Nazanin Armanian
www.publico.es / 160617
Aunque Qatar, tras
Irán y Rusia, es la tercera reserva mundial de gas y el primer exportador del gas
natural licuado (GNL), se encuentra en la segunda posición en cuanto a la
producción de este tipo de gas. Por encima de Qatar está nada menos que EEUU.
El pequeño país,
antaño vendedor de perlas, exportó en 2016 unos 77 millones de toneladas de
GNL, principalmente a Japón, India, Corea del Sur, Reino Unido y China. Aunque,
EEUU debutaba en este mercado descargando tan sólo 84.95 millones de metros
cúbicos de GNL en Brasil, el aumento de la capacidad de extracción y
exportación de la superpotencia ha sido vertiginosa. Hace tres años, los bajos
precios de gas, y el hecho de que Qatar tiene los menores costos de extracción
del GNL del mundo obligaron a los inversores de este país a cerrar cientos de
pozos y haciendo que las dos terminales de Kenai (Alaska) y Sabine Pass (entre
Texas y Louisiana) no den abasto. EEUU tiene el proyecto de levantar otras 27
terminales (seis ya en construcción) que estarían operativas antes del 2024,
exportando 300 millones de toneladas de GNL.
Fue en 2010 cuando
el presidente Obama lanzaba con euforia la Iniciativa Global de Gas de
Esquisto, afirmando que a partir de 2030 EEUU sería la ‘Arabia Saudita del
gas’. Entonces, habían invertido 42.000 millones de dólares en la perforación
de 7.000 pozos, a costa de la contaminación del agua, aire y suelo por el uso
de sustancias tóxicas. Pero, el medio ambiente no era la única víctima de esta
irracional ambición; también fueron Rusia, que sufrió en 2014 unas sanciones a
su industria energética por la crisis de Ucrania impuestas por el Occidente, y sus
clientes europeos, que debían renunciar a un proveedor seguro, pasando penurias
energéticas. Entonces, Obama ofrecía a Europa muy ‘oportunamente’ comprar el
GLN estadounidense, eso sí a partir del 2020, mientras, tendrían que
buscarse la vida.
Sería lo mismo que
involucrar a Qatar en una tensión político-militar, inmovilizar los barcos que
transportan el GNL qatarí desde el puerto de Fujairah de los Emiratos Árabes
Unidos, o un eventual cierre del Canal de Suez por parte de Egipto beneficiaría
doblemente a Washington: por el aumento del precio de gas y por presentarse
como el único suministrador seguro, poderoso y estable. ¡EEUU es un perfecto bombero pirómano, robándole
los clientes a Qatar! En lo que va de año, nueve de los doce buques cisternas
estadounidenses tenían como destino Asia. El accidente nuclear en Fukushima y
el aumento de la demanda de gas por parte de Japón fue otro salvavidas de la
industria de esquisto estadounidense.
El gas también
está en el centro de las discrepancias entre EEUU y la Unión Europea, que se
niega a volver a aislar a Teherán por acusaciones absurdas como “apoyo al
terrorismo”. Lo cierto es que las compañías europeas, rusas y chinas ya están
trabajando en los campos de gas y petróleo iraní, mientras las leyes de EEUU
prohíben a sus compañías trabajar en Irán: Trump hace como el “perro del hortelano:
no come ni deja comer”.
El
problema de Arabia Saudi
A Arabia se le agota el petróleo, un problema que
amenaza con de devolverle a lo que fue en 1900: un montón de arena de desierto.
De allí su insana tentación de apoderarse
del petróleo y gas de su vecino Yemen, así como de sus estratégicos puertos, en
el Golfo de Adán y Bab –al- Mandeb, y de los recursos fósiles
del otro vecino, Qatar. No le perdona a Doha que se haya negado a vender el gas
a los “hermanos” árabes del Golfo Pérsico con descuento. El reino wahabí ha
puesto sus ojos en los yacimientos de gas petróleo en el Golfo Pérsico, donde
además comparte con Irán el campo de Foruzan, de incalculables barriles de
petróleo.
La agresión
militar de EEUU-Arabia a Yemen desde 2015 ha provocado la mayor crisis humanitaria del mundo,
y mientras miles de niños y adultos mueren de hambre y sed, numerosos gobiernos
se han cubierto la cara con la máscara de “solidaridad con Qatar” (el país más
rico del planeta) llenando sus supermercados, a la espera de recibir suculentas
recompensas del emir Al Thani.
El rey Salman y sus hijos están dispuestos
a seguir utilizando las afiladas espadas para ampliar su poder; las mismas que
han entregado a Daesh en Siria, que entre sus tareas estaba impedir la construcción
del gaseoducto Irán-Irak- Siria-Mediterráneo, a favor del proyecto
Qatar-Arabia-Jordania-Siria-Mediterráneo. La intervención de Qatar en la guerra
contra Siria, patrocinando a Al Qaeda, coincide con la fecha en que EEUU
(cliente de una cuarta parte del GNL qatarí) dejó de comprarle el gas en 2012.
Fue entonces
cuando el Emir al Thani buscó otro mercado en Europa. Y pensando que la vía
recta era la más corta, decidió derrocar a Bashar al Assad, aliado de Irán y
Rusia, invirtiendo unos 3.000 millones de dólares en mercenarios
‘rebeldes-yihadistas’. ¡Como si Rusia
estuviera allí cruzada de brazos! Estos ‘yihadistas’
pertenecen a la misma organización terrorista creada por la CIA, Arabia y
Paquistán en 1978 contra la URSS y las fuerzas progresistas de la zona.
Entonces, el presidente Reagan les invitó a la
Casa Blanca, para negociar los detalles del gasoducto transafgano
que conduciría el gas de Turkmenistán (la cuarta reserva mundial del gas) a los
buques cisternas de EEUU en el mar Arábigo. Fiasco absoluto. EEUU ha renunciado al gaseoducto transafgano.
Por cierto, los dirigentes
qataríes para salvarse de un golpe de estado o un ataque militar de
EEUU-Arabia, eligieron la primera opción que
barajamos: acaban de pagar al Pentágono 12.000 millones de dólares a
cambio de 36 cazabombarderos y mantenerse en el poder. ¿No dijo Trump, hace una
semana, que Qatar patrocinaba el terrorismo?
En paralelo a la
crisis de Qatar, Irán sufría dos atentados terroristas y Rex Tillerson (ex director de ExxonMobil convertido en el
Secretario de Estado) cuya misión era conquistar las fuentes y las rutas de
tránsito de hidrocarburo para la élite gobernante de su país, revelaba que su
gobierno ha decidido desestabilizar el país para un ‘cambio del régimen’, en vez de atacarlo.
Aunque Teherán compre a la mafia instalada en la Casa Blanca con un cheque con
decenas de ceros, difícilmente podrá salvarse a la alianza Saudi-Netanyahu que lucha por la
hegemonía regional y sus mercados.
Este reequilibrio
de poder en Oriente Próximo por los recursos fósiles ha destruido la vida de al
menos 100 millones de personas en Afganistán, Irak, Libia, Yemen, Sudan y
Siria. ¿Para cuándo un frente
mundial anti-guerra?