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JOHN STUART MILL: SUS APORTES A LA FILOSOFÍA MORAL, LA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA.

 

Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
Docente Universitario
Email: manningsuarez@gmail.com       
Orcid: https://orcid.org/0000-0003-2740-5748            
Google Académico:
https://scholar.google.es/citations?hl=es&pli=1&user=uDe1ZEsAAAAJ

Resumen

Este ensayo examina la figura y los aportes de John Stuart Mill (1806–1873) en la filosofía moral, la teoría política y la economía, destacando su formación intelectual, su versión del utilitarismo, y su contribución normativa y metodológica en cuatro obras clave: On Liberty, The Subjection of Women, Principles of Political Economy y A System of Logic. Se argumenta que Mill reconfigura el utilitarismo hacia un humanismo liberal con sensibilidad cualitativa, una defensa robusta de la libertad de expresión y la diversidad, un feminismo pionero de raíz igualitarista, y una economía política orientada al bienestar y a las instituciones. Se evalúa su impacto en la ética secular moderna, la filosofía moral contemporánea (particularmente el utilitarismo de “reglas” y el liberalismo igualitario) y la economía del bienestar. Se concluye con implicaciones prácticas para comunidades religiosas del siglo XXI, enfatizando libertad de conciencia, deliberación pública, igualdad de género y responsabilidad social, en convergencia con principios de dignidad y bien común.

Palabras claves: John Stuart Mill; utilitarismo cualitativo; liberalismo; libertad de expresión; igualdad de género; economía política; lógica; ética secular; bienestar social.

Abstract

This essay examines John Stuart Mill’s (1806–1873) contributions to moral philosophy, political theory, and economics, focusing on his intellectual formation, the qualitative turn in utilitarianism, and his normative and methodological innovations in four major works: On Liberty, The Subjection of Women, Principles of Political Economy, and A System of Logic. It argues that Mill reorients utilitarianism toward a humanistic liberalism emphasizing qualitative distinctions, a robust defense of free speech and individuality, pioneering egalitarian feminism, and an institutional, welfare-oriented political economy. The essay assesses Mill’s impact on modern secular ethics, contemporary moral philosophy (rule utilitarianism and liberal egalitarianism), and welfare economics, ending with practical implications for twenty-first-century church communities centered on conscience, deliberation, gender equality, and social responsibility.

Keywords: John Stuart Mill; qualitative utilitarianism; liberalism; freedom of speech; gender equality; political economy; logic; secular ethics; social welfare.

Metodología

Se emplea una metodología hermenéutico-crítica de fuentes primarias y secundarias, con análisis textual de obras de Mill y evaluación comparada de su recepción en filosofía moral, teoría política y economía. Se realiza exégesis conceptual (principio de daño, calidad de placeres, libertad, igualdad), reconstrucción argumentativa y contraste con literatura especializada. Las referencias se seleccionan de bases académicas (Google Académico, Scopus, Dialnet, Latindex, SciELO) priorizando ediciones críticas y artículos revisados por pares.

Objetivo general

Examinar de manera sistemática los aportes de John Stuart Mill a la ética, la política y la economía, destacando la coherencia entre su utilitarismo cualitativo, su defensa de la libertad, su igualitarismo de género y su economía del bienestar institucional.

Objetivos específicos

1.    Describir la formación académica, filosófica y científica de Mill y su contexto intelectual.

2.    Clarificar sus tesis centrales en On Liberty, The Subjection of Women, Principles of Political Economy y A System of Logic.

3.    Evaluar el impacto de sus hallazgos en la ética secular moderna, la filosofía moral contemporánea y la economía.

4.    Derivar conclusiones prácticas para comunidades eclesiales del siglo XXI en clave de diálogo y bien común.

Contenido

1. ¿Quién fue John Stuart Mill? Contexto y biografía intelectual

John Stuart Mill, nacido en Londres en 1806, fue educado intensivamente por su padre James Mill y bajo la influencia de Jeremy Bentham. Políglota desde la infancia, estudió clásicos, lógica, economía y ciencias naturales; trabajó en la East India Company, intervino en debates parlamentarios y promovió reformas sociales, incluida la extensión del sufragio y la igualdad de las mujeres.

Su trayectoria combina rigor analítico, compromiso reformista y sensibilidad humanista marcada por su relación intelectual con Harriet Taylor Mill. (Capaldi, 2004).8; Cf. (Mill, 1873/1989).12

2. Su formación académica, filosófica y científica

La formación de Mill fue autodidacta guiada por su padre: lógica aristotélica y baconiana, economía clásica (Smith, Ricardo), psicología asociacionista, y el utilitarismo benthamita.

Una crisis intelectual a los veinte años lo llevó a incorporar dimensiones románticas (Coleridge, Wordsworth) y un liberalismo perfeccionista moderado, atemperando el cálculo utilitarista con la noción de desarrollo del carácter y de los “placeres superiores”. Su método combina inducción, verificación empírica y análisis conceptual. (Mill, 1843/1974).5; Cf. (Skorupski, 2006).6

Analicemos primero, la “escuela doméstica” de James Mill que combinó un canon clásico con un experimentalismo moderno que dejó en John una doble impronta metodológica. Por un lado, la gramática socrática del diálogo y la lógica aristotélica le habituaron al análisis de conceptos y a la distinción de términos, mientras que el baconianismo le inculcó aversión a las “idola” y preferencia por la observación y la inducción.

A ello se sumó la economía política ricardiana, que le ofreció un andamiaje de abstracción teórica con poder explicativo y, al mismo tiempo, conciencia de sus supuestos limitantes.

El asociacionismo psicológico (Hartley, James Mill) le proveyó un mecanismo para explicar hábitos, creencias y motivaciones a partir de la experiencia, habilitando más tarde su naturalismo “suave” en ética y política.

Esta confluencia disciplinar explica que A System of Logic aspire a unificar métodos de las ciencias naturales y morales, fijando reglas para inferir causas en contextos complejos sin renunciar a la normatividad práctica; de ahí su énfasis en los “métodos de la inducción” y en la construcción de tipos causales, que operan como guías provisionales para la investigación empírica y el diseño institucional. (Mill, 1843/1974).5; Cf. (Skorupski, 2006).6

Segundo, la crisis anímica de 1826–1827 actuó como giro correctivo frente al utilitarismo aritmético y a la severidad racionalista de su educación. El encuentro con la poesía de Wordsworth y la crítica cultural coleridgiana lo condujeron a una concepción más rica del bienestar, donde el cultivo del carácter, la imaginación moral y las formas de vida autónomas son bienes intrínsecos, no meros medios para un saldo hedónico.

De esta síntesis nacen, por un lado, la tesis de los “placeres superiores” y, por otro, el perfeccionismo liberal que sostiene la individualidad y la “experimentación de la vida” como condiciones epistémicas del progreso social.

Metodológicamente, Mill complejiza el esquema utilitarista mediante una verificación empírica gradualista: hipótesis normativas se ponen a prueba en instituciones y prácticas, se corrigen por la experiencia y se estabilizan como reglas indirectas que maximizan el bien a largo plazo.

Esta arquitectura explica la coherencia entre su defensa de la libertad de expresión, su igualitarismo de género y su economía institucional: todas descansan en la idea de que solo la práctica abierta, la diversidad y el aprendizaje social permiten aproximarnos racionalmente al bien humano. (Mill, 1843/1974).5; Cf. (Skorupski, 2006).6

3. Sobre sus posturas filosóficas centrales: el utilitarismo cualitativo y el liberalismo

Sobre el Utilitarismo cualitativo: Mill redefine la utilidad incorporando la calidad de los placeres; los bienes intelectuales, morales y estéticos poseen mayor dignidad que los meramente sensoriales, pues cultivan capacidades superiores. Esta tesis reorienta la ética hacia el florecimiento humano, no solo la suma de satisfacciones. (Mill, 1861/1998).1; Cf. (Crisp, 1997).7

Además, Mill introduce un criterio procedimental para discernir la superioridad cualitativa: el juicio comparativo de quienes han experimentado ambos tipos de placeres “bajo condiciones de competencia imparcial”, afirmando que, ceteris paribus, prefieren de modo estable los placeres vinculados al pensamiento, la virtud y la apreciación estética, aun cuando impliquen más descontento o esfuerzo; de ahí su célebre intuición de que es “mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho”.

Este recurso epistémico a los “jueces competentes” no abandona el consecuencialismo, sino que lo refina al anclar la evaluación del bienestar en capacidades y formas de agencia que expanden la autonomía y la autorrealización, aproximándose a una noción de florecimiento que integra cantidad y calidad.

Así, el utilitarismo de Mill opera de modo indirecto: promueve instituciones, hábitos y bienes culturales que, al desarrollar facultades superiores, tienden de forma fiable a mayores niveles de bienestar social en el largo plazo, corrigiendo el sesgo presentista y meramente sensorial del hedonismo simple. (Mill, 1861/1998).1; (Crisp, 1997).7

Sobre el principio del daño: en el ámbito político, la única razón legítima para restringir la libertad de una persona es prevenir daño a terceros; la propia protección moral o paternalista no basta. La libertad de conciencia, expresión y estilos de vida es condición epistémica y moral del progreso. (Mill, 1859/2003).2

Mill afina el principio del daño con tres distinciones clave:

Primero, delimita el “ámbito propio” de la conducta autorreferida —acciones que afectan principalmente al agente— donde la coacción estatal y la coerción social carecen de justificación, aunque queden abiertas la persuasión y la crítica.

Segundo, distingue entre daño y mera ofensa, rechazando que el disgusto, el escándalo o el rechazo moral de terceros constituyan por sí mismos razones suficientes para limitar libertades.

Tercero, introduce consideraciones de capacidad y agencia (menores, personas bajo coerción o ignorancia sustancial), casos en los que admite intervenciones paternalistas por falta de autonomía efectiva.

Este marco crea una presunción robusta a favor de la libertad y desplaza el peso de la prueba al censor, quien debe demostrar un nexo causal no especulativo entre la acción restringida y un daño a terceros, además de la idoneidad y proporcionalidad del medio empleado.

El resultado es un liberalismo epistémico: proteger la discusión abierta y los estilos de vida diversos no solo respeta derechos, sino que mejora la calidad del conocimiento social y reduce errores sistémicos, condición del progreso moral y político. (Mill, 1859/2003).2

Sobre lo Individualidad y la experimentación vital: la diversidad de planes de vida es un “experimento” social que incrementa el conocimiento y el bienestar; la sociedad debe proteger la disidencia y la minoría. (Mill, 1859/2003).2

Para Mill, la individualidad no es un capricho expresivo sino un principio epistémico y moral: cada “experimento de vida” aporta variación informativa que permite identificar prácticas valiosas y corregir errores colectivos, del mismo modo que la experimentación controlada mejora el conocimiento en ciencias.

La diversidad de planes de vida genera “bienes de descubrimiento” (insights sobre lo bueno y lo posible) y “bienes de aprendizaje” (hábitos de juicio, autocontrol y responsabilidad), que solo emergen cuando existen condiciones sociales de no represión: libertad de conciencia, pluralismo de costumbres y un ethos de tolerancia activa.

En este sentido, la disidencia cumple una función pública equivalente a la crítica científica: estresa las ortodoxias, reduce el conformismo y previene el “despotismo de la costumbre”, fuente de estancamiento moral.

La sociedad, por tanto, tiene el deber institucional de proteger minorías y estilos de vida no estándar no porque todo valga lo mismo, sino porque sin ese laboratorio vivo de ensayos y errores se empobrece la agencia individual y se degrada la capacidad colectiva de aproximarse al bien común. (Mill, 1859/2003).2

Sobre la Igualdad de género: Mill sostiene que la subordinación legal y social de las mujeres carece de justificación racional y empírica; aboga por igualdad de derechos civiles, políticos y educativos. (Mill, 1869/2008).3

Mill articula su defensa de la igualdad de género mediante una combinación de argumentos empíricos, normativos y económicos: empíricamente, subraya que la supuesta “naturaleza femenina” es inseparable del régimen de socialización y coerción que históricamente ha moldeado las conductas de las mujeres; por tanto, no puede invocarse como evidencia de inferioridad una disposición que es, en gran medida, producto de la exclusión y la dependencia legal (“no se conoce la naturaleza de las mujeres”, sostiene, mientras no compitan en condiciones libres).

Normativamente, denuncia la subordinación marital y civil como una forma de despotismo incompatible con los principios liberales de consentimiento y autonomía, y sostiene que la justicia exige igual ciudadanía, educación y acceso al trabajo, no por caballerosidad paternalista, sino por derechos iguales a autorrealización y respeto.

En el plano económico-social, advierte que la exclusión de la mitad de la población malgasta talentos y reduce el bienestar colectivo, ofreciendo un argumento utilitarista de productividad y cooperación social en favor de la emancipación.

Su propuesta es simultáneamente abolicionista de privilegios legales masculinos y perfeccionista liberal: liberar y educar a las mujeres amplía las capacidades de todas y fortalece la cultura pública de la razón y la libertad. (Mill, 1869/2008).3

4. Sus obras claves y sus aportes específicos

4.1. On Liberty (1859)

Defensa amplia de la libertad de expresión: incluso las opiniones falsas contribuyen a clarificar la verdad por contraste; silenciar una voz priva a la humanidad de conocimiento potencial. (Mill, 1859/2003).2

Para Mill, la justificación fuerte de la libertad de expresión combina razones epistémicas, morales y prudenciales: epistémicas, porque la verdad es falible y progresiva; solo la confrontación con el error mantiene vivas las creencias verdaderas, evita que degeneren en “dogmas muertos” y permite corregir sesgos colectivos; morales, porque respetar la agencia racional de las personas implica tratarlas como co-intérpretes de la verdad, no como sujetos a quienes se les administra una ortodoxia; y prudenciales, porque la censura concentra poder y produce efectos contraproducentes (martiriza al disidente, oculta errores de las mayorías y atrofia las competencias deliberativas de la ciudadanía). Incluso cuando una opinión es en gran medida falsa, suele contener un “fragmento de verdad” que la ortodoxia omite; por contraste y refutación pública, ese fragmento se integra y fortalece el conocimiento compartido.

Por eso, silenciar una voz es privar a la humanidad —presente y futura— de una posibilidad de corrección y aprendizaje, un costo que ninguna autoridad puede calcular ex ante sin incurrir en presunción epistémica. (Mill, 1859/2003).2

En el “principio del daño” como criterio normativo: delimita el poder del Estado y de la sociedad sobre el individuo, rechazando el despotismo de la mayoría. (Mill, 1859/2003).2

El principio del daño opera como una regla de competencia y proporcionalidad para el poder público y la presión social: solo cuando una conducta implica un riesgo plausible y no trivial de lesionar derechos o intereses protegibles de terceros —mediante un nexo causal identificable, no meras conjeturas morales— puede justificarse la coerción; incluso entonces, debe preferirse el medio menos restrictivo y evaluarse su eficacia comparativa frente a alternativas no coercitivas (información, incentivos, diseño institucional).

Con ello, Mill pretende neutralizar el “despotismo de la mayoría”, es decir, la tendencia de normas y costumbres dominantes a imponer conformidad bajo pretexto de moralidad pública o decoro, afectando ámbitos autorreferidos como el estilo de vida, la religión o la expresión impopular.

La carga argumentativa recae en quien restringe: debe demostrar daño, idoneidad y necesidad; de lo contrario, la presunción favorece la libertad. Esta arquitectura no niega la intervención en casos de fraude, coerción, negligencia grave o externalidades claras, pero sí excluye la persecución de vicios privados y el paternalismo sobre adultos capaces, reservando a la persuasión y al ejemplo el papel de corrección social. (Mill, 1859/2003).2

El Valor epistémico de la diversidad: la individualidad es motor de progreso moral e intelectual. (Mill, 1859/2003).2

Para Mill, la diversidad posee un valor epistémico intrínseco porque multiplica las “vías de prueba” mediante las cuales una sociedad contrasta hipótesis morales y estilos de vida, análogamente a cómo en ciencia la pluralidad de enfoques reduce el error sistemático.

La individualidad crea portafolios de prácticas, virtudes y fines que, al interactuar en una esfera pública libre, generan selección crítica: lo que funciona se difunde, lo que fracasa se corrige o se abandona.

Este dinamismo requiere proteger instituciones que aseguren voz a minorías, circulación de ideas heterodoxas y tolerancia ante la no conformidad, pues la uniformidad —producto de costumbre, moda o coerción— empobrece el aprendizaje social y congela el desarrollo del carácter.

La diversidad, así entendida, no es relativismo sino un método para aproximarse a verdades prácticas más robustas, porque somete creencias y normas a competencia abierta, evitando que devengan dogmas inertes.

En suma, una sociedad que incentiva la originalidad y el disenso racional mejora su capacidad de descubrir bienes, innovar moralmente y corregir injusticias. (Mill, 1859/2003).2.

4.2. The Subjection of Women (1869)

Crítica a la jerarquía de género: la subordinación es una institución histórica, no natural; exige reforma legal y cultural. (Mill, 1869/2008).3.

Argumento utilitarista e igualitario: la sociedad desperdicia talentos al excluir a las mujeres, reduciendo el bienestar general; la igualdad mejora la cooperación y la justicia. (Mill, 1869/2008).3

Mill desmantela la “naturalización” de la subordinación mostrando que las evidencias invocadas para justificarla están contaminadas por un entorno de dependencia legal, educación asimétrica y coerción social que fabrica las conductas tomadas luego como “prueba” de inferioridad; por ello, propone un experimento institucional de libertad e igualdad de oportunidades para conocer la verdadera diversidad de capacidades y preferencias femeninas.

Sobre esa base, articula un argumento utilitarista e igualitario: la exclusión de las mujeres no solo viola el principio de igual consideración, sino que destruye capital humano, empobrece la deliberación pública, deteriora la calidad de las decisiones en el hogar y en la polis, y reduce la productividad al restringir la competencia y la innovación; la reforma —derechos civiles y políticos, educación paritaria, libertad profesional y contractual, abolición de la coverture— incrementa el bienestar agregado y la justicia al ampliar las capacidades efectivas y la cooperación social entre iguales.

En suma, el remedio es simultáneamente jurídico (igualdad ante la ley) y cultural (transformación de normas y expectativas), pues sin ambos no hay emancipación real ni aprovechamiento social de talentos. (Mill, 1869/2008).3

4.3. Principles of Political Economy (1848)

En su Principles of Political Economy (Mill, 1848/2006).4, Mill establece una crucial distinción que enriquece profundamente el análisis económico al integrarlo con la filosofía moral y social.

Por un lado, sitúa las "leyes de la producción", las cuales considera relativamente inflexibles y gobernadas por principios técnicos y científicos, similares a las leyes de la física.

Por otro, y este es su aporte fundamental, identifica las "leyes de la distribución" como el ámbito de lo socialmente maleable. Como el mismo Mill (1848/2006).4 argumenta, una vez creada la riqueza, su repartición no sigue un designio natural inmutable, sino que está determinada por las costumbres, las leyes y las instituciones humanas.

Esta separación, que es central en su obra, libera a la economía del determinismo y la abre a la reforma, sugiriendo que la sociedad puede modificar sus arreglos distributivos —por ejemplo, a través de impuestos, cooperativas de trabajadores o leyes laborales— para alcanzar mayores cotas de justicia y bienestar social, sin violentar las leyes que rigen la producción misma.

Respecto al progreso y sus límites, Mill (1848/2006).4 se desmarca del optimismo ciego en el crecimiento ilimitado característico de algunos de sus predecesores.

Aunque reconoce los beneficios del desarrollo económico para superar la pobreza, expresa una temprana preocupación por sus consecuencias: la presión sobre los recursos naturales, el hacinamiento en las ciudades y la degradación ambiental que conlleva la búsqueda incesante de la riqueza material.

Es en este contexto donde introduce su visionaria idea del "estado estacionario". A diferencia de la visión de este estado como un escenario de estancamiento y penuria, Mill (1848/2006).4 lo concibe como una etapa madura y deseable donde, habiéndose alcanzado un nivel de prosperidad suficiente, la sociedad podría enfocar sus energías no en la acumulación material infinita, sino en el "mejoramiento del arte de vivir".

Este estado, tal como lo describe, permitiría el florecimiento de la educación, las artes, la cultura y la calidad de vida, así como una mayor armonía con la naturaleza, anticipándose así a debates ecológicos y sobre el desarrollo humano que son centrales en nuestra actualidad.

4.4. A System of Logic (1843)

Método de la ciencia moral: desarrolla los “métodos de la inducción” (acuerdo, diferencia, variaciones concomitantes, residuos) para inferencia causal, aplicables a ciencias naturales y sociales.

Noción de explicación en ciencias sociales: defiende que los fenómenos sociales son susceptibles de leyes empíricas, sin reducir la agencia y la complejidad. (Mill, 1843/1974).5

5. Impacto en la ética secular moderna, filosofía moral contemporánea y economía

Ética secular: Mill contribuye a una moral pública basada en razones compartibles, autonomía y evidencia; inspira una ética de derechos y deberes derivados del bienestar humano, articulando libertad y responsabilidad. (Skorupski, 2006).6

Filosofía moral contemporánea: su utilitarismo cualitativo y abierto a reglas influye en desarrollos del utilitarismo de reglas y del consecuencialismo indirecto, además de dialogar críticamente con teorías de la justicia como la de Rawls. (Rawls, 1999).9; Cf. (Crisp, 1997).7

Liberalismo político: On Liberty estructura debates sobre libertad de expresión, objeción de conciencia y límites del paternalismo estatal, con resonancia en jurisprudencia y políticas públicas. (Skorupski, 2006).6

Feminismo liberal: The Subjection of Women provee argumentos normativos y empíricos para la igualdad de género, influyendo en corrientes liberales y cosmopolitas contemporáneas. (Nussbaum, 2011).11

Economía del bienestar: Principles integra eficiencia y justicia distributiva, prefigurando la economía del bienestar y debates sobre impuestos, educación pública y bienes comunes; su distinción producción/distribución influyó en teorías de políticas redistributivas. (Sen, 2009).10; Cf. (Mill, 1848/2006).4

Metodología en ciencias sociales: A System of Logic estableció criterios para investigación causal en sociología y economía, articulando inducción y explicación multicausal. (Mill, 1843/1974).5

6. Síntesis crítica: coherencia y tensiones

La unidad del pensamiento de Mill reside en una ética del bienestar con primacía de la libertad como medio epistémico y moral para el florecimiento humano. Su utilitarismo cualitativo evita el reduccionismo hedonista y su liberalismo evita el aislamiento individualista al justificar instituciones inclusivas.

Persisten tensiones: entre paternalismo “suave” y libertad, entre agregación de bienestar y protección de derechos, y entre optimismo epistémico y límites de la deliberación. No obstante, su enfoque ofrece herramientas para una ética pública plural y respetuosa. (Crisp, 1997).7; Cf. (Skorupski, 2006).6

Conclusiones para la vida de las personas en el siglo XXI

Libertad de conciencia y de expresión: promover espacios de diálogo respetuoso donde la disidencia razonada sea acogida como oportunidad de aprendizaje y purificación de creencias, en línea con el principio del daño y el valor epistémico de la diversidad. (Mill, 1859/2003).2

Igualdad de dignidad y liderazgo de mujeres: revisar prácticas y estructuras que limiten la participación plena de las mujeres en ámbitos formativos, caritativos y de decisión, fortaleciendo la justicia y el bien común. (Mill, 1869/2008).3

Ética del bienestar y servicio social: orientar las acciones pastorales hacia la mejora tangible del bienestar humano (educación, salud, pobreza), articulando eficiencia con equidad en la distribución de recursos. (Mill, 1848/2006).4

Deliberación basada en razones: fomentar procesos de discernimiento comunitario que integren evidencias, experiencia y prudencia, siguiendo una metodología abierta y crítica. (Mill, 1843/1974).5

Prevención del “despotismo de la mayoría”: cultivar estructuras de escucha y protección de minorías internas, evitando sanciones sociales por conformismo y promoviendo caridad intelectual. (Mill, 1859/2003).2

Estas prácticas no subordinan la fe a la utilidad, sino que muestran cómo la razón pública y la caridad pueden converger en comunidades libres, justas y orientadas al bien común.

Referencias bibliográficas:

[1] Mill, J. S. (1998). Utilitarianism (R. Crisp, Ed.). Oxford University Press. (Trabajo original publicado en 1861). pp. 186–213.

[2] Mill, J. S. (2003). On Liberty (D. Bromwich & G. Kateb, Eds.). Yale University Press. (Trabajo original publicado en 1859). pp. 7–72.

[3] Mill, J. S. (2008). The Subjection of Women (S. Hollis, Ed.). Cambridge University Press. (Trabajo original publicado en 1869). pp. 1–92.

[4] Mill, J. S. (2006). Principles of Political Economy (J. Riley, Ed.). Oxford University Press. (Trabajo original publicado en 1848). pp. 1–60, 746–754.

[5] Mill, J. S. (1974). A System of Logic, Ratiocinative and Inductive (J. M. Robson, Ed.). University of Toronto Press. (Trabajo original publicado en 1843). pp. 1–60, 255–292, 831–860.

[6] Skorupski, J. (2006). Why Read Mill Today? Routledge. pp. 1–35, 95–118, 145–190.

[7] Crisp, R. (1997). Mill on Utilitarianism. Routledge. pp. 1–25, 95–140.

[8] Capaldi, N. (2004). John Stuart Mill: A Biography. Cambridge University Press. pp. 1–48.

[9] Rawls, J. (1999). A Theory of Justice (rev. ed.). Harvard University Press. pp. 19–24.

[10] Sen, A. (2009). The Idea of Justice. Harvard University Press. pp. 15–20.

[11] Nussbaum, M. C. (2011). Creating Capabilities. Harvard University Press. pp. 19–38.

[12] Mill, J. S. (1989). Autobiography (J. Stillinger, Ed.). Oxford University Press. (Trabajo original publicado en 1873). pp. 5–40.