"Quórum Teológico" es un blog abierto al desarrollo del pensamiento humano y desea ser un medio que contribuya al diálogo y la discusión de los temas expuestos por los diferentes contribuyentes a la misma. "Quórum Teológico", no se hace responsable del contenido de los artículos expuesto y solo es responsabilidad de sus autores.
Quorum Teológico
Ya puedes traducir esta página a cualquier idioma
Déjanos tu mensaje en este Chat
GENIOS ANCESTRALES - EPISODIO COMPLETO: Construcciones Apoteósicas
GENIOS ANCESTRALES - EPISODIO COMPLETO: Construcciones Apoteósicas
En este episodio, mostramos cómo las civilizaciones antiguas pasaron por sus propias revoluciones industriales y fueron capaces de construir a escalas sin precedentes. Alimentar diariamente a 12,000 tropas. Crear cientos de vehículos de guerra al mes y construir la que fue la catedral más grande del mundo durante 1000 años. Crear un puerto artificial con increíble tecnología submarina y explotar suficiente cantidad de oro para mantener una economía a flote. Esto puede lograrse con la tecnología de la que disponemos hoy en día, pero ¿cómo lo lograron los antiguos hace miles de años? Revelamos el increíble ingenio y las técnicas que hicieron posible que las civilizaciones antiguas tuvieran sus propias mega fábricas.
Arabia Saudita, en la histeria
Robert Fisk
www.jornada.unam.mx
/ 021019
Los sauditas están recibiendo una paliza.
Las imágenes de video de hutis y soldados sauditas y sus aliados que son
abatidos o se rinden en la población fronteriza de Najran representan un golpe
devastador a un reino que constantemente amenaza con la guerra a Irán.
Si no puede proteger a sus fuerzas armadas
en su propio territorio, ¿qué caso tiene amenazar a Irán con acción militar por
la destrucción masiva de las instalaciones petroleras en Abqaiq y Khurais, hace
casi dos semanas?
Esta es la misma Arabia Saudita que
secuestró al primer ministro libanés Saad Hariri, que bombardeó a millares de
civiles en Yemen y trató de aniquilar la independencia de Qatar. Para no
mencionar el pequeño asunto de cortar en pedazos a Jamal Khashoggi hace casi un
año en el consulado del país en Estambul y luego enterrar en secreto partes de
su cuerpo, de lo cual Mohamed bin Salmán –tal vez el peor príncipe heredero en
la historia saudita– ahora asume la responsabilidad nacional, pero no personal.
La noticia de que el guardaespaldas
personal del rey Salmen ha sido asesinado en Jeddah –por un amigo, nos dicen–
sólo agrega una nota histérica al caos dentro del país.
¿Pedirán ahora a los estadunidenses actuar
como mercenarios para este reino extraño?
Es evidente que las propias fuerzas
armadas sauditas, dotadas de jets, misiles, asistentes estadunidenses y
británicos, son tan deplorables como siempre. ¿Recuerdan cuando no pudieron
defenderse de Saddam Hussein tras la invasión iraquí de Kuwait en 1990, lo cual
provocó un destile de ejércitos internacionales para protegerlas? Tal vez los
iraníes han concluido que Donald Trump –en las palabras inmortales del
columnista estadunidense Nicholas Kristof– es la madre de todas las conejitas,
pero parece claro que la decisión de Trump de romper los compromisos de su país
conforme al tratado nuclear con Irán es un desastre colosal.
Ahora se supone que debe defender a una
monarquía feroz que amenaza con la guerra a Irán por los ataques (¿hutíes?)
contra las principales instalaciones petroleras sauditas, pero ¿con qué?
¿Bombardeará a Irán y luego le pedirá que no devuelva el ataque contra naves
estadunidenses? ¿Contra los soldados estadunidenses en Arabia Saudita?
De hecho, toda esta penosa saga comienza a
parecer cada vez más farsa que tragedia. Se supone que debemos tomar en serio a
Irán, pero ¿podemos hacerlo cuando su principal enemigo –un reino que hablaba
de cortar la cabeza de la serpiente (Irán)– se porta como un bufón?
Tal vez sea demasiado pronto para decir
que esta es la crisis final en las relaciones entre Washington y Riad; sabemos
que el dinero saudita puede apaciguar la moralidad de todo el mundo por la
disección del pobre Jamal. Puesto que nuestro propio bufón de Downing Street se
ha alineado con los sauditas, no tiene caso esperar algún comentario británico.
Pero, muy pronto, los estadunidenses o la
Unión Europea tendrán que hacer lo que Eisenhower cuando envió a Dulles a
amonestar a Eden durante la guerra de Suez de 1956 y decir: ¡Ora, chavo!
Entre tanto, estemos atentos al nuevo
capítulo de la comedia. ¿Otro rugido saudita de desafío a la república
islámica? ¿Otro buque petrolero enviado a Bandar Abbas? ¿Más drones –30 de un
jalón– muy dentro del territorio saudita? ¿O sólo más bodas bombardeadas o
cuerpos de prisioneros en el polvo de Yemen?
Yo apostaría por lo último. Será un nuevo
intento de destruir a uno de los países más pobres del mundo, por parte de uno
de los más ricos.
La mujer, deshumanizada en la iglesia católica
www.religiondigital.org / 27.10.2019
Por las noticias, que nos van llegando
sobre el Sínodo de la Amazonía, aunque se sabe que se han tomado decisiones
positivas sobre el diaconado permanente de la mujer, también es cierto que las
mujeres no han podido ni votar al tomar las decisiones que les afectan. Por eso
digo sinceramente y con todo respeto, pero también con profundo dolor, afirmo
que las noticias que nos llegan del Sínodo son malas noticias. ¿Por qué?
Porque, por más buena y positiva que sea
la esperanza de una futura “sinodalidad” constitutiva de la futura Iglesia, así
como le esperanza en la ordenación presbiteral de hombres casados, mientras la
Iglesia no reconozca y ponga en práctica la igualdad, en dignidad y derechos,
de mujeres y hombres, esta Iglesia nuestra dejará y abandonará a más de la
mitad de la población mundial marginada, humillada y despreciada, carente de
los mismos derechos y de la misma dignidad que se les reconocen a los hombres.
Pero no es esto lo más negativo y doloroso
en este asunto. Lo peor y lo más grave de todo es que la Iglesia, al proceder
de esta manera, en realidad lo que hace es deshumanizarse a sí misma, al no
reconocer ni aceptar la plenitud de la condición humana, en la misma plenitud y
con la misma dignidad y derechos en las mujeres que en los hombres.
Una institución que hace esto, por eso
mismo se queda fuera de los contenidos más elementales de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos. Y si esta Iglesia que tenemos, con todas sus
ortodoxias y fidelidades dogmáticas, no acepta los Derechos Fundamentales de
los seres humanos, de todos por igual, ¿con qué autoridad y credibilidad va a
predicar por el mundo un Evangelio que enseña a gritos que “los últimos tienen
que ser los primeros” (Mt 20, 16; 19, 30 par) y que, en su comunidad de
seguidores, el que “quiera ser grande y situarse sobre los demás, tendrá que
hacerse esclavo (“doûlos”) de todos (Mt 20, 26-27 par).
No olvidemos que no es lo mismo la
“diferencia” que la “desigualdad”. La diferencia es un “hecho”, mientras que la
igualdad es un “derecho”.
La
mujer y el hombre son diferentes. Eso es un hecho. Pero la mujer y el hombre no
son desiguales. Esto es un derecho. Ahora bien, lo más terrible y violento,
que ha hecho la Iglesia, ha sido permitir que las mujeres se vean abandonadas
“al libre juego de la ley del más fuerte”, marginando el tema determinante del
Evangelio, que no puede quedar reducido a una “creencia religiosa”, sino que,
además de eso, tal creencia se acepta y se toma en serio cuando se traduce en
un “derecho fundamental”, es decir, cuando la creencia que nos presenta Jesús
de Nazaret, relativa a la igualdad de todos, se traduce en “la ley del más
débil” (Luigi Ferrajoli). Mientras esta ley no se traduzca en un derecho y un
deber, que jurídicamente obliga a todos los seres humanos por igual, seguiremos
siendo infieles al Evangelio y a la humanidad.
Es verdad que, en el judaísmo y en las
cartas de Pablo y posteriores a Pablo (Ef, Col, Pastorales), se describen
situaciones de inferioridad de las mujeres en la sociedad y en el imperio. Pero
no olvidemos que el documento y el hecho determinante para la Iglesia es el
Evangelio, del que he dicho cómo hay que plantear y resolver este asunto.
Además, las costumbres y las normas del Derecho Romano no pueden ser, en ningún
caso, los criterios que decidan los derechos y deberes de los cristianos de
todos los tiempos.
Y termino. La presencia de la mujer en la
sociedad y en la convivencia de los humanos es y será más decisiva cada día. Si
la Iglesia no toma en serio la solución al problema de la desigualdad entre
mujeres y hombres, el futuro que espera a las generaciones futuras será cada
día más problemático y oscuro. Pero no para las mujeres, sino para la Iglesia.
El Canal de Panamá: Una lucha social por la conquista del agua
Mario Enrique De León
www.alainet.org / 021019
La conquista moderna del agua inició en el
siglo décimonono junto con la expansión capitalista de las naciones europeas,
en sus carreras por controlar los recursos, establecer nuevos mercados y
explotar las fuerzas productivas disponibles por todo el mundo. Este proceso
histórico configuró un nuevo sistema mundo constituido por un centro (las
naciones poderosas del norte) y un polo periférico (las naciones expoliadas del
sur).
En el proceso, los imperios europeos,
principalmente Francia e Inglaterra, llevaron a sus colonias su sentido de
progreso y nuevos estándares de salud e higiene que trastocarían el uso,
percepciones y la relación con el agua. Junto con ello incorporarían nuevas
tecnologías que terminarían por edificar mega obras que administrarían y
canalizarían los grandes fluidos de aguas continentales. Esas obras de la
ingeniería permitieron la producción agrícola e industrial a escalas antes no
imaginadas. Más tarde se sumarían los norteamericanos con la conquista del
Oeste y el istmo más angosto de Centroamérica.
Sin embargo, los costos sociales y
ambientales fueron muy altos. Se aniquilaron formas ancestrales y comunitarias
de administrar el agua, se alteraron las relaciones entre las ciudades y los
mundos rurales, como además poblaciones enteras fueron forzadas a desplazarse
en busca de agua o escapándoles a las inundaciones. En ese orden, la democracia
sobre el agua transitó de muchos para unos pocos. En sentido ambiental se
desdibujaron paisajes terrestres y acuáticos, se alteraron ecosistemas y otros,
paradójicamente, se contaminaron o quedaron hechos desiertos. Panamá ingresó a
este proceso histórico -con truenos y relámpagos- con la construcción del Canal
de Panamá. Ambas alteraciones, sociales y ambientales, que generó la
construcción de la vía acuática, las registra ampliamente la historiografía y
la literatura panameña.
El agua que, anterior a la modernidad
capitalista, era considerada por los pueblos del mundo como regalo de la
naturaleza o de los dioses, y en sentido más místico como sinónimo de vida y
fertilidad, pasó a ser un recurso, una mercancía con valor de uso y de cambio
en los mercados controlados, o dicho mejor descontrolados, por la mano
invisible de Adam Smith. Dada esta mercantilización, el agua, pasó de ser de
todos a ser de quienes puedan comprarla y tener acceso a ella.
Por nuestros días y desde la inauguración
del Canal de Panamá, para partir desde un punto sin ser exhaustivo, el agua
dulce del territorio más angosto del istmo panameño ha estado subordinada a los
intereses del complejo económico transitista. Aunque, en contraposición, la Ley
Orgánica de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) establezca como prioridad el
uso de ésta para consumo de la población sobre las actividades de peajes. Sin
embargo, por ese sentido instrumental y mercantil de los últimos dos siglos de
la modernidad capitalista sobre los elementos de la naturaleza y la respuesta
tecnocrática con que la ACP aborda el problema de escasez del agua, ha
reiniciado los conflictos con las comunidades y campesinos ubicados al norte de
Coclé, Panamá Oeste y Costa Abajo de Colón.
Las comunidades afectadas, como en otrora,
intentan afirmar la vida y demandan un gobierno e instituciones obedientes, que
reflejen la voluntad de los afectados, sobre una base científica para las tomas
de decisiones. Mientras, los tecnócratas, prometen embalses, inundaciones y
extorsiones, sobre una salida tecnológica al problema y una ciencia
instrumental en función de la acumulación de capital de algunos intereses
privados. Son dos abordajes distintos en contraposición.
El conflicto está servido en la mesa y
rodeado de palabras encantadoras y vacías como: consulta, competitividad,
reasentamiento e interés nacional. Según las Ciencias Sociales los conflictos
no se eliminan ni se resuelven, sólo pueden ser transformados. ¿Tendrán las
partes y la nación entera respuestas integrales y voluntad política para
transformar la conquista moderna del agua por otra que contemple la afirmación
de la vida, de los ecosistemas biológicos y las distintas formas de
organización societal y los patrimonios culturales que ellas impliquen?
Investigador asociado del Centro de
Estudios Latinoamericanos, (CELA), “Justo Arosemena”. Becado IDEN-SENACYT.
Maestrando en Ciencias Sociales. Correo: mariodeleon.ilg@gmail.com
Suscribirse a:
Entradas (Atom)