Robert Fisk
www.jornada.unam.mx / 170617
El diminuto
emirato sabe quiénes son sus verdaderos amigos después de haber sido abandonado
por el presidente estadunidense. Pero en los círculos qataríes existen temores
de que esto no fue, después de todo, una casualidad. ¿Qué rayos hizo que el
presidente Donald Trump identificara a Qatar, con una larga relación con
Estados Unidos y que hospeda a 10 mil elementos del ejército en su más grande
base militar en Medio Oriente, como un financiador del terrorismo? ¿Alguien le
informó erróneamente sobre la región? ¿O está el señor Trump resentido, como se
preguntan algunos empresarios qataríes, porque un trato de bienes raíces que
perseguía el entonces futuro presidente estadunidense con los gobernantes del
emirato fracasó en 2010?
Clayton Swisher,
el periodista de investigación que descubrió los Papeles de Palestina en 2011
–que detallan las pláticas secretas entre israelíes y la Autoridad Nacional
Palestina con la entonces secretaria de Estado estadunidense, Condoleeza Rice–,
dice que Trump y su hija Ivanka visitaron Qatar hace siete años. Ahí, señala, se
acercaron a dos altos funcionarios qataríes encargados de inversiones y
buscaron su ayuda. Uno era Husein Al Abudllah, miembro del consejo ejecutivo de
la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés). El otro
era el jeque Hamid bin Jaseem al Thani, miembro de la familia real, quien
entonces fungía como primer ministro.
En un reportaje
publicado en The Huffington Post, Swisher afirma que las pláticas fracasaron y
que Al Abdullah quedó asombrado por la forma en que Trump presentó su propuesta
para un fondo de bienes raíces que estaba en dificultades: ni Hamid, ni Al
Abudllah le dieron dinero qatarí. El QIA es el segundo fondo soberano de
riqueza con activos por 338 mil millones de dólares.
Swisher agregó
que, con todo, Ivanka Trump regresó a Qatar con su esposo, Jared Kushner, en
busca de un trato diferente que involucraba la propiedad de Kushner, ubicada en
el 666 de la Quinta Avenida. Las pláticas sobre este asunto continuaron hasta
2016. Swisher también cree –y afirma haber descubierto esto– que el padre de
Kushner, Charles, estaba en discusiones con Hamid, quien ya era un empresario
independiente pues había dejado ya el puesto de primer ministro, y le solicitó
500 millones de dólares, pero Qatar le dijo a Charles Kushner que tendría que
encontrar mil 200 millones en algún otro lado. Estás pláticas, según Swisher,
continuaron hasta hace unos meses.
Si Trump se ha
vuelto contra Qatar –y nadie ha explicado hasta ahora por qué sucedió esto– el pequeño
emirato ha descubierto amigos regionales que no sabía que tenía. Omán ha
enviado una flotilla de barcos mercantes con alimentos a Doha. Lo mismo hizo
Marruecos. En este último caso, el rey Mohammed VI buscaba neutralizar, de
manera muy suave, como es él, numerosas manifestaciones públicas en Hoceima, en
la región de Rif, y sus alrededores.
Estas protestas
surgieron después de que un pescador fue asesinado (no se sabe si con ayuda de
la policía local) y fue arrestado un político muy popular. La muerte del hombre
parece un espeluznante paralelismo con otras muertes de individuos que
catalizaron revoluciones en Túnez y Egipto. Como sugirió un cínico qatarí hace
unas horas, el gesto del rey hacia Qatar puede ayudar a mantener su popularidad
política en casa. Es Ramadán y el gesto (del rey) Mohammed será juzgado con
agrado por su pueblo. Agregó: Él sabía lo que estaba haciendo cuando decidió
enviarnos alimentos.
Otro qatarí menos
irónico también señaló que las importaciones turcas de alimentos están ayudando
a que haya menos escasez en Doha. “Solíamos importar de Arabia Saudita… pero la
comida turca es mucho mejor”, afirmó; y podría tener razón.
Irán también
intentó, de manera por demás sagaz, ayudar a Qatar al ofrecer abrirle su
espacio aéreo a la aerolínea Qatar Airways, que ya no puede sobrevolar Arabia
Saudita o los Emiratos Árabes Unidos.
Kuwait, que ayudó
a fundar el Consejo de Cooperación del Golfo, no quiere que la alianza por la
que luchó tanto colapse y por ello los kuwaitíes intentan mediar en el
conflicto.
Lo que más
intriga, sin embargo, es la reacción de Vladimir Putin a la crisis de Qatar.
Rápidamente expresó su apoyo a Qatar, aunque evitó hacer cualquier crítica a
Arabia Saudita. Y no es de extrañar. Sólo unos días antes de que casi todos los
países del golfo Pérsico rompieran relaciones con Qatar, el segundo heredero de
la corona y ministro de Defensa, Mohammed bin Salman –quien además es héroe de
la desastrosa guerra con Yemen–, visitó el Kremlin para charlar con Putin.
Evidentemente, estas
conversaciones se centraron sobre Siria y los precios del petróleo. Pero ahora
los qataríes y sin duda los sauditas se preguntan si el segundo príncipe
heredero no le dijo a Putin sobre la crisis que se avecinaba, y si Putin
advirtió a Arabia Saudita no invadir Qatar.
Después de todo,
si de algo se puede acusar a Putin es de la violenta represión de los rebeldes
en Siria. Otra cosa es si él se puede erigir como un pacificador en el Golfo
Pérsico.