventile sus chochinaditas y cochinadotas
sexuales y financieras. O quizás enmudeció porque sus miembros aspiran a hacer
carrera eclesiástica y esperan las señales del Vaticano, no siempre claras y a
menudo pendulares, para saber de qué lado colocarse sin poner en peligro
futuros ascensos, prelaturas y otras prebendas.
Pero también hay otra Iglesia muy distinta.
La que se jugó la vida poniéndose delante del pueblo en manifestaciones y
protegiéndolo de asedios policiales y paramilitares. Esa iglesia sigue abriendo
sus templos a la resistencia pacífica y haciendo de los púlpitos unas tribunas
de denuncia, en la mejor tradición de los profetas Samuel e Isaías, Simone Weil
y Edith Stein, Óscar Arnulfo Romero y Pedro Casaldáliga, siempre contra el
poder, con riesgo de sus vidas.
Esa Iglesia no calcula. Se deja llevar por
el viento del espíritu, que pasa como una brisa suave sobre las víctimas y los
desheredados de este mundo. Es la Iglesia del carisma, no del poder. Al fin y
al cabo, es la Iglesia de Jesucristo, que no pensó en fundar iglesia alguna y
nunca calculó, no tuvo bienes que defender ni cola que le pisaran. Y a quien
tenía sin cuidado si se ganaba una pésima reputación como bebedor y comelón por
disfrutar con sus amigos cuando podía.
De un lado está una Iglesia que tiene al
arzobispo de Managua Leopoldo Brenes a la cabeza. De su boca jamás ha salido ni
parece que saldrá una frase profética. De ahí brotan ideas descoordinadas,
destinadas a confundir al pueblo llano. Brenes no es tonto, pero cree que el
pueblo sí lo es y lo estima tan estúpido como para tomar sus galimatías por
frases piadosas o incluso por expresiones que imitan esa complejidad vaporosa
propia de los libros de teología. Nunca hace una denuncia directa, sino a través
de frases que quieren ser sibilinas. Cuando se supone que condena un hecho, su
oficina arzobispal emite una nota de prensa que habla de él en tercera persona,
cada vez con frases y tono más confrontativas con el régimen de Ortega, pero
nunca con la voz propia y tronante que haga eco de los lamentos de las víctimas
y esté a la altura de la premura y definición que la situación urge. Ningún
orteguista le dirá que dijo lo que no debía decir, pues siempre es más lo que
dice no diciendo. Lo acompaña en su desprecio por el pueblo nicaragüense el
nuncio Waldemar Sommertag. Agitando su sotana luctuosa, durante meses se
pavoneó como eslabón perdido entre La Modelo y El Carmen y se hizo acreedor al
título de gran Archipámpano Saca-presos que los rumores guasapeados le
concedieron como un sobrenombre infamante. El número de reclusos sigue en
aumento y, según lo visto y oído, el nuncio ha perdido sus dotes liberadoras y
caído en un sospechoso —espero que no ominoso— mutismo.
Los acompañan muchos comparsas. Los “poquita
cosa”, como diría una de mis tías. Y lo son no porque sean menos capaces que
los mencionados, sino porque no han alcanzado a ocupar cargos acordes a su
nivel de corrupción, incluso si son obispos, como Vivas y Sándigo. Ni siquiera
el papado los auparía hasta ese nivel.
En la acera de enfrente está la otra
Iglesia. Una y otra son variadas. Pero en esta otra hay más carisma que poder.
Entre sus líderes sobresale el obispo de Estelí, Abelardo Mata. Sus formas
frugales no logran ocultar una cultura sólida. Sabe comunicarse con el pueblo y
no lo subestima. Lo escucha y se toma muy en serio sus clamores. Lo conmueven y
lo mueven a actuar. Sospecho que no coincido con él en muchos criterios, pero
es imposible no respetar y pregonar su arrojo, entrega y lucidez. En esa
Iglesia está el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, y con mayor osadía
destaca el párroco Edwin Román, que se supera cada día. Cuando parece que ya
había llegado al pico de su compromiso, añade una nueva acción sobrecogedora.
No le bastó recibir en su parroquia a diez madres de presos políticos. Se sumó
a su huelga de hambre, pese a su diabetes y al acoso policial.
El nuncio no se pronuncia sobre esta
Iglesia. La descalificó al legitimar con su asistencia un fake-diálogo que esta Iglesia denunció y en el que rehusó
participar. Su reputación se hundió en un abismo cuando ni los sectores más
complacientes llegaron a los extremos del nuncio, siempre de sonrisa fácil con
los operadores orteguistas y rostro agrio para los periodistas independientes.
¿En qué bando está el obispo auxiliar de
Managua Silvio Báez? Entre los rebeldes es el más popular de los obispos. Pero
se sometió a la institucionalidad de la Iglesia que no es una, sino santa y
pecadora. No sé cómo verá su papel desde su romano exilio. Desde aquí lo veo
tuiteando una y otra vez, tal vez sentado bajo la cúpula de San Pedro,
manteniendo su oposición a Ortega. Y eso está muy bien. Pero me entra la
comezón de la duda y empiezo a sospechar que hay más de una razón oculta en su
abrupta salida de Nicaragua. Está claro que tenía que resguardar su vida y que
Sommertag fue la Salomé que sirvió su cabeza en bandeja.
¿Hay otra razón? A lo mejor —a lo peor— el
Vaticano Inc. quiso prepararse para la eventualidad de que Ortega caiga y tener
lista una ficha con buenas credenciales que lo represente cuando la oposición
llegue al poder y cuya sola presencia en una jerarquía remozada sugiera a los
feligreses que el binomio Brenes/Sommertag no representaba el catolicismo, sino
el bueno Silvio Báez. El tiempo dirá qué tanto hay de esto. Mejor sería no
esperar tanto. Una palabra de Jorge Bergoglio justo ahora bastaría para
hacernos saber cuál de las dos iglesias está tomando las decisiones en Roma: la
calculadora o la profética.
Danza de los ojos - Nween äjtsp
Juventino Santiago (ayuuk)
ojarasca 271-nov 2019
Meses antes habían muerto muchos hombres,
mujeres y niños en El Duraznal por el problema de límite de tierra con el
pueblo vecino de Cacalotepec. El conflicto de tierra había durado varios años,
pero finalmente ambos pueblos habían llegado a un acuerdo de paz.
Y después de la tregua, se acercaba la
fiesta del Día de Muertos, pero luego sucedió que en varias noches habíamos
escuchado los aullidos de los perros, y los ojos de mi abuela y de mi mamá
bailaban incansablemente. El aullido en manada era ensordecedor y el baile de
los ojos también era interminable. Mi abuela y mi mamá sentían que sus ojos
saltaban y se caían al suelo.
Pero estos hechos presagiaban que pronto
ocurriría algo trágico en el pueblo y lo más probable era que alguien moriría.
Aquella tarde en El Duraznal era cubierta por la densidad de la neblina cuando
Camilo llegó a pedir muerto en la casa de Aurelio Pablo. Él no se encontraba y
solamente estaba su esposa Dominga. Ella le ofreció tamales, caldo de pollo y
tepache. De hecho, cuando Camilo llegó ya iba borracho porque ya había tomado
tepache en otras casas y más lo que tomó en la casa de Aurelio, pues terminó
descompuesto y perdido. Después, quedó dormido en una banca y recargado en un
aguacatal.
Más tarde, cuando Aurelio regresó a su casa,
pues, encontró a Camilo dormido en la banca y le preguntó a su esposa Dominga
que quién era aquel hombre y de dónde venía. Dominga ni siquiera pronunció la
palabra Camilo y solamente dijo que el señor venía de Cacalotepec. Entonces,
Aurelio también ya había tomado tepache, pero no estaba totalmente descompuesto
ni perdido, porque en su memoria todavía logró recordar los años que había sido
dirigente en El Duraznal y había luchado en la disputa de tierra con
Cacalotepec.
Y fue en ese instante cuando Aurelio tomó
y le propinó un hachazo en la cabeza de Camilo y la sangré brotó como si fuera
un manantial, pero no era cristalina, sino espesa y roja. Camilo murió al
instante. Inmediatamente después, Aurelio tomó una pala y un pico para escarbar
una fosa muy cerca de su patio y luego allí enterró a Camilo por primera vez.
Transcurrió un mes y Aurelio no dejaba de
soñar por las noches a Camilo. Así que tuvo que desenterrarlo para volver a
enterrarlo en la cima de un cerro. Un tercer entierro fue al otro lado del
cerro y finalmente tuvo que llevar los restos de Camilo y enterrarlo al
camposanto de Tamazulápam. Después de aquella tarde trágica en que Camilo fue
sorprendido por la muerte en El Duraznal y los días posteriores, Aurelio
tampoco logró vivir en paz, porque todos los días sentía que Camilo lo
perseguía y todas las noches aparecía en sus sueños. Meses después, Aurelio
murió.
Tëë n’äjty tu’uk po’ mätsk po’ ja’a
yä’ätyëjk, ja’a to’oxtyëjk mëët ja’a mëtsk’ënä’äkjët jajp Tsëpäxkjekyixypy
y’ookta’ koo ja’a nääx tsep ojts ijty mëët ja’a Jekyëpäjkp. Tëë n’äjty may
jëmët tya’aynë y’ëtnë ja’a nääx tsep jëts ojts ja’a këtunk y’ëmyëtya’kta’
kyäjpxmukta’ jëts net ja’a nääx tsep ojts kyujka’ wya’keya’, jaa ja’a a O’kpxëë
n’äjty nyëtën kyëtä’äky jyënkeeny. Xyaa jëtëkojk ojts ëëts may kyoots nmëtey
koo ja’a uk wyojmuuta’ jëts ja’a ntääk’ëmëj mëët ja’a ntääk xoyn ja’a wyeen
n’äjty nyëtën y’ätsta’.
Tëë n’äjty tsyu’yënë jëts yo’tsnaaxp
n’äjty jajp Tsëpäjkxjekiixpy koo Këmil ojts ënaaxp jya’aty mää ja’a nteety
Ëprelën tyëjkën. Ka’t ja’a nteey Ëprel n’äjty jam pën, wa’ n’äjty jajp ja’a
nyëto’oxy ja’a ntääk Mink. Ojts ja’a ntääk Mink tmo’oy ja’a Këmil më’ëky,
tutokx mëët pä’äknëë. Muukëp ja’a Këmil n’äjtynë koo ojts jya’aty mää ja’a
ntëëty Ëprel tyëjkën, xyaa ojts waan jyak’uuky, net ojts xon tyëmyuktëkeenyë.
Xyaa ojts myä’ooky mää ja’a pu’y n’äjty tu’uk kyiinya’ jëts jam n’äjty nyëtën
kutywyemp myä’në’kpetyë.
Xyaa jëtëkojk koo ja’a ntëëty Ëprel ojts
jyëmpity mää ja’a tyëjkën, jam ja’a Këmil n’äjty myä’äy pu’ykyëxp jëts net ojts
ja’a nyëto’oxy tëpyijky pën n’äjty ja’a yä’ätyëjk jëts mää n’äjty tysoony.
Nyëka’t päät ja’a ntääk Mink ja’a jä’äy xyëë ojts tnëkäjpxa’, ja’y ojts
y’ënä’äny koo ja’a jä’äy n’äjty tsyoony jam Jekyëpäjkp. Tëë ja’a ntëëty Ëprel
n’äjty nyëtën pä’äknë t’uknë, pë ka’t n’äjty xon tyëmyuktëkenyëm, ojtsëk
tjakja’myetsy koo ojts nyaaxkëtunk’aty jajp Tsëpäjkxjekyixypy jëts koo ja’a
nääx tsep ojts nyëtën t’ëtana’.
Jënetëk ojts ja’a ntëëty Ëprel tu’uk pujx
tkajpjë’ëky, xyaa ojts ja’a Këmil tkëpäjkmëpoota’, jëtënëk ja’a në’ëpy ojts
xyujpëtsëmy ëxtëm ja’a nëë neexy y’ëkmëxyën mää nëëkojpkën, pë ka’t ja’a
wya’tsa’ tyëjkxya’, tsäjps jëka’ jëts kexkëk. Jënity ja’a Këmil ojts jam
y’ooky. Xyaa jëwaanjoja’ ja’a nteety Ëprel pujxja’ap ojts tu’uk tkëyjë’ëky
mëëtëk wo’om jëts ja’a o’kp ojts nëtäjy myëtu’uk’ook jam tyëjapë’amp. Tu’uk
po’ëk ojts nyaaxy jëtsëk ja’a nteety Ëprel n’äjty jyënkëmänaaxypy ja’a Këmil
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jam tunkëxp. Ja’a myëtëkë’ëk’ookpa’ ojts tnëtajy ja’a o’kp jajp tun’ëjxkë’ëpy,
jëts kwan ojts t’ëknijkxynyëm jam Tëkamp kapsant.
Koo jëtën xëë ja’a ëyo’n tpääty t’ijxy
ja’a Këmil jajp Tsëpäxkjekyixypy, nyëka’t ja’a nteety Ëprel ojts ey
y’ëkjujkyatnë jako ja’a mëjä’äy Ëprel jëtën nyëjyowya’ ëxtëm neexy ja’a Këmil
änëm y’ëkpätijtya’, xëëny ja’a koots n’äjty y’ëkëmä’äya’. Xyaa ojts ja’a nteety
Ëprel y’ooknë.
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