Jorge L. Prosperi
Sobre este tema se
ha escrito abundante material, pero el deterioro de la situación obliga que lo
tengamos presente todos los días pues no hacemos lo suficiente y nuestros
ciudadanos siguen falleciendo en accidentes de tránsito. De acuerdo al Instituto
Nacional de Estadística y Censo, en los últimos diez años
fallecieron en accidentes de tránsito cerca de 4,300 personas. La mayoría de
los accidentes y las muertes fueron durante los fines de semana y días
feriados.
Siguen siendo las principales
causas de estos fallecimientos: el exceso de velocidad, las distracciones como
chatear frente al volante, el estrés cotidiano, manejar bajo los efectos del
alcohol, la impericia y el incumplimiento de los reglamentos de tránsito, como
el no usar el cinturón de seguridad o, en el caso de los motociclistas, no usar
casco.
Muy
preocupante es el hecho de que el año pasado, las muertes por atropello y fuga
se incrementaron en el país un 20 por ciento, lo que implica, además de lo
anterior, una falta de solidaridad y humanidad. En Panamá este tema debería ser
de la más alta prioridad nacional, tanto del Gobierno, como de la Sociedad,
pero no lo ha sido, como lo demuestran las cifras que nos proporciona el INEC.
Como he
manifestado antes, nuestros barrios residenciales ya no lo son. Ahora, con el
beneplácito de las autoridades municipales y nacionales, se han convertido en
bulliciosas e inseguras zonas comerciales. Y digo inseguras, porque, a
excepción de los domingos, los residentes estamos en riesgo diario de sufrir
accidentes de tránsito, por el solo hecho de tratar de salir de nuestras casas.
Es eso lo que quiero reiterar hoy, la “inseguridad” vial, porque en las calles
rige la ley del más fuerte y el más vivo. Se vive la esencia de la anarquía,
ante la ausencia casi absoluta de autoridad que haga cumplir las ordenanzas.
En
nuestras ciudades cruzar una calle o una autopista es equivalente a jugarse la vida.
Vehículos que adelantan por la derecha, autobuses y taxistas que exceden de
forma irresponsable y peligrosa los límites de velocidad… Este es el día a día
de las carreteras de Panamá, un país que tiene en la educación vial una de
sus grandes asignaturas pendientes.
En ese contexto la
oficina de Educación Vial y Defensa del Usuario de la ATTT firmó en 2014
un convenio con el Ministerio de Educación (Meduca) e imparte nociones básicas
de educación vial en algunos colegios de educación primaria. La verdad que el
convenio debe ser con las secundarias y las universidades, porque no se ven los
resultados, pues en lo que va
de este año, la cifra de personas fallecidas en accidentes de
tránsito, ya supera los 200, de los cuales las muertes por atropello
representan casi la mitad de las víctimas totales.
A eso agreguemos
que el año pasado el parque vehicular llegó a 1.2 millones, superando por más
de 300,000 vehículos la cifra de 2015, lo que implica que en 2017 tendremos en
las calles una mayor exposición al riesgo de accidentes y muerte, para todos
los usuarios del sistema de transporte terrestre y una nueva generación de
conductores, con escasa experiencia en el manejo. Tengamos presente que el año
pasado el 52% de los accidentes de tránsito fueron protagonizados por jóvenes
entre 19 y 30 años.
En conclusión, a
pesar del mencionado convenio y los esfuerzos de la ATTT, nuestra sociedad pierde
todos los años un promedio cercano a los 440 ciudadanos, la mayoría en edades
productivas, por causas que pudieron y debieron evitarse. Y, lo más doloroso es
que las cifras se mantienen y aumentan año tras año, lo que indica que como
sociedad no hemos sido capaces de controlar y disminuir el número de heridos y
fallecidos por accidentes de tránsito, con su secuela de sufrimientos y
pérdidas emocionales, sociales y financieras para las familias afectadas y para
todo el país.
En medio de este
lamentable contexto nacional, del 8 al 14 de mayo de 2017 se llevó a cabo la Cuarta Semana Mundial de las Naciones Unidas de Seguridad Vial,
titulada Salve vidas: Reduzca la velocidad. La Semana se centró en la velocidad
y en las acciones y políticas que se pueden adoptar para abordar este factor de
riesgo de las muertes y lesiones en el tránsito.
Nuestras
autoridades, fiel cumplidoras (al menos en el discurso) con los mandatos de las
NNUU, llevaron a cabo el lanzamiento de la campaña en la Gran Terminal Nacional de
Transporte de Panamá, con la participación de instituciones, organizaciones y
empresas claves del sector que realizan actividades relacionadas a la seguridad
vial. Adicionalmente la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre (ATTT),
instituciones gubernamentales y sectores representativos de la sociedad civil,
firmaron un “Acuerdo Nacional de la Seguridad Vial para una Movilidad Segura“,
con la finalidad de asumir un compromiso conjunto para mejorar la seguridad
vial y la convivencia en las vías públicas del país. Es importante destacar que
acuerdo promoverá la implementación del programa “Escuela-Familia”, el cual, en
el año 2016, llevó un mensaje de prevención de hechos de tránsito a 250 padres
y maestros de las 10 provincias y comarcas. Además su suscribió un
acuerdo con el Ministerio de Educación que establece el marco legal para poder incorporar
la Educación Vial como Eje Transversal, a partir de este año 2017, lo cual
reviste gran importancia. Amanecerá y veremos…
Por su parte la
Organización Mundial de la Salud (OMS), en su nuevo informe titulado “Gestión de la velocidad” señala que la velocidad excesiva o
inadecuada es la causa de una de cada tres víctimas de accidentes de tránsito
en el mundo. Las medidas de control de la velocidad previenen muertes y
traumatismos en la carretera, y contribuyen a mejorar la salud de las personas
y la sostenibilidad de la vida en las ciudades.
Los panameños
tenemos que comprometernos con revertir esta tendencia, comenzando por la
recuperación de nuestros valores cívicos y morales, y cuando nos subamos a un
vehículo o seamos peatones; tomemos
conciencia de los factores de riesgo que influyen en la posibilidad
de un accidente y en la gravedad del mismo. Cumplamos con las leyes y
normativas de tránsito, y seamos responsables, cuidándonos y protegiendo las
vidas de los demás conductores y peatones.
Por su parte el
gobierno debe honrar su compromiso, desarrollar una política real de prevención
vial y fortalecer el la aplicación efectiva de las intervenciones propuestas en
nuestro Plan Nacional para el Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2011-2020,
el cual lanzamos con bombos y platillos, confirmando nuestro compromiso
nacional con el Plan Mundial de Naciones Unidas para el Decenio de Acción para la
Seguridad Vial 2011-2020.
El desarrollo
exitoso del plan requiere que gobierno y sociedad construyamos una cultura de
trabajo intersectorial, para que la participación de los sectores
gubernamental, la sociedad civil y privado se consolide y profundice.
Es evidente que
los logros del plan han sido muy limitados, como lo reflejan las estadísticas
citadas al inicio. Es cierto que se han intensificado y modernizado los controles
policiales, aunque los retenes prefieren los viernes y días de pago y, según
algunos expertos, las formas cómo se han venido practicando son abusivas y
violadoras de los derechos humanos. Es cierto que se ha mejorado notablemente
la infraestructura vial, y tenemos un moderno sistema de Metro, aunque ahora
sabemos que los sobrecostos y las coimas estuvieron a la orden del día, y
recientemente los busitos piratas y los temibles “diablos rojos”, están recuperando las calles,
frente a la mirada indiferente del gobierno.
Nos toca a los
panameños cuidar nuestras vidas en las carreteras, ¡Hagámoslo!