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1. Hace 150 años Marx publicó su primer tomo de El capital: un
esfuerzo intelectual de gran envergadura para revelar la lógica con la que
funciona el modo de producción capitalista y dotar a los trabajadores de su
época de los instrumentos teóricos para su liberación. Al revelar la lógica del
sistema fue capaz de prever con gran anticipación mucho de lo que actualmente
está ocurriendo en el mundo en el plano económico. Pero, evidentemente no
podemos aplicar mecánicamente lo expuesto en El capital a la realidad
actual de AL.
2. Como explica Marx en el prólogo a su primera edición, la meta que se
propuso en su obra maestra no fue estudiar una formación social concreta.
Inglaterra sólo fue tomada como ejemplo ilustrativo, no como objeto de
investigación, y lo fue por ser la expresión concreta más avanzada del modo de
producción capitalista.
3. Su encomiable esfuerzo intelectual se orientó al estudio “del modo de
producción capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él
correspondientes” [1] buscando “sacar a la luz la ley económica que
rige el movimiento de la sociedad moderna” sin detenerse en el estudio de “los
antagonismos sociales que resulta de la aplicación de [esa ley]” [2].
4. No tenemos entonces que confundir el estudio del modo de producción
capitalista: un objeto teórico abstracto, con el estudio de formaciones
sociales concreta históricamente determinadas y el estudio de la lucha de
clases que en ellas se da. No tener en cuenta estos diferentes niveles de
abstracción y aplicar mecánicamente ciertos conceptos de Marx como si la
realidad no hubiese cambiado en estos 150 años, llevó a muchos de nuestros
intelectuales y cuadros políticos marxistas latinoamericanos a encasillar
nuestra realidad en las nociones clásicas, incapacitándolos para comprender los
nuevos fenómenos que estaban ocurriendo en nuestra región que escapaban a esos
parámetros.
5. Exponer esos nuevos fenómenos y realizar algunas reflexiones de lo
que está ocurriendo en nuestra región en las últimas décadas, viendo en qué se
aproximan y en que se distancian de lo planteado por Marx en El capital,
es el objeto de esta ponencia. [3]
6. Hoy, cuando el neoliberalismo recibe un creciente rechazo en el
mundo, debemos recordar que fue América Latina el primer escenario donde se implantaron
las políticas neoliberales y que Chile, mi país, sirvió de ensayo, antes que el
gobierno de la primera ministra Margaret Thatcher las aplicara en el Reino
Unido. Pero también fue la primera región del mundo, después del derrumbe del
socialismo en Europa del Este y la URSS, en producir un proceso de rechazo a
esas políticas, que sólo sirvieron para aumentar la pobreza, incrementar las
desigualdades sociales, destruir el medioambiente y debilitar a los movimientos
obreros y populares en general.
Horrores del neoliberalismo
7. Creo que nuestra situación en la década de los 80 y 90 puede
compararse en ciertos aspectos a la vivida por la Rusia prerrevolucionaria de
comienzos del siglo XX. Lo que fue para ella la guerra imperialista y sus
horrores ha sido para nosotros el neoliberalismo y sus horrores. En estas
circunstancias varios de nuestros pueblos dijeron “basta” y echaron “a andar”,
resistiendo primero y, luego, pasando a la ofensiva, fruto de lo cual empiezan
a triunfar candidatos en nuestra región presidenciales de izquierda o centro
izquierda que levantan programas antineoliberales.
Movimientos populares: los grandes protagonistas.
8. No fueron, sin embargo, partidos políticos de izquierda sino
movimientos sociales los que, de maneras muy diferentes de un país a otro,
estuvieron a la vanguardia de la lucha contra el neoliberalismo, destacándose
muy especialmente los movimientos campesinos e indígenas. Dada la profundidad
de la crisis vivida por nuestra región estos movimientos sociales dejan de
ocuparse de los temas puntuales que los afectan y pasan a preocuparse de temas
nacionales. Esto no solo enriquece sus luchas y sus demandas sino que, además,
les permite aglutinar en torno a ellas a los más diversos sectores sociales.
El movimiento obrero: el gran ausente
9. El gran ausente del escenario político latinoamericano, salvo muy
raras excepciones, ha sido el movimiento obrero tradicional.
10. En gran medida esto se debe a que ha sido muy golpeado por la
aplicación de medidas económicas neoliberales como la flexibilización laboral y
la subcontratación y su estrategia de fragmentación social que ha logrado
dividirlo internamente, [4] sin dejar de reconocer que ha ello han
contribuido también las diferencias ideológicas, personalismos, caudillismos de
sus dirigentes.
Domesticación a través del crédito
11. Otra forma de debilitar a la clase obrera ha sido la promoción de la
cultura consumista. Convirtiendo lo superfluo en necesidad [5] —algo
intrínseco al desarrollo capitalista como lo señala Marx en El capital—
y facilitando el acceso a los nuevos bienes mediante la expansión del uso de
las tarjetas de crédito, se ha creado un nuevo mecanismo de domesticación. [6]
12. Como dice Tomás Moulián, sociólogo chileno, el endeudamiento agudiza
el pánico a perder el empleo y es un “factor importante de desmovilización
social.” [7]
Una aplicación mecánica de la estructura de clases de El capital
13. El acento puesto en forma acrítica en la clase obrera industrial nos
condujo a los marxistas a no tener en cuenta las especificidades de nuestro
sujeto social revolucionario ignorando las reflexiones que habían realizado al
respecto pensadores latinoamericanos como Mariátegui y Haya de la Torre. Durante
muchos años no fuimos capaces de percibir el papel que podían jugar los
cristianos y los indígenas en nuestras revoluciones.
14. Aplicamos en forma muy mecánica las categorías de clases empleadas
por Marx en El capital a nuestra realidad. No conocíamos entonces sus
análisis posteriores acerca de la situación rusa donde él constató el carácter
minoritario de la clase obrera industrial y el papel destacado que podía jugar
el campesinado. [8]
Un concepto más amplio de la clase trabajadora. Schafik
15. Fue un comandante de la guerrilla salvadoreña, Jorge Schafik Handal,
secretario general del Partido Comunista de ese país, el primero en insistir en
los 80, en que el nuevo sujeto revolucionario latinoamericano no podía ser sólo
la clase obrera, que en América Latina habían surgido nuevos sujetos sociales
revolucionarios.
16. Todos sabemos que el mapa de América Latina empezó a cambiar
radicalmente a partir 1998, cuando Hugo Chávez fue electo presidente en
Venezuela. En pocos años fueron electos candidatos progresistas o de izquierda
en la mayoría de los países de la región.
17. Estos gobiernos, a pesar de ser muy diferentes unos de otros, tienen
al menos cuatro coincidencias programáticas: la lucha por la igualdad social,
la democratización política, la soberanía nacional y la integración regional.
18. Se creó así nueva correlación de fuerzas que hizo que los Estados
Unidos no pudiese maniobrar con completa libertad como lo hacía anteriormente.
19. Pero, como era de esperar, nunca cesaron sus intentos por detener el
avance de nuestros pueblos, intentos que han logrado algunos éxitos temporales
importantes en estos últimos años. Aprovechándose de las grandes dificultades
económicas producidas por la crisis mundial del capitalismo y la
baja de los precios de las materias primas: se logró instalar a gobernantes
ultra neoliberales en Argentina y Brasil y se está bloqueando el avance de la
revolución bolivariana.
20. Sin duda que la actual correlación de fuerzas no es tan favorable
como lo era en años anteriores.
Disyuntiva
21. Exceptuando a Cuba —que más de medio siglo atrás eligió su camino al
socialismo— hoy nos encontramos en nuestra región con un grupo de gobiernos de
significativo peso económico y político que adhieren abiertamente al
neoliberalismo (entre ellos, Brasil, Argentina, México, Colombia); otro grupo
que, sin romper
con las políticas neoliberales, pone énfasis en lo social (Uruguay, El
Salvador); y otro grupo que está tratando de romper con las políticas neoliberales e intenta instaurar un
modelo alternativo apoyándose en sus pueblos (Venezuela, Bolivia,
Ecuador).
III. Papel de Chávez
22. Chávez fue el primero que tuvo la audacia de incursionar por este
último camino y para denominarlo decidió utilizar la palabra socialismo a pesar
de la carga negativa que ella tenía en ese momento, pero lo hizo agregándole
una calificación. Especificó que se trataba del socialismo del siglo XXI
diferenciándolo así del socialismo soviético del siglo XX, y explicó que no se
trataba de “caer en los errores del pasado”: en esa “desviación estalinista”
que burocratizó al partido y terminó por eliminar el protagonismo popular.
23. La necesidad del protagonismo popular era una de sus obsesiones y es
el elemento que lo distancia de otras propuestas de socialismo donde el Estado
es el que resuelve los problemas y el pueblo se limita a recibir los beneficios
como una dádiva.
24. El dirigente bolivariano estaba convencido de que el socialismo no
se podía decretar desde arriba, que había que construirlo con la gente. Y
entendía, además, coincidiendo con Marx, que es a través de la participación
protagónica como las personas crecen, ganan en auto confianza, es decir, se
desarrollan humanamente y construyen una nueva vida.
Kropotkin
25. Siempre recuerdo el primer programa Aló Presidente de carácter más
teórico, del 11 de junio de 2009, cuando Chávez citó extensamente la carta que
Pedro Kropotkin —el anarquista ruso— escribió a Lenin el 4 de marzo de 1920:
Sin la participación de
fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde abajo, de los
campesinos y de los trabajadores, por ellos mismos, es imposible el construir
una nueva vida.
Pareció que los soviets iban a servir precisamente para cumplir esta función de crear una organización desde abajo. Pero Rusia se ha convertido en una república soviética sólo de nombre. [...] la influencia del partido sobre la gente [...] ha destruido ya la influencia de energía constructiva que tenían los soviets, esa promisoria institución.” [9]
Pareció que los soviets iban a servir precisamente para cumplir esta función de crear una organización desde abajo. Pero Rusia se ha convertido en una república soviética sólo de nombre. [...] la influencia del partido sobre la gente [...] ha destruido ya la influencia de energía constructiva que tenían los soviets, esa promisoria institución.” [9]
Chávez acuña el término socialismo del siglo XXI
26. Podemos decir, sin duda, que el presidente Chávez fue quien acuñó el
término socialismo del siglo XXI. Y decimos lo que acuñó porque ya algunos
autores lo habían empleado años antes como, por ejemplo, el sociólogo chileno
Tomás Moulián en su libro: “El socialismo del siglo XXI. La quinta vía”
publicado en Chile en el año 2000 [10].
27. Consciente de la carga negativa que tenía la palabra, se dedicó
desde entonces a explicar a su pueblo, en sus numerosas intervenciones
públicas, todos los beneficios que podía traer la nueva sociedad en contraste
con la situación que había creado El capitalismo. Fue tan exitoso su
esfuerzo pedagógico que —según encuestas realizadas antes de su muerte— ya más
de la mitad de la población venezolana prefiere el socialismo al capitalismo.
Qué entender por socialismo del siglo XXI.
28. Cuando usamos el término socialismo del siglo XXI estamos pensando
en una sociedad humanista y solidaria, con pleno protagonismo popular. Una
sociedad que ponga en práctica un modelo de desarrollo ecológicamente
sostenible, que satisfaga de forma equitativa las verdaderas necesidades de la
población y no las necesidades artificiales creadas por El capitalismo
en su loca carrera por obtener más ganancias. Una sociedad en la que quien
decida qué, cuánto y cómo producir sea el pueblo organizado.
29. Como veremos más adelante, muchas de estas ideas recuperan el
pensamiento original de Marx, sintéticamente expresado en algunas líneas de El
capital y expandido en obras posteriores.
30. Pero el líder
venezolano no era un iluso —como algunos podrían pensar—, sabía que para
materializar ese proyecto de sociedad tendría que enfrentar a fuerzas
enormemente poderosas. Pero ser realista no significó para él caer en la visión
conservadora de la política concebida como el arte de lo posible. Para Chávez
el arte de la política era hacer posible lo imposible, no por simple
voluntarismo sino porque, partiendo de la realidad existente había que
empeñarse en crear las condiciones para que ésta cambiara. El entendió muy bien
que para hacer posible en el futuro lo que en ese momento aparecía como
imposible, era necesario cambiar la correlación de fuerzas tanto en el plano
interno de su país como en el terreno internacional. Y durante todo su gobierno
trabajó en forma magistral para lograrlo, entendiendo que para construir fuerza
política no bastan los acuerdos de cúpula sino que lo principal es construir
fuerza social.
31. Vislumbró muy bien que una sociedad alternativa al capitalismo
implicaba, al mismo tiempo, una globalización alternativa a la globalización
neoliberal. Nunca pretendió intentar construir el socialismo en un solo país.
Tuvo completa lucidez de que esto no era posible y por eso es que se preocupó
con tanto ahínco en crear una correlación de fuerzas a nivel de la región y a
nivel mundial que facilitara su construcción.
32. La interpretación más difundida del marxismo antes de la revolución
rusa sostenía que el socialismo debía empezar en los países más avanzados,
donde el propio capitalismo había creado las condiciones materiales y
culturales para ello, como lo planteaba el propio Marx en El capital:
concentración cada vez mayor de El capital en pocas manos que contrasta
con una cada vez mayor “socialización del trabajo”, gran desarrollo de las
fuerzas productivas, “aplicación tecnológica consciente de la ciencia, explotación
colectiva planificada de la tierra”, “entrelazamiento de todos los pueblos en
la red del mercado mundial, y con ello el carácter internacional del régimen
capitalista”, “una clase [obrera] cuyo número aumenta de manera constante y que
es disciplinada, unida organizada por el mecanismo mismo del proceso
capitalista de producción”, una exacerbación de la contradicción fuerzas
productivas/relaciones de producción, el trabajo realizado en forma colectiva [11]
.
33. Esta situación debería conducir según Marx a una toma revolucionaria
del poder del estado, condición sine qua
non para hacer posible la expropiación de los expropiadores llegándose a
una forma de “cooperación de trabajadores libres y su propiedad colectiva sobre
la tierra y los medios de producción producidos por el trabajo mismo. [12]
34. Esta idea de la transición que nunca se dio, ha sido un argumento
usado en contra de Marx, pero ello sólo refleja que quienes lo han enarbolado
no conocían sus textos tardíos donde el pensador alemán modifica su visión
inicial, insistiendo más en las condiciones políticas de las revoluciones que
en sus condiciones económicas.
35. En 1877, en una carta a Sorge [13] vislumbra que “el
tiempo de la revolución” podría empezar “esta vez en el Este” dado que todo
parecía indicar que iba a estallar la guerra ruso‑turca, y era previsible que
el gobierno ruso saliera derrotado, lo que tendría graves consecuencias
económicas y políticas que afectarían la estabilidad de dicho país.
36. Y Marx no sólo veía la posibilidad de la revolución en un país
atrasado, sino también la posibilidad de que a partir de la tradición de
propiedad colectiva en el agro ruso, se pudiese transitar desde la comuna hacia
el socialismo sin tener que pasar por la experiencia de la agricultura
capitalista. [14]
Transición en países atrasados
37. La historia demostró que Marx tenía razón. El socialismo no empezó a
construirse en los países de capitalismo avanzado y con una clase obrera
industrial numerosa y experimentada, sino en países de incipiente desarrollo
capitalista, de población predominantemente campesina, y con una clase obrera
minoritaria.
38. ¿Por qué ocurrió esto así? Porque las condiciones políticas se
adelantaron a las condiciones económicas.
39. El estallido revolucionario ruso en febrero de 1917 fue considerado
por Lenin como la primera etapa de la primera de las revoluciones proletarias
engendradas por la guerra [15].” Según él, fueron los horrores de la
guerra imperialista y la enorme ruina en que estaba Rusia, las causas que
engendraron la insurrección proletaria rusa y que exigían dar “pasos
prácticamente maduros hacia el socialismo” [16].
40. Y, como ya decíamos, algo semejante ocurrió en América Latina.
La vía institucional al socialismo: Una transición difícil
41. En nuestro caso el proceso de transición se da en condiciones
sociales muy diferentes a las imaginadas por Marx en El capital y
—aunque con algunas semejanzas— también muy diferente a las de la revolución
rusa.
42. Chávez percibió tempranamente las particularidades de este proceso
de transición que se iniciaba en su país y que sería el precursor de procesos
semejantes en otros países de América Latina, entre ellas que —como sólo se
había conquistado el gobierno y no todo el poder del estado, ese tránsito debía
empezar a realizarse a partir de un aparato de Estado heredado cuyas
características eran funcionales al sistema capitalista, pero no lo eran para
avanzar hacia el socialismo.
43. Sin embargo, contra el dogmatismo teórico de algunos sectores de la
izquierda radical, que negaban toda posibilidad de avanzar a partir de las
condiciones señaladas anteriormente, la práctica ha demostrado que se puede
utilizar este aparato como un instrumento que facilite la construcción de la
nueva sociedad.
44. Pero esto sólo es posible si se cumplen dos condiciones, la primera:
que las instituciones estatales estén dirigidas por cuadros revolucionarios
dispuestos a ir adoptando medidas que permitan ir transformándolas y, la
segunda: que exista un pueblo organizado capaz de controlar su quehacer y
presionar por esa transformación.
Cambiar las reglas del juego
45. Pero debemos aclarar que ello no significa que el gobierno deba
limitarse exclusivamente a usar el aparato heredado, es necesario que vaya simultáneamente
construyendo los cimientos de la nueva institucionalidad y del nuevo sistema
político.
46. Y un primer paso para ello es el cambio de las reglas del juego
institucional. De ahí la importancia de los procesos constituyentes que
tuvieron lugar en Venezuela, Ecuador y Bolivia que plasmaron esas reglas en
nuevas constituciones.
47. Pero, aunque no creemos que se pueda avanzar hacia el socialismo por
la vía pacífica o institucional sin pasar por un proceso constituyente, este
tema no debe ser abordado en forma voluntarista. Sólo tiene sentido impulsar
procesos de este tipo cuando las fuerzas revolucionarias estiman que se puede
lograr una correlación de fuerzas electoral que permita que el proceso
constituyente conduzca hacia los cambios que se necesita realizar. No tiene
sentido impulsarlo si se va a terminar aprobando reglas del juego institucional
que frenen los cambios.
48. Fue justamente por eso que la Unidad Popular en Chile no se decidió
a convocar a una asamblea constituyente: no tenía certeza de ganarla. Pero a mí
me surge una duda: ¿qué hubiera pasado si hubiésemos tensionado nuestras
fuerzas y si hubiésemos trabajado casa a casa con ese tema? Aquí es importante
recordar que cuando la oposición plantea la revocación de mandato de Chávez,
las encuestas le eran desfavorables, se corría el riesgo de que triunfara el SI
opositor, pero él decidió aceptar el desafío y se puso en campaña para
construir la correlación de fuerzas que luego le permitió ganar.
49. Y por eso me pregunto, ¿hasta dónde el generalizado malestar de los
chilenos frente a la actual institucionalidad —que tan brillantemente la
juventud de mi país ha sabido develar con sus luchas— puede traducirse en una
exigencia de una asamblea constituyente a la que ningún político ni legalidad
alguna puedan oponerse, si a partir de ese malestar se logra realizar un
trabajo de concientización casa por casa, aula por aula, centro de trabajo por
centro de trabajo, en torno a ese tema?
Crear nuevas instituciones (misiones)
50. Además de cambiar las reglas del juego institucional, es necesario
buscar caminos inéditos para lidiar con el aparato burocrático heredado. Fue
así como el gobierno revolucionario bolivariano, para poder atender a los
sectores más abandonados, decidió crear instituciones que pusiesen en marcha
programas fuera de ese aparato. Ese es el sentido de las diferentes misiones
sociales que se crearon en el país para atender problemas de salud, educación,
distribución de productos esenciales a más bajos precios, etcétera.
51. Por ejemplo, el aparato burocrático del ministerio de Salud que
entonces existía no era capaz de atender a la población más humilde que vivía
en zonas alejadas o de acceso intrincado: los cerros de Caracas, los barrios
populares de distintas grandes ciudades, los caseríos.
52. ¿De dónde provenía esa incapacidad?
53. Por una parte, del hecho que el personal médico adscrito al sistema
no tenía disposición para ir a esos lugares, su objetivo era ganar dinero, la
mayoría no tenía realmente vocación de servicio. Por otra parte, no estaban
preparados para dar ese tipo de atención, dado que su formación era
fundamentalmente como especialista y no de médico integral (médico de familia),
que es lo que se requiere para ese tipo de atención (medicina preventiva).
54. Para superar estas debilidades del aparato de Salud heredado el
gobierno de Chávez decidió crear la misión Barrio Adentro instalando
consultorios médicos en cerros, barrios y caseríos, y, mientras se formaba a
una nueva generación de médicos venezolanos para cubrir esas demandas, decidió
solicitar la colaboración de médicos cubanos. El positivo resultado y la
excelente acogida que ha tenido esta misión en el pueblo venezolano, ha hecho
que hoy la oposición esté diciendo en sus campañas electorales que la
mantendrá, pero que la hará mucho más eficiente.
55. Pero desde el gobierno, no sólo se pueden crear nuevas instituciones
más aptas para las nuevas tareas, sino que también se puede y se debe ir
transformando las instituciones heredadas como las Fuerzas Armadas.
56. Y un factor que ayuda enormemente en este sentido es contar con una
nueva constitución que plasme en sus diversos artículos una nueva manera de
ordenar la sociedad: un orden no al servicio de una élite sino de la mayoría
del pueblo, donde las riquezas naturales en manos de empresas transnacionales
vuelvan a manos de nuestros estados; que oriente construir estados
independientes y soberanos, y donde se propicien diferentes formas de
protagonismo popular. Y como una de las funciones de las Fuerzas Armadas es
defender el orden de su país, al defender este nuevo orden, estarán, entonces,
defendiendo el nuevo proyecto de sociedad y los intereses de la inmensa mayoría
de la población.
57. Esto fue lo que ocurrió en Venezuela. La nueva Constitución se
transformó en el gran aliado del proceso, porque la defensa de la Constitución
no significa otra cosa que la defensa de los cambios iniciado por el gobierno
de Chávez. Fue esa Constitución la que permitió en el 2001 que la mayor parte
de los militares venezolanos se declarase en rebeldía y no obedeciese las
órdenes de los altos mandos golpistas que buscaban derrocar al presidente.
58. Por razones de tiempo no puedo exponer una serie de otras medidas
que pueden ayudar a la transformación de tan importante institución del estado.
V. Otras Grandes tareas y
los problemas encontrados
59. Estos gobiernos pueden ir aplicando una estrategia coherente para ir
cambiando las relaciones de producción materializando la idea de Marx de que
los productores de la riqueza social sean quienes deben tomar en sus manos los
destinos de ésta.
Qué entender por riqueza social
60. Pero ¿qué entender por riqueza social? [17]. Según Marx,
sólo hay dos fuentes de la riqueza social: la naturaleza y el trabajo humano,
siendo éste el factor más decisivo ya que sin su intervención la riqueza
potencial contenida en la naturaleza nunca lograría transformarse en riqueza
real. [18]
61. Marx nos advierte que además del trabajo humano actual (trabajo
vivo) hay que considerar el trabajo pasado, aquel incorporado en las
herramientas, máquinas, mejoras hechas a la tierra y, por supuesto, los
descubrimientos intelectuales y científicos que aumentan sustancialmente la
productividad social. Todos estos elementos son una herencia social, una
riqueza del pueblo, que se transmite de generación en generación.
62. Pero, ¿a quién pertenece esta riqueza o patrimonio social? El
capitalismo, gracias a todo un proceso de mistificación, nos ha convencido
de que los dueños de esa riqueza son los capitalistas. El socialismo, en
cambio, parte por reconocer que esos bienes, en los que está incorporado el
trabajo de generaciones, no pueden pertenecer a personas específicas, ni a
países específicos, que son una herencia social que debe ser usada en interés
de la sociedad en su conjunto y no para servir a intereses privados.
63. La cuestión es ¿cómo asegurar que esto ocurra? La única forma de hacerlo
es desprivatizando estos medios y transformándolos en propiedad social.
64. Pero, propiedad social no es lo mismo que propiedad estatal. El paso
a manos del estado de los principales medios de producción muchas veces sólo ha
significado un cambio jurídico de propietario, pero el proceso de laboral ha
sufrido muy pocas variaciones. Ha continuado la supeditación de los
trabajadores a una fuerza externa: la nueva gerencia ahora socialista. Se trata
de una propiedad formalmente colectiva, porque el Estado representa a la
sociedad, pero la apropiación real todavía no es colectiva.
65. Por eso Engels sostiene:
La propiedad del Estado
sobre las fuerzas productivas no es la solución del conflicto, pero alberga ya
en su seno el medio formal, el resorte para llegar a la solución.
Esta solución sólo puede estar en reconocer de un modo efectivo el carácter social de las fuerzas productivas modernas y, por lo tanto, en armonizar el modo de producción, de apropiación y de cambio con el carácter social de los medios de producción. Para esto, no hay más que un camino: que la sociedad, abiertamente y sin rodeos, tome posesión de estas fuerzas productivas, que ya no admiten otra dirección que la suya.” [19]
66. Dirección que para Marx
no era otra cosa que el ejercicio de un “control planificado y consciente” [20]
La planificación
participativa: La forma en que la sociedad toma posesión de la riqueza social
67. Estos planteamientos de Marx y Engels fueron interpretados en los
socialismos del siglo XX como la necesidad de que una autoridad central que
debía fijar las metas y los medios para alcanzarlas, coordinando desde arriba
todos los esfuerzos por construir la nueva sociedad. Esto derivó en una
planificación burocrática que solía no tener en cuenta las necesidades de la
gente.
68. El proceso de planificación en el socialismo del siglo XXI debe
tener un enfoque muy diferente. Debe ser un proceso eminentemente
participativo, en que sea la propia gente la en sus lugares de habitación y en
sus lugares de trabajo lleve adelante el proceso.
69. Y es aquí donde me parece importante el aporte del economista
inglés, Pat Devine. El distingue distintos niveles de participación en relación
con los distintos niveles de propiedad social existentes, cada uno de los
cuales estaría definido por “los grupos que se ven afectados por las decisiones
que se toman sobre las cosas que se poseen, en proporción al grado en que son
afectados.” [21]
70. De acuerdo a esta lógica, una panadería que produce pan y dulces
para una determinada área geográfica —una aldea rural, por ejemplo—, cuyos
trabajadores viven en dicha aldea y cuya materia prima proviene de agricultores
de dicho territorio, debería ser de propiedad de esa aldea. No tiene ningún
sentido que sea propiedad de la nación.
71. En cambio, en el caso de una empresa estratégica como la del
petróleo, sería un absurdo que el colectivo de trabajadores petroleros se
atribuya la propiedad de esa riqueza que pertenece a todos los habitantes del
país (¿o de la humanidad?). El excedente que allí se produce no puede ser
destinado únicamente a mejorar las condiciones de vida de sus trabajadores,
sino que debe ser destinado también a nuevas inversiones en la empresa, a
apoyar el desarrollo de las comunidades aledañas, y, al ser una riqueza de toda
la nación, una parte significativa de esos excedentes debe ser aportada al
presupuesto nacional. La propiedad jurídica de esta empresa debería estar en
manos del Estado en representación de la nación, el control del proceso de
producción debería estar en manos de los trabajadores de la empresa, pero el
destino de los frutos obtenidos en el proceso de producción —una vez descontado
lo que debe ir a inversiones necesarias para la reproducción del proceso
productivo y a retribución por el trabajo— deberían ser definidos por toda la
sociedad.
72. Comparto con Pat Devine la idea de que los actores del proceso de
planificación participativa deben variar de acuerdo a los distintos niveles de
propiedad. En el caso de la panadería, quienes se deberán pronunciar acerca de
cuánto producir, con qué materia prima, con qué calidad, con qué variedad, a
qué hora debe estar listo el producto, cómo distribuirlo, cuánto invertir en el
mantenimiento o ampliación de la empresa, etcétera, deberán ser las personas
que producen la materia prima empleada, las que trabajan en la panadería y las
que consumen el pan y los dulces en dicha aldea.
73. Si bien los trabajadores petroleros de dicha entidad deberán
participar en la gestión del proceso de producción de su empresa, en las
decisiones en lo que se refiere a reinversión, ampliación de las inversiones,
comercialización, y uso social del resto del excedente, deberá participar toda
la sociedad a través de sus diferentes representantes o voceras y voceros.
74. Estamos convencidos de que el instrumento que permite que la
propiedad que ha pasado jurídicamente a manos del estado —y que es una de las
características centrales del socialismo— se transforme una propiedad realmente
social, es el proceso de planificación participativa, cuyas modalidades
dependerán del nivel de propiedad social de que se trate.
Estrategia para ir
cambiando las relaciones de producción
75. Si tenemos claro que cambiar las relaciones de producción no
significa sólo pasar a manos del estado las empresas, que no se trata
simplemente de un cambio jurídico, de traspasar la propiedad a otros dueños, en
este caso el estado popular, entenderemos que no se trata de una tarea fácil. Cambiar
las relaciones de producción significa cambiar actitudes e ideas.” [22] y
estos cambios no pueden ser realizados de un día para otro. Se trata de un
proceso complejo que requiere tiempo.
76. Es necesario, por lo tanto, elaborar una estrategia coherente para
ir transformando las relaciones de producción existentes en las nuevas
relaciones que caracterizan al socialismo del siglo XXI. Los pasos y la rapidez
con la que éstos pueden implementarse dependen del punto de partida y de la
correlación de fuerzas con la que se cuente.
77. Aclarando esto, sintetizo aquí los pasos que —según Michael
Lebowitz— sería necesario dar en el caso de las empresas de propiedad estatal,
en el caso de las cooperativas y en el caso de las empresas capitalistas.
78. Sin lugar a duda, la transición más fácil es la que se puede
emprender dentro de las empresas estatales, ya que éstas son formalmente
propiedad de la sociedad en general y tiene como directiva explícita actuar en
función de los intereses de esa misma sociedad.
79. En estas empresas se podría ir avanzando de la propiedad formal a la
apropiación real mediante:
a) la creación en ellas de consejos de los trabajadores que permitan la participación de los trabajadores en la gestión de la empresa;
b) la orientación de su producción a satisfacer las necesidades de las comunidades;
c) la apertura de libros y la total transparencia que nos permite a los trabajadores la contraloría social y combatir el despilfarro, la corrupción y el interés burocrático;
d) la elección de gerentes que compartan esta visión y que cuenten con
la confianza los trabajadores;
e) el logro en ellas de una eficiencia de nuevo tipo que, al mismo
tiempo que mejore su productividad, permita un cada vez mayor desarrollo humano
de sus trabajadores (la puesta en práctica en ellas de una jornada laboral que
incluya formación de los trabajadores para que su participación en la gestión
sea realmente efectiva y no puramente formal) y que respete el medio ambiente.
80. Según Michael Lebowitz es posible que empresas específicas que se guían
por este tipo de políticas sociales puedan ser inicialmente ‘no rentables’,
pero como se trata de políticas que pueden ser consideradas como una inversión
social, toda la sociedad debería solventar su costo.
81. Es necesario estimular a las cooperativas a superar su orientación
estrecha hacia el sólo interés del grupo de cooperativistas. ¿Cómo lograr esto?
Una forma de hacerlo es ir desarrollando vínculos orgánicos con el resto de la
sociedad.
82. Para ello es importante estimular:
a) el establecimiento de vínculos entre cooperativas para que éstos lleven a establecer relaciones de cooperación entre ellas en lugar de relaciones de competencia. En algunos casos se podría intentar integrar sus actividades directamente sin que éstas estén separadas por las operaciones mercantiles.
b) Pero también es muy importante establecer vínculos entre cooperativas
y las comunidades. Esta es la mejor forma de irse apartando de los intereses
particulares de cada cooperativa y enfocarse en los intereses y necesidades de
la gente.
c) Empresas capitalistas
83. Se podría ir transformando gradualmente las empresas capitalistas
buscando diversas fórmulas para que la actividad económica de éstas se
subordine a los intereses del plan económico nacional. Esto es lo que Michael
Lebowitz ha llamado: la “condicionalidad socialista”.
84. Entre estas medidas podrían figurar:
(a) la exigencia de transparencia, de libros abiertos para hacer posible la inspección de los trabajadores y las comunidades;
(b) la utilización de un sistema de precios e impuestos que las obligue
a transferir parte de sus excedentes a otros sectores de la economía
permitiendo la creación de nuevas empresas o a mejorar los servicios sociales
para la población;
(c) el uso de la competencia con empresas estatales o cooperativas
subvencionadas para obligarlas a bajar sus precios y reducir el monto de sus
ganancias;
(d) la utilización de directivas gubernamentales que exijan que las
empresas transformen la jornada laboral para que incluya la formación y formas
específicas de participación de los trabajadores en la toma de decisiones respecto
a la marcha de la empresa.
85. Pero, ¿por qué las empresas capitalistas aceptarían tales
imposiciones si pueden trasladarse a otros lugares en el mundo donde estos
costos no existen? Podrían estar dispuestas a hacerlo si en sus dueños primara
la conciencia patriótica, y si el gobierno revolucionario premiara su actitud
de colaboración en el plan de desarrollo nacional facilitándoles el acceso al
crédito de los bancos estatales y asegurando la compra de sus productos a
precios convenientes. O sea, el Estado puede utilizar su poder para cambiar las
reglas del juego bajo las cuales sería posible la supervivencia de las empresas
capitalistas.
86. Pero, si el objetivo del gobierno revolucionario es ir avanzando
hacia una sociedad sin explotadores y explotados, ¿por qué, entonces, realizar
una estrategia para incorporar a las empresas capitalistas al plan nacional si
éstas siguen explotando a los trabajadores?
87. La razón es muy sencilla: porque el Estado no es capaz, de un día
para otro, de asumir la gestión de todas esas empresas: no tiene ni los
recursos económicos, ni la experiencia empresarial requeridas. Jamás debemos
perder de vista, sin embargo, que las empresas capitalistas puestas en esta
situación van a intentar, constantemente, reducir el peso de dicha
“condicionalidad socialista”.
A su vez, el gobierno revolucionario, con la cooperación de los
trabajadores y las comunidades, va a tratar de introducir más y más
características socialistas en esas empresas. Existirá, por lo tanto, un
proceso de lucha de clases en el que unos intentarán recuperar el terreno
perdido volviendo al pasado capitalista y otros avanzar en la sustitución de la
lógica de El capital por una lógica humanista y solidaria que permita a
todos los seres humanos su pleno desarrollo.
88. En general, de lo que se trata es de ir avanzando hacia una
propiedad cada vez más social de los medios de producción, sin negar el papel
que puede jugar la pequeña propiedad privada.
Poner en práctica un modelo de desarrollo que respete la naturaleza
89. Otra de las grandes tareas que tienen nuestros gobiernos es la de
poner en práctica un modelo de desarrollo económico que no se base en la
explotación indiscriminada de los recursos naturales como lo señala Marx en el El
capital [23], sino que vaya restableciendo gradualmente ese
necesario metabolismo entre los seres humanos y la naturaleza.
90. Esta es una tarea nada fácil. El gran dilema que tienen por delante
es cómo sacar a sus pueblos de la pobreza y responder a sus necesidades básicas
por siglos postergadas, y hacerlo respetando a la naturaleza. Pretender un
“crecimiento cero”, como algunos proponen, para evitar el consumo de energía
contaminante y sus consecuencias degradantes del medio ambiente, significaría
congelar las actuales desigualdades existentes entre los países ricos y los
países pobres. Es muy fácil pedir a los otros que no crezcan cuando se tienen
satisfechas las necesidades propias.
91. Consideramos que para que pueda darse un debate fructífero sobre
este tema se debería partir por aceptar dos hechos: el primero, que el ser
humano siempre ha tenido que extraer y que tendrá que seguir haciéndolo. El
problema no es extraer o no extraer, sino cómo extraer para mantener un
necesario equilibrio en lo que Marx denominó el “metabolismo entre el hombre y
la naturaleza”.
Los primeros habitantes del planeta extraían frutos de los árboles,
peces de los mares, etcétera, pero en esos tiempos y en siglos posteriores se
extraía de la naturaleza pero, por lo general, de alguna manera, lo que se
extraía regresaba a ella, manteniéndose un sano metabolismo. El afán de lucro
inherente al modo de producción capitalista lo lleva, en cambio, a explotar al
máximo a la naturaleza sin importarle los efectos que sobre ella tenga su
actividad extractiva, destruyendo así el sano metabolismo que antes existía.
Cada vez se extrae más y se empiezan a agotar los bienes naturales, con todas
las consecuencias que ello tiene para el cambio climático.
92. El segundo hecho a tener en cuenta para poder iniciar un debate
fructífero es que dueños de las riquezas naturales que están en nuestro
territorio: minerales, petróleo, gas, fuentes acuíferas, reservas forestales,
no son los habitantes de esos lugares. La existencia de petróleo en Venezuela y
Ecuador, de gas en Bolivia, de cobre en Chile, es un don caído del cielo. Esas
riquezas no fueron creadas ni por los pueblos originarios, ni por los
trabajadores del petróleo o del cobre; esas son riquezas que pertenecen a la
sociedad entera. Y si es así, debería ser entonces la sociedad entera la que
debería pronunciarse acerca de si se extrae o no. Por supuesto que también hay
que consultar a quienes viven en la zona, pero, al mismo tiempo, ellos deben
entender que ahí se juegan intereses que trascienden sus fronteras.
93. Si logramos un acuerdo sobre los dos puntos anteriores, de lo que se
trataría, entonces, es de debatir acerca de propuestas concretas de cómo usar
en el presente nuestros recursos naturales para ir avanzando poco a poco hacia
un modelo económico de desarrollo ecológicamente sustentable.
94. No se trata, entonces, de decir no al desarrollo, sino de “concebir
y concretar modelos de desarrollo auténticamente humanos” que satisfagan “de
forma equitativa las necesidades de sus habitantes sin poner en peligro la
satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras [24] ,
una sociedad en la que quien decida qué y cómo producir sea el pueblo
organizado.
95. En este sentido deberían avanzar nuestros gobiernos y se han dado
algunos pasos significativos en muchos casos aunque todavía quedan en gran
medida en los enunciados, pero que, por lo menos, demuestran que hay una
intención de avanzar en ese sentido.
96. Un paso importante ha
sido el uso de los recursos de los procesos extractivos para ir resolviendo los
problemas de la pobreza, con lo que indirectamente se está contribuyendo a
mejorar las condiciones del ambiente, porque en muchos lugares es la pobreza la
que conduce a deteriorarlo. La tala de bosques para poder tener leña para
cocinar y calentarse es uno de los ejemplos más ilustrativos.
97. Como el desafío es enorme y las tentaciones son muchas me parece muy
interesante que la Constitución boliviana plantee que el pueblo organizado —en
lo que la Carta Magna llama "acción popular"— puede y debe reaccionar
contra cualquier violación y amenaza contra una serie de derechos, entre ellos
el del medio ambiente [25] y que, además cree la figura de un
tribunal especializado en jurisdicción agroambiental (temas agrícolas,
forestales, ambientales) [26] con autoridades electas por el pueblo
en las elecciones sin precedentes de octubre de 2011.
Orientar
las políticas considerando siempre el doble producto en toda actividad humana: Transformando la naturaleza y se transforma a sí mismo
98. Hemos dicho que una de las características fundamentales del
socialismo del siglo XXI es que no puede ser decretado desde arriba sino que
tiene que ser construido por la gente.
99. Nuevamente aquí se recata el pensamiento original de Marx quien
afirmaba que el trabajo no solo transforma a la naturaleza sino que, al mismo
tiempo, transforma a la persona que ejecuta ese trabajo [27]: la
aliena y tritura en el caso del capitalismo [28] y permite su
“pleno y libre desarrollo”, constituyendo éste el principio fundamental de la
“formación social superior” [29].
100. El investigador canadiense, Michael Lebowitz, ha sido quien más ha
explorado en este terreno identificando la combinación de desarrollo humano y
práctica como el eslabón clave en Marx. Según el autor [30], toda
actividad humana necesariamente da por resultado “un doble producto: la
transformación del objeto de trabajo y la transformación del trabajador mismo.”
[31]
101. Compartiendo plenamente sus planteamientos, yo he preferido hablar
de un producto material (el objeto producido), y de un producto subjetivo (el
cambio en la persona que realiza ese trabajo o esa práctica).
102. Y como anteriormente nos hemos referido a rol fundamental que
otorgamos al proceso de planificación participativa en la construcción del
socialismo, quisiera usar este ejemplo para ilustrar la idea del doble
producto. Cuando los habitantes de una comunidad elaboran su plan comunitario,
esa actividad crea dos productos: un producto objetivo material: el plan
construido en forma participativa, que es algo palpable porque está a la vista
de todos, y, a la vez, un producto subjetivo, espiritual, que es mucho menos
tangible, sólo una mirada atenta logra descubrirlo: la transformación de las
personas a través de esa práctica, su crecimiento humano.
103. Se trata de un proceso educativo en el que quienes participan van
aprendiendo a indagar las causas de las cosas, a respetar las opiniones de los
otros, a entender que los problemas que confrontan no son exclusivamente de su
calle y de su barrio, sino que están relacionados con la situación global de la
economía, la situación social nacional, inclusive con la situación
internacional. Aprenden que los problemas de cada persona y de cada comunidad
deben examinarse dentro del contexto de la realidad de otras personas y otras
comunidades y que quizá ellas tengan una situación mucho más difícil y más
urgente que la propia. Con todo eso se van creando nuevas relaciones de
solidaridad, de complementariedad, que ponen el acento más en lo colectivo que
en lo individual.
104. Al participar en el proceso las personas se politizan —en el
sentido amplio de la palabra— y eso les permite tener una opinión independiente
que ya no puede ser manipulada por los medios de comunicación predominantemente
en manos de las fuerzas conservadoras.
105. Las personas involucradas en dicho proceso crecen humanamente, se
dignifican, aumenta su autoestima, amplían sus conocimientos en aspectos
políticos, culturales, sociales, económicos, ambientales. Y lo más importante,
dejan de sentirse mendigando soluciones del Estado. Se sienten, por el
contrario, constructoras de su propio destino.
106. Este producto subjetivo es lo que nunca tienen en cuenta los
tecnócratas. Prefieren documentos perfectos a los de menor calidad pero que
tienen el mérito de haber sido hechos por la propia gente.
107. Creo que después de esta explicación podemos entender mejor por qué
la participación popular ocupa un papel tan central en el socialismo del siglo
XXI. La participación, el protagonismo en todos los espacios, es lo que permite
a las personas crecer, ganar en auto confianza, es decir, desarrollarse
humanamente.
108. Me parece interesante hacer notar que la Constitución bolivariana
aprobada por la Asamblea Constituyente del 1999, es quizá la única en el mundo
en relacionar explícitamente este protagonismo con el pleno desarrollo, tanto
de la persona como del colectivo. [32]
109. ¡Cuán diferentes sería la situación actual de América Latina si
nuestros gobiernos progresistas hubiesen tenido siempre presente en las
políticas adoptadas este tema del doble producto; si en lugar de resolver desde
arriba los problemas más sentidos de la gente, la hubiesen convocado a
participar en su solución!
110. Por desgracia, muchas veces ha primado una visión tecnocrática: si
los cuadros tienen ideas claras y acertadas, para qué perder tiempo en discutir
con la gente, lo que importa es presentar soluciones rápidas. Nunca se han
preguntado acerca de cuál podría ser el resultado subjetivo, humano, de las
políticas implementadas. Tarde se han dado cuenta que sin esa participación
muchas medidas no han logrado la eficacia esperada y, lo que es peor, no han
preparado a su pueblos para defender lo conquistado.
111. Para concluir y como decíamos en el comienzo, el propósito de Marx
en El capital fue exponer extensamente la lógica con la que funciona el
modo capitalista de la producción. Lo hizo después de dedicarse muchos años
para investigar qué estaba ocurriendo en los países capitalistas más avanzados
de su época. Pero, como sabemos él reconoció que existía una diferencia entre
la vía europeo occidental y la vía rusa. Nuestro propósito, como militantes
revolucionarios latinoamericanos debería ser diferente. Deberíamos ser capaces
de desarrollar una vía latinoamericana para la construcción del socialismo
buscando soluciones sin las anteojeras del marxismo dogmático.
112. Aunque los objetivos que nos proponemos alcanzar son idénticos a
los que expone Marx muy brevemente en El capital, especialmente aquel
que se refiere a la búsqueda del pleno desarrollo humano; se trata, sin duda,
de una vía original. Estamos obligados a “inventar para no cometer los
errores" –como decía Simón Rodríguez—. Sin embargo, para poder desarrollar
una base económica sólida que permita ese pleno desarrollo humano, no podemos
dejar de tener en cuenta la lógica del modo capitalista de la producción
descrita por Marx en su obra maestra y sus efectos en el mundo actual.
[1]. Carlos Marx, El capital Tomo I, Libro primero, Siglo
XXI editores, Argentina, 1975, p.6.
[2]. Ibíd., p.8.
[3]. Gran parte de las reflexiones sobre América Latina que aquí se
exponen han sido extraídas de mi libro Un mundo a construir (nuevos
caminos) escrito en 2013 y publicado en varios países.
[4]. El sector de los trabajadores sometidos a trabajos precarios,
inseguros, y los marginados o excluidos por el sistema aumenta día a día.
Disminuye la clase obrera industrial y minera, las grandes empresas
estratégicas subcontratan muchas de las tareas que antes asumían reduciéndose
así enormemente el peso de la fuerza laboral en los sitios estratégicos, muchos
de los cuales pasaron a propiedad de capitales extranjeros.
[5]. Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la
ideología de la sociedad industrial avanzada, Ed. Planeta/Agostini,
Barcelona, 1993 (1ª ed. 1954) p. 39.
[6]. T. Moulián, Chile actual, anatomía de un mito, Ed.
Arcis/LOM, Santiago de Chile, 1997, op.cit. p.105.
[7]. Op.cit
[8]. Ver carta de Marx a Engels del 10 febrero 1870 donde se refiere con
gran entusiasmo al libro de Flerovski “La situación de la clase obrera en
Rusia” citando en ese idioma el siguiente texto de ese libro: “En nuestro país
el proletariado es escaso; en cambio, la masa de nuestra clase obrera consiste
en destajeros cuya suerte es peor que la de cualquier proletario.” (Carlos
Marx, Federico Engels, Carta sobre “El capital”, Editora Política, La Habana,
1983, pp. 262-263).
[9]. La cita sigue: “En el momento actual, son los comités del
“Partido”, y no lo soviets, quienes llevan la dirección en Rusia, y su
organización sufre los efectos de toda organización burocrática.
Para poder salir de este desorden mantenido, Rusia debe retomar todo el
genio creativo de las fuerzas locales de cada comunidad.” [sigue la cita, pero
yo me detengo aquí MH] Ver:
[10]. Lom Ediciones, Stgo. Chile, 2000. Sobre la polémica de quien
empleó primero el término ver artículo de Javier Biardeau, El nuevo
socialismo del siglo XXI. Una breve guía de referencia, Aporrea, 2 abril,
2007. Ver: https://www.aporrea.org/ideologia/a32781.html.
[11]. Carlos Marx, El capital, Tomó I, Vol. 3, Siglo XXI
editores, Argentina, 1975, p. 953. Marx agrega: “La concentración de los medios
de producción de los medios de producción y la socialización del trabajo
alcanzan un punto en que son incompatibles con su corteza capitalista. Se la
hace saltar. Suena la hora postrera de la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados”.
[12]. Op.cit. p. 954.
[13]. Carlos Marx, Carta a Friedrich Adolph Sorge, Londres, el 27 de
septiembre de 1877 en: Marx and Engels, Selected Correspondence;
Progress Publishers, Moscow, 2a ed. Revisada y aumentada, 1965, p. 308. En:
[14]. Sobre este tema ver: Late Marx
and the Russian Road, Marx and “The Peripheries of capitalism”
Various authors Compilación de autores editada por Teodor Shanin, Monthly
Review Press, New York, 1983.
[15]. Lenin, “Resolución sobre el momento actual” en II Conferencia
(abril) de toda Rusia del POSDR (b) (24-29 abril de 1917), en
Obras Escogidas en tres tomos, tomo 2, Editorial Progreso, Moscú,
1960, p. 137.
[16]. Ibidem, p 138.
[17]. Michael Lebowitz tiene todo un capítulo destinado a analizar este
tema en su libro, The socialist alternative: Real Human Development, op,cit.
Chapter 1: The wealth of people, pp. 31-45.
[18]. “El trabajo” – decía Marx citando a William Petty, es “el
padre de la riqueza, y la tierra la madre.” (2. Doble carácter del trabajo
representado por las mercancías, El capital Tomo I.)
[19]. F. Engels, Del socialismo utópico al socialismo científico, en
K. Marx y F. Engels, Obras escogidas en tres tomos, tomo 3,
Editorial Progreso, Moscú, 1974, p. 153.
[20]. Marx imaginaba “el proceso material de producción” alternativo al
capitalismo como “producto de hombres libremente asociados” sometido a su
“control planificado y consciente” (Carlos Marx, El capital, Tomó
I, Vol.1, Siglo XXI editores, Argentina, 1975, p.97) “como una asociación de
hombres libres que [trabajan] con medios de producción colectivos y [emplean],
conscientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales, como una fuerza
de trabajo social. [...] El producto todo de la asociación es un producto social.
Una parte de éste presta servicios de nuevo como medios de producción. [...]
Pero los miembros de la asociación consumen otra parte en medios de
subsistencia. Es necesario, pues, distribuirla entre los mismos. [...] Su
distribución, socialmente planificada, regulará la proporción adecuada entre
las varias funciones laborales y las diversas necesidades (Op. cit., p.96). En
el programa de Gotha, Marx precisará más las características que debe tener
esta distribución.
[21]. “Podemos definir mejor la propiedad social como aquella propiedad
que pertenece a los grupos que se ven afectados por las decisiones que se toman
sobre las cosas que se poseen, en proporción al grado en que los afecta. Tiene
bastante en común con el concepto de stakeholding. Siguiendo el
principio de subsidiaridad que sostiene, por lo menos en teoría, que en la
estructura de gobierno de múltiples niveles de la Comunidad Europea, los
propietarios sociales serán diferentes respecto al grado de generalidad y el
alcance de las decisiones a tomar. Las decisiones tomadas en los niveles más
altos de generalidad involucrarán posesiones mayores y afectarán a una mayor
proporción de personas e intereses que las realizadas en los niveles más bajos.
En cada nivel, los propietarios sociales necesitarán negociar entre ellos para
llegar a un acuerdo acerca del uso de las cosas que se poseen para que ellas
satisfagan los intereses colectivos, los cuales habrán sido definidos por ellos
mismos. (Pat Devine, “Social
ownership and democratic planning”. Este artículo es una versión revisada de
“The political economy of twenty-first century socialism”, Soundings,
37, Winter 2007, pp. 105-115. Sobre el tema de la planificación participative
ver su libro: Democracy and Economic Planning: The Political Economy of a
Self‑governing Society, Polity Press, 1988.
[22]. Michael Lebowitz, “Construir ahora mismo las nuevas relaciones de
producción en Venezuela”, texto inédito, 13 dic 2006. La mayor parte de las ideas
que expongo a continuación son desarrolladas con mayor profundidad en este
trabajo.
[23]. Al crecer incesantemente “la población urbana [...] perturba el
metabolismo entre el hombre y la tierra”. “[...] todo progreso de la
agricultura capitalista no es sólo un progreso del arte de esquilmar al
obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo [...]. La
producción capitalista, por consiguiente, no desarrolla la técnica y la
combinación del proceso social de producción sino socavando, al mismo tiempo,
los dos manantiales de toda riqueza: la tierra y el trabajador.” Marx, El
capital, Tomo I, Vol.2, Siglo XXI editores, México, 3a.Ed.
1975, pp. 612‑614.
[24]. Enric Tello, Economía en el camino hacia ciudades sostenibles, en
Papeles de la FIM, No 8, Madrid, España, p. 135.
[25]. Artículo 135. La Acción Popular procederá contra todo acto
u omisión de las autoridades o de personas individuales o colectivas que violen
o amenacen con violar derechos e intereses colectivos, relacionados con el
patrimonio, el espacio, la seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y
otros de similar naturaleza reconocidos por esta Constitución.
[26]. Capítulo Tercero. Jurisdicción Agroambiental, artículos 187 al
190.
[27]. “[...] Al operar por medio de ese movimiento sobre la naturaleza
exterior a él y transformarla, transforma a la vez, su propia naturaleza.
(Carlos Marx, El capital, Tomó I, Vol.1, Siglo XXI editores,
Argentina, 1975, pp. 215-216).
[28]. En el Capítulo XIII de El capital, dedicado a la maquinaria
y gran industria, Marx dedica más de 120 páginas a analizar los diferentes
efectos que tiene el sistema capitalista en su etapa de reproducción ampliada
sobre la clase obrera. (Carlos Marx, El capital, Tomo I, Vol. 2, pp.451
a 613.
[29]. Carlos Marx, El capital, Tomo I, Vol. 2. Op.cit. p.
731. Ver también: “[El trabajo] Desarrolla las potencias que dormitaban en ella
[su naturaleza] y sujeta a su señorío el juego de fuerzas de la misma. [...]
(Carlos Marx, El capital, Tomo I, Vol.1, Siglo XXI editores,
Argentina, 1975, pp. 215-216).
[30]. Ver su libro: La alternativa socialista: el verdadero
desarrollo humano, Primera parte, Capítulo II. La producción de los
seres humano, Escaparate Ediciones, Chile, octubre 2012, pp. 51 a 66. El autor
usa el término “joint product” que se usa en el lenguaje económico. En
castellano se tradujo por “doble producto”.
[31]. Op.cit., p. 55.
[32]. Aunque hay varios artículos de la Constitución que se refieren a
este tema, probablemente el más completo es el artículo 62, donde se señala la
forma en que este desarrollo se logra. Allí se dice que la “participación del
pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio
necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo,
tanto individual como colectivo”, señalándose a continuación que es
“obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las
condiciones más favorables para su práctica.” Además, el
artículo 70 señala otras formas que permiten al pueblo desarrollar “sus
capacidades y habilidades”: “la autogestión, cooperativas en todas sus formas
[…] y demás formas asociativas guiadas por los valores de la mutua cooperación
y la solidaridad.” (Nueva Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, Capítulo IV: De los derechos Políticos y del Referendo
Popular, Sección Primera: de los derechos políticos. Gaceta Oficial 30 de
diciembre de 1999, Caracas, Venezuela).