Por: Rev. Manning Maxie
Suárez +
No
existe duda alguna, que nuestra sociedad entiende que, el sentido de su
existencia está marcada por los tiempos, que muchas veces sacralizamos o le damos
un significado muy especial. Vivimos
nuestros tiempos, de un evento a otro y así los mismos son caracterizados por
nuestras prácticas diarias que muchas veces están marcadas por nuestras
actitudes éticas y morales.
Hoy,
nos encontramos en la época de la Cuaresma, tiempo y festividad religiosa de
cuarenta (40) días que inicia una vez se terminan las fiestas del dios Momo (los
carnavales). La Cuaresma se caracteriza sobre todo como una época excelente
para el recogimiento personal, para el silenciamiento personal, para la oración
contemplativa y comunitaria, para la búsqueda de consejo espiritual, pero sobre
todo para hacer la paz con Dios, los hombres y la creación.
Es
una época sobria, seria, donde los gritos, la bulla y los escándalos no debe
ser la costumbre, se debe mostrar en todos nuestros actos cotidianos, donde inclusive
los colores que se utilizan en el vestir diario tienen un significado propio
como los es el morado (que invitan a la penitencia), el blanco (que motiva a la
pureza), el rojo vino (dispuestos al martirio por amor a Dios). Nos privamos de
ciertos alimentos con la finalidad de recordar lo importante de la solidaridad
humana. Se práctica la caridad en todos los aspectos de la vida sobre todo con
los más necesitados entre nosotros y sobre todo la consejería espiritual como
así la confesión de los pecados con algún ministro de la Iglesia quien en
nombre de Dios y de la Iglesia nos da el perdón a todas nuestras faltas y por
otro lado nos anima a la corrección de ellos. Todo ello con la finalidad de
lograr una verdadera conversión a la voluntad de Dios forjando nuestro carácter
y voluntad cristiana para ser Testigos de su amor.
La
Cuaresma nos permite ser mejores personas, nos permite profundizar en el
verdadero “sentido de la vida”. A
entender que esta vida en este mundo es pasajera, pero que al ser fieles a
aquél que nos dio la vida, podemos gozar de una vida buena y abundante con un
fuerte sentido de servicio voluntario hacía Dios, los hombres y en nuestras
acciones responsables hacía la Creación.
La Cuaresma bien vivida, nos permite cambiar nuestra manera vieja de
pensar sobre nuestras relaciones con las demás personas que coexisten alrededor
nuestro con una nueva visión del mundo.
Vamos
todos a través de la meditación de las lecturas bíblicas, sabiamente escogidas
por los liturgistas de la Iglesia, día a día, domingo a domingo, comprendiendo
el significado del sacrificio de Jesús en la cruz y el porqué de su
resurrección para todos los seres humanos.
Pues la finalidad de la celebración de la Cuaresma es la preparación
para la festividad de la Pascua de Resurrección. Es un tiempo de renovación profunda para toda
la Iglesia extendida por todo el mundo.
Otro
aspecto que tenemos que resaltar, es sobre el “fruto de vivir una buena Cuaresma”
que es lograr “hombres y mujeres virtuosos” pues esa es la naturaleza de los
miembros de la Iglesia, un grupo de personas que forman parte de la comunidad
del Nuevo Pacto y que por descubrir el amor y el perdón de Dios reciben en sus
corazones su gracia de manera gratuita, que nos libera del dominio de ser
solidarios con la maldad existente en el mundo, con el pecado que nos corrompe
y corree el alma y con todas las situaciones de muerte alrededor nuestro. Y que,
por medio de esta gracia, Dios perdona todos nuestros pecados, ilumina nuestras
mentes, aviva nuestros corazones y fortalece nuestras voluntades dándonos el carácter
de Cristo, donde su Espíritu Santo morará en nosotros, consagrará a sus
miembros y los guiará a efectuar su obra en todo el mundo.
Por
lo tanto, los invito a todos, no importa si son católicos, protestantes, agnósticos,
o ateos, a aprovechar este tiempo que hemos llamado Cuaresma, que, aunque sea
un tiempo marcado por la práctica religiosa, es excelente para poner en
práctica las buenas costumbres y modales entre todos los panameños y extranjeros
que vivimos en este hermoso país que Dios nos ha regalado y que llamamos Panamá.
Sacerdote.