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Categoría Entretenimiento
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Panamá: cincuenta camino a treinta
Por: Guillermo
Castro H.
La historia construye sus problemas desde los temores que
nos inspira el futuro, iluminando el pasado con una suerte de luz negra que
resalta de maneras insospechadas el perfil de los acontecimientos. Así ocurrió
en Panamá el pasado 11 de octubre pasado. Ese día se cumplieron 50 años del
golpe de Estado que en su momento abrió paso a negociación del Tratado Torrijos
Carter de 1977, cuya ejecución culminaría en 1999 con la eliminación de la
presencia militar norteamericana en Panamá y el traspaso del Canal de manos del
Estado norteamericano a las del panameño.
Ese medio siglo incluye, por cierto, la
agresión militar norteamericana de 1989 – cuyo XXX aniversario ocurrirá el
próximo año -, la cual, siendo una invasión por su forma, constituyó un golpe
de Estado por los objetivos que se propuso lograr, y logró. De aquí resulta un
dato curioso. El periodo 1968 – 1989 es aquel que – Immanuel
Wallerstein dixit – se inició con la primera gran fractura en
el consenso liberal desarrollista que vino a ser hegemónico en la geocultura
mundial tras la Gran Guerra de 1914 – 1945, para concluir con el derrumbe del
orden que sustentaba ese consenso al desintegrarse de su ala izquierda, la
Unión Soviética y lo que fuera el campo socialista en Europa Oriental.
Entender la razón de estas cosas
requiere verlas en su devenir. En Panamá, a todo lo largo del siglo XX, ese
devenir llevó a sus formas más extremas un proceso iniciado en el siglo XVI y
abrió, quizás, la posibilidad de encarar lo peor de sus consecuencias en el
XXI. Lo que se inició en aquel entonces con la conquista europea fue una
modalidad de organización del tránsito interoceánico a través del Istmo, que
concentró esa actividad en una sola ruta bajo control de la Corona española y
estableció una frontera interior que segregaba a todo el litoral Atlántico y el
Darién. Panamá pasó de este modo a ser organizado como país en una cuarta parte
de su territorio, y así permaneció hasta mediados del siglo XX.
Aquella concentración del tránsito en
una sola ruta concentró también en quienes la controlaban el poder económico y
político sobre el Istmo y su destino. La lucha por el control de ese poder vino
así a convertirse en un factor de primer orden en la vida política del
Istmo.
La intensidad y el ritmo de esa lucha
estuvieron asociadas, por otra parte, a la función singular cumplida por Panamá
en la economía regional. Este, en efecto, es el único país de la región que no
se define por lo que exporta, sino por los servicios que ofrece al comercio
exterior de los demás.
A ese hecho responde nuestra
organización territorial. Para todo fin práctico, Panamá nació como un enclave
transitista. Como tal se independizó de España en 1821 para integrarse en la Gran
Colombia bolivariana, de la que se separó en 1903 para acogerse a un régimen de
protectorado pactado con los Estados Unidos, y liberarse de esa tutela en 1999
para asumir, finalmente, el pleno ejercicio de las responsabilidades de la
soberanía.
El siglo XX panameño, en efecto, se vio
marcado por la disputa entre los Estados Unidos y Panamá por el control de la
renta generada por la operación del Canal interoceánico construido por el
gobierno norteamericano entre 1904 y 1914 al interior de un enclave militar-industrial
conocido como Zona del Canal. Esa disputa estuvo marcada por la negociación de
tratados entre ambos países, que modificaron primero los privilegios políticos
y económicos concedidos a Estados Unidos por el tratado de 1903, y finalmente cancelaron
este último, liquidaron la Zona del Canal y transfirieron la administración del
Canal al Estado panameño.
Importa notar, si, dos características
de este proceso. La primera consiste en que todos los mandatarios panameños que
firmaron esos Tratados – Harmodio Arias, José Remón y Omar Torrijos –
estuvieron previamente involucrados en golpes de Estado que de un modo u otro
abrieron paso a esas negociaciones. La segunda es que el Tratado Torrijos –
Carter, al resolver a favor de Panamá el control de la renta canalera, trasladó
al interior de la sociedad panameña la disputa por el control de la misma.
A cincuenta años del golpe de Estado de
1968 el Estado panameño controla el Canal, sin duda. Con eso, pasa a primer
plano el problema de quién controla el Estado. Esta no es una pregunta
retórica. En las vísperas del XXX aniversario del golpe de Estado que
restableció el orden liberal democrático en Panamá, y al cabo de una década de
notable expansión económica, el país sigue enfrentando una circunstancia en la
que se combinan un crecimiento económico incierto, una inequidad social
persistente y una degradación ambiental constante.
A eso ha venido a agregarse, en la
última década, un deterioro institucional que – a través de la creciente
demanda por la convocatoria a una Asamblea Constituyente – reclama ya una
trasformación del Estado que contribuya a culminar la construcción de una
sociedad democrática sustentada en una economía próspera, sostenible y
equitativa. Necesitamos, en breve, culminar la construcción de una República
con todos y para el bien de todos. Así de latinoamericano es hoy nuestro
problema fundamental.
Panamá, 19 de octubre de 2018.
¿Saben qué es lo más grave en el asunto de venta de armas a Arabia Saudí?
www.publico.es / 130918
¡Oh vergüenza!
¿Dónde está tu rubor? (Hamlet, Shakespeare)
“Unas familias se dedican a fabricar
bombas y metralletas para unos asesinos en serie a cambio de una importante
mensualidad, a sabiendas que sus patrones las utilizan para matar cada día a
decenas de familias pobres”.
Sí, lo más grave, no es que un régimen
como el saudí utilice las armas que le venden en la matanza indiscriminada de
los civiles (sólo en el mes de agosto, mataron a 62 niños yemeníes, dejando
mutilados a un centenar), ni si quiera lo es que unos gobiernos “democráticos”
participen, directa o indirectamente, en estos crímenes.
Lo
incomprensible es:
1) que parte de la clase trabajadora, a
cara descubierta, defienda este trabajo, convirtiéndose además en un peligroso
“grupo de presión” al estilo de la banca o las compañías de armas, y
2) que los partidos políticos y sindicatos
progresistas le hagan a este sector el seguidismo, y haciéndose víctimas
condenadas a un destino divino inalterable, se justifiquen con argumentos
torpes como: “lo sentimos, pero tenemos que elegir el “pan” en vez de “paz” o
“si no lo hacemos nosotros, lo harán otros”.
¿Dónde está esta “vanguardia” que guíe a
los trabajadores, proponiendo alternativas a un capitalismo salvaje que se
mantiene explotando y armando a los pobres de unos países para que exploten y
maten a los desheredados de otros? ¿Dónde está la “solidaridad internacional de
los trabajadores” para desmantelar las alianzas formadas entre las élites
mundiales? ¿Se han sucumbido al lema individualista del capitalismo más salvaje
de “sálvese quien pueda”? Postura además de mezquina, inquietante.
Han olvidado que el problema de empleo en
el capitalismo es estructural, y surge por la sustitución de mano de obra por
maquinaria y la estrategia de los empresarios en mantener un ejército de
parados para bajar los salarios, provocar luchas en el seno de la clase obrera
para hacerse con los pocos empleos que ofrecen, y así dividirlos, debilitarlos.
Admirable en este tenebroso panorama, el
movimiento feminista vasco, que ha tomado varias veces el puerto de Bilbao para
denunciar que todos los meses parte un barco cargado con armas hacia el reino
de Arabia para matar a unos seres humanos atrapados, indefensos. Riad utiliza
incluso las prohibidas bombas de racimo que explotan en más de 2.000
fragmentos, y que matan y mutilan incluso después de años de ser disparadas.
En Alemania y Suecia, hasta parte de la
derecha se ha opuesto la venta de armas de sus gobiernos a los jeques,
consiguiendo que se paralizaran. En Canadá, una encuesta del 2017 sugería que
la mayoría de la población se oponía a la venta de armas a este país, a pesar
de que su valor era 15.000 millones de dólares y afectaba a 3.000 puestos de
trabajo.
No es ningún secreto que el reino de
Arabia está dirigido por una familia, en el sentido más doncorleónico de la
palabra, que aplica el apartheid y un totalitarismo teocrático, el más severo
del mundo que, como castigo a delitos como apostasía, adulterio, la
homosexualidad y la hechicería no sólo amputa manos y pies, sino ejecuta con
lapidación y decapitación, para luego crucificar sus cadáveres en público.
Condenó al bloguero Raif Badawi a 10 años de prisión y 1.000 latigazos. ¿Qué
tal si creamos puestos de trabajo fabricando látigos de alta calidad, ya que
después de unos fuertes golpes estos látigos se rompen, junto con los huesos
del reo?
Es el régimen que patrocina a los grupos
terroristas que atentan por los cuatro costados del planeta, incluidos en los
países occidentales que le protegen, a pesar de que los tratados
internacionales prohíben la venta de armas a los países que infringen
gravemente los derechos humanos o apoya el terrorismo.
Sólo
en 2016, la ONU documentó 119 incursiones de la Coalición EEUU-Arabia en Yemen
violando el derecho internacional humanitario: ataques a campos de refugiados,
bodas, funerales, escuelas, hospitales, mercados y mezquitas. Arabia ha
intentado “militarizar” la enfermedad en Yemen, provocando con sus bloqueos, la
cólera, la malnutrición y por ende la muerte de miles de niños. Hay tantos
cadáveres de civiles que la Cruz Roja está donando morgues a Yemen que sufre
la mayor crisis humanitaria del mundo.
El heredero de la corona de Arabia,
Mohammed Bin Salman, busca un triunfo militar en Yemen antes de convertirse en
rey, ahora que ha fracasado en su salvaje aventura por Siria.
¿Por
qué Occidente arma a Arabia?
+ Crear una “mini-OTAN sunnita” para que
lance una guerra contra Irán, sin implicarse directamente, y aunque con ello
ponga en peligro la propia paz mundial. La misión de Arabia y Emiratos Árabes, los
dos principales destinos de las armas de EEUU y la Unión Europea, es hacer de
martillo para machacar los movimientos populares y desestabilizar los países de
la zona: desde ahogar
en su propia sangre a la “Primavera” de Bahréin, hasta enviar a
decenas de miles de terroristas a Afganistán, Siria, Libia e Irak.
+ Seguir beneficiando tanto a las
compañías de armas -esta facción más criminal de la burguesía mundial, junto
con los
empresarios de la prostitución-, como a los intermediarios y
comisionistas (reyes y presidentes), dejando que caiga alguna migaja para los
trabajadores sin conciencia de clase, convirtiéndoles en los cómplices de sus
crímenes. Los comerciantes de armas británicos, por ejemplo, han multiplicarse
por cinco sus ventas desde que comenzó el bombardeo de Yemen en 2015.
+ Salvar a la familia Salud de sus
adversarios: El Reino Unido entrena a la Guardia Nacional saudí. Pues, los
países de la OTAN comparten intereses estratégicos con esta monarquía
totalitaria.
+ Forzar una carrera armamentística en la
zona: cuando Arabia entrega un cheque de 110.000 millones de dólares de compra
de armas a Trump, Qatar
se vio obligado a comprar un paquete de armas por el precio de 12.000.
millones de dólares a EEUU. Decía el senador Chris Murphy que: “Todas las vidas
civiles perdidas en Yemen tienen una huella estadounidense“, y de otros
vendedores. Cada envío de armas transferidas a Arabia y otros países del golfo
Pérsico hace que Israel obtenga el compromiso de un equipo superior, debido a
un acuerdo entre Occidente y Tel Aviv: en 2016 Netanyahu recibió un contrato de
seguridad de 38.000 millones de dólares para la próxima década.
+ Convertir a Arabia en el contrapeso de
Irán, después de que desmantelara al régimen de Saddam Husein que cumplía esta
función: lección de la que los Saud deberían tomar nota. Estas armas no le
darán estabilidad al régimen de los jeques, todo lo contrario: fue justamente
la compra exacerbada de artefactos militares por el Sha de Irán, -apodado el
Gendarme del Golfo Pérsico-, en la década de los 70, uno de los principales
motivos del descontento popular que terminó no sólo con él, sino con la propia
monarquía.
+ En caso de Yemen, Arabia, EEUU e Israel,
entre otros motivos, cuentan con intereses vitales en
hacerse con el control del estrecho de Bab- al- Mandeb.
Los gobiernos que negocian con las guerras
suelen maquillarlo para manipular a los ciudadanos: cambian el nombre del “ministerio
de guerra” por el “ministerio de defensa”, sin transformar sus funciones,
o hacen que un centro como el “Instituto de Estados Unidos por la Paz, esté
vinculado con las empresas de armas como Lockheed Martin, y cuyo director
Stephen Hadley sea un exasesor de Seguridad Nacional de EEUU.
Atención: La conformidad de Israel con
estas transacciones es primordial. De hecho, se opuso al acuerdo nuclear con
Irán y consiguió que EEUU. se retirase de él, e incluso suspendiera la venta de
80 aviones de pasajeros de Boeing, firmada el 2016, por un valor de 20.000
millones de dólares y que iba a crear 18.000 empleos.
Son estos mismos
políticos y medios a su servicio que silencian lo que sucede con este régimen, mientras
convierten la farsa del “Programa de reformas internas” de Arabia en titulares
para promocionar al príncipe heredero.
Industrias
alternativas
Según un estudio del Instituto de Asuntos
Internacionales y Públicos Watson de la Universidad de Brown de EEUU, “el gasto
en energías limpias y cuidado de la salud crea un 50% más de empleos que la
cantidad equivalente de gasto militar”, y la inversión en educación genera más
del doble de puestos de trabajo en un EEUU donde la industria militar emplea a
unas 3.5 millones de personas.
A corto plazo, los gobiernos democráticos
podrían: empezar una reconversión industrial, mientras indemnizan a los
trabajadores de estas empresas, y les emplean en la fabricación de maquinaria
para otras industrias; desarrollar fuentes de energía renovables para cortar
esta dependencia al petróleo y sus dueños; invertir en investigación e
innovación no militares, e incluso, para la misma Arabia podrían fabricar
desaladoras de agua para que en vez del hidrocolonialismo
y el saqueo de agua y tierras fértiles de África, Riad siembre en su
propio desierto.
Los
objetivos honestos, y crear empleo lo es, deben ser conseguidos sólo con medios
honestos.
Francisco, el Papa controvertido
José M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 06.09.18
Nadie pone en duda que el papa Francisco es un hombre
controvertido. Le ocurre a este papa – “mutatis mutandis” - lo mismo que le
pasó a Jesús de Nazaret. Con Jesús ocurrió que, ante él y ante la vida que
llevaba, hubo quienes vieron en él la salvación y quienes pensaron que llevaba
un demonio dentro (Mc 3, 20-30 par). Pues bien, ahora nos encontramos con algo
muy parecido en el caso del papa Francisco. Abundan los que ven en él la
solución para la Iglesia y par muchas cosas de este mundo. Como no faltan los
que anhelan que se vaya o desean que se muera.
Por supuesto, lo que acabo de indicar, con
más o menos detalles, lo sabe todo el mundo. Por eso y como es lógico, no
pretendo informar de lo que ya se conoce y cada día los medios se encargan de
recordarnos, con nuevos datos y nuevos detalles.
Entonces, ¿a qué viene ahora el hecho de
recordarnos lo que ya todos sabemos? Sencillamente, escribo estas cosas porque
hay algo muy fundamental en este asunto que, con frecuencia, no tenemos en
cuenta. Me refiero a esto: Jesús hizo y dijo tales cosas, que su vida terminó
siendo un conflicto. Pero un conflicto, ¿con quién? Con la religión, con sus
dirigentes (los sacerdotes del templo, los maestros de la ley, y los
observantes fariseos). Un conflicto tan brutal, que llevó a Jesús a tener que
aceptar la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente
ejecutado (G. Theissen).
Así quedó patente que la religión,
entendida y vivida como la entendieron y vivieron los que mataron a Jesús, es
incompatible con el Evangelio. Y, si es preciso, mata a su representante
central, Jesús de Nazaret, por más que ese representante diga y demuestre que
es la revelación de Dios (Jn 1, 18; 14, 9-11).
Mucha gente no sabe que la religión se
empezó a practicar en el mundo cuando en él se hizo presente el “Homo Sapiens”,
el ser humano, hace cien mil años. La religión, en sus más remotos orígenes, no
era la búsqueda de Dios. La religión empezó siendo la mera práctica de
rituales, esquemas de comportamiento desligados de su función pragmática (J.
Huxley, K. Lorenz), que se practicaban para sosegar el espíritu, aliviar
preocupaciones y sufrimientos, remediar inquietudes en aquellos incipientes
seres humanos tan desamparados. Los ritos funerarios son un buen ejemplo de
este primitivo esquema de religión.
Lo de Dios, apareció mucho más tarde,
seguramente en el Paleolítico superior. Por eso, se ha dicho con razón que
“Dios es un producto tardío en la historia de la religión” (G. van der Leeuw,
E. B. Tylor…). De ahí que “el ritual ofrece una orientación que transforma el
“enfrentamiento” recíproco en “colaboración”. En la vorágine de la historia
sólo han podido sobrevivir las organizaciones sociales fundadas sobre bases
religiosas” (W. Burkert). En definitiva, cuando la observancia de los rituales
produce tranquilidad, da dinero y ensalza con honores y dignidades, la religión
se aferra a sus observancias y, si es preciso, para conservar sus privilegios,
mata. Por eso Jesús acabó colgado en una cruz.
Es evidente que, cuando el Hecho Religioso
llega a semejante exceso, la religión fanatiza a los humanos y los puede (y
suele) empujar a conductas aberrantes – e incluso criminales – con la
“conciencia tranquila” y “las manos limpias”. Por eso Jesús, el Señor, se
enfrentó a la religión, a costa de su propia vida.
¿Tiene algo que ver todo esto con lo que
le está pasando al papa Francisco? Resulta llamativo que este papa se ve
rechazado, atacado y hasta odiado por los que siempre han defendido a los
papas. Es en el Vaticano mismo, en la Curia de Roma, en un sector de
cardenales, obispos y clero, en los grupos más integristas y conservadores, en
los más aferrados al clericalismo, en tales ambientes es donde menos se soporta
al papa Francisco. ¿Por qué? Exactamente por los mismos motivos por los que los
notables de Jerusalén, del siglo primero, no soportaron a Jesús. Aquellos
hombres soportaron al Emperador de Roma, a Herodes y a Pilatos. Lo que no
fueron capaces de soportar fue la humanidad de Jesús, su preferencia por los
últimos y los más desamparados de este mundo. Esto fue lo insoportable. Lo
mismo en tiempos de Jesús que ahora, en nuestro tiempo.
¡Qué razón tenía Walter Benjamin! En 1921,
hace casi un siglo, ya se dio cuenta de que “la religión de nuestro tiempo es
el capitalismo”. El dinero nos proporciona bienestar, paz, sosiego, seguridad.
¿Nos damos cuenta de por qué la “religión más clericalista” y el “capitalismo
más derechoso” son inseparables? Si entendemos esto, comprenderemos también por
qué el clericalismo y sus allegados no soportan al papa Francisco.
MUSAS Vol. 2 ALBÚM COMPLETO - Natalia Lafourcade
Contenido
01. Danza de gardenias (Florecerá) - (00:00 - 04:22)
02. Alma mía - (04:28- 08:38)
03. Hoy mi día uno - (08: 40- 11:58)
04. Tus ojitos (Vals de la guardia vieja) - (12:00 - 14:50)
05. Duerme negrito - (15:00 - 19:05)
06. Luz de luna - (19:20 - 22:28)
07. Derecho de nacimiento - (22:35 - 28:10)
08. Eclipse (Ver letra) - (28:10 - 33: 10)
09. La llorona (33:19 - 40:00)
10. Desdeñosa- (40:10 - 44:00)
11. Te sigo - (44:07 - 47:30 )
12. Humanidad - (47:30 - 51:10)
13. Gavota (Instrumental) - (51:16 - 55:11)
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