Nazanin Armanian
www.publico.es / 070617
¿Es posible que
siete aliados de EEUU declaren una guerra, de momento diplomático-económica,
contra Qatar, que es la sede del Comando de EEUU para Oriente Próximo
(CENTOCOM), la más grande que posee el Pentágono en toda la región, sin la
autorización de la Casa Blanca? Se trata de la primera consecuencia de la visita antiiraní de Donald Trump a Arabia Saudi,
y puede ser una crisis trampa para arrastrar a Irán a una guerra regional,
ahora que EEUU no se ve capaz de enfrentarse directamente a esta nación, y
quedarse con la primera reserva mundial de gas y la tercera de petróleo.
El pretexto del
conflicto son unas declaraciones del emir de Qatar Tamim Bin Hamad Al Thani, en
las que afirma que una guerra contra Irán sería una locura, ya que
desaparecerían todos los países árabes del Golfo Pérsico, o que Trump no iba a
durar en el poder. Además, se le acusa a Tamim de financiar a los Hermanos
Musulmanes (HM), a los que consideran terroristas, y desestabilizar a los países
árabes. ¿No ha sido Arabia Saudí quien ha agredido militarmente a Irak,
Bahréin, Yemen o Siria?
Cierto. Qatar, al
igual que Arabia Saudí, EAU y EEUU, ha patrocinado el yihadismo sunnita que opera en Afganistán,
Irak, Yemen, Siria, Libia, Chechenia, Rusia, China y Europa. Pero, ¿cómo es
posible haber patrocinado el terrorismo mundial durante años sin que 11.000
soldados de EEUU instalados allí no se hayan enterado?
Castigo
aleccionador para los traidores
De nada le ha
servido a Doha alegar el ciberataque, falseando las palabras del emir, o pedir
a los líderes de Hamas (filial palestina de HM) que abandonen el país. Los
castigos, que incluyen el bloqueo aéreo, terrestre y marítimo de Qatar, así
como la expulsión de miles de familias qataríes de Arabia Saudí y de Emiratos
Árabes Unidos (EAU), pueden tener consecuencias imprevisibles para el país
(como la falta de alimentos que importa de Arabia) y para la paz mundial.
Para Arabia Saudí,
que tras la visita de Trump se siente fuerte para incendiar toda la región, los
pecados de Qatar son:
1. Socavar la
política de Trump-Salman-Netanyahu de contener a
Irán y desmontar el frente árabe antiiraní. Qatar (del término
persa Guadar: Puerto), junto con Omán y Kuwait, defiende la distensión en el
Golfo Pérsico y mantiene relaciones cordiales con Teherán. Doha apoyó el
acuerdo nuclear entre Irán y los 5+1, una espina clavada en el corazón de los
saudíes. En 2013, Doha fue el único miembro del Consejo de Seguridad de la ONU
que votó en contra de la Resolución 1696 que exigía a Irán suspender el
enriquecimiento de uranio de su programa nuclear. Antes, había firmado con
Teherán un acuerdo de seguridad y lucha antiterrorista y había abierto su
mercado a las inversiones iraníes. Ahora, además, ha contactado con Ghasem
Soleimani, comandante iraní de las Fuerzas de Qos, que lucha en Siria e Irak
contra los yihadistas sunnitas. Para Doha, Irán no es sólo su socio a la hora
de explotar el campo de gas más grande del mundo (North Dome/South Pars), sino
que es el país que junto con la India y Rusia le está salvando de convertirse
en una colonia de Arabia Saudí.
2. Negarse a
formar parte de una OTAN sunnita contra los chiitas (Irán y Siria).
3. Financiar a los
HM en Egipto y a otros países en perjuicio del wahabismo.
4. Criticar, desde
el canal Al Jazzeera, a los reyes y presidentes árabes, salvo al emir de Qatar,
y mientras ataca a Daesh (wahabita) legitima a Hizbolá, dejando de llamarle
“partido de Satanás”.
5. Negociar la
cesión de una base militar a Turquía, país resentido con EEUU por armar a los kurdos sirios,
los segundos gobernado por los HM.
6. Impedir que su
sistema político (¡que comparado con el absolutismo saudí, es una democracia!)
se convierta en un modelo a seguir en la zona. Tamim permitió elecciones
municipales en 1991, el derecho al voto de la mujer y en teoría reconoció, en la Constitución de
2003, la libertad de expresión y de asociación.
La
postura de EEUU
Washington no
acepta que en este mundo maniqueo Doha baile con todos: acoge una oficina
diplomática israelí y otra de Hamas, financia a los yihadistas en Siria contra
Bashar al Asad, mientras apoya el alto el fuego. Trump se opone a Qatar por:
a) La reticencia
de Doha a utilizar su territorio contra
Teherán, del que le separan sólo 1759 kilómetros de agua. En un
vídeo de Daesh en distintas lenguas
de Irán, los terroristas amenazan con atacar este país. Pueden
contar con los grupos reaccionarios iraníes, como Muyahedines del Pueblo,
colectivos de kurdos, baluches o árabes, descontentos por las políticas
discriminatorias de Teherán respecto a las minorías étnicas que componen cerca
del 60% de la población de Irán. De hecho, los dos recursos que tienen
EEUU-Arabia-Israel para destruir la nación iraní son: por un lado, una guerra
regional, y, por otro, provocar tensiones étnico-religiosas, sobre todo desde
las fronteras de Pakistán, Afganistán, Turquía y el Golfo Pérsico. De
hecho, el atentado en el parlamento iraní puede ser el inicio de este tipo de
acciones para desestabilizar Irán.
b) Qatar fue la
única monarquía de la zona que condenó la ley de inmigración de Trump. Al
querer incluir a los HM (a los
que Obama apoyaba) en la lista terrorista, Washington crea una nueva
alineación en la región: fortalece su alianza con Arabia y Egipto, mientras que
debilita a Turquía y a Qatar.
c) Profundizar aún
más la brecha entre los regímenes árabes, provocando un conflicto interislámico
que les debilita, beneficiando
así a la incesante expansión israelí. Pero Irán no puede explotar
esta fisura: mientras el presidente Hassan Rohani defiende la paz y cooperación
con Qatar y Arabia Saudí, el jefe del Estado, Ayatolá Ali Jamenei, no cesa en
sus ataques a la familia Al Saud.
d) Impedir que
Qatar y Rusia (los dos gigantes del gas) amplíen sus relaciones energéticas. A
pesar de que Qatar (junto con Arabia y EEUU) patrocinó el terrorismo checheno,
o de que Rusia ordenó en 2004 matar en Doha a un líder separatista checheno, el
emir Tamim visitó Rusia en 2016 buscando alternativas a su relación con
Occidente: invirtió 2.500 millones de dólares en Rusia para conseguir
influencia política sobre Moscú, sobre todo ahora que ha fracasado en derrocar
a Bashar al Assad y en llevar adelante el proyecto del gasoducto sunnita cruzando Siria.
Quizás pueda participar en la reconstrucción del país. Dejó mucho dinero en el
aeropuerto de Pulkovo de San Petersburgo y firmó el mayor acuerdo de inversión
extranjera directa en el sector energético a nivel mundial, quedándose con el
40% de Rosneft y de otras compañías energéticas privadas rusas.
e) Y, sobre todo, incrementar
el estado de guerra en la zona para reconfigurar
el mapa de Oriente Próximo y “hacer América más grande”. Para ello,
ha introducido la táctica antiqatari en la estrategia de la lucha antiiraní.
Medidas
de Trump
+ Lanzar una
campaña contra Qatar en la prensa, acusándolo de financiar el terrorismo.
+ Airear el tema
de la esclavitud de los inmigrantes.
+ Sabotear el
Mundial de 2022, haciendo brillar los sobornos que pagó a la FIFA.
+ Llevar a cabo un
golpe de Estado, como el lanzado
desde la base turca de Incirlik contra Tayyeb Erdogan. Así, Tamim,
de 36 años, puede ser derrocado por:
-Sus
primos del clan de Ahmed bin Ali Al Thani, el primer emir del país tras su
independencia de Gran Bretaña en 1971, que le consideran un “desastre” y se han
ofrecido para sustituirle.
-Su
medio hermano mayor, Mishaal, nacido de la primera esposa de Hamed al Thani.
-El
propio Hamed, el emir padre, al que derrocó, en complicidad con su madre, la
jequesa Moza bint Nasser.
El jefe del Comité
de Relaciones Públicas de Arabia Saudí en EEUU, Salman al-Ansari, ha
recomendado en un tuit al emir que aprenda del destino del expresidente egipcio
Mohammad Mursi de los HM, derrocado en 2013 por el general Al Sisi, quien
recibió como recompensa 160.000 millones de dólares del rey Salmán de Arabia.
La misma amenaza la repite el diario saudí Al-Riad: “Cinco golpes en 46
años; el sexto no es improbable”.
El
temor y las opciones de Qatar
Doha no quiere ser
víctima del pulso entre Irán y Arabia por la hegemonía regional y busca un
equilibrio en sus relaciones con dichas potencias. El emir de Qatar teme que
Arabia, apoyada por EEUU, y bajo el pretexto de la amenaza iraní y la lucha
antiterrorista, ocupe el país y sus inmensas reservas del gas, ahora que sus
propios campos de petróleo se secan. Para evitarlo tiene las siguientes
salidas:
-Acudir a Trump y
comprarlo con un cheque con muchos ceros, como lo ha hecho Arabia Saudí, que ha
pagado 110.000 millones de dólares por armas y ha conseguido que la prensa de
EEUU ya no hable de su implicación en el terrorismo del 11-S; hizo lo mismo con
Gran Bretaña: 4.200 millones de dólares en contratos de armas y Londres no
publicará los resultados de la investigación sobre la financiación de los
islamistas radicales.
-Retroceder en su
política hacia Irán; acatar la tutela de los Al Saud.
-Unirse a la
coalición de Irán-Irak-Siria y arriesgarse a morir como Saddam o Gadafi.
-Fortalecer su
acuerdo militar con Turquía, país molesto
con EEUU por armar a los kurdos sirios.
La tensión ha
llegado a niveles de difícil retorno. Los presidentes de Turquía y de la India
intentan mediar en el conflicto. A Nueva Delhi le preocupa un corte en el suministro
de petróleo y la situación de miles de trabajadores indios que desde esta zona
envían remesas por valor de 60.000 millones de dólares. El conflicto, además,
puede dañar la economía qatarí y acabar con las inversiones extranjeras.
Moody’s Investor Service redujo la calificación crediticia de Qatar a la
cuarta categoría de inversión, señalando la incertidumbre de su modelo de
crecimiento económico.
Le ha tocado a Qatar ser la próxima víctima
de la farsa de la “guerra contra el terrorismo” de los principales
patrocinadores mundiales del terrorismo. ¡Locos embusteros!